Sacred Paws – Run Around The Sun

sacred paws

Estaba totalmente convencido de que había puesto el álbum de debut de Sacred Paws por aquí. O en su defecto, ‘Everyday’, uno de sus hits, en alguna de las recopilaciones mensuales, porque fue una canción que escuché mucho hace tres años. Pero ni lo uno ni lo otro. Entonces es cuando he caído y he pensado que, a lo mejor, lo que había puesto era el debut de Shopping, otra de las bandas de una de las componentes de este dúo. Tampoco. Así que, finalmente, me he dado cuenta de que me hago mayor y se me olvidan las cosas. Eso sí, tengo excusa, porque pongo una media de 150 discos al año en el blog, por lo que es normal que me pasen estas cosas.

Sacred Paws es un dúo de Glasgow formado por Rachel Aggs y Eilidh Rodgers, que debutó en 2017 con un álbum que tuvo unas críticas de lo más entusiastas, y se llevó el premio al disco escoces del año. Algo normal, porque su indie-pop cálido y de tintes afro, es absolutamente contagioso. Además, son una rara avis dentro de la escena escocesa, porque poco tiene que ver su música con el indie bucólico y triste de toda la vida. Sus canciones están llenas de guitarras limpias y aceleradas, ritmos que las acompañan, trompetas, y melodías y estribillos de lo más alegres.

Run Around The Sun” sigue el camino escogido en su debut. Aunque, eso sí, hay algún tema en el que las guitarras hacen un poco más de ruido, como ese ‘The Conversation’ que lo abre. Pero es la excepción del disco, el resto se mueve en ese sonido cálido que las ha puesto en el mapa. Además, lo hacen con una facilidad pasmosa, y eso se nota en temas tan enérgicos como ‘Almost It’, ‘Shame on Me’ o ‘Brush Your Hair’. Y cuando levantan el pie del acelerador, también saben jugar sus cartas, porque ‘How Far’, que casi parece un tema de Simon and Garfunkel, es una delicia. De hecho, es necesaria, ya que viene bien que bajen un poco el ritmo del disco, que si no se hace un tanto repetitivo. De hecho, ese podría ser su gran error, que no se salen demasiado de su sonido, algo que puede terminar pasándoles factura.

Sacred Paws han sacado su segundo trabajo en el mejor momento del año, cuando el calor empieza a apretar, y el verano está a la vuelta de la esquina. Y es que, su sonido, no puede acompañar mejor a los meses estivales.

7,5

Trudy and the Romance – Sandman

trudy and the romance

Los medios ingleses dicen que la música de Trudy and the Romance es inclasificable, y tan solo se mojan para decir que beben del rock de los 50. Algo que sí resulta evidente con una escucha. Pero este trío de Liverpool va mucho más allá. El toque sucio que tienen sus grabaciones, y su afición por las bandas sonoras de Disney -sí, eso es algo que han confesado ellos mismos, y que se ve a lo largo de todo el disco-, hace que sus canciones suenen diferentes. O por lo menos, no como el típico grupo de los dosmiles que se fija en el garage de los 50.

Sandman”, o lo que es lo mismo, del disco con la portada más fea del año, es su álbum debut. Aunque, eso sí, llevan sacando singles y girando desde 2015. Un recorrido que les ha hecho cambiar un poco, porque hay algo de diferencia entre sus primeros singles y las canciones de este trabajo. Sobre todo, de madurez, ya que aquellos primeros temas sonaban un poco más convencionales, y en estos, ya muestran un sonido más propio.

Curiosamente, lo mejor de este debut, son las baladas. En ellas es donde dan muestras de querer hacer algo diferente, y salirse un poco de lo que se hace en el rock de su país. Ahí está ‘My Baby’s Gone Away’, en la que su cantante le pone un dramatismo especial a su forma de cantar, y donde los pianos y los coros se fusionan con una producción un tanto lo-fi. Algo que también ocurre con ‘The Crying Girl’ o ‘Candy Coloured’, en las que no puede ser más evidente la influencia de Elvis. Pero es en esos temas que beben de las bandas sonoras de Disney, donde mejores resultados obtienen. O por los menos, donde se ponen más interesantes. Porque ‘Doghouse’, con ese estribillo redondo, y esos coros, es casi perfecta. Y si ya nos vamos a ‘Sand Orchestra’ y ‘Lullabye’, nos encontramos con dos canciones que podrían haber salido de una película de los cincuenta.

No solo obtienen buenos resultados en su faceta más tranquila, también se les da bien ponerse un poco más eufóricos de vez en cuando. Es el caso del tema que le da título al álbum, donde se van hacia un garage de lo más melódico, y en el que no se olvidan de los coros que inundan todo el disco. O de ‘Midnight’s Blue Girl’, la cual es un poco más pop.

Desde luego, se puede decir que estamos ante un proyecto curioso que, además, funciona bastante bien. De hecho, están obteniendo bastante reconocimiento en su país, el cual ya se han peinado varias veces.

7,7

Cate Le Bon – Reward

MEX250_Cate-Le-Bon_Reward-Web-Standard

Hace ya tiempo que Cate Le Bon se convirtió en una de las voces más personales del folk actual. Aunque llamar a lo suyo folk es quedarse corto, porque la de Gales ha coqueteado con todo tipo de estilos, y no le hace ascos a nada. Quizá, por eso, resulta tan interesante plantarse ante su música, porque descubres un mundo nuevo, el suyo, que no tiene nada de convencional. Algo que se acentúa en su quinto trabajo, en el que ha logrado algo realmente difícil: crear un disco complicado y lleno de matices, pero absolutamente asequible para todo el mundo.

Para escribir las canciones de este “Reward”, Le Bon se fue hasta el Distrito de los Lagos en Inglaterra, donde vivía sola en una cabaña, hacia cerámica por el día, y tocaba el piano hasta altas horas de la madrugada. En estas circunstancias, resulta de lo más normal que escribiría sus canciones más personales hasta la fecha. Y es que, sola, con tus pensamientos como única compañía, poco más puedes hacer.

Aunque el disco se abre con ‘Miami’, no estamos ante un homenaje a la ciudad norteamericana. Su letra habla más bien de escapar, y ese “Miami” que sirve de estribillo, puede ser cualquier otra ciudad del mundo. Musicalmente, es un tanto escurridiza, y la verdad es que no es una canción fácil para abrir un disco. Eso sí, se le va pillando el punto con las escuchas. Algo que no ocurre con ‘Daylight Matters’ y ‘Home to You’, más que nada porque que entran con la primera escucha. La primera, porque resulta irresistible con ese toque de soft-rock y con ese estribillo en el que declara su amor a una persona que ha perdido. Y la segunda, porque se pone de lo más juguetona, y nos deja una pequeña joya de pop algo extraño.

Cate Le Bon siempre está buscando nuevos sonidos, y en buena parte de este disco juega a eso. Por eso resulta extramente atrayente. Porque esa especie de polka folk con saxo llamada ‘Mother’s Mother’s Magazine’, es de lo más atractiva. Al igual que su acercamiento al krautrock en ‘Magnificent Gestures’, la cual, casi podría ser una canción de Stereolab. Y es que, impregna su personalidad todo lo que toca. Incluso las baladas, que parecen convencionales, pero no lo son. Principalmente, porque al utilizar el clavicordio, suenan diferentes. Es el caso de ‘Here It Comes Again’ o ‘Sad Nudes’, que consiguen emocionar de una forma diferente. Además, en la segunda le da protagonismo a un saxo, creando una atmosfera más interesante, si cabe. Y ojo, que cuando suena más convencional, también le funciona. Ahí están ‘The Light’ y ‘You Don’t Love Me’, donde vuelve al soft-rock (y al saxo).

Desde luego, hay pocas artistas tan interesantes en la escena actual como Cate Le Bon. Además, también cuando trabaja para otros, porque lo que ha hecho con la producción del último disco de Deerhunter es una maravilla.

8

Swimming Tapes – Morningside

morningside

Dicen que la música ayuda a superar las penas, y parece que después del día horrible de ayer, a mí me está ayudando. Los culpables son una banda británica llamada Swimming Tapes, que bien podría ser del sur de California, porque su música huele a playa y a verano por todos los lados. Pero no, vienen de la fría, y cada vez menos lluviosa, Londres, y han grabado su álbum de debut en un oscuro estudio ubicado en un pub del este de la ciudad.

Morningside” tira de referencias obvias dentro de este tipo de dream-pop reposado y alfo luminoso. Así que, evidentemente, los Beach Boys planean por buena parte del disco. Y luego también todas estas bandas norteamericanas que han salido en los últimos años, las cuales tienen a Real Estate como su máximo exponente. Es decir, que estamos ante uno de esos discos llenos de guitarras algo perezosas, sin sobresaltos, y melodías ensoñadoras. Como las que aparecen en ‘Passing Ships’ y ‘It Gets Old’, los dos temas que abren el disco, los cuales, también, representan su lado un poco más animado. Que tampoco es mucho, la verdad. Una línea que siguen en la preciosa ‘Mirador’ y en ‘Out of Line’. Pero es en ‘Keep Her Close’ donde más se dejan llevar por la euforia.

Si nos vamos a faceta más reposada, nos encontramos con que también la manejan de maravilla. Y es que, aquí es donde más aparece la sombra de Brian Wilson. Porque esa delicadeza, incluso en la forma de cantar, que tienen temas como ‘See It Out’ o ‘Sillhoutte’, se la deben al gran maestro californiano. Algo que también ocurre con ‘Say It Isn’t So’ y ‘Pyrenees’, las cuales, incluso, son más pausadas. Eso sí, no pueden ser más bonitas. Sobre todo la segunda, donde también entran las influencias de Teenage Fanclub.

El primer álbum de Swimming Tapes es una auténtica delicia, y toda una alegría para los que amamos este pop delicado y luminoso.

7,9

SOAK – Grim Town

SOAK

Ahora que las líneas entre el pop comercial y el independiente apenas están definidas, no está de más repasar algunas de esas artistas que se mueven entre esos dos mundos. La irlandesa SOAK es una de ellas, y su música es tan válida para los paladares más comerciales, como para los más exquisitos.

Desde la conflictiva Derry, esta joven, que con tan solo 19 años y un álbum de debut, se llevó una nominación al Mercury Prize, es especialista en fusionar estilos tan dispares como el trip-hop, el dream-pop, o el indie de toda la vida. Y es que, sabe cómo llevar una canción a los niveles comerciales necesarios sin caer en lo más evidente. Algo que demuestra en multitud de ocasiones en su segundo trabajo.

Grim Town” es un disco bastante más completo que su debut. Quizá demasiado, porque algunas canciones sí que le sobran. Pero hay que reconocer que acierta en bastantes ocasiones, y que es capaz de ofrecer muchas cosas diferentes con bastante soltura. Ahí tenemos una balada sedosa y electrónica como ‘Everybody Loves You’ y esa especie de nana dream-pop que es ‘Valentine Shmalentine’, que son de lo más bonitas. O cortes que se mueven en un pop un poco más escurridizo, pero igual de brillante, como es el caso de ‘Get Set Go Kid’ y ‘Fall Asleep / Backseat’. Y si esto se le da bien, ya os podéis imaginar los buenos resultados que obtiene cuando se va hacia el pop más directo y sin complicaciones. Es el caso de la deliciosa ‘Knock Me Off My Feet’, o de ‘Maybe’ y ‘Scrapyard’, en las que se acerca a un indie-pop más brillante. Pero el tema estrella del disco es ‘Déjà vu’, todo un himno, melancólico y algo sintético, que cuenta con uno de los grandes estribillos del año. Una de esas joyas que solo aparecen de vez en cuando.

Le falla su predilección por las baladas y por desnudar demasiado sus canciones, que no terminan de cuajar mucho sin un buen envoltorio. Con 4 o 5 cortes menos, estaríamos hablando de uno de los discos del año, pero no ha sabido resumir bien.

7,5

Carly Rae Jepsen – Dedicated

carly-rae-jepsen-dedicated_2

Supongo que sorprenderá ver por aquí un disco como este. O no, porque ya ha caído más de una canción suya en las recopilaciones mensuales. Además, al fin y al cabo, estamos hablando de pop, y a mí me gusta mucho el pop. Y es que, Carly Rae Jepsen tiene un gran talento para recuperar ese pop inocente y pegadizo que tanto triunfó en los ochenta. Quizá no sea una provocadora o una macarra, como otras, pero a la hora de construir una canción con una buena melodía y un estribillo redondo, es infalible.

A pesar de contar con influencias de los ochenta, “Dedicated” es un disco de nuestros días. Para empezar, cuenta con una lista de productores más larga que la de los imputados por corrupción del PP, algo que ya es habitual en los tiempos que corren. Además, su sonido, tiene reminiscencias a aquella época, pero también es muy actual. Y lo ha hecho sin contar con muchas colaboraciones, tan solo la de Electric Guest en una canción. Esa es otra de las cosas que me gustan de ella, que no necesita el featuring de turno de la estrella latina del momento, para meterse al público joven en el bolsillo. De hecho, tan solo coquetea con los sonidos urban en un par de canciones: ‘Everything He Needs’ y ‘I’ll Be Your Girl’. Y eso que la segunda, en la que fusiona el dancehall con su pop de toda la vida, le ha quedado estupenda.

No todo es maravilloso en este trabajo. Como en su anterior álbum, se le ha ido la mano metiendo tantos cortes. Y es que, al igual que entra fácil, su pop, también resulta un tanto cansino en grandes dosis. Así, es fácil dejarse llevar y disfrutar temas como ‘Julien’, ‘Now That I Found You’ o ‘Party For One’, que entran dentro de su lado más facilón. Pero también es fácil no prestar atención a muchas de las baladas que hay en el disco. Y eso que, algunas de ellas, como ‘Too Much’ o ‘Right Words Wrong Time’, son bastante buenas. Por eso, lo mejor del álbum, llega cuando se queda entre medias. Es el caso de ‘Want You In My Room’, en la que, si se descuida, calca la guitarra del ‘Paradise City’ de los Guns N’ Roses, o en esa especie de afro-pop que aparece en ‘For Sure’.

Es más que evidente que Carly Rae Jepsen tiene talento de sobra, y que debería vender los millones de discos que venden otras, pero, para eso, tiene que empezar a sacar discos más cortos y saber cuándo tiene meter la tijera. Que se fije en los discos de los ochenta de su adorada Madonna, que no solían tener más de diez temas.

7,4

Operators – Radiant Dawn

operators

No tenía ni idea de que Operators era el nuevo grupo de Dan Boeckner miembro de Wolf Parade, Divine Fits, y los difuntos Handsome Furs. De hecho, es una continuación de estos últimos, ya que está formado por él mismo, su mujer, y otro miembro más. Además, siguen por el mismo camino, y lo que encontramos aquí es ese synth-pop algo oscuro y con tintes rockeros con el que nos conquistó al principio de esta década. Así que, para mí, es toda una alegría, porque me encantaban sus discos, y me chifla lo bien que se adapta su voz a estos sonidos sintéticos.

Radiant Dawn” es su segundo trabajo (en algún momento dado tengo que revisar el primero), y en él nos encontramos con una especie de distopía que tiene como punto de partida la década de los setenta. Además, es un disco que tiene como principal influencia Europa del Este y la música que tanto se escucha por allí. De ahí que nos encontremos con un synth-pop frío que puede tener como base a los Depeche Mode de mediados de los ochenta. Aunque, eso sí, con la emoción que le da la voz de Boeckner, que es algo así como un rayo de luz que aparece en un día nublado.

El trío canadiense se ha apuntado a la moda de los interludios, por lo que, aunque tenga 14 cortes, en realidad son solo nueve. Los interludios están para unir un poco la historia que quieren contar. Y eso está bien, porque esos nueve cortes funcionan de maravilla. Sobre todo cuando le pone un poco más de emoción al asunto, como en el caso de ‘Days’ y ‘I Feel Emotion’, los dos temas que abren el álbum. En ellos, se dejan llevar, y consiguen romper la frialdad con unos estribillos de lo más luminosos. Algo que también ocurre en ‘In Moderan’, que es mucho más pop, y todo un temazo. Pero, quizá, lo mejor, llega con ‘Faithless’, que es un tanto más dance, y con ‘Strange’, donde recuerdan bastante a los Chvrches más oscuros.

En este segundo trabajo también hay temas que se salen un poco del guion. Es el caso de ‘Terminal Beach’, que es un tanto más synth-pop a la antigua y podría pasar por una canción de los ochenta. O de ‘Despair’, donde les entra una rabia de lo más punk. Aunque, en este caso, me quedo con ‘Come And See’, la que es la balada del disco, la cual no puede ser más bonita (casi parece una canción de Ultravox). Eso sí, para terminar, prefieren volver al pop electrónico y emocionante en la estupenda ‘Low Life’.

No solo es una alegría ver que Dan Boeckner ha recuperado su pasión por el synth-pop, también comprobar que no ha perdido el talento para crear grandes canciones de este palo.

7,9

The Ballet – Matchy Matchy

The BAllet

The Ballet han tardado seis años en publicar la continuación de I Blame Society”, uno de los mejores discos de pop de esta década. El dúo neoyorquino (la chica española que tenían como batería ya no está en la banda) se lo ha tomado con mucha calma. La cual, supongo, estará relacionada con el hecho de tener que vivir una vida normal y tener que pagar las facturas. Y es que, es una pena que no tengan más éxito, porque cuentan con un talento increíble para hacer grandes canciones de pop. Su nuevo trabajo es otra buena prueba de ello.

Greg Goldberg y Craig Willse nunca han tenido problema en hacer letras abiertamente gays, en las cuales, hablan sin tapujos del mundo que les rodea. Su quinto trabajo está lleno de referencias a la cultura queer de su país, y a la del mundo en general. Así que, por aquí, nos encontramos con temas que hablan de ligar en Apps, de roles sexuales, o de las inseguridades al salir del armario. Todo ello regado de buenas melodías, buenos estribillos, y sonidos sintéticos. De ahí que siempre se diga de ellos que son una especie de The Hidden Cameras que se fusionan con los Magnetic Fields más synth-pop.

Poco ha cambiado en la música de The Ballet en todos estos años. Quizá, están un poco más electrónicos y algo menos guitarreros. Aunque, eso sí, se resarcen bien en ‘You’re Mine’, el sucio, y estupendo, tema que cierra el disco. El resto del álbum está lleno de pequeños himnos de pop, en los que las guitarras limpias se fusionan con las cajas de ritmos y algún xilófono que otro. Es el caso de ‘Looking’ o ‘First in a Gay Bar’, que son brillantes. Pero lo mejor de su faceta más electrónica, aparece en ‘20’, toda una joya pop, por la que muchos grupos consolidados del género, matarían. Al igual que otros muchos grupos también matarían por canciones como ‘Jersey’, ‘But I’m a Top’, ‘Love Letter’ o ‘Cry Baby’, que entran dentro de lado más indie-pop, y son maravillosas. Y es que, todo les sale bien. Incluso cuando se van un poco por las ramas, como es el caso de ‘I’ve Been Wondering’, en la que meten un sampler de Deee-Lite, o en ‘Your Boyfriend’ y ‘Am I Dreaming’, que son dos baladas de lo más bonitas.

The Ballet son una de las mejores bandas de la actualidad, de eso no tengo duda. Ahora solo falta que sean un poco más prolíficos a la hora de editar nuevo material.

8,2

Alex Lahey – The Best of Luck Club

alex-lahey-best-of-luck-club

Pensaba que había puesto el álbum de debut de Alex Lahey por aquí, pero veo que no. Bueno, no pasa nada, si no lo escuchasteis en un su día, aprovecho la salida de su segundo trabajo para recomendarlo. Y es que, esta joven australiana, es una de esas artistas que tanto disfrutan de los sonidos de los noventa. Vamos, que al igual que Snail Mail, Lucy Dacus, o su compatriota, Courtney Barnett, el indie-rock es lo suyo. Aunque, eso sí, Lahey va un poco más al grano, y no se complica mucho la vida. Lo suyo es darle a las guitarras potentes y los estribillos pegadizos. Y la verdad es que se le da muy bien.

Al igual que sus compañeras de escena, la música de Lahey resulta atractiva por salirse un poco de la norma de vez en cuando. Es decir, en los noventa, a ningún grupo de este palo se le hubiera ocurrido meter un solo de saxo en mitad de una canción, o dar protagonismo a los teclados en otra, algo que sí ocurre aquí. Como tampoco se atrevían a meter una balada tan minimalista como ‘Unspoken History’, o una canción compuesta al piano, como es el caso de la preciosa ‘Isabella’. De hecho, por eso, buena parte de los discos de aquella época, suenan de lo más caducos ahora, 25 años después.

Aunque suene un poco a tópico, “The Best of Luck Club” es un poco más maduro que se debut. No solo musicalmente, también en las letras. Solo hay que escuchar el potente tema inicial, donde asegura que las fiestas le aburren y que no ser invitada a ninguna más. O esa ‘Am I Doing It Right?’, en la que se pregunta si lo está haciendo bien mientras nos deja uno de los himnos rockeros de este 2019. Así que sí, parece que, en estos dos años de gira y atención mediática, la de Sydney ha crecido a marchas forzadas. Algo que le he venido bien a su música, porque temas ‘Don’t Be so Hard on Yourself’ (la del solo de saxo), o la ensoñadora ‘I Need to Move On’, no pueden sonar mejor. Además, en el tramo final del disco, levanta el pie del acelerador, y nos deja ‘Black RMs’ y ‘I Want to Live With You’, dos temas donde acierta yéndose hacia una faceta más reposada.

Ya lo he dicho más de una vez, en la actualidad, y en lo que a rock se refiere, las chicas son las que mandan. Alex Lahey es una buena prueba de ello.

7,7

The National – I Am Easy To Find

national-easy-1557151518-640x640

Los discos dobles son un arma de doble filo. Por un lado, el oyente puede estar contento con encontrarse con un buen puñado de canciones de su artista favorito, pero, por el otro, no suele ser muy habitual que un disco de larga duración sea perfecto. De hecho, hay muy pocos trabajos dobles que entren entre los más recordados de la historia. Por eso siempre es un riesgo publicar uno, porque, aunque haya buenas intenciones, es muy difícil mantener el nivel durante tantas canciones seguidas. Como ejemplo reciente, tenemos el último trabajo de Vampire Weekend, que está bastante bien, pero que, con tres o cuatro cortes menos, hubiera sido mucho mejor.

The National siempre han sido de discos largos, pero esta vez se les ha ido de las manos. “I Am Easy To Find” cuenta con 17 cortes y se va hasta los 63 minutos, algo que no sería tan malo si no fuera porque no están tan inspirados como siempre. No sé si será la gran cantidad de colaboraciones –el disco es una especie de homenaje a las artistas femeninas, y por él pasan nombres como los de Sharon Van Etten, Lisa Hannigan o Mina Tindle -, o porque están más calmados que nunca. El caso, es que hay momentos en los que suenan demasiado planos, y el hecho de que gran parte del disco sean baladas, no ayuda. Vale que nunca han sido la alegría de la huerta, pero siempre han conseguido dar un punto emocionante a su música. Algo que aquí no les termina de funcionar.

Por supuesto, entre sus 17 canciones, hay varias baladas en las que no fallan, como ‘Roman Holiday’, que es un poco más movida, o esa ‘Hey Rosie’, en la que coquetean con la electrónica. Además de ‘Hairpin Turns’ y ‘Light Years’, dos de los singles que ya conocíamos. Pero no terminan de decir nada nuevo, y no creo que estén al nivel de muchos de los cortes de su discografía más reciente. Sí que logran salirse un poco de su camino, y acertar, en ‘So Far So Fast’, una de las canciones que cuentan con la colaboración del Brooklyn Youth Chorus, y que no resulta tan evidente como las demás.

Lo cierto es que el disco no empieza nada mal, con esa ‘You Had Your Soul With You’, donde sí que dejan lucirse a su batería, y en la que la voz de Lisa Hannigan, se contrarresta de maravilla con la Matt Berninger. Tampoco puedo decir nada malo de ‘Quiet Light’, en la que nos dejan el típico tema de The National, pero con un puntito más de electrónica. Y si ya no vamos a ‘Oblivions’, nos encontramos con la mejor balada del disco. Pero lo mejor viene justo después, en la épica ‘The Pull of You’, en la que Sharon Van Etten pone la voz, y en la que Berninger le pone bastante más animo cuando llega el estribillo. Aunque para animo el que le dan a ‘Where Is Her Head’, que al lado del resto del álbum casi parece una canción punk. Y para contentarnos a los seguidores de toda la vida, tenemos ‘Rylan’, una pequeña joya con una base rítmica brillante.

Como decía al principio, los discos dobles son complicados, y este trabajo es una buena prueba de ello. Si en lugar de 17 temas, hubieran metido 11 o 12, estaríamos hablando de otro álbum brillante de The National, y no de uno notable, que tampoco está nada mal.

7,7