Phantom Handshakes – Be Estranged

Phantom Handshakes es el fruto de la colaboración entre Matt Sklar (Exiles) y Federica Tassano (Sooner, Mônetre), dos artistas de Brooklyn que han desplegado todo su amor por el indie-pop más clásico en este proyecto. Porque estamos ante otro trabajo lleno de melodías ensoñadoras que bebe de aquellos años en los que Sarah Records alegraba los días a los seguidores del pop. Uno de esos discos que no inventan nada, pero que te alegran cualquier momento chungo.

Grabado en pleno confinamiento en su casa de Brooklyn, ‘Be Estranged’ es un trabajo que huele a verano, de hecho, se publicó a finales de julio. Y es que, ese sonido ensoñador lleno de guitarras cristalinas que se funden con voces etéreas y llenas de eco, te transportan a la playa más cercana. Solo hay que escuchar “Stop Shrinking” y “Stubborn”, los dos temas que lo abren. El primero, más relajado y melancólico, es todo un chute de calma y paz. Sin embargo, el segundo, con esa caja de ritmos tan acelerada, te da una buena energía.

Lo bueno de este trabajo, es que, a pesar de ser un mini LP y contar con una duración de 20 minutos, también es algo variado. Ahí está ese trallazo post-punk llamado “Aisha (Vs the Dirty Tongues)”, que con esa sección rítmica casi parece el “A Forest” de The Cure. O esa bonita “Drift Away”, que cierra el disco jugando con el lo-fi más sintético. Pero sí es cierto que lo que mejor se les da son los temas envueltos en capas de teclados, como el estupendo “You Are an Idea”, que ya se ha convertido en una de mis canciones favoritas de este otoño tan raro.

Supongo que, como todos estos grupos de indie-pop que salen ahora, su propuesta no llegará más allá de los que solemos escuchar este tipo de música, pero yo os los recomiendo igual. Nunca se sabe qué puede pasar.

7,8

She Past Away – Part Time Punks Session

She Past Away están aquí porque han sido varios los seguidores y seguidoras del blog que me los han recomendado desde hace unos días. Y yo encantado. Porque esta banda turca, que registró su nombre con esa errata en ingles -el “past” tenia que ser un “passed”-, me ha flipado desde la primera escucha. Su rollo post-punk y coldwave suena de maravilla, y el hecho de que canten en turco le da un punto diferente y algo más gótico. Eso sí, no me entero de una mierda de lo que dicen. Lo único que sé, por alguna entrevista que le he leído por ahí, es que no se meten mucho con el rollo político de su país. Es más, al parecer, apenas tocan allí, ya que no hay una escena de conciertos muy decente.

Part Time Punks Session’ es disco perfecto para los que acabamos de conocer a la banda. Grabado en directo en 2019 en unos estudios de Los Angeles, este trabajo recopila ocho de las grandes canciones de su discografía. Y ojo, porque llevan editando discos desde 2010. Una discografía marcada por la oscuridad, y por bandas como The Cure, Sisters of Mercy o Bauhaus. Aunque ellos no se cansan de decir que su mayor influencia es la mítica banda francesa Asylum Party.

Estamos ante esa oscuridad con una fuerte presencia de la electrónica y de las cajas de ritmos. Es más, al principio de su carrera, utilizaban una batería, pero luego vieron que no era necesario. Así que podemos decir que su música es bastante bailable. Sobre todo, la de su último trabajo, que estaba centrado en sonidos más dance. Algo que se les da de maravilla, porque cortes como “Durdu Dünya” o “Disko Anksiyete”, son dos pelotazos de lo más bailables. Y es que, la conjunción de las guitarras a lo The Cure y las cajas de ritmos, es algo que me vuelve del revés. Por eso me han gustado tanto cortes como “Ritüel” o “Renksiz”, que también tiran hacia esos sonidos. Y luego tenemos esa maravilla llamada “Katarsis”, en la que meten una contundente caja de ritmos, y se desaceleran un poco. O esa “Insanlar” final, que es mucho más melancólica y relajada. Además, cuenta con un preciosa guitarra más pop y luminosa de lo normal.

Desde luego, She Past Away, no tienen nada que envidiar a los grandes de la escena darkwave y coldwave de la actualidad. De hecho, sus giras por el todo el mundo, lo demuestran. Y es que, es de lo mejor que he escuchado de este estilo últimamente.

8

Boy Pablo – Wachito Rico

Hay que reconocer que Nicolás Pablo Muñoz, más conocido como Boy Pablo, lo hace muy fácil. Su música te puede gustar más o menos -la Pitchfork es de los últimos-, pero hace canciones bonitas con una facilidad pasmosa. Supongo que por eso cuenta con esos números tan locos en las plataformas de streaming -bueno, leo por ahí que un algoritmo de YouTube es el culpable-. Porque, a pesar de que estamos ante su álbum de debut, el noruego, de ascendencia chilena, es toda una estrella y ya cuenta con una buena cantidad de hits. La cuestión es si habrá conseguido trasladar su frescura a un disco al completo.

Una de las cosas que me ha gustado de este trabajo, es que reivindique su ascendencia chilena. Ya ese ‘Wachito Rico’ que aparece en el título deja muy claro que no quiere perder sus raíces. Pero es que, a lo largo del álbum, aparecen varios temas con títulos en castellano, en los que, además, canta una parte en este idioma. Es el caso de esa cálida balada llamada “te vas // don’t go”, o del efusivo tema titular, en el que se pone de lo más bailongo y se desata con un estribillo en español. Y ojo, porque le viene de maravilla este mundo mucho más latino y animado.

Buena parte del disco está protagonizado por ese tipo de temas en los que las guitarras lánguidas se fusionan con sedosas capas de teclado. Lo que yo llamo “la escuela Mac DeMarco”. Y la verdad es que, a pesar de que no es un rollo que me vaya mucho, hay que reconocer que se le da bastante bien. Solo hay que escuchar “i hope she loves me back”, el tema que lo abre, que es una delicia. O “rest up” y “come home”, que también funcionan a la perfección. Eso sí, mucho mejor cuando se ánima un poco más y le da vidilla al asunto. Es el caso del indie-pop soleado de “hey girl”, o de esa “leave me alone!” que tanto se acerca al pop escandinavo. Además de esa “mustache” tan juguetona, en la que, incluso, se atreve a meter una narración de su padre en la que le recomienda qué hacer para que le salga bigote.

Al final, como a la gran mayoría de estos artistas jóvenes que se han criado en la era del streaming, el formato álbum se le queda un poco grande. Aun así, cuenta con varias canciones estupendas, y la fusión de ese pop tan anglosajón con sus raíces latinas, resulta muy interesante.

7,4

The Luxembourg Signal – The Long Now

No conocía yo a estos de The Luxembourg Signal, y la verdad es que me ha gustado bastante su propuesta. Formados a principio de esta década, esta banda con miembros en Londres, San Diego y Los Angeles, hace un indie-pop con toques ensoñadores que es una delicia. Y algo deben de tener, porque en sus anteriores trabajos han contado con colaboraciones esterales, como la de Dale Crover de The Melvins, o la de Bobby Wratten (Trembling Blue Stars y The Field Mice). Y es que, en realidad, nacen de las cenizas de Aberdeen, una banda que a principio de los noventa llegó a publicar un par de singles con Sarah Records. De ahí esa lista de amigos.

The Long Now’ es su tercer trabajo, y en él siguen explorando todas las posibilidades que les da su pop ensoñador. Eso sí, hay algo que les diferencia de algunos compañeros de escena: su claridad. Estamos ante un trabajo con un sonido limpio, en el que las guitarras suenan luminosas, y en el que no hay hueco para la suciedad. Incluso cuando aparece la distorsión, que es de lo más pulcra. Algo que, en un principio, está bien, aunque sí es cierto que hay veces que le falta algo de fuerza. Pero bueno, la verdad es que tampoco es necesario.

 “I Never Want To Leave”, que abre el disco de la forma más lisérgica posible, no representa para nada el sonido de este. De hecho, yo diría que es más una intro que otra cosa. Y es que, a partir de ahí, empieza a caer una estupenda colección de canciones pop absolutamente brillantes. Temas como “The Morning After”, “Lost Hearts” o “Mourning Moon”, que representan su lado más limpio y brillante, suenan expansivos y compactos. Porque repito: una de las cosas que más me gusta de este disco es su sonido. Incluso cuando endurecen un poquito su propuesta, como es el caso de “2:22”, “Take it Back” o “Cut The Bride”, donde las guitarras suenan un poco más potentes, pero donde no pierden esa elegancia que planea a lo largo de todo el álbum. Por cierto, que en la última podemos escuchar a David Klotz de Fonda, una banda que en su día me gustó mucho, pero a la que perdí la pista hace un tiempo. Y ojo, porque en “Ramblin’ Rodriguez” se aceleran un poco, y recuperan el sonido twee que caracterizó los primeros singles de Aberdeen. Aunque eso sí, para cerrar el disco, nos dejan “When All That We Hold Decays”, donde se van, muy acertadamente, hacia un dream-pop de guitarras potentes al más puro estilo Slowdive.

Definitivamente, voy a seguir un poco más la pista a esta banda, porque la verdad es que me ha gustado bastante su indie-pop ensoñador, el cual, no pueden sonar mejor.

7,9

Floodlights – From a View

Supongo que todos y todas y tenemos alguna persona (o varias) de la que nos fiamos a la hora de una recomendación musical. En mi caso, una de ellas es mi amiga Blanca, que sé que, si me recomienda un disco, hay muchas posibilidades de que me enamore instantáneamente de él. Sobre todo, si tiene algo que ver con lo que se hace en las antípodas. Por eso llevo varios días escuchando sin parar el álbum de debut de Floodlights, una banda de Melbourne que me ha dejado alucinado con su sonido, el cual, sin salirse del mundo del indie-rock australiano, es algo diferente.

No me atrevo a meter del todo este trabajo dentro de la corriente del nuevo rock australiano. Sí puedo afirmar que cuenta con algunos de sus ingredientes, como el juego de voces chico-chica en varias canciones, las guitarras que beben de bandas como The Clean o The Bats, y ese punto más pop que lo hace especial. Pero ellos tienen algo diferente. No sé si será por la voz grave y profunda de su cantante, o porque hay veces que suenan un poco más oscuros que el resto de las bandas de su país. El caso es que me han parecido un soplo de aire fresco en la escena australiana.

From a View’ es una delicia lo mires por donde los mires. Y eso que buena parte del álbum tiene un contenido bastante político, y en él tocan temas como el turismo australiano alcohólico y de masas que se produce en Indonesia (“Tropical Fun”), o el pasado y presente colonialista de su país (“Don’t Pick That Scratch”). Temas que no suelen tocar los grupos de su país -a no ser que te llames Midnight Oil-. Pero, volviendo a la parte musical, se podría decir que, desde esa “Water’s Edge” inicial, ya se ve que la suya es una propuesta bastante personal. En ella, le dan protagonismo a la armónica y su cantante nos muestra su intensidad y versatilidad, la cual contagia al resto del grupo. Algo que se puede apreciar en la fusión de jangle-pop y rock que hacen en cortes como “Matter of Time”, “Walk Away” y “Shifting Shadows”, que no pueden funcionar mejor. O cuando se calman y bajan un poco las revoluciones, que es cuando se sacan de la manga pequeñas joyas como “Glory of Control”, “It Was All Going Well” y “Happiness”.

Lo dicho: Floodlights son un soplo de aire fresco en el rock australiano, y su primer álbum una de las sorpresas de 2020.

8,1

Adrianne Lenker – Songs

Creo que al final vamos a tener que hacer una etiqueta para todos los discos que han salido del confinamiento, porque no ha podido ser de lo más productivo. Algo que, por otro lado, es normal, porque con los medios que tenemos hoy, cualquier artista se puede hacer un disco en su casa. Pero ojo, porque Adrianne Lenker, cantante y compositora de Big Thief, ha ido un poco más allá. Todo en su nuevo disco está grabado de forma analógica y de lo más artesanal posible, ya que se puso una norma: no usar nada digital.

Big Thief tuvieron que suspender su gira europea cuando la pandemia empezó a hacer estragos. De hecho, su concierto en Madrid fue el último que un servidor vio antes del confinamiento. De vuelta a los Estados Unidos, Lenker se fue a pasar el encierro a una cabaña en las montañas de Nueva Inglaterra, y la sorpresa fue mayúscula cuando tocó allí su guitarra por primera vez. El eco que producían esas cuatro paredes la inspiró de tal forma, que en apenas unas semanas compuso dos discos: uno de canciones (el que hoy nos ocupa), y uno con dos largos temas instrumentales.

Una vez escuchas ‘Songs’, entiendes que es lo que llevó a Lenker a crear estas canciones en esa cabaña. Sin salirse del folk acústico, ha conseguido dar con un sonido expansivo que te envuelve y te hace sentir que estas en esa cabaña rodeado de frondosos árboles. Y todo con su voz, una guitarra, y la ayuda del productor Philip Weinrobe. Así, nada más empezar, con la emocionante “two reverse”, ya se ve que estamos ante un trabajo muy diferente. Eso sí, también muy personal, porque todo, desde la composición hasta la grabación, sale de esa cabaña. Pero a pesar de la letra de “Anything”, el estupendo primer adelanto, donde nos deja un desgarrador estribillo – “I don’t wanna talk about anything / I don’t wanna talk about anything”-, sus letras no tratan del confinamiento. De hecho, hay temas un poco más animados, como “half return” o “not a lot, just forever”. Pero ojo, que cuando digo animados, me refiero a que el rasgueo de guitarra es un poco más acelerado. Aunque está da un poco igual, porque sus canciones funcionan de cualquier forma, y temas tan personales y tranquilos como “zombie girl” y “dragón eyes”, son de lo más emocionantes.

No descubro nada si digo que Adrianne Lenker tiene un talento apabullante, ya que es algo que ha demostrado con su banda y en solitario, pero esta vez se ha superado. Sobre todo, porque ha conseguido sacar un disco increíble con muy pocos medios y dejando que las canciones fluyan sin ningún tipo de efectismo por su parte.

8

Holy Motors – Horse

Si no fuera porque sé que son de Tallin, jamás hubiera pensado que Holy Motors venían un país tan frío y oscuro como Estonia. Porque no es que estemos ante una banda que tenga influencias anglosajonas típicas, es que estamos ante una que parece recién salida de cualquier estado árido de Norteamérica. Su música, con bien de reverb, se va directamente a ese dream-pop fronterizo que practicaban Mazzy Star, la que es su influencia más evidente. Y la verdad es que se les dan bastante bien estos sonidos. Aunque eso sí, no esperéis nada nuevo, aquí todo suena de lo más añejo.

Horse’ es su segundo trabajo, y llega tras un debut que tuvo bastante repercusión fuera de su país, con críticas en medios como Pitchfork -no muy buena, eso sí-, Stereogum, que lo eligió como “disco de la semana”, o DIY MAG. Una repercusión que los llevó a girar por medio mundo y entablar alguna amistad de lo más fructífera, como la de Anton Newcombe de The Brian Jonestown Massacre, que les ha producido varias canciones. Lo que no sé es si alguna llegó a entrar en este trabajo. Supongo que sí, porque no han editado nada más desde entonces.

Hay que reconocer que empiezan engañándonos un poco, porque “Country Church”, el tema que abre este disco, no refleja del todo lo que hay dentro de él. Sí, las guitarras fronterizas están ahí, y ese toque retro también, pero estamos ante una canción bastante más animada de lo normal. Y es una pena que no sigan por ahí, porque les ha quedado de maravilla. Aunque bueno, tras ella, llega esa preciosidad llamada “Endless Night”, y ya les compras lo que sea. Y es que, a pesar de que la influencia de Hope Sandoval es descarada, lo hacen tan bien, que se les perdona. De hecho, cuentan “Road Stars”, la que, por su juego de voces chico-chica, podría ser su propio “Sometimes Always”. Y ojo, que cuando cruzan la frontera y se meten en una orgía de guitarras reverb, son capaces de sacarse un corte tan árido como “Matador”. Aunque reconozco que prefiero su lado más ensoñador, el cual aparece en temas tan notables como “Midnight Cowboy” y “Trouble”.

No conocía a este grupo y me ha sorprendido muy gratamente. Ya no solo por su lugar de procedencia y lo poco que pegan estos sonidos en su país, sino porque se les da muy bien recrear ese mundo tan americano.

7,8

Kiwi Jr. – Football Money

No sé muy bien qué ha pasado con este disco, ya que algunos medios lo dan como un trabajo de 2020, y otros de 2019. Supongo que lo editarían digitalmente el año pasado, y físicamente en este. Lo que sí sé es que ha sido el primer single de su segundo trabajo, el tremendo “Undecided Voters”, lo que ha hecho adentrarme en el mundo de Kiwi Jr. Y no, a pesar de ese nombre, y de su sonido, no estamos ante otra banda neozelandesa. Estos cuatro chicos son de Toronto, pero ya pueden presumir de tener un contrato con Sub Pop, uno de los sellos estadounidenses por excelencia. Y todo gracias este disco.

No resulta muy difícil ver que la principal influencia de este ‘Football Money’ es Pavement. Gran parte del álbum cuenta con ese descaro que tenia la banda de Stephen Malkmus, y su cantante no puede negar que ha sido su gran inspiración. Pero no solo se quedan ahí. También tienen un punto algo más pop en algunos temas, como en el estupendo “Salary Man”, o en esa genialidad final llamada “Wicked Witches” -ojo a ese toque Lou Reed-. Son dos cortes en los que no pierden su punto indie-rock, pero en los que están más melódicos, y algo más jangle-pop, que en el resto del álbum.

Son unos expertos en fabricar ese tipo de temas de guitarras aceleradas llenos de urgencia. Ahí está esa “Murder in the Cathedral” que abre el disco recordándonos a los Pavement de ‘Slanted and Enchanted’. Algo que también se puede apreciar en las notables “Leslie” y “Gimme More”. Pero también saben lo que es crear un himno de lo más juguetón, como es el caso del estupendo tema que da título al disco. O bajar las revoluciones y entregar “Comeback Baby”, una especie de balada de lo más deliciosa. Aunque para delicia, esa “Swimming Pool” tan veraniega y luminosa, en la que echan la vista mucho más atrás, y se acercan a The Byrds.

Estamos ante un álbum de debut notable, en el que tiran estupendamente del indie-rock de los noventa, pero sin quedarse estancados en ese sonido. Y ojo, porque en enero tendremos su segundo trabajo a la venta, el cual, pinta igual de bien.

7,8

God Sad Happy Bad – Shapes

Micachu and the Shapes es uno de esos grupos que me sonaban de oídas pero que nunca me había parado a escuchar. Hasta ahora, porque, aunque estemos ante un trabajo de Good Sad Happy Bad, lo que nos encontramos aquí es el nuevo álbum de Micachu and the Shapes. Y es que, Mica Levi, la artífice de este proyecto, además de reconocida productora y compositora de bandas sonoras, ha decido rebautizar a su banda con el nombre del disco que editaron en 2015. No sé cuál ha sido la razón que le ha llevado a esto, pero me alegro, porque me ha descubierto a su formación y me he encontrado con un trabajo absolutamente fantástico.

Shades’ es un disco inclasificable al que la etiqueta de art-rock le viene como anillo al dedo. Pero no os asustéis, dentro de este pequeño universo de Levi, hay bastante espacio para el pop. De hecho, hay momentos en los que parecen unos Papas Fritas poseídos por el espíritu de Sonic Youth. Y es que, esta vez, Levi se ha quedado al margen en cuestiones vocales, y ha dejado que sea la teclista Raisa Khan la que lleve la voz cantante. Ella ha preferido jugar con esa guitarra tuneada -como Lee y Thurston- y sacar unos sonidos realmente alucinantes. Además, han metido a Cj Calderwood al saxo y a las programaciones electrónicas.

Todo este baile de puestos en la formación ha hecho que su música suene de lo más fresca. Así, desde el principio, con ese instrumental lleno de psicodelia llamado “Do It”, nos encontramos con un sonido que brillante que te atrapa con bastante facilidad. Y si a esto le añadimos ese toque más pop, vemos que aparecen auténticas joyas, como la delicada “Star”, la juguetona “Honey”, o esa delicia llamada “Shades”. Eso dentro de su lado más amable, porque cuando la guitarra de Levi ruge, lo hace sin contemplaciones. Eso sí, también consiguen momentos de lo más memorables. Es el caso de “Blessed”, de la muy potente “This Skin” -es impresionante como suena esa guitarra-, de la más oscura “Reaching”, o de ese tremendo dúo final formado por “Pyro” y “Universal”.

Puede que estemos ante el quinto trabajo de la banda, pero el cambio de nombre, y esos bailes en la formación que comentaba más arriba, le han dado un nuevo aire a su música. Así que podríamos decir que han rejuvenecido con este trabajo.

8

Beabadoobee – Fake It Flowers

El año pasado, cuando puse el último Ep de Beabadoobee, comentaba que entraba dentro de ese grupo de artistas jóvenes que le tenían un poco de tirria al formato álbum, y ahora entiendo la razón. Bea Kristi, que es la chica que se esconde bajo ese complicado nombre, acaba de publicar su disco de debut, y la verdad es que le funcionaba mucho mejor el formato Ep. Su indie-rock tan marcado en los noventa pierde frescura cuando va más allá de la quinta o sexta canción, y aunque no puedo decir que no se le dé bien, sí creo que está demasiado marcado en esa época.

Quizá, ‘Fake It Flowers’ no me ha sorprendido tanto por sus múltiples adelantos. Ha llegado a sacar hasta cinco singles antes de editar el disco, y eso elimina el efecto sorpresa. Pero es que, aunque su música viva del pasado, ella es una chica de ahora, y sabe que hay que subir constantemente canciones a las plataformas de streaming para que no se olviden de ti. Lo malo es que, dentro de ese grupo de canciones, se encuentran algunos de los mejores cortes del álbum, y claro, una vez que los tienes tan escuchados, ya no es lo mismo. Así, “Care”, “Worth It” y “Together”, que forman parte de ese indie-rock deudor de Belly o Veruca Salt, siguen sonando estupendamente, pero claro, eso ya lo sabia antes de ponerme el disco por primera vez.

Sí es cierto que se ha dejado alguna sorpresa por ahí. Es el caso de “Dye It Red” y su irresistible estribillo lleno de guitarras cristalinas. O de las potentes “Charlie Brown” y “Yoshimi, Forest, Magdalena”, donde las guitarras rugen un poco más y termina acercándose a cosas más escurridizas, como pueden ser Throwing Muses o algunas bandas de la escena Riot Grrrl. Y bueno, luego cuenta con esa faceta más relajada, casi ensoñadora, que al fin y al cabo es la que más éxito le ha proporcionado – su “Coffe” ya lleva más de 50 millones de reproducciones en Spotify-. A mí, personalmente, no me dice mucho, y temas como o “Horen Sarrison” o “How Was Your Day?” me resultan un tanto plomizos. Prefiero cuando adorna un poco más las canciones, como en “Emo Song”, donde mete una pequeña pátina electrónica, o “Futher Away”, que entra dentro un mundo más dream-pop.

Como álbum de debut, ‘Fake It Flowers’ no está mal, tiene media docena de canciones que son estupendas, pero es un poco irregular. También es cierto que ese sonido tan de los noventa me tira un poco para atrás. Quizá, si se hubiera ido un poco más hacia el pop, como en aquella magnifica “She Plays Bass”, la cosa hubiera funcionado mejor.

7,4