En Attendant Ana – Principia

En Attendant Ana es una de las pocas bandas de indie-pop que nos llegan desde Francia. Seguramente, habrá un buen montón más, y de lo más interesantes, porque los franceses siempre han manejado muy bien el pop. Pero bueno, de momento, nos quedamos con este quinteto de París, que ya va por su tercer trabajo, y que ha conseguido traspasar las fronteras de su país.

Principia’ representa un cambio y un nuevo comienzo en la carrera de En Attendant Ana. Primero, porque han tenido un baile de miembros en la formación. Se ha marchado Antoine Vaugelade, que estaba en la banda desde el principio, pero en su lugar, han entrado Max Tomasso, que ya los acompañaba en directo, y Vicent Hivert, que era su técnico de sonido. Y esto ha terminado influyendo en el sonido del grupo, ya que Hivert también ha producido el disco, y prácticamente se ha quedado todo en casa. Lo que ha hecho que les den más importancia a otros elementos de su música, como la trompeta y el saxofón de la multiinstrumentista Camille Frechou. O que se fijen un poco más en su faceta más francesa.

Si en su anterior trabajo apostaban por un indie-pop más o menos guitarrero, aquí apuestan por darle limpieza a esas guitarras. Una limpieza que se fusiona con ritmos monótonos y motorik, lo que hace que, inevitablemente, nos acordemos de Stereolab. Porque, lo cierto, es que la banda londinense siempre ha contado con una fuerte influencia del pop francés. Así que no es difícil ver esa conexión en temas tan estupendos como “Ada, Mary, Diane” o “Black Morning”, donde dan bastante protagonismo a esa trompeta y ese saxo que mencionaba más arriba. O en esa “Same Old Story” que parece sacada de la escena del swing London de los sesenta. Además de “Anita”, donde se aceleran un poco y se dejan llevar por ese ritmo motorik que tanto les gusta. Eso sí, siempre desde una perspectiva pop.

Me gusta mucho cuando se lo toman con calma y dejan que las canciones se cuezan a fuego lento. Es el caso del tema titular, en el que se dejan llevar por una delicada guitarra de lo más monótona -un poco Velvet, tengo que decir-, que solo se ensucia un poco en su parte final. O la elegancia con la que encaran “Fools And Kings”, en la que incluso se ponen un poco más sintéticos. Y hay que ver lo bien que suena ese saxo. Aunque ojo, porque creo que el mejor momento del disco llega cuando fusionan sus dos facetas. Y ahí es donde entra “Wonder”, una canción que empieza con toda la calma del mundo, pero que va subiendo de intensidad hasta que entra el inevitable ritmo motorik. Pero no se quedan ahí, porque en su parte final ensucian sus guitarras y las llenan de intensidad. Una pasada.

7,9

U.S. Girls – Bless This Mess

Creo que no me equivoco si digo que la carrera de Meg Remy y sus U.S. Girls es una de las más interesantes de los últimos años. La artista norteamericana ha conseguido que, su música, muy personal, y a veces algo extraña, termine calando entre mucho tipo de gente. Ya no solo los críticos, que la adoran, también entre el público, como pude comprobar en un abarrotado concierto en la sala El Sol de Madrid que dio hace unos años. También es cierto que, poco a poco, ha ido domesticando su propuesta, la cual, se va volviendo más asequible con cada nuevo disco que edita. Y eso es algo que se puede apreciar fácilmente en este trabajo.

Las canciones de ‘Bless This Mess’ están escritas durante el embarazo de Remy, y durante los primeros meses que estuvo cuidando de sus gemelos recién nacidos. Además, también las grabó en ese periodo de tiempo con la ayuda de unos cuantos colaboradores. Entre ellos, Holy Ghost! y Ryland Blackinton (Cobra Starship). Además de su marido. Y lo cierto es que, para estar hecho en plena pandemia, es un disco que refleja un cierto optimismo a la hora de mirar un futuro que, la verdad, no pinta muy bien. También porque se ha dejado llevar por una colección de sonidos en la que hay funk algo ochentero, contagiosa música disco, o un R&B de lo más elegante. Algo que ayuda bastante.

Bless This Mess’ es un disco mayormente bailable. Remy ya se había metido en este tipo de sonidos con anterioridad, pero ahora son los protagonistas absolutos. Así, tras una “Only Daedalus” inicial en la que se va a un R&B ochentero y elegante, nos deja una “Just Space For Light” que es puro funk. Y hay que decir que resulta irresistible. Como también lo resulta el disco-house que aparece en “So Typically Now”, en la que se nota bastante la mano de Holy Ghost!. Además, aquí te lleva a la pista de baile para denunciar el capitalismo salvaje que encontramos en las grandes ciudades del mundo. O esa “Tux (Your Bodu Fills Me, Boo)”, en la que se va un disco muy retro y absolutamente delicioso. Una canción muy curiosa que está escrita desde la perspectiva de un viejo esmoquin que ya no sale del armario.

En esa visión de futuro algo más optimista que tiene Remy, apenas hay pantallas. El quitarnos estar todo el día pegados al móvil es una de sus grandes obsesiones. De hecho, confiesa que se deshizo de su iPhone en 2018 y ahora solo tiene un teléfono para hacer llamadas. Y de eso va un tema como “Screen Face”, donde nos cuenta la historia de dos personas que viven a 15 minutos de distancia, pero mantienen una relación por FaceTime. O “Futures Bet”, en la que nos habla de lo bien que se vive desconectada sin estar viendo noticias horribles a cada momento. Aunque bueno, también hay alguna pequeña locura típica de U.S. Girls. Es el caso de “St. James Way”, que está inspirada en una biografía de Luis Buñuel, y cuenta la historia de una chica que se monta en un coche en mitad del Camino de Santiago.

7,9

Gorillaz – Cracker Island

Vaya por delante que nunca he sido seguidor de Gorillaz. De hecho, y a pesar de que este proyecto de Damon Albarn ya va por su octavo disco, es la primera vez que caen en el blog. Exceptuando su aportación en forma de canción a las recopilaciones mensuales, claro. El caso es que, nunca entendí que Albarn se metiera en esto tras sacar dos discazos con Blur a finales de los 90. Y sí, ya sé que la jugada le salió redonda, porque lo petaron a lo bestia, y en USA, donde Blur nunca consiguieron un gran éxito, pero yo estaba a otras cosas en ese momento. Y entre esas cosas no estaba escuchar a uno de mis artistas favoritos cantar al lado de raperos de dibujos animados.

No sé si será porque es el único disco que me he parado a escuchar detenidamente de Gorillaz, pero lo cierto es que ‘Cracker Island’ me ha encantado. Con alguna excepción, claro. Y esa excepción se llama “Tormenta”. Sí, la canción en la que aparece Bad Bunny me parece lo peor de este trabajo. Una opinión que, probablemente, no comparta mucha gente, pero me da igual. El artista puertorriqueño tiene una de esas voces horrorosas que te sacan de una canción al instante. Además, tampoco es que, musicalmente, sea un tema muy interesante. Es una especie de reguetón algo ralentizado y suave, que no puede sonar más estándar. Pero oye, supongo que Albarn se apuntará un tanto y conseguirá que un público más joven escuche su música.

Aunque haya algo de hip-hop, y unos cuantos ritmos electrónicos, yo aquí veo un disco de pop. Y ya sabemos que Damon Albarn es un experto en sacar una gran melodía y un estribillo resultón. Además, a pesar de que, como en todos sus trabajos, está lleno de colaboradores, realmente, no los necesita. Ahí tenemos el dance-pop de “Oil”, en la que recluta a una leyenda como Stevie Nicks para que haga un par de coros y cante un par de estrofas por debajo de la voz del propio Albarn. Y la canción es absolutamente redonda. Como también lo es la deliciosa “Silent Running”, donde las voces de Albarn y Adeleye Omotayo, uno de los miembros del The Humanz Choir de Gorillaz, se van fusionando casi sin que te des cuenta. Incluso tiene a Beck para que le acompañe discretamente en “Possession Island”.

Sí es cierto que hay un par de temas que se asemejan más a esa mezcla de hip-hop y pop con la que Gorillaz empezaron. De hecho, también son los temas en los que los invitados tienen mayor representación. El primero es el frenético “Cracker Island”, donde Thundercat se lleva todo el protagonismo un estribillo redondo. Y el segundo es el pseudo-funk que aparece en “New Gold”, que tiene a Kevin Parker como invitado, y que, si no fuera por el rap que se marca Bootie Brown, podría ser un remix para la pista de baile de una canción de Tame Impala. Pero, como ya he dicho, Albarn no necesita colaboradores para hacer buenas canciones, y la prueba la tenemos en “Skinny Ape”. Estamos ante una canción que empieza de la forma más delicada y folk, que, de repente, se convierte en un pepinazo con el que hacer un buen pogo en sus conciertos. Yo hubiera cerrado el álbum con ella.

7,9

crushed – extra life EP

crushed es un grupo relativamente nuevo que acaba de publicar su EP de debut, pero detrás de este proyecto están dos artistas con una amplia carrera a sus espaldas. Por un lado, tenemos a Shaun Durkan, líder de la banda de shoegaze Weekend, y productor de algún disco bien majo, como el estupendo debut de Young Prisms. Además de colaborar asiduamente con Tamaryn y de hacer el diseño de los álbumes de otras bandas, como The Pains Of Being Pure At Heart, Frankie Rose, o Kristin Krontol. Y por el otro tenemos a Bre Morell, cantante de Temple of Angels. Una banda de post-punk que, por cierto, no conocía, y que me ha gustado bastante. Así que se podría decir que estamos ante uno de esos proyectos que ya nacen con un aliciente extra.

Durkan y Morell se conocieron hace un par de años. Además, de la forma más curiosa posible y gracias al algoritmo de Spotify. Y es que, un día cualquiera, y de camino al Ikea, a Durkan le salto una canción de Temple of Angels que le voló la cabeza. Así que hizo que lo hubiera hecho cualquier amante de la música: compartirla. Pero es que, en aquel momento, tenia un programa de radio, y gracias a un tuit en el que compartía la lista de su programa semanal, ese entusiasmo llegó a la propia Morell. A partir de ahí, empezaron a colaborar y vieron que tenían gustos muy parecidos. Así que, tras hacer algunas playlists colaborativas, dieron el siguiente paso y empezaron a hacer canciones juntos. Además, a mil kilómetros de distancia, porque él vive en Portland, y ella Los Ángeles.

La década de los 90 era ese mundo musical crushed que vieron que tenían en común. Los dos vivieron su formación musical en aquellos años, y claro, las seis canciones que forman este ‘extra life’, beben completamente de ahí. Y más concretamente del dream-pop. Pero ojo, que no se quedan ahí y cada canción es una especie de batiburrillo de influencias donde hay electrónica, pop comercial de aquella época -se declaran fanes absolutos del “Torn” de Natalie Imbruglia-, o trip-hop. De hecho, cada tema, cuenta con multitud de capas en las que hay cajas de ritmos, guitarras de todo tipo, teclados, e incluso algún sampler de un videojuego.

Desde el primer corte se ve clarísimamente por donde van los tiros. Esa “waterlily” que lo abre nos muestra su lado más efusivo, ya que es donde las cajas de ritmos son más potentes y las guitarras más sucias. Y la verdad es que suena estupendamente, porque esto lo fusionan ede maravilla con su mundo ensoñador. Un guion que también siguen en “coil”, que es incluso un poco más electrónica y pop. Pero la cosa empieza a cambiar con “milksugar”. Aquí pisan el freno, y su dream-pop se acerca ese camino trip-hop que tanto les gusta. Aunque siempre desde un punto de vista muy melódico. Algo que se puede comprobar en “bedside”, toda una balada de pop noventero. Eso sí, en “respawn” las guitarras vuelven a rugir de nuevo. Y para cerrar, un pequeño experimento llamado “lorica” que, la verdad, no pinta mucho aquí.

8

Kraków Loves Adana – Oceanflower

Creo firmemente que, si Kraków Loves Adana fueran de Los Ángeles, Londres, o Nueva York, y no de Hamburgo, serían una de las bandas de pop más veneradas de la última década. Porque este dúo alemán formado por Deniz Çiçek y Robert Heitmann manejan de maravilla los ingredientes fundamentales para conseguir destacar dentro de ese dream-pop que se fusiona con sonidos más electrónicos. Además, son capaces de conseguir que una canción mediocre, como es el “It’s My Life” de Bon Jovi, se convierta en estupendo hit sintético. Aunque eso sea solo una anécdota dentro de una discografía de lo más extensa.

Oceanflower’ es su séptimo trabajo, el cual, por cierto, se llama así porque es la traducción del turco al inglés de Deniz Çiçek, el nombre de la protagonista absoluta de este proyecto. Un disco en el que, según la propia Çiçek, “hace las paces con su infancia y consigo misma”. Quizá, por eso, cuenta con un tono muy sosegado y que te deja lleno de paz tras una escucha. Aquí no hay sobresaltos y todo se cuece a fuego lento. Incluso los temas más animados y rock se dejan llevar por esa corriente sosegada. Y hay que decir que funciona de maravilla, porque esa “See It Bloom” que lo abre no puede ser más emocionante. O la vibrante “Hiding In My Room”, que nos lleva al momento más épico del disco. Además del pop a lo New Order que protagoniza “Love Love Love”, y la preciosa suciedad de “Oh Mother”.

Se podría decir que este nuevo álbum de Kraków Loves Adana está dividido en dos estilos muy concretos. Por un lado, tenemos esa faceta más rock que he comentado más arriba, y por el otro, su lado más sintético. Y aquí están muy bien acompañados, porque tienen a varios miembros de los difuntos Chromatics colaborando con ellos. Bueno, básicamente tienen a todo el grupo entero menos a Johnny Jewel. Así, en “When The Storm Comes”, nos dejan un bonito tema de dream-pop electrónico en el que cuentan con la ayuda de Ruth Radelet y Adam Miller. Y si nos vamos a “In Memories”, nos encontramos con un oscuro corte de synth-pop en el que repite Adam Miller, y se estrena Nat Walker. Aunque eso sí, no necesitan colaboradores para llevar a buen puerto este tipo de temas, como bien demuestran en la notable “Nobody’s Child”.

No puedo acabar esta entrada sin hablar de “Sorrows In The Sun”, una pasada de tema que llega casi al final del disco, en el que, gracias a una simple, pero muy efectiva guitarra, consiguen dar con todo un dardo pop. Además, en su parte final, se dejan llevar por ese lado más misterioso y ensoñador. Así que se podría decir que es la fusión perfecta entre las dos facetas del disco.

7,9

Novedades Musicales: febrero 2023

No sé qué está pasando este principio de año, pero es la segunda recopilación de novedades que se me va a las 65 canciones. Es más, he tenido que dejarme unas cuantas fuera porque ya me parecía demasiado. Supongo que a medida que vayan pasando los meses este nivel de novedades irá bajando.

Lo que más me gusta de esta nueva recopilación es que, la gran mayoría de bandas, no son muy conocidas. Porque sí, evidentemente, tenemos el temazo que han sacado Depeche Mode, o a Lana Del Rey con una canción de más de siete minutos, pero esta vez no hay muchas estrellas. Así, nos encontramos con bandas como Home Front, AUTOBAHN, o Drahla, que se van hacia un post-punk de lo más potente; el shoegaze de No Vacation y DAIISTAR, o el rollo ochentero que se gastan Nuovo Testamento y Mega Bog. Y oye, para los que quieren artistas más reconocidos, tenemos la delicadeza de Daughter, a de The Lemon Twigs convirtiéndose en los Bee Gees, a unos Gorillaz muy pop, la épica de Patrick Wolf, o el disco de Jessie Ware. Además de lo nuevo de Yves Tumor, Kae Tempest, o Frankie Rose.

1. Faded State / Home Front

2. Get Out / FEWS

3. Post-History / AUTOBAHN

4. Lip Sync / Drahla

5. Soccer Mommy / Shalom

6. It’s Just A Bit Of Blood / bdrmm

7. Desert of the Heart / Small Black

8. Swing (In A Dream) / Squid

9. Summer Ghost / Cassettes on Tape

10. Los Dioses Suicidas / Escuelas Pías

11. I Will Always / No Vacation

12. Party / Daughter

13. Tracemaker / DAIISTAR

14. El Primero / Apartamentos Acapulco

15. Nocturnal Creatures / Moreish Idols

16. Massif Central / Bodywash

17. Lost Keys / Nicole Yun

18. Weird Sisters / The Telephone Numbers

19. Invitation / Ducks Ltd., Ratboys & Mo Troper

20. Dear October / Phantom Youth

21. In Your Eyes / The National Honor Society

22. Runnin’ / Wings of Desire

23. Make It Work / Swiss Banks

24. Too Late for an Early Grave / The Reds, Pinks and Purples

25. Cyanide / Japanese Heart Software

26 Angelcover / The New Pornographers

27 Phil Ochs is Dead / The No Ones

28 Magic Powers / Death Valley Girls

29 Centerfield / THUS LOVE

30 Swampy / Dry Cleaning

31 Hypnogram / Thurston Moore

32 Room / TV Star

33 Oak Hill / TOLEDO

34 For A While / Whitney

35 Any Time Of Day / The Lemon Twigs

36 CSI: Petralona / Westerman

37 Younger & Dumber / Indigo De Souza

38 Thinking About You / Beck

39 Song to the Siren (feat. Anne McCue) / Palm Ghosts

40 A & W / Lana Del Rey

41 I Am The River / Lael Neale

42 The Doldrums / Caroline Rose

43 Gold Like Water / Constant Smiles

44 Races / Barrie

45 Pre-Code Hollywood / Jonathan Bree & Nile Rodgers

46 Silent Running (feat. Adeleye Omotayo) / Gorillaz

47 The Right Track / Spielmann

48 The Court (Dark-Side Mix) / Peter Gabriel

49 Nowhere Game / Patrick Wolf

50 Sixteen Ways / Frankie Rose

51 The Clown / Mega Bog

52 Craving / Sad Madona

53 Being Dead / New German Cinema

54 Ghosts Again / Depeche Mode

55 Heat / Nuovo Testamento

56 Jackie / Nicholas Allbrook

57 Ring of Past / Men I Trust

58 Pearls / Jessie Ware

59 Layer Upon Layer / Gruff Rhys

60 Amnesia / M83

61 Echolalia / Yves Tumor

62 CLASH (Edit) / The Blaze

63 Complete Me / Django Django

64 Nice Idea / Kae Tempest

65 Force 10 From Navarone / Sleaford Mods

Korine – Tear

Hace poco más de dos años, cuando puse por aquí el segundo trabajo de Korine, comentaba lo mucho que me recordaban a Information Society. Algo de lo que me reafirmo tras darle unas cuantas vueltas a su nuevo álbum. Y es que, resulta evidente que este dúo de Filadelfia formado por Morgy Ramone y Trey Frye bebe sin tapujos del pop sintético de los ochenta, y la voz y forma de cantar de Ramone, me lleva por completo a los discos del grupo de Minneapolis. Pero también es cierto que, musicalmente, su mundo es más amplio y británico. De hecho, por aquí veo influencias claras de New Order, o de esas bandas de post-punk que no tenían ningún problema con que los sintetizadores entraran en sus canciones.

Tear’ es algo así como un punto de inflexión en la carrera de Korine. Su anterior trabajo los abrió las puertas a un público más amplio y los llevó a dar sus primeros conciertos en el viejo continente. Pero tampoco es que hayan cambiado mucho su propuesta. Sí que veo algunos temas más reposados y pop, como es el caso de esa “Crystaline” y sus guitarras que tanto recuerdan a las de New Order. O de “Lost in the Dark”, un bonito tema que sí que creo que cuenta con un sonido más americano. Es más, aquí sí que podríamos decir que, si no fuera por esa tímida guitarra que aparece de vez en cuando, casi parece una canción de Information Society. Y luego tenemos “Dream Dancer”, uno de esos medios tiempos puramente 80s, donde la caja de ritmos suena potente, y los teclados de lo más luminosos.

Aunque me gusta su faceta más reposada, tengo que reconocer que los prefiero cuando aceleran sus canciones y nos hacen bailar. Se les da estupendamente lo de fusionar el synth-pop con el post-punk y, como muestra, tenemos “Mt. Airy”, el tema que abre el disco. Es una canción de claro sonido bailable en la que dan bastante protagonismo a los sintetizadores, pero en la que también se atreven con una guitarra que es pura oscuridad. Eso sí, el mundo sintético siempre está en un primer plano. Un guion que siguen a la perfección en “The More I Try”, otro tema de ritmo potente, teclados luminosos, y guitarra a lo Joy Division. Además de en el fantástico “Train to Harlem”, que, por algo, es el single del disco.

No sería justo decir que Korine se han quedado instalados en los ochenta, porque aquí hay varios temas que cuentan con un sonido mucho más de los noventa. Algo que hace que su propuesta se convierta en un poco más dance. Solo hay que escuchar una canción como “Burn the World”, en la que se dejan llevar por un ritmo muy de los primeros noventa. Y así siguen en “Deicide”, donde bajan los bpms, pero donde no cambian de década. De hecho, en la web de su sello mencionan a Lust For Youth, y tengo que decir que este tema me ha recordado mucho al dúo danés. Eso sí, para cerrar vuelven a mirar a los ochenta y nos dejan “Forevermore”, una delicada canción en la que casi se meten en mundos dream-pop.

7,8

dEUS – How To Replace It

Siempre recordaré como me explotó la cabeza el primer día que vi el vídeo de “Suds & Soda” en la MTV. Esa combinación entre un violín histriónico, una agresiva parte central, y un estribillo pop, me cautivó al instante. Y luego llegó “Hotellounge (Be the Death of Me)”, un pedazo de baladón que explotaba con una guitarra cruda y rota. Lo que derivó en que allá por 1994 me comprara el álbum de debut de dEUS. Pero también tengo que decir que mi idilio con el grupo belga acaba ahí, porque, a pesar de verlos en directo en alguna ocasión -recuerdo uno de esos primeros FIB de los 90-, y de gustarme unas cuantas de sus canciones posteriores –“Instant Street” la quemé muchísimo-, no seguí su carrera. De hecho, no tenia ni idea de que llevaban más de una década sin publicar material nuevo.

Al no haber seguido mucho su carrera -lo último que escuché fue esa recopilación que sacaron en 2014-, me enfrento a este ‘How To Replace It’ casi como si estuviera ante una banda desconocida para mí. Pero ojo, que he investigado por ahí, y todos los artículos que he leído coinciden en que estamos ante unos dEUS renovados que, además, han recuperado sus ganas de explorar nuevos caminos y de salir de esa zona de confort más indie-rock en la que se metieron en los primeros 2000. De hecho, es un disco bastante ecléctico en el que aparecen muchos dEUS diferentes.

Lo que me ha llevado a escuchar detenidamente a dEUS casi 30 años después de que me volviera loco con su debut, es “1989”, uno de los singles de este trabajo. En esta canción, la banda belga se deja llevar por un delicioso pop de lo más sofisticado -eso que muchos llaman yacht-rock-, y se sacan de la manga un estribillo delicioso en el que podemos escuchar la voz de la cantante Lies Lorquet. Un lado más melódico que también aparece en “Faux Bamboo”, una vibrante canción de indie-pop absolutamente pegadiza. O en esa “Pirates” rebosante de épica en la que sacan su lado más elegante. Una elegancia que también aparece “Le Blues Polaire”, el tema en francés que cierra el álbum. Aunque eso sí, siempre con su toque algo oscuro y personal.

Lo bueno de este octavo trabajo de dEUS, es que no necesitan irse hacia ese lado más pop para dar con canciones directas que entran con facilidad. Algo que hacen desde el principio con el tema titular. Aquí se dejan llevar por una base rítmica contundente, una guitarra cruda y potente, y un estribillo coral de lo más efusivo. Además, su parte final, con ese saxo estridente que entra, es brutal. Como también lo es ese rock más agresivo con tintes de soul que aparece en cortes como “Must Have Been New” o “Never Get You High”. Eso sí, hay cosas que no hay por donde cogerlas, como esa “Why Think It Over (Cadillac)”, en la que Tom Barman casi termina rapeando. Menos mal que su estribillo es un poco pintón.

7,6

Caroline Polachek – Desire, I Want To Turn Into You

Me sorprende mucho el estatus de estrella pop que ha conseguido Caroline Polachek. Que, lo cierto es que, si luego miras sus cifras, tampoco lo es tanto. Es algo que viene más de los medios que de otra cosa. Y es que, tras pasar por Chairlift, una banda que me iba bastante -metí su último disco entre lo mejor de 2016-, se lanzó a una carrera en solitario que fue venerada por Pitchfork y compañía desde el minuto uno. No obstante, sus canciones han estado entre lo mejor del año en varias ocasiones –“Bunny is a Ryder” se alzó a lo más alto en 2021-. Pero creo que le faltaba un disco que justificará este hype un tanto exagerado. Y ese trabajo acaba de llegar.

Era un poco difícil que el segundo trabajo de Caroline Polachek no funcionara, ya que ha metido todos los singles previos que ha sacado en los últimos dos años. Y hay que reconocerle que sabe lo que es hacer una canción de pop redonda. Solo hay que escuchar esa “Welcome To My Island” que abre este ‘Desire, I Want To Turn Into You’. Es un tema con un cierto toque ochentero -esa batería a lo ‘Rhythm Nation’ la delata- que, sin embargo, llena de frescura dándole un sonido más actual. Además, su forma de jugar con la voz, que es un poco loca, lo saca del pop más comercial. O esa “Sunset” de clara inspiración flamenca -vivió un tiempo en Barcelona y se volvió loca con el “Como ronea” de Las Chuches– que tanto buen rollo da. Además de la sintética “Billions” y sus coros épicos.

Caroline Polachek corría el riesgo de que los temas ya conocidos se comieran a los nuevos, pero lo cierto es que prácticamente todos están al mismo nivel. Además, a pesar de que es un disco un tanto ecléctico, ha conseguido darle coherencia. Quizá, porque esa voz llena de efectos lo une todo. El caso es que todas sus facetas funcionan muy bien. Aunque sí tengo que decir que, de buenas a primeras, es el pop vibrante y épico el que mejores resultados le da. Sobre todo, en “I Believe”, una canción absolutamente brillante que te invita a bailar desde el minuto uno. O en esa “Smoke” algo más mística y llena de ritmos noventeros. Además de en ya la conocida “Blood and Butter”, donde se atreve con el mundo del dembow. Aunque, como siempre, desde una perspectiva muy pop.

Al parecer, la Madonna de la época ‘Ray of Light’ es una de las influencias de este trabajo. Y hay que decir que se nota bastante en un par de temas. El primero es “Pretty in Possible”, que juega con esos ritmos trip-hop que tanta cancha le dieron a la que fuera reina del pop. Además, también tiene ese cierto toque algo místico. Y la segunda es “Fly To You”, donde recluta a Grimes y Dido, para dejarse llevar por un drum and bass muy suave y algo ensoñador. Lo mejor es que acierta en las dos. Y luego tenemos una especie de obsesión por el folk celta en canciones como “Hopedrunk Everasking” y “Butterfly Net”, las cuales representan el momento menos inspirado del disco. Aunque lo cierto es que tienen un toque Enya que no está mal. Sail away, sail away, sail away

8,1

Hamish Hawk – Angel Numbers

Hamish Hawk es un artista de Edimburgo que ya cuenta con una discografía más o menos abultada. Pero lo cierto es que no terminó de despegar hasta 2021, que fue cuando público ‘Heavy Elevator’, un tercer trabajo que lo puso en el mapa. Y es que, Hamish Hawk -por cierto, él mismo asegura que ese es su nombre real-, no ha elegido un estilo musical muy acorde con los tiempos en los que vivimos. Lo suyo es un pop clásico que bebe de artistas como Scott Walker, Pulp, o incluso The Magnetic Fields. Además, cuenta con una voz profunda de esas que envuelven toda la canción. Pero, también es verdad que, de vez en cuando, se pone más efusivo y su pop se convierte en algo vibrante y épico que hace que su propuesta sea perfecta para audiencias más grandes.

Angel Numbers’ es un disco mayormente escrito durante los encierros de la pandemia. Pero no penséis que estamos ante una cosa deprimente, porque, a pesar de pasarse solo parte de ese tiempo, se dejó llevar por la imaginación, y aquí no hay una sola letra que mencione la dichosa pandemia y sus confinamientos. De hecho, casi se podría decir que es un cuaderno de viaje que nos lleva a ciudades como Londres, Berlín, o Austin. Además, el disco cuenta con un sonido limpio y luminoso que le da bastante vida a sus canciones. Obra, por cierto, de Rod Jones de Idlewild, que ejerció de productor del disco, y grabó estos temas en su estudio de Edimburgo.

Tengo que agradecerle a Neil Tennant, sí, el de los Pet Shop Boys, que me descubriera la música de Hawk. Y es que, tras leer las alabanzas sobre “Bridget St. John” que dejaba en Instagram, corrí a escuchar la canción. Y ahí fue donde me encontré con un precioso y sedoso tema que, la verdad, me recordó bastante a The Blue Nile. Y eso, para mí, son palabras mayores. Porque hay que decir que sabe llevar por buen camino sus canciones más lentas. Ahí tenemos una maravilla como “Frontman”, donde cuenta con la ayuda de Anna B Savage. O esa “Rest & Veneers” un poco más animada en la que se marca un precioso dúo vocal con Samantha Crain.

Lo primero que vino a la cabeza cuando escuché “Once Upon an Acid Glance”, la canción con la que abre el álbum, fue ese Patrick Wolf algo más pop y menos barroco. En parte, por su voz profunda, pero también por su elegancia y su vivacidad. Algo de lo que da buena cuenta en prácticamente todo el disco. Solo hay que escuchar esa “Elvis Look-alike Shadows” llena de una épica que casi le acerca al soul -esas trompetas de su estribillo son irresistibles-. Un sonido al que vuelve, y con bastante acierto, en “Money”. Pero hay más, porque también sabe cuando irse hacia caminos más rock para entregar hits tan directos como “Think of Us Kissing”, “Desperately” y “Dog-eared August”. Unos temas en los que el ritmo se acelera y las guitarras se endurecen. Y sí, también le funciona de maravilla.

8