Depeche Mode – Memento Mori

Creo que somos muchos y muchas los que, tras sus últimos discos, habíamos perdido la fe en Depeche Mode. Y no es que fueran especialmente malos, pero sí que estaban faltos de carisma y no conseguían funcionar más allá de tres o cuatro canciones -no sé qué desayuné la mañana que decidí ponerle un 8 a ‘Delta Machine’-. Además, sus giras, cada vez más rockeras y predecibles -el mismo setlist que sólo se ve alterado por unos pocos temas del nuevo álbum de turno-. Pero todo esto ha cambiado con su nuevo trabajo. Incluso la gira, que comenzó ayer en Sacramento, cuenta con un repertorio más interesante -tocaron hasta “Waiting For The Night”, una de las mejores canciones de ‘Violator’-. Así que sí, he recuperado totalmente la fe en Depeche Mode. Es más, estoy muy a tope con ellos.

Evidentemente, hay un dato que no se puede obviar a la hora de hablar de este álbum: la repentina muerte de Andy Fletcher el pasado año. Dave Gahan y Martin Gore se han quedado solos ante el proyecto, y sí, puede que Fletcher tampoco hiciera mucho a la hora de componer y grabar las canciones de la banda, pero era una pieza fundamental de ella. Algo así como la bisagra que mantenía unidos a Gahan y Gore, que, por sus últimas declaraciones, debe de ser que no tenían mucho en común. Y claro, a pesar de que han comentado que ya estaban trabajando en este ‘Memento Mori’ antes de que ocurriera la triste noticia, resulta inevitable que la muerte sea la protagonista de muchas de las canciones del álbum. Aunque también hay que decir que no es un disco especialmente triste.

Siempre he pensado que Depeche Mode se mimetizan muy bien con los productores que eligen -bueno, excepto en el fallido ‘Exciter’-, y este trabajo es una buena prueba de ello. James Ford y Marta Salogni, que se han encargado del sonido y la mezcla, han sido muy listos. De hecho, se han apuntado a eso de “menos es más”, porque buena parte de las canciones más directas del álbum funcionan con lo básico. Ahí tenemos “Ghosts Again”, ese estupendo single que nos puso los dientes largos hace unas semanas. No es una canción llena de capas de teclados y guitarras, todo lo contrario, es simple a más no poder. Pero esa bonita melancolía que la cubre, la ha convertido en un clásico instantáneo. Y ojo, que es uno de los cuatro temas que han coescrito junto a Richard Butler de The Psychedelic Furs.

Por fin podemos decir que estamos ante un nuevo disco de Depeche Mode que contiene varias canciones que pueden mirar de tú a tú a unos cuantos de sus clásicos. El mejor ejemplo lo encontramos en “Wagging Tongue”, un tema compuesto a pachas por Gahan y Gore -toda una rareza en su discografía-, en el que se van a un synth-pop absolutamente minimalista, y de lo más ochentero, que es una autentica delicia. Además, suena muy optimista. O de “Favourite Stranger” y “Never Let Me Go”, que nos presentan una faceta casi post-punk. No obstante, la primera es otra de las composiciones en las que ha metido mano Richard Butler. Y luego tenemos “People Are Good” -sí, hay dos canciones que casi comparten título con dos de sus temas más conocidos-, en la que vuelven a tirar del lado minimalista del synth-pop. Y lo bordan.

Una de las cosas que más me ha gustado de este disco es que salen de su zona de confort en un par de ocasiones. La primera, nada más empezar. “My Cosmos is Mine” es uno de los singles más extraños de su carrera. Su suciedad y oscuridad la puede emparentar con otros temas de la banda, como esa “Pimpf” que abría ‘Music For The Masses’, pero aquí van más allá. Sólo hay que escuchar ese puente in crescendo y antibelicista que aparece a mitad de canción. Y la segunda es en “Caroline’s Monkey”, que nos presenta a unos Depeche Mode haciendo un synth-pop muy extraño y escurridizo, pero bastante intrigante. Desde luego, no suena a nada de lo que hayan hecho antes. Quizá, porque está Butler está de nuevo por aquí.

Muchos os estaréis preguntado qué pasa con las baladas de este álbum. Pues básicamente que también funcionan bien. Ahí tenemos esa épica “Don’t Say You Love Me” en la que aparecen unas cuerdas de lo más elegantes y cinematográficas. Además, Gahan se luce de lo lindo vocalmente. O “Soul With Me”, el único tema del disco que canta Martin Gore, y una de sus joyas. Y mira que no suelo soportar sus aportaciones vocales, pero aquí está enorme. Su aire retro y soul, y ese subidón final, hacen de ella toda una power ballad. Y luego tenemos “Always You”, que no es exactamente una balada, pero sí uno de sus clásicos medios tiempos sintéticos. La que no termina de cuajar es “Speak To Me”. Sobre todo, porque al ser una canción más floja, y meterla al final, da la sensación de que sobra.

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