Baxter Dury empezó su carrera maravillosamente, con dos discos estupendos, y un tercero que terminó de encumbrarlo y le quitó el San Benito de ser el hijo de Ian Dury. Desgraciadamente, en su anterior trabajo, el irregular “It’s A Pleasure”, vimos las primeras muestras de agotamiento de su fórmula, algo que se acentúa en este nuevo álbum. Y es que, el británico se ha preocupado más de sonar sexy y elegante, que de darle un buen estribillo y una buena melodía a las canciones. Y claro, termina resultando un trabajo bastante soso.
“Prince of Tears” se abre con la intrigante y funky ‘Miami’, en la que Dury deja claro (por si no lo había hecho ya), que le encanta un buen spoken-word. No está mal, pero la verdad es que ya empieza a cansar este rollo dandy que se ha montado. Más intrigante y misteriosa es ‘Porcelain’, donde la gran protagonista es, una vez más, Madelaine Hart, que sigue siendo su mejor aliada. Eso sí, lo bien que canta la chica no quita que el tema sea un coñazo. Muchos mejores resultados obtienen en ‘Mungo’, el corte siguiente, y uno de los mejores del álbum. Quizá, porque se montan un dúo de lo más animado y con más sentimiento que casi todo el resto del disco. Y en este carro podemos meter ‘Listen’ o ‘Almond Mink’, donde podemos escuchar a Jason Williamson, de Sleaford Mods. Pero, sin duda alguna, es en la simpática ‘Letter Bomb’, donde se pone un poco más gamberro.
Lo que no entiendo es por qué no hace más temas cercanos al soul. Aquí vuelve a demostrar que es algo que se le da bastante bien. Y lo hace en dos cortes, la genial ‘August’, y en esa preciosa ‘Prince of Tears’ que cierra y da título al álbum. Tiene la voz y la chulería necesaria para sacar adelante este tipo de canciones. Además, Hart le da un punto femenino de lo más chulo. Una lástima que no tire más hacia ese camino.
El quinto álbum de Baxter Dury tiene sus momentos, pero, en conjunto, resulta un tanto aburrido.
Tengo que reconocer que, en cuanto a novedades musicales, este mes ha estado bastante bien. Es más, he tenido que dejar alguna que otra canción fuera. Así que, entre los adelantos y las canciones de álbumes que ya han pasado por aquí, creo que ha quedado una recopilación de lo más interesante.
De esas nuevas canciones que han ido saliendo en las últimas semanas, destaco los temazos de Cold Cave, Fever Ray o U.S. Girls. Además del sorprendente regreso en plan «dark» de MGMT, o de The Breeders, que han sacado un nuevo tema excelente. También están en muy buena forma los grupos españoles, como Alexanderplatz (el que fuera la mitad masculina de Klaus&Kinski) y Carolina Durante, un nuevo grupo madrileño que va a dar mucho que hablar. Sorprendentemente, el britpop también nos ha dejado cosas interesantes. Una de ellas es lo nuevo de DMA’S, el grupo australiano más british, que vuelve con un single perfecto. Pero la mayor sorpresa llega con Noel Gallagher y su nueva canción. El que fuera líder de Oasis, se ha sacado de la manga un tema sucio y psicodelico maravilloso, en el que está más cerca de Primal Scream que de toda la sosería que ha sido sacando estos últimos años.
Espero que os guste.
1. Glory / Cold Cave 5:15 2. To the Moon and Back / Fever Ray 3:32 3. Deadly Valentine / Charlotte Gainsbourg 6:05 4. Bad Baby Pie / Torres 4:40 5. Miami / Baxter Dury 4:34 6. Little Dark Age / MGMT 4:59 7. Podrías Haberte Quedado Quieto / Alexanderplatz 3:50 8. No Fixed Destination / Cut Copy 4:14 9. We Were Beautiful / Belle & Sebastian 4:25 10. Mad Is Hell / U.S. Girls 3:01 11. Cover From the Sun / Destroyer 2:14 12. I’m Here for Now / Kelley Stoltz 3:23 13. Holy Mountain / Noel Gallagher’s High Flying Birds 3:55 14. Dawning / DMA’S 3:09 15. La Noche de los Muertos Vivientes / Carolina Durante 3:43 16. Wait In The Car / The Breeders 2:04 17. Fire in Cairo / Luna 3:29 18. Asktell / Lina Tullgren 2:57 19. Khidr (American Drifter Music) / Peter Matthew Bauer 4:17 20. Heartstruck (Wild Hunger) (feat. Angel Olsen) / Hamilton Leithauser 3:30 21. Hurts To liv / LIV 5:02 22. Call It Off / CHVRCHES 5:00
Tarde o temprano, la amistad entre Courtney Barnett y Kurt Vile tenía que acabar en un proyecto conjunto. Los dos artistas tienen muchas cosas en común, y un mismo punto de vista a la hora de crear canciones. Eso sí, en esta primera colaboración, ha sido él el que ha ganado la partida. Y es una pena, porque en lugar de escuchar a Barnett tirar hacia el folk y la psicodelia, nos hubiera gustado escuchar a Vile haciendo indie-rock y pop. Eso en cuanto al sonido, porque, en cuanto a composiciones, están a la par.
“Lotta Sea Lice” está compuesto de nueve canciones, donde hay composiciones conjuntas; una de Vile que hace Barnett (y viceversa), y alguna que otra versión. Entre estas últimas encontramos ‘Fear Is Like a Forest’, un tema original de Jen Cloher, la mujer de Barnett, que, curiosamente, es lo mejor de todo el álbum. O por lo menos lo más emocionante, ya que las guitarras suenan más ásperas, y la ayuda de la batería de Warpaint, le viene de maravilla. Pero lo mejor es el dúo de voces, que va cogiendo intensidad y creciendo hasta acabar rodeado una maraña de guitarras rugientes. El otro gran momento del disco es ‘Over Everything’, que es el corte más pop del mismo. Y es que, aunque él me gusta, yo tengo predilección por lo que hace ella, y este tema es el que más se asemeja a su rollo. Aunque también tengo que decir que esa ‘Continental Breakfast’ tan americana, y el tono juguetón de ‘Blue Chesse’, también me han gustado.
Donde no se han comido mucho la cabeza es en la versión que cada uno hace del otro. Vile revisiona el ‘Out the Woodwork’ de Barnett y lo rebautiza como ‘Outta the Woodwork’. Pocos cambios más hay. Al igual que ella, que bautiza el ‘Peeping Tomboy’ y lo convierte en una delicada canción acústica llamada ‘Peepin’ Tom’. Y, para terminar, se acuerdan de Belly y su ‘Untogether’, una de las pocas canciones en las que las norteamericanas no sacaban las garras y la distorsión a pasear. No hace falta decir que ellos dos tampoco.
No es un mal disco, tiene canciones notables, pero si le falta un poco de riesgo y algo más de garra. Aunque eso sí, como leí en algún sitio, es un disco en el que está Kurt Vile y no se hace largo. Un comentario lleno de mala leche, pero al que no le falta razón.
Sería absurdo dudar del talento de Beck, ya que lleva años demostrando que va sobrado de él. Pero también sería absurdo no decir que, a veces, se equivoca, y “Colors” es una de esas veces. Y es que, a priori, la idea de Beck haciendo un disco de pop es muy buena, pero no le ha salido bien. Se ha dejado llevar por un pop simplón, y demasiado comercial, que termina sonando repetitivo. No obstante, está producido por él mismo y por Greg Kurstin, conocido por sus trabajos con Sia,Adele o Kelly Clarkson.
Respecto a la producción, a “Colors” se le pueden poner pocas pegas, suena estupendamente, como todo el pop actual. Pero al igual que el resto del pop de nuestros días, todo suena igual. Así que lo mejor viene cuando hay algún elemento extraño que resalta entre tanto ritmo simplón. Es el caso de la flauta travesera que encontramos en el tema que le da título, y que lo abre. Gracias a ella, consigue que este corte sea de lo más interesante del disco. Junto a ella está ‘Seventh Heaven’, que podría ser una canción de cualquier grupo pop alternativo actual (me vienen a la cabeza Foster The People), pero que cuenta con un buen estribillo y no está mal. Mucho mejor está ‘I’m So Free’, donde se sale de la norma del resto del álbum, y pisa el pedal de distorsión, que, en este caso, suena a gloria.
“Colors” está grabado entre 2013 y 2017, y eso es algo que se nota. Solo hay que escuchar ‘Dreams’, la cual editó hace más de dos años. Es un tema que suena más al Beck de toda la vida, y eso se agradece, aunque tampoco es que sea un tema notable. Además, para colmo, viene en dos versiones diferentes, a las que yo, particularmente, no les encuentro mucha diferencia. También suena diferente ‘Dear Life’, otro de los singles previos, del que, el propio Beck, dice que está inspirado en los Beatles. No hace falta que lo jure, la verdad.
Uno de los grandes problemas que tiene este álbum, es que recuerda demasiado a otros artistas. Es el caso de ‘No Distraction’, que es una especie de fusión entre el propio Beck y The Killers. O ‘Up All Night’, un tema soso y conservador que, para colmo, recuerda una barbaridad ese truño de Justin Timberlake llamado ‘Can’t Stop The Felling!’. Desde luego, se podría haber fijado en la faceta más interesante de Timberlake (la de ‘Sexyback’), y no en esta, que no tiene nada destacable.
Se agradece que, a estas alturas, quiera hacer algo diferente y más facilón, pero creo que Beck puede hacerlo mejor (“Midnite Vultures” es la prueba de ellos). Además, resulta extraño escucharle copiando a artistas de pop actual, cuando debería ser al contrario.
Dice Annie Clark que, hasta ahora, sus discos estaban basados en otras personas o en otras situaciones, pero que todo ha cambiado con su último trabajo. Es más, dice que, si quieres saber de su vida, solo tienes que escucharlo. Quizá, por eso, se ha involucrado tanto en la promoción del mismo, y le ha dado ese toque de locura que hace de ella una de las artistas actuales con más personalidad.
Si realmente es un disco que refleja su vida, podemos decir que, ésta, es un pequeño caos. Su quinto trabajo es auténtica locura de lo más ecléctica y sorprendente. De hecho, no se puede decir que se case con ningún estilo en concreto, y en él encontramos pop, new-wave, electro-pop, rock con tintes industriales, techno o dream-pop. Toda una paleta de sonidos que se complementa de maravilla con su mundo tan personal y colorido. Por cierto, que, junto a ella, en la producción está Jack Antonoff, el líder de Bleachers y el productor de moda.
“MASSEDUCTION” se abre con ‘Hang On Me’, en la que vemos la faceta más reposada del álbum. Una faceta que también aparece en temas como ‘Happy Birthday, Johnny’, la genial ‘New York’, que me cautivó desde el primer instante con ese “Where you’re the only motherfucker in the city who can stand me” que canta en el estribillo, o la maravillosa ‘Slow Disco’. De hecho, estas canciones más tranquilas, son las que más me han gustado del disco. Algo que no suele ser lo habitual.
Sé que muchos no estarán de acuerdo (las críticas que está recibiendo son buenísimas), pero a mí me tira un poco para atrás ese sonido tan sintético que tiene el disco. Ya no solo por sus bases electrónicas, tampoco me gusta mucho el sonido cortante que le ha sacado a la guitarra en algunas canciones. Es el caso del tema que da título al álbum, que me parece un poco estridente. O de ‘Los Ageless’, en la que, además, se repite y nos deja un tema que no desencajaría en su anterior trabajo. Si me parece más interesante ‘Pills’, que es más juguetona y abiertamente bailable. Aunque para bailable esa incursión el techno llamada ‘Sugarboy’, que resulta de lo más sorprendente. Pero lo mejor llega cuando aparece ‘Young Lover’, en la que no hay tanta sobreproducción y gana la partida con tan solo una guitarra y un tímido ritmo electrónico.
Así, de primeras, y tras llevar unos días escuchándolo, a mí me parece un paso atrás respecto a su anterior trabajo, pero tengo la sensación de que voy a ser el único que opina así.
Con Dan Bejar uno nunca sabe que se va encontrar. El canadiense se adentra en una aventura nueva cada vez que edita un disco Destroyer y, por norma general, le suele salir bien. De hecho, tras el éxito de “Kaputt” podría haber repetido jugada, pero decidió lanzarse al pop orquestal en su siguiente trabajo. Lógicamente, después de editar su gran obra, ese “Poison Season” supo a poco, pero ahora vuelve a lo grande.
“Ken” le debe su nombre a ‘Wild Ones’, la canción de Suede, que para Bejar es una de las grandes baladas en ingles de los últimos cien años (o más). Y es que ese era el nombre que inicialmente tenía el tema de Brett Anderson y compañía. Pero el disco no está influenciado por la banda londinense, aunque la inspiración si viene de la Islas Británicas. Según el mismo Bejar, ha sido la música que se editó en los últimos años de Margaret Thatcher, la que le ha servido de inspiración. Y la verdad es que se nota bastante.
Su undécimo trabajo cuenta con varias canciones directas; temas en los que las guitarras a lo New Order o The Jesus & Mary Chain está presentes. Pero no penséis que ahora se dedica a copiar a estas bandas, simplemente ha llevado a su terreno esas influencias. Ahí está la genial ‘In The Morning’, que me tiene loco desde hace un par de días. O esa ‘Cover From The Sun’, en la que se viene arriba y nos deja una estupenda canción de indie-pop guitarrero. Y si ya nos vamos ‘La Regle du Jeu’, vemos que casi se acerca al synth-pop. Aunque, eso sí, desde una perspectiva más rock.
Otra de las cosas buenas que tiene “Ken”, es que, en cierto modo, recupera ese pop elegante que tan buenos resultados le dio hace unos años. Es el caso de la maravillosa ‘Tinseltown Swimming in Blood’, donde se deja llevar por esa elegancia, y la combina con unas a guitarras al más puro estilo New Order. Unos ingredientes que también aparecen ‘Sometimes in the World’, otro de los grandes momentos del disco. Incluso, en la notable ‘Rome’, se puede ver algo de esto.
Como novedad, nos encontramos ‘A Light Travels Down The Catwalk’ y ‘Stay Lost’, en las que aparece un Bejar mucho más minimalista y electrónico. Y la verdad es que le sienta muy bien este rollo.
Pocas pegas se le pueden poner al nuevo trabajo de Destroyer, tan solo, quizá, las baladas. Y es que, tanto ‘Sky’s Grey’, como ‘Saw You At The Hospital’, palidecen un poco frente al resto de canciones del disco. Por cierto, que, por mucho que diga él, la primera sí que es bastante Suede.
Los seguidores del blog recordaréis la sección “25 Canciones”, en la que recopilaba los temas favoritos de mis bandas favoritas. Por alguna razón (la pereza, supongo) dejé de hacerla, pero hoy la recupero con The Walkmen. Y es que, los de Nueva York, reúnen todas las condiciones para entrar en esta sección. Principalmente, porque tienen una cantidad tremenda de temazos (me ha costado una barbaridad resumirla en 25) y porque ya se han separado, así que ésta puede ser su lista definitiva.
Como mucha gente, descubrí a The Walkmen por ‘The Rat’, ese fantástico tema de su segundo disco, que no consiguieron superar en toda su carrera –aunque se quedaron cerca varias veces-. Pero hay un antes de esa canción, y se llama “Everyone Who Pretended Yo Like Me Is Gone”. El primer trabajo de los norteamericanos ya nos dejaba ver los ingredientes que hicieron de ellos una de las mejores bandas de los últimos años. La voz desgarrada de Hamilton Leithauser, la crudeza y suciedad de las guitarras, y ese sonido directo, en el que no hay ni trampa ni cartón. De él he escogido el tema que le da título, porque creo que representa a la perfección el sonido intenso que tenían en sus comienzos. Al igual que ‘Revenge Wears No Wristwatch’, donde ya cuentan con un punto más melódico. Pero lo mejor del disco es ‘We’ve Been Had’, donde están menos ásperos y cristalinos. Es más, la seguían tocando en sus últimos conciertos.
En 2004, con la ciudad de Nueva York en el punto de mira del mundo musical, editan “Bows + Arrows”. Muchos los comparan con Interpol por ‘The Rat’ pero no solo el resto del disco demuestra que no tienen nada que ver con ellos. Ésta misma canción refleja una intensidad (la batería es brutal) a la que jamás han llegado los de Paul Banks. A día de hoy, con toda su discografía más que escuchada, diría que es su mejor disco. Leithauser nunca ha estado tan desgarrador cantando como lo está aquí, y temas como la maravillosa ‘Little House Of Savages’ (todavía se me siguen poniendo los pelos de punta cuando entra el estribillo), la preciosa, pero sucia, ‘My Old Man’, la melancólica ‘The North Pole’, y la potente ‘Thinking Of A Dream I Had’, siguen sonando igual de bien que hace 13 años.
“A Hundred Miles Off” me parece su disco más flojo. Esto no significa que sea un mal disco, pero sí es cierto que, en comparación con el resto de su discografía, se queda un peldaño por debajo. De él he escogido dos canciones –podría haber metido alguna más, pero en una lista de 25 hay que descartar temas-, y las dos son muy diferentes. Primero tenemos ‘Louisiana’, donde exploran nuevos caminos, quitándose de encima su sonido más lo-fi y dejando que las trompetas sean las protagonistas. Sin embargo, en ‘All Harms And The Cock’, recuperan su faceta más oscura, y entregan un tema intenso, que se endulza en su estribillo. Tras este trabajo publicaron “Pussy Cats”, en el que versionaban al completo el disco de Harry Nilsson. Particularmente, es un trabajo que no me dice nada, así que no he metido ninguna de sus canciones.
Me ha costado una barbaridad seleccionar tan solo cinco canciones de “You & Me”, que es su otra obra maestra. Es un trabajo sombrío, frío e ideal para una tarde de invierno. No obstante, ‘In The New Year’ es uno de sus himnos. También se podría decir que es su disco más épico, en el que, la gran mayoría de las canciones, van creciendo y creciendo, hasta terminar en una tormenta de guitarras, órganos y la desgarradora voz de Leithauser. Ahí está la impresionante ‘On the Water’, la contundente ‘Potscards from Tiny Islands’, el tono más reposado de ‘Four Provinces’, y ‘The Blue Route’, mi canción favorita del disco. Me parece impresionante como va subiendo poco a poco, y como van entrando los instrumentos, para acabar a lo grande y de la forma más épica. Como curiosidad, ‘Dónde Está La Playa’, el tema que abre el disco, fue la única frase en castellano que se aprendieron durante su estancia en Benicàssim dos años antes.
Tras el éxito de crítica de su anterior álbum, y con una popularidad cada vez mayor, en 2010 vuelven con “Lisbon”. Aquí se podría decir que su sonido cambia un poco, ya no hay tanta predilección por el lo-fi, y sus canciones suenan más limpias y claras. Además, vuelven a soltar himnos contundentes al más puro estilo ‘The Rat’. Ahí está ‘Angela Surf City’, que fue su carta de presentación, o ‘Woe Is Me’, que fue de sus primeras incursiones en el pop. Pero también tiene temas intensos marca de la casa. Es el caso ‘Blue As Your Blood’ y de la grandiosa ‘Victory’. Y para rematar, ‘Juveniles’, toda una preciosidad. Es otro disco sobresaliente, y les subió un peldaño más en su escala de popularidad.
El cambio hacia sonido más limpios se hace más presente en “Heaven”, el que a la postre iba a ser su último álbum. Es más, algún crítico le puso la etiqueta de “dad-rock”. El caso es que sigue siendo otro disco sobresaliente, y contiene alguna de sus mejores canciones. Aun así, resulta sorprendente verles tan cómodos acercándose al folk (con la ayuda del cantante de Fleet Foxes) en la inicial ‘We Can’t Be Beat’, o sonar tan radio-friendly en la preciosa ‘Song For Leigh’. Con todo, los The Walkmen de toda la vida, aparecen en ‘The Love You Love’, ‘Heartbreaker’ y ‘Heaven’. Por cierto, que estas dos últimas son lo más parecido que han hecho a un hit en su vida.
Tras la correspondiente gira de promoción de “Heaven”, anunciaron un descanso indefinido que, a día de hoy, y con varios de sus miembros inmersos en su carrera en solitario, tiene pinta de que va a ser para siempre. Una pena, porque, además, tenían un directo vibrante y espectacular.
Creo que nunca había puesto un disco de Mount Kimbie en el blog. Y es que, a priori, la música del dúo ingles no es que me vaya mucho, pero, tras escuchar su último trabajo, he cambiado de opinión. Aunque también he podido comprobar que han cambiado un poco su propuesta y ahora están un poco más rock. Así que, ahora que han abierto nuevas vías fuera del dubstep y la electrónica, sí que me resultan atractivos. Es más, parte de este disco me recuerda un poco a los Death In Vegas más rock, y eso siempre mola.
“Love What Survives” no puede empezar mejor. ‘Four Years and One Day’ es un tema de corte electrónico, pero su oscuridad y ese bajo que entra al final, hacen de él la introducción perfecta para alguien que busca algo más que un disco de pura electrónica. Además, va in crescendo, y casi se acaba convirtiendo en un tema de krautrock. Por si esto fuera poco, continúan con su toque más rock en la espídica ‘Blue Train Lines’, en la que King Krule vuelve a colaborar con ellos, y casi vomita la letra. Por si esto fuera poco, en ‘You Look Certain (I’m Not So Sure)’, llaman a la cantante francesa Andrea Balency, y se montan un Stereolab de manual. Además de llegar al jungle desde una perspectiva rockera en ‘Delta’.
También hay espacio para su faceta más electrónica y ambient en este disco. Ahí están las maravillosas ‘Audition’ y ‘SP12 Beat’, con las que uno se puede echar algún baile que otro. Y si ya nos vamos a su faceta más relajada, nos encontramos con esa extraña, pero tremendamente interesante, ‘Marilyn’, en la que el joven Micachu pone a la voz. Aunque si hablamos de colaboraciones, hay que mencionar a James Blake, que aparece por partida doble. Además, sus seguidores estarán contentos, porque le han hecho dos temas de R&B a su medida. Curiosamente, es la parte del disco que menos me gusta.
Ha sido toda una sorpresa para mi ponerme a escuchar este disco, y en encontrarme con uno de los trabajos más interesantes que he escuchado en los últimos meses. Así que sí, Mount Kimbie, molan.
Wolf Parade rompieron su silencio discográfico de seis años en 2016, cuando editaron un nuevo EP con cuatro canciones. Ahora vuelven con un álbum al completo, en el que siguen con su sonido de siempre. Y es que, con la intensidad que tiene la voz de Dan Boeckner, es casi imposible hacer otra cosa – sí, ya sé que tiene otros proyectos, como los geniales Handsome Furs, pero no deja de ser lo mismo pasado por el filtro de la electrónica-. Así que no se han complicado la vida y se han lanzado hacia el rock visceral que les dio a conocer.
“Cry Cry Cry” es un poco áspero y no es un hueso fácil de roer. Pero, poco a poco, se le va pilando el gusto a ese toque épico envuelto en guitarras crudas y teclados y pianos algo estridentes. Canciones como ‘Lazarus Online’, ‘Weaponized’ o ‘Am I an Alien Here’, entran muy bien por el tono melancólico con el que las canta Boeckner que, nunca me cansaré de decirlo, es una de las mejores voces del rock actual. Y si ya nos vamos a los singles, nos encontramos con ‘You’re Dreaming’ y ‘Valley Boy’, dos canciones que tienen la pegada necesaria para impactar de buenas a primeras – por cierto, en esta última, se puede ver una influencia de Television más que evidente en el rasgueo de guitarra-. Aunque, para ser justos, hay que decir que el pepinazo del disco corresponde a la potente ‘Artificial Life’.
Lo que no me ha terminado de convencer es la parte intermedia, la que corresponde a ‘Files in the Sun’ y ‘Baby Blue’. Me aburre el toque blues que le han dado a la primera, y la parte final de la segunda, tan ruidosa, se me hace bola. Menos mal que después vuelven a dar lo mejor de sí mismos en la juguetona ‘Who Are Ya’, que cuenta con un final brutal, y en ‘King of Piss and Paper’, con la que cierran el disco de la forma más melancólica y épica posible.
Sin duda alguna, no es una mala vuelta, pero hay momentos en los que están un poco más irregulares que de costumbre. Aun así, cuenta con más de media docena de temas notables.
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