Lost Girls – Menneskekollektivet

La artista y escritora Jenny Hval, y el músico Håvard Volden, llevan colaborando más de una década, pero no ha sido hasta ahora, que bajo el nombre de Lost Girls, se han animado a publicar su primer trabajo. Lo que yo no me esperaba, es que se convirtiera en una de mis bandas favoritas de estos primeros meses de 2021. Y es que, no es que yo sea muy de rollos experimentales, y la música de Hval solo me seduce cuando se acerca a mundos más pop, pero tengo que reconocer que está unión si que me ha llamado la atención. 

Menneskekollektivet’ es su álbum de debut, y en él nos muestran una faceta un tanto experimental, pero también muy asequible. Da igual que tan solo contenga cinco canciones y que una de ellas se acerque a los 16 minutos, el uso de la electrónica hace que todo sea mucho más fácil y llevadero. Es más “Love, Lovers”, ese tema que sobrepasa el cuarto de hora, es una pasada. La forma en la que va creciendo, y como poco a poco, se va adentrando en una etérea pista de baile, es alucinante. Algo que también ocurre con el corte titular, que también va subiendo de intensidad a medida que pasan los minutos, y culmina con toda una fiesta electrónica, en la que Hval casi acaba convirtiéndose en una cantante pop.

Parte del álbum se mueve dentro de un mundo más ensoñador en el que no renuncian a los mundos sintéticos. Hval va soltando sus spoken-word entre frías cajas de ritmos y paisajes de teclados algo lúgubres. Y la verdad es que su propuesta no puede resultar más atractiva. Ahí está la delicada y vibrante “Losing Something”, donde pisan el pedal del freno y se relajan un poco más que en el resto del álbum. O “Carried by Invisible Bodies”, en la que dejan que sus cajas de ritmos se aceleren entre un frío mar de sintetizadores. Y para terminar, “Real Life”, donde entran en juego una guitarra un tanto estridente, y unos beats potentes y cercanos al mundo del breakbeat. 

Lost Girls han hecho uno de los discos más impactantes de lo que llevamos de 2021. Un trabajo en el que la experimentación, el uso de la electrónica, y paisajes ensoñadores sintéticos, se fusionan para crear cinco canciones de lo más vibrantes.

8

The Antlers – Green To Gold

La verdad es que resultó de lo más sorprendente que The Antlers sacaran un nuevo single hace unos meses. La banda de Brooklyn llevaba sin editar nada desde 2014, y el propio Peter Silberman, su cantante, publicó un disco en solitario en 2017. Así que cuando editaron esa bella “Wheels Roll Home” el pasado mes de octubre, fuimos muchos los que nos alegramos de ver que seguían en activo. Y ya no solo, también fue una sorpresa comprobar que volvían con un sonido diferente, mucho más maduro, y algo más clásico. Pero eso sí, tremendamente bonito. 

Según el propio Silberman, ‘Green To Gold’, el que es su nuevo álbum, es un trabajo que refleja esa madurez que, sin que se hayan dado cuenta, ha llegado a sus vidas. Pero no lo hace desde una perspectiva triste, todo lo contrario, se trata de aceptar esos cambios tal y como llegan. Quizá, por eso, estamos ante un disco luminoso y de una belleza realmente impresionante. Les sienta muy bien ese sonido tan americano en el que las guitarras de doce cuerdas se juntan con algún saxo y con un piano que lo adereza todo. Además, se han quitado de encima ese falsete que tanto le gustaba a Silberman, y que a mí me tiraba un poco para atrás.  

Que estemos ante un trabajo mayormente reposado, no significa que no cuente con algunos temas más directos. Es más, tiene algunas de las canciones más “faciles” de su carrera. Ya no solo la mencionada “Wheels Roll Home”, que es una auténtica delicia. También esa luminosa “Solstice” que, como bien dice ellos, “suena a un verano en el campo”. O esa joya retro que es “It Is What It Is”, que proporciona una extraña sensación de paz. Además de los preciosos siete minutos del tema titular, que se pasan en un suspiro. 

Sí es cierto que también dejan ver algo de ese lado más post-rock directamente heredado de los últimos Talk Talk. Ya sabéis, los dos últimos discos de la banda inglesa se convirtieron en toda una influencia en un buen montón de bandas, y ellos la emplearon muy bien en sus primeros años de su carrera. Aquí la llevan estupendamente a su nuevo sonido en cortes como “Strawflower”, con la que abren el disco de la mejor forma posible. O en la algo más densa, pero muy emotiva, “Just One Sec”. Y de hecho, cierran el disco con “Equinox”, un corte instrumental en el que siguen con este tipo de sonidos más reposados. 

Somos muchos los que ya nos habíamos olvidado de The Antlers, pero el dúo de Brooklyn nos ha dado un agradable sorpresa con un disco que, prácticamente, nadie esperaba. 

7,9

Wurld Series – What’s Growing

Una de las cosas que me han gustado del segundo trabajo de Wurld Series, es que no esconden sus influencias. La banda de Nueva Zelanda ha dejado bien claro que el indie-rock norteamericano de los primeros noventa es su mantra, y eso se nota bastante en las canciones de este nuevo álbum. De hecho, es bastante fácil que te vengan a la cabeza Pavement escuchando buena parte del disco. Pero oye, lo hacen muy bien. Además, para desengrasar un poco, también nos presentan una faceta más psicodélica, british y sixties, que también les sienta estupendamente. 

What’s Growing’ es un trabajo directo que va al grano y con el que es imposible aburrirse. 15 de canciones, de los cuales, la gran mayoría, no pasan de los dos minutos. Así, en cortes como “Moved In”, “Grey Men”, o “Eliminator” dejan que las guitarras sucias y algo pesadas tan típicas de aquellos años, se dejen llevar por un lado más melódico. Y funciona, porque, además, tienen cero relleno y casi van directas al estribillo. Pero también les funciona ponerse un poco más melosos y densos y entregar un corte como “Nap Gate”, en el que nos muestran esa faceta más ralentizada y perezosa de su indie-rock. Algo a lo que también vuelven al final del disco, en ese caramelo distorsionado que es “Feeling Crushed”. O “Distant Business”, que es todo lo contrario: una canción enérgica y absolutamente abrumadora. 

Como comentaba más arriba, también cuentan con un lado más británico y algo psicodélico. Eso sí, es una psicodelia cercana al folk. Algo que podemos ver en la deliciosa “Supplication”, donde juegan con las guitarras acústicas y con un órgano de lo más añejo. O ese delicado instrumental llamado “Growing (For Now)”, que es una preciosidad. Incluso, “I See”, en la que sacan los bongos a pasear, tiene su punto. Pero es quizás es en “Moat” donde muestran sus mejores cartas. Aquí, deciden que va siendo hora de juntar esas dos facetas que dejan ver en todo el disco, y hacerse con una canción donde el indie-rock se da la mano con ese lado más psicodélico. Y es todo un acierto, porque ese duelo entre una guitarra contundente y el órgano, resulta de lo más atractivo.  

Lo dicho: Wurld Series no esconden sus influencias. Y hacen bien, porque se les nota relajados y haciendo lo que les gusta. Algo que influye en el buen resultado final. 

7,7

Novedades 2021 (3ª Parte)

Un mes más, me he encontrado con una buena cantidad de canciones para meter en la recopilación mensual, que esta vez se va hasta los 40 temas. Lo que confirma que está siendo un principio de año realmente bueno. Además, en todos los ámbitos musicales, porque por aquí un poco de todo. Synth-Pop, Dream-Pop, Dance, Indie-Rock, Pop desenfadado, electrónica algo más minimalista, o locuras inclasificables. En resumen, nuevos temas de Jungle, Korine, El Último Vecino, Espanto, Lucy Dacus, Teenage Fanclub, St. Vincent, Shamir o John Grant, para que tengáis una Semana Santa de lo más musical.

Espero que os guste.

  1. Keep Moving / Jungle
  2. World Remember Me Now / The Go! Team
  3. Be Sweet / Japanese Breakfast
  4. [We Like To] Do It with the Lights On / Islands
  5. On and on(Till the End of Us)/ De Lux
  6. car freshener aftershave / pizzagirl
  7. Second Time / Red Sleeping Beauty
  8. Fotos Con las Autoridades / Espanto
  9. Mi Nombre / El Último Vecino
  10. Sunshine / Korine
  11. Owe Me / Lily Konigsberg
  12. Diamond Brand / Terry vs. Tori
  13. Cricket Songs / Phantom Handshakes
  14. Bed / Occult X
  15. Last Day On Earth / Beabadoobee
  16. serotonin / girl in red
  17. Control / Mannequin Pussy
  18. Anything at All / Bachelor
  19. Big Bang / Cherry Glazerr
  20. The Last Man On Earth / Wolf Alice
  21. Shelter Song / Iceage
  22. Paddling / Squid
  23. John L / black midi
  24. Cigarette Packet / Sorry
  25. Pay Your Way In Pain / St. Vincent
  26. Ocean Eyes / Shamir
  27. Trophy / Crumb
  28. Boy From Michigan / John Grant
  29. New Normal / Gary Louris
  30. A Crime / Sharon Van Etten
  31. No Reply / Memoryhouse
  32. 4Runner / Rostam
  33. Johnny And Jonnie / Twin Shadow
  34. All The Colours Of You / James
  35. Loan Your Loneliness / Gruff Rhys
  36. Lover Undiscovered / The Coral
  37. Sun Blisters / The Natvral
  38. The Sun Won’t Shine On Me / Teenage Fanclub
  39. Stand Still / Ghost Transmission
  40. Thumbs / Lucy Dacus

Evripidis and His Tragedies – Neos Kosmos

Tengo que reconocer que mi primer contacto con Evripidis and His Tragedies no fue nada bueno. Me los encontré abriendo para Pelle Carlberg en un concierto que dio en la sala Moby Dick de Madrid a principio de 2009, y su pop con tintes cabareteros, no me convenció en absoluto. Pero con los años, me he dado cuenta de que estaba equivocado, y que aquel chico griego que no me dijo nada hace más de una década, se ha hecho con una carrera de lo más interesante. Además, me gusta la pasión que tiene por el pop, y como la transporta a sus discos y sus conciertos. Aunque lo que me ha terminado de conquistar es su último trabajo.

Neos Kosmos’ es el disco synth-pop de Evripidis and His Tragedies, y ya sabéis lo que me gusta a mí una buena melodía sintética. Y si a esto le unes las colaboraciones de Rachel Kenedy de Flowers, y de The Ballet, que son dos de mis bandas favoritas, tenemos el combo perfecto. Además, la producción de Sergio Pérez de Svper, es perfecta. Pero el mérito es de las composiciones del artista griego, que ha conseguido que su pop se adapte de maravilla a esta nueva aventura electrónica, y una colección de canciones que ya quisieran muchos.

Evripidis no se corta a la hora de irse al lado más desenfadado del synth-pop. Es algo que vemos nada más empezar, en la bonita “Girlfriend”, donde se saca de la manga unos teclados luminosos que representan la faceta más colorida de los ochenta. Pero si es cierto que, salvo en esa estupenda parte final de “The Back of His Neck”, no es lo que más encontramos en este trabajo. Su pop se mueve por diferentes caminos, y todos resultan de lo más interesantes. Tenemos su lado más bailable y desenfrenado, donde entran “Your Drems” y “Bitter”. Curiosamente, las canciones en las que colaboran Rachel Kenedy -me chifla su voz- y The Ballet. Y la verdad es que las dos son perfectas. Pero también encontramos una faceta más melancólica, un poco dark, y algo más dramática. Es la que aparece en cortes como “The Reason” y “Melancholia”, las que son mis dos canciones favoritas del disco. Y la cosa no termina aquí, porque también es capaz de llevar su pop juguetón al mundo sintético y hacerse con toda una delicia retro como “Wild Reeds”, o una pegadiza canción como “Matthew”. Aunque puede que lo más sorprenda sea “Nos volvimos a encontrar”, la que es su primera canción en castellano, y una balada un tanto oscura en la que colabora la cantante Francina Ribes.

Creo que este nuevo traje sintético no le puede sentar mejor a Evripidis Sabatis, que al fin y al cabo es el que se esconde tras este proyecto, y la verdad es que espero que le dé continuidad y que no sea una faceta pasajera.

8

The Laughing Chimes – In This Town

Estoy absolutamente alucinado con The Laughing Chimes. Me parece fascinante que dos hermanos adolescentes de un pueblo de Ohio hayan sido capaces de hacer uno de los mejores discos de pop de lo que llevamos de año, y que lo hayan hecho componiendo las canciones en su casa, y arreglándolas en un proyecto musical de su instituto. Y no solo eso, que encima hayan creado un sello propio para editarlo, ya me parece lo máximo. Pero aún hay más. Porque no es muy habitual que los chicos de su edad se fijen en el jangle-pop de finales de los ochenta y los primeros noventa, que básicamente es lo que encontramos en este álbum de debut.

In This Town’ es una colección de canciones que, precisamente, hablan de la vida en su pueblo. Y es que, a su corta edad, sí es cierto que no tienen mucho que contar. Así, nos encontramos con temas que tratan de la pereza del otoño, del amor adolescente en una pequeña ciudad, o del verano en cuarentena. Todo aderezado con un talento increíble para crear estupendas melodías jangly, ritmos juguetones de batería, y una guitarra limpia y bien alta que lo cubre todo.

Me gusta mucho que, a pesar de su edad, no tiren de urgencia y pisen el pedal del freno de vez en cuando. De hecho, el disco empieza con “Starlings” y “Your Paisley Rug”, dos temas que van a ritmo pausado y algo perezoso. Dos delicias en las que las guitarras acústicas se enfrentan a las eléctricas en un duelo de lo más melódico. Algo que también ocurre con “First Street”, “(I’ve Got a Thing for Your) Patchwork Eye” y “Back to My House”, que no pueden sonar mejor, y más a The Go-Betweens. Una influencia evidente en todo el disco, aunque no la única. Y es que, todo eso que en su día se llamó kiwi-rock, también está muy presente en estas once canciones. Solo hay que escuchar pequeñas joyas como “Try to Change My Mind”, “Guess You’ll Never be the Same” o “In This Town” para comprobarlo. Y no se quedan ahí, porque en “The Badlands” se van hacia un pop mucho más británico y preciosista. Toda una delicia que nos recuerda a los Teenage Fanclub más delicados.

No cabe duda de que estamos ante una de las grandes sorpresas del año. Ya no solo porque con su corta edad hayan sido capaces de sacar ellos solos un proyecto así, sino porque es una de las mejores colecciones de canciones pop de los últimos meses.

8

Real Numbers – Brighter Then EP

Lo reconozco: si una banda tira del indie-pop británico de los ochenta, ya me tiene ganado. Por eso me he enamorado profundamente de Real Numbers. El grupo de Minneapolis nos dejó en 2016 un álbum de debut en el que había mucho jangle-pop, un poco de C86, y algo de noise-pop. Y todo muy bien llevado a este siglo. Pero han tenido que pasar cinco años para que nos encontremos con un nuevo lanzamiento suyo. Y, a pesar de seguir con las mismas coordenadas sonoras, hay algún cambio. Para empezar, la teclista Sophie Durbin se ha unido a la banda, y eso hace que sus canciones ahora suenen más compactas. Además, también han logrado dar con un toque más luminoso y limpio que es una autentica delicia.

Brighter Then’ es un Ep que bebe de esa segunda mitad británica de los ochenta tan efervescente musicalmente, en la que sellos como Sarah o Creation editaban discos sobresalientes con una facilidad pasmosa. Y es que, es innegable que hay mucho de Felt y The Field Mice en algunos de sus cortes. Solo hay que escuchar esa delicia sonora que es ‘Brighter Then’, en la que la fusión de teclados y guitarras cristalinas es perfecta. De hecho, la podría haber compuesto el mismísimo Lawrence en los mejores años de Felt. O ese lado más juguetón y jangle que presentan en la deliciosa “Darling”, que nos remite a buena parte de la independencia británica de aquellos años.

Muchas veces, los Eps pecan de falta de coherencia y nos muestran las sobras de un álbum anterior o esos temas que están en el olvido de desde hace años, pero este no es el caso. Sus cinco canciones están muy bien pensadas, y la prueba es ese puente instrumental llamado “Old Cross” que aparece justo en la mitad de este trabajo. Su paisaje sonoro a base de guitarras y teclados sirve de preámbulo al momento álgido del Ep, y a un pequeño cambio de sonido. “In The End” es una de esas canciones que brillan con luz propia, y que se convierten un clásico con tan solo un par de escuchas. Quizá, sea por lo mucho que se extraña el indie-pop ensoñador de Galaxie 500 -no puede sonar más a ellos-, o simplemente porque es una grandísima canción. El caso es que es absolutamente irresistible. Y para terminar, nos dejan otra perspectiva más acústica e intima del tema titular, que ojo, también funciona de maravilla.

Sinceramente, lo único malo que puedo decir de este Ep, es precisamente eso, que tan solo es un Ep y que es una lástima que no tenga más temas.

9

Mint Julep – In A Deep And Dreamless Sleep

Hay que reconocer que Mint Julep, el dúo formado por el matrimonio Kenniff, se está haciendo con una discografía de lo más interesante. Lo que empezó siendo un proyecto de dream-pop con tintes electrónicos, se convirtió en todo un torbellino sintético en su anterior trabajo, y ahora vuelven a darle una vuelta de tuerca a su sonido. Estamos ante su trabajo más introspectivo, y ante una colección de canciones que funcionan como un conjunto sonoro único. Y es que, según ellos mismos, han dejado de lado el típico “estrofa/estribillo/estrofa”, y se han decantado porque sean las texturas sonoras las que guíen el disco. Algo que funciona muy bien.

In a Deep and Dreamless Sleep’ tiene algo de shoegaze, mucho de dream-pop, y todo un mundo electrónico que lo llena de coherencia. De hecho, su punto de partida fueron las melodías que creaban con sus sintetizadores analógicos. A partir de ahí, dejaron que cada canción fluyera por sí misma. Aquí no hay instrumentos que se lleven el protagonismo, o estribillos ultra pegadizos que se te hagan quedarte con la canción a las primeras de cambio. Pero sí es cierto que han conseguido que el disco resulte de lo más atrayente y atractivo.

Creo que no hace falta decir que estamos ante un trabajo que requiere una escucha completa del tirón. Esa coherencia sonora que tiene hace que te metas en su particular mundo ensoñador, y que no salgas de ahí en sus 45 minutos de duración. Y sí, juegan muy bien sus cartas, porque, “A Rising Sun” y “Black Maps”, los dos temas que sirven de apertura, son perfectos como introducción a este mundo. De hecho, también se podría decir que son los más pop y directos de todo el disco. Y es que, a partir del tercer tema, entran de lleno en un mundo más denso y onírico, que solo se ve alterado por el poso dance que tiene la estupenda “Lost”, o por las cajas de ritmos un tanto más animadas de “In The Ocean”. Pero no pasa nada, porque, como ya he dicho antes, consiguen que la cosa fluya. Y, de hecho, temas como “Mirage”, “Lure” o “Pulse”, son de lo más bellos. Además, cierran muy bien el disco con “Westerly”, en la que nos presentan una canción más luminosa y algo más esperanzadora. De hecho, se podría decir que no casa muy bien con el resto del álbum, pero da igual, porque es maravillosa.

Mint Julep arriesgan en su cuarto trabajo y la jugada les sale redonda. De hecho, creo que hay que ir metiéndolos entre lo mejor del dream-pop actual. Se lo merecen.

7,8

Psymon Spine – Charismatic Megafauna

Psymon Spine es una de esas bandas curiosas salidas de la fauna de Brooklyn. Noah Prebish y Peter Spears, sus dos creadores, se conocieron en la universidad en 2017, y vieron que tenían una visión común de lo que tenia que ser un grupo, y gustos parecidos. Desde entonces, se han ido incorporando nuevos miembros, como la cantante y multi-instrumentista Sabine Holler, a la que Prebish conoció cuando formaba parte de Barrie, otra de las bandas de Brooklyn que está despuntando. Y juntos han creado un proyecto un tanto imposible de definir, porque es bastante ecléctico y algo loco.

Según ellos mismos, su intención siempre ha sido la de fusionar influencias como Talking Heads y Os Mutantes, con la escena dance neoyorquina. Y cuando hablan de esa escena, se refieren a una gran cantidad de épocas. Y es que, aquí hay algo de aquellos míticos años del Danceteria -la discoteca, nada que ver con ese horror que crearon dos bandas españolas hace un par de años-, del techno noventero (“Solution”), e incluso del dance rock que practicaban bandas como The Rapture o LCD Soundsystem (“Channels”). Pero eso es solo una pequeña parte de lo que encontramos en este disco, ya que la gran mayoría de canciones se van hacia paisajes ensoñadores de lo más sintéticos.

Charismatic Megafauna’ se abre con “Confusion”, un tema que, realmente, crea confusión. Y es que, de buenas a primeras, puede parecer que estamos ante otra banda que tira de eso pop meloso y perezoso que hace Mac DeMarco, pero, afortunadamente, no es así. Sus influencias son más ricas, y aunque se dejan llevar por sonidos más o menos reposados, se salen de eso mundo inmediatamente. Ahí está “Modmed” y su sonido groovy, en la que, por cierto, colabora Andrew VanWyngarden de MGMT. O “Jacket (Don’t Want You Back)”, en la que se dejan llevar por los ochenta más artys. Algo que también ocurre con la bailonga “Jumprope”, que parece creada para la pista de baile de ese Danceteria. Pero lo mejor del álbum llega con “Milk”, toda una delicia de pop sintético y ensoñador, en la que pone la voz la propia Barrie. Para que veamos que no hay malos rollos.

No estamos ante un disco perfecto, eso es así, pero sí ante un trabajo interesante y con muchas lecturas, que confirma que Psymon Spine es una banda que no tiene intención de casarse con ninguna escena.

7,4

The Lodger – Cul-De-Sac of Love

The Lodger es una de las bandas que más apareció en las primeras etapas del blog. El grupo británico me cautivó con su indie-pop perfecto lleno de buenas melodías y estribillos. De hecho, recuerdo que su primer trabajo ocupó un puesto bastante alto en mi lista de 2007. Además, su “The Good Old Days” se convirtió en uno de mis bucles más grandes de 2008. Pero, tras publicar su tercer trabajo en 2010, y un disco que la verdad es que no escuché mucho, decidieron tomarse un descanso. Lo que no sé si esperaban que ese descanso durara una década -aunque creo que fue algo más discográfico, porque me suena que hace unos años actuaron en una edición del PopFest madrileño-. En cualquier caso, ya están de vuelta por aquí.

Cul-De-Sac Of Love’ es un álbum que nace de la necesidad de trabajar unas canciones que había compuesto Ben Sidall, cantante, guitarrista y principal compositor de la banda. Así que a principio de 2020 se metieron en el cobertizo de Sidall y grabaron sin ayuda de nadie estos trece temas que aparecen aquí. Luego fue el propio Sidall quien se encargó de pulirlas y mezclarlas durante el confinamiento. Y la verdad es que algo sí que se nota en el resultado final. No porque suene mal o poco profesional, pero sí que se puede apreciar que han grabado todo el material que tenían, y el disco no tiene una línea muy coherente. En cualquier caso, sí que cuenta con un buen puñado de grandes canciones, lo cual, al fin y al cabo, es lo importante.

La verdad es que es un disco un tanto variado, algo que no es muy normal en el mundo del indie-pop. Por supuesto, hay algo del rollo jangle en plan Orange Juice, que siempre ha sido una de sus grandes referencias. Y hacen bien, porque le tienen pillado el punto a ese sonido, y canciones como “Dual Lives” o “I’m Over This (Get Over It)” son perfectas. Pero no se quedan ahí, y por aquí también hay buen pop de guitarras que nos remite a su primer trabajo, (“Black and White (Pete’s Song)”, o buenas baladas con su pequeño punto de épica (“Wasting My Time with You” y “Perfect Fit”). Además de algún coqueteo notable con la electrónica, como es el caso de la estupenda “Stop That Girl”, y de varios temas de pop simple y sin artificios, pero que funciona muy bien. “I Don’t Wanna Be It” y “Former Life” son dos buenos ejemplos. Además, corroboran eso que en su día dijo el periódico inglés The Guardian, que sonaban como una mezcla de The Housemartins y los primeros James.

No me esperaba que The Lodger volvieran este año, ni nunca, la verdad, pero me alegro un montón de que lo hayan hecho, y de que no hayan perdido su toque para crear buenas canciones de pop.

7,8