Carolina Durante – Cuatro chavales

Tengo malas noticias para los detractores de Carolina Durante. Y es que, el grupo madrileño, no solo sale airoso del difícil segundo disco, y logra otra colección de hits, también mejora su sonido, que ahora es mucho más potente y compacto. Es más, ellos mismos confiesan que ha sido una prioridad lo de tratar de conseguir sonar como lo hacen en sus directos. Y lo han logrado. Aunque sea a costa de su lado más pop.

Cuatro chavales’ es un disco compuesto en los días de hastió de la pandemia. Pero lo bueno es que, salvo algunas pocas referencias, no hace muchas alusiones a ella. Y eso que han sido una de las bandas más afectadas por esta historia, ya que han tenido que cancelar varias citas importantes, como su concierto en el WiZink de Madrid. Así que podríamos decir que se ha saltado este par de años y se han ido directos a esa nueva normalidad tan deseada.

Nada mejor para abrir un segundo disco que un tema como “Tu nuevo grupo favorito”. Estamos ante otro de esos pelotazos de punk-pop en el que recopilan algunas de las cosas que se han dicho de ellos en estos últimos años, y, como bien dicen en su letra, consiguen otro himno. Porque, lo cierto, es que estamos ante otra colección de himnos llenos de ironía y mucha mala leche. Algunos más directos y potentes, como esa apisonadora sonora llamada “Aaaaaaaa#$!&”, en la que no se andan por las ramas. O esa futbolera “10” dedicada a Messi en la que aceleran su faceta más pop. Y otros en los que el indie-rock más melódico es el protagonista. Ahí están las fantásticas “Granja escuela”, “Moreno de contrabando” y “Urbanitas”. Además de “No es tu día”, que es una maravilla de lo más pop.

Tengo que reconocer que, más allá de sus hits, lo que más me gusta de Carolina Durante es cuando pisan el freno y sus guitarras se vuelven algo más pesadas. Algo que hacen muy bien en “Famoso en tres calles”, el que fue el primer adelanto del álbum. Pero también en los temas en los que se acercan al shoegaze. Porque, tanto “Yo soy el problema”, como “Colores”, que son los cortes que tiran hacia ese sonido, son estupendos. Y la verdad es que sí tengo que decir que me hubiera gustado encontrarme con alguna canción más de este palo. Es la única pega que le pongo al disco.

8

Husbands – Full-On Monet

Husbands es uno de esos grupos que son un tanto inclasificables. El dúo formado por Danny Davis y Wil Norton empezó su carrera creando un musical de Godzilla para la universidad, y partir de ahí se han hecho con una discografía de lo más interesante. Además, son una banda de lo más prolífica. Porque, aunque acaban de editar el que es su tercer álbum oficial, cuentan con una discografía bastante más extensa en la que hay un par de trabajos navideños, recopilaciones con demos y descartes, y mucho single suelto.

Full-On Monet’ está escrito en los meses más claustrofóbicos de 2020, y según el propio dúo, “se desarrolla como una meditación que se vuelve toxica”. Y para reflejar eso se han ido hacia un sonido de lo más luminoso y pop. Porque lo bueno que tienen estos chicos de Oklahoma es que no tienen ningún reparo en meter cualquier instrumento o estilo que les venga bien en ese momento. Así, nos encontramos con unas buenas dosis de la psicodelia más pop, sintetizadores que le dan un toque ochentero al asunto, algo de surf-rock, y muchas ganas de dar con la melodía y el estribillo perfecto en cada canción. Y lo bueno es que muchas veces lo consiguen.

La primera muestra de su buen estado de forma la dan en “Bad Sing”. La canción que abre el álbum nos mete de buenas a primeras en su cocktail sonoro, y lo hace recordando a esos grupos de la década pasada que jugaban a darle un toque sintético al rock. Algo que también ocurre con la estupenda, aunque algo menos directa, “Wishbone”. Pero estamos ante un álbum ecléctico y, aunque comparten muchas cosas, cada canción es mundo. Así, en “Ancient One”, se electrifican un poco más y se sacan de la manga un tema prácticamente synth-pop. Aunque eso sí, se endurece un poco en su tramo final. Y si nos vamos a “Must Be a Cop”, nos encontramos con que manejan de maravilla el pop lleno de psicodelia que tan bien hacían Animal Collective o Yeasayer.

Otro de los puntos fuertes del álbum es que manejan muy bien los temas reposados. De hecho, hay un par que entran entre lo mejor del álbum. El primero es “Liked to Party”, en el que tiran de un pop sofisticado y melancólico que es una delicia. Y el segundo es “Postgrad Hymn”, un corte sencillo, en el que no hay tantas capas como en el resto del álbum, pero que funciona de maravilla. Además, es lo mejor de la segunda parte, que la verdad es que flojea un poco y lastra el resto del álbum.

7,6

The Soundcarriers – Wilds

No os voy a engañar y deciros que estaba esperando como agua de mayo el nuevo álbum de The Soundcarriers, porque no sería cierto. Más que nada, porque, a pesar de que tuvieron bastante repercusión con sus dos últimos trabajos –Elijah Wood llegó a colaborar en uno de ellos-, yo no he sabido de su existencia hasta hace unos días. Aunque también es cierto que llevaban ocho años sin sacar disco. De hecho, hay que darles gracias a los creadores de la serie Lodge 49, que fueron los que los animaron a volver al estudio para hacer una versión de Scott Walker y para que compusieran canciones para su segunda temporada. Y ahí fue cuando les picó el gusanillo y empezaron a trabajar en este cuarto trabajo.

Es imposible hablar de The Soundcarriers y no mencionar a Broadcast y Stereolab. La psicodelia pop que practicaban estas bandas está presente en cada uno de sus discos, y este ‘Wilds’ no es ninguna excepción. Pero eso sí, hay algo que los hace diferentes. Su batidora sonora es mucho más abierta, y en ella meten estilos como la tropicalia, el jazz, o las bandas sonoras de los sesenta. Lo que hace que sus canciones cuenten con un tono más pop, e incluso más bailable. Solo hay que escuchar esa pequeña joya llamada “Waves”, que abre el álbum llevándonos a una pista de baile de lo más cálida. Algo que también ocurre con la estupenda “Driver”, en la que juegan a tope con el sonido retro.

Lo cierto es que no me extraña que los productores de esa serie de AMC reclamaran sus servicios, porque su música es de lo más cinematográfica. Es más, escuchando temas como “At The Time” o “All These Things”, me ha venido a la cabeza esa pequeña joya del cine reciente llamada ‘Last Night In Soho’. Una película que, como ya sabréis, cuenta con un amplio metraje ambientado en el Londres de los 60. Es decir, en aquella época que apadrinaron como Swinging London. Y es evidente que The Soundcarries se han fijado bastante en esos años. Pero claro, dándole ese toque más psicodélico con el que logran que sus canciones suenen de lo más frescas. Algo que resulta de lo más evidente en las estupendas “Falling Back” y “Saturate”. Incluso en los cortes más lentos, como “Traces” y “Wilds”, dan con esa frescura. Aunque claro, en ellos sí que resulta más evidente la influencia de Broadcast.

Creo que no me equivoco si digo que The Soundcarriers han sacado uno de los grandes discos de estas primeras semanas del 2022. Además, sin irse a lo evidente y con un sonido lleno de personalidad, que tiene mucho más mérito.

8

Kids on a Crime Spree – Fall In Love Not In Line

Kids on a Crime Spree es uno de los grupos menos prolíficos que ha dado el indie en los últimos quince años. El trío de San Francisco publica su música cuando le viene bien, y es fácil que pasen muchos años sin saber nada de ellos. De hecho, tras su álbum de debut en 2011, solo han editado un single doble y un split junto a Terry Malts. Hasta ahora, que vuelven con el segundo trabajo de su carrera.

La versión oficial de esta tardanza echa la culpa a una grabadora de 16 pistas que han tenido que arreglar. Y es que, el trío formado por Mario Hernandez, Becky Barron y Bill Evans, sigue apostando por el sonido analógico para grabar sus canciones. Algo que entra dentro de sus muchos aciertos. Porque si quieres hacer canciones que beben del sonido Brill Building, de los Ramones, o de las producciones de Phil Spector, mejor que lo hagas como se hacia antes. Y gracias a eso, sus canciones suenan de lo más auténticas.

Fall In Love Not In Line’ es una apisonadora sonora en la que van a toda leche. 24 minutos en los que cogen todas esas influencias, las ensucian con unas buenas guitarras y le dan algo de velocidad. Y así, mezclan el garage con el pop 60s en “Karl Kardel Building”; se adueñan del riff de “I Wanna Be Your Dog” en “Vital Points”, o se convierten en los Ramones en “All Things Fade”. Porque sí que parece que han endurecido un poco su sonido. Y la prueba de ello es lo potentes que suenan temas como “When Can I See You Again?” y “Goods Get Got”. Eso sí, siempre desde una perspectiva pop. Porque, además, no se olvidan de meterse de lleno en ese bubblegum-pop que manejan tan bien y que aquí aparece en temas como “Boomdoom” y “Steve, Why Are You Such a Liar?”.

Kids on a Crime Spree vuelven más potentes que nunca y con uno de esos discos con los que es imposible aburrirse. Solo espero que no estemos ante el único trabajo de su carrera en esta década.

8

Boy Harsher – The Runner

Boy Harsher se han convertido en uno de los máximos exponentes de eso que llaman darkwave. Y no es para menos, porque el dúo de Georgia maneja de maravilla la mezcla de música dance y oscuridad, que al fin y al cabo es de lo que estamos hablando. Además, no les ha ido nada mal comercialmente, porque temas como “Pain” y “LA” se han convertido en pequeños hits. Y, por si esto fuera poco, tuvieron el honor de hacer el mejor remix de aquel disco de remezclas que editó Perfume Genius el año pasado. Así que podríamos decir que llegan a su nuevo álbum como un grupo estrella del underground.

The Runner’ es la banda sonora del cortometraje de terror del mismo nombre que hicieron el año pasado. Y es que, al fin y al cabo, se conocieron estudiando cine en la universidad de Savannah. Un proyecto que nace de la pandemia y de una mala noticia, como es el diagnostico de esclerosis múltiple de Jae Matthews, la parte femenina del dúo. Así que decidieron que lo mejor para escapar de todo eso era hacer un cortometraje protagonizado por una mujer corriendo por el bosque.  

No estamos ante una banda sonora convencional, ya que, salvo los dos cortes finales, que sí son instrumentales y más cinematográficos, el resto podría entrar en cualquiera de sus trabajos. Aunque hay que decir que están un tanto más pop que de costumbre. Y eso es algo que les sienta muy bien. Solo hay que escuchar “Autonomy” y “Machina”, los dos temas en los que cuenta con colaboraciones. La primera es toda una maravilla new-wave en la que, inevitablemente, se van a los ochenta. Y lo hacen con la ayuda de un tal Lucy, que la verdad es que no tengo ni idea de quién es. Y la segunda es “Machina”, un pepinazo HI-NRG en el que Mariana Saldaña, del grupo BOAN, le da un toque de lo más europeo a la canción.

El resto del álbum sí que se va hacia sonidos más oscuros. Y lo hace de diferentes formas. Porque tenemos esa “Tower” que empieza con bien de suspense y acaba en toda una catarsis llena de gritos desgarradores y teclados que supuran terror. Pero, sin embargo, en un par de temas como “Give Me a Reason” y “Escape”, en los que también juegan con el mundo dark, se van hacia un lado más melódico y pop.

Como bien dice el propio dúo, además de ser su primera banda sonora, ‘The Runner’ también es una evolución en su sonido y un paso hacia mundos más luminosos y pop. Y yo encantado.

7,7

Los Planetas – Las canciones del agua

No sé si Los Planetas tenían este álbum planeado desde hace tiempo o simplemente es algo que ha ido surgiendo con el tiempo. Para mi gusto, la banda granadina ha estado un poco perdida durante el último año y medio, y los singles llenos de “actualidad” que han ido sacando en estos meses no han terminado de cuajar. Y creo que no ha sido del todo culpa suya Simplemente que la gente está saturada de información y necesita la música, el cine o la lectura como vía de escape. O al menos eso es lo que me pasa a mí. Pero lo cierto es que, ahora, en el conjunto de un álbum, y acompañados otro tipo de temas de temática diferente, la cosa vuelve a funcionar igual de bien que en todos sus álbumes.

Las canciones del agua’ está dividido en dos partes. La primera es la que dedican a Granada, su tierra, y para mi gusto, la mejor del álbum. Es más, la empiezan con “El manantial”, una adaptación de un poema de Lorca que ya forma parte de las mejores canciones de su carrera. Doce minutos en los que dan protagonismo al piano y a los instrumentos de cuerda -el formato que han llevado en sus últimos conciertos-. Y la verdad es que no puede resultar más emocionante su constante vaivén de subidas y bajadas. Al igual que “Se quiere venir”, donde cogen una canción del trapero Khaled y la convierten una preciosa balada. Tampoco están nada mal sus “Alegrías de Graná” -la cuota flamenca del álbum-, y su versión de “La morralla” de Carlos Cano, que es el momento más rock de todo el disco.

La segunda parte está dedica a lo que ha pasado alrededor del mundo en estos últimos dos años. Temas que ya conocemos y que encajan bastante bien en este concepto que le dan al disco. Así, entre sonidos que evocan al space-rock o a su pop guitarrero de los noventa, nos dejan un puñado de canciones en las que se mojan a su manera. Porque lo cierto es que, salvo en su lucha contra el capitalismo, que aparece en parte de sus últimos trabajos, no dejan muy claras sus posturas. Si sabemos que la estupenda “La nueva normalidad” está compuesta tras ver unos vídeos de las protestas tras la muerte de George Floyd y que ánima a reaccionar y luchar por nuestros derechos y libertades. O que “El antiplanetismo” critica a esa gente que no es capaz de tener un pensamiento crítico y adopta unas ideas que venden en las tertulias de la tele o en la prensa. Algo que más o menos también dejan claro en “El apocalipsis zombie”, el único tema de esta segunda parte que no fue single previamente.

Tengo que reconocer que no me esperaba mucho del nuevo álbum de Los Planetas, pero, una vez más, han conseguido dar con un trabajo coherente. Y eso que se podría decir que en él meten prácticamente todas las facetas de su música que han ido puliendo en los últimos años.

8

Yard Act – The Overload

Con apenas dos años de vida, Yard Act se han convertido en una de las grandes esperanzas del nuevo rock británico. El grupo de Leeds debutó y despegó con un single en pleno confinamiento, y a partir de ahí no han parado. De hecho, editan su primer álbum con una multinacional y puede que se coloquen en el primer puesto de las listas británicas de la semana que viene. Como siempre pasa en estos casos, hay que preguntarse si realmente es para tanto y si realmente merecen tanto la pena. Y esta vez hay que decir que sí. Tienen todo lo necesario para que su propuesta vaya más allá del hype de turno.

The Overload’ es el álbum definitivo de la era post-Brexit. James Smith, su cantante, y compositor de buena parte de los temas que contiene este disco, tiene talento de sobra para diseccionar a la sociedad de su país. Smith arremete contra el capitalismo salvaje que vive el Reino Unido, y que, lamentablemente, se puede transpolar a buena parte del mundo. Así, nos deja canciones en las que lanza dardos contra los hombres de negocios grises (“The Incident”), o contra el anticapitalista que cambia de parecer en cuanto le llueve algo de dinero (“Rich”). Pero también es capaz de hacer una letra brillante sobre un señor que no quiere nada más que una vida tranquila, y sin lujos, y muere prematuramente de cáncer (“Tall Poppies”).

Para contarnos todas estas historias, Yard Act se apoyan en el lado más british del post-punk. Así que durante poco más de media hora, podemos escuchar a James Smith tirando de la forma de cantar de su compadre Mark E. Smith. Pero lo bueno es que no se queda ahí. Buena parte de las canciones del disco explotan en un estribillo pegadizo que les da un toque mucho más pop. Solo hay que escuchar esa “The Overload” que lo abre, la cual cuenta con uno de esos estribillos de lo más coreables. Además de un ritmo de lo más bailongo. O esa “Payday” en la que sus guitarras se fusionan con un teclado juguetón. Una canción que, por cierto, me ha recordado un poco a Tom Tom Club. Y ojo, porque la influencia de la banda norteamericana no se queda ahí, y en “Pour Another” incluso se acercan a los mismísimos Talking Heads.

Se podría decir que la otra gran influencia de este disco es el britpop. Especialmente Jarvis Cocker y sus Pulp. Con esto no digo que se saquen un “Common People” de la manga, pero sí que hay unos pocos temas en los que la forma de cantar de Smith se asemeja bastante a la de Cocker. Es el caso de esa “Dead Horse” en la que nos hablan de las “fake news” mientras nos hacen bailar. O de “Land Od The Blind”, que es más british que las Fish and Chips.

Yard Act superan con nota la prueba del álbum de debut y entregan uno de los primeros grandes trabajos de 2022.

8

Beach House – Once Twice Melody: Chapter 3

Sigo diciendo lo mismo que cuando puse el primer y el segundo capítulo de lo nuevo de Beach House: no entiendo muy bien esta estrategia de separarlo en cuatro bloques. Y aunque ahora, con trece canciones, se ven las cosas de forma diferente, sigo pensando que lo mejor hubiera sido sacar el álbum al completo. O editar dos en un mismo año, como hicieron con ‘Depression Cherry’ y ‘Thank You Lucky Stars’. Pero bueno, han decidido hacerlo así y es lo que hay.

El tercer capítulo de ‘Once Twice Melody’ reincide en ese sonido más electrónico que hemos visto en los capítulos anteriores. De hecho, me atrevería a decir que apenas hay una guitarra con un poco de distorsión. Lo que sí hay son muchas ganas de expandir su música hacia la pista de baile. Aunque sea una un tanto ensoñadora, como la de “Only You Know” que, con esa batería potente y su pegadiza melodía, se convierte en todo un hit instantáneo. O de meterse de lleno en un synth-pop un tanto dark y entregar un pepinazo como “Masquerade”.

El resto de las canciones, que esta vez son cinco, nos presentan la faceta más clásica de Beach House. Es decir, que se calman bastante y nos dejan tres temas que entran dentro de ese dream-pop que tantos grupos han copiado en los últimos años. Eso sí, las tres son muy diferentes. En “Sunset”, apenas necesitan una guitarra acústica y la voz de Victoria Legrand para emocionar. Sin embargo, en “Another Go Around”, es su manto de teclados el que consigue llevar la canción a buen puerto. Y, para terminar, “Illusion of Forever”, la típica canción de Beach House en la que una tímida caja de ritmos y la voz etérea de Legrand se sumergen en los paisajes más ensoñadores. Y sigue funcionando.

A falta de las últimas cinco canciones, que se publicarán en febrero el próximo 18 de febrero, ya podemos decir que el nuevo álbum de Beach House va a ser uno de los grandes de 2022.

8,2

Broken Social Scene – Old Dead Young (B-Sides & Rarities)

Que alguien me corrija si me equivoco, pero creo que ningún disco de caras-b y rarezas ha pasado a la historia de la música. Y por desgracia, no va a ser Broken Social Scene la primera banda que lo consiga. El combo canadiense cuenta con una amplia carrera de más de dos décadas, y en todos estos años les ha dado tiempo a descartar un buen puñado de canciones de sus álbumes principales. Y eso que es uno de esos grupos a los que les cuesta meter la tijera en sus discos, que suelen ser bastante largos. Pero la verdad es que no hay mucho que destacar en esta recopilación caras-b y rarezas que ahora editan.

Lo mejor que tiene ‘Old Dead Young (B-Sides & Rarities)’ es que funciona como un disco normal de Broken Social Scene. Porque, si habéis seguido un poco a la banda, ya sabréis que sus álbumes son de lo más eclécticos y tienen una secuencia que parece hecha sin ningún tipo de criterio. Algo que también ocurre con este trabajo, en el que pasan de la calma a la tempestad en menos de lo que canta un gallo. Además de haber cortes de indie-rock estridente –“Do The 95” me ha parecido insoportable-, coqueteos con la electrónica, o temas más delicados y ensoñadores. Así que lo mejor es ir picoteando y buscar los mejores cortes del álbum.

Hay un tipo de canción de Broken Social Scene que nunca falla. Es esa en la que se ponen más melódicos y dejan que las cajas de ritmos asomen tímidamente entre sus guitarras limpias y su batería. Un ejemplo de esto es “Curse Your Fail” que, sin ser un tema sobresaliente, sí que resulta de lo más interesante de este álbum. Y el otro podría ser “Stars And Spit”, en la que básicamente cogen dos de las mejores canciones de su segundo trabajo –“Stars And Sons” y Lover’s Spit”, y hacen una especie de mash-up que funciona estupendamente. Y siguiendo por ese camino un tanto más electrónico, hay que fijarse en la bonita “National Anthem of Nowhere” y en la acelerada “Until It’s Dead”.

Evidentemente, el indie-rock de guitarras potentes también está presente. Pero he de decir que no forma parte de lo mejor del álbum. Tan solo me parece destacable “Golden Facelift”, una de esas canciones en la que pasan de la calma a la tempestad con toda la facilidad del mundo. O “Canada Vs. America”, la cual, a pesar de ser de lo más ruidosa, también es muy melódica. Aunque lo mejor de esta faceta está en la eufórica y algo épica “Old Dead Young”, que por algo da título al álbum. Y ojo, porque si nos vamos a su lado más intimista, nos dejan “This House Is On Fire”, uno de los grandes momentos del disco.

Al final, como todos los discos de este tipo, te salen unas cuantas canciones interesantes, y otras tantas que, si no se publican, tampoco pasa nada.

7

Molly Nilsson – Extreme

Han pasado cuatro años desde que Molly Nilsson tuvo una especie de visión con el año 2020 y publicó un trabajo inspirado en ese año. Por aquel entonces, tan solo era un año más, y más allá de las típicas supersticiones por ser bisiesto, nadie se podría imaginar lo que terminó pasando después. Pero vamos, que fue una casualidad como cualquier otra y la artista sueca no es una especie de visionaria. Lo que sí es cierto es que, como a todo el mundo, la pandemia ha cambiado un poco su forma de ver la vida y se podría decir que está un tanto más optimista que de costumbre.

Extreme’ es el décimo trabajo de Nilsson, y en él nos deja una tanda de canciones un tanto más esperanzadoras. Es más, afirma que este es el momento para cambiar de hábitos y llevar una vida mejor. Y para esto, nada mejor que tener de banda sonora una canción como “Absolute Power”. La canción que abre el disco representa un pequeño cambio en el sonido de Molly Nilsson. Principalmente, por esas guitarras crudas, pero también por su fuerza y por la letra que anima a tirar hacia delante después de toda esta historia. Un sonido al que vuelve en la acelerada “They Will Pay”, que está más cerca del punk que del synth-pop.

También deja ver un poco más de optimismo en los cortes más pop. Canciones como “Earth Girls”, “Avoid Heaven” y “Take Me to Your Leader” son deliciosas, y dejan atrás la oscuridad del pasado para meterse en un mundo más luminoso. Es más, tienen un cierto toque sixties. Además, la última casi parece una versión ralentizada del “Girls Just Want To Have Fun”. Pero ojo, que también sabe cuando acercarse a la pista de baile. Lo hace en “Intermezzo: The Wheel of Fortune”, el tema instrumental que aparece en mitad del disco y que nos lleva a la Ibiza de finales de los ochenta. O esa “Obnoxiously Talented”, donde se deja llevar por un ritmo acelerado que casi se acerca al jungle.

Evidentemente, no se olvida de esos cortes melancólicos que han hecho de su carrera una de las más interesantes de la escena synth-pop actual. “Kids Today” y “Sweet Smell of Success” podrían encajar perfectamente en cualquiera de sus últimos trabajos. Pero es en “Pompeii” donde juega sus mejores cartas. Principalmente, porque cuenta con su melancolía típica, pero la contrarresta con un piano absolutamente dance y con un final épico que pone los pelos de punta. Sin duda, la mejor canción del álbum, y una de las mejores de su carrera.

Molly Nilsson vuelve a editar otra joya, y ya he perdido la cuenta de cuantas van. Además, está vez lo podéis disfrutar en Spotify, porque, aunque odia la plataforma sueca, y el año pasado juró que no lo iba a subir, parece que ha cambiado de opinión.

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