Soccer Mommy – color theory

soccer mommy

A pesar de las buenas críticas que tuvo, y de gustarme alguno de sus temas, no llegué a pillarle el punto al anterior trabajo de Soccer Mommy. Creo que, para mi gusto, le faltaba un poco un poco de rabia y tiraba demasiado de la guitarra acústica. Algo que no pasa en su nuevo trabajo, que cuenta con muchos más detalles y es bastante más compacto.

theory color” es un álbum que aborda temas bastante jodidos, como la depresión y la salud mental. Algo que, cada vez, está más a la orden del día entre este tipo de artistas jóvenes. De hecho, la propia Sophie Allison, que así se llama la chica, comenta que «quería que se pareciera encontrar una cinta de cassette vieja y polvorienta que se ha estropeado con el tiempo, porque eso es lo que es este álbum: una expresión de todas las cosas que lentamente me degradaron personalmente». De ahí que tenga una producción un tanto más sucia. Pero es tan solo un espejismo, porque, a su vez, también es un disco mucho más pop. De hecho, cuenta con temas de lo más directos y deliciosos, como es el caso de ‘circle the drain’, ‘crawling in my skin’ o ‘lucy’.

Una de las cosas que hacen un poco diferente a Soccer Mommy del resto de “cantautoras” actuales, es que le gusta explayarse bastante en sus temas. Eso, si no se hace bien, puede ser un problema. Lo bueno es que, aquí, ha solventado muy bien la papeleta. Solo hay que escuchar los casi seis minutos de ‘bloodstream’, el tema que abre el disco. En él, se vale de un par de acordes simples, y un crescendo en el que va entrando una segunda guitarra y unos teclados, para hacer un tema absolutamente brillante. Además, sin hacer nada nuevo, que es lo más difícil. Pero, es en ‘yellow is the color of her eyes’ donde nos muestra que puede llegar más allá del indie-rock corriente. Estamos ante un corte de lo más ensoñador que se va a los ocho minutos sin que apenas te enteres. Principalmente, porque es una delicia de pop acústico, la cual, adornada con unos teclados de lo más envolventes. Eso sí, en su parte final, se lía la manta a la cabeza, y envuelve todo en un manto de psicodelia. Quizá, por eso, inmediatamente después, mete la corta, limpia, y absolutamente brillante, ‘up the walls’.

Estamos ante un álbum más completo que el anterior, en el que, las canciones más intimistas, funcionan mejor, y las más directas se convierten en clásicos instantáneos. Un disco que la confirma como una de las grandes de nuestros días.

8

Destroyer – Have We Met

Destroyer

No es fácil hacer lo que hace Dan Bejar con cada disco de Destroyer. El músico canadiense cambia de rumbo con cada nuevo trabajo que saca, y lo que es mejor, siempre le sale bien. En la última década, nos ha dejado un disco de pop sofisticado, otro un tanto más orquestal, y otro centrado en el sonido del Manchester de los ochenta. Todos ellos, cuanto menos, notables. Ahora, vuelve a cambiar de rumbo, y se mete de lleno en sonidos más sintéticos. Aunque, eso sí, cambia en la forma de componer y la forma de grabar, pero, esta vez, hay temas con un sonido que sí se asemeja al de sus otros trabajos.

Una de las cosas más curiosas de “Have We Met”, es como suenan sus voces. Grabadas por Bejar en su propia casa, de noche, y susurrando para no despertar a su familia, cuentan con un punto de calidez que no tenían antes. Y esto hace que el disco siga en esa línea cálida. Todo eso, a pesar de que, por momentos, cuenta con una instrumentación un tanto fría. Porque, por aquí, asoma alguna guitarra cruda, y su electrónica es más bien seca. Y, aun así, con estos ingredientes, se ha sacado de la manga ‘Crimson Tide’ y ‘It Just Doesn’t Happen’, dos de los mejores singles de su carrera.

Sí es cierto que, el resto del álbum, no es tan instantáneo como esos dos singles. Quizá, la preciosa ‘The Raven’, con ese tono reposado pero esperanzador, y la balada ‘Kinda Dark’, puedan entrar en este grupo de canciones que podrían ser single. De hecho, en la parte final de esta última, entran una batería y una guitarra que te ponen los pelos de punta. El resto del álbum no es tan directo. Porque, aunque ‘Cue Synthesizer’ es un corte que se te queda en la cabeza con un par de escuchas, también es un tema con una estructura de lo más rara. Eso sí, tiene un aire al pop sofisticado de “Kaputt”. Algo que también sucede en la deliciosa ‘The Main in Black’s Blues’, y en menor medida, en ‘University Hill’. Aunque, para bonito, ese final con ‘foolsong’, que nos muestra su faceta más introspectiva, pero absolutamente bella.

Puede que no sea el disco lleno de hits synth-pop que esperábamos, pero sí es una vuelta de tuerca más a la música de Destroyer. Además, una que le mete en terrenos que le sientan muy bien.

7,8

Okay Kaya – Watch This Liquid Pour Itself

Okay Kaya

La noruega, con residencia en Brooklyn, Kaya Wilkins, se ha convertido en una de las sensaciones de los últimos años. Ya no solo musicalmente con su proyecto Okay Kaya, también como modelo, desfilando para Balenciaga, Calvin Klein o Marc Jacobs, y como actriz, donde ha hecho sus pinitos en el cine independiente. Una toda terreno que, tras encandilar a King Krule o Jamie xx, publicó un primer trabajo con unas críticas más que notables. En ellas, se destacaba su buen hacer a la hora de fusionar el pop con la música lounge, y de ahí, pasar de vez en cuando a unos sonidos más propios de la mejor Sade. Ahora vuelve con un segundo álbum, y parece que hay algunos cambios (musicales).

Wilkins nunca ha tenido problema en contar historias personales en sus canciones. De hecho, para ella, escribir es toda una terapia que la ayuda con sus problemas mentales y sus traumas. Su primer trabajo era una buena prueba de ello, y todo un arrebato de sinceridad. Y su segundo álbum va por el mismo camino. Eso sí, lo hace con bastante sentido del humor, y es capaz de sacarte una sonrisa con una canción que habla de un internamiento en un psiquiátrico tras una depresión (‘Psych Ward’). Historias que adorna con dulces toques folk, y una calma que sobrevuela por casi todo el disco. De hecho, es un trabajo bastante cálido.

Okay Kaya tiene claro que no quiere enrollarse mucho en sus canciones, y nos deja 15 cortes que, en total, no llegan a los cuarenta minutos. La gran mayoría de ellos, se van hacia terrenos reposados en los que hay un poco de todo. Así, nos encontramos con deliciosas gemas de pop sixties (‘Insert Generic Name’ o ‘Overstimulated’), sedosos cortes cercanos al R&B (‘Baby Little Twin’ y ‘Symbiosis’), o algunos arrebatos más experimentales (‘Hallelu Ya Hallelu Me’ y ‘Givenupitis’). Pero, entre todas estas referencias tan suaves, y en muchos casos, etéreas, hay unos cuantos cortes que se salen de la norma. Y ahí es donde sale ganando. Porque, el electro-pop de ‘Asexual Wellbeing’ es absolutamente delicioso, y le da el que podría convertirse en su mayor hit. Más tarde nos encontramos con ‘Mother Nature’s Bitch’, donde vemos que tiene aptitudes para lanzarse al disco más clásico. Lástima que apenas lo desarrolle durante un minuto y medio. Y si nos vamos a ‘Stonethrow’, nos encontramos con un corte de synth-pop algo lo-fi, que es una auténtica delicia. Además de la ya mencionada ‘Psych Ward’, donde sale a la luz su faceta más rock.

Desde luego, no se puede negar que, como propuesta sonora interesante, este “Watch This Liquid Pour Itself”, cubre las expectativas con creces. Eso sí, creo que, si desarrollara sus canciones con más ganas, podría dar con una colección de temas sobresaliente. De momento, se queda en el notable.

7,4

Andy Shauf – The Neon Skyline

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A pesar de contar con una larga carrera a sus espaldas, que incluye ser el batería de un grupo de rock cristiano, Andy Shauf no despegó hasta 2016, cuando editó su excelente “The Party”. Su forma de ver el folk, en la que había muchos tintes pop, y un poco más de ánimo de lo habitual, nos encandilo a muchos. Porque, la verdad, es que era un disco precioso. Ahora, cuatro años después, publica el que es su sexto trabajo, y la cosa sigue más o menos igual.

The Neon Skyline” es algo así como un álbum conceptual, en el que el propio Shauf, sentado en su bar favorito, nos cuenta como espera que aparezca Judy, el que es el amor de su vida. Así, entre cerveza y cerveza, nos deja canciones que empiezan siendo esperanzadoras, y terminan más bien mal. Quizá, por eso, el tono del álbum es un poco menos festivo que el anterior, y sigue una línea clara. Por eso no hay una canción tan destacable como esa pequeña joya llamada ‘The Magician’. Pero sí que es un trabajo equilibrado en el que todos los cortes funcionan.

Una de las cosas que más me gustan de la música de Shauf, es como lleva al folk sonidos más propios del chamber-pop, o el toque peliculero que tienen algunas de sus canciones. Así, nos encontramos con estupendos temas como ‘The Neon Skyline’, ‘Where Are You Judy’, ‘Things I Do’ o ‘Fire Truck’, que podrían sonar de fondo en una comedia romántica de los sesenta. Aunque, quizá, el tema estrella de esa película, y de este álbum, sería ‘Try Again’. Aquí aparece su lado más puramente pop, mandando el folk a paseo, y entregándonos todo un hit en potencia. Algo que, la verdad, debería hacer más a menudo.

Que tenga su lado más pop, no significa que descuide su faceta más folk. El canadiense sabe cómo hacer buenas canciones de este tipo. Cortes como ‘Clove Cigarette’ o ‘Living Room’, que presentan una faceta más intimista y delicada, son notables. Además, como no solo se vale de su guitarra, y mete muchos más elementos (Shauf toca un motón de instrumentos), se hacen bastante amenas. Ahí está ‘Thirteen Hours’, que cuenta con unos arreglos jazzy de lo más elegantes. O ‘Changer’, que cierra el disco de la forma más bonita, y con una buena dosis de reverb.

Una vez más, estamos ante un trabajo para escuchar del tirón con el que dejarse llevar durante poco más de media hora. Algo que cada vez me gusta más.

7,7

Wire – Mind Hive

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Apenas quedan bandas de la primera escena punk que sigan sacando discos con asiduidad. La gran mayoría están separados, o con muchos de sus miembros ya fallecidos, y los que no lo están, siguen viviendo de las rentas. Eso sí, hay una excepción: Wire. El mítico grupo londinense ha editado ocho álbumes desde su reunión en 1999, y lo que es mejor, todos ellos notables. Pero claro, es que ellos siempre fueron una rara avis dentro de esa escena. Su oscuridad, su faceta más arty, y su independencia, les hizo un grupo diferente. Además de uno de los más influyentes. Por eso siguen editando discos más que interesantes. Y su nuevo trabajo es una buena prueba de ello.

Mind Hive” hace su disco número diecisiete, y es algo así como un repaso a todas las facetas musicales de su carrera. De ahí, que una parte de él, este formada por canciones reposadas y oníricas, en las que los teclados cobran bastante protagonismo, y en las que las guitarras apenas se dejan ver. Es el caso de temas como ‘Unrepentant’, ‘Shadows’ y ‘Humming’, que tienen muy poco que ver con lo que hace una banda punk normal. Pero claro, ellos siempre han pasado bastante de encasillarse en esa etiqueta, y por eso son una influencia confesada de bandas tan diferentes como Sonic Youth, Elastica, Fischerspooner, Ladytron o The Cure.

Curiosamente, en el resto del álbum, las guitarras suenan bastante crudas y contundentes. Ahí está esa ‘Be Like Them’ inicial, donde hay un par de riffs de lo más duros. O esa ‘Primed And Ready’ en la que la distorsión se fusiona con unos teclados de lo más oscuros. Algo que también ocurre en los casi ocho minutos de ‘Hung’, el que, sin duda, es el corte más potente del disco, y uno de los más experimentales que han hecho en los últimos años. Lo bueno, es que también tienen un par de temas para los que disfrutan de su lado más pop. Es el caso de ‘Cactused’, que es todo un trallazo post-punk de lo más melódico. Aunque es en ‘Off The Beach’ dónde sacan a paseo las guitarras acústicas, y se ponen más melódicos que nunca. Es más, es un corte que podría pertenecer a The Feelies o The Bats, otras dos bandas que han confesado su pasión por ellos.

Sin duda alguna, con Wire, se puede decir eso de “quien tuvo, retuvo”.

7,6

Pet Shop Boys – Hotspot

Pet Shop Boys

Si hay algo que no se le puede negar a los Pet Shop Boys, son sus ganas constantes de no repetirse en cada trabajo. Esto hace que se equivoquen a menudo, y que de repente te saquen un disco de lo más aburrido (“Elysium”), o uno en el que pierden su identidad para irse a una pista de baile de lo más absurda (“Super”). Pero, de vez en cuando, te dan sorpresas, y sacan un Ep como “Agenda”, en el que, gracias a la mierda de mundo en el que vivimos, consiguen crear cuatro temas notables. Con estos últimos antecedentes, uno ya no sabe cómo enfrentarse a un nuevo trabajo del dúo londinense. Sobre todo, cuando no hay una dirección clara, como en su último trabajo.

Hotspot” es el último trabajo de la trilogía creada junto al productor Stuart Price, que, la verdad, nos ha dejado más decepciones que alegrías. También es lo que se podría llamar su “disco berlinés”, ya que lo han grabado mayormente en los Estudios Hansa, y está lleno de referencias a esa capital europea que tantos buenos discos ha inspirado. El caso es que, este trabajo, está lejos de ser su “Low” o su “Achtung Baby”, pero, afortunadamente, sí que podemos decir que es un disco más que interesante.

Neil Tennant y Chris Lowe se han pasado cuatro décadas llenando el pop electrónico de elegancia e ironía, y algo de eso hay en este álbum. Cuentan con un buen single, como es el caso de ‘Monkey business’, que nos devuelve un poco a los Pet Shop Boys más disco, y nos deja una letra con bastante sarna, en la que nos hablan del típico “ventas” que va de sobrado. Además, empiezan bien, poniéndose bailongos, pero sin perder su identidad, con ‘Will-o-the-wisp’. Una línea que siguen en la estupenda ‘Happy people’, y en la muy resultona ‘Dreamland’, que cuenta con la colaboración del líder de Years & Years. Aunque, quizá, lo mejor del lado más animado, llegue con ‘I don’t wanna’, que es un tanto más minimalista, y cuenta con un bajo sintético delicioso. De esa especie de broma llamada ‘Wedding in Berlin’, mejor no comento nada.

Parte del disco está reservado para las baladas. Y ya sabemos que, cuando les salen bien, podemos encontrarnos con grandes momentos. Aquí no llegan a sacarse de la manga un ‘Being Boring’ o un ‘Rent’, pero sí que consiguen hacerse con alguna balada notable. Es el caso de ‘You are the one’ que, aunque cuenta con una letra un tanto sosa, sí que funciona por su buena melodía y sus pocos excesos. También han dado clavo con ‘Only the dark’, donde se acercan a sonidos bastante ochenteros. Pero lo mejor del lado reposado del álbum llega con ‘Burning the heather’. Aquí se van hacia su faceta más acústica y menos sintética, y se hacen con una preciosa balada en la que aparece la guitarra de Bernard Butler, el que fuera el guitarrista de los primeros discos de Suede.

Evidentemente, no estamos ante uno de los mejores discos de Pet Shop Boys, pero sí el que les tocaba hacer en esta etapa de su carrera, y la mejor forma de cerrar esa trilogía tan irregular que han creado junto a Stuart Price.

7,1

Mura Masa – R.Y.C.

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Viendo las influencias y la historia musical que tiene a sus espaldas Alex Crossan, no me extraña que haya acabado haciendo un segundo trabajo como el que ha hecho. El hombre que se esconde tras el nombre de Mura Masa, es mucho más que un artista de música electrónica. De hecho, empezó tocando en grupos punk, y entre sus influencias confesadas, se encuentran The Smiths. Por eso no resulta extraño que en este “R.Y.C.”, haya una buena dosis de guitarras, baterías aceleradas, y voces pasadas por un buen filtro de distorsión. Es más, yo no me atrevería a calificarlo como un disco de música electrónica. Y, precisamente por eso, tiene bastante rollo.

Estamos ante un trabajo de nuestros días, en el que hay un buen montón de colaboraciones, y otro buen montón de estilos. No sé sí Crossan ya contaba con la lista de invitados confirmada antes de componer estas canciones, pero parece que están pensadas específicamente para cada colaborador. Solo hay que escuchar ‘Deal Wiv It’, el tema que ha hecho con el rapero Slowthai, que no puede sonar más a hip-hop british. O la delicada, y casi folk, ‘Today’, donde aparece Tirzah. Y si ya nos vamos a ‘Live Like We’re Dancing’, vemos que ha creado todo en clave nu-disco para que lo cante Georgia. El caso es que, todas ellas, funcionan bastante bien. Y ahí está la gracia de este disco.

De todas las colaboraciones que hay en el álbum, las que más se salen un poco de la norma, son las de Clairo y la de Ellie Rowsell (Wolf Alice). La primera sí que empieza como una típica canción de bedroom-pop de la artista norteamericana, pero va subiendo de intensidad, y cuando llega al estribillo, se convierte en tema más bailongo de todo el disco. Algo parecido pasa con ‘Teenage Headache Dreams’, que también cuenta con un ritmo bastante dance que muy poco tiene que ver con la banda de rock de Londres. Aunque, eso sí, al final aparecen las guitarras potentes.

No todo son colaboraciones en este trabajo, ya que Crossan se reserva unos cuantos temas para lucirse el mismo. Y bien que hace, porque algunos le han quedado estupendamente. Además, varios de ellos, representan la faceta más rock del disco. Solo hay que escuchar ‘Raw Youth Collage’, que lo abre con una delicada y deliciosa guitarra. O la casi punk ‘vicarious living anthem’, en la que la intensidad de la guitarra solista se convierte en la protagonista. Pero también sabe qué hacer con una buena base electrónica. Es el caso de ‘No Hope Generation’, donde acelera el ritmo, pero no se sale de su lado más pop. Y ojo, porque se podría decir que los ritmos hip-hop que utiliza en ‘In My Mind’, son casi lo mejor del álbum. Dejando ver que no necesita colaboradores para hacer temas sobresalientes.

Estamos ante un disco curioso que es fácil de desechar en una primera escucha. Sus cambios constantes de estilo y ritmo, y su ecléctica lista de colaboradores, chirrían de buenas a primeras, pero se le va encontrando el sentido con cada escucha, y al final, te acaba enganchando bastante.

7,7

 

Deserta – Black Aura My Sun

Deserta

Deserta es el proyecto shoegaze y dream-pop del californiano Matthew Doty, que, para llegar hasta aquí, ha pasado por algún grupo de post-rock (Saxon Shore), y por algún otro un tanto más sintético (Midnight Faces). De ahí que, su álbum de debut, sea una pequeña y deliciosa fusión de todos estos sonidos. Además de una estupenda colección de melodías ensoñadoras, y paisajes sonoros de lo más bellos.

Black Aura My Sun” se abre con su faceta más dream-pop, la que encontramos en dos temas como ‘Save Me’ y ‘Paradiso’. En ellos se va hacia los Slowdive más oníricos, pero no se olvida de su pasado post-rock, y nos deja alguna que otra deliciosa tormenta eléctrica. Y es que, con la larga duración con la que cuentan sus canciones, no tienen ningún problema en explayarse un poco. Algo que también hace en la impresionante ‘Hide’, que cuenta con una parte final maravillosa, en la que fusiona un teclado de lo más luminoso con unas guitarras chirriantes.

A pesar de contar con tan solo siete canciones, el debut de Deserta es un tanto variado para ser un trabajo de estas características. Al californiano le gusta jugar con algunos elementos electrónicos, y esto hace que sus canciones se conviertan en pequeños himnos pop, donde lo sintético se da la mano con lo eléctrico. Es el caso de ‘Monica’ y ‘I’ll Be Gone’, en las que nos puede recordar un poco a los primeros Wild Nothing. Pero, quizá, lo mejor venga en la abiertamente synth-pop ‘Be So Blue’. Y es que, estamos ante un tema en el que deja que sea la caja de ritmos la protagonista. Aunque, eso sí, metiendo una buena dosis de guitarras puntualmente.

Una vez más, nos encontramos ante un proyecto de shoegaze y dream-pop facturado por una sola persona, y hecho de la forma más austera. Y una vez más, estamos ante uno de esos trabajos irresistibles desde la primera escucha.

7,9

Dan Deacon – Mystic Familiar

Dan Deacon

Han pasado cinco años desde “Gliss Riffer”, el que es el último álbum oficial de Dan Deacon, y el que más popularidad le dio en su día. Pero el de Baltimore no ha estado parado durante todo este tiempo. De hecho, ha estado muy ocupado haciendo bandas sonoras, una actividad que, según el mismo, le llena mucho y le hace seguir en el mundo de la música. Además, también ha tenido tiempo para estrenarse como productor para otros. Concretamente para el tercer álbum de la banda de art-punk Ed Schrader’s Music Beat. Vamos, que no es que haya estado muy parado.

Según la nota de prensa de su propio sello, “Mystic Familiar” es su trabajo más abiertamente emocional y transcendental. Además, es el primer disco donde muestra su voz tal y como es, sin pasarla por todo tipo de filtros. Y la verdad es que se agradece y le viene bastante bien a las canciones. Porque sí es cierto que estamos ante un disco más expansivo, en el que los países de teclados cobran protagonismo, y en el que se pone un tanto más épico de lo habitual. De hecho, algunos temas, tienen un cierto toque a banda sonora. Eso sí, no es la tónica.

Si hay algo que se le da bien a Dan Deacon, es hacernos bailar sin caer topicazos. Lo que podríamos llamar sus “canciones más normales”, no lo son tanto. Así, en este trabajo, vuelve a llenar sus composiciones de beats aceleradísimos, cacharrería electrónica, y una buena cantidad de teclados de lo más expansivos. Con estos ingredientes consigue hacerse con unos cuantos temas absolutamente notables. Es el caso de ‘Sat By A Tree’, todo un hit, y una pequeña locura, a la que es imposible resistirse. O esa tetralogía llamada ‘Arp’, donde nos deja cuatro cortes que resumen bastante bien lo que nos encontramos en el disco. Porque, una de las cosas buenas de este álbum, es que nunca sabes cuándo te va a sorprender. Así, pasa del lado más ambiental, como es el caso de ‘Become a Mountain’ y ‘Weeping Birch’, a venirse arriba y crear toda una tormenta de teclados, como es el caso de ‘My Friend’ y ‘Bumble Bee Crown King’. Además, entre medias, es capaz de dar con ‘Fell Into the Ocean’, un relajado tema de synth-pop, que debe de ser la canción más amable de toda su carrera.

Mystic Familiar” confirma que Dan Deacon sigue yendo a su bola, pero también confirma que puede llevar su música a terrenos más pop sin necesidad de cambiar de personalidad. Algo que no es nada fácil y que ya intentó con su anterior trabajo, en el que se fue al pop, pero perdió parte de su lado más experimental.

7,5

The Innocence Mission – See You Tomorow

The Innocence Mission

A pesar de llevar en activo desde finales de los ochenta, The Innocence Mission no son una banda muy conocida en Europa. Es más, hasta su disco anterior, y su fichaje con el sello Bella Union, algunos de sus trabajos ni siquiera llegaron a publicarse en el viejo continente. La banda formada por Karen Peris, su marido, Don Peris, y Mike Bitts, es una de las más respetadas de la escena folk norteamericana, y son muchos los artistas que los nombran como una de sus máximas influencias. Entre ellos Sufjan Stevens, que dice de ellos que tienen algunas de las letras más “profundas y conmovedoras” de los últimos años.

See You Tomorrow” hace su disco número once, y en él apenas hay artificios. Porque, aunque se les meta en el carro del folk, aquí lo que hay es delicadeza y elegancia. En sus canciones se pueden encontrar influencias de artistas como Linda Perhacs, la Velvet con Nico, e incluso los Talk Talk de la última época. Además de referencias más básicas, como Simon and Garfunkel, 10,000 Maniacs, o el Neil Young menos eléctrico. Un batiburrillo de influencias que sirven a Karen Peris, principal compositora de la banda, para crear algunas de las canciones más bonitas de la actualidad. Todo ello grabado en el sótano de su casa, y tocando entre los tres la totalidad de todos los instrumentos. Y ojo, que estamos hablando de guitarras, pianos, bajos, órganos, un melotrón y un viejo sintetizador para recrear las cuerdas.

Estamos ante un disco para escuchar reposadamente y con tranquilidad. Algo difícil para los tiempos que corren, pero no estaría de más que lo intentarais. Porque, desde el principio, con la preciosa ‘The Brothers Williams Said’, hasta el final, con la, un tanto más movida, ‘I Would Be There’, nos vamos a encontrar con una buena cantidad canciones hermosas. Preciosidades minimalistas como ‘On Your Side’ o ‘St. Francis and the Future’, que nos muestran lo mucho que se ha fijado Sufjan Stevens en ellos; dulces canciones que se apoyan en un piano y que nos recuerdan a otras épocas, como ‘Movie’ o ‘John As Well’, o cortes que se alejan del folk y se adentran en terrenos más pop, como ‘We Don’t Know How to Say Why’ y ‘Stars That Fall Away From Us’. Todas ellas son maravillosas, elegantes y transmiten una paz más que necesaria en este mundo tan convulsivo.

See You Tomorrow” es uno de esos discos que sobrepasa los límites de un género u otro, para convertirse en un trabajo sin etiquetas que se disfruta al máximo. Una pequeña joya.

8