Tears For Fears – The Tipping Point

Tears For Fears solo han tardado 18 años en sacar un nuevo disco. Y casi tenemos que dar las gracias, porque nunca ha estado muy claro que fueran a grabar un nuevo trabajo en todo este tiempo. Es más, comenzaron a trabajar en este álbum allá por 2013, cuando la discográfica les convenció para que hicieran cosillas con grupos de ahora y que su sonido fuera más actual -de ahí salieron sus versiones de Animal Collective, Hot Chip y Arcade Fire-. Algo que no terminó de funcionar. Aunque sí rescataron “I Love You But I’m Lost”, la que fue su colaboración con Bastille, para el recopilatorio que editaron en 2017. Así que, tras descartar ese proyecto, en 2020 se volvieron a reunir y dieron forma a lo que hoy es su séptimo trabajo.

The Tipping Point’ nace de una mala racha para Roland Orzabal, uno de los dos miembros del grupo. Primero, en 2017, tuvo que lidiar con la muerte de su mujer, y un año después con un grave problema de salud. Lo que hizo que llamara a Curt Smith, el otro miembro de la banda, y retomaran el contacto -siempre han estado un poco como el perro y el gato-. Todo esto, como es normal, ha terminado influyendo en las letras del álbum, y muchas de ellas están dedicadas a la mujer de Orzabal. Pero no se quedan ahí, y también se dejan llevar por temas más actuales, como el patriarcado o lo jodido que está el mundo.

Uno nunca sabe por donde van a salir estos grupos que tuvieron su mayor momento de gloria en los ochenta. La tentación de recuperar el sonido que los hizo grandes siempre está ahí, pero también las ganas de hacer algo diferente. Lo bueno, y con lo que pueden jugar fácilmente Tears For Fears, es que ellos tocaron todos los palos posibles. Eran capaces de hacerte un hit de synth-pop, temas directos de new-wave, cosas algo más oscuras y cercanas al post-punk, o baladas un poco más mainstream. Y con esa variedad también juegan en este trabajo.

El disco lo abren con “No Small Thing”, una estupenda balada que recupera su sonido más rock, y que termina en una catarsis sonora de guitarras. Un sonido más clásico que también recuperan en “Rivers of Mercy” y “Please Be Happy”, donde el piano se convierte en protagonista. Pero lo cierto es que su sonido más sintético gana la partida. La gran mayoría de canciones cuentan con una capa de teclados, e incluso algunas, como “Break The Man” o “My Demons”, se acercan bastante al synth-pop de los ochenta. Pero no se quedan ahí, y consiguen dar con temas sobresalientes de puro pop, como “The Tipping Point” o “End Of Night”. Además de un par de deliciosas y sedosas baladas como “Long, Long, Long Time” y “Master Plan”.

Tears For Fears han vuelto con un gran trabajo, y no es lo que lo diga yo, solo hay que meterse en metacritic y ver que está entre lo mejor del año junto con bandas actuales tan aclamadas como Beach House o Big Thief.

8

Shout Out Louds – House

Puede que Shout Out Louds ya no tengan el tirón que tenían hace 15 años, y es muy probable que no veáis la crítica de este disco en esos medios que cortan la pana, como Pitchfork o Consequence of Sound, pero la banda sueca me sigue resultando de lo más atrayente. Sí es cierto que siguen instalados en su zona de confort y de ahí no les va a sacar nadie, pero también es verdad que sacan un disco cada cinco años, lo que hace que incluso se les llegue a echar de menos de vez en cuando.

Supongo que lo de llamar ‘House’ al disco no es casualidad. Más que nada, porque estamos ante un trabajo acogedor en el que, en poco más de media hora, y ocho canciones, hacen que te olvides de lo que está pasando ahí afuera. Su música sigue derrochando melancólica y calidez, y esas guitarras limpias que tanto recuerdan a The Cure, siguen funcionando. Además de la acogedora voz de Adam Olenius, la cual, por cierto, siempre he creído que tiene un cierto parecido a la Robert Smith.

Gran parte del sexto trabajo de Shout Out Louds se va hacia su faceta más tranquila y menos efusiva. Lo que no quiere decir que estemos ante un disco de baladas, pero sí de canciones que apuestan por arroparte poco a poco en lugar de conseguir un impacto instantáneo. Y hay que reconocer que funciona, porque en el momento en el que escuchas dos o tres veces temas como “As Far Away As Possible” y “High As A Kite”, ya es imposible que te los quites de la cabeza. O la preciosa “Sky And I (Himlen)”, en la que Bebban Stenborg toma la voz cantante para diseccionar las relaciones de pareja. Además de la deliciosa “Multiply”, donde dejan que los teclados se asomen un poco más y se hacen con un sonido un tanto ochentero.

Aunque, como ya he dicho, estamos ante un disco mayormente tranquilo, también sacan algo de tiempo para acelerarse un poco. Ahí está la estupenda “My Companion”, que cuenta con unos coros finales absolutamente deliciosos. O la ultra pegadiza “June”, en la que se van hacia un rock un tanto retro que les sienta de maravilla. Además de “Sometimes Sometimes”, que cierra el álbum de la mejor forma posible.

7,7

Blushing – Possessions

Formados hace ya unos cuantos años en Austin (Texas), Blushing es uno de esos grupos que están a punto de dar el salto a una liga mayor. Ya con su primer disco consiguieron una repercusión en la escena shoegaze que los llevó a colaborar en un homenaje a Lush, y a entablar una amistad con Miki Berenyi, la lideresa del mítico grupo británico. No obstante, Berenyi colabora en este nuevo trabajo. Pero la cosa no se queda ahí, porque este nuevo disco está producido por Elliot Frazier (Ringo Deathstarr) y Mark Gardener de Ride ha masterizado alguna de sus canciones.

‘Possessions’ es un disco que huele a los noventa por todos los lados. Su shoegaze y los retazos de dream-pop que hay en él nos llevan inevitablemente a esa década. Además de su sonido, porque estamos ante un álbum que no tiene la grandilocuencia con la que se enfocan los trabajos de este tipo en estos tiempos. Es más, se podría decir que suena más bajito, y al escucharlo es imposible no acordarse de algunos de los discos de My Bloody Valentine, o los propios Ride y Lush. Y está claro que es algo que han hecho a propósito.

Blushing, que curiosamente está formado por dos matrimonios, como ABBA, no se andan con tonterías. Aunque sus canciones son bastante melódicas, no tienen miedo a pisar el pedal de distorsión y sonar de lo más pesados. Solo hay que escuchar “Bed”, el tema que lo abre, donde la delicadeza de su comienzo se convierte en una tormenta de guitarras en su estribillo. O esa “Sour Punch” que viene a continuación, donde envuelven su lado más pop en un mar de distorsión. Además de la contundencia con la que afrontan “The Fires” y la aceleración casi punk del tema titular y de “Surround (With Love)”.

También manejan muy bien su lado más dream-pop. De hecho, ahí es donde aparece la estupenda “Blame”, que es donde colabora Miki Berenyi. Pero lo cierto es que no necesitan grandes colaboraciones para sonar bien en esta faceta. Ahí está esa “Ours” llena de guitarras que rezuman reverb por todos los lados. O esa ultra melódica “Lost Cat”, donde no pueden evitar sacar las garras en su parte final. Pero es en la preciosa “Gel” donde mejor juegan sus cartas. Aquí se meten de lleno en los paisajes ensoñadores y bucólicos para dejarnos una fantástica canción de lo más melancólica. Aunque eso sí, prefieren cerrar el disco con “How It Ends”, donde de nuevo se van a la potencia guitarrera y al shoegaze.

7,7

Hurray For The Riff Raff – Life on Earth

A pesar de que escuché bastante el anterior trabajo de Hurray For The Riff Raff, veo que no llegué a ponerlo en el blog. Lo que sí que metí fue su “Pa’lante” entre las mejores canciones de 2017. Y no me extraña, porque es una canción maravillosa que, además, no ha perdido nada de su fuerza en cinco años. Y es que Alynda Segarra, que lidera este proyecto, tiene un talento enorme y mucho que contar. Criada por sus tíos, unos inmigrantes puertorriqueños que vivían en el Bronx, Segarra creció con la escena hardcore-punk neoyorquina, pero eso le duró poco, ya que, con tan solo 17 años, se fue de casa y llegó a Nueva Orleans colándose en trenes de carga. Y allí fue donde su banda empezó a tomar forma. Aunque eso sí, nunca se ha olvidado de sus raíces.

Life on Earth’ supone un cambio drástico en el sonido de Hurray For The Riff Raff. Hasta ahora, Segarra se ha dejado llevar por el folk o la música de tradición americana. Una etiqueta que, por cierto, no le gusta nada. Pero ya en su anterior trabajo empezó a meterse en mundos un poco más pop y rock. Y aquí ha terminado de rematar la faena. De hecho, para empezar, el disco está producido por Brad Cook, que ha estado al mando de algunos discos de Bon Iver y Waxahatchee, con la que, por cierto, colaboró en 2020. Además, la electrónica cobra protagonismo en algunas canciones, e incluso se atreve a rapear de una forma un tanto tímida. Pero lo mejor es que sus temas suenan más directos que nunca.

Nada más empezar nos deja “Wolves”, un ensoñador tema bañado en teclados y cajas de ritmos que no desencajaría en un disco de Sharon Van Etten o St. Vincent. Aunque eso sí, con su personalidad y esa perezosa forma de cantar en la que parece que está arrastrando las palabras. Y así sigue en la estupenda y mucho más animada “Pierced Arrows”, una canción absolutamente pop que cuenta con un estribillo absolutamente irresistible. Lo bueno es que no necesita la electrónica para conseguir su propósito de sonar más directa. Solo hay que escuchar el indie-rock de “Pointed At The Sun” y esa maravilla de pop acústico llamada “Rhododendron”. Además de esa deliciosa “Saga” llena de trompetas que llega al final.

Sí es cierto que la parte central del disco es más sombría y está llena de momentos más lentos. Pero la verdad es que consigue que funcionen. Porque, además, es una parte del álbum un tanto variada. Tenemos la electrónica contenida de “Jupiter’s Dance”; el minimalismo algo folk de “Life on Earth”, o la ensoñadora “Nightqueen”, en la que, por cierto, mete un sampler del poeta Ocean Vuong. Además de “Precious Cargo”, el tema en el que rapea, y una canción en la que nos habla de la situación de los inmigrantes en Estados Unidos. Una constante en su carrera y en su vida, ya que no lo hace todo de boquilla y realmente se implica colaborando y actuando en varias organizaciones que luchan por las personas que buscan una vida mejor en la supuesta tierra de la libertad.

8

Metronomy – Small World

Metronomy siguen con esa especie de regla que se puso Joseph Mount al principio de formar la banda. Que no es otra que la de no repetirse y tratar de hacer algo diferente en cada disco que sacan. Evidentemente, eso es algo difícil, porque ya llevan unos cuantos años de carrera, y otros tantos trabajos, pero por lo menos lo intentan. Y lo que sí es cierto que, aunque a veces remitan al pasado, nunca sacan dos discos seguidos muy parecidos. Y la prueba la tenemos en su nuevo trabajo, en el cual, y salvo en un par de temas, dejan bastante de lado los mundos sintéticos y se meten de lleno en un pop totalmente retro. Todo lo contrario que su anterior álbum, que contenía canciones mucho más dance y synth-pop.

Me sorprenden un poco las críticas un tanto tibias que está teniendo este ‘Small World’. Para mi gusto, tiene bastantes aciertos, y me parece uno de los álbumes más coherentes de su carrera. Para empezar, no se exceden con la duración y en todas sus canciones van directas al grano. También es un disco directo y lleno de temas que reflejan algo positivismo después de la pandemia. Y, por último, el álbum al completo va en la misma línea y no es un batiburrillo de muchas influencias, como su anterior trabajo. Así que entiendo que lo que no ha gustado es que le den protagonismo al piano, a las baterías, y a las guitarras acústicas.

Desde el primer minuto del disco ya podemos comprobar que estamos ante unos Metronomy un tanto diferentes. “Life and Death”, que a pesar de su titulo y su tono melancólico, es una canción que refleja cierto positivismo, nos presenta a la banda inglesa sumergida en un pop tranquilo y muy retro. Y la verdad es que me parece todo un acierto que vayan por ese camino. Como se puede comprobar en otros cortes del álbum como “I Lost My Mind” y “I Have Seen Enough”, que también son notables.

La pandemia les ha hecho ver el mundo con otros ojos. Solo hay que escuchar “Things Will Be Fine” y “It’s Good To Be Back”, los dos singles principales del disco, y dos temas que miran al futuro de forma positiva. Además de forma muy diferente. En la primera se sacan de la manga un bonito tema de indie-pop que no desentonaría en un disco de Belle & Sebastian. Pero, sin embargo, en la segunda, nos dejan un pizpireto e irresistible corte de synth-pop, que bien podría convertirse en el himno de los festivales de este verano. Y no se quedan ahí, porque el disco tiene otros momentos álgidos. Es el caso de esa preciosidad pop llamada “Love Factory”; de la juguetona, y muy soul, “Right on Time”, y del rock ochentero de “Hold Me Tonight”, donde nos encontramos con Dana Margolin de Porridge Radio.

7,9

Novedades musicales: febrero 2022

Febrero está siendo un mes de infarto en cuanto al lanzamiento de discos se refiere. De hecho, ahora mismo, tengo una buena lista en la cola de espera para poner en el blog, pero tenía que darle salida a la recopilación de canciones mensual. Porque los adelantos musicales no se quedan cortos, y en estas semanas también se han editado un buen montón de temas. Bandas como Fontaines D.C., Rolling Blackouts Coastal Fever, Dehd, o Destroyer, que han publicado nuevos adelantos de sus próximos trabajos. Además de artistas como Nilüfer Yanya, Sharon Van Etten, Arlo Parks, o Caroline Polachek, que también nos han dejado canciones nuevas. Y si nos acercamos a España, nos encontramos a Joe Crepúsculo muy cómodo yéndose al techno, y a Escuelas Pías editando otro estupendo tema de dream-pop con tintes electrónicos.

Espero que os guste.

  1. Rolling Blackouts Coastal Fever – The Way It Shatters
  2. Ducks Ltd. – Sheets of Grey
  3. Letting Up Despite Great Faults – She Spins
  4. Lucy Dacus – Kissing Lessons
  5. Band of Horses – Lights
  6. Superchunk – On The Floor
  7. SOAK – last July
  8. Pillow Queens – Hearts & Minds
  9. Fontaines D.C.  – I Love You
  10. NewDad – Banshee
  11. Loops & Loops – Hate Finds A Way
  12. Young Guv – Good Time
  13. Hater – Something
  14. Escuelas Pías – Los chicos salvajes
  15. Young Prisms – Self Love
  16. Dehd – Bad Love
  17. The Rural Alberta Advantage – CANDU
  18. Widowspeak – The Jacket
  19. Orville Peck – C’mon Baby, Cry
  20. Father John Misty – Q4
  21. Sunflower Bean – Who Put You Up To This?
  22. Barrie – Jenny
  23. Warpaint – Champion
  24. Jenny Hval – Year of Love
  25. Alex Cameron – Best Life
  26. Kae Tempest – Salt Coast
  27. Tame Impala – The Boat I Row
  28. Arlo Parks – Softly
  29. Nilüfer Yanya – anotherlife
  30. Sharon Van Etten – Porta
  31. New German Cinema – I Become Heavy
  32. Tempers – Nightwalking
  33. Destroyer – Eat the Wine, Drink the Bread
  34. Future Islands – King of Sweden
  35. Hatchie – Quicksand
  36. Charli XCX – Beg For You (feat. Rina Saway)
  37. Caroline Polachek – Billions
  38. Röyksopp – Impossible (feat. Alison Goldfrapp)
  39. Joe Crepúsculo – Carreteras de pasión
  40. Fred Again.., Romy, HAAi – Lights Out

Beach House – Once Twice Melody

Creo que lo he dicho cada vez que he puesto uno de los capítulos del último álbum de Beach House, pero lo repito: sigo sin entender esto de publicarlo por partes. La única explicación que le encuentro es que tenían miedo a que su público no quisiera enfrentarse a un disco doble que se va más allá de los 80 minutos -más de lo que entra en un cd-. Y el hecho de dividirlo en cuatro partes hace que se vea de una forma diferente. En cualquier caso, al final, el disco entero esta ahí, y no creo que la gente piense en él como en una especie de álbum por fascículos. Yo, desde luego, no lo hago.

Once Twice Melody’ funciona por varias razones. Primero, porque los temas que se acogen a su sonido de siempre, que son unos cuantos, siguen resultando brillantes. Segundo, porque hay bastantes veces en las que se salen de ahí y nos presentan una faceta más electrónica que resulta de lo más excitante. Y tercero, porque han sabido fusionar muy bien estos dos mundos.  Así que se podría decir que aquí hay Beach House para todos los gustos.

Sorprende bastante que después de casi veinte años de carrera Beach House sigan impactando con su sonido de siempre. Pero claro, es que, aunque no lo parezca, el dúo de Baltimore ha ido evolucionando con el tiempo. Y no es comparable el minimalismo casi lo-fi de su primer trabajo, con la potencia sonora y prácticamente shoegaze que tenían muchos de los temas de sus últimos discos. Así, nos encontramos con ese enfoque más ensoñador, e incluso cinematográfico, en cortes como “Pink Funeral”, “ESP”, “Over and Over”, o “Sunset”. De hecho, he estado viendo algunas de las influencias de este disco, y entre ellas hay películas como ‘Mi vecino Totoro’ y ‘The Red Shoes’.

Si nos vamos a su faceta algo más animada, resulta evidente destacar “Superstar”, el tema que más nos cautivo de su primer capítulo. Y es que, esa mezcla de guitarras y teclados es absolutamente irresistible. Pero no hay que olvidarse de esa “Only You Know” algo juguetona y épica. Además de una de las pocas canciones en las que la batería juega un papel protagonista. Porque sí es cierto que esta vez han apostado más por las cajas de ritmos y por una producción -obra suya- menos contundente. De hecho, diría que la batería no aparece de nuevo hasta “Modern Love Stories”, el espectacular tema con el que cierran el álbum.

Lo que sí tengo que reconocer es que creo que es en esas canciones más synth-pop donde logran mejores resultados. Quizá sea por la novedad, pero la mezcla de su dream-pop con sonidos más electrónicos me parece fascinante. Además, es un tanto variada. Porque ahí tenemos el tema titular, que, de alguna manera, sirve de puente entre sus dos mundos. Pero también cortes abiertamente electrónicos y casi bailables, como es el caso de “Through Me” y “Masquerade”. Además de un synth-pop algo más luminoso que les sienta de maravilla y aparece en canciones como “Runaway” y “New Romance”.

La verdad es que, tras estar meses escuchando los tres primeros capítulos, tengo que decir que son dos temas del capítulo final los que más me han cautivado. El primero es esa maravilla que lo abre y que, curiosamente, han titulado “Finale”. Es una canción reposada y sintética que cuenta con unos teclados de una belleza enorme. Y el segundo, como no podría ser de otra manera, es “Hurts to Love”. Estamos ante el futuro hit del disco, y todo un himno synth-pop que nos presenta a unos Beach House que suenan bastante optimistas. En parte por esos teclados juguetones que planean a lo largo de toda la canción. Lo que no me ha gustado es su fade-out final, pero bueno, eso es una manía mía.

Una vez más, Beach House logran otro gran disco. Y eso que, al ser doble, el reto esta vez era mayor, pero el dúo de Baltimore puede estar satisfecho con su ‘Once Twice Melody’.

8,1

The High Water Marks – Proclaimer of Things

The High Water Marks me sorprendieron muy gratamente a finales de 2020, cuando publicaron su tercer trabajo, y el primero en trece años. Esta banda del colectivo Elephant 6, que hasta entonces era una desconocida para mí, me cautivó a la primera con sus canciones de indie-pop llenas de guitarras crudas y sucias. Y es que, claro, luego me enteré de que al frente está Hilarie Sidney, que no solo fue una de las fundadoras de ese colectivo, también formó parte de The Apples in Stero, una de sus bandas más reconocidas. Y parece que las buenas críticas y la estupenda acogida del público han hecho que ya tengan una nueva tanda de canciones.

La alegría que le había propiciado la acogida de ese disco no le duro mucho a Sidney. La norteamericana, que hace años formó una familia en Noruega junto al también miembro de la banda Per Ole Bratset, sufrió la perdida de su madre por COVID a principios de 2021. Una perdida que combatió como mejor sabe: escribiendo canciones. Y la verdad es que, escuchando este ‘Proclaimer of Things’, no parece que estemos ante un álbum que refleje esa perdida tan importante en su vida. Siguen haciendo un pop sucio y guitarrero de lo más melódico. Además, no han perdido ese lado juguetón que tenia su anterior trabajo, y que tanto me gustó.

Estamos ante otro álbum en el que van a toda leche. De hecho, apenas dan un respiro, y van soltando un temazo detrás de otro. Así, afinan sus melodías, y nos dejan temas absolutamente deliciosos como “Fantastic Machine”, “Jenny”, o “I Told You Before”. Además de esa “The Devotee to the Chemist” que recuerda tanto a los primeros Teenage Fanclub, o de la delicada “Someone’s Song”, que debe de ser la única canción del disco en el que las guitarras suenan limpias.

Tampoco han perdido esa influencia del indie-rock de los noventa que tenia su anterior trabajo. Y hacen bien, porque se les da estupendamente recuperar esos sonidos. Como ejemplo, tenemos el tema titular, en el que las guitarras crudas se alinean un con un teclado un tanto oscuro. Pero también la acelerada “Spectral Roomates”, o esa “Dust and Guitars” que llenan con una distorsión de lo más melódica. Y ojo, porque también hay un cierto punto psicodélico en algunas canciones del álbum. Es el caso de “Fingers and Trees are Only Temporary”, donde pisan el freno y dejan que las guitarras fluyan perezosamente. O de “The Origins of Names”, en la que me han recordado a los The Dandy Warhols más densos. Y eso me gusta.

Está claro que The High Water Marks han vuelto con las pilas puestas. Su segundo trabajo en menos de año y medio es una buena prueba de ello.

7,9

Shamir – Heterosexuality

Que Shamir le pusiera su nombre a su anterior trabajo no fue una casualidad. Aquel estupendo disco fue como un resurgimiento y una nueva etapa en su carrera. Y es que, tras petarlo con su primer álbum, y con esa “On The Regular” que, a día de hoy, sigue sonando espectacular, se quedó en blanco. En parte porque la gente se fijaba más en su condición de persona no binaria, que en su música. Lo que hizo que se metiera en una especie de burbuja en la que tan solo componía discos de indie-rock muy lo-fi que dejaron descolocados a los seguidores del principio de su carrera. Aunque tengo que decir estaban bien chulos. El caso es que ahora vuelve a formar parte de un sello, de nuevo cuenta con un productor, y sus discos son bastante más pop.

Heterosexuality’ es un disco en el que se deshace de los monstruos que han estado en su cabeza durante todos estos años. Un álbum con letras bien claras, en el que trata temas como la manipulación que hacen los políticos de derechas, los cuales venden unos falsos privilegios de las personas LGTBI+ para azuzar a sus votantes homófobos -sí, lo mismo que hace ese partido innombrable en nuestro país-. Algo que podemos ver en esa estupenda “Gay Agenda” que abre el álbum, donde su inconfundible voz se deja llevar por unos ritmos potentes y sucios. O lo que es tratar de vivir siendo una persona queer no binaria sin que te pregunten cada dos por tres por eso. Ahí está la clara y emocionante “Cisgender”. Además de “Abomination”, donde le da la vuelta al insulto y se hace con un tema de lo más potente.

Algo que resulta de lo más curioso, es que Shamir haya decidido editar como primeros singles algunas de las canciones más duras del álbum. Más que nada, porque el disco tiene tres o cuatro hits bien claros. El primero es esa maravilla synth-pop, algo melancólica, y llena de ritmos bailongos, llamada “Stability”. Pero es que, inmediatamente después, nos deja “Caught Up”, todo un himno pop de lo más pegadizo, que al final sí que ha terminado saliendo como single. Eso sí, a la cuarta. Incluso una canción más tranquila y triste, como es “Cold Brew”, tiene bastante pegada. Y si nos vamos a “Marriage”, podemos comprobar lo bien que se le da acercarse a la música de baile norteamericana de finales de los ochenta y los primeros noventa. Eso sí, para cerrar, sorprende con “Nuclear”, donde se va a un sonido retro y clásico de lo más curioso.

Shamir entrega otro disco en el que se ve claramente que quiere recuperar esa carrera que puso en standby hace unos años. Y la verdad es que yo me alegro, porque, a pesar de que también me gustaban sus discos lo-fi, creo que esta faceta de su música es bastante más interesante.

7,9

Spoon – Lucifer on the Sofa

Spoon han vuelto a su tierra. Su nuevo trabajo es el primero que graban y componen en Austin en más de una década. En parte, porque está creado durante el confinamiento y los meses que vinieron después. Y no sé si ya lo tenían planeado, o ha sido el volver a las áridas tierras tejanas lo que ha hecho que miren al pasado y al rock más áspero. Pero el caso es que estos Spoon tienen muy poco que ver con los de sus anteriores trabajos, donde experimentaban un poco más con la electrónica y dejaban ver un lado más pop. Y eso tienes sus cosas buenas, y sus cosas malas.

Según el propio Britt Daniel, ‘Lucifer on the Sofa’ es “el sonido del rock clásico escrito por un tipo que jamás entendió a Eric Clapton”. Así que ya os podéis ir haciendo a la idea de por donde van los tiros. Porque, además, han requerido los servicios de Mark Rankin, que ha trabajado con grupos como Queens Of The Stone Age o Weezer, y que produce el álbum junto a Dave Fridmann y Justin Raisen. Así que las intenciones estaban claras desde el principio. Pero no os asustéis, que Spoon siguen sonando a ellos mismos. Principalmente, porque la voz de Daniel sigue siendo el principal motor de la banda, y porque no pueden evitar ponerle un tono más melódico a todo lo que hacen.

Se supone que no se puede empezar un disco con una canción difícil que no atrape al oyente de buenas a primeras. Algo que se han saltado Spoon en este trabajo, porque lo abren con una densa y oscura versión de ‘Held’, un viejo tema de Smog. Pero lo cierto es que esto hace que “The Hardest Cut”, entre con más fuerza y destaque bastante más que cuando lo sacaron como single hace unos meses. Además, es el corte más crudo del álbum, y todo lo que viene a continuación mejora bastante el asunto. Así, aunque todo gira alrededor de ese rock clásico que mencionaba Daniel, lo hacen con temas realmente notables, como “The Devil & Mr. Jones”, “Feels Alright” y “On The Radio”.

Spoon siempre han estado bastante atinados a la hora de componer temas más tranquilos. Algo que aquí demuestran en varias ocasiones. La primera en la sobresaliente “Wild”, que es el mejor corte del disco, y una de las mejores canciones de su carrera. En parte, como siempre, por la voz de Daniel, y en parte por ese piano del omnipresente Jack Antonoff, que lleva alguna parte de la canción al ‘Screamadelica’ de Primal Scream. Pero también acierta con una semi-balada rockera como “My Babe”, y en el estupendo tema que cierra, y da título, al álbum, donde se guardan las asperezas guitarreras y se dejan guiar por un saxo.

A pesar de que no me hizo mucha gracia el primer single, sí tengo que reconocer que el resto de este ‘Lucifer on the Sofa’ sí que me ha gustado bastante. De hecho, creo que es su álbum más coherente en unos cuantos años. Otra cosa es que sí se echen un poco en falta algo de esa experimentación que sí tenían sus últimos trabajos.

7,7