Tallies – Patina

No creo que sea casualidad que Tallies se hayan inspirado en las portadas del sello 4AD para hacer la de su segundo trabajo. La banda canadiense ya mostró su amor por alguno de los grupos que formaron parte del catálogo de la discográfica británica a finales de los ochenta y principio de los noventa en su primer trabajo. De hecho, tenían algún tema que era puro Cocteau Twins. Y ahora repiten la jugada en este nuevo álbum. Es más, en él, nos encontramos una colaboración con Simon Raymonde, bajista de la mítica banda británica. Pero lo bueno de Tallies es que sus influencias no se reducen a eso, y al final, y al igual que en su álbum de debut, entregan una colección de canciones un tanto variada.

Patina’ está producido por Graham Walsh de Holy Fuck, y hay que reconocer que les ha dado un sonido compacto y un punto de limpieza que, quizá, no tenia su debut. Lo que hace que su faceta dream-pop sea la que gane la partida. Pero, como ya he dicho antes, saben hacer discos variados, y de vez en cuando se salen de esa orbita. Es el caso de “Wound Up Tight”, donde ensucian bastante su sonido y entregan una canción bastante más cruda de lo normal. Algo que también ocurre en la parte final de “Special”.  Y si nos vamos a “Memento”, nos encontramos con un delicado soft-pop algo más de los setenta. De hecho, es algo a lo que ya se acercaban en su primer trabajo.

También saben acercarse al dream-pop desde diferentes perspectivas. Porque, no es lo mismo entregar una canción como “No Dreams of Fayres”, donde se van al lado más etéreo y delicado, que un tema como “Hearts Underground”, que está más cerca del indie-pop que de otra cosa. Y lo cierto es que salen más que airosos en estas dos facetas. Aunque si tengo que decir que me parecen más interesantes cuando se animan un poco más. Es el caso de “Catapult”, una preciosa canción llena de guitarras cristalinas que cuenta con un estribillo redondo. O de “Am I The Man”, que casi podría ser una canción de los Smiths. Y para cerrar, nada mejor que “When Your Life Is Not Over”, donde esas dos facetas se juntan y dan con una canción perfecta.

7,8

Novedades musicales: julio 2022

No podía irme de vacaciones sin dejar por aquí la recopilación de novedades de este mes. Más que nada, porque han sido unas semanas bastante cargaditas en la que nos hemos encontrado con lanzamientos de artistas bastante conocidos como son Alvvays, Local Natives, The 1975, Death Cab For Cutie, Ezra Furman, Hot Chip, o Jessie Ware. Pero también de algunos un tanto más desconocidos que también tienen mucho que decir. Es el caso Jim Nothing, que me ha conquistado con su primer single. O del indie-pop acelerado de Free Time, el cual no puede sonar mejor. Además de viejos conocidos del blog como son Bubblegum Lemonade o The Boys With The Perpetual Nervousness. Y, como dato curioso, también tenemos nuevas canciones de House of Love, The Lightning Seeds, y Trashcan Sinatras, tres bandas que coincidieron a finales de los ochenta y que siguen en plena forma.

Espero que os guste.

1. Yellow House / Jim Nothing

2. That’s Rare / Free Time

3. In the Right / The Boys With The Perpetual Nervousness

4. El final de mi felicidad / Puzzles y Dragones

5. Never Have I Ever / Bubblegum Lemonade

6. Fireworks / Healing Potpourri

7. Pharmacist / Alvvays

8. Dust Bunny / Suave Punk

9. Star Vehicle / Pale Blue Eyes

10. Trees at Night / Fine China

11. Gay Space Cadets / Lande Hekt

12. Cujo Kiddies / Disq

13. The Extra Sees the Film / Kiwi Jr.

14. Love, Try Not To Let Go / Julia Jacklin

15. Desert Snow / Local Natives

16. Part Of The Band / The 1975

17. Karaoke / Cass McCombs

18. Lay of the Land / Trashcan Sinatras

19. Walk Another Mile / The Lightning Seeds

20. Clouds / House Of Love

21. Blending / High Vis

22. Spiderweb / Built to Spill

23. Here to Forever / Death Cab For Cutie

24. Lilac and Black / Ezra Furman

25. [I’m] Screwed / Titus Andronicus

26 Death of Melody / Preoccupations

27 We’re Not In Orbit Yet / Broken Bells

28 Anna Calls From The Arctic / Dry Cleaning

29 Alien / Air Waves feat. Cass McCombs

30 GMT / Oliver Sim

31 French Lessons / Mykki Blanco Feat Kelsey Lu

32 Change the Locks / King Princess

33 Glitter Ball / Altered Images

34 Je te vois enfin / Christine and the Queens

35 Didn’t Care / Sylvan Esso

36 Move Me / Lewis OfMan feat. Carly Rae Jepsen

37 Free Yourself / Jessie Ware

38 Eleanor / Hot Chip

39 Missing You / SG Lewis

40 Let The Lights / Sorry

41 Other Faces / TEEN BLUSH

42 Infinite Design / Midi Memory

43 World Dissolve / Palm Ghosts

44 Take Me / Blancmange

45 Chase / The Vacant Lots

46 River Rival / Marlon Williams

47 Biggest Mood Ever / HAAi feat. Alexis Taylor

48 Hero Man / PVA

49 Clavicle / Daphni

50 Jungle / Fred again..

Soft Velvet Lounge – Life of the Party

Se podría decir que Soft Velvet Lounge es el primer grupo que nace de la pandemia. O por lo menos el que ha tenido algo de repercusión. Y es que, tras meses de cuarentena en Alaska, la compositora Jazz Talia, subió algunas demos en acústico a varios fórums musicales con la esperanza de que alguien la ayudara a termínalas. A lo que respondió desde Los Ángeles Zedadiah Martinez. Juntos, trabajaron en esas canciones por videollamada, hasta que Talia voló a California y las grabaron en el estudio que tiene Martinez en su casa. Y lo sorprendente, es que, con tan poco tiempo como banda, y trabajando con esas limitaciones, han creado algo realmente fantástico.

Tras una primera escucha de este ‘Life of the Party’, lo primero que nos viene a la cabeza son varias bandas de dream-pop. El dúo no esconde sus influencias, y sí, se podría decir que tiran de lo más básico de este género. Pero lo que más me ha gustado es que cuentan con un alma más pop. Los teclados y los sonidos sintéticos brillan un poco más de lo habitual. Además, se animan con bastante frecuencia. Solo hay que escuchar esa maravilla pop llena de guitarras cristalinas llamada “House Party”. Con ella abren este (mini) LP a lo grande. Pero también se vienen muy arriba en “Blood”, donde, gracias a un manto de teclados y una caja de ritmos bailable, se van hacia un pop ensoñador de lo más épico. Unos ingredientes que también utilizan en la estupenda “Homecoming”.

Creo que el gran acierto de este trabajo es que, aunque se relajen un poco, sus canciones siguen siendo muy directas. Es el caso de “Polaroid Girl”, en la que se dejan llevar por sonidos más delicados y en la que se acercan un poco más a Beach House. Pero eso sí, siempre desde una perspectiva muy pop. O de “Feels Like Home”, que los mete de lleno en sonidos mucho menos ensoñadores y más ochenteros. Y hay que decir que, con bastante acierto, porque es una autentica delicia. Al igual que lo es “Mind Reader”, en la que también se dejan llevar por unos teclados de lo más luminosos y que también remiten a esa década.

Al ser un mini LP de siete canciones -ocho, si contamos con la versión extendida de “Polaroid Girl”-, es fácil no encontrarle muchos fallos, pero tengo que decir que es un trabajo que me ha encantado, y creo que estamos ante una banda con mucho futuro.

8,3

TRAAMS – Personal Best

Aunque TRAAMS nunca se separaron oficialmente, sí podemos decir que estamos ante su álbum de reunión. El grupo británico publicó su segundo trabajo en 2015, y tras una gira y un single nuevo, en 2017 decidieron dejar de hacer música juntos. Pero lo cierto es que este descanso les duró poco, porque, dos años después, estaban trabajando juntos de nuevo. Hasta que llegó la pandemia y les hizo volver a tomarse otro descanso. Y la verdad es que, aunque no haya pasado mucho tiempo, sí que estamos ante una banda absolutamente renovada, y que cuenta con un sonido que nada tiene que ver con el de sus dos primeros trabajos.

Antes del cierre por la pandemia, TRAAMS estaban trabajando en las canciones de este ‘Personal Best’ como lo habían hecho siempre, con guitarra, bajo y batería, pero eso cambió con los meses de encierro y sus posteriores ensayos. Allí es cuando se dieron cuenta que esos temas necesitaban otro envoltorio. Aunque también fue un poco fruto de la casualidad, porque no podían hacer mucho ruido en el local de ensayo y cambiaron la batería por una caja de ritmos. De hecho, solo tocan las baquetas en “Dry” y “Comedown”. Y, aun así, no tienen mucho que ver con todo lo que han hecho hasta ahora. Sobre todo, la primera, que los mete de lleno un post-punk de lo más oscuro y denso.

Se podría decir que ahora mismo estamos ante una banda más cercana del kraut y a los sonidos motorik que a otra cosa. Esa caja de ritmos que ha entrado en juego ha hecho que su música se vaya hacia esos derroteros. Y lo cierto es que manejan de maravilla estos sonidos. Algo que demuestran en la estupenda “Sleeper”, donde su mundo se vuelve un tanto ensoñador, y en donde cuentan con la voz invitada de Soffie Viemose, de la banda danesa Lowly. Pero también se puede comprobar en “Shields” y “Hallie”, dos temas en los que se aceleran un poco más, y en los que sus guitarras también rugen un poco más.  

Hay dos cortes que brillan un poco más que el resto en el álbum. El primero es “Breathe”, toda una epopeya de nueve minutos que se cuece a fuego lento. Pero lo cierto es que, aunque va subiendo de intensidad, y las guitarras van surgiendo, nunca llega a estallar. Y esto es bueno, porque ritmo pausado, su teclado, y el juego de voces entre Stuart Hopkins y Liza Violet de Menace Beach, funcionan a la perfección. El otro es “The Light at Night”, todo un pepinazo en el que fusionan ese lado kraut con su mundo post-punk. Y lo hacen con la ayuda de Joe Casey de Protomartyr y su característica forma de cantar, o, mejor dicho, de interpretar la canción.

7,9

Katy J Pearson – Sound of the Morning

Katy J Pearson es una de esas artistas que picotea un poco de varios estilos. Lo que hace que algunos la metan en carro del folk, otros en el del rock, y unos cuantos más en el del pop. Incluso, se ha dicho que tiene un tono de voz muy a lo Dolly Parton. Aunque eso sí, pasado por el falsete de Kate Bush. Y lo cierto es que, al final, con toda esta fusión de influencias, la artista británica consigue dar con una propuesta absolutamente personal y de lo más interesante. No obstante, su álbum debut, recibió muy buenas reseñas en 2020. Y este segundo álbum va por el mismo camino.

En los dos años que han pasado desde su álbum de debut, Katy J Pearson ha explorado unas cuantas facetas más dentro del mundo de la música. Primero, colaborando vocalmente en el último trabajo de su amigo Orlando Weeks. Y un poco más tarde subiéndose al escenario con los geniales Yard Act. De hecho, el disco está coproducido por Ali Chant, que también ha producido el debut de estos últimos. Pero el caso es que, todas estas aventuras musicales, le han servido de inspiración para las canciones de este ‘Sound of the Morning’, que es un tanto más pop y directo que primer trabajo. De hecho, se podría decir que es toda una colección de hits.

Aunque el disco se abre con el introspectivo, y algo folk, tema que le da título, no es el camino que sigue mayoritariamente en el resto del álbum. Aunque hay que decir la canción está bastante bien. Pero el caso es que prefiere irse hacia el mundo del pop. Y hay que decir que acierta de pleno. Solo hay que escuchar esa joya llamada “Talk Over Town”, en la que se va al lado más indie del asunto. O esa “Riverbed” algo más “americana”, que es una autentica delicia. Además de la acelerada “Confession”, donde se acerca a los noventa, o ese himno lleno de guitarras potentes llamado “Alligator”.

Katy J Pearson está en uno de esos momentos de su carrera en el que todo le sale bien. Porque hay veces que lleva ese pop a mundos algo más extraños, y sale más que bien parada. Es el caso de “Howl”, donde se mete en mundos un poco mas avant-garde y se saca de la manga una canción menos evidente, pero igual de adictiva. De hecho, su estribillo, coronado por unas trompetas, es de los mejores del álbum. O de “Float”, en la que se adentra en terrenos del slow-disco y se hace con uno de los grandes temas del álbum. Además, como dato curioso, a la batería está Morgan Simpson de black midi. Eso sí, para terminar, vuelve al pop vigoroso y nos deja la estupenda “Willow’s Song”.

8.1

Launder – Happening

John Cudlip es uno de esos estudiosos del sonido que, poco a poco, se ha ido haciendo con un nombre en la escena independiente norteamericana. En los últimos años, y bajo el nombre de Launder, ha publicado unos cuantos singles y un EP que lo han llevado a cultivar alguna que otra amistad de lo más interesante. Como Zachary Cole y Colin Caulfield de DIIV, que le han ayudado a escribir los dos primeros adelantos de ‘Happening’, el álbum que nos ocupa hoy. Un disco que, además, está coproducido por Sonny DiPerri, que ha trabajado con My Bloody ValentineNine Inch Nails, o los propios DIIV.

El álbum de debut de Launder llega tras una batalla ganada a las adicciones – según él mismo, aceptar su sobriedad le ha servido para sumergirse por completo en la escritura y la música-. Y parece que esto le ha hecho componer como un loco, porque estamos ante un trabajo de trece canciones -llegó a tener hasta 60 demos- con una duración considerable, que se va más allá de la hora. Algo que resulta de lo más arriesgado en los tiempos que vivimos, pero lo cierto es que Launder maneja muy bien sus influencias noventeras y el disco resulta de lo más entretenido.

Se podría decir que, dentro de ese mundo de los noventa en el que vive, este artista de Los Ángeles tiene dos caras. Porque, por un lado, presenta una faceta más sucia que hace que nos acordemos de algunas de las míticas bandas de shoegaze de esos años. Es el caso de la potente “Beggar”, que cuenta con las guitarras más crudas de todo el álbum. O de “Withdraw”, donde se mete de lleno en mundos más oscuros. Además de cortes como “Rust” o “Lockwood”, que cuentan con sus chorros de distorsión, pero también con un lado más pop que hace que sean de lo más interesantes. Y es que, esa es su otra cara: la más melódica y pop.

Como os podéis imaginar, lo mejor de este álbum llega cuando se va a esos momentos más pop. Cudlip también maneja de maravilla el indie-pop lleno de guitarras cristalinas, el cual le lleva directamente a mundos más ochenteros. Solo hay que escuchar esa joya llama “Intake”, en la que tira de un indie-pop acelerado y ensoñador con algún deje a lo The Cure o New Order. Un sonido del que también tira en “Chipper”, toda una delicia que recuerda bastante a la faceta más melódica de sus amigos DIIV. Además de la juguetona, y muy pegadiza, “Harbour Mouth”. Y ojo, porque cuando fusiona sus dos facetas, es capaz de dar con temas tan notables como “Become”, donde lo acompaña Soko, o esa “Parking Lot” llena de guitarras rotas, pero de lo más melódicas.

7,7

Beabadoobee – Beatopia

Bea Kristi me sorprendió con el primer EP de Beabadoobee, que era una autentica delicia llena de himnos de indie-rock noventero, pero me defraudó un poco con su álbum de debut, el cual se me hizo un poco bola. Y es que, creo que es una artista que funciona mejor en pequeñas dosis. Algo que me confirma su segundo trabajo. Porque la artista londinense ha vuelto a dejarse llevar y nos deja una colección de canciones un tanto excesiva y demasiado larga. Además, está vez, parece que se ha decantado por irse hacia los 2000 y dejar los 90 de lado. Lo que tampoco me termina de convencer mucho.

Beatopia’ está inspirado en un mundo imaginario que Kristi se inventó a los 7 años, cuando su familia se mudó a Londres y se encontró en un colegio de mayoría blanca en el que no encajaba. Hasta que sus profesores y el resto de los alumnos se enteraron y empezaron a burlarse de ella. Así que lo terminó encerrando en algún lado de su cabeza y no lo ha sacado hasta ahora. Y, curiosamente, para contarnos este mundo tan personal, se ha aliado con Jacob Bugden de The 1975, que ha coescrito casi todas las canciones del álbum. De hecho, algunas de ellas, como “Beatopia Cultsong”, “Sunny Day” o “The Perfect Pair”, no pueden sonar más a la faceta más relajada de la banda londinense. Lo que, para mi gusto, no es bueno.

Estamos ante un trabajo un tanto más reposado que el anterior en el que hay un exceso de baladas. Lo que hace que, una vez más, sean los temas más indie-rock los que destacan sobre el resto. Ahí vuelve a demostrar que sabe muy bien lo que hace. Solo hay que escuchar la estupenda “10:36”, donde se deja llevar por un sonido guitarrero, pero también por una caja de ritmos. O “Talk”, que es una delicia llena de guitarras alegres y potentes. Además de “Don’t Get The Deal”, en la que la alianza con Bugden, que hace la segunda voz, funciona de maravilla. Y bueno, ese final sucio que le da a “Fairy Song”, también tiene su rollo.

No se puede decir que no haya intentado evolucionar en este trabajo. De hecho, cuenta con varios experimentos, y aunque alguno no le salga bien, por lo menos arriesga algo. Y lo cierto es que, la gran mayoría sí que le funcionan. Es el caso de esa ensoñadora y sintética “See You Soon”, donde vuelve a tirar del sonido de The 1975. O de la calidez acústica y casi bossa que nos deja en “Broken CD”. Pero lo mejor de estos temas que se salen de su sonido habitual, es el pop electrónico que aparece en “Tinkerbell is Overrated”, donde se alía con PinkPantheress, y juntas se sacan de la manga una maravilla pop.

7,3

Working Men’s Club – Fear Fear

El álbum de debut de Working Men’s Club fue una de las grandes sorpresas de 2020. De hecho, se coló en algunas listas de lo mejor de ese año. Sobre todo, en Reino Unido. Y es que, la música de la banda liderada por Syd Minsky-Sargeant, no puede ser más británica. Porque, si en ese álbum de debut jugaban a mezclar el post-punk con sonidos industriales, y algo más bailables, ahora vuelven con un nuevo álbum en el que no pierden ese sonido, pero sí se adentran en un mundo más synth-pop. Además de dejarnos algún momento más rave y alguna que otra ida de olla más guitarrera.

Al parecer, justo antes de lanzar su debut, Minsky-Sargeant tuvo que cambiar la banda al completo porque al resto de miembros no les gustaba la deriva más electrónica que estaban tomando sus canciones. Pero él sí que lo tenia bien claro, porque en este ‘Fear Fear’ están incluso más sintéticos que en su primer trabajo. Solo hay que escuchar “19”, el acelerado tema que abre el álbum llevándonos directamente al techno de los primeros noventa. O esa “Money Is Mine” tan The Shamen en la que meten un bajo sintetizado que es puro house. Además de volver a recurrir a New Order en las estupendas “Ploys” y “Heart Attack”.

Está claro que el synth-pop de los primeros ochenta ha sido una influencia importante a la hora de componer estas canciones. De hecho, resulta evidente en un corte como “Widow”, que puede recordar bastante a los Human League menos pop. O “Fear Fear”, donde se dejan llevar por sonidos más industriales, pero muy sintéticos, lo que hace que nos acordemos de los Depeche Mode de 1983 y 1984. Pero lo mejor de esta faceta llega con “Circumference”. Aquí, aunque no pierden la oscuridad que caracteriza buena parte del álbum, sí se dejan llevar por un lado más pop. Y hay que reconocer que el resultado es excelente. De hecho, es una de mis canciones favoritas de lo que llevamos de este 2022.

Como ya he comentado más arriba, tampoco han perdido su lado más rock, pero sí es cierto que lo han moldeado un poco. Algo que es todo un acierto. Y es que, las guitarras aparecen, pero esta vez lo hacen rodeadas de teclados y de un ritmo kraut, como es el caso de “Cut”, todo un temazo en el que nos dejan siete minutos de lo más intensos. Y luego tenemos “Rapture”, que es un poco más sucia, pero que está marcada por una clara base sintética. Pero la verdad es que no pueden evitar sacar su faceta más electrónica constantemente, y para cerrar nos dejan “The Last One”, un tema con un ritmo pausado, pero potente, que adornan con un poco de oscuridad y unos teclados ensoñadores.

7,8

black midi – Hellfire

Resulta curioso, pero, a medida que he ido creciendo, y escuchando más música, me he vuelto más intransigente con los artistas más experimentales. Cuando tenía 20 años también contaba con una mente más abierta (musicalmente) que ahora, que prefiero una buena canción pop de tres minutos que otra cosa. Pero también es verdad que hay grupos que te hacen volver emocionarte por descubrir nuevos sonidos. Es el caso de black midi, una banda que mezcla todo tipos de estilos, y con ellos crea una locura musical que, cuando menos, resulta de lo más interesante. De hecho, solo han necesitado tres años para convertirse en uno de los grupos más importantes del nuevo rock británico.

Hellfire’ es su tercer trabajo, y como en los dos anteriores, cada canción son varios mundos diferentes. Aquí hay rock progresivo, post-punk, flamenco, influencias del Scott Walker más esquivo, jazz, y mil cosas más. Y, como digo, hay temas en los que todo eso suena a la vez. De hecho, si miráis la lista de gente que ha trabajo en el álbum, veréis que cuenta con casi una veintena de músicos que han tocado todo tipo de instrumentos. Además de la destreza musical con la que cuenta la propia banda, que es tremenda. Y ojo con la labor de producción y mezcla, que es realmente brutal.

Otro de los puntos fuertes de black midi son las letras de Geordie Greep, que cuentan todo tipo de historias. Como la de “Welcome to Hell”, donde un soldado en shock rellena su baja militar con todo tipo de excesos. O la de la sorprendente “Eat Man Eat”, en la que nos dejan una extraña historia en la que hay canibalismo y homofobia. Y lo hacen con unas palmas y un ritmo que tienen una influencia clara del flamenco. Porque, como ya he dicho, aquí hay de todo. Aunque también tengo que decir que son expertos en entregar autenticas apisonadoras sonoras en las que la voz de Greep, que cambia de registro constantemente, se adentra en espídicos ritmos en los que el jazz, el post-punk y el art-rock se fusionan con absoluta normalidad. Como en esa bestialidad llamada “Sugar/Tzu”, o la inabarcable “The Race Is About To Begin”.

Una de las razones por las que este “Hellfire” me ha conquistado, es por su parte final. Y es que, tras unos cuantos temas que son una auténtica locura, en los últimos momentos consiguen relajarse un poco. Es el caso de “Dangerous Liaisons”, donde Greep se deja llevar por una especie de espíritu crooner. Aunque sí es cierto que, en algún momento de la canción, no pueden evitar reventarlo todo un poco y hacer que su ritmo pausado se rompa. O esa “The Defence”, que prácticamente es una balada épica y de cierto toque setentero. Eso sí, para cerrar, entregan “27 Questions”, otra de esas canciones en las que hay 40 estilos musicales diferentes. De hecho, termina con un lado bastante cinematográfico, ya que nos cuenta la historia de un actor que no consigue convencer a su audiencia.

7,9

Interpol – The Other Side Of Make-Believe

Interpol tengo es una banda a la que tengo cariño. Sus dos primeros trabajos me parecen alucinantes, y en aquella época vi algún directo suyo que me dejó flipado. Pero, con el tiempo, y como muchas otras bandas, la calidad de sus discos ha ido bajando. De hecho, hay un par que me resultan hasta insoportables. Lo bueno es que, con su anterior álbum, recuperaron un poco su mejor sonido y nos dejaron unas cuantas canciones redondas. Con todo, a día de hoy, enfrentarme a un nuevo trabajo de los neoyorquinos me sigue dando un poco de miedo.

La primera impresión que me ha dado The Other Side of Make-Believe’ no ha sido buena. Por lo menos su sonido. Interpol vuelven a meter capas y capas de instrumentos en cada canción, y se olvidad de la sencillez con la que contaba su anterior trabajo. Además, la producción de Alan Moulder y Flood se centra en reflejar la tosquedad de la banda y se olvida de esas buenas melodías que todos sabemos que son capaces de hacer. Esto hace que en los momentos en los que no están muy inspirados nos dejen auténticos ladrillazos. Es el caso de “Mr. Credit”, que no llega a los cuatro minutos y se hace eterna. O “Into The Night”, en la que si aciertan con la melodía de guitarra, pero no consiguen dar con un buen estribillo. Además, le sobran varios de sus cinco minutos.

Lo que si han hecho es elegir muy bien los singles, porque prácticamente son lo mejor del álbum. Además, en alguno de ellos, se salen un poco de su sonido con bastante acierto. Es el caso de “Toni”, una de esas canciones intensas marca de la casa en la que, en lugar de dar protagonismo a la guitarra, se lo dan al piano. Un instrumento que también se deja escuchar en “Something Changed”, un tema en el que nos dejan ver su lado más oscuro. Y luego tenemos “Fables” y “Gran Hotel”, dos cortes en los que tiran bastante su sonido habitual. Aunque de dos formas diferentes, porque el primero es una emotivo medio tiempo, y el segundo es un potente tema de post-punk. Pero lo cierto es que están bastante inspirados en los dos.

Fuera de los singles hay pocas canciones que me hayan sorprendido para bien. Tenemos “Renegade Hearts”, que está bien y juega la carta más melódica de la banda, pero le falta un pequeño empujón para ser redonda. Sí les funciona mejor “Big Shot City”. Más que nada, porque, en ella, le dan más importancia a su teclado y no dejan que la aspereza de sus guitarras se lo coma toda. En cualquier caso, tampoco es que esté entre lo mejor de su carrera, pero sí es cierto que, en este conjunto de canciones irregular sí que destaca.

7