Julien Baker – Little Oblivions

La música de Julien Baker te puede gustar más o menos, pero hay que reconocer que, a sus 25 años, lleva una carrera digna de elogio. La facilidad con la que se abre en sus letras, tan personales y tristes, ha hecho de ella una de las grandes compositoras de la actualidad. En parte porque, en muchas de ellas, refleja ese conflicto que tiene con su religión cristiana y su homosexualidad. Además de hablar de sus adicciones y de cómo lidiar con ellas. De ahí que su música siempre tenga un poso de tristeza, pero es que, claro, ha vivido demasiado en un plazo muy corto de tiempo.

Little Oblivions’ presenta un cambio importante respecto a sus dos trabajos anteriores. A pesar de que lo ha compuesto, tocado, y producido ella misma, está concebido para ser interpretado en directo por una banda al completo. La de Tennessee ha pasado de no meter ni una sola batería y hacer un folk muy poco efectista, a llenar sus canciones de capas de instrumentos. Por aquí hay guitarras que rugen un poco más que antes, un baño electrónico constante, y una sección rítmica más rica. Lo que hace que sus canciones sean mucho más fáciles y directas de escuchar.

Lo que no ha cambiado son sus conflictos con su religión, sexualidad y adicción. Es más, este trabajo está compuesto después de haber tenido una recaída. Pero tengo que decir que ahora, con toda esa riqueza instrumental que le ha dado, se lleva mucho mejor toda esa tristeza que desprenden. Y es que, nada más empezar, con “Hardline” y su estruendoso final, ya nos muestra lo bien que le sienta ese cambio. Le ha pillado el punto a este tipo de canción épica regada de electrónica, a las que es imposible ponerle ninguna pega. Temas como “Faith Healer”, “Relative Fiction” o “Favor”, suenan inmensos y hacen que su música esté más viva que nunca. Por cierto, que en la última se deja acompañar de Lucy Dacus y Phoebe Bridgers, sus dos compañeras en Boygenius. Pero es que, incluso cuando no mete tanta capa electrónica, también sale reforzada. “Heatwave”, con su guitarra acústica y su tono animado, no puede sonar mejor. Y la ascendente “Ringside” resulta de lo más emocionante.

No todo es perfecto en este trabajo, y al igual que en sus dos anteriores discos, peca algo de repetición. Es cierto que en un par de temas como “Bloodshot” y “Repeat” se sale un poco de la línea que lleva en todo el disco, pero no es suficiente para darle ese toque un poco más variado que necesita. Y es una pena, porque en la segunda se va a una electrónica un tanto minimalista que le sienta muy bien. Algo que demostró el otro día con su versión del “Everything in Its Right Place” de Radiohead. Y luego hay que decir que tampoco está especialmente acertada en las baladas, y cortes como “Crying Wolf” y “Song in E” se quedan un poco pequeños al lado de tanta épica.

7,9

Chris Brokaw – Puritan

Chris Brokaw es conocido principalmente por ser miembro de Codeine y Come, dos de los grupos que pusieron el slowcore en el mapa –“Saints Around My Neck” sigue siendo una de mis canciones favoritas de la historia-. Además de haber formado parte de The Lemonheads, y de haber sido músico de acompañamiento de Thurston Moore y de un buen montón de artistas más. Pero también cuenta con una extensa carrera en solitario. En ella, hay mucha banda sonora, y algún que otro disco en el que saca su vena más indie-rock y directo. Algo que se puede apreciar muy bien en su último trabajo.

Puritan’ es un su decimo álbum, y si de verdad te gusta el buen rock, deberías darle una escucha. Y no es que lo diga yo, lo dice el mismísimo Mark Lanegan, que ha escrito el texto promocional del disco. Además, cuenta con un par de regalos para los seguidores de Come, porque Thalia Zedek, la que fue su compañera de banda, pone la voz y la guitarra a dos de las canciones del álbum. La primera es “The Bragging Rights”, donde aparece el lado más folkie y relajado de Brokaw, y la segunda es la preciosa versión que hacen de “The Night Has No Eyes”, una vieja canción de Karl Hendricks, el difunto rockero de Pittsburgh. Pero esto es solo una pequeña parte de todo lo bueno que hay en este disco.

Cuando Brokaw pisa el pedal de distorsión, no hay quién le tosa. Más de treinta años jugando con las posibilidades que le da su guitarra, le han convertido en un experto de estos sonidos. Solo hay que escuchar el tema que lo abre y que le da título, donde se recrea en un océano de escalas propias de los mejores Sonic Youth. O esa barbaridad llamada “The Heart of Human Trafficking”, en la que pone al día las enseñanzas del Neil Young más eléctrico. Y si nos vamos a “Report to an Academy”, podemos comprobar que no tiene ningún reparo en endurecer su sonido. Pero también sabe cuando rebajar un poco la intensidad eléctrica y dejar que el pop entre el juego, como en el caso de la escueta “I Can’t Sleep”. Aunque ojo, que en su faceta más indie-rock es capaz de sacarse de la manga una joya como “Periscope Kids”, en la que deja las últimas canciones de Guided By Voices a la altura del betún.

Según Mark Lanegan, estamos ante “un clásico de principio a fin”. Yo no soy tan entusiasta, pero si creo que es un gran disco de rock. Y eso ahora mismo es todo un logro.

7,8

Novedades 2021 (2ª Parte)

Se me acumulan las novedades. No sé qué está pasando en este principio de año, que no parar de salir canciones tremendas. De hecho, tenía pensado poner esta recopilación el viernes, pero si espero un par de días más, puedo acabar metiendo otros diez temas, y tampoco quiero que sea una lista excesivamente larga. Con 35 hay de sobra.

Quizá es un riesgo empezar una recopilación con un tema de doce minutos como “Menneskekollektivet”, pero la verdad es que me parece un temazo y un inicio de lo más potente. Y me sirve para seguir con el lado más sintético del asunto y meter canciones tan estupendas como las de Mint Julep, Thyla, Aidan Noell (la chica de Nation of Language), o esa maravilla que han creado Club Intl junto a Andrew VanWyngarden de MGMT. Pero no solo de maquinas vive la música, las guitarras también están muy bien representadas en los nuevos temas de Pardoner o Dry Cleaning. Y si nos vamos al pop, hay que mencionar esa pequeña joya que han sacado Real Numbers, y lo bien que recupera el mejor indie-pop The Red, Pinks and Purples. Eso sí, para terminar, toca relajarse con Sharon Van Etten, Matt Berninger y José González.

Espero que os guste.

  1. Menneskekollektivet / Lost Girls
  2. Let’s Not Fight! / Porridge Radio & Piglet
  3. A Rising Sun / Mint Julep
  4. Breathe / Thyla
  5. Never Be The Same (Andrew VanWyngarden Remix) / Club Intl
  6. Prepositional Phrase / Aidan Noell
  7. Lovers / Roosevelt
  8. Bitter / Evripidis and His Tragedies feat. The Ballet.
  9. Telephone / Dima Pantyushin
  10. Do I Sad? / Geneva Jacuzzi
  11. King Of Letting Go / Sondre Lerche
  12. Lenguas Muertas / Escuelas Pías
  13. Strong Feelings / Dry Cleaning
  14. Here Comes Comus! / Arab Strap
  15. 1983 / MAN ON MAN
  16. hold yourself. / Tune-Yards
  17. Somebody / Yuno
  18. Vendetta / Iceage
  19. Donna Said / Pardoner
  20. Monolith / The Chills
  21. Bottom Feeders / Tim Cohen
  22. In the Meantime / Major Murphy
  23. I’m More Inclined / Teenage Fanclub
  24. Don’t Ever Pray in the Church on My Street / The Reds, Pinks and Purples
  25. The Balcony / Fruit Bats
  26. Why Don’t You Come Out Anymore? / The Natvral
  27. In The End / Real Numbers
  28. El Rey de España / Los Planetas
  29. Let It Be / Matt Berninger
  30. Song for Nick Drake / Skullcrusher
  31. El Invento / José González
  32. On Your Way Now / Sharon Van Etten
  33. Two / Flock of Dimes
  34. These Kids We Knew / Rostam
  35. Favor / Julien Baker

FRITZ – Pastel

FRITZ -así, con mayúsculas para no confundir con la banda de finales de los sesenta donde militaba Stevie Nicks-, mencionan a bandas como Alvvays, The Cure, The Vaccines, Vivian Girls o Best Coast, como sus máximas influencias. Algo que se puede apreciar con tan solo una escucha de su segundo trabajo. Y es que, esta joven banda australiana, tiene como base el indie-pop de guitarras, pero les encanta acelerar sus canciones y dejarse llevar por un lado más punk. Además de impregnar un poco de oscuridad a sus temas. Así que sí, creo que es fácil ver todos los ingredientes que han metido en su coctelera.

Pastel’ es un disco que empieza a toda leche. Esa “Sweetie” de percusión potente y duras guitarras que lo abre, refleja ese punto un tanto más contundente que tienen. Eso sí, siempre desde una perspectiva melódica y muy pop. Pero ojo, que no estamos ante la canción más espídica del disco. Ahí está “She’s Gonna Hate Me”, donde no levantan el pie del acelerador en sus casi cuatro minutos de duración. Y la verdad es que mola, porque además de jugar con el autotune, algo muy poco habitual en este tipo de música, meten un teclado que es una delicia. Algo que también ocurre con la parte final tan “ramoniana” con la que cuenta “Gracie, Forgive Me”.

Aunque me gusta ese lado punk y acelerado que tienen, los prefiero cuando bajan un poco el ritmo. Creo que en un tema como “Arrow”, donde, entre unas buenas capas de distorsión, se cuela una guitarra acústica, deja ver bastante mejor su capacidad para crear buenas melodías. Es un tema delicioso, como el corte que da título al álbum, que podría ser una canción de los Pains. Pero casi diría que lo mejor llega con “Die Happily”. Es el tema más reposado del álbum, pero ojo, que cuenta con unas guitarras crudas y distorsionadas. Eso sí, las fusionan con un delicioso teclado, el cual, le da un toque de lo más ensoñador. Ese punto ensoñador y algo melancólico también lo tiene “Jan 1”, la canción que cierra el álbum, y otro de sus grandes momentos. De hecho, no puede ser más Alvvays, y eso siempre es bueno.

Buenas guitarras, teclados juguetones, melodías perfectas, el punto melancólico, algo de oscuridad…FRITZ se lo ponen en bandeja a todo buen amante del pop ruidoso con este trabajo.

7,7

Tindersticks – Distractions

Una de las cosas que ha dejado claras Stuart A. Staples durante la promoción del último trabajo de Tindersticks, es que no es un disco de confinamiento, y que, a pesar de que se grabó el pasado septiembre, se compuso mayoritariamente en febrero. Algo que no sé muy bien por qué se ha encargado de recalcar tanto, porque dudo mucho que hubiera cambiado las ideas que tenían para este álbum. Y es que, a pesar de la sorpresa inicial, que ya comentaré más adelante, sigue siendo un trabajo que es puro Tindersticks. Y lo único que veo diferente, es que están más minimalistas y sombríos que nunca.

Distractions’ es un disco de canciones largas en el que el grupo británico se explaya bien a gusto en el desarrollo de cada una. Como mejor ejemplo de esto tenemos el tema inicial, el cual se va más allá de los once minutos. Estamos ante un corte oscuro, algo claustrofóbico, y muy electrónico. Esa es la sorpresa, las cajas de ritmos sirven de apoyo a la voz a la dramática voz de Staples, que aquí, casi se convierte en Alan Vega de Suicide -es absolutamente desgarrador cuando canta eso de «Can’t stop the fadin’/Can’t stop the fadin’…”-. Lo malo es que, salvo alguna pincelada más, esa electrónica no aparece en más cortes del disco. Y es una pena, porque les sienta muy bien.

Como decía un poco más arriba, están especialmente sombríos y reposados en este trabajo. Sobre todo, en sus temas propios. Una canción como “I Imagine You”, en la que apenas aparece un piano y un leve susurro de Staples, no es para todo el mundo. Aunque sí es cierto que en los dos cortes finales consiguen transmitir un poco más de emoción. Y es que un tema como “Tue-moi”, el cual está dedicado a las victimas del atentado del Bataclan- Tindersticks solían actuar mucho allí-, pone los pelos de punta. Y esa extensa “The Bough Bends” con la que cierran, resulta de lo más electrizante en su parte final.

Resulta muy curioso que, de un disco de siete canciones, tres sean versiones. Pero Tindersticks son así, y, además, es algo que se les da muy bien. De hecho, las tres, son de lo mejor del disco. Ahí está esa delicada versión que hacen del “A Man Needs A Maid” de Neil Young, donde se dejan ayudar por la estupenda voz de Gina Baker. O la elegante revisión que hacen de “Lady With The Braid”, una canción un tanto folk de Dory Previn. Pero lo mejor llega con su particular homenaje a Television Personalities. “You’ll Have to Scream Louder” era un oscuro y ruidoso tema que cautivó a Staples cuando era joven. Y no es casualidad que lo recupere ahora, porque, según él mismo, es un corte que está de plena actualidad por su carácter reivindicativo. Eso sí, lo ha pasado por su filtro, y lo ha convertido en una deliciosa canción de Tindersticks.

7,5

Mogwai – As The Love Continues

Han pasado casi 23 años desde aquella tarde que escuché por primera vez a Mogwai. Fue en una carpa del FIB 98, y recuerdo que estaba allí por pura casualidad, porque habían tocado Migala antes y ya nos quedamos ahí tomando algo. El tortazo sonoro que recibimos todos los que estábamos allí, lo recordaremos siempre- por aquella época empezaban sus conciertos con “Mogwai Fear Santan”-. Desde entonces, me he topado con ellos una buena cantidad de veces, pero ninguna me ha impactado tanto como esa primera vez. Y ese también puede ser un resumen de lo que me ha pasado con su discografía. Aunque eso sí, hay pequeños matices.

Los tres primeros trabajos de Mogwai me fliparon, incluso aquél “Come On Die Young” que no fue muy bien recibido por la crítica. Pero bueno, por aquella época yo estaba muy dispuesto a que mis odios se empaparan de descargas eléctricas. Poco a poco, esto fue cambiando: yo me lancé hacia caminos más pop, y ellos decidieron continuar con su historia. Eso no significa que les diera de lado – ‘Hardcore Will Never Die, But You Will’ me gustó mucho-, pero sí que los dejé de escuchar más a menudo y un disco entero suyo se me hacia bola. Hasta ahora, que ha llegado este impresionante ‘As The Love Continues’.

Estamos ante su trabajo número diez, si no contábamos las bandas sonoras y esos largos Eps que son aficionados a editar. Y, de hecho, se podría decir que es un disco que está marcado por ese mundo cinematográfico en el que están metidos. Solo hay que escuchar “To The Bin My Friend, Tonight We Vacate Earth”, esa preciosidad llena de teclados que lo abre. O “Midnight Flit”, donde las cuerdas cobran protagonismo gracias al compositor, y ganador de un Oscar, Atticus Ross. Además de la siempre estupenda producción de Dave Fridmann, la cual, por cierto, hizo online desde los Estados Unidos mientras el grupo grababa en Escocia. Todo esto hace que estemos ante su disco más compacto en años, y que buena parte de estas canciones sean idóneas para ilustrar todo tipo de bucólicas imágenes.

A medida que su carrera cumplía años, Mogwai también se han ido metiendo en otros terrenos alejados del post-rock. Y eso es lo que ha hecho que sigan en el candelero durante tanto tiempo. Aquí hay buenas muestras de esto. Ahí está un corte tan sumamente pop como “Ritchie Sacramento” -al parece un amigo suyo no sabía pronunciar Ryuichi Sakamoto-, que es una absoluta maravilla. O esa “Ceiling Granny” tan sumamente indie-rock, a la que, si le pones la voz de Billy Corgan, podría ser una canción de la primera época de los Smashing Pumpkins. Además de su lado más electrónico, que hace tiempo que cobra bastante protagonismo en sus discos. Pero es que, aquí, van un paso más allá, y nos entregan la juguetona “Here We, Here We, Here We Go Forever”, la cual, incluso, te puede llevar a la pista de baile.

¿Qué hay de los Mogwai más post-rock? Pues están ahí, y además en bastante buena forma. Sus épicas tormentas eléctricas brillan de lo lindo en varios cortes del álbum. Lo de hacen desde una perspectiva más cruda y menos efectista -guitarra, bajo y batería- en “Drive The Nail”, pero también cuando tiran hacia sonidos más delicados, como es el caso de la impresionante “Fuck Off Money”. Y si ya nos vamos a “Pat Stains”, nos encontramos con la joya de la corona. En parte, también, porque está por ahí Colin Stetson creando capas sonoras.

25 años después de su primer single, Mogwai siguen siendo capaces de hacernos vibrar, y eso es algo que muy pocos pueden decir.

8

Fawning – Illusions Of Control

Si buscáis un poco de información de Fawning por el mundo cibernético, veréis que siempre se mencionan los primeros Cocteau Twins, Slowdive y The Cure. Eso ya os da una idea de por dónde van los tiros en el debut de este dúo de Oakland formado por Cheyenne Avant (Night School) y Devin Nunes. Porque sí es cierto que juegan con las texturas sonoras y etéreas del mundo dream-pop, pero también con una parte de esa oscuridad melancólica de la banda de Robert Smith. A lo que hay que añadir unas pequeñas capas electrónicas que los emparentan con grupos más cercanos al sonido de Manchester.

Al igual que buena parte de los discos que han salido, o van a salir, este año, ‘Illusions of Control’ está concebido y creado durante el confinamiento. Canciones que han ido puliendo cada uno en su casa y que, como dato curioso, siempre empezaban con un sintetizador. Pero no creáis que estamos ante un trabajo de baja fidelidad. Todo lo contrario, la mezcla posterior de Nick Bassett suena potente y épica. De hecho, llegan a meter un saxo, algo que no es muy habitual en este tipo de música. También es cierto que fue algo casual, ya que su vecino de arriba toca este instrumento y durante el confinamiento le escuchaban todos los días. Hasta que un día se les encendió la bombilla y dijeron eso de, ¿por qué no? Y cuando escuchéis esa “Nothing Matters” en la que aparece, ya veréis que ha sido todo un acierto.

Como ya os podéis imaginar, Fawning también cuentan con esa dualidad que suelen tener los grupos de dream-pop. Así, se dejan llevar por el lado más cándido del asunto en cortes como “Uptight (Her Eyes)” o “Linger”, los cuales van con calma y se refugian en mantos de teclados. Pero también cuentan con una faceta más animada y potente, donde las guitarras rugen con un poco de furia. Es el caso de “You’re Not One to Cry”, que es una delicia donde aparece una bailonga caja de ritmos. O de “All I Have”, en la que se meten en terrenos mucho más shoegaze. Y por si esto fuera poco, también está ese lado más The Cure que comentaba más arriba. Algo que se les da muy bien, porque “Wait” y el tema titular, que son los cortes en los que más se aprecia esa influencia, son de lo mejor del álbum.

Buenas melodías ensoñadoras, capas de teclados, guitarras cristalinas…Sí, es lo de siempre, pero sí está bien hecho, resulta muy disfrutable. Y ese es el caso del álbum de debut de Fawning.

7,6

Claud – Super Monster

Claud se ha convertido en una de las nuevas estrellas de ese pop de dormitorio que tantas alegrías nos está dando en los últimos años. Aunque también hay que decir que esto ya no tiene nada de “bedroom-pop”. Y la verdad es que se agradece que su álbum de debut, y la primera referencia del sello que ha creado Phoebe Bridgers, suene de maravilla. Más que nada, porque, a sus 21 años, Claud ha dado con un sonido fresco, en el que el pop vigoroso se convierte en el protagonista.

Super Monster’ es un trabajo en el hay bastantes guitarras, pero también las capas de teclados y las cajas de ritmos juguetonas. Esa mezcla de ingredientes, junto a unas letras que hablan de primeros amores, y de mundos binarios y LGTBI+, hace que sus canciones funcionen a la primera. De hecho, hacía tiempo que no escuchaba una canción que se me quedara grabada en la cabeza al instante. Eso es lo que me ha pasado con “Overnight”, el delicado corte que abre el disco, y en el que nos muestra su faceta más melosa, y más Clairo. Una artista con la que comparte parte de su sonido y una buena amistad. De hecho, aunque aparezca bajo el nombre de Sally, que es el grupo que crearon juntas el año pasado, la estrella invitada en la última canción no es otra que la propia Clairo. Y ojo, porque dentro de este lado más lánguido, también funcionan de maravilla la ensoñadora “Soft Spot” y esa pequeña joya llamada “Ana”.

A pesar de que su forma de cantar no es muy variada y siempre se mueve desde la perspectiva más lánguida, sí que, musicalmente, estamos ante un disco más o menos variado. O lo por lo menos ante uno en el que no le importa cambiar de ritmo a menudo. Así, nos encontramos con temas de pop juguetones y dulces, como es el caso de “Gold” y “That’s Mr. Bitch”, en la que, por cierto, casi se le va la mano y se acerca a Avril Lavigne -afortunadamente, se queda a las puertas-; con algún coqueteo con el dubstep británico en la estupenda “In-Or-In-Between”, o con un maravilloso corte de indie-rock como “Cuff Your Jeans”. Además de la potente y ensoñadora “Guard Down”, y de ese acercamiento al R&B que es “Pepsi”. Y, para terminar, la maravillosa “Falling With The Rain”, en la que, como ya comentaba más arriba, comparte protagonismo con Clairo.

El punto negativo del disco es que, quizá, es demasiado facilón. Y no es que yo esté en contra de que un disco de pop sea de consumo fácil, pero sí es cierto que, al igual que entra rápido, también se va rápido de nuestra cabeza. Espero equivocarme y que no sea así, pero creo que para cuando llegue el verano ya nos habremos olvidado de este trabajo.

7,7

Clap Your Hands Say Yeah – New Fragility

Siempre que escribo sobre un nuevo disco de Clap Your Hands Say Yeah, digo lo mismo: creo que se les ha machacado injustamente. Bueno, se le ha machacado, porque desde hace años es el proyecto de Alec Ounsworth. El caso es que, de todos aquellos que celebraron su álbum de debut y los convirtieron en la banda de moda en 2005 -llegaron a llenar la antigua sala Arena de Madrid sin ni siquiera tener el disco publicado en España-, son pocos los que han seguido su carrera durante todos estos años. Y todo porque no quiso repetir la fórmula de ese primer trabajo. Toda una pena, porque, en estos últimos quince años, no ha parado de sacar discos notables.

New Fragility’ es el disco más personal de Ounsworth, y en él repasa lo que ha sido su vida desde que formó la banda. Un matrimonio, la paternidad, un divorcio, una depresión…Todo eso está aquí. Pero también nos habla de su país en estos últimos años en los que Mr. Orange ha estado en la Casablanca, y de lo jodida que está la sociedad estadounidense. De hecho, empieza el álbum con la impresionante “Hesitating Nation”, donde le da una buena zurra al capitalismo brutal que se vive en los Estados Unidos. Y no contento con eso, empalma con “Thousand Oaks”, un pedazo de canción en la que habla de un tiroteo en un bar de California. Y todo esto dejando que la música se empape de melancolía.

Estamos ante el que puede que sea su trabajo más reposado. Por aquí se escucha poca distorsión y los temas tiran hacia ritmos más reposados. Además, hay una fuerte presencia de la guitarra acústica y del piano. Y no se olvida de esas cuerdas que tanto le han gustado siempre. Con ellas se saca de la manga maravillas como “Innocent Weight”, una preciosa y sincera balada que merece un hueco privilegiado en su discografía. Porque hay que decir que, a pesar de que al principio chocan un poco tantas baladas, se les termina pillando el punto. Cortes como “Dee, Forgiven” o “Where They Perform Miracles” son de lo más emocionantes. Y si ya nos vamos a un tema como “Went Looking For Trouble”, el cual empieza con toda la calma del mundo, y va subiendo de intensidad, nos encontramos con otra joya. Y ojo, que no me he olvidado del tema titular tan puramente pop, y de esa “CYHSY, 2005” tan ensoñadora. Otras dos pequeñas maravillas. De hecho, creo que solo se equivoca en ese sonido tan lo-fi que le da “If Were More Like Jesus”, el tema final.

Creo que ya está bien de ningunear al pobre Alec Ounsworth. Ya quisieran muchos de esos grupos que surgieron con el auge de internet, los blogs, y los medios online, seguir sacando discos tan bonitos y buenos como este.

8

Virginia Wing – private LIFE

El anterior disco de Virginia Wing se convirtió en uno de mis discos favoritos de 2018. Su particular visión del pop, en la que cabe de todo, hizo que ese tercer trabajo de la banda de Manchester obtuviera críticas excelentes en medio mundo, y que muchos nos enteráramos de su existencia como grupo. Ahora vuelven convertidos de nuevo en trio y con ganas de superar ese álbum. O por lo menos con la inteligencia suficiente como para no repetir su fórmula. Algo que se aprecia con tan solo una escucha.

private LIFE’ es un extraño viaje en el que cabe de todo. Sus letras, que reflexionan sobre la misoginia en esta época de redes sociales y sobreexposición, están envueltas en una especie de caos sonoro que es casi imposible de describir. Para que os hagáis una idea, entre las influencias que los han llevado a crear estas canciones, hay nombres como los de The Slits, Prince, Laurie Anderson o Nelly Furtado. Un mundo de lo más ecléctico, que se refleja muy bien en el disco, donde hay saxos locos que aparecen por ahí, alguna flauta, potentes ritmos sintetizados, reminiscencias del r&b de los 2000, algún que otro spoken-word, y muchas ganas de salirse del pop convencional.

Son muy listos, porque lo hacen muy bien para que entres en su extraño mundo sonoro y te quedes ahí hasta el final. Y es que, “I’m Holding Out For Something” abre el disco de la mejor forma posible. Sus beats potentes, su luminosidad pop, y ese toque dance tan retro que tiene, conquistan a la primera escucha. Ahí ya te han ganado, y ya aceptas de todo. Como que mezclen una electrónica de lo más cacharrera con un saxo que va por libre en “Moon Turn Tides”; que le den protagonismo a una flauta para hacer una canción de dream-pop electrónico como “Soft Fruit”, o que creen una balada tan estupenda como “Lucky Coin”, con sonidos que rozan el mundo más experimental. Y es que, al final, no deja de ser pop. Porque no hay nada más melódico que ese sintetizador esquizofrénico que se puede escuchar en la deliciosa “99 North”. O esa vuelta a los sonidos synth-pop más primitivos que hacen en la bailonga “St. Francis Fountain”. Incluso, ese lado más reposado y ensoñador, también cuenta con momentos memorables. Es el caso de la esplendorosa “Return To View”, o de la ensoñadora “OBW Saints” -ojo a su final absurdo-.

Quizá no es lo que esperábamos tras su estupendo tercer trabajo, pero creo que es un paso tremendo hacia delante en el que definen su sonido experimentando con miles de cosas diferentes. Y eso no es fácil.

7,8