Strand of Oaks – Eraserland

Strand of Oaks

El desgaste y el aburrimiento son dos de los mayores enemigos de un músico, y han acabado con unas cuantas carreras que todavía tenían mucho dar. Algo que estuvo a punto de pasarle a Timothy Showalter, el hombre que se esconde detrás de Strand of Oaks, que hace un par de años sufrió una depresión y decidió no escribir ni una sola canción más. Incluso se fue de retiro espiritual a una playa de Jersey. Pero, afortunadamente, tiene grandes amigos, y entre ellos están los miembros de My Morning Jacket, que prácticamente le pusieron un ultimátum para que grabara su nuevo disco con ellos de banda de acompañamiento. Y el resultado no puede ser más interesante.

Según la nota de prensa de su sello, hay un giro musical importante en este trabajo, pero yo creo que no es para tanto. Sí que suena más potente y expansivo, y parece que los miembros de My Morning Jacket hacen bien su trabajo, pero sigue contando con las mismas influencias. Es decir, el rock a lo Springsteen, el toque folk, y ese pequeño matiz electrónico que aparece en sus últimos trabajos, están ahí. Pero claro, ahora suena a lo grande, y eso hace que nos encontremos ante el que, probablemente, sea el disco más importante de su carrera.

Uno de los aciertos de “Eraserland” es que cuenta con un buen montón de singles potenciales. Ya sea en clave de rock más clásico, como en las emocionantes ‘Weird Ways’ y ‘Ruby’, o en ese tipo de rock en que los teclados toman el protagonismo, como en el caso de la enérgica, y absolutamente brillante, ‘Hyperspace Blues’ o la melancólica ‘Final Fires’. Todas ellas tienen un gran potencial y pueden convertir este trabajo en un pequeño éxito. Pero las buenas noticias no acaban ahí. Cuando se pone más introspectivo y menos directo, también acierta. Es el caso de la bonita, y algo folk, ‘Keys’ y, sobre todo, de ‘Visions’. Esta canción, en la que se nota el buen hacer de sus compañeros de estudio, representa bien ese cambio del que hablan en su sello. Más que nada por ese final de lo más emocionante, y en él despliega toda una tormenta guitarrera que acompaña a un estribillo sublime. Algo que repite en el, también emocionante, tema que da título al álbum. Y ojo, porque puede que estemos ante las dos mejores canciones de su carrera.

Por desgracia, no todo es sobresaliente en “Eraserland”, al final se le va un poco la mano, y se lleva ‘Forever Chords’ hasta los diez minutos, cuando en realidad no necesita ni la mitad. Y si ya nos vamos a ‘Cruel Fisherman’, el corte que lo cierra, nos encontramos con 17 minutos de música ambiental que pintan bien poco. Pero bueno, se podría decir que es un apéndice y una (larga) anécdota dentro del conjunto del disco.

7,9

Du Blonde – Lung Bread For Daddy

du blonde

Beth Jeans Houghton está a un paso de cumplir los treinta, pero ya cuenta con una extensa carrera artística. No solo haciendo música, también como ilustradora o creadora de videos de animación para otras bandas (ha trabajado con Red Hot Chilli Peppers o Ezra Furman). Y es que, desde que su padre le regaló una guitarra en su adolescencia, no ha parado de componer canciones. Primero con una banda llamada Hooves of Destiny, con la que editó un álbum de debut que tuvo cierta repercusión en su Inglaterra natal, y más tarde bajo el nombre de Du Blonde. Un seudónimo con el que ahora edita su segundo disco.

La música de Du Blonde se mueve en ese rock femenino tan british que practican artistas como la primera PJ Harvey o Anna Calvi, aunque aquí hay un lado más pop y menos crudo que hace que este trabajo entre con suma facilidad. Y eso que cuenta con unas letras bastante chungas, en las que Houghton nos habla de sus relaciones y de su salud mental (ha sufrido crisis de ansiedad). Solo hay que escuchar cortes tan pegadizos como ‘Take Out Chicken’, en el que se va hacia la new-wave, ‘Buddy’, donde se saca de la manga un piano delicioso y una melodía de lo más pop, o el juguetón ‘Days Like These’, para darse cuenta de que estamos ante una artista que ha sabido darle la vuelta a sus problemas y convertirlos en canciones inmensas.

Otra cosa que se le da bien, es recuperar sonidos más añejos y sesenteros. Es el caso de ‘Coffe Machine’, la canción que abre el disco de forma delicada, pero que cambia de tercio al final, cuando entra toda una tormenta guitarrera. Y guitarrera y más cruda se pone en el resto del disco. Aunque, eso sí, siempre termina suavizando sus canciones con algún ingrediente más. Ahí están las cuerdas que entran al final de ‘Peach Met’; los coros y teclados de ‘Baby Talk’, o el toque pop que le da al garage de ‘Angel’. Es más, está ultima, me ha recordado un poco a las Hinds. Pero todavía no he comentado los dos grandes momentos del disco. El primero es ‘Holiday Resort’, un precioso corte en clave lo-fi, y sin demasiados artificios, en el que nos cuenta un día en una especie de lugar vacacional. Todo lo contrario a lo que ocurre con ‘Acetone’, donde el piano y las guitarras brillan con todo su esplendor. Además de un cierto toque soul que le sienta muy bien.

Lung Bread For Daddy” es un disco notable, con el que la británica conquista fácilmente al oyente, y con el que debería petarlo un poco más de lo que lo está haciendo.

7,7

Telekinesis – Effluxion

telekinesis

Michael Benjamin Lerner sigue empeñado en que escuchemos su indie-rock de manual. El hombre que se esconde detrás de Telekinesis, lleva una década recuperando este estilo y dejándonos algunos temazos por el camino. Eso sí, siempre ha sido un poco irregular y, aunque prometía mucho, su propuesta no ha terminado de cuajar.

Antes de todo, hay que decir que no es fácil atraer al público con este tipo de música, que está de lo más trillado. Incluso a mí, me cuesta un poco. De hecho, no le he seguido mucho la pista desde su primer trabajo, que era notable. Sé que editó un segundo a pachas con Chris Walla (ex Death Cab For Cutie), y que empezó a coquetear con la electrónica en el tercero (‘Ghosts And Creatures’ era un temazo), pera meterse de lleno en ella en el cuarto. Pero ahora ha tenido la necesidad de volver a lo básico, a las guitarras distorsionadas que giran en torno a las buenas melodías, y a los buenos estribillos.

Effluxion” no es un trabajo maravilloso, pero sí que es un disco entretenido que nos recuerda que, por mucho que intenten matarlo, el indie-rock sigue ahí. Aunque empieza de forma delicada con el tema que da título al álbum, enseguida se va hacia lo que mejor se le da. Y eso no es otra cosa de los temas de corte más clásicos, en los que sí, las guitarras rugen, pero en los que también hay un piano acompañando durante toda la canción. Es el caso de ‘Cut the Quick’, que no puede ser más Beatles, o de esa pequeña joya pop llamada ‘Like Nothing’. Aunque es en esa especie de dúo formado por ‘How Do I Get Rid of Sunlight’ y ‘Suburban Streetlight Drunk’, donde aparecen los mejores momentos al piano. Sobre todo, porque se sale un poco de su camino y se mete en mundos más british. Y la verdad es que le sientan bien.

Los momentos eléctricos también están bien representados en este trabajo. Es el caso de ‘Set a Course’, que empieza de forma delicada, para estallar en un arrebato de batería y guitarras poco después del primer minuto. Una fórmula que repite bastante en su discografía (¿os acordáis de ‘Coast Of Carolina’?). También se pone más efusivo en ‘Felt in Your Bones’ y ‘A Place in the Sun’, que funcionan sin problemas. Sobre todo la segunda, que cuenta con un toque más pop y un estribillo resultón. Y ojo, que no se olvida de la electrónica, porque termina el disco con ‘Out for Blood’, una balada en la que el piano se fusiona con una base de lo más sintética.

7,2

Martin Frawley – Undone at 31

Martin Frawley

Es una pena que Twerps se separaran, pero claro, cuando un grupo está formado por una pareja, siempre hay ese riesgo. La pareja se rompe y la banda se va al garete. La lástima es que no duraran mucho más, porque en los pocos años que estuvieron juntos, nos dejaron tres discos estupendos en el que recuperaban lo mejor de la escena indie-rock de las antípodas. Algo que no creo que se pueda decir del debut en solitario de Martin Frawley, que parece que era el soso de la banda.

Si estáis esperando un disco lleno de buenas guitarras que rugen y melodías de pop delicioso, ya os podéis ir olvidando. “Undone at 31” es un trabajo mucho más minimalista, en el que The Clean o The Bats han dejado de ser la influencia principal, y en el que entran en juego Bob Dylan o Lou Reed. Así que estamos ante un sonido más clásico, que no tiene nada de especial, y que no termina de cuajar mucho con la música de Frawley.

No se le da mal lo de hacerse un Dylan en ‘You Want Me?’, donde le da un repaso a su relación sentimental rota, pero, aunque me gusta mucho el teclado del final, tampoco estamos ante un tema sobresaliente. Quizá es más interesante su faceta Lou Reed, o más bien Velvet, que aparece inmediatamente después, en la esquiva y algo ruidosa ‘End of the Bar’, y en la más clásica ‘You Can’t Win’. Pero es en los cortes más animados y pop donde aparece lo mejor de este disco. Ahí está esa ‘What’s on Your Mind’ tan acelerada, con esa guitarra que parece que se va a romper. O las juguetonas ‘Smoke in Your House’ y ‘Chain Reaction’, que son las que más se acercan a lo que hacía con su antigua banda.

El mayor problema del disco llega en los temas finales, los cuales son muy diferentes entre sí, y restan coherencia al álbum. Y es que, de repente, se pone a jugar con teclados y cuerdas en ‘Something About Me’, para pasar inmediatamente después al country en ‘Lo and Behold’, y volver al minimalismo electrónico en ‘Come Home’. Todo esto para acabar el disco con una balada de lo más clásica llamada ‘Where the Heart Is’.

Creo que le falta definir un poco el sonido que quiere tener en su carrera en solitario, porque es evidente que tiene talento, pero no termina de despuntar del todo en ninguna de las facetas que aparecen en este trabajo.

6,9

Desperate Journalist – In Search of the Miraculous

Desperate Journalist

Desperate Journalist son conscientes de que no van a pasar de grupo de culto para los seguidores del post-punk, por eso tampoco se esfuerzan mucho en cambiar su propuesta. Esto tiene algún riesgo, porque estamos ante un estilo de música bastante trillado y que ni siquiera está de moda. Pero también tiene una ventaja, y es que cuenta con un público fiel que siempre está dispuesto a escuchar sus canciones llenas de guitarras potentes y oscuras, pero muy melódicas. Y en eso, la banda londinense, es una experta.

Supongo que, a estas alturas, ya conoceréis las influencias de Desperate Journalist, que han pasado por este blog media docena de veces. Así que no las voy a repetir. “In Search of the Miraculous” sigue donde lo dejaron hace menos de un año, cuando editaron su último EP. Es decir, la voz de Jo Bevan continúa sobresaliendo entre sus guitarras cristalinas y el aire melancólico que siempre tienen sus canciones. De ahí las continuas comparaciones con The Smiths y The Cure (¡Mierda!, ya lo he dicho). Así que hay que irse directamente a escuchar los temas y ver qué nos ofrecen.

Lo bueno de Desperate Journalist, es que tienen un lado más pop al que es casi imposible resistirse. De hecho, en algún momento, les han comparado con The Cranberries, pero creo que viene más por la potente voz de su cantante que por otra cosa, porque no tienen nada que ver – por cierto, los gorgoritos de Dolores, que en paz descanse, terminaban siendo de lo más agotadores-. Solo hay que escuchar cortes como ‘Cedars’, ‘Ocean Wave’, ‘Girl of the Houses’ o ‘Jonatan’, que se van al pop sin olvidarse de las guitarras afiladas. De hecho, con en esta última, que para mi gusto es la mejor canción del disco, me vienen a la cabeza The Cult y su ‘She Sells Sanctuary’, ya que tiene unos acordes bastante parecidos.

Como siempre, es en los cortes más oscuros es donde se ponen más irregulares. Por un lado, está la espesa ‘Murmuration’, que abre el disco con contundencia. Sin embargo, ese acercamiento a clásicos del género como Siouxsie o Bauhaus, que es ‘Black Net’, no termina de cuajar. Menos mal que acaban el disco con su faceta más pop y con un buen tema como ‘To Be Forgotten’, en el que meten unos teclados que les sientan de maravilla.

Estamos ante otro disco de Desperate Journalist, con sus pros, y sus contras. Así que, si os gustaron los anteriores, también disfrutareis de este.

7,5

bis – Slight Disconnects

Bis

Supongo que no soy el único que se pregunta qué puede aportar un nuevo trabajo de bis en pleno 2019. La banda escocesa tuvo algún éxito menor en los noventa (dudo mucho que alguien que haya vivido aquellos años no haya bailado ‘Eurodisco’ alguna vez’), pero nunca les tomaron muy en serio. Y eso que, para mi gusto, y el de algunos artistas, como Pavement, Blur o los Beastie Boys, fueron un soplo de aire fresco en la escena británica. Más que nada, porque le dieron un poco de diversión a una de las épocas más serias de la música actual. Pero otra cosa es que ahora mismo apetezca escuchar otro disco suyo de punk-pop juguetón. Aun así, lo he hecho, y alguna sorpresa me he llevado.

Ellos mismos confiesan que ahora, en sus cuarenta, no van a cambiar su forma de hacer música. Así que ya sabéis lo que os espera en la de media hora que dura “Slight Disconnects”. La fusión de guitarras, cajas de ritmos y estribillos contagiosos, sigue siendo estando ahí, y sigue siendo una de sus grandes bazas. Y así lo demuestran en temas como el acelerado y contundente ‘Sound of a Heartbreak’, ‘Dracula, You Broke My Heart’ o ‘This Slight Disconnect’. Son tres cortes que se pueden emparentar directamente con alguno de sus antiguos himnos, como ese ‘Kandy Pop’ que les dio a conocer. Pero no es lo mejor que saben hacer.

Los de Glasgow siempre han sabido cómo manejar el pop, y ahí es donde juegan sus mejores cartas. Les das una buena base electrónica y un estribillo, y te sacan un hit en cuestión de minutos. Es el caso de ‘(I Wanna Go Out With) Someone Else’, que es una delicia de lo más pegadiza. O esa ‘Home Economics’ mucho más guitarrera, pero igual de pop. Además de la sintética ‘We Dream of Canada’, que cuenta con un estribillo infalible, o esa ‘The Big Sunshine’ con la que cierran el álbum, y en la que se ponen más melódicos y moñas (en el buen sentido) que nunca.

La única pega que se le puede poner a lo nuevo de bis es que sigue sonando a ellos mismos. Y no es que eso sea del todo malo, pero sí es cierto que tienen un sonido muy concreto que, ahora mismo, no creo que tenga muchos adeptos. Por lo demás, nada que objetar, contiene buenos temas de pop con los que recordar que alguna vez fuiste joven y bailabas en las carpas de los festivales hasta las 8 de la mañana. Y un chute de nostalgia no viene mal de vez en cuando.

7,3

Piroshka – Brickbat

piroshka-brickbat

Los supergrupos siempre dan mucho miedo, porque te esperas mucho de ellos y, en la gran mayoría de los casos, se quedan en nada. Quizá, porque cada miembro se ve en disposición de dictar el camino y al final la propuesta se queda en retazos de sus otras bandas. Algo que, al menos, no pasa con Piroshka, la banda formada por Miki Berenyi, cantante de Lush, Justin Welch, batería de Elastica, el guitarrista KJ “Moose” McKillop y el bajista Mick Conroy, de Moose y Modern English. Un combo de músicos que cubre un par de generaciones de la música británica, y que, de algún modo, han acabado juntos. Y es que, antes de formar esta banda, ya habían tocado juntos en diferentes proyectos, por lo que era normal que crearan algo nuevo entre ellos. Además, como cotilleo, Miki y KJ son pareja.

El álbum de debut de Piroshka tiene algo de ese indie guitarrero que practicaban Lush, pero va mucho más allá. Aunque eso sí, la inconfundible voz de Berenyi remite a la mítica banda británica. Pero la suya es una propuesta más agria, y eso tiene su parte buena, y su parte mala. Por un lado, está bien, porque no se han ido al shoegaze o el dream-pop más evidentes. Pero, por el otro lado, también está falto de algunos estribillos memorables y un poco más de dulzura en las melodías. Así que sí y no.

Lo mejor de “Brickbat” llega en los cortes más delicados y pop. Es el caso de ‘Village of the Damned’, que es una delicia y cuenta con unas trompetas finales que son una maravilla. Una delicadeza que se convierte en ensoñadora en ‘Blameless’, donde también aciertan. Pero ojo, que no solo en los cortes más tranquilos salen airosos. Ahí están ‘What’s Next?’ y ‘Hated By The Powers That Be’, dos temazos de indie-pop guitarrero donde sí han acertado con la melodía y el estribillo. O en la espidíca ‘Run For Your Life’, que es todo un trallazo, y en ese buen ejemplo de cómo hacer dream-pop llamado ‘Everlastingly Yours’. Más simples suenan en ‘This Must Be Bedlam’ y ‘Never Enough’, que son dos cortes que no dicen mucho. Por mucho que le pongan empeño y energía a la segunda. Y eso que la temática de las letras, las cuales reflejan el caótico mundo en el que vivimos, no están nada mal.

Quizá no es el gran disco que muchos se esperaban (eligieron muy bien los dos singles de adelanto), pero sí es un álbum coherente que nos presenta a una banda que puede darnos muchas alegrías en un futuro próximo.

7,5

Broken Social Scene – Let’s Try The After Vol. 1

broken social scene

Pese a que no siempre aciertan, habría que poner un monumento a Broken Social Scene. Ya no solo por los grandes discos que nos han dado a lo largo de estas dos décadas, también por llevar el rock hacia otros caminos, y por las carreras en solitario de algunos de sus miembros. Por eso es casi imposible referirse a ellos como “grupo”, y lo más adecuado sería llamarlo “combo musical” o “grupo de músicos que se reúnen de vez en cuando para crear canciones”. Y parece que últimamente están muy por la labor de esto último, porque si hace un año medio volvían con un nuevo disco tras siete años de sequía, ahora le dan continuación con este nuevo EP.

Let’s Try The After Vol.1” es puro Broken Social Scene. Y no, aunque hayan puesto la coletilla de “volume 1”, que yo sepa, no tienen intención de sacar una continuación dentro de poco. En sus cuatro canciones (la primera es una pequeña intro) predomina el rock, pero, como siempre, hay coqueteos con la electrónica. Es el caso de ‘All I Want’, que es un tanto escurridiza, pero que termina entrando muy bien. Una electrónica que también aparece en la sección rítmica de ‘Remember Me Young’, que es bastante más directa. Y eso que, en sus cuatro minutos y medio, las únicas voces que podemos escuchar son unos coros de lo más épicos.

Los dos cortes más potentes del EP son ‘Boyfriends’ y ‘1972’. En ellos, los canadienses se mueven en terrenos más conocidos. Sobre todo en el primero, que cuenta con uno de sus arrebatos guitarreros, los cuales, siguen seduciendo igual de bien que hace quince años. Sin embargo, en el segundo, aparece su faceta más pop, y nos dejan un precioso y melancólico corte, en el que mandan las voces femeninas y que coronan con una bonita trompeta y unos teclados ensoñadores.

Let’s Try The After Vol.1” no va a cambiar la carrera del combo canadiense, pero sí que dará algunas alegrías a sus seguidores. Además, es una prueba de que están en buena forma y que no hace falta que se tomen otro descanso tan largo.

7,7

Emmett Kai – Baby Hits!

Emmett Kai

Ya he comentado más de una vez que el revival de los ochenta está durando más que la propia década en sí, pero creo ya ni siquiera podemos hablar de revival, y lo más indicado sería decir que estamos ante un estilo en concreto. Al igual que hay bandas que tiran del pop de los sesenta y otras que lo hacen con el hard-rock de los setenta. El mundo sintético está ahí, y siempre será relacionado con aquellos años. Unos años que obsesionan a Emmett Kai, un chico de Brooklyn que acaba de editar su álbum de debut.

Baby Hits!” es un primer trabajo bastante sólido, en el que Kai ha terminado de pulir su propuesta y centrarse en un tipo de sonido. Si atendemos a su single doble y su EP del año pasado, podríamos pensar que estábamos ante otro Twin Shadow, pero aquí se olvida un poco de eso y se va hacia otros derroteros. Las guitarras suaves, las melodías lisérgicas y los paisajes sonoros de teclados están a la orden del día. Incluso se podría decir que es como un Ariel Pink mucho más pop y menos lo-fi (los últimos trabajos del californiano no hay quién los escuche).

Temas como ‘Original Girl’, ‘Cigarette Satin’ o ‘Hate That i Love You’ certifican esa pasión por los sonidos lo-fi más ensoñadores. Pero, lo interesante de este trabajo, es que, dentro de una misma línea, saca estilos muy diferentes. Así, se pone un poco más bailongo, casi funk, en ‘Taste the Sunset’; nos deja ‘Blonde’, una balada que bien podría ser de unos The Jesus & Mary Chain mucho más pop; se va hacia el indie-pop de toda la vida en ‘Sunday’ y ‘Adult’, y saca a paseo las guitarras distorsionas en ‘Colors of None’, el estupendo corte que cierra el disco. Y lo mejor es que todas tienen algo.

Habrá que seguirle la pista a Emmett Kai, porque dentro de esta corriente ochentera que tantos artistas practican en estos días, la suya, es de las propuestas más interesantes.

7,8

The Lemonheads – Varshons 2

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¿Alguien sabe qué ha estado haciendo Evan Dando en esta última década? Aparte de algunos conciertos en solitario, que le trajeron a España hace unos años, y algo con su gran amiga Juliana Hatfield, no se sabe mucho más de su vida. Tan solo que se divorció y que a principio de esta década vivía en dudosas condiciones en su apartamento de Nueva York. Además de haber empezado un proyecto en 2016 llamado The Sandwich Police junto a Willy Mason y Marciana Jones, la que ahora es su pareja. Pero vamos, que sacaron un EP de tres canciones que tenían como influencia el sonido Dunedin, y nunca más se supo de ellos. Por eso sorprende que ahora, diez años después del primero, vuelva con otro disco de versiones.

Varshons 2” es un disco más coherente que el primer volumen, por lo menos en lo que a la selección de artistas se refiere. Y la verdad es que es un álbum de lo más agradable. Dando siempre ha tenido una sensibilidad especial para cantar, y aunque en alguna canción se le note la voz un poco cascada (los excesos no pasan en balde), sigue encandilando como lo hacía en los noventa. Sobre todo cuando se deja llevar por las baladas o los medios tiempos, como al principio del disco, donde hace una preciosa versión del ‘Can’t Forget’ de Yo La Tengo, y otra del ‘Settled Down Like Rain’ de The Jayhawks. Y es que, Dando siempre ha tenido pasión por los sonidos más americanos, y aunque al principio lo metieron en el carro del grunge, sus discos fueron acercándose progresivamente al country y la americana. Algo que, evidentemente, también aparece aquí en las revisiones de ‘Speed of The Sound of Loneliness’ de John Prine, y en ‘Now and Then’ de Natural Child, que es más movida y más de bar de carretera.

No todo gira en torno a esos sonidos más añejos, el rock y el pop también aparecen por aquí. Lo hacen en la estupenda versión ‘Old Man Black’, un tema de los ingleses The Bevis Frond; en la nuevaolera Things’, donde cambia por completo la canción original de Paul Westerberg, o en ‘TAQN’, una vieja canción de un grupo punk de finales de los setenta llamado The Eyes. Pero también hay un coqueteo con el reggae en ‘Unfamiliar’, de la efímera banda australiana The GiveGoods, o una versión más que evidente del ‘Take It Easy’ de los Eagles. Además, muchas de ellas están aderezadas con la voz de Marciana Jones, para no perder esos coros femeninos que siempre han estado muy presentes en The Lemonheads.

Una vez más, Evan Dando demuestra que sabe lo que es hacer versiones. No obstante, aunque siempre ha echado pestes de las que hizo en su día del ‘Luka’ de Suzanne Vega, y del ‘Mrs Robinson’ de Simon & Garfunkel, fueron las que catapultaron a la fama a The Lemonheads. Tan solo espero que su propósito no sea solo hacer discos de versiones. Y mucho menos que tengamos que esperar hasta 2029 para encontrarnos con otro trabajo suyo.

7,4