Widowspeak – Plum

Hace dos años, cuando puse el debut en solitario de Robert Earl Thomas, la mitad masculina de Widowspeak, comentaba que, a raíz de un aburridísimo concierto de su grupo que vi en Nueva York allá por 2010, les había puesto una cruz. Pero las cosas cambian, y ese debut en solitario de Thomas que tanto me gustó, me ha llevado a darle una oportunidad al quinto trabajo de su banda. Bueno, eso, y los singles de adelanto, que me han parecido muy buenos. Además, para ser justos, en aquella época estaban un poco verdes, ya que estaban empezando.

Supongo que Widowspeak están metidos en el mundo del dream-pop un poco con calzador. Para mí, lo suyo, es una fusión ese mundo ensoñador con un folk, casi country, que nos lleva directamente a los setenta. Y más en este trabajo, donde los sintetizadores aparecen un poco más, y en el que se nota un ligero acercamiento a la propuesta en solitario de Thomas. Todo un acierto, porque esa capa sintética que aparece en varios temas les sienta de maravilla. Ahí está la psicodélica “Money”, que es una pequeña joya donde un loop de guitarra se fusiona con unos teclados de lo más ensoñadores. O las minimalistas y tranquilas “Breadwinner” y “Amy”, que suben puntos gracias a los teclados. Aunque nada como “Even True Love”, un tema en el que sí que meten de lleno en el dream-pop, y obtienen resultados maravillosos.

Plum’ también cuenta con varios temas de corte más folkie que son notables. Empezando por el que le da título y lo abre, que es una delicia de puro sonido yankee. O esa “Good Ones” un poco más psicodélica en la que se van hacia sonidos más propios del desencanto hippie de finales de los sesenta. Pero también se les da bien simplificar todo un poco más y hacer una canción como “Sure Thing”, en la que solo necesitan una guitarra y la voz de Molly Hamilton para salir triunfantes. Eso sí, para cerrar, prefieren irse un poco por las ramas y hacer una canción como “Y2K”, que resulta un poco excesiva y algo plomiza. Ni pueden acertar en todo.

7,7

Cut Copy – Freeze, Melt

Son muchos y muchas los que están diciendo que Cut Copy se han pegado un tiro en el pie con su nuevo trabajo, pero la verdad es que no estoy de acuerdo. Sí, es cierto que ya no son esa maquina de hacer hits y que sus canciones de ahora tiran hacia rollos más reposados y minimalistas, pero el sexto trabajo de la banda australiana tiene algunos momentos que son pura belleza. Además, creo que solo hacen falta unas pocas escuchas para ver lo bien que les sienta esa delicadeza sintética en la que se han metido. Eso sí, dejando atrás las expectativas y siendo receptivo/a con esta nueva faceta.

Freeze, Melt’ es un disco influenciado por el cambio climático y por el cambio de residencia de Dan Whitford, su líder, que ha dejado la calurosa Melbourne por la fría Copenhague. Y eso se nota en estas composiciones menos cálidas y más gelidas. Además, se ha fijado en los comienzos el del synth-pop para crear estas canciones, llegando a utilizar el mismo equipo que utilizaron Brian Eno y Bowie en su época berlinesa. Algo que se aprecia en el minimalismo que se muestra en casi todo el álbum, pero sobre todo en su parte final y en temas como “Rain” e “In Transit”. Los cuales, tengo que decir, que me han parecido una pasada. Porque, además, van creciendo y no se quedan en algo lineal y aburrido.

Para ser sincero, si que creo que hay varias canciones en este trabajo que podrían calificarse como un hit. Empezando por esa magnifica “Cold Water” que lo abre, y que cuenta con una parte final alucinante. O esa estupenda “Like Breaking Glass”, donde no se alejan tanto de lo que hacían en el pasado. De hecho, es un temazo de lo más pegadizo. Y si nos vamos a “Running In The Grass”, nos encontramos con que son capaces de irse hacia terrenos un tanto más new-romantic, y aprobar con nota. Sí es cierto que “Love Is All We Share” les ha quedado un poco larga y que “A Perfect Day” tarda un poco en despegar, pero no me parecen malas canciones. La única que no apruebo es “Stop, Horizon”, la cual, precisamente, es la que más se asemeja a su sonido de otras etapas, y puede que sea por eso, porque no cuadra mucho con el resto del disco.

Quizá es porque desde siempre me ha gustado la faceta más minimalista y amateur de los primeros grupos de synth-pop europeos, algo de lo que bebe bastante este trabajo, pero la verdad es que me ha parecido un disco muy interesante. De hecho, me ha gustado más que el anterior.

7,8

Washed Out – Purple Noon

Si nos fijamos en muchas de las corrientes musicales que se pusieron de moda en la década pasada, es posible que la más efímera fuera aquello que llamaron Chillwave. Allá por 2011, este tipo de artistas que practicaban una electrónica casera, amable y cálida, se convirtieron en eso que los anglosajones llaman “next big thing”. Algo que nunca llegó, lo que hizo que la gran mayoría de ellos pasaron a mejor vida. El artista que más éxito tuvo fue Ernest Weatherly Greene Jr., más conocido como Washed Out, que incluso llegó a colar un par de discos suyos en el top 30 norteamericano, y al que yo pude ver en una sala Kapital de Madrid bastante petada. Ahora, tras publicar un disco en 2017 del que nadie se acuerda, lo intenta otra vez con un nuevo trabajo al que le falta bastante chicha.

Washed Out lo tenia todo de cara para conseguir que ‘Purple Noon’ se convirtiera en el disco del verano. Se publicó a principio de agosto, venia precedido de dos singles notables que funcionaban como la banda sonora perfecta para un atardecer en la playa, e incluso contaba con una portada de lo más veraniega. ¿Qué ha pasado? Pues básicamente que lo mejor estaba en esos dos singles. Tanto el camino elegido en “Time to Walk Away”, en la que lleva el dream-pop a su lado más cálido, como “Too Late”, donde se pone un poco más electrónico y algo más bailongo, son notables, pero no hay ningún otro tema en el disco que esté a la altura.

Greene Jr. se ha decantado por un sonido excesivamente reposado que termina siendo repetitivo y aburrido. Algo que hace que solo destaquen las canciones que cuentan con un poco más de vidilla. Temas como “Paralyzed” (Hola Sade), “Reckless Desires” o “Haunt”, no son maravillosos, pero sí que destacan en el conjunto del disco. Más que nada, porque en cortes como “Game of Chance”, “Leave You Behind” o “Don’t Go”, se le ha olvidado ponerle algo de alma al asunto, lo que hace que te lleven al tedio a las primeras de cambio.

Una vez más, el norteamericano pierde una buena oportunidad de relanzar su carrera y volver a ser ese artista de éxito que fue a principio de la década pasada. Una lástima.

6,8

The Lemon Twigs – Songs for the General Public

Brian y Michael D’Addario, más conocidos como The Lemon Twigs, llevan unos cuantos años recuperando con bastante atino buena parte de la música de los setenta, pero nunca han estado tan cerca de aquella década como ahora. Su último trabajo es una rara avis para la época en la que vivimos, y uno de esos discos que rebuscan en el pasado para construir unas canciones que suenan atemporales. Porque, para ser sinceros, la jugada les podría haber salido mal y acabar como una mera caricatura glam, pero tienen talento de sobra para que eso no pase y para que sus composiciones resulten atractivas en pleno 2020.

Songs for the General Public’ es un pastiche en el que cabe el glam, las bandas sonoras de los musicales, el rock abrasivo, el pop sin complejos, y algo de folk. Y cuando digo pastiche, no lo digo en tono despectivo, porque el hecho de que sea tan ecléctico es su mayor virtud. Por lo menos para mí, que me cuesta un poco meterme en terrenos pertenecientes al rock de los setenta. Lo bueno es que ellos lo hacen estupendamente, y consiguen que cortes como “Hell on Wheels”, “Fight” o “Leather Together”, que representan su faceta más sucia y potente, te dejen noqueado a las primeras de cambio. Y como esto va de meterse de lleno en los setenta, no pueden faltar los cortes puramente glam. Ahí no les gana nadie, porque, tanto la juguetona “No One Holds You (Closer Than The One You Haven’t Met)”, como la emocionante “Moon”, son sobresalientes. Aunque nada como la ultra pegadiza “The One”, la mejor canción del disco y uno de los temas de 2020.

El tercer álbum de los norteamericanos tiene algunas cosas realmente sorprendentes. Ahí esta ese pequeño himno pop llamado “Live in Favor of Tomorrow”, que no puede ser más delicioso y que incluso puede recordar un poco a ABBA. O esa balada cercana al lado más soft del rock llamada “Somebody Loving You”. Y si ya nos vamos a “Why Do Lovers Own Each Other?”, vemos que no tienen ningún problema en dejar de lado su faceta más rock y presentarnos una canción barroca y teatral que tiene muy poco que ver con lo que han hecho hasta ahora. Aunque, quizá, la mayor sorpresa llegue con “Hog”, un tema en el que la sombra de Brett Anderson planea durante sus más de cuatro minutos. Y ojo, porque se les da muy bien irse hacia este pop más británico.

No estamos ante un disco perfecto, tiene un par de temas que no están a la altura del resto, pero sí que estamos ante una de las mejores recreaciones que se han hecho de una década musical en los últimos años. Quizá, por eso, han decidido ponerle ese título en el que insinúan que son unas canciones para publico más “general”.

7,8

The Killers – Imploding The Mirage

No soy muy fan de The Killers. Me gustó su primer trabajo, como a casi todo el mundo, pero todo lo demás que han ido sacando no me ha llamado mucho la atención. Ni siquiera ese ‘Sam’s Town’ que sus seguidores tienen como una obra maestra. Pero, de alguna manera, los singles que han servido de adelanto de su sexto álbum, sí que me han llamado la atención. De hecho, algunos han caído en las recopilaciones mensuales del blog. Así que aquí estoy, escuchando y disfrutando un disco al completo del grupo de Las Vegas.

No cabe duda de que The Killers es una banda que sabe lo que quiere, y lo que es mejor: saben lo que quieren sus seguidores. Prácticamente, toda su discografía, está basada en dos ingredientes: la épica y el poderío vocal de Brandon Flowers. Lo menos importante es si hacen canciones más electrónicas, más rock, o más pop. Lo bueno que tiene esto, es que, si das con las composiciones adecuadas, te puede salir una colección de colecciones de lo más brillante. Lo malo, es que, si no estás muy atinado, te puede dar un buen empacho de épica. Afortunadamente, en ‘Imploding The Mirage’, están de lo más acertados, y han conseguido hacer un álbum de lo más notable.

Hace unos años, cuando puse el último trabajo de The War On Drugs, comentaba unas declaraciones de los Killers en las que decían que el rock estaba falto de grandes bandas. A lo que yo respondía que, si pensaban eso, es que no habían escuchado a la banda de Filadelfia. Bueno, pues parece que me han hecho caso. Y es que, sin lugar a duda, la gran influencia de este trabajo es la banda de Adam Granduciel, el cual colabora en algún tema. Algo que parece como una especie de recompensa por haberles copiado tan descaradamente. Eso sí, saben como hacerlo de puta madre, y temazos como “My Own Soul’s Warning”, “Caution” o “Running Towards A Place”, son buena prueba de ello.

Como la gran mayoría de bandas de este calibre, The Killers pueden permitirse llamar a sus artistas favoritos para que colaboren con ellos. Así, este sexto trabajo, está producido por Jonathan Rado de Foxygen, tiene algunas canciones compuestas por Alex Cameron, y cuenta con invitados de lujo como K.D. Lang, Weyes Blood, o Lindsey Buckingham de Fleetwood Mac. Ahí es nada. Además, hay que reconocer que han sabido aprovechar estas colaboraciones, porque, tanto la épica “Lightning Fields”, donde escuchamos a Lang, como la efusiva “My God”, en la que aparece Weyes Blood, son de lo mejor del disco.

Hay que reconocer que no todo el mérito se debe a las colaboraciones. Ellos mismos saben hacer buenos temas pop como “Dying Breed” y “Fire In Bone” sin necesidad de que nadie les ayude. Aunque eso sí, la segunda, es la canción de todo el álbum con más nombres acreditados. Pero es debido a que han metido trozos de una canción de NEU! y otra de Can. Así dejan claro que, aunque no lo lleven a la práctica, saben lo que es el krautrock. Lo que sí hay que reprocharles, es que no hayan terminado el disco con “When The Dreams Run Dry”, una de las composiciones de Alex Cameron, y el cierre perfecto para cerrar el álbum sin necesidad de llegar a ese temido empacho de épica al que nos tienen acostumbrados.

7,5

Fontaines D.C. – A Hero’s Death

Normalmente, agosto, no es un mes en el que se publiquen muchos trabajos, pero este año no ha sido así. Hemos tenido unas últimas semanas de lo más movidas y ahora, tras mis merecidas vacaciones, tengo una buena lista de discos para poner en el blog. Y lo mejor es empezar con el segundo trabajo de Fontaines D.C., que es el disco que más he escuchado en el último mes.

Me ha sorprendido bastante el este nuevo álbum de la banda irlandesa. De hecho, su aclamado debut, no me dijo mucho y ni siquiera cayó en el blog. El caso es que, aquí, creo que se han decantado por un lado un tanto más melódico. De hecho, he leído por ahí, que una de sus mayores influencias a la hora de componer estas canciones, han sido los Beach Boys. Algo que se aprecia en cortes como “I Don’t Belong”, “You Said” o la delicada “Oh Such A Spring”. Canciones que nos muestran su faceta más reposada y, en el caso de la última, una mucho más limpia y menos oscura. Algo que también se aprecia en “Sunny” y “No”, los dos cortes finales.

A Hero’s Death’ también cuenta con una faceta más enérgica y contundente, y con ella se sacan varios temazos de la manga. Ahí está la acelerada “Televised Mind”, en la que se acercan al mejor krautrock. O “A Lucid Dream” y el tema titular, dos canciones que nos muestran dos formas muy diferentes de encarar los sonidos más post-punk. Eso sí, mi canción favorita, y con mucha diferencia, es “I Was Not Born”. No sé si será por ese toque tan Sonic Youth que tiene, o porque es un cañonazo que te atrapa a la primera, pero me parece una de las mejores canciones de rock del año.

Fontaines D.C. han hecho muy bien en dejar pasar tan poco tiempo entre su debut el difícil disco de continuación, porque, tras escuchar este trabajo, no hay duda de que están estado de gracia y que tenían que aprovechar el momento.

8