Andy Shauf – Wilds

El año pasado conocimos a Judy, la chica que había roto el corazón de Andy Shauf, y la protagonista de ‘The Neon Skyline’, su anterior trabajo. Lo que no esperábamos es que fuera haber una segunda entrega de “canciones inspiradas en Judy”. Pero claro, la pandemia, y el parón de su gira de presentación, le hicieron ponerse a trabajar en esas canciones que se habían quedado fuera del disco. Y de ahí nace ‘Wilds’, el que es su séptimo trabajo.

A pesar de ser los “descartes” de su anterior álbum, el artista canadiense no nos está vendiendo las sobras. Las nueve canciones de ‘Wilds’ funcionan a la perfección y construyen un disco de lo más coherente. Es más, en él, ahonda más en la relación -creo que es ficticia, pero no estoy muy seguro -, con Judy. Ahí está esa pequeña joya llamada “Spanish on the Beach”, en la que narra unas vacaciones con su ex en las que ella no para de hablar en español y él no se entera de nada. O la bonita ‘Television Blue’, donde recuerda otras vacaciones más idílicas y menos problemáticas. Además de algún un tema más sombrío, como es el caso de “Believe Me”, en la que describe una riña doméstica.

Musicalmente, y como era de esperar, sigue metido de lleno en su folk con tintes cinematográficos. Y eso es lo que más me gusta de sus canciones. Me encanta ese toque sixties que tienen algunos de sus temas, el cual, por cierto, lo aleja del lado más aburrido del folk. Así, con los mismos ingredientes de siempre, consigue que temas como “Judy (Wilds)” o “Jaywalker”, funcionen a la perfección. Porque siempre hay una guitarra o una batería que sobresale y lleva la canción un poco más allá. Además, está su voz, reposada y llena de calidez. Y esa voz le viene de maravilla a “Jeremy’s Wedding (Wilds)”, el bonito tema que cierra el álbum, y que casi es un homenaje al “Sweet Jane”.

7,7

I’ll Be Your Mirror: A Tribute to The Velvet Underground & Nico

Los discos tributo hay que cogerlos con muchas pinzas. Y más cuando se trata de una de las grandes obras maestras del pop y el rock, como es el álbum de debut de The Velvet Underground & Nico. Hay que tener valor para enfrentarse una de las colecciones de canciones más influyentes de la historia, pero claro, cuando tienes a un elenco de artistas como el que aquí, la cosa cambia. Buena parte de ellos ya forman parte de la historia del rock, y no es la primera vez que revisan a la Velvet –Michael Stipe y Thurston Moore lo hicieron en varias ocasiones con sus respectivas bandas-, así que atacan las canciones sin miedo, pero sí con mucho respeto.

I’ll Be Your Mirror: A Tribute to The Velvet Underground & Nico’ llega casi a la vez que el esperado documental sobre la banda que ha hecho Todd Haynes, el cual se estrenará el próximo 15 de octubre en Apple TV. Aunque creo que también lo hará en algunas salas. Así que parece que en estos meses finales de 2021 vamos a tener a la mítica banda neoyorquina de lo más presente. Eso sí, son dos proyectos totalmente diferentes. De hecho, aunque parezca que el sello Verve se está aprovechando del tirón del documental, los artistas empezaron a trabajar en estas canciones mucho antes de la pandemia. No obstante, estaba siendo supervisado por Hal Willner, el experto en recopilaciones y amigo personal de Lou Reed que, tristemente, falleció en la primera ola de la COVID-.

Si hay que algo que tienen en común estas versiones, es que buena parte de ellas han respetado la idea original. Porque, salvo Michael Stipe, que hace una curiosa, pero bonita revisión del “Sunday Morning”, y St. Vincent, que junto a Thomas Bartlett destrozan el “All Tomorrow’s Parties”, el resto están bastante comedidos. Y quizá sea mejor así, porque al final, cada artista ha elegido muy bien su canción. Así, a Matt Berninger le sienta estupendamente dar una poco de sobriedad al “I’m Waiting For The Man”; Sharon Van Etten consigue emocionar con su “Femme Fatale”, y Kurt Vile le da frescura al “Run Run Run”. Aunque lo mejor llega con la intensa revisión de “Heroin” que hacen Bobby Gillespie y Thurston Moore. Y es que, el líder de Primal Scream, parece que ha nacido para cantar esta canción, y si hablamos de distorsiones, qué mejor que llamar al mítico guitarrista y cantante de Sonic Youth. Pero también hay destacar la delicada versión que hace Courtney Barnett de “I’ll Be Your Mirror”, y el derroche de juventud que impregna King Princess a “There She Goes Again”.

No me he olvidado de lo que podríamos llamar los “temas más ariscos del disco”. Y es que, si tengo que decir que no son mis favoritos del álbum original, pero sí que sé ver la influencia que han ejercido en muchas bandas. Algo que se puede apreciar estupendamente en cómo le queda de bien el “The Black Angel’s Death Song” a Fontaines D.C. – ¿Cuántos grupos de post-punk han copiado esa forma de cantar en las últimas cuatro décadas? -. Incluso Iggy Pop, que tan solo un par de años después de que se editará este álbum publicó el debut de los Stooges, deja claro que fueron una influencia crucial es su música reinterpretando la ruidosa “European Son”.

7,7

Blancmange – Commercial Break

Neil Arthur no para. El único miembro de Blancmange que queda en activo lleva más de una década sacando discos sin parar. De hecho, de los 14 álbumes con los que cuenta su discografía, once se han publicado en los últimos diez años. Además, por si esto no fuera poco, también ha editado discos bajo el nombre de Fader. Esto nos puede llevar a pensar que publica todo lo que le viene a la cabeza, pero no, sus discos están muy bien pensados y hechos con mucho mimo y coherencia. La prueba la tenemos en su último trabajo.

Commercial Break’ refleja muy bien ese cambio que han vivido las grandes ciudades con la pandemia, y como muchos de sus habitantes se han fugado al campo. Es más, el mismo ha grabado el disco en el estudio que tiene en Cornwall el artista de música electrónica Benge. Allí, muy alejados de la gran ciudad, empezaron a grabar parte de los sonidos que les rodeaban -en el disco hay sierras eléctricas, olas que explotan en un acantilado, o un lavavajillas-, y manipularlos para que apenas se notaran junto a los teclados analógicos de Benge. Y la verdad es que han conseguido dar con un sonido de lo más interesante.

Se podía decir eso de que Blancmange ahora suenan más adultos. Todo un topicazo que no deja ser verdad. Porque, aunque estemos ante una banda, o un artista, que tuvo un papel importante en la escena synth-pop de los ochenta, aquí no se va a lo evidente. Sus texturas sintéticas son un tanto escurridizas, y en ellas se acerca al lado más minimalista del pop electrónico. Ahí está esa sosegada “Share out the Light” que abre el disco dejándonos una buena muestra de esos teclados analógicos de Benge. O la algo extraña “Strictly Platonic”, en la que se marca un spoken-word entre esos sonidos obtenidos del campo.

Neil Arthur también sabe lo que es hacer cortes más directos. Es el caso de “Endless Posts” y su fusión de cajas de ritmos potentes y guitarras. O de esa preciosidad llamada “This a State”, todo un delicado himno de lo más sintético. Incluso es capaz de irse hacia la pista de baile más oscura en “Dog Walk in a Cloud”, o de dar protagonismo a una guitarra acústica en “Long Way Road”. Aunque eso sí, prefiere cerrar el disco con “Looking After Aliens”, una canción instrumental un tanto dispersa.

7,5

Mac McCaughan – The Sound of Yourself

Mac McCaughan es uno de esos artistas incansables que cuenta con una buena cantidad de proyectos. El principal, por supuesto, es Superchunk, pero también nos ha dejado una buena cantidad de discos como Portastatic. Además, es uno de los dueños del sello Merge Records, con el que ha editado discos tan importantes como el ‘Funeral’ de Arcade Fire o el ‘In The Aeroplane Over The Sea’ de Neutral Milk Hotel. Pero también cuenta con una carrera en solitario con la que ahora publica su segundo trabajo. Y ojo, que el primero estaba bastante bien. Aunque sí es cierto que no tuvo mucha repercusión.

A pesar de que el disco se llama ‘The Sound of Yourself’, estamos ante un trabajo lleno de colaboraciones de amigos. Y es que, según el propio McCaughan, quería que otros artistas mejoraran sus canciones. Así, por aquí, nos encontramos con TORRES, con Yo La Tengo al completo, o con Matt Douglas de los Mountain Goats. Pero sí es cierto que gran parte de lo que escuchamos aquí sale del pequeño estudio que tiene en su casa.

Estamos ante un disco más introspectivo que su álbum de debut, que era mucho más pop, e incluso contaba con algún coqueteo a con la electrónica. El hecho de que estas canciones estén compuestas justo después de hacer una banda sonora ha propiciado que meta unos cuantos temas instrumentales que, por desgracia, se hacen un poco eternos. Algo que, para mí, lastra un poco el disco. Pero bueno, es cuestión de fijarse en los otros cortes del álbum. Y la verdad es que ahí no falla. Y eso que está un poco más contenido de lo habitual, pero temas como “The Sound of Yourself” o “Burn a Fax”, que se mueven a cámara lenta, son notables. Sobre todo, el segundo, que gracias a ese saxo tiene un toque The Blue Nile que es una maravilla.

No es que el disco sea muy efusivo, pero sí que cuenta con algunos temas más potentes. Es el caso de la estupenda “I Hear The Radio”, en la que una fuerte base rítmica se fusiona con un teclado que es una maravilla, y con las voces de Michael Benjamin Lerner (Telekinesis) y Annie Hayden (Spent). O de “Circling Around”, la que es la canción más Superchunk del disco. Aunque lo mejor llega con esa pequeña joya a medio camino entre el folk y el indie-rock llamada “Dawn Bends”, donde cuenta con Yo La Tengo como banda de acompañamiento.

The Sound of Yourself’ no es un disco tan directo como su álbum de debut, pero sí que contiene un buen puñado de canciones notables. Además, siempre es un placer encontrarse con McCaughan.

7,4

Sufjan Stevens & Angelo De Augustine – A Beginner’s Mind

Sufjan Stevens lleva un par de años de lo más productivos. Primero fue ‘The Ascension’, ese álbum mucho más electrónico que publicó el año pasado, y que estaba bastante bien. Luego vinieron una serie de discos de música ambiental que no escuchó nadie. Y ahora nos deja un trabajo junto al músico de folk Angelo De Augustine, el cual, afortunadamente, hace que nos olvidemos de esos cinco discos que ha editado en los últimos meses. Porque sí, aquí reaparece el Sufjan Stevens más folkie e intimista. Y el apoyo de De Augustine le da un poco de frescura a esta faceta suya.  

El proceso de creación de este ‘A Beginner’s Mind’ es un tanto curioso. Los dos se fueron durante a un mes a la cabaña que el batería de The National tiene en los Catskills, al norte de Nueva York, y allí se pusieron una especie de ritual diario. Todas las noches veían una película, a la mañana siguiente cada uno escribía lo que le viniera a la cabeza, y por la tarde se juntaban para compartir ideas. Evidentemente, todas esas películas que vieron, donde hay títulos tan conocidos como ‘La Cosa’ o ‘El Silencio de los Corderos’, terminaron influyendo en las canciones. Aunque hay que decir que más en el título que en las letras en sí.

Musicalmente, se mueven en ese folk tranquilo en el que sus voces se adentran en paisajes sonoros protagonizados por guitarras con bien de eco. Además de algún teclado que otro. Y como dato curioso, hay que recalcar que los dos cuentan con un timbre de voz muy parecido, por lo que casi nunca sabes a quién está cantando en ese momento. La prueba está en cortes como “You Give Death A Bad Name” -sí, todo parece indicar que hay una pequeña coña con la canción de Bon Jovi– o “Murder and Crime”, los cuales podrían estar en un cualquier disco de Sufjan Stevens. Algo que no deja en muy buen lugar a Angelo De Augustine, que parece que ha terminado cediendo ante el sonido del de Detroit. Aunque la verdad, si es para crear canciones tan bonitas como “(This Is) The Thing”, “It’s Your Own Body And Mind” o “Lacrimae”, no creo que le importe mucho.

No todo es folk intimista en este trabajo. Hay unos pocos momentos en los que se salen un poco de la norma. Aunque solo sea porque la instrumentación es más rica. Es el caso de “Reach Out”, el tema que abre el disco, en el que prácticamente se adentran en los discos navideños de Stevens -algo que también ocurre con “The Pillar of Souls”-. Pero también en “Lady Macbeth In Chains”, que es bastante más animada y al menos cuenta con una batería. Aunque el lado más efusivo del disco llega con “Back To Oz”, un tema con una sección rítmica más potente y una guitarra eléctrica que cuenta con bastante protagonismo. Por cierto, que es una canción inspirada en ‘Return To Oz’, una secuela horrorosa que se hizo en los ochenta del ‘El Mago de Oz’.

Desde luego, si sois de los que disfrutáis del Sufjan Stevens más folk, este trabajo os va a encantar. Porque, aunque se haya ido a lo fácil, hay que reconocerle que le sigue funcionando muy bien. Y bueno, no solo a él, también a De Augustine, que a veces se me olvida que estamos ante un disco hecho a pachas. Eso sí, la portada es un horror.

7.9

Glass Spells – Shattered

Anthony Ramirez y Tania Costello llevan desde 2014 dando tumbos con su proyecto Glass Spells, pero parece que ahora, por fin, han encontrado su camino. Y es que, lo que empezó siendo una banda cercana al electroclash, se ha convertido en uno de los proyectos más interesantes de la escena californiana de cold-wave. De hecho, al ser de San Diego, sus canciones también has traspasado fronteras, y cuentan con cierto tirón en México. Ahora solo les falta conquistar al público europeo.

Shattered’ es su álbum de debut, y llega después de unos cuantos singles, y algún que otro EP. Y sí, es otro disco que nace de la pandemia. Además, sus canciones están realmente inspiradas en ese periodo de tiempo. Muchas de ellas reflejan parte de los sueños que tenía Ramirez en esos días, o salen de los paseos nocturnos que se daba por su ciudad para no cruzarse con la gente. Lo que nos lleva a la otra gran influencia del disco: la nocturnidad. Buena parte de las canciones son viajes nocturnos, tanto en una solitaria carretera, como en una ciudad llena de luces de neón. Y la verdad es que se les da bien reflejar esas horas del día en su música.

El gran acierto de Glass Spells es que, aunque sus canciones se basan en la oscuridad, no le hacen ascos al pop. Todo lo contrario: se meten de lleno en él en varios de los cortes del disco. Ahí tenemos el luminoso estribillo de “Confessions”, que no puede ser más pegadizo. O la melancolía tan melódica que nos dejan en “Shattered” -ese teclado es irresistible-. Además de ese synth-pop ensoñador que muestran en la estupenda “Night Hour” y de la delicadeza sintética de “No One To Trust”. Pero ojo, que también quieren hacerte bailar, y en cortes como “Thrills” o “Psychic Lovers” te llevan directos a la pista de baile más cercana.

Está claro que Glass Spells no inventan nada nuevo, y que hay muchos grupos que suenan igual de bien que ellos, pero tienen algo que les hace especiales. Quizá sea su acercamiento al pop sintético de los ochenta, o su punto más bailongo, pero la verdad es que su álbum de debut es de lo más entretenido.

7,6

Art School Girlfriend – Is It Light Where You Are

Art School Girlfriend, el que es el proyecto de la galesa, Polly Mackey, se ha ido metiendo en nuestras vidas poco a poco. Desde que publicara su primer single en 2017, esta artista británica ha ido escalando posiciones y haciéndose un hueco en la difícil escena de su país. Y ahora, tras unas cuantas referencias, entre las que hay un par de EPs, publica el que es su álbum de debut. Un disco que llega después de una ruptura con su novia de toda la vida, por lo que nos encontramos con una Mackey más melancólica que de costumbre.

Hay dos formas de plasmar una ruptura amorosa en un disco. Por un lado, el artista se puede desfogar y entregar un trabajo lleno de canciones de superación y esperanza. Y por el otro, se puede regodear en su tristeza y melancolía, y dejarnos un disco reflexivo en el que analiza esa ruptura. ‘Is It Light Where You Are’ pertenece al grupo de los segundos, pero también es cierto que no es un disco para cortarse las venas. Principalmente, porque la música de Mackey siempre ha tenido ese tono lánguido y sombrío que la emparenta con bandas como Beach House, o con artistas más electrónicos, como John Maus o Molly Nilsson.

Estamos ante un disco mayormente reposado, en el que las texturas electrónicas se fusionan con melodías de lo más ensoñadoras, y con esa languidez a la hora de cantar de Mackey. Lo bueno, es que, por normal general, sus canciones suelen buscar otro camino en su parte final. Así, en esa “In The Middle” que lo abre, se deja llevar por una distorsión de lo más sucia -más de una vez ha confesado que le gusta bastante el shoegaze de los 90-. Y, por poner otro ejemplo, en el tema titular se decanta por meter unos ritmos un poco más bailongos.

Aunque no le vienen nada mal esos ataques finales a sus canciones, hay que reconocer que tampoco los necesita. Y ese es su acierto, porque no resulta fácil emocionar sin esos momentos más efectistas, y con tan solo su serenidad. Pero ella lo consigue en cortes tan notables como “Softer Side” y “Low Light”, en los que presenta ese lado más Beach House. Pero también en esa “Good As I Wanted” más electrónica, y en la sedosa “Bored of Myself”. Y ojo, que cuando se va abiertamente al mundo más sintético, nos deja un estupendo arrebato de electro minimalista llamado “Colour Me”.

7,7

Cold Beat – War Garden

Cold Beat empezaron su carrera metiéndose de lleno en un post-punk lleno de guitarras potentes y oscuras, pero, poco a poco, su sonido ha ido evolucionando hasta centrarse en un mundo totalmente electrónico. El colectivo de San Francisco, creado por la multinstrumentista y artista visual Hannah Lew, ya lleva unos cuantos discos puramente sintéticos a los que podríamos meter dentro de la etiqueta coldwave. Algo que, como dato curioso, empezó con ese EP de versiones de Eurythmics llamado ‘A Simple Reflection’, el cual vio la luz en 2018. Y así siguen en el último trabajo que acaban de editar.

Como muchos de los álbumes que se han publicado en este año, ‘War Garden’ también está creado durante la pandemia y en la distancia. Una vez más, el zoom, ha sido el protagonista de la grabación, y esto ha terminado influyendo en la temática y el sonido del disco. Porque ese periodo de tiempo llevó a Lew a obsesionarse con un hecho histórico como la caída del muro de Berlín, con el arte de Mike Stoltz, o con la literatura de Hakim Bey. Además, musicalmente, menciona el ‘Moon Safari’ de Air, la Yellow Magic Orchestra, y los míticos Oppenheimer Analysis. Y la verdad es que fácil ver todas esas influencias en estas canciones.

Al igual que en su anterior trabajo, la pista de baile también cuenta con algo de protagonismo en este álbum. Además, nada más empezar, porque lo hacen a lo grande con “Mandelbrot Fall”, todo un pepinazo de synth-pop acelerado al que es imposible resistirse -ha sido una de mis canciones de este verano-. Algo a lo que vuelven en cortes tan notables como “Weeds”, donde las guitarras cogen fuerza, y en “Arms Reach”, que cuenta con unas cajas de ritmos de lo más potentes. Además de en un tema un tanto más minimalista como “New World”, que la verdad es que es una maravilla.

También cuentan con temas notables dentro de su mundo más reposado e introspectivo. Es el caso de ese baladón sintético llamado “See You Again”, o de la ensoñadora “Leaves and Branches”. Una canción en la que, por cierto, casi parecen unos Cocteau Twins pasados por un filtro electrónico. Y ojo, que cuando se van a un electro melancólico y frío, nos dejan la estupenda “Year Without A Shadow”, toda una joya que no desentonaría en un disco de Robyn.

7,8

Heartless Bastards – A Beautiful Life

Heartless Bastards llevan casi dos décadas de carrera y van por su sexto álbum, pero, para mí, eran unos completos desconocidos hasta hace unas semanas. Y eso que en Estados Unidos cuentan con un éxito moderado y con las alabanzas de alguno de los miembros de Spoon o de Jack White. Y es que, el grupo de Ekira Wennerstrom, que es la que, además de llevar la voz cantante, compone todas las canciones, tira hacia un rock bastante americano que yo no suelo tolerar muy bien. Algo que parece que ha cambiado con su último trabajo, que es un tanto más ecléctico que los anteriores.  

A Beautiful Life’ es una especie de continuación del primer trabajo en solitario que editó Wennerstrom hace tres años. Más que nada, porque casi no ha podido contar con la banda con la que graba habitualmente, y ha tenido que recurrir a otros músicos para que le ayuden con estas canciones. Y la verdad es que se ha rodeado muy bien, porque por aquí están Lauren Gurgiolo (Okkervil River), David Pulkingham (Patty Griffin), Greggory Clifford (White Denim), Jesse Chandler (Mercury Rev/Midlake) y Bo Koster (My Morning Jacket). Además de Andrew Bird, que toca el violín en la psicodélica “The River”.

El disco se abre con “Revolution”, un auténtico torbellino rockero que va subiendo de intensidad a medida que van pasando sus seis minutos. De hecho, en su parte final, en la que Wennerstrom canta con ganas eso de “The revolution is in your mind”, me ha recordado bastante a Patti Smith. Y es que, la cantante de Ohio no puede negar que es uno de sus grandes referentes. Por lo menos en su faceta más rock, como también demuestra en “Photograph”. Pero, como ya he dicho antes, aquí van un poco más allá. Así, se meten en un pop de aires sixties en la preciosa “You Never Know”. O deciden jugar con unas guitarras un tanto funk en la estupenda “How Low”. Además de rebajar las revoluciones y hacerse un Phil Spector en “When I Was Younger”, o de entregar un baladón de lo más sofisticado en el tema que da título al álbum.

Quizá se les ha ido un poco la mano con la duración y su parte final se hace un poco bola, pero el sexto trabajo de la banda de Ohio tiene un buen puñado de canciones notables. Además, en él, consiguen sonar frescos con ingredientes del pasado, algo que me parece muy complicado.

7,6

José González – Local Valley

Hace seis años, cuando José González editó su anterior trabajo, el folk seguía siendo un estilo que ocupaba un buen espacio en la webs y revistas de tendencias. Pero con el tiempo, eso, se ha ido diluyendo y, aunque no ha caído en el olvido, sí que ya no es la tendencia. Y la verdad es que no me extraña mucho, porque es algo que no da mucho más de sí. González se ha dado cuenta de eso, y en su nuevo trabajo encontramos una paleta sonora algo más rica de lo habitual. Aunque eso sí, el folk sigue siendo el gran protagonista.

Grabado a las afueras de Gotemburgo, en el estudio casero que tiene cerca de la costa y al lado de un bosque lleno de abedules, ‘Local Valley’ cuenta con una cualidad importante cuando se trata de un disco de folk: no aburre. Su secuencia, que fusiona muy bien los temas más reposados y delicados con los más animados, hace que se te pase en un suspiro. Además, esa mezcla de idiomas -por primera vez también canta en castellano y sueco-, también lo hace mucho más ameno.

Tengo que reconocer que la primera vez que escuché “El Invento”, la canción que sirvió de primer adelanto, y la que abre el álbum, me quedé un poco descolocado. No me cuadraba mucho escuchar a González cantar en castellano, pero al final me terminó entrando. De hecho, ahora me parece una de las canciones más bonitas del año. Quizá, también, por la historia que hay detrás, ya que nace de las clases de español que le da a su hija pequeña. Y es que, el artista sueco, sigue siendo un maestro a la hora de emocionar con apenas una guitarra y su voz. Algo que se aprecia en cortes como “Visions” y “Horizons”, que también son de las que te tocan la patata.

Como decía más arriba, estamos ante un disco un tanto más variado de lo habitual. Por aquí, su folk, coge fuerza y se vuelve un tanto más vigoroso. Así, canciones como “Head On” y “Valle Local”, logran que te eches unos pocos bailes con ellas. Y si ya nos vamos a “Swing”, en la que incluso se atreve con una caja de ritmos, nos encontramos con un cálido tema en el que casi se acerca a la bossanova. Y la verdad es que le sienta muy bien. Pero hay más, porque en “Tjomme”, donde también aparece esa caja de ritmos, tira hacia un mundo más psicotrópico, el cual, también tiene su punto.

7,6