Edwyn Collins – Badbea

Edwyn Collins

Esta mañana, cuando he visto la triste noticia del fallecimiento de los dos miembros de Her’s y su manager, me he acordado de que, hace unos meses, cuando puse su segundo trabajo, mencioné que tenían un punto a Orange Juice que me gustaba bastante. Casualidades de la vida, hoy sale a la venta el último trabajo de Edwyn Collins, y me da mucha pena que estos dos chavales ya no puedan escucharlo. Porque estoy seguro de que lo hubieran disfrutado mucho.

Desde que sufrió un doble derrame cerebral en 2005, Edwyn Collins se ha preocupado en sonar optimista, y más o menos alegre, en todos los discos que ha sacado. No es para menos, ya que estamos hablando de alguien que estuvo diez días en coma y que ha estado muy cerca de la muerte. “Badbea” sigue ese camino, y lo hace de una forma más relajada todavía. Collins y su mujer, han dejado el norte de Londres para irse al norte de Escocia, donde ha compuesto estas canciones sin ningún tipo de prisa. Algo que se nota bastante en el resultado final.

Puede que estemos ante el trabajo más ecléctico del músico escoces. Porque aquí hay rabia punk, algo de folk, northern soul, pop, e incluso algo de rock psicodélico (‘I Want You’ no desentonaría en uno de los discos más psicotrópicos de Primal Scream). Como muestra tenemos ‘Outside’, el efusivo primer single, en el que, en menos de dos minutos, se deja llevar por la energía desprendían bandas como los Buzzcocks o los New York Dolls. Una rabia que también aparece en la sucia ‘Tensions Rising’, que es un poco menos redonda.

Evidentemente, el mejor Edwyn Collins aparece cuando se acerca a su lado más pop. Sigue siendo infalible en esos temas de pop de guitarras, algo clásicos, pero que siguen sonando frescos. Es el caso de la bonita ‘It’s All About You’, que abre el disco recordándonos lo bien que se le da encontrar la melodía y el estribillo adecuados. Y encima le mete un saxo a mitad de canción, algo que siempre es un acierto. Igual de notable es ‘I Guess We Were Young’, donde nos deja otra de esas canciones melancólicas perfectas. O la bonita ‘I’m Ok Jack’, en la que coquetea con la electrónica y las cajas de ritmos. Pero lo mejor viene en ‘Glasgow to London’, donde desempolva su vieja caja de ritmos 808, y se saca de la manga una canción que es puro Orange Juice. Vamos, una puta maravilla.

Sin duda alguna, Edwyn Collins sigue siendo un valor seguro para todos los que amamos el pop. Y eso después de 40 años de carrera, es algo que pueden decir muy pocos.

7,8

Jenny Lewis – On The Line

jenny lewis

Supongo, y entiendo, que a muchos de los que entráis en este blog, no os interesará nada un disco como este. Por desgracia, el rock más clásico, está totalmente pasado de moda, y para alguna gente, esto suena a carca y a desfasado. Pero estamos ante un trabajo de una gran calidad, con una producción excelente, y lleno de canciones sublimes. Porque Jenny Lewis es toda una artistaza, que ya lleva unos cuantos discos en solitario demostrando que puede salir más que airosa jugando con los sonidos más clásicos y huyendo de las modas.

Lamentablemente, “On The Line”, ha estado envuelto en una pequeña polémica por el caso Ryan Adams. Y es que, el músico norteamericano ha contribuido a la producción de este trabajo, que se grabó antes de que salieran todas las acusaciones de abuso contra él. Lewis que, evidentemente, no tiene ninguna culpa de esto, ha tenido que emitir un comunicado, en el que más o menos venía a decir que Adams colaboró en el disco durante cinco días, pero que lo acabó ella sola. Además, de decir las cosas claras, y comentar lo que le parecía todo este asunto («Las acusaciones son tan serias, escandalosas y realmente jodidas, que me puse muy triste cuando me enteré, hasta el punto de que odio que él esté en este álbum, pero no se puede reescribir cómo fueron las cosas”). Por cierto, que este tema ha eclipsado un poco algunas de las otras colaboraciones del disco, donde aparecen nada más y nada menos que Beck y Ringo Starr.

Lewis se pasa medio disco jugando a ser una Carole King de nuestros días. Y hace bien, porque sus baladas, de corte tan clásico, son realmente bonitas. Como muestra, la deliciosa ‘Heads Gonna Roll’ que lo abre, donde consigue que sus más de cinco minutos de duración se pasen volando. Algo que también ocurre con cortes como ‘Hollywood Lawn’ o ‘Dogwood’, que es un tanto más oscura. Pero no solo vive de estos sonidos, también sabe cuándo sacar un poco de rabia de vez en cuando. Ahí es donde entra la eufórica ‘Red Bull & Hennessy’, que no puede sonar mejor con esa batería contundente que inunda toda la canción. Más contenida esta en ‘Wasted Youth’, un precioso medio tiempo rockero, al que es imposible resistirse. Al igual que a ese lado más pop que aparece en ‘Rabbit Hole’, la canción que cierra el disco. Pero, aunque todas estas canciones me gustan mucho, ninguna es mi favorita del álbum. Ese puesto se lo lleva ‘Party Clown’, toda una joya compuesta al piano, que me ha conquistado con ese precioso estribillo coronado por unas campanas.

No es fácil hacer un disco de estas características que no suene a caduco, pero Lewis lo ha conseguido, dejando claro que, cuando hay talento, lo demás importa bien poco.

7,9

Ten Fé – Future Perfect, Present Tense

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La verdad es que pasé totalmente del primer trabajo de Ten Fé (parece que a estas alturas nadie les ha dicho fe no lleva tilde), y ni siquiera llegué a escuchar sus singles. Según leo por ahí, era una especie de pastiche de influencias ochenteras, y les llovieron las comparaciones con The 1975. El caso, es que, sí que me ha dado por escuchar su nuevo trabajo, y debe de ser que han madurado un poco, porque aquí hay una colección de canciones notable, y algo tristes, donde sí que hay influencias de aquella década, pero también de bandas como The National o The War on Drugs.

Con tan solo escuchar ‘Won’t Happen’, la canción que abre el álbum, uno ya se da cuenta de que esta banda británica se ha ido hacia ese sonido cercano al Bruce Springsteen de los 80 que buscan algunas bandas actuales. Y es que, este rock donde los teclados cubren buena parte de la canción, es de lo más reconocible. No se les da nada mal, como bien demuestran en este tema, y en otros cortes, como el más pausado ‘Isn’t Ever A Day’, o la también notable ‘No Night Lasts Forever’. Además, en esta última, no sería descabellado decir que se han fijado bastante en The National. Y si ya nos vamos a ‘Coasting’, podemos comprobar que tampoco les sienta nada mal irse hacia mundos más clásicos, porque estamos ante un tema que suena a una Creedence Clearwater Revival modernizada. De hecho, yo no quiero decir nada, pero si AC/DC decidieran demandarlos por plagio, tendrían todas las papeletas para ganar.

Lo bueno de “Future Perfect, Present Tense” es que también nos muestra una faceta más reposada de este dúo londinense. Y la verdad es que no suena nada mal. De hecho, no me extraña que eligieran ‘Echo Park’ como single de adelanto, porque es un tema elegante, con ciertas reminiscencias a los 70, que funciona bastante bien. Aunque es cierto que me ha gustado más esa ‘Superrich’ tan emotiva con la que cierran el disco. La cual, por cierto, fue la canción que hizo que me entrara la curiosidad por ellos.

Desde luego, si os gusta eso que algunos lados llaman indie-pop adulto, este disco os va a resultar de lo más interesante. Aunque haya algunos temas, como ‘Caught on the Inside’ y ‘Not Tonight’, donde no tienen ningún reparo en convertirse en los War on Drugs británicos. Pero oye, al menos lo hacen bastante bien.

7,4

Tamaryn – Dreaming The Dark

Tamaryn

El paso del shoegaze al synth-pop se ha convertido en algo habitual en la actualidad, y cada vez son más los artistas que cambian las guitarras por los sintetizadores. Tamaryn ha hecho ese viaje progresivamente, y su música se ha ido convirtiendo en más sintética a medida que iba saliendo sus discos. Su anterior trabajo, el estupendo “Cranekiss”, ya se metía de lleno en estos sonidos, y este nuevo álbum sigue ese camino. Aunque eso sí, sin perder ese halo de misterio que siempre han tenido sus canciones.

El cuarto trabajo de la artista neozelandesa hace honor a su nombre, y se mueva en esa oscuridad ensoñadora que indica su título. Pero hay alguna excepción, y ahí es donde mejor funciona su nueva faceta. El pop industrial de ‘Victim Complex’ le ha quedado de maravilla, y ese homenaje, confesado por la propia artista, al ‘Master and Servant’ de Depeche Mode, tiene su punto. Como también lo tiene ese toque absolutamente pop que le dan los teclados a ‘The Jealous Kind’, una absoluta delicia, que se convierte por derecho propio en el hit del disco.

Si nos vamos al mundo más ensoñador, que es lo que más encontramos dentro del disco, nos topamos con una colección de canciones bastante interesantes. Principalmente, porque estamos ante unos temas que siguen teniendo la influencia de Cocteau Twins o Kate Bush, pero desde el punto de vista electrónico. Incluso The Cure se asoman por aquí en algún momento, como es el caso de la fascinante ‘Path to Love’, o de ‘Terrified’ y ‘You’re Adored’, dos baladas densas y oscuras. Pero es en la esplendorosa ‘Angels od Sweat’ donde mejor fusiona su nueva faceta sintética con su antiguo mundo shoegaze. En ella, consigue que el mundo de synth-pop se adapte de maravilla al toque oscuro que le quiere dar a su música. Algo que también ocurre en ‘Fits of Rage’, que es bastante más intensa. Y, en menor medida, en el tema que da título al disco, que se acerca a otro tipo de ritmos más cálidos.

Tamaryn ha creado el disco perfecto para los amantes del dark-pop más sintético, pero, a su vez, no se olvida de su mundo ensoñador. Además, sabe cómo irse al pop más hedonista en un par de temas.

7,5

Orville Peck – Pony

orville peck

No sé dónde escuché una vez que, además de contar con buenas canciones, hay que saber cómo venderlas al público. Algo que se ha tomado muy en serio Orville Peck, o “el vaquero enmascarado”, como se le conoce en el mundo de la música. Este chico de Nevada se ha convertido en una de las sensaciones de los últimos meses, y su fichaje por Sub Pop le ha llevado a darse a conocer en medio mundo. Algo que no es fácil, dado que, la suya, es una música puramente americana. Pero claro, si a su country, con tintes de shoegaze, eso sí, le pones una imagen poderosa y misteriosa, algo homoerotica (Peck es abiertamente gay), e influenciada por nombres como David Lynch o John Waters, sus canciones entran mucho mejor. De ahí lo de que ha sabido venderlas muy bien.

Pony” está lleno de ecos de Roy Orbison, Chris Isaak o Johnny Cash, pero también es fácil ver unas influencias que se alejan del country: bandas como Mazzy Star o The Smiths también se asoman por aquí. Y la verdad es la que mezcla resulta bastante atractiva en algunas ocasiones. Es el caso de ‘Dead of Night’, la enigmática canción que abre el álbum, la cual ya se ha convertido en una de mis favoritas de este 2019. Me encanta esa melancolía que desprenden sus guitarras áridas y ese falsete de voz. Unos ingredientes que también funcionan muy bien en ‘Queen of the Rodeo’ y ‘Big Sky’, otros dos de los grandes cortes del álbum. Y si ya nos vamos a la preciosa ‘Roses Are Falling’, nos encontramos con que también sabe cómo hacerse con una balada que parece salida de los mismísimos cincuenta.

Puede que lo más sorprendente del disco sea el combo formado por ‘Winds Change’, ‘Turn to Hate’ y ‘Buffalo Run’. En estos tres temas, es donde aparece el Orville Peck más acelerado y pop. Sobre todo en la última, que va subiendo de intensidad hasta convertirse en un muro de guitarras distorsionadas. Aunque es en ‘Turn to Hate’ donde mejores resultados consigue. Más que nada, porque es la fusión perfecta entre su faceta country y su faceta pop. Además, cuenta con un estribillo redondo

Cuando se va al country más típico, como en el caso de la olvidable ‘Take You Back (The Iron Hoof Cattle Call)’, donde incluso saca el banjo, las pistolas y los silbidos, resulta un tanto paródico y no le termina de funcionar. Al igual que tampoco es muy interesante ese lado bucólico y denso que aparece en ‘Kansas (Remembers Me Now)’. Por mucho que la ensucie al final y hago algo así como una especie de “country lo-fi”.

Lo dicho: no solo hay que tener grandes canciones, también hay que saber venderlas.

7,5

Martha – Love Keeps Kicking

Martha

El indie-pop siempre ha estado unido al punk, que al fin y al cabo era pop más acelerado y ruidoso. Por eso no extraña que una banda como Martha sea una de las favoritas de la escena indie-pop actual. De hecho, son uno de los grupos que actúan en la edición del Madrid PopFest que se celebra este fin de semana. Y por eso aparecen por aquí, porque son unos expertos en hacer canciones con mucha fuerza guitarrera, pero con grandes melodías.

Love Keeps Kicking” está lleno de canciones que hablan de corazones rotos, y casi se podría decir que es un disco conceptual sobre una ruptura sentimental. Pero no estamos ante un trabajo triste, todo lo contrario: sus once canciones son himnos de pop-punk de lo más pegadizos. Solo hay que escuchar esa increíble ‘Heart Is Healling’ que lo abre, donde casi se acercan a los primeros Superchunk. La canción no puede ser mejor para dar comienzo a un álbum de estas características. Y es que, siendo sinceros, para triunfar con este tipo de música tan trillado, hay que hacerlo muy bien. Y ellos saben cómo hacer que canciones como ‘Sight for Sore Eyes’, ‘Wrestlemania VIII’ o ‘The Void’, que son más potentes, funcionen a la perfección.

Puede que en este trabajo haya un pequeño giro hacia sonidos más pop. Y digo puede, porque en una banda como esta, que no tiene muy definida la línea entre el punk y el pop, siempre es difícil saberlo. Pero yo sí que veo que un corazoncito más pop en temas como ‘Into This’, que es una absoluta delicia (cuando canta la chica del grupo ganan puntos), o en ‘Mini Was a Preeteen Arsonist’ y ‘Love Keeps Kicking’, donde la guitarra acústica se convierte en la protagonista (la segunda casi parece su ‘If I Can’t Change Your Mind’). Y ya nos vamos a ‘Orange Juice’, no resulta muy difícil pillar que estamos ante lo que podría ser un homenaje a la banda de Edwyn Collins. Es más, para rizar el rizo, terminan el disco con ‘The Only Letter That You Kept’, una balada en la que no hay ningún rastro de distorsión ni de rabia punk.

Martha no hacen nada nuevo, pero da igual, porque ellos no están aquí para innovar, sino para hacernos disfrutar con sus canciones directas y pegadizas.

7,5

The Drums – Brutalism

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Si hay algo que tengo claro, es que no hay que enterrar a los grupos antes de tiempo. Algo que mucha gente ha hecho con The Drums. Aunque, eso sí, parte de la culpa la tuvieron ellos, que huyeron de todo lo que les hizo famosos con su primer EP y su primer álbum. Pero sí es cierto que siguieron sacando discos notables, y hace unos cinco años, pude ver un concierto suyo maravilloso. Ahora, que tan solo queda Johnny Pierce al frente la de la banda, que al fin y al cabo siempre fue el cerebro de ella, tenemos de vuelta a los The Drums más pop, y la verdad es que suenan (o suena) de maravilla.

Johnny Pierce ha vuelto a lo básico. Supongo que, porque, al estar solo frente al proyecto, no le habrá quedado otra. Pero casi es lo mejor que ha podido hacer. “Brutalism” es un disco directo, que dura poco más de media hora, y que tiene unos cuantos hits. De hecho, toda la primera parte del álbum, es perfecta. Empezando por la electrónica que protagoniza ‘Pretty Cloud’, y acabando en ese pedazo de hit pop llamado ‘Loner’, en el que se saca de la manga el mejor estribillo del disco (y unos coros deliciosos). Pero es que, entre medias, tenemos ‘Body Chemistry’, que es la típica canción The Drums, que sigue funcionando de maravilla; toda una delicia pop llamada ‘626 Bedford Avenue’, y el tema que da título al álbum, en el que se ponen un poco más minimalista.

Quizá, las baladas nunca han sido su fuerte. Y, aunque ese rollo sixties que impregnan muchas de ellas (¿os acordáis de ‘Down By The Water’?), le suele funcionar, aquí no termina de convencer. Puede que sea porque el resto del disco es tan luminoso y directo, que cuando llegan ‘I Wanna Go Back’ y ‘My Jasp’, pega un pequeño bajón, ya que estos dos temas no pueden competir con el resto. Y eso que la primera no está mal. Pero claro, de repente aparecen joyas como ‘Kiss It Away’ y ‘Blip of Joy’, y te olvidas de ellas.

Lo dicho: no hay que desechar precipitadamente a los grupos, porque te pueden seguir dando muchas, y muy buenas, sorpresas.

7,8

 

Nilüfer Yanya – Miss Universe

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Nilüfer Yanya tiene todas las papeletas para convertirse en una de las estrellas del momento. Sus singles, han recibido elogios por parte de los críticos, pero también acumulan varios millones de reproducciones en las plataformas de streaming. Dejando claro que, la suya, es una propuesta que puede gustar a todos. Y no es para menos, porque canciones como ‘Baby Luv’ o ‘Thanks 4 Nothing’, son perfectas. Ahora, por fin, tras estar unos años editando canciones sueltas, llega su esperado álbum de debut. Y no solo no defrauda, sino que nos vuelve a sorprender con una colección de canciones ecléctica, que funcionan de maravilla como conjunto. Y eso que no ha metido ninguno de sus temas más famosos.

Miss Universe” es algo así como un disco conceptual, en el que unos interludios con un hilo común, que en este caso es un programa llamado WWAY HEALTH, el cual te ayuda a cuidar tu salud, nos van guiando a lo largo de sus 53 minutos de duración. Y lo bueno es que no se hace largo ni pesado. Esto se debe a la facilidad que tiene la artista londinense para jugar con varios palos musicales muy diferentes. Es más, no hace mucho, ella misma dijo que su música era una fusión de Amy Winehouse, Pixies y Nina Simone, una mezcla que parece imposible, pero que aquí funciona a la perfección. En parte, por su timbre de voz agudo, con el que hace virguerías, y que, en muchos casos, utiliza como un instrumento más.

Una de las cosas que más me gusta de las nuevas generaciones, es que no tienen prejuicios musicales. No se limitan a un estilo musical, y sus discos se nutren de muchos factores. Aquí estamos ante un buen ejemplo, porque pasa del rock, al soul o al synth-pop, con absoluta facilidad. Así, nada más empezar, nos encontramos con ‘In Your Head’, un contundente tema de indie-rock que va camino de convertirse en una de las canciones del año. Pero, poco a poco, va fusionando todos los estilos que se la pasan por la cabeza. Un buen ejemplo de esto es ‘Paralysed’, en la que los guitarrazos se mezclan con un ritmo jazzy, logrando dar con algo de lo más fresco. Y es que, esa forma que tiene ver el rock, en la que hay que constantes subidones y bajones, es uno de sus mayores talentos. Lo hace estupendamente en cortes como ‘Angels’ o ‘Paradise’, en la que, por cierto, empiezan a aparecer nuevos ingredientes, como un saxo que se cuela por ahí. Y es que, se podría decir, que la parte más rock, casi se termina aquí.

A partir de ‘Baby Blue’, la electrónica y los sonidos más sintéticos empiezan a cobrar protagonismo. En ella, se hace con una segunda parte de lo más bailable, que se fusiona estupendamente con su guitarra limpia y su voz cálida. Algo así como unos The xx más bailongos. Unos ritmos que siguen en la también estupenda ‘Heat Rises’, en la que, incluso, está un poco más acelerada. Sin embargo, con ‘Melt’ y ‘Safety Net’, baja bastante el ritmo, pero no pierde la piel sintética. Solo que, en este caso, se va hacia un R&B sedoso, que puede recordar a la mejor Sade. No contenta con esto, todavía le queda tiempo para cambiar un poco más de rollo. Además, lo hace para sacarse un tremendo hit cercano al synth-pop llamado ‘Tears’. Pero, para terminar, prefiere volver al rock, aunque sea de una forma más intimista que al principio. Porque, tanto ‘The Unordained’, como ‘Heavyweight Champion Of The Year’, se centran en las guitarras, pero de una forma más delicada. Salvo en el minuto final de la segunda, claro, que ahí es donde explota todo.

Nilüfer Yanya ha hecho un álbum de debut casi perfecto, en el que, a pesar de contar con 17 cortes, no le sobra nada. De hecho, de momento, ya es mi álbum favorito de 2019.

8,6

 

Stats – Other People’s Lives

Stats

Resulta curiosa la carrera que ha llevado el londinense Ed Seed con su banda de Stats. Tras debutar en 2014 con un EP de lo más interesante, y girar como músico de acompañamiento de La Roux, se convirtió en padre y decidió dejar la vida en la carretera. Pero ahora, que la criatura ya ha crecido un poco, ha decidido volver a encauzar su carrera. Eso sí, previo paso como guitarrista en directo de Dua Lipa, que hay que llevar el pan a casa. Así que, cinco años después de su EP de debut, tenemos listo el primer largo de Stats.

Viendo los dos estrellones para los que ha tocado en directo, os podéis imaginar la década que ha servido de influencia a Stats. Los ochenta, una vez más, son los años reverenciados por una banda de la actualidad. Eso sí, al menos, este trío, no se va hacia lo más evidente. Puede decirse que lo suyo es un acercamiento al art-pop de aquellos años y a bandas como Talking Heads. Algo que se puede apreciar perfectamente en temas como ‘A Change of Scenery’, ‘Other People’s Lives’ o ‘Raft’, que están bastante bien. Sobre todo la última, en la que se animan un poco más con los sintetizadores y las cajas de ritmos. Ah, y con esa voz tan David Byrne.

La otra gran baza de este trabajo, son los cortes cercanos al disco-funk, algo de lo que James Murphy y sus LCD Soundsystem han dado buena cuenta a lo largo de su carrera. Evidentemente, los cortes de Stats no son tan sorprendentes como los de los neoyorquinos, que por algo están donde están, pero sí que son notables. Ahí está esa ‘I Am An Animal’, tan oscura que abre el disco. O las más bailables ‘There Is A Story I Tell About My Life’ y ‘Lose It’, que funcionan a la perfección. De hecho, la segunda, con ese parón, y el inevitable subidón, se ha convertido en una de mis canciones más favoritas de las últimas semanas.

Para los que disfrutan de los ochenta sin complejos, también tienen un par de temas. El primero es ‘The Family Business’, donde exploran de maravilla el pop de aquellos años, y nos dejan un gran corte con el que enchufarnos un buen chute de nostalgia. Pero también saben lo que es hacer una balada sintética, que es lo que nos encontramos en ‘Never Loved Anyone’, el estupendo tema que cierra el disco.

Aunque de vez en cuando se pierden un poco, y se van hacia caminos que no les convienen mucho (hacerse un Sparks en ‘A Man Who Makes The Weather’ no les sienta muy bien), Stats se han sacado de la manga un álbum de debut de lo más interesante. Habrá que seguirles la pista.

7,4

The Stroppies – Whoosh

The Stroppies

Con decir que The Stroppies es una banda formada por miembros de Dick Diver, The Stevens y Boomgates, ya os podéis imaginar por dónde van los tiros en su música. Desde Melbourne, esta banda formada en 2016, reincide en ese sonido tan característico de las antípodas que hizo popular a bandas como The Clean o The Bats, y que tantos buenos discos nos ha dado en las últimas décadas. Y, aunque no hagan nada nuevo, sí que han conseguido dar con una colección de canciones notable.

Whoosh” es su álbum de debut tras un EP y un single doble. Un disco en el que predominan las guitarras juguetonas, las buenas melodías, y ese sonido cercano al lo-fi que tanto gusta a este tipo de bandas. Pero hay un elemento más que me gusta bastante: un órgano. Me parece todo un acierto el protagonismo de este instrumento en dos temas como ‘First Time Favourites’ y ‘Cellophane Car’, porque le da un toque diferente a este sonido. De hecho, gracias a esto, dan con dos de los mejores temas de su corta carrera. Pero también saben cómo tirar de urgencia guitarrera en ‘Nothing at All’, el fantástico tema que abre el álbum, y en dar con la fusión perfecta entre rock y pop en ‘Better Than Before’ y ‘The Spy’.

Otra de las características más comunes de este tipo de bandas, son sus canciones perezosas que se cuecen a fuego lento. Es el caso de las bonitas ‘Present Tense’ y ‘My Style, My Substance’, que dejan ver una evidente influencia de la Velvet Underground. Sobre todo la primera, que es una delicia. Donde quizá se les ha ido la mano con la calma, es en ‘Entropy’, que es un pequeño hueso duro de roer, en el que se acercan a la psicodelia. Y no, no les sienta muy bien. Afortunadamente, tras ella, cierran el disco con la deliciosa ‘Switched On’, en la que vuelven al mejor pop.

Otro buen trabajo desde Australia, y ya van unos cuantos en los últimos años.

7,5