Flesh World – The Wild Animals In My Life

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Scoot Moore, miembro de la banda de queercore Limb Wrist, y Jess Scoot, cantante y guitarrista de Brilliant Colours, son los principales componentes de Flesh World. Ellos son los que formaron el grupo hace un par de años, y los que publicaron su primer Ep en 2013. Ahora, un par de años después, y con dos miembros más en el grupo, lanzan el que es su álbum de debut.

The Wild Animals In My Life es un disco corto, sucio, que cuenta con toda la energía punk de Moore, y el rollo C-86 de Scoot. Los dos miembros principales del grupo fusionan sus dos pasiones, y logran dar con un sonido crudo y oscuro en el que hay reminiscencias de Siouxsie And The Banshees, los primeros Sonic Youth, e incluso de los Smiths más oscuros. Además, tienen muy clara la estética de la banda, y lo que quieren contar en sus canciones. Solo hay que ver esa portada tan queer, o escuchar un tema como Poolside Boys, una canción que Scott escribió después de ver una exposición de David Hockney.

Se podría decir que lo suyo es el post-punk, pero tampoco sería del todo justo meterles en esa etiqueta. Aunque todos los temas de este álbum cuentan con esa crudeza y oscuridad que mencionaba antes, también se van hacia caminos más amables en algunos cortes. Es el caso de To Lose Me, Just To Tear Me Down, o del corte que da título al álbum, donde se pueden ver influencias claras del C-86. Por no hablar de la ya mencionada Poolside Boys, que es un delicioso corte de pop sucio e intenso. Pero claro, también les gusta sonar contundentes y crudos, y ahí es donde entran apisonadoras como Shaved Head o Strawberry Bomber. Como bien dice Pitchfork en una descripción de lo más acertada, suenan a Savages versionando a Black Tambourine.

No es un disco perfecto, su crudeza puede tirar un poco para atrás, pero sí nos presenta a una banda de lo más interesante.

7,3

Destroyer – Poison Season

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Tras dejar a medio mundo pasmado con Kaputt, y sorprender a propios y extraños con un Ep de versiones de Sr. Chinarro, Dan Bejar está de vuelta con un nuevo trabajo. El canadiense editará a finales de agosto este Poison Season, pero, al igual que le ha pasado a Beach House, su disco se ha filtrado con casi dos meses de antelación – con el parón veraniego hay que tener los disco fabricados antes, y claro, hay más posibilidades de que esto pase-.

Con seguir un poquito la extensa carrera de Destroyer uno ya se da cuenta de que a Dan Bejar no le gusta sacar dos discos iguales. Con cada nuevo trabajo se transforma, y este nuevo álbum no iba a ser una excepción. Los que esperen algo del pop sofisticado de Kaputt, que se vayan olvidando, el canadiense se ha dejado llevar por su lado más orquestal y se ha sacado de la manga una colección de canciones en las que las cuerdas toman el protagonismo.

La otra gran protagonista del disco es Times Square. La famosa plaza neoyorquina da nombre a tres de los cortes del disco, y se abre y se cierra con dos respectivas versiones orquestales de la canción. Bueno, según Bejar, en realidad dejo explayarse al quinteto de cuerda, y de ahí sacó dos canciones. Pero la versión realmente buena es la que nos encontramos justo en la mitad del disco, de la que Bejar dice que quería hacer algo así como el “Street Rock”, que hacían Bowie y Springsteen a mediados de los setenta. Le ha quedado bien chula, y es lo mejor del disco junto con ese Dream Lover que sacó de single hace unas semanas. Que dicho sea de paso, no tiene nada que ver con el resto del álbum, y es el corte más contundente del mismo.

Una de las cosas que más me ha sorprendido al leer la nota de prensa, es que en estas canciones tienen un marcado carácter británico, y que se pueden ver rastros de bandas como Aztec Camera, Prefab Sprout o The Blow Monkeys. Yo no lo termino de ver nada claro, la verdad. Sí es cierto que tiene un aire british, pero tira más hacia el Bowie más teatral, y canciones como Hell, Solace’s Bride o Bangkok, no desentonarían como parte de la banda sonora de un musical clásico. Quizá, en canciones como Midnight Meet in the Rain y Sun in the Sky, que están muy chulas, es donde podemos ver alguna de las influencias de esas bandas, pero están muy pilladas por los pelos.

Al final uno se queda con la sensación de que Poison Season es un disco extraño, un poco destartalado, y demasiado ecléctico. Mejora con las escuchas, pero le falta bastante para llegar al nivel del maravilloso Kaputt.

7,4

Blank Realm – Illegals in Heaven

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Una de las sorpresas más agradables del año pasado fue Grassed Inn, el tercer trabajo de los australianos Blank Realm. Los de Brisbane son uno de los grupos más interesantes de esa escena de las antípodas encargada de revisitar el rock que se fabricaba en esa parte del mundo a principio de los ochenta. Por sus canciones planea la sombra de The Clean, The Chills o The Bats, pero no se quedan ahí, e impregnan sus composiciones con un poco de suciedad e influencias de otras bandas del planeta. Logran dar con la fusión perfecta uniendo la oscuridad de Echo & The Bunnymen, el garage de The Zombies, y la luminosidad y el deje pop del Kiwi-Rock, creando así una de las mejores propuestas musicales de su país.

En este cuarto álbum empiezan fuete, con un trallazo sucio y garajero llamado No Views, en el que se olvidan de su faceta más pop. Esa se la guardan para el siguiente tema, el genial River of Longing, en el que aparecen esas guitarras cristalinas tan características, que se dejan llevar por un ritmo acelerado y un maravilloso estribillo. Es algo que repiten más tarde en Palace of Love, otro de los puntos fuertes del disco, y toda delicia de canción. Y es que, cuando se ponen más pop, no hay quien les tosa. Ahí está esa Flowers in Mind, que es un poco más oscura (no pueden negar la influencia de la banda de Ian McCulloch), pero igual de deliciosa. O las baladas lo-fi, en las que dejan ver su interés por la Velvet, y nos entregan cosas tan majas como Cruel Night o Gold.

Si nos vamos a la parte más potente del disco, hay que destacar Costume Drama y Too Late Now. En la primera se ponen contundentes, pero se moderan un poco en el estribillo. Todo gracias a lo que parece ser un xilófono, que suaviza estupendamente la contundencia guitarrera que tiene la canción. La segunda empieza tranquila, pero va subiendo de intensidad y acaba en una orgia de ruido y distorsión. Con ella cierran un estupendo disco, que bien merece un gran reconocimiento. A ver si tienen suerte.

8,1

Beach House – Depression Cherry

beach house

Al igual que les pasó con Teen Dream y Bloom, Beach House han visto como su nuevo trabajo se ha filtrado meses antes de su publicación oficial – quizá deberían mirar un poco más a quien pasan las copias promocionales en su sello, porque no es normal que siempre les pase lo mismo -. Así que aquí estamos, a principios de julio escuchando un disco que se pone a la venta el 28 de agosto.

Hace unas semanas, cuando los de Baltimore sacaron el primer adelanto de este Drepression Cherry, también dieron algunas pistas del sonido del sonido que tendría este trabajo. La primera, y la más evidente tras escuchar el álbum, es la vuelta al sonido más simple y menos agresivo de sus primeros trabajos. Los que busquen la grandilocuencia de las canciones de Bloom, que se vayan olvidando. Las baterías reales y las guitarras no tienen casi protagonismo, y, aunque nos han engañado un poco con Sparks, ese primer single con guitarras potentes, el resto del disco no tira por ahí. Para mi desgracia.

Tiene su punto tratar de emocionar con lo menos posible, que es algo que suelen conseguir Beach House con sus canciones, pero cuando has disfrutado de todo lo que pueden dar de sí sus composiciones, volver a lo del principio, no me parece una idea muy buena. Este Depression Cherry me parece un paso hacia atrás al que no le veo mucho sentido. Esto no significa que estemos ante un mal disco, siguen contando con un talento enorme para impregnar de calidez sus temas tan fríos y minimalistas, pero se queda un poco cojo si lo comparamos con sus dos anteriores trabajos.

El disco empieza muy bien con Levitation, uno de esos temas tranquilos en los que un teclado en tensión mantiene la canción durante casi seis minutos. Quizá le falta explotar, como lo hacían algunas canciones de Bloom, pero esta vez han decidido que no, que la simpleza es la protagonista. Tras ella siguen muy bien con Sparks, el single ruidoso que ya he comentado, y con Space Song, que es deliciosa. Además, en ella demuestran eso que decía antes, que pueden ser simples y emocionar a la vez; un pequeño punteo de guitarra, y una caja de ritmos es lo único que les hace falta. Algo parecido a lo que pasa en Beyond Love, que tampoco está nada mal. El problema viene a continuación, con como 10:37 y Bluebird, que son tremendamente sosas y aburridas. Afortunadamente, entre medias meten PPP que sí tira hacia el rollo más épico de sus anteriores trabajos, y cierran el disco con la maravillosa Days of Candy, en la que también tiran de teclados épicos y grandilocuentes.

A lo mejor es que yo tenía las expectativas muy altas, pero este Depression Cherry me ha defraudado un poco.

7,6

Selección 2015 (7ª Parte)

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Sí, este mes me he retrasado bastante con la recopilación, pero creo que ha merecido mucho la pena. Gracias a este retraso he podido meter lo nuevo de Beach House, o el temazo con en el que nos sorprendió Alondra Bentley la semana pasada. No son las únicas novedades interesantes, también está ese Dreams tan bailongo que se ha marcado Beck, el bonito nuevo single de Teen Daze, o el adelanto del primer disco en solitario de Eliot Sumner, la hija de Sting, que lleva un rollo ochentero que mola bastante. Además de lo nuevo de The Radio Dept., que sacan singles de vez en cuando, y en este Occupied se decantan por su lado más bailable (hay momentos en los que parece el Go de Moby).

Por supuesto, tampoco falta el repaso a los trabajos más interesantes del mes, y por aquí también hay temas de Roman à Clef (este disco ha gustado mucho), Donald Cumming, Summer Fiction, o De Lux. Además, como curiosidad, he metido a Robert Smith haciendo una versión del There’s a Girl in the Corner, de The Twilight Sad, que está bastante bien.

Espero que os guste.

  1. On and On / Summer Fiction 3:22
  2. Surreal Exposure / Ducktails 2:41
  3. Morning World / Teen Daze 4:16
  4. Nothing Left to Talk About (feat. Nicky Wire) / Sarah Cracknell 2:52
  5. The Great Unknown / The Legends 3:00
  6. PSBTV / Roman à Clef 4:08
  7. Game of the Heart / Donald Cumming 3:08
  8. Will You Be There for Me? / Warm Soda 1:54
  9. Come Down / Wavves And Cloud Nothings 3:00
  10. You Close Your Eyes / Orange Humble Band 4:18
  11. Dreams / Beck 5:14
  12. What Will You Dream / Alondra Bentley 4:11
  13. Bena / Delorean 4:43
  14. Love Is Stranger / Nick Diamonds 3:29
  15. There’s a Girl in the Corner / Robert Smith 3:52
  16. Sparks / Beach House 5:21
  17. After Dark / Eliot Sumner 4:09
  18. The Shade / Metric 3:36
  19. Oh Man the Future / De Lux 6:57
  20. Occupied / The Radio Dept. 7:17

Tame Impala – Currents

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Por lo general, los grandes artistas siempre han sido un tanto eclécticos, y no se han ceñido a repetir la misma fórmula constantemente. Por eso me extraña tanto que, a estas alturas, la gente se siga sorprendiendo con el cambio que han dado Tame Impala en su último álbum. La banda de Perth ha decidido quitarse algo de la psicodelia de sus anteriores trabajos, y probar con otro tipo de texturas musicales. De primeras, esto ya les honra, sobre todo después de haber llegado a la cúspide de su carrera con Lonerism, uno de esos discos que ocupó los primeros puestos de casi todas las listas de 2012. No ha debido ser fácil tomar esa decisión, e inundar de teclados y sonidos sintéticos sus composiciones. Lo mejor es que les ha salido bien, y han sacado una colección de canciones de lo más interesante.

No cabe duda de que Tame Impala es el niño de Kevin Parker, líder absoluto de la banda, que hace con su proyecto lo que le da la real gana. Supongo que habrá sido él el que ha terminado empachado de su antiguo sonido, y ha decidido darle un poco de frescura. La producción también corre de su cuenta, y en ella recurre a la electrónica sedosa y envolvente. Esto le viene de maravilla a los temas psicodélicos del álbum, que también los hay, y le da un toque elegante a su faceta más pop.

Currents se abre con Let It Happen, ese primer adelanto bailongo que dejó a todo el mundo del revés, y uno de los temas de 2015. El tema no decae ni un solo momento en sus más de siete minutos, y con sus bases, su vocoder, y sus teclados, consiguen crear todo un himno que podría sonar en cualquier club del mundo. La lástima es que es el único corte tan abiertamente bailable, y no se atreven a irse por ese camino en ningún otro tema del álbum. La única canción que se acerca un poco a este estilo, es The Less I Know The Better, y es una pista de baile más ochentera, con teclados luminosos, y con un estribillo en el que, si se descuidan un poco, plagian esa horterada de Starship llamada Nothing’s Gonna Stop Us Now. Aun así, es otro de los mejores cortes del disco, junto a esa maravilla pop llamada Disciples y la sintética The Moment, que acaba con una buena dosis de psicodelia, para que sus viejos seguidores no se sientan excluidos. Algo que también pasa en la muy electrónica Reality in Motion, que también está bastante bien.

Una de las curiosidades del tercer álbum de los australianos es la cantidad de baladas que hay. Parker no se ha cortado un pelo a la hora de hacer canciones tranquilas envueltas en sedosas cajas de ritmos. Muchas de ellas tienen un cierto toque soul, como Yes I’m Changing (no hace falta que lo jure), o esa pequeña joyita llamada ‘Cause I’m A Man, pero también hay alguna balada poderosa, como es el caso de Eventually, que no desentonaría en su anterior trabajo. Y hablando de volver a su anterior sonido, tanto en Love/Paranoia, como en New Person, Same Old Mistakes, los dos temas que cierran el álbum, dejan ver mucho de su pasado, para que el cambio no sea tan radical.

Currents es un buen disco, en el que arriesgan y logran cambiar de rumbo más que dignamente. Por supuesto, aún conservan algunos de sus tics, como el de meter retazos de canciones (Nags y Gossip no son otra cosa), pero es algo soportable entre tanta canción notable.

8,3

Wavves & Cloud Nothings – No Life For Me

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No es que me guste mucho lo que hacen Wavves y Cloud Nothings por separado, pero sí que estaba intrigado con este trabajo conjunto. Lo he escuchado unas cuantas veces desde el otro día, que fue cuando lo editaron por sorpresa, y tengo que decir que me ha sorprendido para bien. La gran mayoría de las canciones conservan la fuerza que tienen estas dos bandas, y el indie-rock es el mantra de todo el álbum. Aunque también hay un cierto toque pop en algunos cortes. Supongo que la colaboración de Rostam Batmanglij de Vampire Weekend, habrá tenido algo que ver.

No Life For Me es un trabajo cortitio, grabado en casa de Nathan Williams, el líder de Wavves, y está producido por él y por su hermano. Eso sí, el disco no tiene un sonido muy casero, la verdad, y suena potente y bastante limpio. Es algo que se agradece, ya que así nos dejan ver las buenas melodías que hay en estos 21 minutos de música. Como ejemplo tenemos la potente How It’s Gonna Go, la cual suavizan maravillosamente con ese teclado que entra a mitad de canción. O la oscura Come Down, que es una maravilla. Por no hablar de la deliciosa Nervous, que empieza oscura, casi siniestra, y acaba en un estribillo de lo más pop.

Cuando se ponen más cañeros me gustan menos, pero sí es cierto que manejan muy bien las guitarras potentes y sucias. Es el caso de Hard to Find, que suena muy bien hasta que se ponen demasiado macarras en su parte central. Sí están más acertados en el tema que da título al disco, que también es potente y melódico.

Tras escuchar este trabajo, creo que tanto a Wavves, como a Cloud Nothings, les vendría muy bien acercarse a tonos más oscuros en sus próximos trabajos. Eso sí, siempre sin perder el punto melódico, que, como demuestran aquí, les sienta muy bien.

7,4