Laura Mvula – Pink Noise

No quería irme de vacaciones sin hablar de este disco. El tercer trabajo de la británica Laura Mvula se ha convertido en ese álbum al que recurres cuando no sabes qué escuchar, y durante el último mes ha salvado del tedio unas cuantas veces. Pero, además, me parece toda una lección a las discográficas. Y es que, tras ser despida de Sony porque no vendía lo suficiente, la de Birmingham ha fichado por Atlantic y ha editado el disco más comercial de su carrera. Una venganza que le ha reportado buenos resultados comerciales y de crítica. No obstante, acaba de conseguir su tercera nominación al Mercury Prize.

Para acercarse a un mundo más comercial, Mvula ha cambiado totalmente de tercio y se ha ido a los ochenta. Además, sin ningún tipo de pudor. En ‘Pink Noise’ se pueden escuchar muy fácilmente las influencias de Michael Jackson -el fusilamiento de “The Way You Make Me Feel” en “Got Me” es más que evidente-, Prince, Janet Jackson o Grace Jones. Y hay que reconocer que, a pesar de ser un sonido muy trillado, ha sabido darle un punto de frescura. Y todo gracias a esas baterías potentes y a su envoltorio sintético. Además de, por supuesto, su estupenda voz.

Laura Mvula deja bien clara su predilección por este sonido nada más empezar. ‘Safe Passage’ es uno de esos baladones grandilocuentes, y envueltos en teclados, que tanto se llevaban en aquella época. Y tengo que decir que sale bastante airosa en todas las baladas del disco. Porque, en esa “Magical” que, quizá, es un poco excesiva, consigue emocionar metiéndose en un pop ochentero con tintes R&B. De hecho, cuenta con un sonido bastante norteamericano. Y en “What Matters” vuelve al sonido más sintético, y con la sorprendente ayuda de Simon Neil de Biffy Clyro, se saca de la manga otro baladón.

Si en las baladas está estupenda, en los cortes más movidos está aún mejor. Sobre todo, cuando no se va a lo evidente, como es el caso de “Conditional”, un tema puramente electrónico, pero algo oscuro y escurridizo. Eso sí, no puede evitar que su estribillo se convierta en todo un arrebato pop. Aunque también tengo que decir que está de lo más acertada cuando se va a las referencias más que evidentes. Solo hay que escuchar la ultra-pegadiza y bailonga “Church Girl”, o el estupendo synth-pop de “Remedy”. Pero lo mejor llega con esa “Before The Dawn” final, donde nos deja una melancólica y preciosa canción de puro pop sintético.

8

Museum Of Love – Life Of Mammals

Me sorprende un poco que el segundo trabajo de Museum of Love esté pasando tan desapercibido. El dúo formado por Pat Mahoney (LCD Soundsystem) y Dennis McNany logró unas cuantas buenas críticas con su álbum de debut, pero claro, eso fue hace siete años, y muchos ya ni se acordarán de ellos. Aun así, estamos ante un disco que, aunque solo sea por sus créditos, tendría que haber tenido algo más de tirón. Ya no solo porque tengamos al batería de uno de los mejores grupos de las últimas dos décadas, también porque está mezclado por el propio James Murphy, y entre los invitados nos encontramos con Peter Gordon, colaborador del mítico Arthur Russell. Nueva York en estado puro.

Como no podría ser de otra manera, ‘Life of Mammals’ es un trabajo bastante arty. De hecho, entre las influencias que nombran en la nota de prensa, nos encontramos con artistas como Laurie Anderson, Scott Walker o Chet Baker. Pero también a Depeche Mode o la música house. Y de esa extraña mezcla entre el rock menos convencional y todo tipo de electrónica sale algo realmente interesante. Es más, ellos mismos aseguran que han hecho un disco de rock de lo más extraño. Y puede ser cierto, pero también resulta fascinante en algunos momentos.

No estamos ante un trabajo fácil de escuchar, y eso es algo que dejan claro nada más empezar. Los más de ocho minutos de “Your Nails Have Grown”, en los que un repetitivo ritmo electrónico de lo más minimalista fluye entre saxos algo jazzy, y una voz que casi es un susurro, son algo duros de roer. Pero también tengo que reconocer que terminan atrapando. Además, se podría decir que es la prueba de fuego, porque todo lo que viene después es más fácil de asimilar. De hecho, el tema titular, se acerca a bastante al sonido de LCD Soundsystem. Y si nos vamos a “Marching Orders”, vemos que también saben hacernos bailar desde una perspectiva más cálida y alejada de la música anglosajona. Incluso son capaces de hacer un tema como “Army of Children”, donde, gracias a unos bonitos coros, juegan con la épica más nostálgica. Aunque nada como esa “The Conversation” tan sintética y fría que termina explotando en su parte final.

Como ya he dicho antes, no estamos ante un trabajo fácil, pero hay que reconocer que se le termina pillando el punto. Porque, al final, su mezcla de influencias y sonidos te atrapa, y con cada nueva escucha te va atrayendo más.

7,7

Lump – Animal

Laura Marling y Mike Lindsay (Tunng) se conocieron en un concierto de Neil Young allá por 2016, y casi desde ese momento decidieron que tenían que hacer algo juntos. Así nació este proyecto llamado Lump. Lo sorprendente es el camino que eligieron para sus canciones. El pop electrónico e introspectivo que encontramos en su álbum de debut no tenía nada que ver con ese folk que caracterizaba sus carreras hasta ese momento, pero el caso es que funcionó muy bien y recibieron muy buenas críticas. Y lo mejor es que en su segundo trabajo han mejorado su propuesta.

Animal’ nos presenta a unos Lump más sueltos y directos. Buena parte de esa introspección que encontrábamos en su álbum de debut ha desaparecido, y ahora apuestan por una electrónica más animada y melódica. De hecho, los podemos meter sin ningún problema en el carro de la indietronica. Eso sí, dentro su lado más serio. Temas como “Animal” o “We Cannot Resist” podrían pasar sin problemas por temas de The Notwist. Y la verdad es que hay que reconocer que es todo un acierto que hayan elegido ese camino, porque las dos son estupendas.

Tanto Marling como Lindsay tienen muy claro que Lump es un proyecto en el que los dos tienen libertad total a la de componer. Su rutina de trabajo, en la que él hace la música, y ella compone las letras que la acompañan, hace que sus canciones se adentren en mundos más experimentales. Pero, como ya he dicho antes, esta vez, esa experimentación va acompañada de una faceta más pop. Así, es más fácil que un par de canciones tan frías y oscuras como “Bloom At Night” y “Gamma Ray”, entren con facilidad. O que te lleven con éxito a una extraña pista de baile en “Climb Every Wall”. Eso sí, no todo resulta tan fácil de escuchar en este trabajo, ya que en temas como “Red Snakes” y “Oberon” se decantan por volver a ese mundo introspectivo de su primer álbum. Afortunadamente, en los seis minutos finales de “Phantom Limb”, se van hacia un pop tranquilo, y con algún toque de jazz, que es una delicia.

Con su segundo trabajo como Lump, Laura Marling y Mike Lindsay dejan claro que estamos ante un proyecto que va más allá de la típica colaboración entre dos músicos, y que aquí hay un futuro muy prometedor.

7,7

Ora The Molecule – Human Safari

Ora The Molecule es una de esas bandas que parecen la ONU. El trio femenino, formado por la noruega, pero criada entre España e Italia, Nora Schjelderup, la británica Sju Smatanova, y la alemana Jan Blumentrath, es un claro ejemplo de las pocas fronteras que hay ahora mismo en el mundo de la música. Las tres son amantes del lado más dance de la música electrónica, ya que también cuentan con una carrera como Djs en la que suelen pinchar italio-disco o techno. Pero también son aficionadas al pop, y en su álbum de debut fusionan a la perfección estas dos facetas de su música.

Como no podría ser de otra manera, ‘Human Safari’ cuenta con un sonido muy europeo. En él hay parte de la melancolía que suelen tener los grupos nórdicos, un toque más cálido y mediterráneo que aparece de vez en cuando -esa guitarra española que aparece en “Silence”-, y algo de la frialdad del techno del viejo continente. Además, para salirse un poco de la norma, de vez en cuando se dejan llevar por un lado más étnico que se aprecia bastante en algunos coros. Con estos ingredientes consiguen dar con una pequeña colección de hits que solo se ve empañada en su parte final. Quizá, un par de temas menos hubiera estado mejor.

El disco se abre con “The Ball” y “Sugar”, dos temas que representan su lado más reposado y ensoñador, pero en el que ya se pueden ver ingredientes que hacen que sus canciones sean diferentes. Ahí están esa flauta y ese saxo que aparecen en la segunda. Poco a poco, se van acelerando y sus temas se van acercando a mundos más bailables. Y la verdad es que ahí resultan infalibles. Solo hay que escuchar esa “Creator” y su épico estribillo, que no puede ser más pegadizo. O ese viaje a los ochenta que se marcan en “Die To Be A Butterfly” y en “I Want To Be Like You”. Además, de formas diferentes, porque en la primera se muestran más frías y oscuras. Sin embargo, en la segunda se sacan de la manga un estribillo vibrante que casi se acerca al disco. Y ojo a esa joya pop llamada “You Need Air”, en la que también dan buena cuenta de esa influencia de los ochenta que planea a lo largo de casi todo el álbum.

Como ya he dicho antes, quizá le sobran un par de canciones, pero hay que reconocer que su propuesta funciona muy bien la mayoría de las veces y que estamos ante un debut notable.

7,7

Bleachers – Take The Sadness Out Of Saturday Night

Jack Antonoff se ha convertido en el productor por excelencia de los últimos años. El de New Jersey ha estado a los mandos de los algunos de los trabajos de Lorde, Lana del Rey, St. Vincent o Taylor Swift. De hecho, se llevó un Grammy por el último trabajo de la mega estrella del pop. Pero también cuenta con su carrera como musico, ya que formó parte de aquellos horrorosos Fun que lo petaron la década pasada, y desde hace unos años publica sus canciones bajo el nombre de Bleachers. Aunque eso sí, su propio proyecto no recibe tantos elogios como sus producciones.

Take the Sadness Out of Saturday Night’ es su tercer trabajo como Bleachers, y en él se ha dejado llevar por su amor por el vecino más famoso de su estado. Sí, no es casualidad que el primer adelanto del álbum fuera “Chinatown”. Su colaboración con Bruce Springsteen, que es un temazo en toda regla, es algo así como la canción que guía el resto del álbum. Y es que, es inevitable no pensar en el Bruce más ochentero cuando escuchamos temas como “Big Life” o “Don’t Go Dark”. De hecho, en esta última, no se corta un pelo y le da protagonismo a un teclado que es puro “Born To Run”. Pero bueno, hay que reconocer que no se le da nada mal.

Estamos ante todo un ejercicio de nostalgia de los ochenta -sí, otro más-. Aunque eso sí, los ochenta más yankees. Y la verdad es que hay momentos en los que está de lo más acertado. Como en el caso de esa “Stop Making This Hurt” tan pop y épica. Incluso en “How Dare You Want More”, donde se va hacia un rock más clásico, también se deja llevar por un ligero sonido ochentero. De hecho, cuenta con un saxo que hace que nos volvamos a acordar de Springsteen.

Antonoff resuelve muy bien los momentos más animados del disco, pero cuando se relaja un poco no logra estar del todo acertado. Sí que está bien en la bonita “Secret Life”, donde colabora Lana del Rey. O en “45”, en la que, a pesar de ser una canción acústica, está de lo más efusivo. Lo malo es que en cortes como “Strange Behavior” y “What’d I Do With All This Faith?” aburre hasta a las ovejas.

Jack Antonoff se ha puesto el listón muy alto con sus producciones para otros artistas, y eso hace que sus propias canciones no resulten tan sorprendentes. Porque, además, ni siquiera cuentan con una producción sobresaliente. Pero sí que es cierto que, cuando acierta, lo hace de pleno, y aquí lo consigue en unas cuantas ocasiones.

7,4