Soft Science – Lines
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Sigo en California, y sigo con el buen pop de guitarras ruidosas y melódicas. Y es que, tras el estupendo nuevo trabajo de Seablite, que cayó ayer en el blog, hoy es el turno de darle a lo nuevo de Soft Science. Esta banda con sede en el norte de California lleva más de una década instalada en un pop y rock guitarrero que, poco a poco, ha ido evolucionando hacia otros mundos. Lo que empezó como un proyecto de indie-rock se ha terminado convirtiendo en una especie de fusión de estilos en la que no dejan de lado ese indie-rock, pero sí dan paso a momentos más noise-pop, otros mas shoegaze, y algunos de lo más ensoñadores. Y hay que decir que han ganado bastante con esta evolución.
Estamos en el último tramo de 2023 y todavía nos llegan discos que están creados en la época más dura de la pandemia. Y es que, si en una situación normal, ya es difícil sacar adelante un disco de una banda independiente, con ese parón entre medias, casi es imposible. De hecho, como muchos otros grupos durante la pandemia, los miembros de Soft Science fueron creando las canciones de este ‘Lines’ en pequeños estudios improvisados sus propias casas. Luego ya, en 2022, consiguieron reunirse y darles forma. Una forma de trabajar que no deja de sorprenderme, porque, al final, todos estos discos creados de esta forma terminan sonando estupendamente. Y este no es una excepción.
‘Lines’ empieza mostrándonos la faceta más etérea y ensoñadora de Soft Science. “Low” es una canción donde los teclados, que en sus primeros discos eran casi una anécdota, se llevan todo el protagonismo. Además, cuenta con un pequeño subidón lleno de épica que, como dato curioso, recuerda un poco a Low, la banda de Minnesota. Quizá es un pequeño homenaje. Pero no estamos ante el estilo musical que predomina en el disco. Sí se deja ver algo de este mundo dream-pop en la sosegada, pero muy sucia, “Zeros”. Además de en “Polar”, el fantasmal tema que cierra el álbum. El resto es mucho más vivo y pop.
Soft Science lo tienen claro: lo suyo es hacer canciones de pop llenas de guitarras potentes y ruidosas. Ahí tenemos esa “Grip” que empieza con un riff de guitarra de lo más sucio. Pero, a medida que la canción va fluyendo, van entrando los teclados, la voz de su cantante lo llena todo de dulzura, y su pegadizo estribillo termina de redondear el asunto. Un guion que siguen en otros temas del álbum, como “Deceiver” y “Kerosene”, que son igual de cautivadoras. Pero también saben cuándo salir de ahí, aunque solo sea un poco. Es el caso de la acelerada “Sadness” y su rollo jangle-pop, o de la sucia “Stock”, que hace que se metan de lleno en el C86. Además, ambas, con muy buenos resultados. O de “True”, que se va hacia un noise-pop juguetón y absolutamente delicioso. Algo así como unos The Jesus & Mary Chain con teclados.
7,9
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