25 Canciones: Erasure

Esta es una de las secciones del blog que más me gusta hacer, y contaría con más entradas si no fuera tan difícil encontrar grupos que se adapten a ella. Y es que, el limite de 25 canciones que puse en su día, se me queda corto y deja muchas bandas fuera. Pero al final se trata un poco de resumir una discografía extensa y dejarla en lo mejor de lo mejor. Como hago hoy con Erasure. Evidentemente, con más de una docena de discos en su carrera, el dúo formado por Vince Clarke y Andy Bell cuenta con más de 25 temas notables. Además, en la actualidad, siguen sacando discos donde se pueden rascar tres o cuatro temas más que decentes. Pero creo que con esta selección uno se puede hacer una de idea de lo que es su discografía. 

El caso de Erasure me parece de lo más curioso. Sabía que habían tenido bastante éxito, y los recuerdo como una de esas bandas que estuvieron en mi radar durante mi infancia y parte de mi adolescencia. Pero me quedé bastante sorprendido cuando vi todo lo que vendían en Reino Unido. Allí, entre finales de los ochenta y los primeros noventa, colocaron cinco discos en el número uno. Y todo esto en una época en la que, si quitamos a Pet Shop Boys, el synth-pop estaba de capa caída. Grupos como The Human League o Soft Cell ya no existían; Depeche Mode estaban a otras cosas, y OMD tratando de conquistar las Américas. Así que lo suyo tiene incluso más mérito. Aunque claro, Clarke venia de hacer el primer disco de Depeche Mode y de tener un éxito enorme con Yazoo. Lo que facilitó bastante las cosas.

Curiosamente, ‘Wonderland’, el que fue su debut, no tuvo mucho éxito en su día. Es más, dada la fama de Clarke, se consideró un fracaso. Al parecer, la voz y la forma de interpretar de Bell no terminaba de encajar entre los fans que venia de Yazoo. Es más, en sus primeros conciertos la gente gritaba qué donde estaba Alison Moyet, la antigua compañera de Clarke. Pero lo que tiempo ha demostrado es que, precisamente, eso es lo que hizo de Erasure una propuesta diferente e interesante. Su rollo más pop y menos oscuro, resultó ser un soplo de aire fresco. Además del buen hacer, claro, de Vince Clarke, todo un experto en crear melodías sintéticas. Y en ese debut ya había unas cuantas maravillas, como “Reunión”, “Heavenly Action”, o esa “Oh L’Amour” que, a la postre, se ha convertido en uno de los mayores éxitos de su carrera.

Con ‘Circus’ las cosas ya empiezan a coger carrerilla y se planta en el número seis de las listas británicas. Pero esto no fue fruto de la casualidad. Previamente, habían hecho una gira bastante extensa con la que lograron cierta repercusión. En parte, también, por el comentado vestuario de Andy Bell -para que luego digan que antes había más libertad y que la gente vivía su sexualidad sin consecuencias-. Pero, lo cierto es que fueron los singles previos a la salida del disco los que hicieron más ruido. “Sometimes” fue número dos en UK unos meses antes, y en países como España o Sudáfrica se plantó en lo más alto de las listas. “Victim of Love” tuvo menos suerte, pero sí fue top 10 en media Europa. Y “It Doesn’t Have to Be”, con su rollo africano, confirmó que estábamos ante un grupo que iba a dar mucho que hablar.

The Innocents’ marca el inicio de la etapa dorada de Erasure. Fue el primero de los cinco números uno consecutivos en los charts británicos. Además, con él, entraron en el mercado norteamericano, donde llegaron a colocar un millón de discos. Y todo esto, con Andy Bell recién salido del armario. Algo que no era muy habitual en las estrellas del pop de aquella época. De hecho, ellos mismos comentan que es más melancólico porque lo hicieron cuando la cláusula 28 (legislación represiva hacia la comunidad gay) estaba todavía siendo discutida en el Parlamento y los diarios estaban llenos de detalles fascistas sobre el asunto. Pero vamos a su música, porque este disco es una joya llena de canciones redondas. Empezando por “A Little Respect”, su mayor éxito hasta la fecha, y uno de esos temas imprescindibles en cualquier recopilación de los ochenta que se precie. Pero también por la enérgica “Chains of Love” y por esa preciosa balada llamada “Ship of Fools”. Además de la popera “Heart of Stone”.

Aprovechando el éxito de ‘The Innocents’, en noviembre de 1988 publican ‘Crackers International’, un EP navideño con un tema principal que tiene cero relación con la Navidad -bueno, esas campanas que aparecen por ahí sí tiran hacia ese rollo-. “Stop!” es un trallazo de synth-pop con un ritmo machacón un teclado marca de la casa. De hecho, llevó el EP al número dos en UK, y al número en Argentina, un país en el que siempre han contado con bastante éxito. Algo que se corroboró con ‘Wild!’, su siguiente trabajo. Todo un éxito en el país sudamericano, y en toda Europa, que contenía “Blue Savannah”, la que, para mi gusto, es su mejor canción. Y es que, estamos ante un disco un tanto más serio. Solo hay que escuchar un temazo como “Drama!”, que habla de la tolerancia y el respeto. Por cierto, ese “Guilty!” que se escucha de fondo es obra de los hermanos Reid, sí los de The Jesus and Mary Chain. Y si nos vamos a “Star”, vemos que están menos efusivos que de costumbre.  

Tras ‘Wild!’ se toman un relativo descanso de un año. Y digo relativo porque en ese tiempo hicieron una versión de Cole Porter para el recopilatorio ‘Red Hot + Blue’, el cual recaudaba fondos para la lucha contra el SIDA. Una causa que la banda siempre ha apoyado. Además, metieron una canción en la banda sonora de Dick Tracy. Y poco tiempo después se metieron en el estudio para grabar ‘Chorus’, el que sería su primer disco de los noventa. Un trabajo en el que Vince Clarke vuelve a los sintetizadores analógicos que utilizaba con Yazoo. Solo que ahora tiene más experiencia con ellos y crea cosas bastante más complicadas. Aunque realmente comerciales, porque este trabajo fue todo un éxito. En parte, gracias al tema titular y a la coqueta “Breath of Life”, pero, sobre todo, a “Love To Hate You”. Una barbaridad de tema en el que fusilan la melodía del “I Will Survive” que acabó convirtiéndose en uno de los mayores éxitos de su carrera.

Erasure siempre han estado lejos de tomarse demasiado en serio. Como ya comentaba más arriba, parte de la gracia de su propuesta es ese punto petardo que explotan sin ningún tipo de pudor. Y para esto, nada como reivindicar a ABBA en pleno 1992. Una época en la que, os recuerdo, la industria estaba plagada de bandas deprimentes y mal vestidas salidas del grunge. Pues llegan ellos y editan ‘Abba-Esque’, un EP con cinco versiones de la banda sueca que, como no podía ser de otra manera, acaba en el número en Reino Unido. Además, sin cortarse un pelo, editan “Take A Chance On Me” como primer single, y con un vídeo en el que aparecen caracterizados de Agnetha y Anni-Frid.

Al igual que lo fueron para otros grupos que venían de los ochenta, los noventa podían haber sido una época terrible para Erasure. Pero lo cierto es que aguantaron muy bien la primera mitad de la década. En parte, por sus múltiples nominaciones a los premios Brit, pero también por unas giras en las que llenaban estadios. Y, sobre todo, por I Say I Say I Say, un disco compuesto en Mallorca que se publica en mayo de 1994, tan solo un mes después de la muerte de Kurt Cobain, y con la música alternativa más arriba que nunca. Bueno, pues no solo se convierte en otro éxito en UK, también logran su primer top 20 en USA en seis años. Y lo hacen con “Always”, una balada en la que Bell se deja llevar por un falsete que, incluso, se podría decir que es hasta cursi. Pero hay que reconocer que es un temazo.

Tras el éxito de ‘I Say I Say I Say’, Erasure sorprenden con un álbum homónimo en el que tiran hacia un rollo más experimental en el que hay un instrumental de más de diez minutos, y un buen motón de canciones que sobrepasan los seis y siete. Además, es bastante más relajado e introspectivo, e incluso se podría decir que es su disco de madurez. Lo que no significa que sea un mal trabajo. Tiene unos cuantos temas notables, como “Rescue Me”, “Angel” y “Fingers and Thumbs (Cold Summer’s Day)”, que, si no fuera por su duración, podrían haber sido singles de éxito. Pero el disco fue un pequeño fracaso -no logró pasar del 14 en las listas británicas- y para su siguiente trabajo volvieron al pop de siempre. Aunque con un poco menos de gracia, porque ‘Cowboy’ ya sonaba demasiado a la música electrónica de los noventa, y es algo que no les sentaba muy bien. Con todo, consiguen dar con un hit como “Don’t Say Your Love Is Killing Me”, que se bailó una barbaridad en las discos gais.

A partir de aquí, la carrera de Erasure está llena de lanzamientos un tanto más irregulares en los que siempre hay dos o tres temas interesantes. Yo, personalmente, me quedo con esa bonita “I Could Fall in Love With You” que aparecía en ‘Light at the End of the World’, su disco de 2007. O con la curiosa “Love You to the Sky”, la cual presentaba ‘World Be Gone’, el álbum que publicaron en 2017. Y tengo que reconocer que ese ‘The Neon’ que editaron hace tres años, sí me parece un álbum notable. Eso sí, no les perdono que apenas hayan pisado los escenarios españoles. De hecho, que alguien me corrija si me equivoco, pero veo que tan solo vinieron de gira en 1987. Lo que me parece muy raro.

Japan Review – The Slow Down

En el fondo me alegra un poco que ya esté casi todo el pescado vendido y que no queden muchos grandes lanzamientos de aquí a final de año. Aunque para este viernes hay uno muy potente. Digo esto porque, así, puedo investigar un poco más y encontrar bandas que apenas tienen repercusión, pero que son igual de interesantes, o más, que esos grupos que captan la atención de los medios. Es el caso de Japan Review, un dúo de Glasgow que nació hace pocos años ante la necesidad de Adam O’ Sullivan de crear un pop electrónico y experimental con tintes de lo-fi y shoegaze. Y tengo que decir que ha conseguido que ese toque experimental no arruine su lado más pop, lo que hace que, a pesar de que sus canciones huyen del convencionalismo, entren muy bien. Algo que no resulta fácil de conseguir.

The Slow Down’ es su segundo trabajo, y en él nos encontramos una colección de canciones oscuras y frías. De hecho, se podría decir que tienen un cierto sonido alemán. Lo que nos lleva a The Notwist, una de sus principales influencias. Al igual que la banda de Colonia, Japan Review también fusionan las guitarras con las cajas de ritmos y con los sintetizadores analógicos. Pero los de Glasgow van un poco más allá, y también se dejan llevar por sonidos propios del dream-pop –Beach House es otra de sus referencias-, y por las guitarras potentes del shoegaze. Además de por la electrónica de bandas como Broadcast y Apparat. Una mezcla que resulta de lo más interesante.

Japan Review empiezan su segundo trabajo llevándonos a su faceta más ensoñadora con la estupenda “No Listening”. Una canción que, sí, recuerda a Beach House, pero hay que decir que le ponen su sello personal. Solo hay que ver como subiendo de intensidad y metiéndose en terrenos más shoegaze. Además, su sonido es bastante lo-fi. Y lo cierto es que es una referencia que solo aparece de nuevo, y muy bien llevada, por cierto, en “Oblique One”. El resto del disco que se mueve por esa faceta ensoñadora es un tanto más experimental. Ahí tenemos esa “David Chicane” envuelta en guitarras sucias, pero muy difuminadas, y en una caja de ritmos bastante atípica. O “It’s North It’s North”, que empieza metida de lleno en el synth-pop y termina con una suciedad y una melodía que son puro Velvet Underground.

Esa oscuridad que se deja ver en todo el disco hace que nos encontremos con algunos momentos que podríamos meter dentro del darkwave. Ahí tenemos un tema como “Go Around”, donde las cajas de ritmos se juntan con unas guitarras que son de lo más post-punk. O el tema principal, con el que te llevan directamente a una pista de baile de lo más oscura. Aunque eso sí, desengrasan un poco ese mundo dark con un teclado de lo más luminoso. Y es que, en el fondo, no pueden evitar que su alma pop salga a relucir. Solo hay que escuchar “Connie Gustafson”, que es lo más parecido a un hit que encontramos en el disco. O esa “Portable” en la que se meten de lleno en la indietronica. Además de la preciosa “RSS”, que los lleva a los Radiohead de los primeros 2000.

8

The Veltd – Illuminated 1989

El caso de The Veldt fue uno de lo más injustos que se recuerdan. Este dúo formado a mediados de los ochenta por Daniel y Danny Chavis, dos gemelos afroamericanos de Carolina del Norte, tuvo que soportar actitudes de la industria que, la verdad, eran abiertamente racistas. Para empezar, en su discográfica, no podían entender que dos personas de color tirasen hacia una música tan abiertamente británica como era el post-punk y el dream-pop. De hecho, llegaron a sugerir que contrataran a un bajista rubio para atraer a otro tipo de mercado O que cambiaran de rollo y se fueran hacia el rock convencional que hacía Lenny Kravitz. Incluso les boicotearon una gira británica junto a Cocteau Twins. Así que, al final, al no ceder, tampoco tuvieron mucha repercusión. Aunque sí que, a la larga, se han convertido en una banda de culto.

Como ya digo, con el tiempo, se han convertido en una banda reivindicada –TV On The Radio, por ejemplo, confiesan que son una de sus mayores influencias-, y medios como Pitchfork o Stereogum los han metido en sus respectivas retrospectivas de los noventa. Pero, antes de esa esa década, y de que debutaran con ‘Marigolds’ en 1992, The Veldt grabaron ‘Illuminated 1989’, el que tenía que haber sido su álbum de debut. Un disco que hicieron con la ayuda de Robin Guthrie de Cocteau Twins que, por alguna razón desconocida, se ha quedado guardado en un cajón durante 34 años. Aunque sí es cierto que regrabaron y metieron algunas de sus canciones en sus lanzamientos posteriores. Y ahora lo editan al completo tal y como se engendró, y con la ayuda de nuevo de Guthrie, que lo ha remasterizado para la ocasión.

Illuminated 1989’ es un disco bastante curioso que refleja el sonido y la producción de aquella época. Pero también lo diferente de la propuesta de The Veldt. Empezando por la voz, que aquí está en un primer plano y se deja llevar por unas influencias que van más allá del dream-pop y el shoegaze. Solo hay que escuchar “Aurora Borealis”, una canción donde una voz más cercana al R&B se adentra entre guitarras ensoñadoras y una caja de ritmos un tanto primitiva. Y es que, los mismos hermanos Chavis, siempre confesaron que el soul, la motown, o Prince, también entraban dentro de sus influencias. De ahí la originalidad de su propuesta y de una canción como “Angel Heart”, en la que una voz llena de sentimiento se deja llevar por unas guitarras que parecen de los propios Cocteau Twins. Algo que también ocurre con la estupenda “Daisy Chain”.

The Veldt también sabían cuando había que hacer rugir las guitarras y meterse en mundos más vibrantes. Ahí tenemos la estupenda y enérgica “C.C.C.P.”, una joya con un estribillo y una melodía redonda que podría haber sido un hit en cualquier college radio norteamericana. O esa “Pleasure Toy” que ya incluyeron en su álbum de debut, y que aquí suena infinitamente mejor y como todo un himno post-punk. De hecho, me ha recordado muchísimo a The Psychedelic Furs. Y es que, no sé si será cosa de Guthrie, que ha mejorado el disco con la masterización, pero otras canciones que ya editaron en su día, como “It’s Over” y “Heather”, suenan infinitamente mejor en sus versiones originales. Al igual que “The Everlasting Gobstopper”, la canción inédita que cierra el álbum y toda una joya dream-pop. Eso sí, esa macarrada llamada “Git Up” se la podrían haber ahorrado.

7,9

The Smashing Times – This Sporting Life

The Smashing Times es una de esas bandas que no pierden el tiempo. El grupo de Baltimore se formó hace menos de cinco años, pero ya cuentan con tres discos y un EP. Además, sus trabajos suelen tener bastante chicha. Eso sí, también es cierto que no son una de esas bandas que pierden mucho tiempo en el estudio de grabación, porque su música es de lo más primitiva y no necesita adornos externos. Con su guitarra de doce cuerdas, su talento para dar con una buena melodía, y su amor por Dan Treacy -el de los Television Personalities-, les basta. Y más en su último trabajo, donde han dejado un poco de lado la experimentación para adentrarse de lleno en el pop.

This Sporting Life’ sigue contando con buena parte de esa imperfección sonora que caracterizaba los dos primeros trabajos de The Smashing Times, pero ahora la fusionan con su faceta más pop. Y así logran dar con una colección de canciones que son una autentica delicia y que brillan por su personalidad. Además, es un tanto variada, ya que no solo se fijan en las enseñanzas de Treacy, aquí también hay ecos de The Byrds -imposible no acordarse de ellos cuando hay una guitarra de doce cuerdas de por medio-, o de la escena pop neozelandesa de los primeros ochenta. Además de meter algún toque de psicodelia por ahí.

El tercer álbum de The Smashing Times empieza a lo grande y mostrándonos la faceta más directa de la banda. “Glorious Tales Of Wes” es una pequeña joya en la que las guitarras se aceleran y se fusionan con la delicadeza que aportan sus voces. Además de con una guitarra acústica que pilla protagonismo a mitad de canción. Un tema que, como comentaba más arriba, se deja llevar por ese kiwi-rock del que tantas bandas han tirado. Y en esa onda siguen en cortes como “This Sporting Life”, donde le dan un poco más de potencia a su música, o en el ultra melódico “Dandy”. Y si hablamos de su lado más directo y potente, hay que mencionar “Saturday Night and Sunday Morning”, donde las guitarras se endurecen y se van al lado más punk de la new-wave.

The Smashing Times manejan de maravilla es pop luminoso que bebe directamente de los sesenta. De hecho, protagoniza buena parte del disco. Ahí tenemos la vibrante “Tuesday, Coming Into Time” y sus guitarras a lo The Byrds. Un sonido que también se deja ver en “Let’s Be Nice With Johnny”, en “Where Is Rowan Morrison”, y en esa maravilla llamada “She Was Dancing Alone In The Rain”, la cual cuenta con un juego de guitarras alucinante. Eso sí, también hay alguna canción más irregular. Es el caso de “Peppermint Girl”, que tiene un buen estribillo y una buena melodía, pero la alargan innecesariamente hasta los siete minutos. O de la sobredosis de bongos que protagoniza “Dream of 1000 Cats”. Pero bueno, son solo un par de baches. Además, cierran el disco muy bien con la estupenda dupla formada por “Girl By Many Names” y “Monday, In A Small Dull Town”.

7,7

Bas Jan – Back To The Swamp

Bas Jan es una de las bandas más interesantes de la escena británica actual. El grupo liderado por Serafina Steer, una multiinstrumentista que ha tocado el harpa para Jarvis Cocker o Bat For Lashes, ha recuperado post-punk británico más arty y le ha dado una vuelta para traerlo a la actualidad. Así, la influencia evidente de The Slits, se fusiona con otras que poco tienen que ver con ese rollo, como Pet Shop Boys, Kate Bush, o Brian Eno. Además de dejarnos algún guiño que otro al pop más convencional -el principio de “At The Counter” prácticamente es el “Dancing on my Own” de Robyn-. Una maraña de sonidos e influencias que se mimetiza a la perfección en este tercer trabajo que acaban de editar.

Back to the Swamp’ es uno de esos trabajos a los que cuesta ponerle una etiqueta. Sí es cierto que su sonido se acerca bastante a ese punk de finales de los setenta que coqueteaba con otro tipo de estilos -ya he mencionado a The Slits– y se dejaba llevar por unas influencias más artísticas. No obstante, su nombre viene de Bas Jan Ader, un artista multidisciplinario holandés que se perdió en el mar en 1975. Pero también tiene partes muy luminosas y pop. Además, nunca sabes hacia dónde va a ir la canción y qué instrumentos van a ir apareciendo a lo largo del disco. Puede ser una caja de ritmos, un violín, un harpa, o un saxo.

Bas Jan muestran su versatilidad nada más empezar. “At The Counter” es una canción extraña que empieza metida de lleno en el synth-pop, y termina yéndose a otra cosa diferente e inclasificable. Sí, hay teclados ensoñadores, una batería capaz de llevarte a la pista de baile, y un poquito de épica, pero no podríamos meterla dentro del dream-pop o de la música dance. Eso sí, engancha a tope. Al igual que la coqueta “No More Swamp”, o que esa “Ding Dong” que sí podríamos meter dentro del synth-pop. Aunque uno muy extraño. Además de la barbaridad que es el tema titular, donde empiezan de la forma más reposada y terminan totalmente aceleradas.

Dentro del particular mundo de Bas Jan también hay algo de oscuridad. Ahñi tenemos “Credit Card”, una canción marcada por unas cuerdas barrocas y un bajo que sí se adentra en el post-punk. Aunque sí es cierto que la iluminan un poco en su estribillo. Y si nos vamos a “Margaret Calvert Drives Out”, nos encontramos con un tema de claras influencias jazz que resulta de lo más atrayente. Como “Singing Bar”, una canción que va sobre una gente que canta canciones en un karaoke de Hong Kong durante las protestas de 2019. Y la cantan recitando ellas mismas trozos de canciones de Cher, Belinda Carlisle o Salt-N-Pepa. Eso sí, para terminar, prefieren dejarse la experimentación de lado y entregar “Tarot Card”, una preciosa balada al más puro estilo Kate Bush.

7,8

Deary – Deary

Hay bandas que no necesitan mucho tiempo para dar con su sonido y obtener el reconocimiento del público. Es el caso de Deary, un dúo con base en Londres que se conoció vía online durante la pandemia. Unos meses en los que compartieron sus influencias y su forma de ver la música a través de las pantallas, ya que no se conocieron personalmente hasta un tiempo después. Así que estamos hablando de que no empezaron a hacer canciones juntos hasta 2022, por lo que podemos decir que, en apenas un año, han logrado un contrato con el sello Sonic Cathedral, abrir los conciertos de Slowdive en Reino Unido, y hasta que Saint Etienne hagan un remix de su primer single. Un single del que, por cierto, hicieron una edición en vinilo que se agotó en dos horas.

Como ya os podéis imaginar por las bandas que he nombrado más arriba, Deary se mueven en esa fina línea que separa el dream-pop y el shoegaze. Ellos mismos aseguran que su musa es Elizabeth Fraser, la cantante de Cocteau Twins, y que, por supuesto, Slowdive son una referencia evidente en su música. Pero también mencionan las producciones de Portishead o Massive Attack. Además de un cuelgue importante con el ‘Foxbase Alpha’ de Saint Etienne. Y lo cierto es que creo que, de alguna manera, se pueden apreciar todas estas influencias en este primer EP que acaban de editar.

Deary abren su primer trabajo ofreciéndonos la faceta más sucia de su música. “Heaven” es uno de esos temas de voces etéreas y melodías ensoñadoras, pero cuenta con unas guitarras ruidosas y rotas que se salen de la norma. Un sonido más shoegaze que también protagoniza la oscura “Beauty In All Blue Satin”. En el resto del EP la luminosidad ya entra en juego. Ahí está “Only Need”, toda una joya de dream-pop épico y contundente. O esa minimalista “Want You”, en la que apenas necesitan voz y guitarra para que la canción funcione. Y no se olvidan de la ya comentada influencia electrónica. Solo hay que escuchar esa base trip-hop que lleva la voz cantante en “Sleepsong”. Además del ritmo electrónico que protagoniza “Fairground”, la joya de la corona, y una de las grandes canciones de este 2023.

7,9

R.M.F.C. – Club Hits

Buz Clatworth es un musico australiano que toca la guitarra y los sintetizadores en bandas de post-punk como Tee Vee Repairmann y 1-800-Mikey, pero su proyecto más importante es R.M.F.C -nada que ver con el Real Madrid-. Aquí, el de Sydney, ejerce de hombre orquesta, ya que, aunque su instrumento principal es la batería, toca y canta absolutamente todo lo que aparece en sus discos. Y no solo eso, para grabar sus canciones, vuelve a casa de sus padres, donde ha montado una especie de estudio casero en su antiguo dormitorio. Una forma de trabajar que no le ha ido nada mal, ya que ha editado un par de EPs que han tenido un éxito relativo en la escena post-punk australiana, y ahora nos deja el que es su álbum de debut.

Si metemos en el carro del post-punk a R.M.F.C., es porque el mismo Clatworth ha confesado que, a la hora de tocar la batería, sus mayores influencias son Stephen Morris (Joy Division y New Order) y Lol Tolhurts (The Cure y Gang of Four), pero lo cierto es que su música va mucho más allá. En este ‘Club Hits’ nos encontramos con un poco de energía punk, bastante de la última escena indie-rock australiana, y hasta una influencia evidente de DEVO. Además de una clara predilección por un sonido lo-fi y garage. Y hay que decir que la mezcla resulta de lo más interesante y entretenida.

Club Hits’ empieza llevándonos a la faceta más acelerada y garage de R.F.M.C. Aquí, la batería va a toda leche y las guitarras suenan afiladas, pero siempre dando prioridad a su lado más melódico. Gracias a esto, consigue que temas como “Spectrum” y “Sterile Century”, que prácticamente van unidos, se te metan en la cabeza a las primeras de cambio. Y es que, se nota que se ha criado tocando la batería, porque prácticamente todas las canciones del disco tienen un ritmo contagioso imposible de evitar. Ahí tenemos esa “The Trap”, en la que incluso se acelera un poco de más y se mete de lleno en el kiwi-rock. O esa “Vanishing Aisle” donde aparece una batería en primer plano. Además de las estupendas “Two Stars”, “Human State” y “New Diversion”, en las que aparece esa influencia de DEVO quecomentaba antes.

Clatworth es muy listo y sabe que no se puede vivir solo de la batería, así que, cuando ésta no es la protagonista, se saca de la manga otros ganchos para que la canción funcione. Es el caso de “Harmless Activity”, donde una guitarra de doce cuerdas ascendente marca el rumbo de la canción. Y hay que decir que es una maravilla. O de esa “The Web” sucia y retro en la que decide echar la vista atrás y meterse en mundos más new-wave. Eso sí, para cerrar, vuelve a dar protagonismo a la batería en la estupenda “Rock Tune”. Aunque sí es cierto que lo comparte con una guitarra absolutamente hipnótica y con una clara predilección por la oscuridad. Aquí sí que podemos hablar de post-punk.

7,9

The Number Red – The Purple Light

Salen tantos discos a lo largo del año que es normal que se nos pasen unos cuantos. De hecho, hace pocas semanas, hubo un interesante debate en redes y prensa sobre si había una saturación de lanzamientos musicales. Nos hemos acostumbrado a escucharlo todo y, lo que es peor, a desecharlo al poco tiempo para empezar con otra cosa. Lo que no creo que sea bueno para ninguna banda, y mucho menos para las que juegan en las ligas menores, que al final son las que menos repercusión van a tener. Toda esta charla que os metido viene a cuento porque el otro día me di cuenta de que el pasado 30 agosto se publicó el debut de The Number Red y ni me había enterado. Y eso que los singles me cautivaron del todo y era un disco al que le tenia muchas ganas. Pero bueno, ya está solucionado.

Lo primero que hay que saber de The Number Red es que no es una banda al uso. Se podría decir que es un colectivo de músicos que trabaja desde la distancia y desde ciudades como Londres, Berlín, o Praga. Aunque sí parece que, ahora que han editado el disco, y están preparando una gira para el año que viene, se han establecido en la capital británica. Y lo segundo que hay que saber, y lo más importante, es que su propuesta tiene unas influencias de lo más variadas. En las nueve canciones que forman este ‘The Purple Light’ se pueden encontrar ecos de la elegancia de Tindersticks, un poco de la épica de The National, sonidos cercanos al dream-pop, otro poco de psicodelia folk, y hasta un poco de soft-pop ochentero.

Creo que, si tienes dos singles de presentación que funcionan a la perfección, hay meterlos al principio del álbum. Y eso es lo que han hecho The Number Red. Su álbum de debut empieza con esa “Siddhartha” que les dio a conocer. Una canción en la que se dejan llevar por una melancolía a lo Tindersticks, pero lo hacen con un tono más pop, y dejándonos con un estribillo que podría haber pertenecido a The National. Pero si hablamos de pop, tenemos que irnos a “Can’t Hide From The Heat”, el que fue su segundo single, y el tema que viene a continuación. Aquí se animan un poco más y nos dejan una preciosa canción en la que siguen tirando de un sonido elegante. Un guion que también siguen en la estupenda “Ever Look Back”, aunque sí es cierto que, aquí, endurecen un poquito más sonido.

El resto del disco es mucho más rico en influencias. Así, si nos vamos a “Up In Space”, nos encontramos con seis minutos en los que prácticamente fusionan el space-rock con el Bowie de principio de los setenta; si nos acercamos a “Your Love Is a Gateway Drug”, vemos que son capaces de mezclar folk setentero con una caja de ritmos y con un poco de psicodelia, y si nos metemos de lleno en “The Sixteenth Day”, vemos que incluso saben cómo dejarse llevar por el post-punk. Pero esta variedad no termina aquí, porque con “The Loner” nos dejan una arrebatadora balada dream-pop, y en “When I Had Eyes” tiran de un soul blanco en el que incluso se atreven con el saxo. Un saxo que también tiene cierta parte de protagonismo en “Beautiful Human”, el tema que cierra el álbum yéndose al pop sofisticado de los ochenta.

8

Novedades musicales: noviembre 2023

Dentro de nada empezaré a recopilar las canciones de este 2023, que ya veo que me va a costar una barbaridad hacer la selección, pero antes de eso toca compartir otra recopilación de novedades. Quizá sea la última del año, todo depende de los adelantos que salgan de aquí a final de año, que no suelen ser muchos. Pero eso nunca se sabe, porque el aluvión de novedades de estos meses ha sido prácticamente inabarcable, y si sigue así, probablemente habrá otra a mediados del mes que viene.

Estamos ante otra recopilación de sesenta canciones en la, que como no podría ser de otra manera, hay un poco de todo. Tenemos el indie-rock áspero de Sleater-Kinney, Mannequin Pussy, o Cloud Nothings; clásicos de los noventa, como J Mascis, The Lemonheads, o Suede; un poco de la nueva escena británica, que está muy bien representada por Yard Act y su post-punk bailongo; mucho rock hecho por mujeres, como el de Marika Hackman, Hurray For The Riff Raff, Sharon Van Etten, o Torres, o la inevitable hornada de grupos oscuros, que aquí está formada por Depresión Sonora, Lebanon Hanover, y Home Front. Además de novedades jugosas, como las de MGMT, The Beatles, Future Islands o Gossip. Y ojo con el dúo ingles The Rhythm Method, que han sacado una preciosidad de canción que recuerda a los Pet Shop Boys más melancólicos.

Espero que os guste.

The Reds, Pinks & Purples – Murder, Oral Sex & Cigarettes

Es imposible seguir el ritmo de Glenn Donaldson y sus The Reds, Pinks & Purples. Ya no solo es que edite dos o tres álbumes al año, es que te saca un EP cada poco tiempo, algún single nuevo cuando le viene bien, y hasta versiones de temas actuales. Entre último EP que puse por aquí en junio, y el que hoy nos ocupa, han caído dos más y un single doble. Y no es que me haya dejado de interesar su propuesta, es que no me da la vida para escuchar todo lo que saca. O para enterarme de lo que ha sacado. Así que, cuando aparece en mi radar otro de sus EPs, sí que aprovecho y lo disfruto, porque sigo pensando que es un de los grandes artesanos del pop actual.

Murder, Oral Sex & Cigarettes’ es el EP más completo que ha sacado en mucho tiempo. De hecho, casi se podría decir que es un mini-LP, porque contiene seis canciones y se va a los 23 minutos. Pero no solo por eso, también porque, en este corto espacio de tiempo, nos deja unas cuantas facetas musicales diferentes. Digamos que aquí aparecen todas las caras de The Reds, Pinks & Purples y no se centra solo en ese indie-pop lleno de guitarras melancólicas y sucias al que nos tiene acostumbrados. Aunque esta faceta sí protagoniza los primeros cortes del EP, como “What Will Heaven Be Like” y “Creature Hero”, que son estupendos. O la parte final de la preciosa “A Figure on the Stairs”, que empieza con una guitarra acústica y termina con un chorro de distorsión.

A partir del cuarto tema la cosa cambia. Donaldson levanta el pie del pedal de distorsión, baja la velocidad, y se mete de lleno en una mar de melancolía. Algo que ya sabemos que se le da muy bien. Solo hay que escuchar “Use This Son if You Need One”, una preciosa balada que nos presenta a unos The Reds, Pinks & Purples mucho menos efusivos y bastante más comedidos. Y así sigue en el resto del EP, porque lo siguiente que nos encontramos es “Generator Shows”, un instrumental de más de siete minutos que casi podríamos calificar de post-rock. Pero es que, para cerrar, saca el piano y se convierte en una especie de Elton John indie para dejarnos la delicada “Late to the Party”, que no puede ser más bonita.

8