Sandra Wright – Wounded Woman (reedición)
No suelo hablar de reediciones en el blog, pero hay casos en los que merece la pena. Más si es un disco como este, que en su día sufrió el desinterés de su discográfica, y pasó sin pena ni gloria. Y es que, a principio de los setenta, cuando el sello Stax estaba en las últimas, el disco de Sandra Wright no era una prioridad, y ni siquiera llegó a publicarse. No lo hizo hasta 1989, quince años después, que fue cuando el sello Demon Music lo editó en CD. Ahora, cinco años después de la muerte de su autora, se vuelve a editar, pero esta vez también lo hace en una edición limitada de 750 copias en vinilo. Un pequeño tesoro con el que merece la pena contar.
La historia de Sandra Wright no es muy diferente de la gran mayoría de cantantes de soul. Desde muy pequeñita ya cantaba en la escuela y en la iglesia de su Memphis natal, y durante toda su infancia estuvo rodeada de música. No obstante, su primo era el famoso Memphis Slim. Tras presentarse a varios concursos de talentos, y formar varias bandas, a principio de los setenta llego a Stax Records. Lo que vino después fue la parte triste de la historia. Después de ver como su disco se quedaba en el baúl de los recuerdos, siguió cantando con algunas bandas e hizo una gran cantidad de jingles para televisión, pero nunca llegó a ser la estrella soul que mereció ser.
Como la gran mayoría de los discos de soul de la época, está lleno de composiciones que más tarde han cantado otras divas. Es el caso de The Sha-La Bandit, una canción que unos meses antes grabó el grupo The Tymes, y que un año más tarde hicieron The Supremes. Entre medias está la versión de Sandra Wright, que, a día de hoy, es la que mejor suena. La de los Tymes es demasiado tranquila (parece que no va a terminar de arrancar), y la de las Supremes es un tanto melosa. Wright dio con el tempo justo de la canción, y la impregnó elegancia y sensualidad. Algo parecido pasa con Lovin’ You, Lovin’ Me, un tema que grabó Candi Staton en 1972. La versión de Staton tenía un extraño sonido, en el que el folk y el soul se daban la mano. Además, pecaba en la producción, que era demasiado tosca. Sin embargo, Wright la convierte en todo un baladón soul.
Una de los puntos fuertes de este disco es la producción. A pesar de tener cuarenta años, cuenta con un sonido espectacular, y uno no entiende como estuvo guardado tanto tiempo. Es cierto, que muchas de las canciones se valen de la producción tan orquestal que tiene el disco, que le viene de maravilla a himnos soul tan grandes como Wounded Woman, I Come Running Back, Midnight Affair, o esa joya tremenda llamada A Man Can’t Be A Man (Without a Woman), pero hay mucho más que una buena producción en este disco. Y es que, hay que saber interpretar las canciones, y no solo hay que tener una voz bonita (que la tenía), hay que saber utilizarla. Ella sabía lo que se hacía, y lo demuestra muy bien en dos baladones como I’m Not Strong Enough to Love You Again, y Please Don’t Say Goodbye, con la que cierra un disco absolutamente maravilloso.
Ojalá todas las reediciones fueran como esta.
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