Comet Gain – Paperback Ghosts

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Me gusta que los grupos le pillen el punto a eso de sacar discos regularmente y que no se duerman en los laureles. Hasta hace poco, Comet Gain era uno de estas bandas, y entre un disco suyo y otro pasaban años y años. Eso sí, a su favor hay que decir que nos quitaban las ansias con sus singles, los cuales editaban regularmente. Tras Howl of the Lonely Crowd, el estupendo trabajo que editaron en 2011, ahora vuelven con este nuevo álbum que sale a la venta la semana que viene, y tan solo hemos tenido que esperar tres años.

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Paperback Ghosts es un disco mucho más tranquilo que su predecesor, y en él encontramos muy pocos arrebatos de esos pop y garage lo-fi que les hizo famosos en los noventa. Por ahí están esa (All The) Avenue Girls, que ya conocíamos, o Behind The House She Lived In, que es su clásico tema de pop acelerado en el que el órgano vuelve a ser el protagonista. Una maravilla. Estas, junto con las psicodélicas Breaking Open The Head Part 1 y Confessions Of A Daydream, son las únicas donde pisan el pedal de distorsión y las guitarras rugen. El resto es de lo más suave.

No cabe duda de que, a estas alturas, es innegable la buena mano que tienen Comet Gain para hacer buenas canciones de pop, pero me ha sorprendido la delicadeza de muchos de los cortes de este trabajo. El primer ejemplo lo encontramos nada más abrir el disco, en la preciosa Long After Tonite’s Candles Are Blown, una canción totalmente otoñal (como la portada del álbum), en la que casi parecen Belle & Sebastian. No es la única, también podríamos decir lo mismo de la hermosa Your Haunted Heart, y su pegadizo estribillo. Pero no es aquí donde están más acertados, en el álbum encontramos varios cortes un poco más acelerados; de esos que son irresistibles y en los que juegan de maravilla con las melodías y los estribillos. La primera es ‘Sad Love’ And Other Short Stories, que suena a ellos por todos los lados (a mí me recuerda mucho a You Can’t Hide Your Love Forever, pero sin el grandioso estribillo). The Last Love Letter es un poco más tranquila, pero conserva también el toque de himno pop. Pero lo mejor del disco lo encontramos en Far From The Pavillion, que es una de esas canciones de pegada instantánea; un tema de pop perfecto con estribillo onomatopéyico.

Quizá defraude un poco a los que esperan a los Comet Gain más sucios y desordenados, pero para los que disfrutamos de su faceta más pop, este trabajo es una gran noticia.

7,7

Selección 2014 (6ª Parte)

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En lo que se refiere a lanzamientos musicales, el mes de junio ha sido nefasto. Afortunadamente, ya han salido muchos de los adelantos de los discos que saldrán en los próximos meses, y he podido hacer una recopilación llena de novedades interesantes. Por aquí hay nuevas canciones de Jessie Ware, The New Pornographers, The Vaselines, The Rentals, Music Go Music, Avi Buffalo, J. Mascis o Caribou. También he metido la versión que han hecho Au Revoir Simone del Fade Into You de Mazzy Star, y la que han hecho School Of Seven Bells de un tema de Joey Ramone, que detrás tiene una de las historias más tristes que he escuchado últimamente. Por supuesto, tampoco me he olvidado del repaso a los (pocos) discos interesantes que han salido este mes, y también hay canciones de Hamilton Leithauser (uno de los bonus track que vienen en la edición deluxe del disco), Peter Matthew Bauer, Lykke Li o Alexis Taylor, el cantante de Hot Chip, que ha sacado un trabajo con alguna canción chula.

1. One Lost Year / The Vaselines 3:29
2. For The Feel / Bleached 2:41
3. Rain Ruins Revolution / Let’s Wrestle 2:39
4. Brill Bruisers / The New Pornographers 2:56
5. Thought Of Sound / The Rentals 3:44
6. She Is There / Motorama 2:59
7. Magazine / The Proper Ornaments 2:26
8. So What / Avi Buffalo 3:23
9. Sad Love And Other Short Stories / Comet Gain 4:12
10. Every Morning / J Mascis 3:58
11. In Our Time (I’ll Always Love You) / Hamilton Leithauser 3:24
12. You are the Chapel / Peter Matthew Bauer 4:10
13. Orange Luz / Happyness 3:10
14. Without A Crutch (2) / Alexis Taylor 3:03
15. I Never Learn / Lykke Li 3:04
16. Tough Love / Jessie Ware 3:30
17. No More Honey / Blonde Redhead 3:43
18. Fade Into You (feat. Nikolai Fraiture of The Strokes) / Au Revoir Simone 4:39
19. Dangerous Days / Zola Jesus 4:30
20. Nite After Nite / Music Go Music 3:46
21. Can’t Do Without You / Caribou 3:56
22. I Got Knocked Down(But I’ll Get Up) / School Of Seven Bells 7:17

Peter Matthew Bauer – Liberation!

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Ya sabéis que soy muy fan de The Walkmen, y que casi todo lo relacionado con ellos me gusta (la verdad es que me lo ponen muy fácil). Tanto el disco de su cantante (uno de esos trabajos que no paran de crecer con las escuchas), como este de su bajista, me parecen de lo mejor de lo que va de año. Para mi gusto tiene más mérito el debut de Peter Matthew Bauer, ya que, por su voz reconocible, el cantante de una banda siempre tiene algo de ventaja al sacar un disco en solitario. Bauer demuestra en este disco que de talento va sobrado, tanto componiendo, como cantando. Y es que, al parecer, lo de crecer en un Ashram (una comunidad espiritual hindú) le ha venido de perlas para crear estas canciones. En casi todo el disco encontramos historias sobre su infancia y adolescencia, aunque también hay algunas experiencias vividas en sus recientes giras con The Walkmen.

PETER MATTHEW

Liberation!” es un álbum con muy pocas fisuras. Tan solo el tema que le da título, y un instrumental llamado Istambul Field Recording, que es un rollo importante. El resto como mínimo es notable, y hay unas cuantas canciones que rozan la perfección. Una de ellas es Philadelphia Raga, esa canción con la que ya he dado un poco el coñazo por aquí. Pese a que en un principio me tiraba para atrás su intro tan larga, se ha convertido en una de mis canciones favoritas de 2014. Además, es algo que tiene mucho mérito, ya que todo el tema es un puente, y no tiene estribillo. Pero tiene una parte final con unos coros simples, que me parecen buenísimos. No es la única canción sobresaliente del disco, ahí está la muy Springsteen You Are the Chapel, con la que cierra el disco con un poquito de épica contenida, y dejando claro que es capaz de hacer un himno. Otras canciones que están muy arriba son I Was Born in An Ashram, que en su parte final tiene un estribillo con bien de coros que me vuelve loco, y Scientology Airplane Conversations, que la verdad es que recuerda un poco a sus vecinos The War On Drugs.

Bauer ha apostado por seguir con el sonido de The Walkmen en unos cuantos cortes del álbum. Canciones como Latin American Ficciones, Fortune Teller y Irish Wake in Varanasi (For Big Pete Devlin) cuentan con esas guitarras potentes, y ese punto de lo-fi que encontrábamos en las primeras grabaciones de su antigua banda. Evidentemente, se le da bastante bien, ya que ha estado mamando ese sonido durante años. Además, así hace que no los echemos mucho de menos.

Shaved Heads & Pony Tails y Shiva the Destroyer son los dos cortes más tranquilos del disco, y en ellos también acierta. Sobre todo en la primera, que es una absoluta preciosidad. La segunda en un principio no me hacía mucha gracia, pero con las escuchas le he ido pillando el puntillo, y ahora se ha convertido en uno de mis cortes favoritos del disco. Aunque la verdad, es uno de esos trabajos en los que cuesta descartar una canción.

8,1

Happyness – Weird Little Birthday

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Casualidades de la vida, ayer comentaba lo raro que era ver a un grupo inglés con influencias norteamericanas, y hoy mismo os dejo con otro grupo de este palo. La banda en cuestión se llama Happyness, son del sur de Londres, y están obsesionados con Yo La Tengo, Pavement o Sparklehorse. Aunque también es cierto que tienen cierto regustillo a Wilco. Esto hace que su música no se convierta en el típico homenaje al indie-rock norteamericano de los noventa, y resulte más interesante que muchos de los discos que han salido de este palo en los últimos años. También es cierto que es un trabajo más difícil que los debuts de Yuck o Mazes, por poner dos ejemplos de bandas inglesas que practican este estilo de música. Y que gracias a ese riesgo que toman de vez en cuando, también se equivocan en algún corte. Pero bueno, mejor eso que copiar por copiar.

Happyness

Desde el principio ya dejan claro que ellos no se van a ir a lo fácil, y lo primero que escuchamos de ellos es Baby, Jesus (Jelly Boy), un delicado y bonito corte en el que ya dejan ver una notable influencia de los Pavement y los Yo La Tengo más reposados -el disco está mezclado por Adam Lasus, viejo amigo de los de Newark-. Tras ella nos dejan Naked Patients y Great Minds Think Alike, All Brains Taste the Same, dos de los temas más directos del disco, sobre todo la segunda, que es todo un hit. Aunque es cierto que casi me gusta más la primera, en la que vuelven a sonar a la banda de Ira Kaplan, solo que esta vez se meten en su faceta más krautrock. Y es que se les da muy bien recuperar el indie-rock, y lo demuestran a lo largo del disco en canciones como Anything I Do Is All Right, It’s On You, o Leave The Party. Además del minuto y medio de noise que nos dejan en Refrigerate Hair.

Como ya he dicho antes, prefieren ponérselo difícil, y a lo largo del disco hay varias canciones perezosas que poco tienen que ver con indie-rock guitarrero típico. Lo mejor es que es en muchos casos aciertan, y hay cortes como Orange Luz, donde le dan todo el protagonismo al órgano, o Pumpkin Noir, en la que cuentan con la voz de Ed Harcourt, que son una delicia. Además de esa joya llamada Monkey In The City, con la que cierran el disco recordando (una vez más) a los Pavement más tranquilos. Pero claro, no siempre están atinados, y en Weird Little Birthday Girl emplean nueve minutos para hacer un tema que no necesita más tres. Y es que son muy pocos los que saben hacer estas canciones sin aburrir al personal. Sí, estoy hablando otra vez de Yo La Tengo.

7,7

Streaming

Let’s Wrestle – Let’s Wrestle

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Let’s Wrestle son una rara avis dentro del panorama musical británico. Su indie-rock de clara influencia norteamericana tiene muy poco que ver con lo que hacen los grupos de su país, que cada vez son más sosos. Tampoco ellos son lo más original del mundo, pero al menos se agradece que un grupo de las islas se fije en algo más allá de sus fronteras. Además, con los años han ido rebajando la intensidad de las guitarras en su música, y en este último trabajo nos dejan una colección de canciones menos ruidosas y más melódicas. Ese es otro punto a favor para ellos.

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Siempre dicen que los discos homónimos responden a un cambio en la formación o a un cambio de sonido. En este caso parece cierto, ya que el cuarteto de Londres ha suavizado su música y se ha centrado en su faceta más pop. Se podría decir que han cambiado el indie-rock y el noise por el power-pop, y no les ha sentado nada mal. Ahí está Rain Ruins Revolution, el primer single, y la canción que abre el disco. Es un corte que suena mucho a los primeros R.E.M, o la escena indie del Nueva Zelanda de los primeros ochenta (ya sabéis, el famoso kiwi-rock), y la verdad es que recuperan estos estilos de maravilla. Sin duda alguna el mejor corte del disco, aunque no es lo único bueno que encontramos en este trabajo.

Los temas en los que tiran hacia los primeros años de la banda de Michael Stipe son los más interesantes. Manejan bien el ritmo un poco acelerado y las guitarras limpias (esas que los propios R.E.M cogieron de los Byrds), y lo demuestran en cortes como Always a Friend y David You Know. Quizá son las más directas del disco, pero también cuentan con algunos temas más tranquilos que funcionan muy bien. Ahí están la muy Pavement Codeine and Marshmallows o Tied Up, donde sí que suenan más británicos con esas trompetas e instrumentos de cuerda.

La verdad es que, para ser un trabajo de pop guitarrero, es un disco de lo más ecléctico. A lo mejor por eso no termina de cuajar del todo, y las canciones más sencillas (esas que recuerdan a Weezer), dejan un poco que desear. Pero bueno, al final se han sacado de la manga media docena de cortes notables, lo que no está nada mal.

7

Lana del Rey – Ultraviolence (Deluxe Edition)

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No tenía pensado comentar este disco en el blog, pero ya que he escrito la crítica para otra página, aprovecho y la dejo por aquí.

El mundo de la música necesita más estrellas como Lana del Rey, cantantes que no tengan miedo a publicar lo que les dé la real gana. Y es que, aunque su anterior trabajo vendió 7 millones de copias, la neoyorquina no es una estrella del pop al uso. Lo demuestra en su nuevo álbum, que es la cosa menos comercial del mundo. “Ultraviolence” es un trabajo denso, lánguido, en el que apenas hay hits y todo son baladas. Es lo que muchos llamarían un suicidio comercial, pero es lo que ha querido que salga a la luz, y eso ya la honra.

Con un disco así, la discográfica se ha tenido que poner las pilas, y en los meses previos a la salida del álbum ha habido una auténtica avalancha de información. Y parece que ha funcionado, porque en estos primeros días de vida, “Ultraviolence” está arrasando en las listas (ya veremos qué pasa la semana que viene). Una de las cosas que más se ha comentado es la producción de Dan Auerbach, uno de los miembros de Black Keys. Según dicen, Lana ya tenía todas las canciones hechas y él no tuvo que hacer mucho con ellas; tan solo pulirlas y darles su toque personal, que se nota mucho (es un trabajo con una producción muy áspera). A lo largo de todo el disco se puede intuir la mano del Auerbach, e incluso parece que ha contagiado a los otros productores: ‘Pretty When You Cry’ (una de las dos que no produce él), tiene un arrebato rockero que bien podría ser obra suya.

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Cuesta mucho meterse en “Ultraviolence”, y más de uno lo dejará a medias. Los 51 minutos de la versión normal (hay una deluxe que se va a los 70 minutos) resultan pesados, y es complicado escucharlo entero sin aburrirse. Lo mejor es adentrarse en él en pequeñas dosis. Empieza estupendamente con ‘Cruel World’, que es de lo mejor del álbum, y tras ella caen los cuatro singles previos seguiditos. De estos sencillos, el único que llega al nivel de los de su anterior disco es ‘Brooklyn Baby’, que se supone que iba a cantar con Lou Reed, si este no se hubiera muerto. En el resto encontramos partes interesantes, pero no llegan a ser redondos. Por ejemplo, ‘Shades of Cool’ resulta en exceso lánguida, e incluso su voz suena demasiado cargante, pero tiene uno de esos arrebatos guitarreros que hacen que la canción termine funcionando. Otro ejemplo es ‘West Coast’, que en un principio es algo sosa, pero la termina arreglando con un estribillo marca de la casa.

Los grandes problemas vienen a partir de ‘Sad Girl’, muy sosa, que tarda cuatro minutos en despegar. Colaría si no hubiéramos pasado por los 25 minutos anteriores, pero después de cinco canciones largas y perezosas, esta no entra. Afortunadamente, si lo hacen ‘Money Power Glory’ y ‘Fucked My Way Up To The Top’, donde se deja de chorradas y, a las primeras de cambio, se va al estribillo. Además, en la última es donde más macarra se pone en todo el disco, y eso se agradece. Tras ella, se vuelve a relajar, quizá demasiado, y cierra el disco con una bonita pero excesivamente larga ‘Old Money’, y con una versión. Y es que, en su empeño por rememorar tiempos pasados, ha decido que lo mejor para acabar este trabajo era hacer el ‘The Other Woman’ de Jessie Mae Robinson. No le ha quedado mal del todo.

Aunque e inferior a su anterior trabajo, no es un mal disco. La gran pega es que le ha quedado demasiado lineal, y en algunos momentos resulta un tanto pesado. Un buen par de hits entre medias no le hubieran venido mal.

7,2

 

Lykke Li – I Never Learn

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Sí, sé que llevo varios años (y unos cuantos discos) de retraso, pero por fin he conseguido pillar el punto a la música de Lykke Li. La culpa la tiene su último trabajo, en el que se ha relajado y ha tirado hacia las baladas con poderío. La verdad es que lo mío con la sueca es una cuestión de ignorancia, ya que hasta hace unos días no me había parado a escuchar sus canciones más de dos minutos (prometo escuchar sus dos trabajos anteriores), e incluso pasé de ir a verla en directo cuando tuve la oportunidad hace unos años. Afortunadamente, nunca es tarde para nada, y mucho menos para hacerse seguidor de una cantante.

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Una vez más, estamos ante un disco de ruptura, -según ella, la “la más grande de su vida”-, y eso se nota en cada uno de los 33 minutos que llenan el álbum. Solo hay que ver los títulos de algunas canciones (Never Gonna Love Again o Sleeping Alone). Además, también se ha juntado el hecho de que lo ha escrito en su nueva residencia estadounidense (se ha mudado a Los Angeles), lejos de su familia y sus amigos. Con todo, no resulta un disco triste, y sí uno de esos trabajos llenos de vida y esperanza. Por eso me ha gustado tanto.

I Never Learn es una de esas canciones que tiene el poder de dejarte prendado al primer segundo. Comienza con una guitarra simple, que consigue sonar intensa sin necesidad de florituras. Pero eso no es lo mejor de la canción, eso se lo dejamos a los emotivos instrumentos de viento que entran con fuerza a mitad de la canción. Desde luego, no hay mejor tema que este para abrir el disco. Tras ella, ya no hay elección que valga, uno tiene que escuchar todo lo que viene a continuación, que no tiene ningún desperdicio.

Una de las cosas que más me ha gustado de este trabajo es la intensidad y las ganas que le pone a prácticamente todas las canciones, ya que en una gran cantidad de ellas encontramos estribillos potentes y épicos, de esos que entran con contundencia. Los mejores ejemplos son Just Like a Dream, que es una auténtica preciosidad y Gunshot, que tiene un cierto toque ochentero que me recuerda mucho a Martika. Aunque también están por ahí la muy épica Never Gonna Love Again, y Heart Of Steel,  que tiene unos coros soul que son una delicia. Y es que, en más de una ocasión, deja claro que una de las influencias evidentes de este trabajo es el famoso muro de sonido de Phil Spector.

Para los que prefieren a una Lykke Li menos épica y pomposa también hay unas cuantas dosis. En Silver Lane, Love Me Like I’m Not Made of Stone y Sleeping Alone, se desnuda completamente, y nos deja tres de las canciones más desgarradoras del disco. Especialmente en la segunda, donde utiliza su voz y poco más.

I Never Learn es un trabajo que merece mucho la pena, lleno de grandes canciones, y con un sonido espectacular. Quizá no sea del estilo de algunos, pero no se le puede negar el buen hacer y el talento que tiene esta chica, y que ha sabido plasmar en estas nueve canciones.

8

Bob Mould – Beauty & Ruin

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Es curioso, pero a pesar de que me gustan Hüsker Dü y Sugar (más estos últimos), la carrera de Bob Mould no me termina de convencer. Es raro, ya que apenas hay cambio entre unas formaciones y otras. Sí, es cierto que Hüsker Dü eran más punk, pero entre Sugar y su carrera en solitario sí que apenas se notan los cambios. Pero estaba mucho más acertado en los noventa y sonaba mucho menos estándar que ahora. Sus discos en solitario son muy espesos, y le cuesta mucho sacar a relucir las buenas melodías y los estribillos que había en el tremendo Copper Blue. Aunque también puede ser cierto que yo esté un poco harto este tipo de música, que llevo escuchando más de dos décadas.

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En un principio le tenía muchas ganas Beauty & Ruin, ya que en I Don’t Know You Anymore, el single de adelanto, volvía a recuperar todo lo bueno de sus discos de los noventa. Lo malo es que es de las pocas canciones del disco en las que tira de estribillo y buena melodía. De hecho, me recuerda un poco a la gran If I Can’t Change Your Mind (por el toque pop y la letra de reproche), pero un poco más macarra y sin la acústica. Esta última se la deja para la segunda mitad del disco, y con ella se saca de la manga dos de las mejores canciones del álbum. Tanto Forgiveness como Let The Beauty Be, son un respiro entre tanto tema acelerado y guitarrero. De hecho, diría que es de lo mejor que ha hecho en mucho tiempo. Sinceramente, al igual que hace J Mascis con sus discos en solitario, me encantaría que siguiera por ese camino.

Me cuesta mucho prestar atención a los cortes más ásperos, y no es por su amplio repertorio de guitarras contundentes (en Changes y A Good Idea había unas cuantas, y son canciones que me siguen flipando). Para mi gusto, ha sacado un sonido un tanto simplón, y este tipo de cortes suenan sin alma, y no dicen nada. Por supuesto, hay algunos en los que está más acertado (The War, Hey Mr. Grey o Fire In The City), pero son los que menos.

Al final, rascando un poco, se saca media docena de temas decentes (cuatro de ellos muy buenos), pero sí creo que debería cambiar un poco su rollo y dejar de lado del pasado. Bob, saca la acústica, olvídate del punk, y pásate al pop.

7

Gold Bears – Dalliance

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Llevo unas semanas escuchando este trabajo, y con cada nueva vuelta me gusta más. Esto no es nada raro, el debut de esta banda de Atlanta (que bien podría ser un grupo de Glasgow de finales de los ochenta) ya me gustó mucho, y aquel hit llamado Record Store se convirtió en una de mis canciones favoritas de 2011. Ahora vuelven con un su segundo trabajo, y una vena un tanto más punk, que los hace más deliciosos, si cabe. Y es que a esa vena punk le añaden su particular toque indie-pop con ecos de C-86, y consiguen sacarse de la manga un trabajo de lo más entretenido.

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Me ha gustado mucho como han definido este disco en la web de su sello. En ella comentan que es que un trabajo sobre el arrepentimiento, que te recuerda esa vez que le dijiste a tu amigo que estabas muy liado para quedar a tomar algo, y te fuiste a un bar solo. Me parece una buena forma de resumir los textos de un disco, y te da una idea de la energía que desprende. Y es que es un álbum que va a toda leche, en el que te meten 11 canciones directas y contundentes en apenas media hora. Incluso un tema lento como From Tallahassee to Gainesville, donde colabora Pam Berry de Black Tambourine, suena potente, y tiene unas baterías sixties y Motown que son una delicia. También suenan con mucha fuerza cuando se ponen más pop, como es el caso de Hey, Sophie, que acaba con unas trompetas que son una preciosidad.

Uno de los aciertos que encontramos en este trabajo, es su facilidad para suavizar su parte más punk y agresiva. La gran mayoría de los temas son acelerados y tienen guitarras ruidosas y potentes, pero saben cómo meterte un coro de lo más pop en el mejor momento, o un estribillo dulzón cuando menos te lo esperas. Gracias a esto, los más poperos podemos disfrutar de temas ruidosos como Chest (el coro del final me tiene de lo más enganchado), Death With Drums, o el ese estupendo single de adelanto llamado For You. Además, cuando se ponen más bestias, también tienen su encanto y el indie-punk de Memo y Punk Song No.15 tiene su punto.

Están de lo más acertados en prácticamente todo el disco (tan solo me tira un poco para atrás I Hope They’re Right), y consiguen que sus 32 minutos se te pasen volando. Tremendos.

7,9

Haunted Hearts – Initiation

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Dee Dee Penny y Brandon Welchez son una de las parejas sentimentales más interesantes de la escena indie norteamericana. Sus trabajos al frente de Dum Dum Girls y Crocodiles nos han proporcionado alguno de los grandes momentos musicales de los últimos años y, si atendemos a sus discos más recientes, parece que la cosa va a seguir así por mucho tiempo. Con estos credenciales, resulta lógico que se junten y den rienda suelta a sus inquietudes musicales en un proyecto conjunto. Eso es lo que han hecho en Haunted Hearts, un grupo que empezaron hace un par de años (llegaron a sacar un single), pero al que no han dado continuación hasta ahora.

Según ellos mismos, escribieron este trabajo hace dos años, encerrados en su apartamento, y rodeados de un gran montón de libros y de discos de la Motown y de Krautrock. Dicho así, parece que estamos ante un trabajo que no tiene nada que ver con sus respectivas carreras con sus grupos, pero no: es lo mismo de siempre. Lo peor es que no están tan atinados como en los discos de Dum Dum Girls y Crocodiles.

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De las ocho canciones que forman Initiation, muy pocas se podrían catalogar como hits. Es un disco escurridizo en el que parece que están huyendo del hit fácil y olvidándose de los buenos estribillos. Esto puede funcionar en otro estilo de música, pero cuando haces canciones de tres minutos, en las que te fijas en Jesus & Mary Chain, no. Tan solo están atinados en Somenthing That Feels Bad Is Something That Feels Good (el tema que sacaron hace dos años) y en la delicada Up Is Up (But So Is Down), donde fusilan a los hermanos Reid con mucho encanto. Y es que en otras canciones como House of Lords o Initiate Me (esta parece un descarte del último disco de las Dum Dum Girls) desperdician una buena de hacer un homenaje interesante a los creadores del Psychocandy. Por no hablar de lo sosa que les ha quedado Johnny Jupiter, la canción con la que presentan el álbum.

Es curioso, pero donde están más acertados, es en los temas que se alejan de todo lo que han hecho hasta ahora. Un buen ejemplo es Love Incognito, una deliciosa balada con un punto electrónico en la que Dee Dee tira de melancolía a la hora de cantar. Incluso en Strange Intentions, que suena mucho a Echo & The Bunnymen, tiene su punto. Aunque no puedo decir lo mismo de Bring Me Down, el larguísimo tema con el que cierran el disco. En ella se sirven de las cajas de ritmos para hacer una canción diferente, pero el resultado no es excesivamente bueno.

Una lástima que no hayan sabido llevar sus respectivos talentos a este proyecto conjunto. El disco se deja escuchar y tiene algunas cosas majas, pero no creo que tardemos mucho en olvidarlo.

6,5