Julie Doiron – I Thought Of You

Aunque estamos ante el primer trabajo de Julie Doiron en nueve años, no se puede decir que la artista canadiense haya estado muy parada en todo este tiempo. Para empezar, ha hecho una alianza con Phil Elverum y su proyecto Mount Eeire, con el que ha editado dos trabajos. Pero también formó Julie & The Wrong Guys, una banda cercana al punk que se sale totalmente de su lado folk -no hay que olvidar que Doiron fue fundadora de Eric’s Trip, una de las bandas de indie-rock canadienses más importantes de los noventa-. Además, también publicó en el sello madrileño acuarela tres trabajos cantando en español. Así que, como podéis ver, ha estado de lo más ocupada.

I Thought of You’ se grabó en una remota cabaña en el bosque. Allí, junto Daniel Romano, el musico, productor, poeta, artista visual, y dueño del sello que edita el álbum, grabaron una colección de canciones que destacan por su calidez. A medio camino entre el indie-rock y el folk, Doiron da una lección de como encarar una canción en todas las pistas del álbum. Porque, si hay algo en lo que ha mejorado a lo largo de los años, es en interpretar sus canciones. Cada vez lo hace mejor, más segura, y con más registros. Ya no solo porque cante una canción en francés -genial esa “Et Mon Amour”-, sino porque sabe llevar a su terreno vocal cualquiera de los estilos que aparecen en este álbum.

Se podría decir que el disco va de más a menos. Principalmente, porque la mejor parte es cuando saca las garras y se pone más rockera. Y todas estas canciones prácticamente están en la primera mitad del álbum. Así, empieza a lo grande con “You Gave Me the Key” y “Thought of You”, dos temas de lo más directos que demuestra porqué Julie Doiron es una de las madrinas del nuevo indie-rock femenino. Pero ojo, que también le funciona esa especie de viaje psicodélico lleno de guitarras llamado “Just When I Thought”, o la aspereza de “Cancel the Party”.

Dentro del lado más reposado de este trabajo, destaca esa parte en la que su folk se adentra en terrenos más pop. Es lo que ocurre con la deliciosa “Good Reason” y con la algo retro “How Can We?”. Además, también destaca un tema como “Darkness to Light”, que se mete de lleno en el mundo de la americana. Lo cierto es que su parte final es relajada, pero también cuenta con un toque de aspereza. De hecho, un tema como “Ran” me ha recordado bastante a Patti Smith. Y en la genial “The Letters We Sent” deja que las guitarras cobren fuerza en su parte final. Es más, hubiera sido un corte perfecto para cerrar el álbum a lo grande. Algo que no consigue con la acústica “Back to the Water”.

7,6

Riki – Gold

El álbum de debut de la angelina Riki fue uno de los discos que me salvó el primer confinamiento de la pandemia. Su descarado rollo retro ochentero funcionaba de maravilla en temas como “Napoleon” y “Earth Song”, y cuando pisaba el freno y se ponía más oscura, nos dejaba alguna que otra joya como “Böse Lüngen”. Por eso he pillado este nuevo disco con muchas ganas, y lo mejor de todo es que, a pesar de que hay cambios significativos, no me ha decepcionado.

Gold’ está grabado en Pasadena junto a Josh Eustis, el cofundador de Telefon Tel Aviv, y no sé si era por eso, o porque ha decidido cambiar de rumbo, pero está más pop y relajada. De hecho, tan solo “Marigold” y “Last Summer” se acercan un poco a la pista de baile. Y lo hacen de una forma más cálida y elegante. Pero la verdad es que le funciona bastante bien y ha dado con un sonido de lo más chulo. La elegancia que aparece en todos los cortes del disco casa de maravilla con su pop ochentero, y como dice su nota de prensa, aquí ya no solo se pueden apreciar influencias de Bananarama y Strawberry Switchblade, ahora también entra en juego Bryan Ferry.

El disco se abre con “Lo”, todo un himno de pop sintético en que logra acercarse con bastante acierto a todas esas bandas que venera. Pero, poco a poco, se va metiendo en mundos menos evidentes que hacen que el disco resulte más interesante. Tenemos una incursión en un dancehall un tanto oscuro en “It’s No Secret”, el cual, además, corona con un saxo. Pero también una balada sintética como “Viktor”, donde deja que unas castañuelas se lleven bastante protagonismo. Pero la gran sorpresa del disco viene inmediatamente después. Y es que, si en su álbum de debut cantaba dos temas en alemán, aquí se atreve con el castellano, y con uno de los clásicos de nuestro pop. Sí, esa “Porque te vas” que aparece casi al final es una versión de la canción de Jeanette. Y la verdad es que le ha quedado de maravilla. Al igual que ese baladón de batería contundente y solo de saxo llamado “Florence & Selena”, que es una preciosidad.

Cuando puse su álbum de debut, ya dije que Riki debería convertirse en una estrella, algo que, desgraciadamente, no paso. Ahora tiene una nueva oportunidad con un segundo disco que tiene canciones de sobra para hacerla la nueva reina del pop.

7,8

The KVB – Unity

Puede que el último trabajo oficial de The KVB sea de 2018, pero lo cierto es que el dúo de Manchester no ha parado desde entonces. Primero, con un disco en directo, y un poco más tarde, recopilando y masterizando las que fueron sus primeras canciones. Además, Nicholas Wood, ha recuperado Saccades, el que es su proyecto personal. Y con muy buenos resultados, por cierto, porque en primavera nos dejó un álbum estupendo. Pero, no contentos con eso, también han tenido tiempo para componer las canciones del nuevo álbum que hoy mismo editan.

The KVB venden ‘Unity’ como el disco más potente e inmediato de su carrera. Y sí, ya sé que es algo que siempre dicen los grupos de sus nuevos retoños, pero la verdad es que esta vez sí que es cierto. Por lo menos en lo que se refiere a la inmediatez. Y es que se podría decir que estamos ante su álbum pop. La frialdad de su coldwave se ha convertido en calidez en cortes como “Unbound” y “Future”, que se acercan bastante a un synth-pop más luminoso. Y si nos vamos a “Lumens”, nos encontramos con un bonito tema que puede sonar más a New Order.

Otra de las sorpresas de este trabajo es el gran número de guitarras que tiene. No sé si será por la producción de Andy Savours, conocido por su trabajo con My Bloody Valentine o The Horrors, pero lo cierto es que están menos sintéticos que de costumbre. Solo hay que escuchar esa “World On Fire” que editaron como primer adelanto. Es un estupendo tema con un potente ritmo electrónico, pero el protagonismo se lo lleva la guitarra. O la oscura “Blind”, que sí entra dentro de su faceta más darkwave, y en ella también tiene cierto protagonismo la guitarra. Aunque el mejor ejemplo de esto es “Omni”, el tema con el que cierran el disco. Y es que, aquí, se puede afirmar sin temor a equivocarse, que estamos ante un corte de puro dream-pop. Y uno sobresaliente, por cierto.

Pues sí, estamos ante el trabajo más directo y pop de The KVB. Incluso me atrevería a decir que también estamos ante el mejor disco de su carrera.

7,9

Peakes – Peripheral Figures

Si echáis un vistazo a la biografía de Peakes, veréis que, entre sus influencias, mencionan a bandas de los ochenta como Depeche Mode y New Order, el techno alemán más minimalista, los beats de Grauzone, y la electrónica capitaneada por chicas de finales de los noventa y los primeros dosmil, en la que entran nombres como Moloko, Portishead o Goldfrapp. Un batiburrillo de influencias que sirve para crear una propuesta que se puede meter dentro del synth-pop, pero que va más allá. Y su estupendo álbum de debut es una buena prueba de ello.

Los tres miembros de Peakes se conocieron en el conservatorio de Leeds allá por 2017, y ahí ya vieron que sus gustos un tanto diferentes se podían complementar muy bien. Así que, tras editar algún single, y algún que otro EP, en pleno 2020 ya estaban preparados para meterse en la furgo y comenzar una gira. Por supuesto, todos y todas sabemos lo que pasó en marzo del año pasado, y al final sus planes tuvieron que cambiar. En su lugar grabaron las canciones de lo que seria su primer trabajo, y lo hicieron cada uno por su cuenta. Es más, Molly Puckering, su cantante, grabó las voces en el armario de su habitación.

Estamos ante un disco bastante vivo que no parece que esté grabado en pleno confinamiento y con cada miembro de la banda en un lugar distinto. Su pop electrónico suena de lo más vigoroso y bailable en cortes como “An Infinite Divide” y “Day & Age”, que cuentan con sus teclados ochenteros, pero que se salen de la norma del synth-pop con sus bases claramente techno. Y cuando bajan un poco las revoluciones y tiran de sonidos más retro, son capaces de hacer un tema como “Lately”, que cuenta con ese punto de melancolía en plan New Order que tanto nos gusta.

Sí es cierto que el tener todo el tiempo del mundo para grabar estas canciones les ha hecho olvidarse de ir a por el single perfecto y meterse de lleno en otros sonidos. Es algo que confiesan ellos mismos, y algo que se nota un corte como “Clouds”. Aquí se dejan llevar por un toque más ensoñador claramente influenciado por la electrónica más etérea y ambiental. Y lo bueno es que les funciona, porque la voz de Puckering no puede sonar más acogedora. Al igual que les funciona esa suciedad sintética que aparece en “Fascination”, donde se dejan llevar por la épica de los primeros Goldfrapp. Y ojo, porque terminan el disco metiéndose de lleno en la indietronica y dejándonos un vibrante tema como “Circular State”.

7,8

Ovlov – Buds

Últimamente no escucho mucho indie-rock. Principalmente, porque acabé saturado de un estilo de música que me lleva acompañando tres décadas y que, realmente, no ha evolucionado mucho. Pero siempre hay un disco que consigue reconciliarte con algo, y en mi caso ha sido el tercer trabajo de los norteamericanos Ovlov. Aunque casi habría que decir que estamos ante el proyecto de Steve Hartlett y su familia. De los miembros originales que formaron la banda hace una década, ya no queda ninguno, y Hartlett ha contado con la ayuda de sus dos hermanos, e incluso de su padre, el cual, sorprendentemente, toca el saxo en una canción.

Buds’ es, sin duda alguna, el disco más pop de Ovlov hasta la fecha. Quedarse solo ante el proyecto y sin rendir cuentas con nadie, ha hecho que salga a la luz la faceta más melódica de Hartlett, y eso son palabras mayores. No es que haya rebajado la intensidad de sus guitarras fuzz, pero ahora se acoplan a una voz que está más en un primer plano, y a ese pulso melódico que tiene todo el disco. Incluso en un tema prácticamente punk como es “Baby Shea”, que abre el álbum de la forma más potente posible, gana el lado más pop.

Estamos ante un disco corto que apenas dura 25 minutos y en el que van directos al grano. Y lo cierto es que, en su gran mayoría, están más calmados. Lo que no significa que no suenen con crudeza. Ahí está la estupenda “Eat More”, la cual, a pesar de contar con un repetitivo e hipnótico ritmo, acaba en una tormenta de guitarras fuzz. O la perezosa “Cheer Up, Chihiro!”, que cuenta con una buena dosis de distorsión pesada. Pero ojo, que aquí es donde sorprenden con ese saxo tocado por su padre.

Sí es cierto que se deja ver un alejamiento de los sonidos más pesados en unas cuantas canciones. Y quizá, ese, es el mayor acierto. Porque canciones como “Land of Steve-O”, con ese solo final tan Dinosaur Jr., o las perezosas “The Wishing Well” y “Moron Pt. 2”, son una delicia. Y ojo, porque en la estupenda “Strokes” no dejan lugar a duda de que se han inspirado en la famosa banda neoyorquina. Aunque eso sí, lo pasan por su filtro fuzz. Un filtro que protagoniza la final “Feel The Pain”, la cual, no tiene nada que ver con J Mascis y compañía.

8

Blankenberge – Everything

A Blankenberge se les conoce como los Slowdive rusos, y la verdad es que, tras escuchar su música, no sorprende mucho esa comparación. La banda de San Petersburgo maneja con bastante soltura esa fusión de dream-pop y shoegaze que encontrábamos en los primeros trabajos de los de Reading. O en esa maravilla que editaron hace pocos años. Así que, si sois seguidores de este estilo, no os podéis perder su nuevo trabajo.

Everything’ se abre dejando las cosas claras desde el principio. “Time To Live” es uno de esos temas que empieza con preciosas guitarras ensoñadoras que acompañan la onírica voz de su cantante, pero que al minuto estalla en una tormenta sonora de distorsión. Eso sí, sin perder nunca el toque melódico. Es un guion que siguen en temas tan notables como “Forget” y “So High”, que llevan esas luminosas escalas de guitarras hasta muy arriba. Lo bueno es que no se quedan ahí, y en un corte como “Summer Morning” se ponen más oscuros -ese bajo los delata- y más crudos. Y con muy buenos resultados, la verdad.

Otro de los puntos fuertes de este trabajo, es que cuenta con cortes más animados, y gracias a eso no se hace muy repetitivo. Así, en la deliciosa “No Sense” dan cancha a su lado más ensoñador y pop, y nos dejan un precioso tema que tiene alma de himno. Y en “Different” incluso se animan un poco más y se hacen con toda una contundente canción de shoegaze llena de guitarras que rugen sin ningún tipo de compasión. Por si esto fuera poco, en el tema titular, se dejan llevar por una faceta que está más cerca del post-rock que de otra cosa. Y ojo, que les funciona muy bien y emocionan dejando que la calma se convierta en tempestad. Aunque eso sí, para cerrar, vuelven a su fusión de dream-pop y shoegaze y nos dejan una barbaridad llamada “Fragile”.

Casi no llegan, pero Blankenberge se han hecho con uno de los grandes discos de shoegaze y dream-pop de 2021.

7,8

Nobody’s Flowers – Nobody’s Flowers

Nobody’s Flowers es el nuevo proyecto de Nick Fit, un musico de Portland que viene de la escena hardcore (milita en los contundentes Loss Leader), pero que aquí se ha dejado llevar por su lado más pop. No obstante, el mismo dice que es una carta de amor a unas cuantas bandas que veneran los miembros de este nuevo proyecto. Grupos como The Sundays, Cocteau Twins, Pale Saints y, sobre todo, The Smiths. Y sí, ya imagino que estaréis pensando que estamos ante otro grupo que tira de la escena indie-pop de los ochenta, y así es, pero la verdad es que se les da bastante bien.

Estamos ante un álbum de debut que ya autopublicaron en 2019, pero que, oficialmente, ha salido a la venta y se ha puesto en las plataformas de streaming el pasado viernes. Y es que, es un disco con mucho potencial que necesitaba un segundo empujón. Porque hay que reconocer que Fit y sus compis manejan de maravilla los ingredientes que hicieron famosas a esas bandas que tanto adoran. Es un disco cargado de guitarras luminosas y vibrantes, teclados que apoyan, pero que no se convierten en protagonistas, y buenas melodías. Además de contar con unos cuantos estribillos redondos.

Empiezan el álbum metiéndose de lleno en un dream-pop preciosista e irresistible. “Headfirst” es la mezcla perfecta entre The Sundays y Cocteau Twins, así que ya os podéis imaginar lo bien que suena esto. Pero no se quedan ahí, ya que, salvo en “People”, que más o menos vira hacia ese lado, el resto es un tanto diferente. De hecho, les gusta acelerarse y meterse en terrenos más propios del jangle-pop, como bien muestran en las estupendas “It All Fell Down” y “Almost”. Incluso se meten en algún terreno un poco más oscuro en “Desire Me, Entirely”. Pero, como ya he dicho antes, la influencia más evidente es la de The Smiths. Sobre todo en “Mountains Out of Broken Men” y “What’s Right”. Es más, es que en la primera casi parece Morrissey cantando, y en la segunda calcan el inicio de “Heaven Knows I’m Miserable Now”.

Está claro que estamos ante una banda que no hace nada nuevo, y que sus influencias son bastante evidentes, pero lo cierto es que las manejan muy bien, y con ellas consiguen una colección de canciones notable.

7,6

Courtney Barnett – Things Take Time, Take Time

No tenía mucha intención de darle demasiada cancha al nuevo álbum de Courtney Barnett. Los singles previos no me dijeron mucho y había leído por ahí que era un disco un tanto fallido. Pero a principio de semana decidí empezar a escucharlo, y desde entonces, no he podido parar. Sí es cierto que no es un álbum tan directo como los anteriores y que no tiene descargas rockeras como “Pedestrian at Best” o “Nameless, Faceless”. De hecho, lo ha grabado sin su banda y solo ha necesitado la ayuda de Stella Mozgawa de Warpaint. Pero la verdad es que en conjunto funciona muy bien, y hasta esos singles que por separado no me decían mucho, aquí encajan a la perfección.

Como no podía ser de otra manera, ‘Things Take Time, Take Time’ está compuesto en pleno confinamiento. Un confinamiento que pasó sola en un apartamento de Melbourne. De ahí que la gran mayoría de las canciones reflejen la pereza de esos días. De hecho, “Rae Street” abre el álbum haciendo una pequeña radiografía de su vecindario porque, básicamente, no tiene otra cosa que hacer que mirar por la ventana. Y toda esa pereza le viene de maravilla a su voz, que siempre se ha dejado llevar por la languidez. Pero ojo, que Barnett no se hunde en la miseria, y pesar de tocar temas como la depresión, no se rinde y se dedica a buscar una salida a esa situación. Es más, puede que estemos ante su disco más alegre.

Musicalmente, estamos ante un trabajo un tanto minimalista en el que, como dato curioso, las cajas de ritmos están bastante presentes. Y la verdad es que eso le da un toque diferente a sus canciones. Sus guitarras perezosas casan de maravilla con esta pátina sintética en temas tan juguetones como “Sunfair Sundown” y “Before You Gotta Go”. O hacen que un tema reposado como “Here’s The Thing” se convierta en una autentica delicia. Además, consiguen rebajar la intensidad de “Turning Green”, que es un tanto arisca. Pero ojo, que esa Courtney Barnett que se acercaba al indie-rock más pop, también aparece por aquí. Y lo hace en temazos como “Take It Day by Day!” y “Write a List of Things to Look Forward To”, que son una joya. Además de “If Don’t Hear from You Tonight”, que no puede recordar más a The Lemonheads.

Parecía que no, pero la verdad es que, salvo un par de temas un poco flojos, el nuevo álbum de Courtney Barnett funciona igual de bien que sus anteriores trabajos.

7.7

Makthaverskan – För Allting

Makthaverskan llevan más de una década de carrera y ya van por su cuarto disco, pero yo no me he enterado de su existencia hasta hace solo unos días. Y eso que esta banda sueca cuenta con un cierto éxito fuera de su país y sus discos han sido reseñados la todopoderosa Pitchfork. Además, con muy buena nota. Y es que uno no tiene tiempo para escuchar todo lo que sale. Pero bueno, vayamos a lo importante, que es su cuarto trabajo.

Ya os comentaba ayer lo mucho que me gustaba que el rock siguiera dando buenos discos a estas alturas. Y este ‘För Allting’ no es más que otra prueba de ello. Principalmente, porque, a pesar de que siempre se les ha metido en el carro del post-punk, Makthaverskan nunca han tenido problema en ir hacia caminos más pop. Su base es un indie-rock potente y oscuro que bebe directamente de los ochenta. De hecho, a mi me han recordado bastante a Desperate Journalist. Porque, además, la voz de su cantante también está en un primer plano. Pero lo cierto es que seria injusto meterles en ese carro, porque aquí también coquetean con un lado más pop y melódico que hace que el disco resulte más interesante.

Empiezan el álbum de forma contundente con “This Time”, un tema con una potente base rítmica en el que, sin embargo, ya dejan ver esa faceta más pop. Más que nada por esas guitarras ultra melódicas y limpias que sobrevuelan durante toda la canción. Un guion que también siguen en temas tan estupendos como “Tomorrow” o “These Walls”. Además de en “Ten Days”, donde consiguen llenar de oscuridad su música dejando que la guitarra rítmica se vaya a terrenos fronterizos. Una influencia que, sin duda, viene de The Smiths. Y ojo, que también dan buen uso de las cajas de ritmos en “Caress”.

Como ya he dicho antes, van más allá del mundo post-punk. Solo hay que escuchar “Lova”, una pequeña maravilla que casi parece un cruce entre Joy Division y The Go-Go’s. O esa “All I’ve Ever Wanted to Say” en la que suenan totalmente luminosos y pop. Y si nos vamos a “Closer”, nos encontramos con que también saben bajar la intensidad de su rock y hacer una canción que se acerca bastante al dream-pop. Eso sí, con unas guitarras que nacen de las enseñanzas de New Order. Aunque nada como esa “Maktologen” final, que no es otra cosa que una bella canción de indie-pop en la que la oscuridad desaparece del todo y juegan a ser The Sundays. Y muy bien, por cierto.

7,7

Pip Blom – Welcome Break

Guitarras, guitarras, y más guitarras. Estoy encantado con todas estas nuevas bandas que tiran del indie-rock en estos tiempos en los que una buena parte de la gente joven no sabe ni como suena una guitarra. Algo a lo que los holandeses Pip Blom se ajustan perfectamente. La banda de Ámsterdam, que obtuvo cierto éxito con su álbum de debut, sabe muy bien lo que es conjugar melodías y distorsión, y su nuevo álbum es una buena prueba de ello.

Evidentemente, ‘Welcome Break’, es un disco que no inventa nada, pero suena de maravilla. Su indie-rock heredado de los noventa, se va hacia el lado más pop del asunto, tanto, que incluso algunas veces se pasan y cambian de década. Así, en la deliciosa “It Should Have Been Fun”, se dejan llevar por un pequeño toque sixties. Aunque eso sí, hasta que entra su potente y ruidoso estribillo. Y parece que les gusta eso de ir cambiando de décadas, porque en “I Know I’m Not Easy To Like” se dejan llevar por un punk potente y muy melódico que parece salido de los setenta. Pero este baile épocas no se acaba aquí, y en las estupendas “Keep It Together” y “Trouble In Paradise” tiran hacia la new-wave más ochentera.

Una de las cosas que mejor funciona de su propuesta, y que los distingue de bandas del pasado, es la voz en un primer plano de su cantante. Esto hace que, por ejemplo, sus baladas, tengan un poco más de fuerza. Solo hay que escuchar las estupendas “Different Tune” y “I Love The City”, donde la voz gana la batalla que libra con las guitarras. Algo parecido a lo que pasa con la retro “Holiday”, que es estupendo corte de pop ruidoso. Y si ya nos vamos a temas más animados, como “You Don’t Want This” o “Easy”, vemos que incluso funciona mejor.

Lo dicho: aunque muchos y muchas se empeñen en matar el rock, la música de guitarras sigue viva -ya hay gente que habla de un regreso triunfante en los próximos años-, y los holandeses Pip Blom son una buena prueba de ello.

7,7