Jamie xx – In Colour

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The xx han sido una de las grandes noticias musicales de los últimos años, tanto por su talento, como por su éxito comercial con una música que, a priori, no es muy vendible. No son muchos los que lo consiguen, y ellos lo han hecho con apenas veinte años y un par de discos. Todo el mundo dice que el cerebro del grupo es Jamie Smith, pero yo no termino de creérmelo, y creo que es el conjunto lo que funciona. Otra cosa es que Jamie se atreva con otros estilos en su carrera en solitario, y se haya labrado una reputada carrera como productor de música electrónica y Dj. Algo que confirma en su álbum de debut en solitario, con el que demuestra que tiene un talento enorme.

No soy muy dado a escuchar música electrónica, esa fase la pasé cuando tenía 18 años y Orbital sacaban sus primeros trabajos, pero hay discos que sí consiguen que me fije en este tipo de música. Jamie xx lo ha hecho muy bien, y fabricado un debut en el que picotea de todos los lados, y para todos los gustos. Además, fue muy listo al lanzar Loud Places como primer adelanto, ya que con ella ha cautivado a los seguidores de The xx, con un auténtico temazo en el que su compañera de grupo pone la voz. Aunque si es cierto que algunos le han acusado de irse a lo fácil y de hacer un tema que se parece demasiado a lo que hace con su banda. Yo no lo creo así, además, pienso que es un corte absolutamente redondo. Pero este es solo uno de los muchos aciertos que tiene In Colour.

Lo que más me gusta de Jamie xx es el sentimiento que le da una música tan fría como electrónica. El de Londres consigue emocionar con unos cortes que, en principio, están creados para bailar sin pensar en nada. Es el caso de Gosh, que tiene una segunda parte sublime, con esos teclados épicos que van creciendo y robando el protagonismo al repetitivo ritmo que tiene la canción. O SeeSaw, en la que vuelve a contar la voz de Romy en un tema que no decae en ningún momento. Por no hablar de la intimista Stranger in a Room, en la que se deja ayudar de Oliver, su otro compañero de banda. De hecho, está sí que se parece una barbaridad a lo que hace con The xx.

Si nos vamos a la parte más instrumental, y menos directa, nos encontramos con un Jamie xx muy tranquilo, que hace una música de baile muy agradable, y nada estridente – solo se pone un poco más techno en Hold Tight, y tampoco mucho – . Ahí está el rollo balearic de Sleep Sound, The Rest Is Noise o Girl, que son perfectas para bailar a última hora de una tarde de verano. Por no hablar de su evidente influencia de la música negra en la caribeña Obvs, o en I Know There’s Gonna Be (Good Times), donde el rapero Young Thug y el músico jamaicano Popcaan le ayudan a crear una de las canciones del verano.

Jamie xx puede estar más que contento con su álbum de debut, porque, sin duda alguna, ha creado uno de los discos de 2015.

8,1

Christopher Owens – Chrissybaby Forever

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Ayer por la tarde nos encontramos con una sorpresa de la mano de Christopher Owens. El que fuera líder de Girls, subió al completo a su bandcamp el que será su nuevo álbum, el cual se pone a la venta la semana que viene. Esta práctica de sacar discos por sorpresa está muy extendida últimamente, y siempre viene bien el impacto mediático que conllevan. Owens lo sabe muy bien, y ha dado la exclusiva de la noticia a Stereogum, que en su artículo dejan bien claro que este el disco más Girls que ha hecho Owens en solitario. Además, viene acompañado de una extensa, e interesante, entrevista en la que el de San Francisco da bastantes detalles del álbum.

Lo más importante que hay que saber sobre este trabajo, es que es el primero en el que Owens no ha requerido de una banda (no puede pagarla). Lo ha grabado el solo junto a su ingeniero de sonido, y con alguna colaboración puntual (un batería en dos canciones y coros de amigos y chiquillas no profesionales), por lo que se podría decir que es su primer trabajo en solitario. Además, lo ha grabado con toda la comodidad del mundo en un estudio que está a 20 minutos en autobús de su casa, al que acudía dos veces por semana. Está comodidad se refleja en el álbum, que, a pesar de que es largo (casi una hora), se escucha muy fácilmente y se pasa volando.

Hay muchos discos que se han quedado en tierra de nadie por una canción inicial sin tirón, pero este no es el caso. Chrissybaby Forever empieza con todo un temazo llamado Another Loser Fuck Up, que recuerda una barbaridad a los temas más directos de Girls (me viene a la cabeza Lust For Life). Con ella ya te gana a las primeras de cambio, pero no se queda ahí. Sigue muy arriba con Music Of My Heart, en la que se nos pone juguetón y se saca de la manga un estribillo de lo más delicioso. Y es que nos encontramos con un Owens más optimista, que emplea toda su sabiduría musical para dejarse llevar por una gran cantidad de influencias. Está esplendido tanto cuando tira del tira del pop con aires sixties  – me encanta Heroine (Got Nothing On You) y su rollo Doo-wop -, como cuando se va el pop y al rock más convencional, donde nos deja singles tan claros como Me Oh My, Selfish Feelings o Inside Out. Mención aparte merece la inocente What About Love, que te gana con sus coros juveniles  finales.

La parte final del disco está protagoniza por el Christopher Owens más tranquilo y melancólico. Ese que hacia baladones en Girls. Aquí no son tan grandilocuentes como las de esos años, son más simples, pero igual de intensas. Quizá sobra alguna (la instrumental Susanna parte un poco en dos el disco, y la aspereza de Waste Away no me dice mucho), pero When You Say I Love You, I Love You Like I Do (otra vez los coros juveniles), y To Take Care Of Myself Again, son muy bonitas. Por no hablar que el rollo acústico y feliz de Come On And Kiss Me tiene su punto.

Parece que Christopher Owens ha tenido que volver a lo básico para sacar su mejor disco en solitario. Aunque yo tengo que decir que los otros dos también me gustaban mucho.

8

Ash – Kablammo!

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Son muchos los que pensaban que Ash estaban más muertos que vivos, pero aquí están, con un nuevo disco dos décadas después de su primer lanzamiento. La verdad es que los de Dublín se tienen ganado el olvido por parte de su público, que ha visto como tiraban por la borda los buenos momentos que había en su primer y tercer trabajo. El día que decidieron que estaban influenciados por algunas bandas heavys, y se olvidaron del pop, la cagaron, pero de vez en cuando nos sorprenden y vuelven a él con buenos resultados. Era el caso de alguno de los temas que formaban la colección de singles que sacaron en 2009, donde encontrábamos la genial True Love 1980 o Tracers, en las que coqueteaban con la electrónica. O de algunas de las versiones que sacaron en su disco de covers, donde, por ejemplo, hacían el Lay All Your Love On Me de ABBA, una banda que ya versionaron 1996 (su revisión del Does Your Mother Know es cojonuda). En su nuevo trabajo no están tan pop, pero sí han recuperado su amor por los buenos estribillos, aunque de vez en cuando se dejan llevar por los solos de guitarra.

Kablammo! es el primer álbum que sacan desde 2007, cuando tras el fallido Twilight of the Innocents, aseguraron que solo editarían singles. Cumplieron su promesa durante algún tiempo, pero por alguna razón que desconozco, ahora han decidido volver al formato Lp. Supongo que será porque se han visto con una colección interesante de canciones para formar un álbum. Y es que, se podría decir que estamos ante su mejor trabajo desde Free All Angels. Pero no nos engañamos, están más acertados que en sus últimos trabajos (no les ha debido resultar muy complicado), pero tampoco es un disco notable.

Ash se han ido a lo fácil, que es lo mejor que podían hacer a estas alturas. Solo hay que escuchar los tres primeros cortes del disco para darse cuenta de que los irlandeses han apostado por hacer hits directos y potentes. Cocoon es el single más redondo que han sacado en mucho tiempo, y Machinery, donde cambian los solos de guitarra por las cuerdas, es una de sus mejores canciones de siempre. Es cierto que entre medias está Let’s Ride, que es más macarra, pero también cuenta con un estribillo muy decente. Lo mejor es que en los siguientes cortes siguen en esta línea, y Hedonism (los Foo Fighters matarían por esta canción), Dispatch, y la muy pop Shutdown, también son más que decentes. Incluso ese instrumental cercano al rock progresivo llamado Evel Knievel, tiene su punto.

Donde no están tan acertados es en las baladas, que salvo Free, son excesivamente simples, y no consiguen emocionar. Eso sí, cuando se salen del corte tranquilo más clásico aciertan de pleno. Es lo que pasa con Bring Back The Summer, en la que hacen un delicado tema en el que no pueden negar que se han fijado en los Beach Boys. Todo un acierto que cierra un trabajo muy decente con el que Ash vuelven al mundo de los vivos. Eso sí, la portada es un puto horror.

6,8

Unknown Mortal Orchestra – Multi-Love

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No sé si es una sensación mía, pero parece que, poco a poco, los grupos que empezaron tirando de psicodelia, se la están quitando de encima. Es el caso de Tame Impala, y los adelantos de su nuevo álbum, y también es el caso del tercer trabajo de Unknown Mortal Orchestra. En este nuevo álbum, la banda, mitad neozelandesa, mitad norteamericana, se ha decantado por sonidos más cercanos al funk y al R&B, y casi todo el disco sigue la estela de So Good at Being in Trouble, una de las canciones más famosas de su anterior trabajo. El cambio les funciona, y es muy probable que nos encontremos ante su mejor disco.

El tema principal de este trabajo es el amor múltiple, concretamente la relación que hace poco tuvieron Ruban Nielson y su mujer con una joven de 18 años. Esta chica llegó a vivir con el matrimonio, creando así una relación poliamorosa que le ha servido a Nielson de inspiración para crear este álbum. Algo que no se si también habrá influido en el tono más amable que tiene todo el disco.

Multi-Love, el tema que abre el disco y le da título, es la prueba más evidente de que aquí hay un cambio de sonido. Es un corte muy funk, casi bailable, que tiene una estupenda melodía, la cual, por cierto, me recuerda a otra canción, pero ahora no caigo cual es. Afortunadamente, este tema no es una rara avis en el disco, y siguen por ese camino impregnando de soul temas como Like Acid Rain, The World Is Crowded, o la genial Necessary Evil. Además de tirar hacia un funk muy chulo en canciones como Ur Life One Night y Can’t Keep Checking My Phone, en la que rozan el disco.

Evidentemente, no se han lanzado a la piscina en todos los cortes del disco, y los UMO de hace unos años aparecen en Extreme Wealth and Casual Cruelty, un tema que al parecer está inspirada en el Stand de Sly & The Family Stone, y en Stage or Screen, el corte más psicodélico del álbum. Aunque también hay algo de eso en Puzzles, el tema de siete minutos que cierra el disco, en el que aparecen las guitarras más potentes de todo álbum.

Multi-Love es un collage sonoro realmente interesante, en el que el grupo consigue dar en la diana en muchos de los cortes que lo forman, consiguiendo así, su mejor colección de canciones.

7,8

Shamir – Ratchet

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Ahora que el pop comercial está tan de moda, y artistas tan aburridas y simples como Taylor Swift o Ariana Grande reciben críticas de lo más entusiastas, es todo un placer encontrarse con un disco como el de Shamir. El de Las Vegas se mueve entre ese pop comercial, el R&B, y la música de baile de finales de los ochenta y principio de los noventa (esa portada tan Haring lo delata), pero lo hace con inteligencia, y lo que es más importante, lo hace entretenido.

Shamir se dio a conocer el año pasado con Northtown, un Ep auto editado en el que ya daba buenas muestras de su talento, y dejaba ver su habilidad para crear canciones directas y tremendamente adictivas. Ahora, unos meses después, edita el que es su primer álbum oficial, en el que mejora su propuesta, y nos deja una colección de canciones que, en su mayoría, te incitan a lanzarte a la pista de baile.

Ratchet empieza con calma, con un tema llamado Vegas en el que norteamericano se deja llevar por una electrónica sedosa y tranquila que se fusiona de maravilla con su voz tan andrógina. El tema no está mal, pero tras ella es llega lo bueno. Con Make A Scene consigue lo que no ha conseguido Madonna en su fallido último trabajo, que no es otra cosa que hacer un temazo de pop bailable con influencias house y funk. Algo que vuelve hacer más tarde en Call It Of y en Head In The Clouds, dos canciones por las que la creadora de Like A Virgin daría sus bíceps. Eso sí, ninguna de ellas llega al nivel de On The Regular, que es el pepinazo del disco. Esta locura bailable en la que la que rapea entre ritmos electrónicos, cencerros y teclados estridentes, es todo rompepistas al que es imposible resistirse.

A medida que va pasando el disco, va bajando el ritmo, y aparecen los cortes más cercanos al R&B, y al funk. Hay alguna balada que está bien, como DemonDarker, que es la otra balada, me hace menos gracia- , pero son más interesantes los cortes más funk, donde vuelve a dar en la diana. Es el caso de Hot Mess, en la que sigue habiendo retazos house, y de In For The Kill, en la que se relaja un poco más. Eso sí, en esta parte del disco, no se olvida de la electrónica sedosa con la que empezaba, y en Youth da buena cuenta de ella, dejándonos uno de los mejores cortes del álbum.

Ratchet es un disco ecléctico, pero muy inteligente, en el que Shamir consigue fusionar una buena cantidad de estilos sin estrellarse. Además, suena de lo más fresco.

7,9

Tanlines – Highlights

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Me he quedado un poco picueto tras escuchar el nuevo disco de Tanlines. Sobre todo después de leer ese titular de la Rolling Stone norteamericana que aseguraba que este era “The Most Fun Indie Rock Album of 2015”. Y es que, de divertido tiene muy poco, y en él nos encontramos con una colección de canciones que rezuman melancolía entre beats electrónicos. Son muy pocos los cortes que se acercan a la pista de baile, y sí estáis buscando cosas tipo All Of Me o Lost Somewhere (esta canción con homenaje a los Beach Boys me sigue gustando un motón), ya os podéis ir olvidando. Los de Brooklyn han decidido tirar hacia su vertiente más tranquila y menos bailable.

Highlights tiene sus más y sus menos, pero lo que no se les puede reprochar es que no hayan dado un sonido excelente. Este segundo álbum está producido por ellos mismos y por Chris Taylor de Grizzly Bear, y todos sus ingredientes casan a la perfección. Las guitarras se fusionan de maravilla con las cajas de ritmos, y los paisajes de teclados tristones están donde tienen que estar. Además, su cantante, se atreve con algún juego vocal más propio de otro tipo de artistas. Algo que ya hacía en su anterior trabajo, y que aquí perfecciona. Con todo esto, tendríamos que encontrarnos con un trabajo brillante, pero hay algo que falla. En algunos temas del disco les falta redondear la situación con un buen estribillo y una buena melodía. Así resultaría un poco menos soso.

El disco no empieza nada mal con Pieces, un tema bonito y pegadizo que es una carta de presentación perfecta. Tras ella, se meten de lleno en la new-wave y nos dejan Slipping Away, el corte más animado del disco, y una canción bien chula que me recuerda un poquito al Turning Japanese de The Vapors. Siguen muy bien con Palace, uno de esos temas de pop electrónico en el que se ponen un poco épicos y donde dejan que las guitarras cristalinas se alíen con la sentida voz de Eric Emm en el estribillo. A partir de aquí es donde empiezan los altibajos, y se meten en fregados que no les sientan nada bien, como el r&b de Two Thousand Miles, o esa balada de pop épico a lo Sam Smith llamada Darling Dreamer con la que cierran el disco. Entre medias sí que nos dejan algún tema interesante, y tiran de la guitarra acústica para crear una bonita Invisible Ways, y un buen tema de pop como If You Stay. Además de explorar las posibilidades que les da la electrónica en cortes como Bad Situations o la muy veraniega Thinking.

Es una lástima que no consigan redondear del todo su propuesta, ya que cuentan con un sonido muy chulo, y dan muestras de que saben hacer hits. Con todo, no es un mal trabajo, y es muy disfrutable. Otra cosa es que vayan a cambiar el mundo de la música con él, algo que, evidentemente, no va a pasar.

7,2

Hot Chip – Why Make Sense?

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Estoy a favor de que los grupos cambien y no se estaquen en el sonido con el que un buen día se dieron a conocer, pero el cambio tiene que ser a mejor, y a veces eso puede ser difícil. Hot Chip pueden ser el último ejemplo de esto, que tras cinco discos haciendo más o menos lo mismo, han decidido dar una pequeña vuelta de tuerca a su sonido, pero se han quedado un poco a medias.

En un principio, la idea era buena, ya que según la propia banda, han querido llevar al estudio el sonido que sacan en sus directos, haciendo canciones más primitivas, mucho menos electrónicas, y más reposadas. También comentan que han querido recuperar las influencias de los viejos discos de R&B, y la verdad es que eso se nota bastante a lo largo de todo el disco, que se acerca mucho a ese sonido. Esto es les funciona en algunos cortes del disco, pero no en el conjunto, que les ha quedado un tanto soso. Se echa en falta algún tema que sobresalga sobre el resto, y que se convierta en uno sus clásicos instantáneos.

La firme candidata a hit del disco es Need You Now, que cuenta con ese coro femenino que se te mete en la cabeza desde el primer instante. Pero, a pesar de que creo que es un temazo, también creo es un corte demasiado melancólico para convertirse en uno de sus rompepistas. Y es que el disco entero rezuma melancolía por todos los lados, y en él incluso nos dejan dos baladas sedosas y eléctricas como White Wine and Fried Chicken y So Much Further To Go, en las que demuestran que este tipo de cortes no son lo suyo. Afortunadamente, sí se las da bien tirar del funk en Love Is The Future, en la que incluso meten un rap, en Started Right, y en Easy To Get, que no son maravillosas, pero no están nada mal. Eso sí, nada como cuando fusionan su pasado con estos nuevos sonidos, ahí es cuando aparecen Huarache Lights, Cry For You, la estupenda Dark Night, y el temazo que da título al disco y lo cierra, que nos presenta a unos Hot Chip mucho más intensos y épicos.

No se puede decir que Why Make Sense? sea un disco fallido, pero si es un trabajo extraño, en el que, curiosamente, funcionan mejor las canciones por separado que en conjunto.

7,2

Eskimeaux – O.K.

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Grabielle Smith es una chica de Brooklyn de lo más ocupada, una de esas artistas que no puede parar de crear. Por un lado, es una de las fundadoras de The Epoch, un colectivo de arte neoyorquino en el que hay músicos, escritores, artistas visuales, cineastas, y mil cosas más. Por el otro, es la jefa de Eskimeaux, una banda con la que acaba de publicar su tercer disco. Además, por si esto fuera poco, también acompaña a Greta Klein en los directos de Frankie Cosmos, esa banda de anti-folk con la que nos sorprendió la hija de Kevin Kline el año pasado.

La música de Eskimeaux se mueve entre el folk y el indie-pop con tintes de lo-fi. Tienen un sonido que entra muy bien, gracias sobre todo a la voz etérea de Smith, que casa perfectamente con el tono preciosista que tiene el disco. Esto lo combinan con unas baterías muy interesantes y algo atípicas para tratarse de un grupo de indie-pop. Es algo que me gusta mucho, ya que muchas veces son las protagonistas absolutas. Sobre todo cuando entran de improvisto, tras un par de minutos de calma. Es el caso de I Admit I’m Scared, The Thunder Answered Back o Everything You Love, tres canciones que están realmente bien. Aunque el temón del disco sea Broken Necks, un corte más animado en el que se valen de unos teclados para conquistar a las primeras de cambio. Algo que también consiguen con Alone at the Partym, un tema un tanto más convencional, pero igual de efectivo.

Hacia el final del disco se ponen un poco más tranquilos, pero también dejan ver algo de pop del bueno en Thanks y A Hug Too Long, dos preciosos cortes de poco más de dos minutos que cumplen su función sobradamente.

Es un disco realmente interesante, y muy apropiado para escuchar en las tardes estivales que están al caer.

7,6

Sharon Van Etten – I Don’t Want To Let You Down Ep

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2014 fue un gran año para Sharon Van Etten, que vio cómo su Are We There se colocaba en los primeros puestos de las listas con lo mejor de esos doce meses.  Su cuarto trabajo era una maravilla, que la confirmó como una de las grandes artistas femeninas de nuestros días. Ahora, unos meses después, edita un Ep que bien podría ser la continuación de ese álbum. Más que nada porque está grabado por el mismo productor, y musicalmente sigue la estela de ese trabajo. Aunque eso sí, en la nota de prensa de su discográfica aseguran que es más que el típico Ep entre disco y disco. Además, también afirman que son las canciones más sofisticadas, y que te envuelven como no lo han hecho nunca.

Si nos fijamos en todo el trabajo que ha envuelto a este Ep, tenemos que dar la razón a su discográfica, ya que un buen montón de músicos se han involucrado en este proyecto. Dos de ellos son Adam Granduciel y Dave Hartley, de The War On Drugs que han tocado la guitarra y el bajo en algunas de las canciones, y han puesto su sello en la música de la neoyorquina. Esto hace que las canciones sean realmente compactas, y cuenten con un sonido que roza la perfección. Algo que, por otra parte, ya ocurría en su anterior trabajo.

I Don’t Want To Let You Down está compuesto por cinco canciones, de las cuales destaca especialmente la que le da título. Es el corte que lo abre, y a su vez es el más directo, ya que el resto del Ep es un tanto más intimista. Hace bien en empezar con él y con la fuerza que desprende, así te metes de lleno en su melancólico mundo. Y es que, a continuación, llega la tristeza de Just Like Blood, y la seriedad de Pay My Debs, en las que aparece la Van Etten más personal. Aunque es en I Always Fall Apart donde la neoyorquina pone su toque más desgarrador en una preciosa balada al piano. Para cerrar el Ep ha elegido una versión en vivo de Tell Me, que, curiosamente, está grabada en Barcelona. Este corte ya aparecía como extra en la versión deluxe de su anterior trabajo, pero en directo cobra mucha más fuerza.

Un gran Ep, que nos deja con ganas de más.

8

Crocodiles – Boys

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Crocodiles han grabado su nuevo trabajo en Méjico, y parece que eso les ha influenciado un poco. De hecho, ellos mismo definen el sonido de este álbum como “salsa-punk”, aunque de salsa haya más bien poco. Lo que sí se puede decir es que han dejado atrás su faceta más shoegaze y potente, y han rebajado el nivel de intensidad de sus canciones. Algo que no les ha sentado nada bien.

Hace unos meses tuve la oportunidad de verlos en directo, y de escuchar algunas de estas canciones nuevas. Ya, en ese momento, no me dijeron mucho, pero les di un voto de confianza, por eso de que el directo no es lo mismo que el estudio. Ahora que ya he escuchado su nuevo trabajo con calma, puedo decir que las canciones han mejorado un poco, pero no lo suficiente.

Una de las cosas que siempre me ha gustado de Crocodiles, es su facilidad para dar con la melodía y el estribillo perfecto sin olvidarse del ruido. Esas canciones que tanto beben de The Jesus & Mary Chain, son su mejor baza, y en este disco no están muy por la labor de seguir por ese camino. No es que las canciones nuevas no cuenten con estos ingredientes, pero sí son menos directas. Es como si estuvieran faltos de ganas, y tan solo le ponen pasión en Hard, Peroxide Hearts y Transylvania. Gran parte de la culpa de esto la tiene la base rítmica, que al estar influenciada por eso que ellos llaman salsa, se ha quedado muy pobre. Y es que, por mucho que se empeñen, eso de la “salsa-punk”, no siempre funciona. Hay cosas curiosas, como el rollo funk de Foolin’ Around, en la que, como bien dicen en Cosequence of Sound, se han apropiado del bajo de Billy Jean de Michael Jackson, o Kool TV, que es la canción más salsera del disco. Por lo demás, bueno, hay alguna balada decente como Blue, y temas rockeros que están bien, pero que no son para tirar cohetes, como es el caso de Crybaby Demon y Do The Void.

A ver si para el siguiente disco pasan de este rollo de la “salsa-punk”, y vuelven a su rock de siempre.

6,5