Hamilton Leithauser + Rostam – I Had a Dream That You Were Mine
Resulta curioso el camino que han elegido Hamilton Leithauser y Rostam para su primer álbum conjunto. Creo que muy pocos nos esperábamos un álbum tan clásico de dos músicos que siempre han visto el rock y el pop desde otra perspectiva. Tanto The Walkmen, como Vampire Weekend, han sido -bueno, los segundos todavía lo son- dos grupos que han dado una nueva vida a estos estilos, pero, en este trabajo hay muy poco de estas dos bandas.
Tengo que reconocer que me ha costado hacerme con este I Had A Dream That You Were Mine, y que, aun así, todavía no me termina de convencer demasiado. Quizá es porque me esperaba mucho más después de escuchar ese maravilloso single llamado A 1000 Times. Sin duda alguna, es la canción del álbum que más recuerda a sus respectivas bandas, y la verdad es que es perfecta. Lo malo es que parece que se han dejado todo el alma en este tema, y para el resto del álbum se han dedicado a explorar las raíces de la música norteamericana.
Rostam es un músico como la copa de un pino, eso es algo en lo que prácticamente todo el mundo está de acuerdo. Si a su habilidad para adaptarse a cualquier estilo musical que le echen, le unimos la característica voz de Leithauser, tenemos un combo perfecto. Pero no solo vale con crear un sonido espectacular, y hacer unas letras que parecen salidas de otra época. Por aquí hay doo-wap, country-rock, algún tema que parece salido de un disco de Leonard Cohen…Todo muy bien llevado, pero me falta algo de intensidad y algún que otro buen estribillo. Me gusta que se pongan en plan Cohen en In a Black Out, que les de un arrebato a mitad de When The Truth Is, o que se tiren hacia un grupo de doo-wap en Rough Going (I Don’t Let Up), pero me sigue faltando algo.
Curiosamente, es al final, donde surgen los otros dos mejores momentos del disco. The Morning Stars es lo que todos nos imaginamos que saldría de esta unión; un corte diferente que mezcla estupendamente los dos mundos tan distintos de cada uno. Sin embargo, 1959, con la que cierran el álbum junto a la voz Angel Deradoorian, es casi una canción de un musical de Disney. Curiosa e inesperada, pero realmente interesante.
Me con la sensación de que es un buen álbum, pero no creo que se convierta en uno de mis discos de cabecera de este año. No es mi estilo.
7,3
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