boygenius – the record

Julien Baker, Phoebe Bridgers, y Lucy Dacus, se han convertido en una especie de heroínas musicales para toda una generación desencantada. De hecho, se podría decir que han recogido el guante de todas esas bandas que en los noventa mostraban la angustia existencial que produce el ser joven dentro de un entorno al que no perteneces. Eso sí, desde un punto de vista femenino, y bastante irónico, que hace que se burlen bastante del patriarcado que sigue inundando la música. No obstante, hace poco, se retrataron imitando una mítica foto de Nirvana. Y sí, pudo ser un homenaje, pero también era toda una declaración de intenciones. Algo así como “sí, somos tres chicas, y también podemos ser estrellas del rock”. Y eso lo confirma el álbum de debut de boygenius.

the record’ sigue en la misma línea que el EP que publicaron hace cinco años. Es decir, en él, se van fusionando las tres facetas musicales de cada una. Y es que, aunque metamos a las tres dentro del carro del indie-rock, tienen personalidades muy diferentes. Aunque también es cierto que las une el amor por la poesía -gracias a eso se hicieron amigas-. Además, para este disco han reclutado a Melina Duterte de Jay Som al bajo, Carla Azur de Autolux a la batería, y Sarah Tudzin de Illuminati Hotties como ingeniera de sonido. Y, por si esto fuera poco, la actriz Kristen Stewart les ha dirigido un vídeo que abarca los tres singles principales. Así que estamos ante un disco hecho por muchas mujeres diferentes.

Lo que más me gusta de boygenius es esa habilidad con la que fusionan sus tres personalidades, pero, eso sí, siempre dejando claro de quien es cada tema. Ahí tenemos las tres canciones que editaron como adelanto hace unas semanas. En “$20”, nos encontramos un lado más potente y guitarrero que bien podría aparecer en un álbum en solitario de Baker -también aparece más tarde en las estupendas “Satanist” y “Anti-Curse”-. Sin embargo, en “Emily I’m Sorry”, bajan el ritmo y nos dejan un tema más parecido a lo que encontrábamos a su EP. Y de paso, también se acerca bastante a la carrera en solitario de Bridgers. De hecho, está compuesta por ella, y fue la canción con la que el proyecto resurgió. Y en la preciosa “True Blue” recurren a ese lado tan melódico y pop con el que cuenta la música de Dacus.

Donde más se nota el conjunto del grupo es en los temas más tranquilos y acústicos. Ahí se puede ver más de una influencia que se sale de los noventa. Como en “Cool About It”, que prácticamente parece una canción de Simon & Garfunkel. Además, una de las buenas. O en esa preciosidad llamada “Revolution O”, la cual envuelven con unas cuerdas maravillosas. Algo a lo que también recurren, aunque en menor medida, en “Letter To An Old Poet”, una canción folkie que dedican a todos esos poetas que les han servido de inspiración. Eso sí, para mi gusto, lo mejor del álbum llega cuando aparece “Not Strong Enough”. Y es que, lo de irse al pop les sienta de maravilla, y ese sinte que aparece a mitad de canción me parece alucinante.

8

Lana Del Rey – Did you know that there’s a tunnel under Ocean Blvd

Lana Del Rey me pareció un soplo de aire fresco allá por 2011, cuando editó “Video Games” y “Blue Jeans”. Es más, por ahí tengo el picture-disc que publicó con esos dos temas. También me pareció interesante su primer trabajo, el cual cayó en la primera etapa del blog. Pero, a partir de ahí, tan solo me han llamado la atención algunos de sus temas. Y es que, con ella, siempre me pasa lo mismo: me gustan los singles pero los discos completos se me hacen bola. Algo que me ha vuelto a pasar con su nuevo trabajo. Y me da bastante rabia, la verdad, porque los singles previos me parecen una pasada. Es más, fui de los pocos que metí el primero entre las mejores canciones de 2022.

Le he dado mil vueltas a este ‘Did you know that there’s a tunnel under Ocean Blvd’, y nada, se me hace igual de largo que su título. Me he fijado bien en las letras, que todo el mundo dice que son las mejores de su carrera. Y sí, la verdad es que, como compositora, es de diez. Además, parece que estamos ante un disco muy personal en el que toca temas como la familia o la maternidad. Pero, bajo mi punto de vista, eso no es suficiente, y si te vas a un disco de 77 minutos en el que, prácticamente, solo hay baladas, tienes que dar algo más en el plano musical. Eso, o meter la tijera y dejar unos cuantos temas para la edición deluxe que, a buen seguro, terminarás editando. Pero no ha hecho ninguna de las dos cosas. Y mira que se podría haber ahorrado la revisión de su “Venice Bitch” que cierra el álbum.

Es innegable que el noveno disco de Lana Del Rey empieza estupendamente. No podría ser de otra manera cuando tienes los tres singles previos entre sus cuatro primeras canciones. Son tres cortes que funcionan a la perfección. Ahí tenemos esa “The Grants”, que no deja de ser una típica canción suya envuelta en unas cuerdas de lo más épicas. Pero ese coro góspel que la corona ya le da un punto diferente. Algo que también se podía decir del tema titular, que va subiendo de intensidad hasta la que la lánguida voz de Lana se fusiona con la de un coro. Y es imposible que no se te pongan los pelos de punta cuando llega ese momento. Además de “A&W”, en la que sale de su zona de confort para meterse en mundos cercanos al trap. Es más casi se podría decir que rapea en su parte final.

Los problemas llegan a partir del quinto tema. Bueno, por decirlo de alguna manera, porque en “Judah Smith Interlude” nos deja casi cinco minutos de un sermón del pastor del mismo nombre. El cual, por cierto, es un homófobo y un antiabortista. Y sí, parece que Lana Del Rey lo mete como burla -se supone que las risas de fondo son suyas-, pero no está dejando de darle voz. Además, ella es asidua a su iglesia. Aunque eso sería lo menos, lo peor es que ya te sumerge en una bajona de la que es difícil salir. Porque, además, tras este corte, aparecen los momentos más lánguidos del disco. Canciones como “Candy Necklace” o “Kintsugi”, las cuales podrían haber funcionado en otro contexto. Pero aquí no, y menos cuando entre medias aparece otro interludio protagonizado por Jon Batiste.

El disco vuelve a tomar forma a partir de “Paris, Texas”, momento, en el que, casualmente, empiezan una serie de temas en los que hay colaboradores. Y es que, esas colaboraciones, hacen que se salga un poco de su zona de confort y que el álbum vuelva a brillar. Ahí tenemos “Grandfather Please Stand on the Shoulders of My Father While He’s Deep-Sea Fishing”, un tema junto al compositor francés Riopy, en el que la Lana Del Rey más épica entra en juego. O la preciosa “Let The Light In”, donde se alía con Father John Misty para hacer una preciosa y orquestal canción de folk. Incluso esa “Margaret” de sonido lo-fi en la que aparece Jack Antonoff, que también produce el álbum, tiene más alma. Eso sí, el trap que encontramos en “Peppers” no pega mucho, pero al menos te despierta un poco.

7,1

Unknown Mortal Orchestra – V

Siempre me han gustado los grupos que deciden cambiar de rumbo con cada disco que editan. Incluso aunque la dirección escogida es errónea y el experimento no termina de funcionar del todo. Porque, al menos, se han arriesgado y han tratado de que su música vaya más allá. Y en esto es un experto Ruban Nielson, el hombre que se esconde tras el nombre de Unknown Mortal Orchestra. Y es que, si en su anterior álbum le dio por irse hacia un rock algo sucio que le sirvió para hacer canciones que hablaban de sexo y comida -según él, los dos mayores placeres del mundo-, en su nuevo trabajo recupera ese lado más funk con el que contaba su ‘Multi-Love’. Además, cambia la temática, y aquí nos deja una colección de canciones que, principalmente, hablan de la familia.

Este cambio que presenta ‘V’ es debido a una mudanza del propio Nielson. El de Nueva Zelanda vive ahora en Palm Springs, y parece que la soleada California ha sido la gran influencia de este disco. El álbum está lleno de ritmos funk, órganos que suenan a otras épocas, y un cierto toque retro que, irremediablemente, nos lleva a los setenta. Porque, y eso sí es cierto, no pierde parte de esa psicodelia que siempre ha caracterizado su música. Además, ese cambio de residencia también ha servido de influencia a la hora de crear las letras, ya que, el estar a miles de kilómetros de su familia, le ha servido para darse cuenta de lo mucho que la necesitaba. De hecho, al final, su hermano Kody termino volando a California para ayudarle con las grabaciones. Incluso tenemos a su padre tocando el saxo y la flauta en parte del disco.

Estamos ante un disco curioso en el que su sonido, que es un tanto lo-fi, le da un punto de lo más interesante a sus canciones. Unos temas que, por cierto, son de lo más pop, y nos muestran a unos Unknown Mortal Orchestra con ganas de disfrutar de un buen estribillo, un ritmo para lanzarse a la pista de baile y una melodía con la que dejarse llevar. Ahí tenemos la extensa y acelerada “The Garden”, que abre el álbum de la forma más esplendorosa posible. O esa juguetona “Meshuggah” llena de guitarras funk que se fusionan con una voz de lo más sucia. Y si nos vamos a “That Life” y “Weekend Run”, nos encontramos con dos singles perfectos para vender un disco. Además, no me puedo olvidar de esa deliciosa y delicada “Layla”, la cual está dedicada a su madre.

Una de las cosas buenas de este disco, es que no necesita hacerse con un ritmo bailable y con un estribillo más pop para que sus canciones funcionen. Cuando baja el ritmo es capaz de entregar cosas tan bonitas como “Guilty Pleasures” o “In The Rear View”. Además, ha conseguido que los temas instrumentales, que son unos cuantos, no lastren el álbum. De hecho, hay un par que son de lo mejorcito. El primero es ese “The Widow” que te transporta directamente a los años que precedieron a la música disco. Y luego tenemos ese pequeño bucle psicodélico llamado “Shin Ramyun”, que tengo que reconocer que me va bastante. Eso sí, en su tramo final, el disco flojea y nos deja tres canciones que casi se las podría haber ahorrado. Si lo hubiera hecho, estaríamos ante un trabajo más redondo.

7,8

Connections – Cool Change

Nunca es tarde si la dicha es buena. O eso dicen por ahí. El caso es que este refrán me viene muy bien para hablar de Connections, ya que estamos ante una banda que lleva más de una década en activo, y cuenta con una extensa discografía. Es más, una parte de la formación viene de 84 Nash, un grupo que tuvo cierta repercusión en la escena de Ohio a finales de los noventa -de hecho, fueron los primeros en firmar con Rockathon Records, el sello de Robert Pollard-. Pero yo tengo que reconocer que no supe de su existencia hasta hace unas semanas, cuando me topé con el primer single de su nuevo álbum. Y la verdad es que el flechazo fue instantáneo.  

Antes de ponerme a tope con este ‘Cool Change’, le he dado un pequeño repaso a sus cinco trabajos anteriores, y casi se podría decir que estamos ante un cambio significativo en la banda. Ya no por el estilo musical que practican, que se mueve entre el indie-rock de lo noventa y la new-wave con una enorme facilidad. Aunque también tiran bastante del rollo neozelandés. Donde más se nota es en el sonido. Aquí hay una limpieza que no aparecía en ninguno de sus otros álbumes. Sobre todo, en el anterior, que para ser su primer disco editado con Trouble In Mind, sonaba sucísimo. Y lo mejor es que esa limpieza le sienta de maravilla a sus canciones.

Connections empiezan a lo grande con “In Space”. Estamos ante un pegadizo tema en el que se acercan bastante a ese rock de las antípodas que comentaba más arriba. Aunque sí es cierto que al final la cosa se endurece un poco. Un sonido que también protagoniza cortes tan notables como “Vacationland” o “Unsolved Mysteries”. Incluso se deja ver en canciones como “California Raisin” y “I Confess”, que cuentan con esa languidez que tanto recuerda a Pavement. Y es que, no hay que olvidar que la banda de Stephen Malkmus bebió todo lo que pudo de la escena kiwi-rock. Pero ojo, que no se olvidan del lado mas indie-rock y americano de su música. Ahí tenemos un tema como “Lorraine”, que los sumerge de lleno en todo ese rock universitario norteamericano que nos dejó alguna de las mejores bandas en los ochenta.

Sin duda alguna, este trabajo me ha terminado de conquistar por su lado más new-wave y setentero. Y no es que lo demás se les dé mal, para nada, pero es un sonido que ahora practican muchas bandas. Sin embargo, esa influencia del rock de finales de los setenta es más difícil de ver últimamente. Y a ellos se les da de maravilla, como bien muestran en esa “Slow Ride” que terminan con un teclado que es puro The Cars. O en “Steppin’ Out”, donde sus guitarras crudas se fusionan con un piano y con unos coros que son una delicia. Además de una “Let Me Eat Cake” en la que, incluso, se van un poco más atrás y se meten en terrenos del rock más sixties -esas palmas les delatan-. Eso sí, para cerrar, prefieren irse hacia su lado más indie-rock en la estupenda “You Are All You Need”.

8

The Reds, Pinks & Purples – The Town That Cursed Your Name

El año pasado cayeron en el blog cuatro entradas de The Reds, Pinks & Purples, el que es el proyecto principal de Glenn Donaldson. Algo que no debería sorprender a sus seguidores, que ya conocen la activad frenética con la cuenta el artista de San Francisco. Lo que sí resulta sorprendente es la temática que protagoniza su nuevo álbum. Donaldson se sumerge a lo largo de sus doce canciones en el mundo de la industria musical. Y lo hace de una forma derrotista y desde el punto de visto de un artista de su posición. Es decir, que tiene asumido que nunca va a poder vivir de la música. Por eso resulta tan sorprendente esa activad tan frenética a la hora de componer y editar sus trabajos. Porque, al final, muchos otros ya hubieran tirado la toalla. Aunque yo me alegro de que no lo haga.

The Town That Cursed Your Name’ sigue presentándonos a unos The Reds, Pinks & Purples que se sumergen de lleno en un indie-pop melancólico. Y lo cierto es que le sigue funcionando muy bien. Además, por aquí hay alguna pequeña novedad en forma de balada. Es el caso de “Almost Changed”, que nos muestra a un Donaldson dejándose llevar por una guitarra acústica y un ritmo pausado. Aunque eso sí, sin olvidarse de la melancolía que invade toda su música. Un sonido en el que también se sumerge en la preciosa “Here Comes the Lunar Hand”. Y luego tenemos un tema como “Break up the Band”, que cierra el álbum dando protagonismo a un piano. Además, en su letra, es donde más se puede ver ese tono derrotista a la hora de hablar de la industria musical.

Tengo que decir que Donaldson está más inspirado que otras veces. Y eso que siempre lo está y no tiene ni un solo disco malo. Pero aquí se ha hecho con una colección de melodías y estribillos brillantes. Sobre todo, cuando van acompañados de unas guitarras más sucias. Ahí tenemos la estupenda “Life in the Void”, que suena como su a The Cure les hubiera dado por el C86. O de esa especie de himno veraniego llamado “Burning Sunflowers”. Un tema que, por cierto, me ha recordado un poco a esa versión del “Ghosts Again” de Depeche Mode que se marcó hace unas semanas. Además del maravilloso dúo que forman “What is a Friend?” Y “Mistakes (Too Many To Name)”, donde se regodea en esas guitarras sucias, densas, y llenas de melancolía.

También hay temas más limpios y puramente indie-pop. De hecho, diría que así es como empezó este proyecto. Cortes como “The Late for an Early Grave” y “Leave It All Behind”, que nos muestran esa faceta de The Reds, Pinks & Purples en la que las guitarras acústicas se fusionan con las eléctricas y logran dar con ese sonido lleno de sencillez, pero absolutamente emotivo -el punteo de guitarra de la segunda es una maravilla-. Pero lo mejor de esta faceta llega con “Waiting on a Ghost to Haunt You”, en la que, además, se suelta con unas palmas de lo más vibrantes. Toda una joya marca de la casa.

8

Depeche Mode – Memento Mori

Creo que somos muchos y muchas los que, tras sus últimos discos, habíamos perdido la fe en Depeche Mode. Y no es que fueran especialmente malos, pero sí que estaban faltos de carisma y no conseguían funcionar más allá de tres o cuatro canciones -no sé qué desayuné la mañana que decidí ponerle un 8 a ‘Delta Machine’-. Además, sus giras, cada vez más rockeras y predecibles -el mismo setlist que sólo se ve alterado por unos pocos temas del nuevo álbum de turno-. Pero todo esto ha cambiado con su nuevo trabajo. Incluso la gira, que comenzó ayer en Sacramento, cuenta con un repertorio más interesante -tocaron hasta “Waiting For The Night”, una de las mejores canciones de ‘Violator’-. Así que sí, he recuperado totalmente la fe en Depeche Mode. Es más, estoy muy a tope con ellos.

Evidentemente, hay un dato que no se puede obviar a la hora de hablar de este álbum: la repentina muerte de Andy Fletcher el pasado año. Dave Gahan y Martin Gore se han quedado solos ante el proyecto, y sí, puede que Fletcher tampoco hiciera mucho a la hora de componer y grabar las canciones de la banda, pero era una pieza fundamental de ella. Algo así como la bisagra que mantenía unidos a Gahan y Gore, que, por sus últimas declaraciones, debe de ser que no tenían mucho en común. Y claro, a pesar de que han comentado que ya estaban trabajando en este ‘Memento Mori’ antes de que ocurriera la triste noticia, resulta inevitable que la muerte sea la protagonista de muchas de las canciones del álbum. Aunque también hay que decir que no es un disco especialmente triste.

Siempre he pensado que Depeche Mode se mimetizan muy bien con los productores que eligen -bueno, excepto en el fallido ‘Exciter’-, y este trabajo es una buena prueba de ello. James Ford y Marta Salogni, que se han encargado del sonido y la mezcla, han sido muy listos. De hecho, se han apuntado a eso de “menos es más”, porque buena parte de las canciones más directas del álbum funcionan con lo básico. Ahí tenemos “Ghosts Again”, ese estupendo single que nos puso los dientes largos hace unas semanas. No es una canción llena de capas de teclados y guitarras, todo lo contrario, es simple a más no poder. Pero esa bonita melancolía que la cubre, la ha convertido en un clásico instantáneo. Y ojo, que es uno de los cuatro temas que han coescrito junto a Richard Butler de The Psychedelic Furs.

Por fin podemos decir que estamos ante un nuevo disco de Depeche Mode que contiene varias canciones que pueden mirar de tú a tú a unos cuantos de sus clásicos. El mejor ejemplo lo encontramos en “Wagging Tongue”, un tema compuesto a pachas por Gahan y Gore -toda una rareza en su discografía-, en el que se van a un synth-pop absolutamente minimalista, y de lo más ochentero, que es una autentica delicia. Además, suena muy optimista. O de “Favourite Stranger” y “Never Let Me Go”, que nos presentan una faceta casi post-punk. No obstante, la primera es otra de las composiciones en las que ha metido mano Richard Butler. Y luego tenemos “People Are Good” -sí, hay dos canciones que casi comparten título con dos de sus temas más conocidos-, en la que vuelven a tirar del lado minimalista del synth-pop. Y lo bordan.

Una de las cosas que más me ha gustado de este disco es que salen de su zona de confort en un par de ocasiones. La primera, nada más empezar. “My Cosmos is Mine” es uno de los singles más extraños de su carrera. Su suciedad y oscuridad la puede emparentar con otros temas de la banda, como esa “Pimpf” que abría ‘Music For The Masses’, pero aquí van más allá. Sólo hay que escuchar ese puente in crescendo y antibelicista que aparece a mitad de canción. Y la segunda es en “Caroline’s Monkey”, que nos presenta a unos Depeche Mode haciendo un synth-pop muy extraño y escurridizo, pero bastante intrigante. Desde luego, no suena a nada de lo que hayan hecho antes. Quizá, porque está Butler está de nuevo por aquí.

Muchos os estaréis preguntado qué pasa con las baladas de este álbum. Pues básicamente que también funcionan bien. Ahí tenemos esa épica “Don’t Say You Love Me” en la que aparecen unas cuerdas de lo más elegantes y cinematográficas. Además, Gahan se luce de lo lindo vocalmente. O “Soul With Me”, el único tema del disco que canta Martin Gore, y una de sus joyas. Y mira que no suelo soportar sus aportaciones vocales, pero aquí está enorme. Su aire retro y soul, y ese subidón final, hacen de ella toda una power ballad. Y luego tenemos “Always You”, que no es exactamente una balada, pero sí uno de sus clásicos medios tiempos sintéticos. La que no termina de cuajar es “Speak To Me”. Sobre todo, porque al ser una canción más floja, y meterla al final, da la sensación de que sobra.

8

Flyying Colours – You Never Know

No resulta fácil destacar en una escena como la del shoegaze, que está bastante saturada y llena de bandas que se creen que, llenando todo de ruido, la cosa ya funciona. Pero no, hay que tener el talento suficiente para que ese reverb que siempre está al máximo, encaje a la perfección con una buena melodía. Y ahí es donde Flyying Colours juegan con ventaja. La banda de Melbourne ya nos mostró con su anterior trabajo que tenían la lección muy bien aprendida. Porque, además, sabían cuando salir de ese universo shoegaze e irse hacia caminos más pop. Algo que siempre se agradece. Y así siguen en su nuevo trabajo.

You Never Know’ tan solo es su tercer trabajo. Porque, como ya comenté cuando puse por aquí su segundo álbum, estamos ante un grupo que tiene compaginar su vida laboral diaria con su pasión por la música. Pero claro, en los últimos años, la normalidad ha dejado de existir como tal, y gracias a uno de los parones de la pandemia, tan solo han tardado dos años en dar con una nueva colección de canciones -entre su primer trabajo y el segundo pasaron cinco años-. Además, también les dio tiempo de juntar y reeditar sus dos primeros EPS. Así que, por una vez, parece que la pandemia ha servido para algo bueno.

Estamos ante un trabajo que casi se podría decir que está divido en dos partes. Así, en lo que sería la “cara-a”, nos encontramos con una faceta más shoegaze. Pero ojo, que siempre dentro de un lado más pop y melódico. Así, nada más empezar, entregan “Lost Then Found”, un enérgico tema en el que la distorsión tarda en entrar, pero cuando lo hace, se deja notar. O “I Live In A Small Town” y “Do You Feel The Same”, donde ese shoegaze se adentra en mundos absolutamente pop. De hecho, son dos temas que me han recordado bastante a los Pains más ruidosos. Y eso siempre es bueno. Pero ojo que, para terminar esta cara, nos dejan “Oh”, un tema en el que los teclados se fusionan con las guitarras densas y con unos coros angelicales. Vamos, que se han hecho un My Bloody Valentine en toda regla.

La cosa cambia bastante en la “cara-b”. Aquí las guitarras suenan más limpias, y salvo en “Hit The Road”, que sí se adentra en las enseñanzas del ‘Loveless’, el resto vira más hacia sonidos más dream-pop. Sólo hay que escuchar esa preciosidad llamada “Bright Lights”, que casi parece salida del catálogo de Sarah Records. O esa maravilla llamada “Goodbye to Music”, donde los teclados cobran más protagonismo. Una canción, por cierto, que está inspirada en el temor que tiene Brodie J Brummer, su cantante y guitarrista, a quedarse sordo. Y ojo con esa gema dream-pop llamada “Modern Dreams”, que es una absoluta preciosidad. Como el indie-pop que aparece en la estupenda “Never Forget”, la cual cierra el álbum dejándonos con ganas de más. Y eso no me suele pasar con muchos discos.

8

Yves Tumor – Praise A Lord Who Chews But Which Does Not Consume; (Or Simply, Hot Between Worlds)

Hace poco que leí en algún lado que Yves Tumor era algo así como el David Bowie del Siglo XXI. Y no porque el hombre que se esconde detrás de este proyecto comparta apellido con la leyenda británica -en realidad se llama Sean Bowie-. Las razones que daban para esta afirmación, es que, al igual que el Duque Blanco, Tumor intenta que, cada uno de sus discos, suenen diferentes a todo lo que hemos escuchado hasta ahora. Y todo esto sin salirse del todo de su faceta más rock. Aunque esta comparación también tiene que ver un poco con esa imagen andrógina y algo extraña con la que cuenta Tumor. Pero eso es lo de menos, porque, lo cierto, es que no puedo estar más de acuerdo en que estamos ante uno de los artistas más interesantes de la actualidad.

Praise A Lord Who Chews But Which Does Not Consume; (Or Simply, Hot Between Worlds)’ -se ha quitado un peso de encima con el título del disco-, es un trabajo en el que Yves Tumor ha contado con la ayuda de Noah Goldstein y Alan Moulder. Un dato bastante importante a la hora de analizar el sonido de este disco. Y es que, el primero, cuenta con un currículo en el que hay discos de Kanye West -nada menos que el ‘My Beautiful Dark Twisted Fantasy’-, Frank Ocean, o Rihanna. Y qué más se puede decir de Alan Moulder, que ha estado detrás de alguno de los grandes clásicos del indie-rock y el shoegaze. Son dos elecciones que no están hechas al azar, porque, precisamente, es la fusión del sonido guitarrero y el R&B, lo que hace de este disco algo alucinante.

El disco se abre con “God is a Circle”, todo un pepinazo de rock corrosivo y oscuro que cuenta con una línea de bajo que es una pasada. Y es que, estamos ante un trabajo lleno de pequeños detalles que hacen que las canciones se conviertan en algo grande. Ahí tenemos el lado más luminoso que aparece en temas como “Lovely Sewer” o “In Spite of War”, donde una voz femenina suaviza el asunto. Y hay que decir que las dos son sobresalientes. O esa “Meteora Blues” que empieza como una canción glam y que, de repente, rompe con una potente guitarra que es puro shoegaze. De hecho, no puede sonar más a los primeros Smashing Pumpkins -Moulder estuvo detrás del ‘Mellon Collie and the Infinite Sadness’-. Además del art-rock que aparece en la más experimental “Purified By the Fire”.

Una de las cosas más interesantes de este trabajo es que Yves Tumor se atreve a jugar bastante con su voz. Es más, tira un par de veces de falsete y se acerca un poco a Prince en cortes como “Parody” y “Heaven Surrounds Us Like a Hood”. Aunque eso sí, desde una visión absolutamente rock. Porque hay que decir que, al final, las guitarras terminan ganando la partida. Incluso cuando se pone abiertamente electrónico, como es el caso de “Operator”, todo un torbellino sonoro al que es imposible resistirse. Sobre todo, cuando aparecen a esos coros gritando eso de “Be Aggressive”. Y ojo, porque la electrónica también juega un papel importante en cortes como “Echolalia” y “Fear Evil Like Fire”, que son inmensas. Eso sí, para cerrar, aparece de nuevo su lado más rock “Ebony Eye”, donde llena su música de cuerdas y épica.

8,5

Novedades musicales: marzo 2023

La tercera recopilación de novedades del año también viene bastante cargadita. Aunque, eso sí, un poco menos que las dos primeras. Y es que, seguimos en una vorágine de singles y adelantos de discos bastante inusual. O quizá, es que estamos teniendo un buen año. El caso es que me he vuelto a juntar con 60 canciones en las que hay un poco de todo.

Tenemos grandes nombres, como los de Depeche Mode, Sparks, Christine and the Queens, Lana Del Rey, Everything But The Girl, The National o The Chemical Brothers. Grupos que podríamos calificar de medianos, como boygenius, The Lemon Twigs, Beach Fossils, Nation of Language, o Tanlines. Y, por supuesto, artistas menos conocidos, pero que tienen mucho que decir. Una categoría donde entran Water From Your Eyes, Kosmetika, The Ballet, o bar italia. Y ojo con The Reds, Pinks and Purples, que se han marcado una estupenda versión de “Ghosts Again”, el último single de Depeche Mode.

Espero que os guste.

1. Barley / Water From Your Eyes 3:29

2. The Girl Is Crying In Her Latte / Sparks 2:57

3. Silver / AUTOBAHN 4:07

4. Psycho TV / Kosmetika 2:28

5. Make Way / Protomartyr 2:58

6. Máquina que no para / Surfin’ Bichos 4:13

7. Bath County / Wednesday 3:10

8. Wrapped in Gold / World News 3:58

9. Making a Break / Superchunk 3:18

10. An Imposed Exile / The High Water Marks 2:48

11. Setting Sun / Whitelands 4:07

12. Breathless / Oceans 3:23

13. No Repair / Bodywash 4:28

14. Indigo / Bleach Lab 4:05

15. Don’t Fade Away / Beach Fossils 3:23

16. Easy Hands / The Mary Onettes 4:03

17. Air / Phantom Youth 3:45

18. Two Boyfriends / The Ballet 3:20

19. Vanity/Losing / Letting Up Despite Great Faults 3:28

20. Ghosts Again / The Reds Pinks and Purples 4:26

21. Between These Ears / Moreish Idols 3:47

22. Nurse! / bar italia 3:48

23. ‘ Cello Song / Fontaines D.C. 5:04

24. Old Clothes / Gap Year 4:18

25. 304 Molino Way / The No Ones 3:07

26. Arboretum Miles / The Laughing Chimes

27. In My Head / The Lemon Twigs

28. Pontius Pilate’s Home Movies / The New Pornographers

29. Not Strong Enough / boygenius

30. Long Long Long / Kate Davis

31. Tell Me What You Want / Caroline Rose

32. Back To This / Alaska Reid

33. Smog / Indigo De Souza

34. Swim Back / Daughter

35. Rooftops / Hatchie feat. Liam Benzvi

36. Impurities / Arlo Parks

37. The Grants / Lana Del Rey

38. Borrow Trouble / Feist

39. New Order T-Shirt / The National

40. Run A Red Light / Everything But The Girl

41.Afterglow / The Album Leaf feat.Kimbra

42. To be honest / Christine and the Queens

43. My Cosmos Is Mine / Depeche Mode

44. Destiny / Decisive Pink

45. Fuego baila conmigo / Escuelas Pías

46. Mistress / Comando Suzie

47. Sole Obsession / Nation of Language

48. Never Ever / Body Of Light

49. Soon the Sea / Mint Julep

50. Miss You / Jonathan Bree feat. Princess Chelsea & Nile Rodgers

51. Outer Banks / Tanlines

52. Aylesbury Boy / Baxter Dury

53. Wings Of Time / Tame Impala

54. Over / CHVRCHES

55. Close To The Clouds / Art School Girlfriend

56. CooCool / Róisín Murphy

57. So Hard So Hot / Alison Goldfrapp

58. ALL I GOT / Frost Children

59. Hear Me / HÆLOS

60. No Reason / The Chemical Brothers

Andy Shauf – Norm

Llevo varias semanas para poner por aquí el nuevo disco de Andy Shauf, pero, con tanta novedad que ha salido últimamente, lo he ido posponiendo. Y es que, aunque me suele gustar lo que hace el artista canadiense, reconozco que hay veces que me cuesta un poco meterme en su música. Eso sí, cuando le pillo el punto, ya no hay quien me pare. Algo que me ha pasado en los últimos días más soleados y calurosos, que ha sido cuando he vuelto a este trabajo y le he dado más cancha. 

Los discos de Andy Shauf siempre han contado con una especie de concepto que, a menudo, era autobiográfico. Algo que ha cambiado en este trabajo. Y es que, aunque sigue teniendo un concepto que gira en torno al amor, y al bien y el mal, esta vez no se ha fijado en su vida para contar las historias que nos encontramos en este ‘Norm’. Menos mal, porque estamos ante un personaje -el Norm que da título al disco- que se dedica a acosar a una mujer. De hecho, parece que la historia no termina muy bien. 

Lo más sorprendente de la música de Andy Shauf es el contraste que hay entre las historias que cuenta, que suelen ser trágicas, y el pop preciosista que elige para adornarlas. Algo de lo que da buena cuenta en este álbum, porque estas canciones de acoso y mal rollo vuelven a estar protagonizadas por un sonido absolutamente delicioso. Así, nada más empezar, nos encontramos con una “Wasted on You” absolutamente maravillosa en la que reincide en su pop retro. Un sonido más pop que también aparece en “Halloween Store”, el corte más animado del disco. Y es que, sí es cierto que en este trabajo está un poco más tranquilo de lo habitual. Aunque lo compensa con la instrumentación más ambiciosa de su carrera. 

El disco está lleno de teclados que te envuelven y te transportan directamente a otra década. Sólo hay que escuchar cortes como “Catch Your Eyes” o “Telephone”, que se meten de lleno un claro sonido setentero. Un pop sofisticado que también protagoniza temas como ”Paradise Cinema” o “Sunset”, los cuales te sumergen en una especie de bruma ensoñadora y retro. Pero también tiene tiempo para acercarse a ese folk lleno de detalles que tanto protagonismo ha tenido en su carrera. Y ahí no falla, porque canciones como “You Didn’t See” o “Norm” funcionan muy bien. Además de esa “All Of My Love” final, en la que el personaje principal del disco se pregunta si ha gastado todo su amor en la persona a la que acosa. Un amor un tanto distorsionado, hay que decir. 

7,7