Arab Strap – I’m totally fine with it 👍 don’t give a fuck anymore 👍

Arab Strap me sorprendieron (para bien) con ‘As Days Get Dark’, el disco con el que en 2021 rompían con un silencio discográfico de 16 años. Y no solo lo hicieron por su sonido, que nos mostraba al dúo escoces rebosando frescura y mirando al futuro en lugar de tirar de la dichosa nostalgia. También por los textos de Aidan Moffat, que reflejaban a un hombre de mediana edad que no se había acomodado y quedado anclado en una mentalidad del pasado. Así, nos encontrábamos con canciones que hablaban de la madurez, las adicciones, o la xenofobia. Y en estas siguen en su nuevo álbum, donde, además, nos encontramos con temas que exploran la masculinidad toxica o la alineación con las redes sociales.

Confieso que he tenido que repasar los primeros discos de Arab Strap para ver si en los noventa sonaban igual de contundentes que ahora. Porque, aunque tuve un par de años en los que los escuchaba bastante, nunca fueron una de mis bandas favoritas. Y sí recordaba que las cajas de ritmos tenían bastante protagonismo en sus canciones, pero la potencia con la que suenan ahora y la dureza que aparece en algunas de sus guitarras, no estaban ahí. Y la verdad es que, eso, es lo que más me ha impactado de este ‘I’m totally fine with it 👍 don’t give a fuck anymore 👍’. No sé si será porque graban para el sello de Mogwai, pero aquí hay guitarras que casi parecen sacadas de uno de sus discos. Y los beats de algunos temas te dejan del revés. Y todo esto regado con su talento para crear ganchos pop.

El disco se abre con “Allatonceness”, un tema de indie-rock contundente en el que Moffat ya suelta la primera perla – “Nazis and rapists sell[ing] merch”-. Y lo hace con una batería potente, unas guitarras cortantes, y esa forma de cantar/hablar, en la que casi parece escupir las palabras. Pero ojo, que cuenta con un pequeño estribillo algo más pop. Es una de las dos canciones que representan el lado más rock del disco. La otra se la han reservado para el final. “Turn Off The Light” es un tema que empieza sosegado y con una pequeña pátina electrónica que, sin embargo, termina en toda una tormenta épica y post-rock. Esto de fusionar electrónica y rock lo hacen de vez en cuando. Y muy bien, por cierto. Como en la hipnótica y acelerada “Sociometer Blues”. O en esa estupenda balada llamada “Molehills”, la cual liquidan con toda una catarsis electrónica.

La electrónica es la gran protagonista de este álbum, y muchas veces no tiene ningún problema en llevarla a la pista de baile. Es el caso de “Bliss”, que cuenta con un ritmo contundente y una melodía brutal. O de “Strawberry Moon”, que suena más sucia, pero que tiene un estribillo de lo más pop y un beat con cencerro incluido. Y si nos vamos a “Hide Your Fires” nos encontramos con lo más parecido al synth-pop que han hecho en su vida. Además, hay que decir que les sienta de maravilla. También utilizan la electrónica para hacer temas más reposados. Es el caso de el precioso “You’re Not There”. O de esa “Dreg Queen” en la que aparecen de nuevo las guitarras contundentes. Y lo hacen para hablar del alcoholismo. Un tema que también protagoniza la acústica “Safe & Well”, donde cuentan lo que era beber solo durante la pandemia.

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Joyer – Night Songs

Joyer es un dúo de Brooklyn formado en 2017 por Nick y Shane Sullivan, dos hermanos que sienten una auténtica pasión por las guitarras lánguidas y densas propias del slowcore. Aunque a lo mejor hay que decir que sentían, porque tras una serie de maquetas y un par de discos que podríamos englobar en esa corriente, para su tercer álbum han decido expandir su sonido. Sí es cierto que no dejan atrás la languidez del pasado, pero ahora entran en juego guitarras que se acercan más al shoegaze, algunos teclados, y hasta algún momento que los lleva a mundos más pop. Incluso aparece una voz femenina de vez en cuando.

Como bien indica su título, ‘Night Songs’ es un disco que tiene como hilo conductor la noche. A los hermanos Sullivan les fascinan esas horas nocturnas en las que todo está en una calma relativa. Aunque lo cierto es que su propuesta actual está lejos de ser calmada. Sobre todo, porque por aquí aparecen algunos temas que nos muestran una potencia de lo más ruidosa. Es el caso de “Silver Moon”, que cuenta con un inicio de lo más acelerado y punk que termina bajando de intensidad. Algo que no ocurre con sus guitarras, que no pueden sonar más distorsionadas y bestias. O de “Fall Apart”, donde se dejan llevar por un sonido mucho más pop que solo se altera con otra de esas guitarras potentes. Además de esa “Rings A Bell”, en la que nos muestran un indie-rock de lo más vibrante.

Casi se podría decir que hay momentos en los que Joyer han cambiado el slowcore por el post-rock. Es el caso del tema inicial, que en un principio iba a ser una intro de segundos, pero les gusto tanto que lo alargaron un par de minutos más. Y es una canción que lo tiene todo para entrar dentro de esa corriente. Aunque sí es cierto que siguen disfrutando de ese sonido más pausado y denso que protagonizaba sus primeros discos. Solo hay que escuchar “777”, donde las guitarras fronterizas destacan por encima de una sección rítmica perezosa. Eso sí, tiene su pequeña explosión final. Algo que también ocurre con la notable “Softer Skin”. Incluso con “Mason Dixon”, que sí podríamos decir que lleva ese sonido a mundos más dream-pop. Y es un acierto total.

Como no podría ser de otra manera, lo que más me ha gustado de este álbum es esa nueva faceta más pop que aparece en algunas canciones. Es el caso de “Drive All Night”, donde nos dejan un shoegaze de lo más melódico. Un sonido que también exploran en la estupenda “Wake Up”. O en “Try”, donde nos muestran unas guitarras mucho más cristalinas y ensoñadoras. Aunque la joya de la corona es “Star”. Aquí se salen por completo de todo lo que han hecho antes y entregan una autentica maravilla pop que contiene una sección rítmica vibrante y unos teclados que suenan esplendorosos. Además de unas guitarras muy melódicas y llenas de luminosidad.

Soft Kill – Escape Forever

Hay que reconocerle a Tobias Sinclair, y a sus Soft Kill, el mérito que tiene su discografía. Sin salir nunca del post-punk, el grupo de Chicago nos ha dejado un lista de discos en los que hay un poco de todo. Algunas veces suenan más duros y casi metaleros, otras veces mucho más luminosos y pop, y muchas veces como sus adorados The Cure. Incluso se atrevieron a meter algo de hip-hop en ‘Metta World Peace’. Además, son bastante prolíficos y no suelen dejar mucho tiempo entre disco y disco. La prueba la tenemos en este ‘Escape Forever’, que se edita cuando todavía no ha pasado ni un año de su anterior trabajo.

Lo de nuevo de Soft Kill nos presenta a una banda dispuesta a crear himnos mirando al pasado. Y no lo digo solo en el plano musical, también en sus letras, que apelan bastante a la nostalgia. Quizá, por eso, nos encontramos con canciones que suenan melancólicas, pero también muy vibrantes. Y es que, por aquí, aparece un punk muy melódico que les sienta bastante bien. Solo hay que escuchar “I Wish You’d Go” y “Love, Sosa”, que nos muestran a unos Soft Kill que apuestan por la energía sin olvidarse de su lado más pop y de ese deje tan Robert Smith que tiene la voz de Sinclair. O la dureza con la que atacan “Joy is a Crime”, la cual se contrarresta con un estribillo de lo más melódico. Además de esa “Kia Boys Don’t Cry” -guiño a The Cure-, en la que casi parecen Andrew W.K.  

Soft Kill también se han reservado parte de este álbum para mostrarnos su faceta más melancólica y post-punk. Ahí tenemos la estupenda “Come Hang From The Roof Tops” y sus guitarras a lo The Cure. Aunque si hablamos de la banda de Robert Smith hay que mencionar “My Section”, la que podría calificarse como su “Pictures of You”. De hecho, es que el riff de guitarra es el mismo. Y hay que reconocer que les ha quedado muy bien. Como también les sienta muy bien irse hacia la oscuridad completa en la estupenda “Fools”. O jugar con mundos sintéticos en “Ready To Die”. Eso sí, al final, no pueden evitar volver a ese lado más punk que protagoniza buena parte del álbum y entregar un corte como “Englewood”, que casi parece uno de Hüsker Dü. O cerrar el disco con el tema titular, que es de lo más potente.

Una vez más, Soft Kill son capaces de sorprender con un disco que suena diferente a todo lo que han hecho, pero en el que, en realidad, no cambian tanto de sonido. Y eso sin necesidad de meter colaboraciones de hip-hop, que es algo que lastraba un poco su anterior trabajo. Aunque sí es cierto que aquí meten varios interludios que sobran un poco. Lo bueno es que son cortitos.

Jessica Pratt – Here In The Pitch

Tengo la sensación de que la gente está harta de moderneces y de que vivimos una vuelta al pasado. Hay muchos ejemplos, como ese resurgimiento del country que nos quieren colar desde Estados Unidos. O el tremendo éxito que ha tenido Mitski con una canción que tiene un claro corte clásico. Además de las masas que mueve una artista como Lana Del Rey, que bebe bastante de la música que otras décadas. Y luego tenemos esos artistas que se están camelando a la crítica con propuestas de lo más retro. Ahí tenemos el mastodóntico nuevo disco de Cindy Lee, que caerá en el blog cuando tenga tiempo de ponerme con él -dura dos horas-. O Jessica Pratt, que lleva años metida en un folk de lo más minimalista, y que acaba de editar uno de los grandes discos de este 2024.

Here In The Pitch’ presenta un ligero cambio en el sonido de Jessica Pratt. Por primera vez, la artista de Los Ángeles utiliza batería, percusiones y teclados en sus canciones. Lo que hace que su folk suene más expansivo que nunca. Además, se podría decir que esta instrumentación más rica hace que sus canciones sean mucho más directas. Y si a este le unimos ese reverb en su voz que hace que su música arrope todo con muy poco, y el característico sonido que tiene su guitarra, el cual es de lo más envolvente, ya tenemos el combo perfecto.

Recuerdo cuando hace unos meses me llegó la nota de prensa de “Life Is”, el primer adelanto de este trabajo. Con el simple hecho de meter la frase “wall of sound” ya despertaron mi interés. Y la primera escucha no me defraudó. Estamos ante un tema con una de esas baterías marcadas por el eco y por el sonido envolvente que tenían las producciones de Phil Spector. Y la verdad es que no sé cómo no se había metido en este sonido antes. Su voz y su propuesta casan perfectamente con ese muro de sonido tan influyente y que tantas buenas canciones nos dejó. Pero lo cierto es que, más allá de este tema, y del también estupendo “Better Hate”, no lo explora más en el resto del álbum. De hecho, en la segunda, lo hace muy tímidamente.

Lo que más me gusta de este trabajo es lo cálido que suena. Las percusiones discretas, que en algunos casos tiran de la bossa nova, y los teclados reposados le dan un punto casi veraniego al disco. Ahí tenemos la delicadeza con la que ataca “World on a String”, una preciosa canción donde deja que sean los teclados los que envuelvan su voz. O el delicioso sonido retro y caso lounge que protagoniza las estupendas “Get Your Head Out” y “By Hook or by Crook”. Incluso “Nowhere It Was”, que es más minimalista y oscura, cuenta con una tímida percusión que entra dentro de ese sonido más cálido. Aunque también hay que decir que no necesita percusiones para que sus canciones entren muy fácilmente. Ahí tenemos esa “The Last Year” que cierra el álbum con una guitarra, un piano, y su voz. Eso sí, todo con buen de reverb.

Camera Obscura – Look to the East, Look to the West

La muerte de Carey Lander en 2015, teclista y una de las fundadoras de Camera Obscura, dejó a la banda escocesa en una pausa prolongada que, sinceramente, muchos pensábamos que sería definitiva. Pero en 2019 nos dieron una sorpresa de lo más agradable con una serie de conciertos junto a sus amigos de Belle and Sebastian. En esas fechas todavía no tenían compuestas las canciones de su nuevo álbum, pero sí que fueron esa chispa que los hizo volver a plantearse componer nuevas canciones. Y aquí estamos, cinco años después, con el primer trabajo de Camera Obscura en más de una década.

Tengo que reconocer que siempre me cuesta un poco entrar en los discos de Camera Obscura. De hecho, en su día, no puse muy bien anterior trabajo y luego me terminó gustando bastante. Así que con este ‘Look to the East, Look to the West’ me he tomado mi tiempo para darle unas cuantas buenas escuchas -seis horas de tren dan para mucho-. Porque, además, en este trabajo, la banda escocesa no se va a lo fácil. Han eliminado por completo las cuerdas y vientos que tanto protagonismo tenían en el pasado. Además de su característico reverb. Pero en su lugar, han añadido algo más de electrónica -un poquito, no penséis que se han convertido en una banda sintética-, y el piano y el Hammond están más presentes. Y esto, unido a la preciosa voz de Traceyanne Campbell, que ahora se aprecia mejor, hace que estemos ante un disco estupendo.

El disco se abre con “Liberty Print”, el que puede que sea el tema más indie-pop del álbum. Además del más electrónico, porque está guiado por una caja de ritmos y los teclados de Donna Maciocia tienen más presencia. Y ojo, porque a pesar de ser tan directa y animada, estamos ante una canción dedicada al hermano de Campbell, que falleció a la corta edad de 34 años. Aunque no hay otro corte tan directo como este el álbum, sí que han conseguido dar con un sonido que les funciona muy bien. Aquí gana la partida el country, pero lo llevan muy bien a una faceta muy pop. Ahí tenemos la estupenda “Big Love”, una canción que la propia banda comenta que es un tributo a Waylon Jennings y Sandy Denny. O “The Light Nights” y “Pop Goes Pop”, donde se animan un poco más y dan con dos temazos.

Creo que lo hace interesante este regreso de Camera Obscura es el equilibrio perfecto que hay entre los cortes más animados y las baladas. O cuando mezclan estas dos facetas, como en la estupenda y elegante “We’re Going to Make It In A Man’s World” y en la retro “Denon”. Además de en esa especie de bossa-nova sintética que se marcan en “Baby Huey (Hard Times)”. Pero lo más sorprendente es lo bien que les han quedado dos baladas al piano como son “Sleepwalking” y “Sugar Almond”. Y es que, es imposible que la voz de Campbell no te emocione. Y más en la segunda, que está dedicada a su amiga y compañera de banda fallecida. Eso sí, para cerrar, ponen toda la carne en el asador y nos dejan un baladón más épico y vibrante.

The Lemon Twigs – A Dream Is All We Know

Con su cuarto trabajo, el maravilloso ‘Everything Harmony’, The Lemon Twigs entraron en una nueva liga. Hasta entonces, muchos críticos, y parte del público, había visto al grupo de los hermanos D’Addario como una especie de pastiche de influencias del rock de los 60 y 70 que estaba bien para pasar un pequeño rato nostálgico, pero nada más. Nadie los iba a meter entre sus discos favoritos del año ni nada por el estilo. Pero todo cambió con ese trabajo en el que descubrían a Simon & Garfunkel y se dejaban llevar por unos sonidos más relajados y folk. Además de por un buen falsete. Aunque es cierto que ‘Songs For The General Public’, su tercer álbum, ya nos mostraba una banda mucho más interesante. Y casi podríamos decir que este nuevo disco se acerca más a ese álbum, que era mucho más alegre y pop.

The Lemon Twigs apenas han tardado un año en dar continuación a su anterior disco. Supongo que habrán querido aprovechar el tirón de popularidad que tuvieron el año pasado. De hecho, hace semanas que tienen las entradas agotadas para su concierto de este mes en Madrid. Algo de lo que también tienen bastante de culpa los adelantos que han ido sacando de este ‘A Dream Is All I Know’. Empezando por ese “My Golden Years” que publicaron la primera semana del año. Este tema tan luminoso y pop, en el que se sacan de la manga unas preciosas guitarras a lo The Byrds y unas armonías que no pueden tirar más de Brian Wilson, es una autentica joya. Como esa “They Don’t Know How To Fall In Place”, otra de las estupendas canciones que nos han adelantado en los últimos meses.

Resulta curioso que casi hayan sacado por completo de la ecuación las baladas más folk que protagonizaban parte de su anterior trabajo. Sobre todo, porque fue lo que conquistó a muchos de sus nuevos seguidores. Por aquí apenas nos encontramos un par de estos temas. Tenemos “Ember Days”, donde sacan la acústica para volver a tirar de Simon & Garfunkel. Y lo mejor es que vuelven a dar en la diana. Como en “I Should’ve Known Right From The Start”, donde tiran un poco más de psicodelia. Aunque hay que decir que la gran balada del disco es “In The Eyes Of The Girl”, un tema compuesto junto a Sean Ono Lennon, en el que, curiosamente, suenan más que nunca a los Beach Boys. Y bueno, el tema titular también es estupendo, pero no lo consideraría una balada como tal.

Como ya he comentado más arriba, aquí están mucho más animados que en su disco anterior. Y la prueba la tenemos en un tema como “How Can I Love Her More?”, un pasada de canción coronada por uno órgano saltarín y unas trompetas de lo más vibrantes. Pero también nos muestran ese lado mucho más pop y directo en “Sweet Vibration”, donde aparece ese falsete que tanto nos gusta en un estribillo fantástico. O en esa preciosidad llamada “If You And I Are Not Wise”, donde bajan un poco el ritmo, pero lo compensan sacándose de la manga unas guitarras de lo más melódicas y bonitas. Y ojo con esa “Peppermint Roses” en la que tiran de los Beatles que empezaban a entrar en la psicodelia. O con “Rock On (Over and Over)”, que cierra el álbum con un rock de lo más clásico. Y mola bastante.

Corridor – Mimi

Corridor me sorprendieron muy gratamente con ‘Junior’, el que fue su tercer trabajo, pero el que también fue un punto y aparte en su carrera. Para empezar, porque consiguieron ser la primera banda francófona que fichaba por Sub Pop. Pero también porque pulieron bastante su sonido y dejaron atrás buena parte del lo-fi que marcaba sus dos primeros trabajos. Y ahora, casi cinco años después, los de Montreal vuelven con un cuarto álbum en el que sí se nota algún cambio. Se puede ver que no están tan efusivos como antes y que han decidido pisar el freno para entregar alguna propuesta más relajada y ensoñadora. Aunque eso sí, no dejan de lado su faceta más rock.

Tras el sprint que fue la composición y grabación de su anterior trabajo -lo hicieron todo en dos meses-, para este ‘Mimi’ se lo han tomado con mucha calma. En parte porque la pandemia los pillo entre medias. Pero también porque ahora tienen nuevas responsabilidades familiares que se cruzan con su carrera musical. Y eso, como no podría ser de otra manera, ha terminado influyendo en el resultado del disco. Porque sí, estamos ante el inevitable disco de madurez, y para reflejarlo se dejan llevar por la experimentación. De hecho, se fueron juntos a una cabaña durante un tiempo y de allí salieron con un montón de ideas, que no canciones. Eso vino después.

Tengo que decir que lo primero que me ha venido a la cabeza tras escuchar este disco son Deerhunter. Y no iba mal encaminado, porque luego he visto que los mencionan en la nota de prensa. El indie-rock expansivo y lleno de juegos de guitarras cristalinas que aparece en temas como “Phase IV”, “Moon Argent”, o “Chenil”, recuerda bastante a la banda de Bradford Cox. Y yo encantando, porque se les echa de menos. Además, para ser justos con Corridor, hay que decir que le ponen su propio enfoque. En parte, también porque al cantar en francés aparece un pequeño toque que incluso podría acercarse a la chanson. Ahí tenemos la luminosa y preciosa “Porte Ouverte”. O esa “Pellicule” que cierra el álbum dejándose llevar por un lado más psicodélico.

Corridor no se olvidan de ese lado más efusivo y acelerado que protagonizaba su anterior trabajo. Así, en “Jump Cut” fusionan el indie-rock con los ritmos kraut para dar con un tema que te levanta de la silla en el primer minuto. Y si nos vamos a “Mourir Demain”, el que es el single principal del disco, nos encontramos con unas guitarras más sucias de lo normal, las cuales, sin embargo, nunca pierden su toque melódico. Además, también derrochan una buena de dosis de épica que le sienta de maravilla a la canción.

A Certain Ratio – It All Comes Down To This

A Certain Ratio fueron una rara avis dentro de la escena post-punk británica de principio de los ochenta. La banda de Manchester siempre citó a grupos que tenían las guitarras como punto de partida de su propuesta, como Wire o The Velvet Underground, pero también citaban a Funkadelic o Earth, Wind & Fire. Y esto se reflejaba en sus canciones, que llevaban ese post-punk a terrenos más bailables y excéntricos. Lo que hizo que no tuvieran tanto éxito como algunos de sus compañeros de escena. Pero sí que fueron muy reivindicados en esa escena dance-punk que invadió la música a principio de los 2000. Quizá, por eso, tras más de una década sin editar disco, en 2008 volvieron con un nuevo álbum y desde entonces no han parado.

It All Comes Down to This’ refleja un cambio de sonido importante en la banda. Empezando por la producción de Dan Carey que suena más limpia que nunca. Además de esplendorosa y vibrante. Pero también por como atacan sus canciones. Aquí aparece un lado mucho más pop que costaba ver en sus anteriores trabajos. Solo hay que escuchar “All Comes Down to This”, que abre el disco con un ritmo frenético que te lleva directo a la pista de baile. Pero lo bueno es que no se olvidan de acompañarlo de una excelente melodía y de unas guitarras que rugen lo justo. O esa “Keep It Real” que también sigue por la senda del funk. Y si nos vamos a “God Knows”, nos encontramos con unos A Certain Ratio que se van al synth-pop. Además, uno estupendo, porque ese teclado que la protagoniza es una delicia.

Por aquí también nos encontramos con algunas muestras de esos A Certain Ratio que son reivindicados por la escena dance-rock. Ahí tenemos esa “Out From Under” que te gana del todo con su ritmo juguetón y sus guitarras funk. Además de un estribillo bastante pegadizo. O la estupenda “Where You Coming From”, donde se oscurecen un poco más, pero en la que no se olvidan de que ahora disfrutan de un buen estribillo pop. Porque esa es otra, incluso los momentos menos directos del álbum entran bastante bien. Es el caso de “We All Need”, que es oscura y algo densa, pero tiene una sección rítmica a medio camino entre el dub y el funk que es una maravilla. O esa “Bitten by a Lizard” algo tenebrosa en la que casi se dejan llevar por un ritmo calipso.

Se podría decir que la gran sorpresa del disco llega al final. Además, es una de lo más agradable. “Dorothy Says”, el tema que cierra el álbum, nos presenta a unos A Certain Ratio haciendo ese tipo de post-punk que tenían que haber hecho si hubieran querido triunfar en las listas de los ochenta. Es un corte de lo más melódico en el que las guitarras suenan algo oscuras, pero no mucho, y los teclados brillan más de lo esperado. Una pequeña joya que los emparenta con otras bandas de su época como The Psychedelic Furs o The The. Y yo me alegro un montón, porque las dos me gustan una barbaridad.

Bullion – Affection

Tengo que reconocer que, hasta hace unos meses, jamás había escuchado la música de Bullion. Y eso que el londinense Nathan Jenkins, que es quien se esconde detrás de este proyecto, lleva casi dos décadas de carrera. Aunque también es cierto que su último trabajo data de 2016. Desde entonces, sí que ha publicado unos cuantos singles y algún que otro EP. Se ha dedicado más a ejercer de productor, donde ha dejado su huella en algunos temas de Carly Rae Jepsen, Westerman, Nilüfer Yanya, o Avalon Emerson. Hasta que hace unos años se mudó a Lisboa y encontró la inspiración para crear un nuevo álbum. Aunque eso sí, ahora parece que se ha vuelto a Londres, ya que el disco se grabó en la capital británica.

Affection’ se mete de lleno en el sonido más sofisticado que ya presentaban sus últimos singles. La electrónica más enfocada hacia la pista de baile que marcó el principio de su carrera casi desaparece por completo y da paso a un pop sintético con una fuerte influencia de los ochenta. Aunque sí que hay veces que se sale un poco de ahí y se va a otros mundos. Como en esa “A City’s Never” que abre el álbum. Un tema más animado y juguetón en el que podemos escuchar la voz de Noah Lennox, más conocido como Panda Bear. De hecho, recuerda un poco a lo que hace el músico norteamericano en solitario. Y lo curioso es que, a pesar de que vivían en la misma ciudad, nunca llegaron a coincidir y grabaron la canción vía mensajes electrónicos.

Buena parte del álbum está protagonizado por un pop lleno de teclados delicados y cajas de ritmos sofisticadas que recuerda bastante a The Blue Nile y otras bandas de los ochenta. Algo que ha intentado hacer Taylor Swift en su último trabajo y ha obtenido un resultado irregular. Solo hay que escuchar “Rare”, un tema que creó junto a Carly Rae Jepsen cuando estaban grabando su último trabajo. Es autentica maravilla elegante y emocionante que merece ser un hit. O “Once, In a Borrowed Car”, que es un poco más sintética, pero que cuenta con esa melancolía propia de la banda escocesa. Incluso en el tema titular, que es algo más bailongo, se puede apreciar esa elegancia propia del soft-pop de la época. Además de con un teclado que es una delicia. Al igual que en la notable “Your Father” y su estupendo estribillo.

Como ya he dicho más arriba, de vez en cuando se sale un poco de ese sonido. Y nada mejor que llamar a Charlotte Adigéry para que le ayude en esto. La cantante del dúo belga dejó sorprendido al propio Bullion cuando la vio actuar en un festival. Lo que le llevó a ponerse en contacto con ella para que colaborara en este trabajo. Y de ahí sale “World_train”, el que es el tema más bailongo del disco. Y hay que decir que su ritmo juguetón, sus extraños violines que aparecen de fondo, y la voz de Adigéry enganchan. Al igual que el synth-pop más efusivo que se deja ver en la estupenda “Cavalier” -me encanta como suenan los teclados en su parada intermedia-. Eso sí, para cerrar el disco no puede evitar volver a sonidos más sofisticados en la también notable “Hard To Do”.

St. Vincent – All Born Screaming

Hay pocas artistas en la actualidad que hayan sabido reciclarse tanto, y tan bien, como St. Vincent. El proyecto musical de Annie Clark ha pasado por unos cuantos cambios sonoros, los cuales suelen venir acompañados de unos cambios de imagen, sin resentirse. Todo lo contrario, con cada nuevo disco que edita, su leyenda crece un poco más. Así, tras ese ‘Daddy’s Home’ de 2021 en el que se decantaba por el rock y el funk de los setenta, ahora vuelve más oscura que nunca. Tanto en lo musical como en lo visual. De hecho, según ella misma, su nuevo estilo musical atiende al nombre de “pop post plaga”.

All Born Screaming’ es el primer trabajo que produce íntegramente la propia Annie Clark. Y es que, al parecer, tras acabar la gira de su anterior trabajo, estuvo experimentando con cajas de ritmos y sonidos electrónicos. Ese fue el detonante para que lo produjera ella misma, porque había sonidos en su cabeza que solo ella podía reproducir. Y lo cierto es que lo ha hecho de maravilla, porque este disco suena como un tiro. Además, no lo tenia fácil, porque aquí hay un poco de todo. Tenemos rock más o menos agresivo, alguno de los momentos más electrónicos de su carrera, y hasta un pop que la acerca a los Talking Heads -no olvidemos que hizo un disco conjunto con David Byrne-. Eso sí, ha contado con la ayuda de algunos músicos, como Dave Grohl, que toca la batería en dos temas, y Cate Le Bon, que colabora en la canción principal.

Cuando empiezas un disco con una canción que se llama “Hell Is Near” ya estás dando una pista clara de por donde van a ir los tiros. Aquí se habla de la muerte -hay una canción dedicada a Sophie-, de la masculinidad toxica, y de muchas cosas de mierda con las que vivimos cada día. Lo curioso es que este primer tema en el que nos dice que el infierno está a la vuelta de la esquina, es un corte agradable, tranquilo y ensoñador. De hecho, me ha recordado bastante a los primeros Air. Pero poco a poco va llegando la oscuridad. La tenemos en el rock sintético de “Breathless”, que recuerda bastante a los Nine Inch Nails menos agresivos, o en esa “Broken Man” llena de riffs potentes que se dejan acompañar por la batería de Grohl. Una batería que también aparece en la áspera “Flea”.

Curiosamente, tras ese trío lleno de oscuridad, el disco se vuelve más luminoso y pop en su segunda parte. Ahí tenemos la bailonga “Big Time Nothing”, que según la propia St. Vincent está inspirada en el Londres de los 90 y en The Prodigy. O esa “Sweetest Fruit” marcada por un ritmo electrónico de lo más pegadizo y juguetón. Y eso que es la canción dedicada a Sophie. Además de “So Many Planets”, una maravilla de tema que podríamos meter dentro del reggae. Y si nos vamos al tema titular, nos encontramos con una primera parte luminosa y pop que es puro Talking Heads. Eso sí, en su segundo tramo entra un bombo acelerado y unos coros protagonizados por Cate Le Bon que son un tanto dark. Y eso sin contar el frenético ritmo dance que los acompaña.