SOAK – If I Never Know You Like This Again
Algo ha cambiado en la forma de ver la música de Bridie Monds-Watson. La artista irlandesa, más conocida como SOAK, se ha dejado llevar por un lado más salvaje y guitarrero a la hora de componer las canciones de lo que es su segundo disco. Y no solo en lo que a su música se refiere, también en sus letras, en las que no se corta un pelo y carga contra esas personas o situaciones que no le gustan. De hecho, en él, toca temas como la salud mental, el amor, o el ecologismo. Y es que, como dice ella misma, no tuvo mucha presión a la hora de escribir estas canciones durante la pandemia, ya que prácticamente le salían solas.
‘If I Never Know You Like This Again’ es un álbum hecho a medias con Tommy McLaughlin, que es uno de sus músicos de gira, y que ha producido todos sus trabajos hasta la fecha. Estamos ante un disco con una fuerte influencia del indie-rock de los noventa. Y no es que lo diga yo, ellos mismos confiesan que «no pararon de escuchar a Pavement, Broken Social Scene y el ‘The Bends’ de Radiohead mientras componían las canciones del disco«. Algo que resulta evidente cuando escuchamos temas como “purgatory” o “last july”. De hecho, la primera no puede sonar más a la banda de Stephen Malkmus, y la segunda cuenta con una potente y sucia guitarra que recuerda bastante a esos años. Además, mola un motón.
Sí es cierto que, a medida que van pasando las canciones del disco, va entrado en juego la faceta más pop de SOAK. Aunque, al contrario que en su anterior trabajo, aquí, la electrónica casi brilla por su ausencia-tan solo aparece tímidamente en la ensoñadora “guts”-. Son las guitarras las que siguen llevándose el protagonismo. Y hay que reconocer que es todo un acierto, porque canciones como “get well soon”, “red-eye” o “baby, you’re full of shit”, son estupendas. Además, hacia el final, nos deja esa joya llamada “pretzel”, una de esas canciones por la que cualquiera de las nuevas estrellas de indie-rock norteamericano femenino matarían.
Tengo que reconocer que, lo que menos me llamó la atención de su anterior trabajo, fueron las baladas. Algo que ha pulido y mejorado aquí. Porque, por un lado, tenemos una emocionante y épica “bleach”, la cual no tiene nada que envidiar a cualquiera de las últimas canciones de Phoebe Bridgers o Julien Baker. De hecho, me parece mejor que muchas de ellas. Sim embargo, por el otro, tenemos la algo más escurridiza “neptune”. Y digo escurridiza por su duración, que se queda cerca de los siete minutos, pero en realidad es una barbaridad de canción. Sobre todo, a partir del tercer minuto, que es cuando entra su melancólico piano y te atrapa del todo. Quizá tendría que haber cerrado con ella, pero también es verdad que “swear jar”, y esos coros finales que la arropan, son un cierre estupendo.
7,7
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