Novedades 2021 (6ª Parte)

Apurando, como siempre, pero aquí está la recopilación de novedades de este mes. 40 canciones que no he parado de escuchar en las últimas semanas, y que tiene pinta de que no voy a parar de escuchar en todo el verano. Y es que, hay temas, como el de Chvrches con Robert Smith, el de Nation of Language, o el de The Goon Sax, que ya están entre mis favoritos de 2021. Además de esa pequeña maravilla dream-pop que se han marcado Burning Hearts -no entiendo como no son igual de famosos que Beach House-, o de los siete impresionantes minutazos que se marca Matthew E. White en “Genuine Hesitation”. Y ojo, porque en su tramo final, me he venido arriba y me he lanzado a la pista de baile. Además, tanto desde el lado más sofisticado, con Sally Shapiro y Roosevelt, como desde el más petardo, donde entran Jake Shears y Client Liaison.

Espero que os guste.

  1. Psychic / The Goon Sax
  2. Coming Home / The Haunted Youth
  3. Everything You Wanted / Desperate Journalist
  4. V.O. / Piroshka
  5. Where I Belong / Burning Hearts
  6. Softer Side / Art School Girlfriend
  7. Astronaut / Jack Ladder & The Dreamlanders
  8. L.I.N.E. / Beach Fossils
  9. Hotel 65 / Lucid Express
  10. Jackie / Yves Tumor
  11. Hideaway / Wavves
  12. Pool Hopping / Illuminati Hotties
  13. I Wanna Be A Dog / Colleen Green
  14. Hug From a Dinosaur / TORRES
  15. Shiseido / Los Punsetes
  16. Fine Dining / Clinic
  17. Days Like These / Low
  18. Old Peel / Aldous Harding
  19. Waiting Around For A New Me / Woods
  20. Head On / José González
  21. Solar Power / Lorde
  22. Weekend Run / Unknown Mortal Orchestra
  23. Talk About It / Jungle
  24. Genuine Hesitation / Matthew E. White
  25. Heart Of Gold / Molly Burch
  26. Give Me Your Love / Girl Ray
  27. Gemini and Leo / Helado Negro
  28. For As Long As I Can Rembember / Geoffrey O’Connor feat. Jonnine
  29. A Bee Without Its Sting / The Go! Team
  30. Sugarcane / Twin Shadow
  31. How Not Drown / Chvrches feat. Robert Smith
  32. Across That Fine Line / Nation of Language
  33. The Doll / Audiobooks
  34. House of Holy / Client Liaison
  35. Do The Television / Jake Shears
  36. On My Mind / Roosevelt
  37. Fading Away / Sally Shapiro
  38. Ghosts / Desire
  39. Spiritual Head / Is Tropical
  40. All This Art / Teenage Sequence

The Telephone Numbers – The Ballad of Doug

Creo que el indie-pop más clásico, el que se fija en las guitarras cristalinas y las buenas melodías, está viviendo una de sus mejores épocas. Es algo que se puede comprobar con un simple vistazo a lo que he puesto en esta web en los últimos meses. Discos como los de Rat Columns, Quivers, Massage, o The Reds, Pinks and Purples, nos ha devuelto lo mejor de este sonido. Y así seguimos, porque hoy comento el debut de The Telephone Numbers, el proyecto de Thomas Rubenstein, un chico de San Francisco amante del buen pop, que ha reclutado a unos cuantos amigos para que le ayuden a crear un trabajo absolutamente brillante.

Según la nota de prensa, la cual está escrita por Glenn Donaldson -sí, el de The Reds, Pinks and Purples y Painted Shrines-, Rubenstein adora el pop de guitarras de finales de los ochenta y principio de los 90 -tiene un tatuaje de Teenage Fanclub y no hay día que no escuche a Prefab Sprout-. Algo que resulta evidente con tan solo darle una escucha a este trabajo. El cual, por cierto, es algo así como uno disco conceptual sobre el auge y la caída de Gin Blossoms. Una banda que poco tenía -o tiene, que creo que acaban de sacar un disco- que ver con ese sonido.

The Ballad of Doug’ es un disco en el que las guitarras limpias, esas que tanto le deben a los Byrds, ganan la partida. Todo un acierto, porque Rubenstein es uno de esos artesanos del pop que, con los ingredientes de siempre, te hace temas que rebosan frescura. Ahí está la alegre “You’re Nowhere” que abre el disco, donde se saca de la manga un delicioso estribillo que se apoya en un coro femenino. O esa preciosa y melancólica “Pictures of Lee”, en la que, muy acertadamente, se va al lado más sixties del pop. Una receta que también le funciona de maravilla en cortes como “Oh, Pretendeter” o “Kaledoscope”.

Rubenestein también disfruta adornando su pop con otros ingredientes. Así, en “Sunset Town” y “Curtains Close”, deja que sea una caja de ritmos la que lleve la voz cantante. Eso sí, sin dejar de las guitarras y las buenas melodías. Y en la estupenda “Cards They Show U”, empieza pisando el acelerador y ensuciando un poco su propuesta. Aunque sí es cierto que no puede evitar echar el freno a mitad de canción. Como tampoco puede evitar cerrar el disco con otro maravillo himno de pop soleado como “Open The Door”. Y es que, si algo se te da bien, no hay necesidad alguna de esconderlo.

El debut de The Telephone Numbers es uno de esos discos de pop atemporal a los que te puedes agarrar en cualquier momento. Toda una deliciosa colección de canciones que llega en el mejor momento, cuando el verano está empezando y todavía estamos buscando una colección de canciones que nos acompañe en estos largos días de sol.

8

Massage – Still Life

No sé si el primer trabajo de Massage se me pasó o si lo escuché en su momento y no me cuadró. Veo más factible la primera opción, porque es una banda que lo tiene todo para que me encante. Es más, entre sus miembros tenemos a Alex Naidus, el que fuera bajista de la primera etapa de The Pains of Being Pure at Heart, grupo que, como ya sabéis, adoro. Así que era imposible que yo no me enganchara a su segundo trabajo. De hecho, la misma banda asegura que es el disco que siempre han querido hacer, y que estaría entre sus favoritos de siempre. Y oye, está muy bien que estén tan satisfechos de su trabajo.

En realidad, Massage nace de la necesidad que un par de amigos tienen de tocar música y hacer canciones. Es más, dejan claro que trabajan como lo haría un grupo de amigos, compartiendo impresiones, listas de canciones, o los descubrimientos que hacen cada uno y una. Lo que no quiere decir que no sean un grupo profesional, porque al parecer, a este segundo álbum, le han dado muchas vueltas y se lo han currado bastante. Y claro, el buen resultado salta a la vista.

Still Life’ es puro indie-pop, y sus referentes no pueden ser más evidentes. Lo que no quita para que sea un disco lleno de frescura. Porque sí, son muchos los que se han fijado en el catalogo de Sarah Records, en el jangle-pop de las antípodas, o en The Go-Betweens, pero hay que saber hacerlo, y Massage son unos alumnos aventajados. Además, también saben cuando salirse de las guitarras más limpias y acercarse al C-86, como bien muestran en “Half a Feeling”, la spectoriana canción con la que abren el álbum. O sacarse de la manga la deliciosa “In Gray & Blue”, que no puede ser más New Order.

Son unos auténticos expertos en fabricar canciones llenas de guitarras luminosas que se dejan envolver por un teclado un tanto tímido. Ahí están la maravillosas y delicadas “Made of Moods” y “Until”, en las que resulta evidente la influencia de The Go-Betweens -la misma banda lo reconoce-. Pero también se les da de maravilla acelerarse un poco y tirar hacia el jangle-pop más british en “Sticks & Stones”. O todo lo contrario, relajarse y que la voz femenina sea la protagonista en “10 & 2”, que es bien bonita. Eso sí, lo mejor llega con esa joya medio sintética llamada “At the End of the World”, la cual nos recuerda al mejor indie-pop de finales de los ochenta.

Massage se meten de lleno entre los favoritos para ganar la carrera al mejor álbum de pop de 2021. Y eso que este año está muy disputada.

8,2

Lucy Dacus – Home Video

Julien Baker, Phoebe Bridgers y Lucy Dacus se han convertido en el trío femenino por excelencia del nuevo rock norteamericano. Además, lo han hecho, tanto juntas, con su proyecto boygenius, como por separado con su carrera en solitario. Las tres han dado buenas muestras de tener un talento descomunal y de llevar la música de guitarras a una generación que estaba a otras cosas. En parte, porque esa sinceridad a la hora de contar sus inseguridades ha conectado con una juventud que necesitaba unos referentes reales a los que acogerse. Y de eso hay mucho en el último trabajo de Lucy Dacus.

Home Video’ es una vuelta a la infancia y adolescencia de la artista de Virginia, así que ya os podréis imaginar la nostalgia que desprenden estas canciones. Todas ellas tratan de esos años de instituto, de amistades que parecían irrompibles y se fueron a la mierda, o de temas más serios, como el suicidio –“Please Stay” es de lo más sobrecogedora-. Y quizá, por eso, en buena parte del álbum, ha bajado las revoluciones y se ha dejado llevar por sonidos más reposados. Algo que le funciona muy bien en un corte tan bonito como “Thumbs”, donde nos cuenta la historia de una amiga que descubre que es adoptada -ella también lo es-. O esa “Going Going Gone”, que ella misma describe como una “canción de hoguera”, y en la que colaboran sus compañeras en boygenius, Mitsky, y el perro Julien Baker.

Aunque me gusta mucho su faceta más tranquila, tengo que reconocer que, cuando se acelera un poco, resulta infalible. Solo hay que escuchar esa “Hot & Heavy” que abre el álbum, la cual no puede sonar más radiante y épica. De hecho, parece que se la ha quedado algo de cuando hizo la versión del “Dancing in the Dark” de Springsteen, porque suena bastante a ese rollo. O esa efusiva “First Time”, donde vuelve a su adolescencia ensuciando las guitarras. Y que decir de esa “Brando” llena de referencias al cine -está inspirada en un compañero de clase que le abrió la luz en cuanto a cine y música, pero que luego le salió rana, porque lo único que quería era alguien que le dijera lo molón que era-. Es una absoluta maravilla pop con un estribillo de lo más redondo.

Home Video’ también cuenta con un punto intermedio entre las baladas y las canciones más eufóricas, y sí, de ahí también sale airosa. Esa historia sobre escuelas católicas de verano llamada “VBS”, no da una idea de la infancia religiosa que tuvo Dacus -iba a misa cuatro noches a la semana-, y lo hace con esa serenidad con lo que hace toda esta chica. Además, se cuela una guitarra de lo más potente a mitad de canción. Y luego tenemos “Partner in Crime”, la cual, gracias al autotune, se convierte en la rareza del disco. Eso sí, no fue premeditado, ya que se quedó sin voz durante un tiempo, y solo podía cantar un par de horas al día. Pero al final le ha quedado muy bien. Eso sí, para cerrar, nos deja los más de siete minutos de “Triple Dog Dare”. Estamos ante uno de esos temas que empiezan de la forma más tranquila, y acaba en un torbellino de guitarras. Y todo para contarnos una amistad que se convirtió en algo más y que se truncó por unas madres que justificaban sus prejuicios apelando a la religión.

8

Andrew Hung – Devastations

Fuck Buttons llevan en un descanso indefinido desde 2013, año en el que publicaron su tercer trabajo. Un descanso que ha servido a sus dos miembros para centrarse en sus carreras en solitario. Y la verdad es que no han parado desde entonces, porque Benjamin John Power ha estado muy ocupado con Blanck Mass, el que es su proyecto personal, y Andrew Hung no ha podido estar más pluriempleado. Y es que, aparte de componer unas cuantas bandas sonoras y producir a unas cuantas artistas –Beth Orton entre ellas-, también se ha embarcado en una carrera bajo su nombre.

Devastations’ es su segundo trabajo, y según la nota de prensa que acompaña al álbum, es como el primer rayo de sol después de un periodo de oscuridad. Porque, al parecer, Hung no lo ha pasado muy bien en los últimos años. Y eso se nota en el sonido del disco, que, a pesar de tener un tono un tanto oscuro, no puede ser más esperanzador. Además, no puede ser algo más personal, porque Hung se ha encargado de tocar todos los instrumentos, de producir y mezclar sus canciones, y hasta de hacer la pintura que ilustra su portada.

La carrera en solitario de Andrew Hung tiene pocos puntos en común con la de Fuck Buttons. Sí que tira de esa épica que inundaba los discos de su banda, pero aquí lo hace desde un punto de vista más rock, e incluso más pop. De hecho, el único tema que se puede asemejar un poco a esa época es “Battle”, el corte que lo abre. Y lo hace porque es mayormente instrumental y cuenta con unos teclados épicos como protagonistas. En el resto del álbum hay un poco de todo. Así, en “Promises”, tira hacia un synth-pop algo oscuro, donde no puede evitar acordarse de Robert Smith a la hora de cantar. Pero, inmediatamente después, nos deja “Brother”, en la que una sucia guitarra se alinea con una potente batería. Y es que, este instrumento tiene bastante presencia a lo largo del álbum. Además, de diferentes formas, porque en “Colour” marca el ritmo de una forma un tanto juguetona. Y eso que la canción tira hacia un mundo más melancólico. Pero en “Light” y “Wave” aporta serenidad a las dos canciones más reposadas de todo el disco.

La parte final del álbum es un tanto más electrónica. Porque, aunque también hay baterías y guitarras, son los sintetizadores los que se llevan el protagonismo. Ahí está esa estupenda “Space”, en la que no puede haber más capas de teclados épicos. Además de su voz, que refleja desesperación. Y para cerrar, prefiere volver al synth-pop y entregar “Goodbye”, la cual no puede ser más deliciosa. Además, en ella, rebaja esa épica que inunda todo el disco y que termina resultando un poco cargante. De hecho, es el gran fallo del disco, si estuviera un poco más contenido, sus canciones serian más disfrutables.

7,3

N0V3L – Non Fiction

El post-punk no ha dejado de estar ahí desde finales de los setenta, que fue cuando vivió su explosión, pero sí es cierto que en los últimos años no han parado de salir grupos que tiran de este rollo. Solo hay que escuchar a bandas como Squid o Black Midi, que lo fusionan con otros estilos y se van al rollo menos melódico del asunto. Pero siempre hay muchas formas de ver un mismo sonido, y ahí es donde entran los canadienses N0V3L. Lo suyo se aleja de las enseñanzas de The Fall que tanto gustan a los grupos británicos, y se adentra en terrenos crudos, pero más cercanos a la new-wave de los ochenta. Algo que, yo, personalmente, prefiero.

Para entender ‘Non Fiction’, el que es su segundo trabajo, hay que estar un poco al corriente de su entorno. Estamos ante una banda de claro carácter político y totalmente anticapitalista. De hecho, pertenecen al Crack Cloud Collective, una especie agrupación de artistas de Vancouver que hace un poco de todo. Y todo esto se refleja en las letras y el sonido del disco, que tiran hacia el pesimismo y dan buena cuenta de la mierda de mundo en el que vivimos. De ahí ese titulo tan esclarecedor.

Guitarras algo chirriantes, bajos crudos pero muy rítmicos, ritmos entrecortados…La propuesta de N0V3L no inventa nada nuevo, pero sí que suena autentica. Y es que, me gusta que se adentren en otros mundos y se acerquen a sonidos más melódicos. Solo hay que escuchar temas como “Untouchable” o “Group Disease”, que son una maravilla, y que incluso pueden recordar a los primeros Talking Heads. Es más, ese juego de guitarras que tienen, también nos puede hacer pensar en Television. Algo que también puede pasar con la notable “Stranger”.

Otra de las cosas que hace que se salgan un poco del sonido típico del post-punk, es ese saxo que planea a lo largo de prácticamente todo el álbum. Un saxo que le da un toque sereno a “Falling in Line”, donde bajan la intensidad de las guitarras y levantan el pie del acelerador. Algo que también hacen el los estupendos, y muy oscuros, siete minutazos de “Status”. Pero hay que reconocer que lo mejor llega cuando se aceleran y se ponen un poco más agresivos. Y ahí no fallan, y temas como “Apath” o “Violent and Paranoid” dan buenas muestras de ello. Además, en la parte final de la segunda fusionan el saxo con un teclado y hacen maravillas. Aunque eso sí, para cerrar, deciden que es mejor bajar el ritmo y entregar una “Notice of Foreclosure” más reposada y algo más melódica. A pesar de que en su letra asumen que es imposible cambiar este mundo de mierda.

7,6

The Catenary Wires – Birling Gap

Los Birling Gap son esos acantilados que están en East Sussex, y que tantas veces se han visto en películas, series o videoclips. Pero también son todo un símbolo nacionalista británico. Además de uno de los sitios donde más se quitan la vida los ingleses. Por eso no resulta extraño que sea la referencia principal del tercer disco de un grupo tan british como The Catenary Wires. Y es que, Amelia Fletcher y Rob Pursey, que para este álbum han incluido a tres miembros más, adoran su país, pero no por ello no van de dejar de mencionar las imperfecciones que tiene, y este paisaje, tan bello, y a la vez tan siniestro, les sirve de metáfora para ello.

Birling Gap’ casi es un repaso a la música británica de las cinco últimas décadas. A lo largo de sus 35 minutos encontramos indie-pop, folk algo psicotrópico, o juegos electrónicos. Y todo ello con el buen gusto y el saber hacer que siempre le ponen Fletcher y Pursey. Ya desde el principio dejan clara sus intenciones con “Face On The Rail Line”, un tema que gira en torno a la psicodelia folkie de los setenta. Y toda una delicia, la verdad. Además, es algo a lo que vuelven en cortes como “Three Wheeled Car” y “Cinematic”. Pero, como ya he dicho antes, tiran por la senda de otros caminos british a lo largo de todo el álbum.

Me gusta que se pongan un poco más oscuros en un tema como “Alpine”, que cuenta con las guitarras sombrías de todo el disco. Pero también me gusta que se acerquen al mundo de Stereolab en la genial, y algo sintética, “Liminal”. Y, por supuesto, cuando se van al pop sin complejos, no hay quien les tosa. Ahí está la juguetona “Always On My Mind”, que es una maravilla. O esa delicada “Mirrorball”, donde nos cuentan la historia de un chico y una chica solteros a los que sueltan en una discoteca de los ochenta –“It was an 80’s disco. (I know – not cool – but we both paid to be here). Mmm, desperate fools”-. Además de “Canterbury Lanes”, donde se van hacia un pop más clásico, pero igual de interesante. Y para cerrar, nada mejor que esa preciosidad llamada “The Overview Effect”.

El último disco de The Catenary Wires refleja lo bien que están llevando su madurez musical Amelia Fletcher y Rob Pursey, dos auténticos veteranos del pop británico, que entran en su cuarta década de carrera de la mejor forma posible.

7,7

Kings of Convenience – Peace or Love

Creo que no me equivoco si digo que el anuncio del nuevo álbum de Kings of Convenience fue toda una sorpresa para muchos. El dúo noruego llevaba sin publicar un trabajo desde 2009, y sus componentes estaban a su rollo con sus otros proyectos –Erlend Øye con su carrera en solitario y su faceta como DJ, y Eirik Glambek Bøe haciendo música electrónica y dando clases de arquitectura-, pero la chispa surgió de nuevo entre ellos. Y nosotros encantados, porque, a pesar de no haber cambiado nada en su propuesta, siempre es un placer encontrarse con esa calidez que impregna todas sus canciones.

Aunque en su título te dan a elegir entre la paz y el amor, el cuarto trabajo de los noruegos está claramente inspirado en lo segundo. Sus once canciones giran alrededor de este sentimiento, y claro, como no podía ser menos, lo hacen entre guitarras acústicas, y acogedores ritmos bossanova. Además de su delicada forma de cantar, en la que casi se acercan al falsete. Y lo increíble es que sigue funcionando muy bien. Porque, a pesar de que solo se salen del guion metiendo una tímida caja de ritmos en la estupenda “Fever”, consiguen que los temas de este ‘Peace or Love’ se te queden grabados en la cabeza.

Kings of Convenience saben lo que esperan sus seguidores, y por eso no tienen ningún problema en empezar este disco con una canción como “Rumours”. Estamos ante un tema en el que sale a la luz su lado más preciosista y delicado, y hay que reconocer es que es una buena elección para abrir. Más que nada, porque te mete de lleno en su mundo, y te deja del revés con ese emocionante final en el que la guitarra sube un tono y entra el resto de instrumentación. Unos ingredientes que también aparecen en otros cortes del disco, como en “Ask For Help” y “Song About It”, que son maravillosos. Pero es en ese mundo más bossa donde consiguen los mejores momentos del disco. Y es que, a ver quién se resiste a esos violines que acompañan sus ritmos cálidos en “Rocky Trail”. O a esa “Angel” tan juguetona y llena de cuerdas. Aunque lo mejor llega con “Catholic Country”, una de las dos canciones donde podemos escuchar la voz de Feist -la otra es la intima “Love Is A Lonely Thing”-. Estamos ante uno de esos temas que te hacen bailar con tan solo una guitarra y una tímida batería que entra ya casi al final. Toda una delicia que puede convertirse en uno de los clásicos de la banda.

El nuevo álbum de Kings of Convenience no va a sorprender a nadie. Y ese es quizá el fallo que se le puede poner, pero la verdad es que, a estas alturas, creo que nadie podría esperar que cambiaran su propuesta. Además, se les da estupendamente, así que para qué cambiar ahora.

7,5

Blood Cultures – LUNO

Blood Cultures es una de esas bandas misteriosas de las que poco se sabe. En un principio se pensaba que era el proyecto de un norteamericano de ascendencia pakistaní, pero luego se supo que en realidad eran un colectivo. Y poco más, tan solo que son de New Jersey y que siempre llevan la cabeza cubierta con un burka. Todo, según ellos, para mantener la conexión con sus oyentes sin que su imagen interfiera. Lo que no deja de ser algo contradictorio, porque al final cuentan con un aspecto visual bastante potente que sí interfiere en su música. Pero bueno, más allá de todo esto, tienen su punto. 

LUNO’ es un disco que refleja el cambio que han sufrido los miembros de la banda durante la pandemia. De hecho, es su álbum más personal, ya que comentan que ahora mismo el mundo no necesita otra banda anónima. Eso sí, esa personalidad está en los temas que tratan en sus canciones, no en su imagen, que sigue igual que siempre. Así, dan pistas de sus orígenes criticando la masculinidad tóxica del hombre pakistaní, y de cómo eso les lleva a la ignorancia más absoluta. Algo que ya hace que estemos ante un trabajo interesante. 

Musicalmente, es un disco al que se le pueden poner muchas etiquetas, pero quizá ninguna los describa bien del todo. Principalmente, porque mezclan todo lo que se les pone por delante. Así, nos encontramos con “Keeps Bringing Me Back”, que empieza con pop sintético algo oscuro, y acaba yéndose a una épica más propia del rock de los setenta. Y de ahí pasan a “Deep Sea Diver”, en la que se sacan de la manga un pop luminoso, con silbido incluido, que es una delicia. Aunque para delicia “Set It on Fire”, donde se acercan al lado más melódico y amable de Broadcast. Algo curioso, porque a pesar de su toque juguetón, su letra es la que refleja con más dureza ese machismo tóxico que comentaba más arriba. Y así siguen a lo largo del álbum. Su mundo ecléctico no entiende de barreras, y por eso no resulta extraño que en “Graveyard Vibes”, tiren un de un rock lo-fi un tanto retro y oscuro, y que inmediatamente después se dejen llevar por una suave voz femenina en la delicada “Andromeda”. Y para rematar la faena, un poco de tecnazo en “Beneath the Moon & Me”.

La propuesta de Blood Cultures resulta de lo más interesante, y lo es mucho más allá de ese anonimato que les lleva a esconder sus caras debajo de unos burkas, porque sus canciones son bastante molonas.

7,7

White Flowers – Day By Day

No me importa mucho que los grupos reflejen sus influencias en sus discos. Mientras lo hagan bien, claro. Eso sí, hay casos en los que se les va un poco la mano. Y hoy estamos ante uno de ellos. White Flores es un dúo -chico chica- británico que hace dream-pop con tintes electrónicos y de la forma más etérea posible. Supongo que con esos datos ya os viene a la cabeza cierta banda de Baltimore que a todos nos encanta. Y habéis acertado, porque estamos ante un trabajo que no puede sonar más a Beach House. Así que, si tenéis mono de ellos, este disco os lo puede calmar un poco.

Day by Day’ se ha ido gestando a lo largo de varios años. Los mismos que sus dos componentes estuvieron estudiando arte en Londres, pero fue en su vuelta a Preston, al norte de Inglaterra, donde las canciones terminaron de ser retocadas. Eso sí, con un productor como Jez Williams de Doves. Y la verdad es que sus temas son la banda sonora perfecta para esos bucólicos días de lluvia británicos. Por eso les voy a dar el beneficio de la duda, porque ellos también tienen un tiempo de mierda que les puede servir como inspiración.

Lo mejor disco viene cuando son más ellos mismos. Es el caso de “Night Drive”, donde meten un ritmo un tanto más potente y una guitarra que está más cerca del post-punk que del dream-pop. O de “Different Time, Different Place”, en la que están un poco mas british, y una vez más, su ritmo un tanto más animado, los lleva a otros sonidos. Aunque lo mejor aparece en “Portra”, que tira de electrónica lo-fi, y se acerca al trip-hop. Además de en esa “Nightfall” final, donde se ponen bastante más sintéticos.

Dentro de su mundo Beach House hay momentos mejores, y momentos peores. Entre los primeros tenemos la bonita “Daylight”, en la que no se cortan un pelo a la hora de fusilar su sonido. Al igual que “Stars”, que incluso cuenta con esas guitarras limpias y en continuo ascenso, tan características del dúo de Baltimore. Y luego tenemos “Help Me Help Myself”, la cual no desentonaría en el ‘Bloom’. Pero repito, más allá de la influencia evidente, son temas notables. Lo malo viene cuando ponen el piloto automático y directamente se convierten en una banda tributo, como en “Tried to Call”, o cuando entregan los seis aburridos minutos del tema titular.

White Flowers tienen potencial cuando tratan de sonar más a ellos mismos que a otras bandas, y si explotan eso un poco más, podemos estar ante un grupo interesante. De momento, se quedan un grupo que logra canciones notables sonando igual que otros.

7,2