Soft Hearted Scientists – Uncanny Tales From the Everyday Undergrowth

Llevo varios días pensando que este trabajo de Soft Hearted Scientists acababa de salir. Pero no, resulta que es una especie de recopilación de sus primeras canciones que se puso a la venta allá por 2005. El caso es que ha sido ahora cuando lo han subido a las plataformas de streaming y por eso me aparece como novedad. También es cierto que está descatalogado y solo se pueden encontrar copias físicas de segunda mano. Quizá, por eso, han decidido sacar ahora la edición online. Algo que me viene muy bien, porque me ha dado a conocer a esta peculiar banda galesa y su folk progresivo.

Si echamos un vistazo a la biografía de Sof Hearted Scientists, nos encontramos con historias algo extrañas que casi parecen inventadas. O quizá lo son, no lo sé. El caso es que, ese relato que cuentan en el que dicen que se conocieron en una compañía ambulante de mimos especializada en espectáculos medievales, es de lo más raro. Pero lo cierto es que, una vez escuchas su música, ya no parece tan extraño. Su mezcla de folk, psicodelia, pop, y rock progresivo, pega bastante como banda sonora de un espectáculo medieval gales. Y lo cierto es que se les da muy bien fusionar todos esos estilos y dar con algo muy directo y fácil de escuchar.

Para escuchar este ‘Uncanny Tales From the Everyday Undergrowth’ hay que ponerse un poco en situación y volver a los primeros años del Siglo XXI. Aquí, la influencia de bandas como Gorky’s Zygotic Mynci, The Beta Band, o Super Furry Animals, es más que evidente. De hecho, la de estos últimos resulta clarísima en ese estribillo delicioso y enérgico que entra de repente en “The Petition”. O en esa gema pop llamada “Brother Sister”. Pero también aparecen por aquí otras influencias más clásicas, como The Beach Boys y Love. Ahí tenemos “Diving Bell”, un tema que no desentonaría en el ‘Forever Changes’. O esa “Wendigo” de lo más extraña, pero bastante atrayente. Y si nos vamos a “Many Monster”, nos encontramos con un bonito corte lleno de armonías vocales a lo Brian Wilson.

La psicodelia es la gran protagonista de este trabajo. Además, de diferentes formas. Ahí tenemos “Mount Palomar”, el precioso tema que abre el álbum recordándonos a los Mercury Rev más amables. Y ojo, porque si nos vamos a “At Night the Quarry Glows Like a Mothership”, vemos que también saben lo que es fijarse en el lado más experimental de la banda de Jonathan Donahue. Lo que, irremediablemente, nos lleva a los Pink Floyd de Syd Barrett. Ese sonido, unido al folk, es lo que nos encontramos en temas como “Isabella (Keep Riding the Road to the Sea)” o “Midnight Mutinies”. Y para cerrar, nada mejor que ponerse un poco más peculiares y entregar ese chorro de psicodelia llamado “Black Castles”.

8

Frankie Cosmos – Inner World Peace

Algo ha cambiado en la vida de Greta Kline en estos últimos años. Hasta 2019, Kline publicaba discos de Frankie Cosmos con bastante asiduidad, pero la pandemia hizo que perdiera el interés por tocar la guitarra y componer canciones. De hecho, cuando se metió en el estudio con el resto de la banda a grabar estos temas, llevaban 500 días sin tocar juntos. Incluso hubo un momento en el que no sabía si todavía seguían como banda. Pero, afortunadamente, Frankie Cosmos seguía con vida, y entre todos y todas pudieron acabar la colección de canciones que forman, el que, oficialmente, es su quinto álbum de estudio.

Inner World Peace’ es otro álbum en el que Kline reflexiona sobre la madurez. Y es que, empezó su carrera tan temprano, que más de una década después todavía no ha cumplido los treinta. Y para dar vida a este tipo de reflexiones, hubo una especie de consenso entre todos los miembros de la banda. Porque, aunque sea Kline la que escribe las letras, el resultado final nace de las aportaciones que hacen el resto de sus compañeros. Así, cuando entraron en el estudio, Kline iba dispuesta a crear unos temas con un sonido más indie-rock, pero Lauren Martin y Luke Pyenson, teclista y batería de la banda, tiraban más hacia el folk de los 70 y el pop. Además de la “meditación y la claridad”. Y de esa mezcla, salieron un conjunto de temas que, realmente, solo suenan a ellos mismos.

Siempre he pensado que a Frankie Cosmos le sienta muy bien su faceta más pop. La delicada voz de Kline, que casi susurra, en lugar de cantar, es perfecta para esos temas que se dejan llevar por unas guitarras cristalinas y una tímida batería. Es el caso de la estupenda “Abigail”, que abre el disco de la forma más directa posible. Pero también de “Wayne” y su ritmo juguetón, o de la delicada “Street View”. Además de esa “F.O.O.F.” tan noventas y tan Breeders. Pero ojo, que tampoco está nada mal cuando las guitarras cuentan con algo de distorsión.  Solo hay que escuchar la potente “Magnetic Personality”, o lo bien que suena esa guitarra en “Heed The Call”. Además de como se va endureciendo el estribillo en “Empty Head”, la que, para mi gusto, es la mejor canción del álbum.

Sí es cierto que esos sonidos más reposados y menos indie-rock que tenían en mente los otros miembros del grupo, también tienen bastante protagonismo. Así, en “Aftershook”, fusionan su lado más pop con un pequeño punto de psicodelia; en la parte final de “A Work Call” se hacen con un estribillo repetitivo que casi parece salido de un disco de Stereolab, y en “One Year Stand” se dejan llevar por un sonido que no difiere mucho de los Yo La Tengo más reposados. Una descripción que también se adapta a la preciosa “Spare The Guitar”. Por lo tanto, parece que sí tenemos cambios en el último trabajo de Frankie Cosmos.

7,7

GIFT – Momentary Presence

GIFT es una banda de Brooklyn que apareció en mi radar gracias a Nation of Language, que los han llevado de teloneros en varias de sus fechas americanas, y que han recomendado fervientemente su música. Y claro, si uno de mis grupos favoritos de los últimos años recomienda otro, no me queda más remedio que escucharlo. Pero los elogios por parte de otras bandas no se quedan ahí, ya que Oliver Ackermann de A Place To Bury Strangers los ha contratado para su sello, y han confiado en ellos para que hagan un remix de uno de los temas de su banda. Así que vienen con bastantes buenas referencias.

De primeras, ‘Momentary Presence’ sorprende por su sonido, y por lo poco que éste tiene que ver con esas bandas que los recomiendan. El grupo liderado por TJ Freda tiene como objetivo principal exprimir todas las posibilidades que les da la psicodelia y expandirla hacia otros sonidos. De hecho, el propio Frida confiesa que estamos ante “un portal a otra dimensión”. Y en ese portal entra un poco de todo, pero, eso sí, siempre con la psicodelia como bandera.

Uno de esos de caminos que siguen es el de los ritmos motorik y kraut. Es algo que vemos casi nada más empezar con esa “Gumball Garden” en la que se dejan llevar por una sección rítmica de lo más potente. Además de por unos teclados que son pura psicodelia. O en “Stuck in a Dream”, donde meten más capas de instrumentos y se acercan un poco al shoegaze. Además de la acelerada “Dune” y sus teclados histriónicos. O de esa “Pinkhouse Secret Rave” en la que utilizan la electrónica para dar con un tema contundente tema de krautrock puramente psicodélico.

Lo bueno de este primer álbum de GIFT es que en él también desengrasan de vez en cuando. El grupo de Brooklyn tiene un lado más pop y electrónico que, la verdad, les sienta de maravilla. Solo hay que escuchar “Share The Present”, un tremendo tema de synth-pop, y muy ochentero, en el que se sacan de la manga unos teclados acojonantes. De hecho, ya se ha convertido en una de mis canciones favoritas de 2022. Pero también dejan que su psicodelia se acerque a esos mundos más melódicos para entregar un tema como “Lost For You”, en el que su lado más pop se expande y derrocha un poco de épica. Además de meterse de lleno en terrenos más ensoñadores y dejarnos las delicadas y relajadas “Pez” y “Feather”. Aunque eso sí, para cerrar, prefieren volver al derroche de psicodelia y guitarras y entregar los siete minutazos de “Here and Now (Time Floats By)”.

7,9

Panda Bear & Sonic Boom – Reset

En los últimos años he escuchado muchas veces eso de, ¿te acuerdas cuando Animal Collective eran buenos? Lo cual me parece algo sorprendente, porque, aunque la banda de Baltimore no está al nivel de sus mejores tiempos, sí que ha seguido sacando discos interesantes. De hecho, el que han publicado este año es notable. Y comento esto porque esa discusión ha vuelto a salir con este álbum conjunto que acaban de sacar Panda Bear y Sonic Boom, ya que no he parado de leer por ahí que es un disco en el que recuperan el sonido de esos Animal Collective que “molaban”. Lo cual es un tanto cierto, porque es evidente que recuerda a esa época y a la del primer trabajo de Panda Bear en solitario. Pero hay mucho más donde rascar en esta pequeña joya que se han sacado de la manga.

Aunque ‘Reset’ sea el primer disco conjunto de Panda Bear y Sonic Boom, los dos artistas se conocen y veneran desde hace muchos años. Concretamente desde que Noah Lennox (Panda Bear) le envió un mensaje por MySpace -la prehistoria de las redes sociales- a Pete Kember (Sonic Boom). A partir de ahí, han colaborado unas cuantas veces a niveles de producción o como estrellas invitadas en sus discos en solitario. Es más, Lennox, que reside en Lisboa desde 2004, fue la razón por la que Kember se mudó a capital portuguesa en 2016. Así que lo raro es que no lo haya hecho antes.

Lo más curioso de ‘Reset’ es que es el disco más accesible de sus carreras. Tanto en solitario como con sus discografías con Animal Collective y Spacemen 3. Y para hacer esta colección de canciones de lo más fresca y directa, se van directos a los sesenta. Lo que también hace que, irremediablemente, su sonido recuerde más al de Panda Bear que al de Sonic Boom. Desde el principio del álbum, con la fantástica “Gettin’ to the Point”, ya se puede ver que la fusión de guitarras acústicas con cajas de ritmos un tanto locas, y con melodías absolutamente sixties, es la combinación ganadora. Y aquí no me queda otra que mencionar, una vez más, a The Beach Boys. Es imposible no acordarse de Brian Wilson en joyas como “Edge of the Edge” y “Danger”. Además de en ese toque veraniego con el cuentan “Everyday” y “Whirlpool”.

Sí es cierto que a veces se salen de ese sonido y presentan algo un poco mas loco. Pero, aun así, siguen sonando de lo más frescos. Ahí tenemos “Go On”, que resulta hipnotizante con su repetitivo estribillo y con esa sección rítmica que va y viene. O la psicodelia tecno que nos dejan en “Everything’s Been Leading To This”, la cual te levanta del asiento a las primeras de cambio. Aunque puede que el tema más sorprendente del álbum sea “Livin’ in the After”, que, con su preciosa orquesta, los lleva muchas décadas atrás. Y hay que decir que funciona a la perfección.

8.1

The Dream Syndicate – Ultraviolet Battle Hymns and True Confessions

The Dream Syndicate es una banda a la que siempre me ha costado pillarle un poco el punto. Quizá porque siempre han ido un poco a su bola y no tienen ningún problema en dejarse llevar por sonidos más psicodélicos, o experimentar con sus canciones -en 2020 publicaron un single de 20 minutos de duración-. Pero sí tengo que reconocer que, cuando se ponen melódicos y se van al pop, sí me gustan. De hecho, tengo la copia en vinilo del ‘Out Of The Grey’ de lo más gastada de tanto escucharla. Y lo cierto es que, en este nuevo trabajo, tiran bastante de esa faceta.

A pesar de llevar en activo desde 1981, ‘Ultraviolet Battle Hymns and True Confessions’ tan solo es el octavo trabajo de The Dream Syndicate. Aunque claro, también es cierto que se separaron en 1989 y no volvieron a juntarse hasta 2012. Y nada cambiado en todos estos años. Steve Wynn declaró a principio de los ochenta que empezaron a tocar la música que querían escuchar porque nadie más lo estaba haciendo. Algo que puede sonar extraño ahora mismo, pero sí es cierto que ese rock de guitarras distorsionadas, pero muy melódicas, no era habitual en aquella época. Y la verdad es que la banda californiana sigue teniendo una personalidad propia que hace que sea difícil meterlos dentro de una escena en concreto.

El disco se abre con “Where I’ll Stand”, una de esas canciones marca de la casa protagonizada por unas guitarras densas y perezosas que, sin embargo, suenan de lo más melódicas. Además, hay un teclado por ahí acompañando, lo que le da un toque más pop. Un sonido que también aparece en las notables “The Chronicles of You” o “Lesson Number One”. Pero, como ya sabréis, cada disco de The Dream Syndicate tiene varias caras. Así, en “Damian”, se van a un pop de lo más delicioso en el que, gracias a un órgano, se meten de lleno en los setenta. Una década que también aparece en “Hard to say Goodbye”, una bonita balada que Steve Wynn compuso mientras caminaba una mañana por las calles vacías de Queens.

Siempre he pensado que, si se lo hubieran propuesto, podrían haber tenido el mismo éxito que otras bandas de indie-rock de su quinta. Y más cuando veo que siguen siendo capaces de escribir canciones directas y que se pegan a la primera escucha. Es el caso de “Every Time You Come Around”, un tema mucho más pop, en el que se dejan llevar por una guitarra un tanto sucia. De hecho, comentan que la canción «tenía una sensación de arrogancia y fragilidad en las letras que Jason tuvo el buen sentido de borrar por completo con un tsunami de guitarra fuzz». Pero también de “Trying to get Over”, una urgente canción cercana al post-punk, en la que no pueden evitar hacer un estribillo de lo más pop. Y ojo con esa bestialidad final llamada “Straight Lines”, donde se van a los primeros años del punk. De hecho, se podría decir que es puro The Modern Lovers.

7,7

Melody’s Echo Chamber – Emotional Eternal

Nunca he sido muy seguidor de Melody’s Echo Chamber y de su psicodelia un poco densa. Para mi gusto, al proyecto de la francesa Melody Prochet le sobraba un poco de esa densidad con la que afrontaba su psicodelia, y que escondía su lado más pop y melódico. Pero eso ha cambiado con su tercer trabajo, y el primero en cuatro años. Y es que, estamos ante un disco que nace de una recuperación tras un grave accidente que la dejó una aneurisma cerebral y varias vertebras rotas. Pero su posterior mudanza a los Alpes y, sobre todo, el nacimiento de su primera hija, le hicieron encontrar la paz. Y eso se nota en este álbum.

Emotional Eternal’ está producido por Reine Fiske y Fredrik Swahn, el mismo dúo que estuvo al cargo de la producción de su anterior trabajo, pero el sonido es completamente diferente. Mientras en ese álbum había densidad e incluso algo de oscuridad, aquí hay luminosidad y unas ganas evidentes de llevar cada canción a su lado más melódico. Además, sus canciones son más cortas y directas, lo que se agradece bastante. Porque hay que reconocer que, cuando se va a mundos más pop, su propuesta resulta imbatible. Ahí está esa delicia tan Tame Impala llamada “Looking Backward”. O la dulzura con la que ataca canciones como “Where the Water Clears the Illusion” y “A Slow Dawning of Peace”, que son estupendas.

Evidentemente, la psicodelia tiene un peso importante en este álbum, pero también la emplea de una forma más directa. Así, nada más empezar, nos encontramos con una vibrante “Emotional Eternal” en la que fusiona su lado más nebuloso con una faceta más pop. Además, cuenta con una potente batería y una guitarra que le dan fuerza a la canción. Y si nos vamos a “Pyramids in the Clouds” y “Personal Message”, dos de los temas en francés del álbum, vemos que es capaz de llevar, con bastante acierto, además, esa psicodelia a la chanson francesa de los sesenta.

La parte final está ocupada por un par de temas dedicados a su hija. Bueno, en realidad es un tema más un extra. Y es que, primero nos deja “Alma_The Voyage”, una delicia de canción en las que se va los siete minutos, y en la que mete un piano, cuerdas, y hasta una flauta. Y luego, de regalo, nos deja la estupenda “Alma”, en la que no puede evitar confesar que ha tenido mucha suerte y que está muy feliz. Y yo me alegro por ella.

7.7

Papercuts – Past Life Regression

Jason Quever es uno de esos artistas que lleva el pop en las venas. El californiano cuenta con una carrera como Papercuts que, a nivel de sonido, es toda una joya –redondear las canciones le cuesta un poco más-. Quizá, por eso, en los últimos años, han sido unos cuantos artistas los que han requerido sus servicios. De hecho, ha sido la mano derecha de Dean Wareham en sus últimos trabajos en solitario. Pero ya tocaba dedicar tiempo a su banda y dejarnos la continuación de ese excelente trabajo que publicó en 2018.

Past Life Regression’ nace de una vuelta a casa por parte de Quever y de la pandemia, que le pilló a medias de esa mudanza. Y es que, después de trabajar una buena cantidad de años en Los Ángeles, volvió a San Francisco, la ciudad que le vio nacer. Y quizá, por eso, estamos ante un disco más intimo y menos sucio que el anterior. Y es que, si en ese álbum de Papercuts se fijó en lado más sucio del pop y en bandas como The Velvet Undergroud y Jesus & Mary Chain, aquí prefiere irse hacia un sonido más folk y menos ruidoso. De hecho, lo primero que viene a la cabeza son The Byrds. Aunque según el propio Quever, sus influencias han sido The West Coast Pop Art Experimental Band, Spiritualized, Echo & The Bunnymen, Leonard Cohen, y el pop de los 60 en sus múltiples formas.

Estamos ante un disco muy bien empaquetado. Algo que, viniendo de alguien como Quever, casi se cuenta con ello. A nivel producción todo está en su sitio. Además, es uno de esos discos cargados de detalles que hacen que su escucha sea lo de más gratificante. Ahora solo queda saber si ha conseguido redondear las canciones y dar con ese estribillo redondo o esa melodía de lo más pegadiza. Y hay que decir que, en una buena parte del álbum, lo ha conseguido. Empezando por esa “Lodger” que lo abre, en la que se va a un pop psicodélico de lo más delicioso. Algo que también deja ver en la estupenda “The Strange Boys”. O en ese lado más ensoñador que presenta en temas como “Sinister Smile” o “Fade Out”. Por cierto, que esta última no puede sonar más a Dean Wareham.

Como dice el mismo Quever, el pop de los sesenta es muy amplio, y eso es algo de lo que da buena muestra dos temas como “I Want My Jacket Back” y “My Sympathies”. En la primera juega con toda esa luminosidad con la que contaban The Byrds y se saca de la manga una joya de lo más deliciosa. Y en la segunda se deja llevar por un lado menos efusivo, y algo más oscuro, que termina funcionando por su pulso melódico. Pero es en “Palm Sunday” donde se pone más efusivo y vibrante, y donde los instrumentos suenan con más contundencia. Y la verdad es que le sienta muy bien. Al igual que también le sienta bien volver a esa psicodelia pop en “Comb In Your Hair”, y cerrar el álbum entre órganos de lo más nebulosos.

7,7

Animal Collective – Time Skiffs

Todo el mundo está comentando que, en su nuevo trabajo, Animal Collective han vuelto a hacer música que se puede escuchar, y disfrutar, pero la verdad es que su anterior álbum ya dejaba ver que estaban dejando la experimentación de lado. De hecho, ellos mismos reconocían que los Ramones habían sido una influencia a la hora de componer unas canciones más asequibles para el gran público. Y sí, puede que se me fuera la mano en su día con ese 8 que le puse, pero la verdad es que estaba bastante bien. Así que tampoco me sorprende mucho este paso que han dado ahora.

Sí es cierto que ‘Time Skiffs’ es un álbum menos complejo en cuanto instrumentación se refiere. El grupo de Baltimore deja un poco de lado los cacharritos electrónicos y apuesta por una instrumentación más clásica en buena parte del disco. Y eso que ha vuelto Panda Bear a la banda, que siempre ha sido el que ha tirado más de electrónica. Pero bueno, que eso, unido a lo bien que se les da rescatar melodías pop al más puro estilo Brian Wilson, hace que nos encontremos con temas tan buenos y cálidos como “Car Keys” o “Prester John”. Además de esa “Walker” tan juguetona, que recuerda bastante a su mejor época.

Lo que sí es cierto es que se han pasado un poco de frenada a la hora de relajarse. Se echa un poco de menos algunas de sus locuras sonoras, y que te sorprendan como lo hacían antes. De hecho, es que solo hay una canción de este tipo. Se trata de “Strung With Everything”, todo un temazo en el que tiran del Paul Simon de ‘Graceland’ y se vienen arriba en su parte final, que es lo mejor de todo el álbum. Eso sí, no voy a negar que también me gustan cuando se dejan llevar por una psicodelia contenida y de lo más melódica. Porque, tanto “We Go Back”, como “Royal Desire”, que cierran el álbum, son una delicia. De hecho, la segunda, casi podría ser una canción de Bon Iver.

Jamás hubiera pensado que Animal Collective podrían hacer un disco agradable de escuchar, y la verdad es que no les sienta nada mal esta nueva faceta más reposada. Aunque eso sí, un poquito más de sus locuras sonoras no hubiera no estado mal.

7,7

Husbands – Full-On Monet

Husbands es uno de esos grupos que son un tanto inclasificables. El dúo formado por Danny Davis y Wil Norton empezó su carrera creando un musical de Godzilla para la universidad, y partir de ahí se han hecho con una discografía de lo más interesante. Además, son una banda de lo más prolífica. Porque, aunque acaban de editar el que es su tercer álbum oficial, cuentan con una discografía bastante más extensa en la que hay un par de trabajos navideños, recopilaciones con demos y descartes, y mucho single suelto.

Full-On Monet’ está escrito en los meses más claustrofóbicos de 2020, y según el propio dúo, “se desarrolla como una meditación que se vuelve toxica”. Y para reflejar eso se han ido hacia un sonido de lo más luminoso y pop. Porque lo bueno que tienen estos chicos de Oklahoma es que no tienen ningún reparo en meter cualquier instrumento o estilo que les venga bien en ese momento. Así, nos encontramos con unas buenas dosis de la psicodelia más pop, sintetizadores que le dan un toque ochentero al asunto, algo de surf-rock, y muchas ganas de dar con la melodía y el estribillo perfecto en cada canción. Y lo bueno es que muchas veces lo consiguen.

La primera muestra de su buen estado de forma la dan en “Bad Sing”. La canción que abre el álbum nos mete de buenas a primeras en su cocktail sonoro, y lo hace recordando a esos grupos de la década pasada que jugaban a darle un toque sintético al rock. Algo que también ocurre con la estupenda, aunque algo menos directa, “Wishbone”. Pero estamos ante un álbum ecléctico y, aunque comparten muchas cosas, cada canción es mundo. Así, en “Ancient One”, se electrifican un poco más y se sacan de la manga un tema prácticamente synth-pop. Aunque eso sí, se endurece un poco en su tramo final. Y si nos vamos a “Must Be a Cop”, nos encontramos con que manejan de maravilla el pop lleno de psicodelia que tan bien hacían Animal Collective o Yeasayer.

Otro de los puntos fuertes del álbum es que manejan muy bien los temas reposados. De hecho, hay un par que entran entre lo mejor del álbum. El primero es “Liked to Party”, en el que tiran de un pop sofisticado y melancólico que es una delicia. Y el segundo es “Postgrad Hymn”, un corte sencillo, en el que no hay tantas capas como en el resto del álbum, pero que funciona de maravilla. Además, es lo mejor de la segunda parte, que la verdad es que flojea un poco y lastra el resto del álbum.

7,6

Gruff Rhys – Seeking New Gods

Si hay alguien que puede hacer un disco inspirándose en una montaña, y salir airoso de ello, ese Gruff Rhys. El que fuera líder de Super Furry Animals dedica su séptimo trabajo en solitario al Mount Paetku, un volcán en activo que se encuentra en el este de Asia. Así, a la vez que reflexionaba sobre geología, también lo hacía sobre el ser humano y el paso del tiempo. Y de esa mezcla de sensaciones nacen estas nueve canciones que, aunque tengan una temática un tanto loca, funcionan a la perfección. Porque, sin ese punto de locura, no sería Gruff Rhys.

Seeking New Gods’ es la colección de canciones más Super Furry Animals que ha hecho Rhys en solitario. Por aquí predomina ese pop juguetón con algún un toque de psicodelia que tanto gustaba a los Furry, y la verdad es que es toda una alegría que haya vuelto a ese sonido. Porque, aunque a lo largo de su carrera nos haya dejado cosas maravillosas -los discos de Neon Neon o ese genialAmerican Interior’-, se echa de menos al grupo galés. Así, más de uno y una van a disfrutar de lindo con cortes como “Loan Your Loneliness” o “Hiking In Lightning”, las cuales, además, representan dos facetas muy diferentes de su música. Porque en la primera nos encontramos con un lado más preciosista y animado. Sin embargo, en la segunda, le da el protagonismo a una sucia guitarra.

Para grabar las canciones de este disco ha contado con la ayuda de Kliph Scurlock, un antiguo miembro de The Flaming Lips que se ha puesto a los mandos de las percusiones y los teclados. Algo que se nota en cortes tan estupendos como “Mausoleum of My Former Self” y “Can’t Carry On”, que tienen ese punto cósmico tan molón. Pero también en “Holiest of the Holy Men” y “The Keep”, en las que se mete de lleno en su mundo más juguetón.  Aunque ojo, no se ha olvidado de sacar a la luz el Gruff Rhys más sereno y relajado. Cuando se pone al piano, se olvida del todo de todo eso sonido algo más loco, y nos deja el precioso tema titular, donde no puede acercarse más al soft-rock de los setenta. O esa estupenda balada final, en la que se adentra en mundos cercanos al space-rock.

Gruff Rhys sigue labrándose una carrera notable más allá de Super Furry Animals, y con este disco, además, nos devuelve parte de ese sonido que hizo enamorarnos de su banda allá por los noventa. Así que todo son buenas noticias.

7,9