Thom Yorke – ANIMA

THOM YORKE (2)

Thom Yorke es muy listo. Por mucho que lleve una carrera en solitario más más o menos experimental, el líder de Radiohead sabe muy bien cómo vender su música. Y no porque haya editado este trabajo por sorpresa un jueves cualquiera, eso ya no es algo relevante en la actualidad. Lo es porque ha hecho de este lanzamiento algo excepcional. Realmente, su nuevo trabajo, sigue el mismo camino que los dos anteriores, pero lado visual que lo acompaña, es excelente. Y es que, si habéis tenido la oportunidad de ver el estupendo dirigido por Paul Thomas Anderson que acompaña al disco, veréis este álbum con otros ojos.

ANIMA” es un disco que reflexiona sobre el mundo de la tecnología, y como nos ha hecho desconectar de la realidad del mundo. De hecho, no le falta razón, porque vivimos en un mundo donde tenemos toda la información disponible con tan solo un click, pero, a su vez, esa información desaparece de nuestra cabeza igual de rápido. Para hacer esta reflexión, que no deja de ser algo distópica, ha vuelto a llamar a Nigel Godrich, y han creado un sonido electrónico oscuro, y algo claustrofóbico, pero bastante interesante.

El disco se abre con la electrónica analógica de ‘Traffic’, uno de los temas que se pueden escuchar en el corto, y que funcionan muy bien con las imágenes que acompaña. Sus beats, un tanto estridentes, sin ser machacones, le vienen como anillo al dedo a esa coreografía rara que hace Thom Yorke junto a un grupo de bailarines. Otra de las canciones que aparecen en la película, es ‘Not The News’, el que, quizá, es el corte más asequible del álbum. Y es que, aquí entra su lado más emocionante, y nos deja un tema que bien podría formar parte de “Kid A” o “Amnesiac”. Aunque, para emocionante, tenemos ‘Dawn Chorus’, el último tema que aparece en el corto. Es una balada sintética, en la que la voz de Yorke está un tanto distorsionada, y en la que consigue emocionar con muy poco.

No hace falta decir que el tercer disco en solitario de Thom Yorke es un trabajo triste, algo escurridizo, y un poco duro de roer. Hace ya mucho tiempo que el de Oxford no se va a lo evidente. Aquí, es innegable que sigue los pasos que a principio de la década pasada le llevaron a bandas como Autechre o Clinic, y que más tarde le han llevado a ese mundo oscuro cercano a gente como Burial. Y hace bien, porque, a base de practicarlo, se ha hecho con un sonido más o menos propio. Algo que demuestra en la impresionante e hipnótica ‘Twist’, en la algo menos esquiva ‘I Am a Very Rude Person’, o en la épica ‘Impossible Knots’, que cuenta con un bajo brutal.

No es que yo sea muy defensor de los últimos años de carrera de Thom Yorke y Radiohead, pero creo con este disco ha dado en el clavo, y ha conseguido hacerse con un sonido que ya identifica su carrera en solitario.

8

Holy Ghost! – Work

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De entre todos los grupos que graban, o han grabado para el sello DFA, Holy Ghost! siempre han sido los que más se han lanzado a la pista de baile. Este dúo de Nueva York, formado por dos amigos que se conocen desde la infancia, ha sabido rescatar como nadie buena parte de la música dance de su ciudad. Especialmente del disco, un estilo en el que se han ido metiendo poco a poco, y actualizando a medida que iban sacando discos. Algo que se acentúa en su nuevo trabajo, el cual publican en West End Records, el mítico sello de música disco neoyorquino.

Work” es puro Nueva York, y su sonido nos retrotrae a esa ciudad, y a los convulsivos ochenta. De hecho, solo hay que ver esa portada, obra del artista conceptual Agnes Denes, que nos muestra un collage de 1982 en el que se ve a un granjero con un tractor en Battery Park. Pero no se quedan ahí, porque el álbum se abre con dos temas de puro disco llamados ‘Epton on Broadway’. Para que no haya lugar a dudas de cuál es su ciudad, y lo mucho que los ha influido a la hora de crear su música.

A pesar de sus buenas intenciones a la hora de recrear el sonido de una época, no se puede decir que estemos ante un gran trabajo. “Work” funciona por momentos, porque, al final, termina resultando un tanto repetitivo. Y cuando no lo es, meten una balada como ‘Heaven Knows What’, que no puede ser más aburrida. Eso sí, cuando aciertan, son infalibles. Ahí está ‘Anxious’, la cual, con esos teclados tan vintage, nos mete de lleno en una especie de disco actual. Algo que también sucede con ‘Do This’ o ‘One Pete’, dos temas un tanto más reposados, en los que las guitarras a lo Chic, toman protagonismo. Y luego tenemos el synth-pop de ‘Soon’, en la que cruzan el charco y se van a Europa (casi parece una canción de Tears For Fears).

Holy Ghost! no se han olvidado de ese tipo de canción más bailable, y un tanto más acelerada, que tan buenos resultados les ha dado en el pasado (‘Dumb Disco Ideas’ sigue sonando de maravilla), y aquí meten un par de ejemplos. El primero es ‘My Happy House’, donde se meten de lleno en los sonidos más cercanos a su antiguo sello, ya que, se podría decir, que es un dance más actual. Y luego tenemos ‘Escape From Los Angeles’, en la que se marcan un clásico de la casa. Eso sí, la fórmula les sigue funcionando bastante bien.

Quizá, con un par de canciones menos, estaríamos ante un disco un poco menos irregular. Lamentablemente, no es así, y hay que hacer una pequeña criba antes de escucharlo.

7,4

Mannequin Pussy – Patience

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Resulta curioso el camino que han tomado Mannequin Pussy en su nuevo trabajo. La banda de Filadelfia siempre ha llenado sus discos de canciones de punk energético y chillón que, a mí, particularmente, no me dice nada, pero las cosas han cambiado en disco. El punk sigue bien representado en algunos de los cortes del álbum, pero hay una buena parte del mismo en el que se alejan de él, y se meten de lleno en una especie de indie-rock de lo más melódico. De hecho, se podría decir que hay dos discos diferentes en uno.

Patience” es el disco más ambicioso de la banda norteamericana. En él, dejan claro que pueden ir más allá de los típicos dos acordes del punk, y lo reflejan muy bien en unas cuantas canciones. Empezando por ‘Drunk II’, todo un himno, en el que las guitarras suenan más contenidas y melódicas de lo habitual. Y si ya nos vamos a ‘Fear/+/Desire’, nos encontramos con un tema en el que se atreven con una acústica, y se acercan a las Hole de “Celebrity Skin”. Pero su lado más pop no termina aquí, porque en ‘Who You Are’ y en ‘In Love Again’, se dejan llevar por su lado más melódico, y nos dejan dos cortes sobresalientes.

Dentro de lo que podríamos llamar su lado más punk y acelerado, también hay cosas que resultan interesantes. Una de ellas es el corte que da título al álbum, donde sí se aceleran, pero no se ponen muy intensos y gritones. Algo que sí ocurre en un corte como ‘Cream’, en el que se fijan bastante en el movimiento riot grrrl de los 90 (todo el disco tiene un aire claro a esa década), o en las muy cortas ‘Drunk I’ y ‘Clams’. Menos mal que, a mitad de disco, meten ‘High Horse’, la que podríamos calificar como su “balada”. Eso sí, con muchas comillas, porque acaba en una tormenta de guitarras densa y cruda.

Mannequin Pussy han sacado el mejor disco de su carrera, y el más corto, porque, a pesar de que tan solo dura 25 minutos, ya es más que es sus anteriores trabajos, que no llegaban a los 20 minutos. Debe de ser que están madurando.

7,9

Hot Chip – A Bath Full of Ecstasy

Hot Chip

Hot Chip metieron un poco la gamba en su anterior trabajo, en el que decidieron llevar al estudio el sonido de su directo, y prescindir un poco de la electrónica. El resultado fue un tanto decepcionante, ya que le faltaba algo de gancho, y tan solo conseguían sacar su mejor faceta en unas pocas canciones. Algo que remedian en su nuevo álbum, que es bastante más sintético, mucho más cálido y, sobre todo, mucho más entretenido.

La banda de Londres ha confiado por primera vez en dos productores externos para que les ayuden a pulir el sonido de este trabajo. Y el resultado no puede ser más positivo. Tanto Philippe Zdar, como Rodaidh McDonald, han logrado sacar a la luz el lado más pop del grupo de Alexis Taylor. Y eso siempre está bien. Por cierto, que, lamentablemente, Zdar, que también formaba parte de Cassius, falleció la semana pasada al caerse desde su piso en una planta 19 de un edificio de París. El caso es que, antes de este extraño accidente que acabó con su vida, impregnó su buen hacer en este trabajo. Algo que también hizo con Phoenix, Franz Ferdinand o Cut Copy, que están dentro de ese tipo de bandas que fusionan de maravilla el pop y la electrónica.

A Bath Full of Ecstasy” cuenta con algunas de las mejores canciones de Hot Chip en años. Empezando por esa emocionante ‘Melody of Love’ que lo abre. Los británicos se han puesto las pilas para conquistarnos con ese tipo de temas que llevan a la pista de baile su lado más épico, y este es uno de ellos. Quizá, el mejor del disco, porque no hay quien se resista a su melodía, y a ese sampler de la banda de góspel The Mighty Clouds of Joy. Pero hay muchos más cortes notables que se van a eso que ellos llaman “explosión de pop Technicolor”. Ahí está la synthpopera ‘Spell’, con ese delicioso estribillo robotizado. O las cálidas ‘Echo’ y ‘No Good’, que nos presentan a unos Hot Chip mucho menos tristones y fríos. Pero el otro gran corte del disco es ‘Positive’, todo un hit sintético, que cuenta con un estribillo redondo.

A pesar de ser una banda más centrada en la pista de baile, Hot Chip siempre han tenido un don especial para hacer baladas de lo más interesantes. Aquí nos dejan dos notables: ‘Why Does My Mind’ y ‘Clear Blue Skies’. La primera es una pequeña joya, en la que consiguen emocionar con un toque que, sinceramente, recuerda bastante a OMD. La segunda empieza de una forma más minimalista y tranquila, pero va subiendo poco a poco, y convirtiéndose en todo un baladón. Eso sí, la otra balada del disco, que es la que le da título, no me termina de convencer. Y es que, el vocoder y yo no somos buenos amigos.

Hot Chip mejoran bastante respecto a su anterior trabajo, y con este séptimo álbum consiguen ponerse de nuevo en lo más alto de la electrónica más popera.

7,9

Hatchie – Keepsake

Hatchie

Menos mal que el viernes de la semana pasada se editaron varios de los discos más esperados del año, porque, en lo que a novedades musicales se refiere, la cosa no podía estar más aburrida. Así qué, afortunadamente, ya tengo un disco para cada día de esta semana. Empiezo con “Keepsake”, el esperadísimo álbum de debut de la australiana Hatchie. Y es que, esta chica de Brisbane, lleva un par de años deleitándonos con su pop directo y ensoñador de reminiscencias ochenteras. Su EP fue de lo mejor del año pasado, y los singles que ha ido entregando después, no han defraudado en absoluto. Al igual que tampoco defrauda este debut.

Una de las cosas más interesantes de la música de Hatchie, es como fusiona el pop más comercial, con un dream-pop que bebe de grupos como Cocteau Twins, Lush o The Sundays. Algo que hacía en temas como ‘Adored’ o ‘Sleep’, y que aquí vuelve a repetir en varios de los cortes del álbum. Es el caso de ‘Obsessed’ y ‘Stay With Me’, dos de los singles previos del disco, y dos de las canciones donde los teclados y las cajas de ritmos cobran más protagonismo. Y es que, esa pátina electrónica, le sienta de maravilla a su dream-pop. Pero también sabe animarse bastante sin necesidad de que la electrónica tenga el papel principal. Ahí está ‘Keep’, que cierra el disco con unas guitarras más potentes de lo normal, y un estribillo para recordar.

Si es cierto que, gran parte del disco, se mueve en ese sonido heredado de los Lush más ensoñadores. Temas como ‘Not That Kind’, ‘Without a Blush’ o ‘When I Get Out’, representan muy bien ese lado de su música. Pero todavía es capaz de ponerse un poco más onírica, y tirar hacia caminos más propios de los Cocteau Twins. Es el caso de la preciosa ‘Her Own Heart’, o de esa maravilla llamada ‘Secret’, en la que nos entrega el gran baladón del disco. Y es que, aunque sea algo que ya está muy visto y escuchado, ella lo hace muy bien. Además, ese punto un poco más comercial, hace que no sea tan parecido a lo que hacían esas bandas de los ochenta y los noventa.

Le tenía muchas ganas a este disco, y la verdad es que no me ha defraudado para nada. Es un buen trabajo de pop de una artista que está en estado de gracia.

8

Azure Blue – Images of You

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Hace un año, y casi una semana, que puse por aquí el anterior trabajo de Azure Ray. Y es que Tobias Isaksson, es uno de los artistas suecos más prolíficos, y no puede parar de crear música. También es cierto que lo compone todo él, por lo que, sí se encuentra con una buena dosis de inspiración, se pone a escribir como un loco. Y para estas canciones ha encontrado la mayor inspiración de todas: el amor. De hecho, es el disco de toda su carrera en el que más canciones canta, y el que menos invitados tiene. Algo que supongo que será por los personales que son estos temas.

Images of You” es otra notable colección de canciones de synth-pop con sabor escandinavo. Isaksson maneja estupendamente ese mundo donde los sintetizadores se juntan con el pop más luminoso. Y lo hace desde el principio, con la efusiva ‘Entropy’, donde sí que aparece la voz invitada de The Land Bellow. Una efusividad que también aparece en el acelerado tema que da título al álbum, en el que, por cierto, también hay una voz invitada, la de Paola. Y es que, parece que se ha reservado las canciones más abiertamente pop, para que las canten otros. Porque en ‘Wild for the Night’ y ‘Shine On’, donde aparece de nuevo The Land Bellow, nos encontramos con dos cortes absolutamente irresistibles.

Isaksson se ha dejado los temas más delicados para interpretarlos el mismo. Pero hay dos excepciones: ‘Event Horizon’ y ‘Millions of Stars’. La primera es todo un hit de synth-pop, en la que, según la nota de prensa de su sello, encontramos unas melodías cautivadoras, un estribillo en ascenso, y cierto estilo español. La verdad es que no tengo ni idea de a qué se refieren con lo “estilo español”, pero la canción es estupenda. Al igual que la segunda, en la que se pone un poco más delicado, y nos deja una bonita semi-balada de lo más épica y sintética. Donde no está tan acertado, es en los cortes más repodados, de los que cuales, tan solo me han gustado ‘Yesterday’s Gone’ y ‘Sea of Love’. Y, de hecho, tampoco me han parecido sobresalientes. Simplemente no están mal.

7,5

Prince – Originals

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Los discos póstumos no suelen ser muy interesantes, porque, normalmente, se componen de demos y canciones que, en su día, no salieron por alguna razón. Pero, de vez en cuando, hay excepciones. Una de ellas es este “Originals” de Prince, que rescata 14 canciones inéditas que el genio de Minneapolis compuso para otros artistas. Además de la versión de ‘Nothing Compares 2 U’ que se publicó el año pasado. De ahí ese cachondo título que le han puesto al álbum. Lo de la portada a lo “Bad” de Michael Jackson no sé muy bien a qué viene.

Entre 1981 y 1991, que es el periodo que abarca este disco, Prince fue uno de los reyes de las listas de éxitos. Tanto con sus propias canciones, como con las que escribió para otros. Hits como ‘Manic Monday’, que le dio bastante popularidad a las Bangles, o ‘Love… Thy Will Be Done’, con la que Martika consiguió un Top 10 en medio mundo. Unas canciones que el “prestó”, pero que también interpretó y grabó en alguna ocasión. Y lo bueno es que sus versiones son una maravilla.

El álbum se abre con ‘Sex Shooter’, una canción interpretada por el grupo de chicas Apollonia 6 en 1983, que fue todo un éxito en las pistas de baile de los Estados Unidos. Es uno de esos temas sexys, como bien indica su título, en el que Prince tira de falsete todo lo que puede. Realmente, es la misma canción, pero interpretada por el mismo. Y eso hace que gane muchos puntos. Esto es una constante a lo largo de todo el disco, y cortes como ‘Jungle Love’, ‘Make-Up’ o ‘100 Mph’, no distan mucho de las versiones editadas hace más de 30 años. Pero anda que no mola escuchar a Prince desmelenarse con ‘Holly Rock’, ‘The Glamorous Life’ y ‘Dear Michelangelo’, tres de los temas que escribió para Sheila E. O ponerse tierno mientras canta nos dice que los gigolos también se sienten solos.

Los momentos más curiosos, los encontramos en las baladas. Sobre todo en ‘You’re My Love’, que aquí suena mucho menos blanca que en la versión de Kenny Rogers. Y bastante menos cursi también. Bueno y, por supuesto, ‘Nothing Compares 2 U’, que es una gran canción la mires por donde la mires. Aunque aquí tengo que decir que prefiero la de Sinéad O’Connor. Pero es en ‘Manic Monday’ donde aparece más cambios. La canción de las Bangles era un tema más esplendoroso y contaba con una producción más limpia. Algo que hizo que se convirtiera en un hit. La de Prince casi parece más una demo que otra cosa, y la verdad es que, aquí, Susanna Hoffs y sus compañeras le ganaron la partida.

Supongo que los que son muy fans de Prince ya tendrán más que quemadas todas estas canciones, porque han ido apareciendo en discos piratas a lo largo de todos estos años, pero tiene su aquél que ahora se publiquen de forma oficial. De hecho, juntas, hacen todo un discazo.

8,8

Palehound – Black Friday

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Ellen Kempner ya lleva unos cuantos años al frente de Palehound, un trío de Boston que practica un indie-rock muy de esa zona de los Estados Unidos. O habría que decir “practicaba”, porque en su tercer trabajo huye bastante de los sonidos más guitarreros, y se decanta por unas canciones más tranquilas y ensoñadoras. Algo que hace que se distinga un poco del resto de sus compañeras de escena.

Black Friday” es un disco bastante tristón, en el que ha logrado dar con un sonido muy de los noventa, pero también muy actual. Quizá, por esas cajas de ritmos y ese barniz electrónico que aparecen en algunas canciones del álbum. Es el caso de ‘Sneakers’ y ‘Urban Drip’, donde lleva su indie-rock a otros derroteros. Y la verdad es que son dos de los mejores cortes del álbum. Sobre todo la segunda, en la que se anima un poco más. Porque son pocas las canciones donde se desmelena un poco. De hecho, solo saca las garras en ‘Stick N Poke’, todo un himno de indie-rock de lo más chulo en el que se hace con un estribillo de lo más irresistible.

El disco tiene un aire muy ensoñador, y Kempner no se ha cortado un pelo a la hora de meter elementos que, quizá, en un principio, no casarían con su música. Lo podemos comprobar nada más empezar, con una ‘Company’ que está bañada en teclados. O en la preciosa ‘Bullshit’, que tiene más de Kate Bush, que de cualquier grupo de indie-rock de los noventa. Pero si es cierto que no puede evitar acercarse a esa década constantemente, y el resto del álbum tira por ahí. Aunque de forma muy delicada, eso sí, porque apenas pisa el pedal de distorsión. Y eso que a veces le cuesta, porque en la bonita ‘Aaron’ se queda a poco de ponerse a distorsionar como una loca. Pero no, se contiene, y la limpieza de guitarras es una constante en estos 35 minutos. Así, nos topamos con cortes tan notables como ‘Worthy’, ‘Killer’, o ‘The City’, en la que le da bastante protagonismo al piano.

En su afán por desmarcarse un poco de su sonido de siempre, Ellen Kempner ha encontrado un camino que le va bastante bien. Quizá, no sea tan directo como el de sus anteriores trabajos, pero sí es más personal y, en algunos casos, más interesante.

7,6

Red Sleeping Beauty – Stockholm

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Estaba totalmente convencido de que había puesto por aquí “Kristina”, el regreso de Red Sleeping Beauty, ya que escuché esa curiosa ‘Mi Amor’ una buena cantidad de veces en 2016, pero no. Bueno, no pasa nada, porque tienen nuevo trabajo, y este no se me escapa. Y es que, esta banda sueca, que empezó a principio de los noventa y lo dejó en el 2000, se convirtió en todo un grupo de culto entre los seguidores del indie-pop. Su perdida fue triste, pero nos trajo otras grandes bandas, ya que algunos de sus miembros formaron Acid House Kings y Shermans. Pero ahora hay que fijarse otra vez en ellos, porque, desde su reunión, no han parado de sacar singles, Eps, y álbumes.

Stockholm” es otra muestra de lo podríamos llamar “pop electrónico sueco”. Diez canciones que recuerdan a Pet Shop Boys, OMD o The Human League, donde las melodías luminosas de teclado y los estribillos pegadizos están a la orden del día. Y es que, no hay nada que se les dé mejor a los suecos que hacer una buena canción de pop. Ahí tenemos ‘We Are Magic’, el tema que abre el álbum, y todo un himno synth-pop de lo más animado. Una animación que también aparece en cortes como ‘Top Love’, que es una auténtica delicia con un estribillo irresistible. Además de un teclado que parece sacado de una canción de Yazoo. Y también tenemos ‘The Swedish Winter’, que es una de esas odas que hacen los suecos al verano.

Su faceta más minimalista, y menos efusiva, también nos deja cortes sobresalientes. Es el caso la melancólica ‘Always on Your Side’, que no puede ser más ochentera, o de la preciosa y minimalista ‘New York City Girls’. Y ojo, porque, tras más de 25 años de carrera, han decidido hacer una versión del tema de McCarthy con el que bautizaron la banda. El cambio es de lo más interesante, porque del muro de guitarras con el que cuenta la versión original, pasamos a una delicada canción apoyado en unos teclados épicos y la voz susurrante de Kristina Borg. Pero todavía hay más, porque acaban el disco con ‘Don’t Cry For Me, California’, en la que no pierden la oportunidad de hacer otro estupendo himno de synth-pop.

Suecos haciendo pop electrónico: no hace falta decir más.

7,9

The Divine Comedy – Office Politics

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Neil Hannon había prometido un disco con influencias ochenteras, más o menos electrónico, e influenciado por los grupos que escuchaba en su adolescencia. Supongo que sería un troleo del músico británico, porque nada que ver. Por los menos en lo que a electrónica se refiere. Porque que el que esperara un álbum lleno de temas de synth-pop y de corte ochentero, que se vaya olvidando. Y eso que, él mismo, menciona a Depeche Mode, OMD, The Human League o Heaven 17 en ‘Psychological Evaluation’, uno de los innecesarios temas robóticos que aparecen en el disco. Pero nada, es un trabajo más de The Divine Comedy, y bastante irregular, por cierto.

Office Politics” es un disco conceptual en el que explora una oficina de trabajo cualquiera, además de una reflexión sobre la tecnología y el papel que juega en nuestra sociedad. De hecho, en la edición deluxe, que tiene 15 temas más, y que es la que os dejo aquí, hay un tema que se llama ‘The Amazon Pirates’. Algo que fusiona los dos conceptos de este álbum, porque si trabajáis en una oficina, ya sabréis la cantidad de paquetes de Amazon que llegan al día.

El último trabajo de The Divine Comedy no empieza nada mal, pero se va deshinchando a medida que van pasando los temas. Encima es excesivamente largo. Pero, volviendo al principio, hay que destacar varios cortes. El primero es ese ‘Queuejumper’ que sirvió de primer single, y que nos trae de nuevo al Neil Hannon más divertido y alegre. Todo un hit, con el que logra captar la atención desde el primer tema del disco. Tras ella, llega el tema titular, donde sí que aparecen algunos sintetizadores, y una guitarra funk digna de alguna producción de los ochenta. Además, de unos coros femeninos que le dan rollo a la canción. Pero el mejor corte del disco es ‘Norman and Norma’, un pedazo de baladón marca de la casa, con el que consigue emocionar como hace años que no lo hacía. A partir de aquí, que es el tercer corte, el disco va cuesta abajo.

Buceando entre sus 16 canciones, hay cosas notables, pero nunca sobresalientes. Se le da bien el rollo funk con algún punto de soul. Algo que sí nos recuerda a los ochenta. Es un estilo que se puede escuchar en temas como ‘Absolutely Obsolete’, que no está mal, y en ‘The Life And Soul Of The Party’, la cual entra dentro de lo mejor del disco. Y es que, esos coros del estribillo, resultan irresistibles. Tampoco está mal esa balada en plan Prince llamada ‘A Feather In Your Cap’. Lo malo es que no hay mucho más donde rascar. Porque el rock crudo de ‘Infernal Machines’ no me dice absolutamente nada, y la parte final del disco, en la que recupera su lado más chamber y teatral, resulta de lo más aburrida.

Al final, “Office Politics”, es otro disco más de la última época The Divine Comedy, en el que nos deja unos pocos temas notables, y otros tantos prescindibles. Solo que esta vez es mucho más largo de lo habitual.

6,8