
Aunque el primer trabajo de Kiwi Jr. se editó en 2019, para mí, que los descubrí un poco tarde, fue uno de los discos del pasado año. Y es que, la banda canadiense, ha revitalizado estupendamente el indie-rock de los ochenta y los noventa. Y sí, puede que se les note demasiado su veneración por Pavement, o que dejen bien claro con su nombre que el indie-pop neozelandés es una de sus prioridades, pero lo hacen tan bien, que da igual.
‘Cooler Returns’ es uno de esos trabajos en los que prácticamente todos los temas podrían ser un single claro. Un disco directo, en el que las canciones van directas al estribillo, tienen melodías que se pegan como una lapa, y duran lo esencial. Y lo más sorprendente de esto, es que es un álbum creado en plena pandemia, y en una de las épocas más tristes que hemos vivido. Pero, como se dice muchas veces: la música es una de las mejores formas de evadirse. Lo malo es que luego piensas en lo que molaría ver un concierto suyo ahora, que están en su mejor momento, y la realidad te pega un buen tortazo.
Una de las cosas que me gusta de la banda de Toronto, es que saben fusionar muy bien esas dos influencias que comentaba más arriba. Porque sí, un tema como “Tyler”, con el que abren el álbum, no puede sonar más Pavement, pero ese piano, y ese lado más pop (los coros son bien chulos), hacen que también nos acordemos de otros grupos menos guitarreros. De hecho, a lo largo del disco, van mucho más allá, y “Maid Marian’s Toast”, la podría haber hecho un Bob Dylan poseído por el indie-rock. Y si nos fijamos en cortes como “Guilty Party” y “Nashville Wedding”, nos encontramos con un cierto toque a los primeros R.E.M. Por cierto, ojo con la letra de la segunda – “I wanna hold the minister’s hand / strangle the jangle pop band”-.
Ya he dicho que es un disco plagado de hits de lo más directos, pero hay unos cuantos temas que sobresalen un poco más. Es el caso de los tres adelantos que han sacado, donde tenemos las enérgicas “Undecided Voters” y “Cooler Returns”, y la más melódica “Waiting In Line”, pero no son las únicas. De hecho, lo mejor del álbum llega con “Domino”, en la que, en poco más de minutos, dan con la perfección pop. Lo tiene todo: un ritmo enérgico, un estribillo fácil y pegadizo, un órgano juguetón, y unos coros deliciosos. Una jodida maravilla.
No tengo ninguna duda de que Kiwi Jr. se van a convertir en uno de los grupos del año con este trabajo. Además, muy merecidamente.
8,1
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