Waxahatchee – Tigers Blood
Waxahatchee consiguió un éxito importante con ‘Saint Cloud’, un disco en el que dejó de lado el indie-rock que marcó el principio de su carrera para meterse en un rock sureño, e incluso country. Ella misma estima que ese álbum duplicó su audiencia y ahora mismo tiene preparada una gira por Estados Unidos en salas de 3000 personas. Para que os hagáis una idea, yo la pude ver en 2018 en una sala El Sol (400 personas de aforo) medio vacía. Así que es totalmente lógico que en su nuevo trabajo siga por ese camino. Porque, además de ese subidón de público, se llevó las mejores críticas de su carrera. Algo que parece que ya está superando con ‘Tigers Blood’.
Según palabras de la propia Katie Crutchfield, que es la artista que se esconde bajo el nombre de Waxahatchee, <<está tratando de quitarse de encima esa idea de que tienes que tener una vida caótica y torturada para hacer canciones interesantes>>. La de Alabama se mudó a Kansas hace unos años, cuando todavía salía con Kevin Morby, dejó de beber, y ahora vive tranquilamente en su casa con su perro. No tiene horarios locos y hace cosas cotidianas como todo el mundo. Lo que se refleja en las letras de este álbum, donde hay canciones que simplemente hablan de una relación estable, de dormir todo el día, o de un viaje en carretera hasta el lago. Y lo cierto es que ha conseguido hacer algo interesante de esa vida cotidiana.
Musicalmente, sigue donde lo dejó en ‘Saint Cloud’. Brad Cook aparece de nuevo tras el sonido del álbum y el rock de raíces sureñas está a la orden del día. Aunque hay veces que no pierde la oportunidad de rasgar un poco más su guitarra y acercarse a su adorado Tom Petty. Como en el caso de la estupenda “Evil Spawn”, donde aparecen unos coros masculinos que, la verdad es que no sé a quién pertenecen. Quizá sean de MJ Lenderman, el líder de Wednesday, que aparece acreditado en “Right Back It”, esa maravilla de single country-folk con el que presentó el disco. Pero volviendo a ese lado más rock que aparece por aquí, no puedo dejar de mencionar esa vibrante “Ice Cold” en la que, de alguna manera, regresa a sus primeros trabajos. O esa “Bored” en la que simplemente habla de estar aburrida.
Si hay algo que consigue Crutchfield con su voz, es emocionar. Solo hay que escuchar esa “3 Sisters” que abre el disco de una forma delicada y va subiendo de intensidad hasta que entra una batería potente y el piano y la guitarras se convierte en protagonistas. O esa preciosidad llamada “Burns Out at Midnight”, en la que lleva los sonidos country a un mundo muy pop. Algo que también hace en otros cortes notables del álbum, como son “Long Star Lake” y “Crowbar”. Aunque uno de los momentos más emocionantes del disco llega con “365”, un tema que, en un principio, iba acompañado de una caja de ritmos, pero al final se ha quedado en algo más minimalista. Y la verdad es que funciona de maravilla. Al igual que el tema principal, que contiene un último tramo lleno de coros que es una delicia.
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