Ultimate Painting – Ultimate Painting

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James Hoare (Veronica Falls) y Jack Cooper (Mazes) se conocieron hace cuatro años, cuando coincidieron en varios festivales y giras. Entro ellos surgió una química musical, y un amor por el pop de los sesenta, que les ha llevado hasta este debut. Ellos dicen que su mayor inspiración a la hora de crear estas canciones es la Drop City, aquella ciudad de artistas que crearon en 1965 uno hippies donde Cristo perdió el mechero (Colorado del Sur), y que terminó abandonada a principio de los setenta. Pero no solo se quedan en ese folk-hippie, ellos van más allá, y en muchas ocasiones se acercan al pop luminoso de esos años. Además tienen una gran obsesión con la Velvet Underground, la cual les sienta de maravilla.

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Lo primero que hay que hacer al escuchar este disco es olvidarse de donde vienen sus miembros, ya que su música no tiene nada que ver ni con el indie-rock de Mazes, ni con el C-86 de Veronica Falls. Hay que estar preparado para escuchar guitarras limpias y canciones con un ritmo más pausado al que no tienen acostumbrados. El primer ejemplo es la canción que lo abre, que es una delicia pop envuelta en unas guitarras cristalinas. Algo que también practican en la genial Rolling In The Deep End y en Jane, que es otro de los grandes momentos del disco. Pero lo mejor viene cuando se acuerdan de Lou Reed y los suyos, y nos sorprenden con un temazo como Central Park Blues, donde juegan con ese toque lo-fi que tenía la Velvet, y le dan un estribillo tremendamente pegadizo. También encontramos esa influencia en She’s a Bomb, que es un poco más oscura (ese órgano), pero cuenta con otro estribillo chulo, y en Ten Street, la única canción que tiene un poco de suciedad.

Quizá no están tan acertados en los temas más calmados, donde nos dejan Can’t You See, Riverside y Three Piers, que resultan un tanto sosas. De hecho, en este tipo de canciones, solo están acertados en Winter In Your Heart, el bonito tema con el que cierran el disco.

Les falta un poco de atino en algunas canciones, pero han logrado dar con un sonido perfecto y, en muchas ocasiones, dan buenas muestras de su talento. Seguro que en el futuro nos van a dejar cosas realmente interesantes.

7,4

Northern Soul: The Soundtrack

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El mundo de la música está lleno de fenómenos extraños y de corrientes que aparecen de la nada y se hacen enormemente populares. Una de ellas fue la del Northern Soul, que surgió a finales de los sesenta en Reino Unido, y dejó una enorme influencia en toda la música de baile que salió años después. Pero, ¿qué es el Northern Soul y por qué se hizo tan popular entre los jóvenes de clase media británicos? Muy fácil: era la mejor música para evadirse en las primitivas pistas de baile de la época. El ritmo frenético que solían tener estos temas, y sus estribillos explosivos, combinaban de maravilla con el subidón de la droga preferida de aquellos años: las anfetaminas. Si a esto le unes la obsesión por el coleccionismo de los ingleses, que buscaban los discos más raros; esos que no conocía nadie, te topas de bruces con un movimiento lleno de ingredientes atractivos para un joven de una ciudad deprimida como Manchester, que fue donde surgió todo esto.

Supongo que de todo esto irá Northern Soul, la película que han estrenado hace pocas semanas en Reino Unido, y que no sé cuándo llegará a España. Solo espero que sea pronto, que tengo muchas ganas de verla. La verdad es que se han currado bastante toda la producción (han tardado tres años en rodarla), y la banda sonora, donde han recopilado 54 temas que tuvieron cierta repercusión dentro de este movimiento.

La banda sonora se divide en dos cds. En el primero encontramos las canciones que salen en la película, y en el segundo una selección de temas de la época elegidos por Elaine Constantine, la directora de la misma – supongo que después de todo el trabajo que le dio recopilar estas canciones, no quiso que ninguna se quedara fuera -. En los dos discos hay de todo, desde artistas totalmente desconocidos, hasta algunos de los más grandes de la historia. De estos últimos nos topamos con Marvin Gaye y su This Love Starved Heart Of Mine (It’s Killing Me), un tema que empieza como una canción normal del sello Motown (algo de lo que huían los seguidores de esta corriente), y acaba derrochando la energía necesaria para meterla dentro del Northern Soul. Otro grande que aparece por aquí es Frankie Valli y sus Four Seasons, que tras arrasar en los sesenta con sus canciones vocales, abrazaron el Northern Soul y tuvieron varios pelotazos en Reino Unido. Uno de ellos es The Night, una canción que resume perfectamente este sonido (ritmo frenético y estribillo épico que entra como apisonadora) y, para mi gusto, una de los mejores temas de la historia.

Lo mejor de la banda sonora es ir descubriendo canciones, y darse cuenta del enorme talento que tenían muchos de estos artistas. Así, a bote pronto, puedo nombrar a The Carstairs y su It Really Hurts Me Girl. Esta canción tuvo un poco de controversia en su día, ya que no entraba dentro del estilo Northern Soul (era mucho más Motown), y cuando  Ian Levine (uno de los djs que popularizaron el movimiento) la pinchó en un evento de este estilo, no convenció a todo el mundo. Con todo, es un temazo. Junto a ella, tenemos a Billy Butler y Right Track, que fue una de las canciones pioneras, o esa maravilla épica y orquestal llamada They’ll Never Know Why que hizo Freddy Chavez en 1968. Por no hablar de Exus Trek, el acelerado instrumental de Luther Ingram, que fue todo un rompe pistas.

No sé qué tal estará la película, pero su banda sonora es un repaso exhaustivo y brillante por una corriente que dio un gran puñado de buenos temas.

8

Shimmering Stars – Bedrooms of the Nation

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Recuerdo perfectamente lo mucho que me gustaron hace tres años I’m Gonna Try y Nervous Breakdown, dos de las canciones incluidas en el debut de los canadienses Shimmering Stars. Aquél Violent Hearts, con el que se dieron a conocer, nos dejaba a ver a una banda obsesionada con el pop norteamericano de los 50 y los 60, y con las guitarras sucias y ruidosas. Algo así como unos The Raveonettes más calmados, y con menos hits. Es algo que, más o menos, siguen practicando en su nuevo trabajo, salvo que ahora se han dejado un poco de lado su amor por la música de hace cincuenta años. Algo que no sé si termina de cuajar.

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Shimmering Stars pueden presumir de ser una banda totalmente independiente, y de haber conseguido financiarse este álbum mediante el crowdfunding. Algo que se está convirtiendo en habitual para estos grupos a los que su sello no puede pagarles la grabación del disco. Ellos han optado por la opción de pagarlo todo y distribuir su disco, lo que les está costando un enorme vacío en los medios de comunicación habituales. El mejor ejemplo es Pitchfork, que puso bastante bien su primer trabajo, y de éste ni siquiera han hablado. Afortunadamente, en la era de internet, hay otros medios de difusión que funcionan muy bien.

Según comentan ellos mismos en su blog, Bedrooms of the Nation es resultado de fusionar las influencias de The Pixies, Flipper, Yo La Tengo, Women, y Nirvana, con el Pet Sounds, Phil Spector, y los hits que ponían en la radio en los 50 y 60. Desde luego, no hay mejor descripción que esta, aunque yo también añadiría un poco de dream-pop a la receta. Por lo menos, eso es lo que dejan ver en la bonita Defective Heart/Dreams, y en la ruidosa First Time I Saw You. Pero sí es cierto que la gran mayoría de canciones del disco se van hacia ese indie-rock sucio y cercano al noise. No es una mala elección, ya que cortes como Anomie, Shadow Visions, Role Confusion y Ego Identity están bastante bien. Lo malo es que hay ciertas canciones en el disco que no terminan de despegar, y You Were There o If You Love Me Let Me Go, se hacen un poco pesadas. Eso sí, para acabar el disco se dejan un as en la manga y nos entregan I Found Love, que está entre sus mejores canciones.

Me gusta mucho el sonido que le han sacado al disco, y cuando están acertados con los estribillos y las melodías, resultan brillantes. Por cierto, son tan majos, que en su bandcamp tenéis una recopilación llamada Lost And Found Sounds 2009-2013, la cual os podéis descargar gratuitamente. En ella encontrareis caras-b, descartes, demos de este disco, y alguna versión que otra, como el Hey de Pixies.

7,3

Broncho – Just Enough Hip To Be Woman

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A día de hoy resulta muy curioso que un grupo tenga cierta repercusión en su país, y sean unos totales desconocidos en el resto del mundo. Eso es lo que ha pasado con Broncho, que en la era de internet han conseguido un éxito en las college radios norteamericanas, y los demás habitantes del planeta no nos hemos enterado. Class Historian ha sido la canción que ha sacado a esta banda de Oklahoma del anonimato y les ha colocado en los primeros puestos de los charts indies de Estados Unidos. No es para menos, el tema es un hit instantáneo en el que nos recuerdan a los mejores The Cars o Cheap Trick; una de esas canciones que justifican la carrera de un grupo. La lástima es que en el resto del disco no encontramos otro hit tan grande, pero, aun así, sí que hay otros cortes muy majos.

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Just Enough Hip To Be Woman es un segundo trabajo, y según he podido leer por ahí, en él, han cambiado un poco su sonido. Al parecer, en su primer álbum practicaban un garage-rock más intenso y contundente, en el que la mayoría de las canciones apenas pasaban de los dos minutos (el disco entero duraba 21 minutos). Afortunadamente, ahora se han vuelto mucho más pop, y parece que han acertado (le ha dado una escucha rápida a sus primeros temas, y no me terminan de convencer). Quizá, les ha quedado un poco lineal, pero saben cómo fusionar una buena melodía con las guitarras potentes. Incluso al final, donde se ponen un poco más oscuros.

Ya sabéis que yo soy un fiel seguidor de Ric Ocasek, y de todo lo que suene a su mítica banda, por eso me cuesta muy poco engancharme a este tipo de grupos. Y es que, temas como Deena, Stay Loose o Kurt tiran de The Cars por todos los lados. Por no hablar del ya comentado hit, que con ese estribillo onomatopéyico es capaz de conquistar a cualquiera.

Tampoco se les da nada mal construir canciones con guitarras densas y suavizarlas con estribillos dignos llenos de falsetes en los que parecen los Beach Boys. Tres buenos ejemplos son Nc-17, I’m Gonna Find Out Where He’s At y Stop, que suenan de maravilla. Lo malo es cuando no le dan ese toque más pop a sus canciones más rockeras, y nos dejan cosas más oscuras como Taj Mahal o I’ts On, donde recuperan el rollo más punk que llevaban en su primer trabajo, en una canción que llegó a salir en la banda sonora de la tercera temporada de Girls. Sin embargo, en China, que es un tanto post-punk, sí que aciertan con un tema contundente y oscuro, pero en el que no se olvidan del estribillo.

Un disco con varias canciones notables, y un hit sobresaliente.

7,3

The Twilight Sad – Nobody Wants To Be Here And Nobody Wants To Leave

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Con The Twilight Sad me pasó una cosa extraña, ya que su primer trabajo me encantó, pero luego fui incapaz de escuchar los dos siguientes. Su folk-noise (así lo definen ellos) te tiene que pillar con un día bueno, en el que puedas digerir tanta sobredosis de intensidad y tristeza. Algo que, sinceramente, no me apetecía mucho. Eso ha cambiado con su último trabajo, al cual le di una oportunidad y, desde la primera escucha, me cautivó. Creo que en este disco está toda la esencia del primero y, aunque Pitchfork (el único medio que no ha puesto muy bien el disco) opine lo contrario, los mejores The Twilight Sad están aquí otra vez.

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La cuestión es que Nobody Wants To Be Here And Nobody Wants To Leave (a estos escoceses le va demasiado un título largo) te atrapa nada más empezar, con esa misteriosa y melancólica There’s A Girl In The Corner que lo abre. Quizá sea lo mismo de siempre, pero de momento les funciona, sobre todo en la parte final, donde entran las guitarras potentes y la voz de James Graham suena desgarradora. Tras ella llegan Last January y I Could Give You All That Yoy Don’t Want, donde nos encontramos con unos The Twilight Sad mucho más animados y enérgicos. En estos dos temas y en Drown So I Can Watch, los escoceses le han puesto un poco más de esperanza a su música, y la verdad es que, aunque suenen un poco más convencionales, se agradece mucho.

Si hay algo que me gusta de The Twilight Sad, son esas canciones con bajos cortantes y mucha intensidad. De eso hay varios ejemplos aquí, pero me quedo con dos: It Never Was The Same e In Nowheres. Estos dos cortes son los que más van a llamar la atención de quienes se engancharon a su música con su primer trabajo, ya que están al nivel de las canciones que lo componían. Algo que no han logrado con Leave The House, en la que la tormenta de guitarras llega demasiado tarde, y en Sometimes I Wished I Could Fall Asleep, con la que cierran el álbum demasiado calmados.

Es un buen trabajo, en el que los escoceses demuestran que su fórmula sigue funcionando muy bien.

7,7

Panda Bear – Mr. Noah Ep

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Hace pocas semanas comentaba en Instagram lo mal que había envejecido Merriweather Post Pavillion, aquél álbum de Animal Collective que ocupó los primeros puestos de todas listas de lo mejor de 2009. En su día, yo mismo estuve de lo más enganchado a ese disco pero, con los años, he visto como su sonido se ha quedado un tanto desfasado. Supongo que será por esa visión del pop tan psicotrópica que tienen los de Baltimore. Comento esto, porque el nuevo Ep de Panda Bear también va por ahí, y también entra de maravilla a la primera. De hecho, me atrevería a decir que este Ep no lo va a escuchar nadie dentro de un lustro, pero bueno, de momento, funciona. Mr. Noah es el adelanto de su nuevo trabajo, que será doble y saldrá el próximo mes de enero. Lo lanzo ayer al mercado por sorpresa y, aparte del single, contiene tres temas nuevos que no vendrán en el álbum. Vamos, que parece que el oso panda va sobrado de canciones.

La verdad es que tengo que decir que nunca he sido muy seguidor de su música, y esa gran “obra maestra” llamada Person Pitch, me resulta de lo más aburrida. Pero bueno, en pequeñas dosis y con canciones cortas, lo que hace sí que me entra muy bien. Este Ep es perfecto para los que opinan que yo, ya que las canciones son cortas, y Noah Lennox (ese es un nombre verdadero) se ha centrado en hacer temas más pop. Empezando por la canción que le da título, y que es una maravilla, y acabando con esa preciosa balada llamada This Side Of Paradise, con la que lo cierra un cuarto de hora lleno de pop desordenado, pero muy atrayente. Y es que, aunque adorne sus canciones con ruidos extraños, y algunas locuras más, las buenas melodías están ahí, y ni él, ni sus compañeros de Animal Collective, pueden negar esa influencia tan fuerte que tienen de Brian Wilson. Los juegos vocales les delatan. Espero que en el nuevo Lp siga por este camino, aunque me da a mí que no va a ser así. 8

Ariel Pink – pom pom

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Siempre he pensado que Ariel Pink puede hacer el disco de pop perfecto cuando le dé la real gana, pero no está muy por la labor. De hecho, si no fuera por su visión loca de ver la música, no estaría donde está ahora y los críticos no se rendirían a sus pies cada dos por tres. También tengo claro que el hecho de que sus discos te entren bien, depende mucho del ánimo de cada uno en el momento. Por lo menos a mí me pasa, y hay días que soporto sus ralladas mejor que otros. De momento, su nuevo trabajo no me ha chirriado mucho y, aunque es otra locura más, le he pillado el punto a la primera escucha.

pom pom es el primer trabajo que Ariel Pink firma a secas con su nombre, pero él mismo dice que es el disco en el que “menos solo ha estado”. También es el disco que llega tras la polémica estúpida con Madonna en la que se metió hace un par de semanas, y que le he puesto en las portadas de medio mundo. Vamos, que se ha hecho una buena publicidad antes de sacar el disco.

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Como viene siendo habitual, es un trabajo largo (casi 70 minutos), y en él encontramos de todo. Hay colaboraciones de lujo, como la de Kim Fowley (mítico productor de los sesenta y manager de The Runaways) que escribió con él Jell-O y Plastic Raincoast In The Pig Parade mientras luchaba contra el cáncer en una habitación de hospital, y en sus 17 cortes encontramos una buena variedad de estilos musicales. Por supuesto, predomina el pop lo-fi y juguetón, donde acierta de pleno en esa Plastic Raincoats In The Pig Parade ya mencionada, o en Put Your Name In My Phone, el estupendo primer single. Además de esa delicia disco llamada Black Ballerina, en la que calca el ritmo del Dolce Vita de Ryan Paris. Lo bueno es que ahora también acierta en los cortes un poco más rock, y nos entrega un pedazo de himno gótico llamado Not Enough Violence (mí canción favorita del disco), y Lipstick, otro corte un tanto oscuro, pero un poco menos contundente. También ha decidido que ya va siendo hora de rendir cuentas con el AOR más chungo, y en Four Shadows parece que se quiere burlar de Meat Loaf y artistas del estilo.

Si nos vamos a los cortes más locos, encontramos un poco de todo. Hay cosas interesantes como Nude Beach A G-Go, en la que se saca de la manga una canción surf de lo más psicotrópica, y la muy arabesca Dinosaur Carebears, un corte con muchas caras diferentes. Los que sí me han resultado demasiado rallantes han sido Sexual Athletics, que empieza bien, pero acaba de una forma muy extraña, y Jell-O, a la que le pasa exactamente lo mismo. Parece que si no se sale de madre en cada tema, se aburre.

Una de las cosas que más me ha sorprendido (para bien), es la parte final, donde se descuelga de todo y nos lo que podríamos llamar tres baladas. Además, las tres tienen cosas realmente interesantes. Está la épica Picture Me Gone, en la que juega a ser un nuevo romántico, la folkie y psicodélica Exile On Frog Street, y la primera parte de Dayzed Inn Daydreams, que es una pasada y tiene otro estribillo épico de lo más emocionante.

Se podría decir que es el disco de Ariel Pink que más me ha gustado, pero como ya he dicho antes, esto depende del estado de ánimo en el que te pille.

8

Too Slow To Disco

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Soft-Rock, Vanilla-Funk, Yacht-Pop…hay un millón de formas de llamar a este tipo de música surgida en los setenta, que combinaba el rock, el funk, el disco y el pop. Es una música muy californiana, elegante y sofisticada (de ahí lo de pop de yate) que, a la postre, ha terminado influenciando a un buen motón de bandas. Grupos y artistas de ahora como Haim, Midlake, John Grant O Ariel Pink beben directamente de esta corriente de hace cuarenta años. Incluso, hay grupos de la época que se dejaron influenciar por estos sonidos exquisitos, y no es raro ver alguna canción de Chicago, Alessi Brothers o Fleetwood Mac, que se quedaron con la parte más AOR del asunto.

Too Slow To Disco es una recopilación que salió la pasada primavera (hay una preciosa edición en vinilo amarillo) donde encontramos lo mejor de aquello que se llamó “Sonido L.A.”. En ella podemos escuchar un poco de todo, desde los sonidos más funk de Ned Doheny y Browing Bryant (Get It Up For Love y Liverpool Fool son de lo mejor del disco), hasta la cara más comercial y amable, donde aparecen Chicago y su Saturday In The Park. De todas formas, se podría decir que cuanto más disco y más funk, mejor se pone la cosa. De ahí que la primera parte de la recopilación sea la más interesante. Es donde encontramos esos cortes tan sofisticados, que entran de maravilla y relajan tanto. Los mejores ejemplos los tenemos en el Let’s Put Our Love Back Together de Micky Denne And Ken Gold, y en el Deco Lady de Rupert Holmes, que son una maravilla.

Por supuesto, por aquí también hay grandes hits de la época que llegaron a lo más alto en las listas norteamericanas. Una de ellos es Lotta Love, un tema compuesto por Neil Young para Nicolette Larson que fue todo un pelotazo en 1978. En ella, la artista Montana tuvo la genial idea de fusionar un saxo y una flauta travesera en un auténtico hit de disco-soul que le quedó estupendamente. Otro hit que encontramos por aquí es Steal Away de Robbie Dupree, que es mucho más AOR que el anterior, pero también tiene su punto. La canción llegó al sexto puesto de las listas estadounidenses, y suele ser una de las habituales en las listas  de “One Hit Wonders” que salen cada dos por tres.

Es una recopilación de lo más interesante, que nos enseña lo mejor de un estilo de música que en su día no fue muy bien tratado por los críticos, pero que al final ha terminado siendo crucial en el sonido de muchos de los artistas que los críticos actuales veneran.

8

Baxter Dury – It’s A Pleasure

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A pesar de su célebre apellido, Baxter Dury no disfrutó de la fama hasta que no publicó su tercer trabajo, el enorme Happy Soup. Con ese álbum de 2011 conquistó a una buena cantidad de público (servidor entre ellos), y se quitó de un plumazo el ser el hijo de un mítico de la música británica. Ahora, tres años después, vuelve con el que tiene que ser el disco que le encumbre del todo, pero Baxter no quiere hacer concesiones y en éste nuevo trabajo ha decidido hacerse el escurridizo. Lo malo es que en algún momento se le ha ido la olla de más, y el álbum es un tanto irregular.

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It’s A Pleasure se abre con Pleasure y Palm Trees, los dos singles de adelanto, que me parecen una maravilla. Tanto el synth-pop melancólico de la primera, como el toque relajado y coqueto de la segunda, me resultan de lo más interesantes. Además, son perfectas para abrir un álbum. También nos da una idea de por dónde van a ir los tiros en el resto del disco, en el que Dury cada vez canta menos (y peor), y deja mucho protagonismo las voces femeninas que le acompañan. Otra de las cosas que vamos viendo a lo largo del disco, es que es un poco más electrónico y un tanto más casero. Aun así, no es difícil encontrar al Baxter más dandy en Other Men’s Girls – no sé si será cosa mía, pero la guitarra me recuerda mucho a la del True de Spandau Ballet -, o Lips. El resultado es un tanto desigual, y todo lo bueno que encontramos en la primera (el estribillo pegadizo y el toque elegante), brilla por su ausencia en la segunda. Algo que también pasa en White Men, que tiene unos coros femeninos bien bonitos, pero que se ha quedado un tanto aburrida.

Si hay algo a lo que no se le puede poner pegas en este trabajo, es al sonido que le ha sacado. Me gusta mucho como ha fusionado el toque casero con el sintético, y lo bien que le viene esta fórmula  a los cortes un poco más animados, que, a la postre, son los mejores del álbum. Y es que,  si cogemos los dos singles, Police (me encanta la parte final), Whispered y la muy pop Wintery Kisses, no sale medio trabajo de lo más interesante. Además, Babies, el tema con el que lo cierra, no está nada mal.

Quizá no sea el trabajo perfecto (teniendo en cuenta que su música ya es imperfecta de por sí) que esperábamos unos cuantos, pero es un disco con muchas partes interesantes que puede ganar mucho con unas cuantas escuchas.

7,3

Kevin Morby – Still Life

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En los últimos años nos hemos acostumbrado a ver el nombre de Kevin Morby por todos los lados, ya sea como bajista de Woods (faceta que ha dejado definitivamente), como uno de los miembros de The Babies, o con su carrera en solitario, la cual retoma ahora con un segundo trabajo. Morby ha dejado el resto de sus proyectos y se ha mudado de Nueva York a Los Angeles para centrarse en este disco, para el cual vuelve a nombrar las influencias del primero. Vamos, mucho Neil Young, Bob Dylan y algo de Lou Reed.

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Si su anterior trabajo era un pequeño homenaje a la ciudad de Nueva York, en este encontramos fuerte influencia de su nueva vida. Según la nota de prensa, “el álbum refleja ese cambio de una ciudad a otra, y la tranquilidad que tiene en su nueva casa en Montecito Hights”. No hace falta que lo jure, ya que gran parte del disco es de lo más reposado. Salvo dos hits rockeros como The Ballad Of Arlo Jones y Motors Running, el resto se va hacia el pop y el folk más tranquilo.

Still Life empieza con The Jester, The Tramp & The Acrobat, un tema que va subiendo de intensidad hasta acabar en una maraña de guitarras y órganos un tanto épicos. Funciona muy bien y, además, tras ella vienen esos hits rockeros que comentaba antes, lo que hace que el disco tenga un comienzo espectacular. Después de estos tres temas es cuando Morby se vuelve un poco más irregular, y nos entrega una cuantas baladas interesantes, y otras un tanto aburridas. Está acertado cuando se acerca a Lou Reed y se saca de la manga cosas como la extraña Drowning, All Of My Life, Bloodsucker, o la deliciosa Parade, que es de lo mejor del disco. También se deja escuchar muy bien Amen, aunque quizá se le haya ido la mano con su duración (no creo que esta canción necesite 8 minutos). Lo malo es cuando tratar de sonar diferente, y nos deja canciones fallidas como Dancer y Our Moon, que resultan un tanto aburridas.

Al igual que su primer trabajo, es un disco un tanto irregular en el que Morby se pierde de vez en cuando. Eso sí, cuando se encuentra, demuestra que tiene talento de sobra.

7,2