Minor Victories – Minor Victories

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No es fácil que los súper grupos funcionen, pero, de algún modo, Minor Victories lo han conseguido. La banda formada por Rachel Goswell (Slowdive), Stuart Braithwaite (Mogwai), Justin Lockey (Editors) y James Lockey (Hand Held Cine Club) acaba de editar uno de los discos más interesantes de lo que va de año. Y no es que hagan nada nuevo, ya que estas canciones suenan exactamente a la que saldría si metiéramos en una coctelera a estas cuatro bandas. Hay partes más shoegaze, partes más épicas, y partes un poco más melódicas. Así, de paso, no se hace un disco pesado. Y eso que es largo.

A lo largo de los últimos meses han ido adelantando parte de este álbum, y con cada tema nuevo que iban presentando, más alto ponían el listón. Primero fue la contundencia de A Hundred Ropes, que no era otra cosa que la fusión perfecta entre Mogwai y Editors, más tarde le tocó el turno de lucirse a Rachel Goswell, que nos recordaba lo que es buen dream-pop en Folk Arp, y por último, nos enseñaron su faceta más pop en Scattered Ashes (Song For Richard), en la que James Graham, de The Twilight Sad, dejaba claro que es uno de los cantantes con más carisma de la actualidad. Solo con estos tres temas ya bastaría, pero hay más, mucho más.

Como es lógico, en este debut predominan las guitarras contundentes y densas, los paisajes sonoros ensoñadores, y mucha de la épica que caracteriza a sus bandas principales. Hay muchos ejemplos de esto en el álbum, como Give Up The Ghost, la canción que lo abre. Pero también hay alguna sorpresa que otra. Es el caso de Cogs, en la que se animan bastante y se sacan de la manga un tema contundente, con solos de guitarra y todo, pero también muy pop. Pero claro, la gran sorpresa viene de la mano de Mark Kozelek, que hace un precioso dúo con Goswell en For You Always. En ella se relajan bastante, dejan de lado guitarras distorsionadas, y dan todo el protagonismo a un xilófono, y a la voz de Kozelek. Esta canción casa perfectamente con la parte final del álbum, en la que nos encontramos con una joya como The Thief, que tiene un final intenso, en el que las guitarras y los teclados explotan con fuerza, y con Higher Hopes, el tema que cierra el álbum, que viene a ser algo así como una canción de Mogwai con la voz de Rachel Goswell.

Muy pocas pegas se le pueden poner al debut de Minor Victories, ya que, incluso Out to Sea, que sería la canción más sosa del disco, es notable. Quizá algunos dirán que no sorprende demasiado, que es exactamente lo que se esperaba de la unión de estas bandas, pero eso a mí no me parece nada malo, sino todo lo contrario.

8,7

Selección 2016 (4ª Parte)

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Sí, ya sé que estoy un poco tardón con esto de las recopilaciones mensuales (llevo una de retraso), pero es que tampoco hay mucho donde rascar. Este mes, al llevar tanto tiempo sin colgar ninguna, he conseguido hacer una con 22 canciones interesantes, pero no es lo habitual.

La primera parte es muy rock, y en ella hay nuevo temas de Dinosaur Jr, Band of Horses, o Minor Victories. Además de cosas ya conocidas en el blog, como Oscar, que me tiene loco, The Posies, o Wolf Parade. Sin embargo, la segunda parte me ha quedado mucho más electrónica. En ella nos encontramos con nuevas canciones de Beth Orton, Chvrches, Metronomy, o Wild Beasts. Pero también con cosas curiosas, como Patience, el nuevo proyecto synth-pop de la cantante de Veronica Falls, o la canción con la que Gruff Rhys apoya la permanencia del Reino Unido en Europa.

Espero que os guste.

  • 1. Tiny / Dinosaur Jr. 3:13
    2. Sometimes / Oscar 3:46
    3. Casual Party / Band Of Horses 3:54
    4. March Climes / The Posies 3:50
    5. Risto’s Riff / Moonface And Siinai 4:39
    6. C’est La Vie Way / Wolf Parade 3:50
    7. Scattered Ashes (Song for Richard) / Minor Victories 4:19
    8. Euphoria / Eagulls 4:51
    9. Burn The Witch / Radiohead 3:41
    10. Nightmares / Sonny & The Sunsets 3:09
    11. 1973 / Beth Orton 2:53
    12. (Don’t) Wannabe / Kristin Kontrol 3:45
    13. Tiny Cities (feat. Beck) / Flume 3:57
    14. Contra / Delorean 3:58
    15. Get My Bang / Wild Beasts 3:33
    16. Execution / ANOHNI 3:38
    17. It’s Heaven / Islands 4:28
    18. Old Skool / Metronomy 5:13
    19. The Church / Patience 2:57
    20. Warning Call / CHVRCHES 4:32
    21. I Love EU / Gruff Rhys 5:01
    22. Isn’t It True / Hope Sandoval And The Warm Inventions 3:06

Eagulls – Ullages

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Eagulls se han transformado. En su segundo disco, la banda de Leeds abandona el punk rabioso y oscuro de su debut, y se deja llevar por un post-punk más cargado, lleno de bajos profundos y atmosferas ensoñadoras. Eso sí, han adaptado esa oscuridad al nuevo sonido, y ahora tienen a The Cure como referente claro. Y es que, la voz de George Mitchell, recuerda mucho a la del Robert Smith de los primeros tiempos. Lo malo es que, por el camino, han perdido parte de la rabia y frescura que tenían sus primeras canciones, y hay momentos en los que este segundo trabajo se hace un poco bola.

Como siempre, los singles previos están muy bien elegidos, y el trío formado por My Life In Rewind, Lemontrees y Skipping resulta de lo más atrayente. En parte por esas baterías contundentes que podemos escuchar en las dos últimas. Aunque, sin embargo, la primera funciona por todo lo contrario. Es una canción más delicada, casi una balada, que cuenta con un estribillo más melódico de lo habitual. Para mi gusto tenían que haber tirado más por ese camino, y adentrarse un poco en un mundo más melódico. Como muestra tenemos la genial Euphoria, con sus guitarras cristalinas y poperas, el toque new-wave de Blume, que es delicioso, o Velvet, donde podemos escuchar el mejor estribillo de todo el álbum. Incluso Aisles, que es más oscura, tiene ese punto un tanto más amable y menos áspero. Además, me gusta como acaba, con esa tormenta de guitarras un tanto contenida.

El gran pero de Ullages es que resulta un tanto monótono. Cuando las canciones no son notables, uno termina perdiendo atención, ya que todo suena demasiado similar. Por eso mismo, temas como Head or Trails y White Lie Lullabies, se hacen un poco bola, y lastran un poco el resto del álbum.

Se agradece que no se repitan, y que traten de que su carrera vaya hacia otro lado, pero no solo hay que preocuparse del cambio de sonido, también hay que currarse un poco más las canciones.

7

Kristin Kontrol – X-Communicate

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Kristin Welchez, líder y fundadora de Dum Dum Girls, ha sufrido una de las transformaciones más sorprendentes de los últimos meses. Con Kristin Kontrol, su nuevo proyecto, se ha metido de lleno en el revival de los ochenta más comerciales, y se ha olvidado del lado más guitarrero que tenía su anterior banda. Según ella misma, su primer contacto con la música fue con artistas como Madonna, Janet Jackson, Debbie Gibson o Tiffany, y ahora ha querido recuperar esas influencias que se borraron de su mente cuando las guitarras y el punk entraron en su vida. Supongo que, a sus seguidores más rockeros, no les gustará nada esta nueva identidad, pero hay que decir que le ha quedado un disco muy apañado. Además, a los que crecimos en los ochenta, ya nos tiene ganados con la nostalgia.

Hace más de un par de meses que anunció X-Communicate, y en este tiempo hemos podido escuchar algún que otro adelanto. Como pasa casi siempre, estos caramelos están muy bien elegidos, nos dejan con los dientes largos, y luego el resto del álbum no está a la altura. Eso no significa que todo lo demás que encontramos aquí sea una mierda, pero sí que Show Me, X-Communicate y (Don’t) Wannabe, están un poco por encima del resto de cortes. Y es que, el tema que da título al álbum, es todo un hit bailable, al que le ha metido un estribillo realmente pegadizo. Además, en su parte final, deja ver una notable influencia de New Order, así el cambio no es tan radical. Pero es en (Don’t) Wannabe donde consigue el momento más álgido del álbum, y no es que lo diga yo, ella misma ha declarado que es la mejor canción que ha compuesto en su carrera. Aquí, las guitarras, aparecen en un primer plano, pero se dejan robar el protagonismo por unas cajas de ritmos – obra de Kurt Feldman, primer batería de The Pains Of Being Pure At Heart, y productor a pachas de este trabajo-, convirtiendo la canción en todo un himno, que casi parece un viaje al synthpop de The Jesus & Mary Chain.

La primera parte de X-Communicate, en la que están los tres singles, es casi perfecta. White Street y Skin Shed, las dos canciones que completan la cara-a (no os olvidéis que estamos en los ochenta), se mueven en un rollo más americano y menos synth-pop. Aquí la paleta de influencias se abre y aparecen los ritmos más r&b y funk, pero también los más comerciales, ya que White Street podría ser un tema creado por una Debbie Gibson con un ataque de guitarreo. Lo malo es que en la segunda parte del disco baja un poco el ritmo y se excede con las baladas. Además, en Face 2 Face, anda un poco perdida entre lo que hacía con Dum Dum Girls, y lo que hace ahora. Está un poco más acertada en Drive the Night, que no es un mal tema, pero sigue estando muy por debajo de los primeros cortes del álbum. Si volvemos a las baladas, tengo que reconocer que hay un par que no están nada mal. Bueno, mejor dicho, una y media. Y es que, a What Is Love, le cuesta despegar, pero cuando lo hace, y se convierte en un buen tema pop, con su punteo de guitarra simple y efectivo, nos encontramos con otro de los mejores momentos del álbum. Lo malo es que hay que irse hasta el final del disco para encontrarse con otro de esos momentos. Y es que, cuando se acerca al dream-pop electrónico, como es el caso de Smoke Rings, se nota que sabe muy bien lo que está haciendo, y que este cambio no era simple capricho.

Con esta nueva identidad de Kristin Welchez perdemos a una gran rockera, pero también ganamos a una gran popera, que tampoco está nada mal.

7,8

Wolf Parade – Ep 4

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Hace unos días que Wolf Parade anunciaron su vuelta al mundo discográfico con un nuevo Ep de cuatro canciones que rompe el silencio que han mantenido durante seis años. Al igual que otras bandas, los canadienses se han dado prisa en presentar sus nuevas canciones, y lo suyo no ha sido un suplicio de meses de adelantos y tonterías en las redes sociales. Quizá, por eso, mucha gente no se ha enterado que los de Montreal tienen nuevo material. Menos mal que pronto van a empezar con la promo, y ya tienen cerrada alguna que otra fecha en festivales y alguna actuación en televisión. Y digo menos mal, porque estas canciones se merecen un buen reconocimiento.

Dice Dan Boeckner que en estos nuevos temas “Hay influencias del Heavy Glam”, e incluso comenta que “hay una canción que le recuerda a los primeros Queen y a la banda sonora de The Rocky Horror Picture Show”. Aunque también dice que ha estado tentado de llamar a una canción “Boy Division” porque suenan a unos Joy Division amateur. La verdad es que creo que siguen sonando igual que siempre, y no logro identificar esas dos canciones que menciona. Y es que, ya lo he dicho por aquí alguna vez, pero una voz tan reconocible como la de Boeckner termina marcando a un grupo, o varios, como es este caso. Yo encantado, porque es una de las voces actuales que más me gustan.

EP 4 es un trabajo que nos muestra a los Wolf Parade más acelerados, y los que van directos al grano. Apenas dura doce minutos, y en sus cuatro canciones no se andan por las ramas. No han perdido ni un ápice de la intensidad que hasta ahora ha caracterizado su música, e incluso han añadido un poco más dando protagonismo a los teclados. Es el caso de Automatic y C’est La Vie Way, que forman el dúo pop del disco, y nos recuerdan lo bien que se les ha dado siempre crear buenas melodías. Incluso cuando se ponen un poco más crudos, como es el caso de Mr. Startup (¿Será esta la canción que se parece a Joy Division?), también saben cómo crear esa melodía que se queda en la cabeza al instante. Y para terminar por todo lo alto, Floating World, que es una de esas típicas canciones suyas en las que Boeckner parece que realmente está sufriendo. Aunque sí es cierto que al final se vuelve un poco más alegre con esas trompetas.

Un regreso sencillo y directo con el que no se complican mucho la vida, ni falta que hace.

7,9

Oscar – Cut and Paste

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Según he leído por ahí, Oscar es una de las nuevas promesas del labtop pop, definición que algún espabilado ha creado para los artistas que hacen pop desde su casa, y con su ordenador. Esto le venía muy bien a este chaval de Londres, que en sus primeros singles mostraba ese toque lo-fi, pero ahora, en su álbum de debut, la cosa ha cambiado un poco. El británico sigue haciendo buen pop, en el que encontramos retazos de The Magnetic Fields (esa voz le delata), los Blur de Parklife, e incluso algo del pop californiano. Pero ahora todo suena mejor, con mucha más calidad, y más compacto. Además, no ha perdido el toque para crear buenas melodías que vimos en su Ep de debut, y nos deja un álbum lleno de hits.

Es todo un riesgo empezar un disco con una canción como Sometimes, que es un corte de pop perfecto, de esos que logran meterse en tu cabeza a la primera, pero este chico tiene dardos suficientes para lograr que el resto del disco no decaiga. Quizá, en el resto del álbum, no haya una canción tan directa como esta, pero sí mete otros ingredientes que también resultan interesantes. Está esa especie de reggae-pop llamado Be Good; sus pequeños homenajes a Stephin Merritt en Feel It Too, Good Things, y Gone Forever, o su lado más rock en Breaking My Phone, y en la maravillosa Daffodil Days.

Cuando se relaja un poco también acierta. Es el caso de Only Friend, una delicada canción en la que cuenta con la ayuda de Marika Hackman, una cantante que está dando mucho que hablar en Inglaterra. Además, si se pone más ensoñador, como es en el caso de Fifteen y Beautiful Words (la única canción que ha incluido de su Ep), se saca de la manga dos auténticas maravillas.

Sin duda alguna, Cut And Paste, es uno de los debuts más interesantes del año. Además de ser uno de los discos más entretenidos que he escuchado en los últimos meses.

8

Radiohead – A Moon Shaped Pool

Radiohead - A Moon Shaped Pool

Tengo que reconocer que, tanto teaser, tanto adelanto, tanta jugada en redes sociales, y demás tonterías que han rodeado al nuevo disco de Radiohead, han hecho que escuche este trabajo con cierta desgana. Bueno, eso, y lo poco interesante (por decirlo de una forma suave) que resultaba su anterior trabajo. Afortunadamente, Burn The Witch, el primer single, me convenció, e hizo que me animara con el resto del álbum. La lástima es que no puedo decir que, ese resto, me haya resultado muy interesante.

A lo largo de esta semana he visto todo tipo de comentarios de este A Moon Shaped Pool. Lo que más han sido las alabanzas y críticas de lo más entusiastas (nada más y nada menos que un 9,1 con Pitchfork), y la idea general de que Radiohead han vuelto reinventarse. Pero también he leído por muchos lados las palabras “aburrimiento” o “pereza”. Y no me extraña, porque, entiendo que los de Oxford tienen una especie de obligación de sorprender con cada lanzamiento que hacen, pero creo que, esta vez, se han dejado de lado la intensidad, y esa emoción que te hacían sentir casi todos sus anteriores trabajos. ¿Significa esto que el noveno disco de Radiohead es malo? No, musicalmente es muy rico, y se nota una enorme influencia de esas bandas sonoras que ha creado Johnny Greenwood en los últimos años, pero tiene un pero muy gordo. Y es que, tras escucharlo un buen puñado de veces, me quedo con la sensación de que, la gran mayoría de las canciones, son lamentos de Thom Yorke y paisajes sonoros bonitos. Sin más.

Se agradece una barbaridad que la electrónica no esté tan presente en este trabajo, y que, de algún modo, hayan vuelto a la instrumentación más clásica. Gracias a esto, tenemos una canción como Burn The Witch, que cuenta con unas cuerdas intensas y aceleradas que recuerdan al mejor Owen Pallett. O un tema de puro krautrock, como es el caso de Ful Stop. Y sí ya nos ponemos con su faceta más cinematográfica, nos encontramos con una Daydreaming que cuesta al principio, pero que al final resulta de lo más atrayente, y con Tinker Tailor Soldier Sailor Rich Man Poor Man Beggar Man Thief, que empieza un tanto sosa, pero termina con un final espectacular, con el que sí consiguen emocionar. Es más, soy de los que piensa que tenían que haber metido Spectre, esa canción que crearon para la última de James Bond, y que, inexplicablemente, fue rechazada. Total, gran parte del disco son retales de otras épocas, incluso de la primera, que es de cuando viene esa preciosa True Love Waits que llevan tocando en directo desde 1994.

Uno de los grandes problemas que le veo a esta “piscina con forma de luna”, es lo monótono que resulta. Y no es porque sea un trabajo reposado, OK Computer también lo era, y es una obra maestra. Canciones como Decks Dark o Identikit están bien, pero no dejan ser unos temas menores en una discografía como la suya. Si eso le unimos las pocas ganas que tienen últimamente a lanzarse con un estribillo, nos encontramos con un trabajo que puede resultar un tanto soporífero.

¿Cuántas oportunidades le hubiéramos dado a este disco si no fuera de Radiohead? Yo estoy seguro que no hubiera hecho el esfuerzo de escucharlo más allá de cuatro o cinco veces. Sin embargo, al ser de Radiohead, lo he hecho, y la verdad, no entiendo el porqué. Si un disco no me dice nada desde el principio, no suelo prestarle más atención. Pero claro, cuando te metes un álbum en vena durante unos cuantos días seguidos, termina por entrarte. Eso sí, creo que jamás te va a emocionar de verdad.

7,2

Holy Ghost! – Crime Cutz

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Hace poco más de una década, Nueva York se convirtió en una de las cunas del baile mundial. La ciudad norteamericana vio crecer a grupos como The Rapture,!!!, o LCD Soundsystem, que fusionaban el rock y el dance con inteligencia y talento. Diez años después, la efusividad con la que se acogía a estas bandas ya no es la misma (The Rapture ni siquiera siguen juntos). Salvo con LCD Soundsystem, que después de echarle morro y anunciar su separación (con grandes conciertos de despedida en el Madison Square Garden), se han vuelto a reunir para ser cabeza de cartel en gran parte de los festivales del mundo. Que todo este rollo se haya pasado de moda, no significa que estas bandas se hayan dejado de hacer buenas canciones, hay alguna que sigue dando buenas muestras de talento. Una de ellas es Holy Ghost!, que hace unos años cogieron el testigo con bastante gracia, y mucho baile.

Dynamics, el anterior trabajo de Holy Ghost!, era una pequeña joya, en la que fusionaban synth-pop, funk, disco, y un montón de cosas más. Además, contaba con Dumb Disco Ideas, un pepinazo de ocho minutos que se convirtió en una de las canciones de 2013. En Crime Cutz, su nuevo Ep, están mucho más comedidos, y mucho más centrados en el disco. También es cierto que no están tan acertados melódicamente. Aunque son cuatro canciones que entran muy bien.

Le han pillado el punto a las guitarras funk, y se han dejado seducir por algunos tics ochenteros que le dan un toque chulo a sus canciones. Ahí están los siete minutos iniciales de Crime Cutz que, con esos teclados tan luminosos, se convierte en irresistible. O el toque absolutamente pop de Stereotype, y el rollo funk, tan sintético, de Footsteps. Incluso, Compass Point, que es un poco más sosa, se convierte en resultona cuando entran las trompetas (de mentira) del final.

Crime Cutz cumple de sobra su función de lanzamiento entre álbum y álbum, y nos deja claro que el dúo neoyorquino tiene cuerda para rato.

7,3

ANOHNI – HOPELESSNESS

ANOHNI - Hopelessness

Nunca he sido muy seguidor de Antony, y a excepción de alguno de sus temas más conocidos (Cripple and the Starfish me parece maravillosa), y esa Blind tan impresionante junto a Hercules & Love Affair, pocas cosas de las que hace me llaman la atención. Es más, puedo decir que me quedé dormido en un concierto suyo allá por 2005, en el auditorio del Primavera Sound. Pero fue en el mismo Primavera Sound, esta vez en el del año pasado, donde me dejó alucinado. No solo por su concepto de concierto, donde repasaba lo mejor de su discografía con una orquesta, también por un tema nuevo llamado 4 Degrees, en el que nos encontramos con una intensidad que hacía años que su música no tenía. En ese momento no sabíamos que este era el primer tema de ANOHNI, su nuevo proyecto junto a Hudson Mohawke y Oneohtrix Point Never, como tampoco sabíamos que, juntos, iban a facturar uno de los discos de 2016.

Siempre he pensado que a la voz de Antony le viene de maravilla un manto electrónico, que esa melancolía que refleja se aprecia mejor entre beats cortantes y densos paisajes de teclado. Todo esto, junto a una producción algo tosca, es lo que encontramos en HOPELESSNESS, un disco donde la británica está en estado de gracia, y un disco donde da cera a todo lo que se le pone por delante. Sin duda alguna es su trabajo más político, en el que canta sobre temas que le preocupan especialmente, como la ecología, la violencia machista, o las guerras injustas que hay por todas partes del mundo. Además, no se corta un pelo y dice las cosas claras, como en esa extraña carta abierta a Obama, en la que más o menos deja claro que ha defraudado a los que en su día pusieron sus esperanzas en él con su voto.

HOPELESSNESS empieza muy fuerte, con los dos singles previos, que son dos temazos. Tanto la tristona Drone Bone Me, que cuenta la historia de una niña a la que un drone ha quitado la vida a su familia, y ella pide lo mismo para poder reunirse con ellos, como la intensidad ecologista de 4 Degrees, funcionan a la perfección. Quizá es más impactante la segunda, con esas cuerdas épicas y esa sección rítmica tan potente, pero las dos ya forman parte de lo mejor de este año. Con un comienzo así, sería normal que el resto del disco no estuviera a la altura, pero este no es el caso. Si quitamos la ya mencionada Obama, y Violent Man, que son demasiado esquivas, y un tanto extrañas, estamos ante una colección de canciones enorme. Ahí está esa sensual Watch Me, en la que habla de un amor demasiado protector («I know you love me/‘Cause you’re always watching me/Protecting me from evil/Protecting me from terrorism/Protecting me from child molesters.»), o esa ‘Execution’ que, a pesar de hablar de un tema tan duro, suena esperanzadora y es una preciosidad. Incluso cuando se acerca más a lo que hacía con Antony and the Johnsons, acierta de pleno, como es el caso de I Don’t Love You Anymore, o del tema que da título al álbum, que termina con una lluvia de beats acojonante.

Está realmente concienciado con la ecología, y casi se podría decir que es el tema central del álbum. El destrozo que estamos causando al mundo le ha servido de inspiración para crear un canción como Why Did You Separate Me From The Earth?, que es inmensa; una de esas canciones con las que te dan ganas de levantarte y cambiar el mundo. Pero también reincide en el tema de los drones, y en cómo los gobiernos lo utilizan para matar gente. Es el caso de la escalofriante Crisis, con ese lamento final, al que acompaña un saxo que pone los pelos de punta.

HOPELESSNESS es una de esas obras que solo se dan cada cierto tiempo, en la que tres artistas en estado de gracia, construyen un trabajo que suena a clásico de la música desde la primera escucha.

8,9

The Posies – Solid States

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Si hay un grupo que representa al power-pop de los noventa, ese es The Posies. La banda de Ken Stringfellow y Jon Auer siempre ha sabido cómo conjugar a la perfección guitarras potentes y grandes melodías; dos ingredientes con los que han hecho alguno de los mejores himnos del género, y que les han llevado a colaborar con Big Star, sus grandes ídolos, y el grupo clave de este tipo de música. Ahora, tras cinco años sin publicar nada nuevo, vuelven con un trabajo que va a dejar un poco descolados a sus seguidores. Pero solo un poco, no os asustéis.

Hace apenas un par de semanas que los de Seattle estuvieron de gira por nuestro país, dando unos conciertos de los que, dicen, salieron triunfantes. Allí, muchos vieron como Ken y Jon están muy cómodos metiendo sonidos pregrabados y dejando que algo de electrónica se cuele en sus canciones. Eso es algo que se puede aplicar perfectamente a las canciones de este álbum. No es que ahora de repente hagan temas de electro-pop, pero sí que hay pequeños matices (a veces no tan pequeños), y sobre todo hay un cambio en muchas de las estructuras de las canciones. Véase como ejemplo Squirrel vs Snake, que fue el primer adelanto del disco, y es un tema de paradas constantes en el que juegan con la épica en el estribillo. Un corte que tiene más que ver con los primeros Arcade Fire que con el power-pop de toda la vida. Y no, la referencia a los canadienses no es gratuita, porque los coros finales de Titanic también van por ese camino.

Una de las cosas que más me gustan de Solid States, es el lavado de cara que le han dado a su sonido. Han sabido utilizar la electrónica con inteligencia, y salvo en M Doll y The Definition, que son mucho más sintéticas que el resto del álbum, solo podemos escuchar esa electrónica en pequeñas capas. Así, sus canciones power-pop de toda la vida, como We R Power, Unlikely Places, Scattered, o March Climes, que es maravillosa, suenan mucho más actuales. Aunque también es cierto que a veces toma demasiado protagonismo, y les hace sonar excesivamente melosos, como es el caso de Rollercoaster Zen. Afortunadamente, ahí están temas como The Plague y Radiance para demostrar que siguen sabiendo cómo hacer rugir las guitarras.

La verdad es que, este lavado de cara, le sienta muy bien a su música, ya que estaban un poco estancados en su sonido noventero. Además, han conseguido volver con una buena colección de canciones, algo que muchos ya no se esperaban.

7,6