Corridor – Mimi

Corridor me sorprendieron muy gratamente con ‘Junior’, el que fue su tercer trabajo, pero el que también fue un punto y aparte en su carrera. Para empezar, porque consiguieron ser la primera banda francófona que fichaba por Sub Pop. Pero también porque pulieron bastante su sonido y dejaron atrás buena parte del lo-fi que marcaba sus dos primeros trabajos. Y ahora, casi cinco años después, los de Montreal vuelven con un cuarto álbum en el que sí se nota algún cambio. Se puede ver que no están tan efusivos como antes y que han decidido pisar el freno para entregar alguna propuesta más relajada y ensoñadora. Aunque eso sí, no dejan de lado su faceta más rock.

Tras el sprint que fue la composición y grabación de su anterior trabajo -lo hicieron todo en dos meses-, para este ‘Mimi’ se lo han tomado con mucha calma. En parte porque la pandemia los pillo entre medias. Pero también porque ahora tienen nuevas responsabilidades familiares que se cruzan con su carrera musical. Y eso, como no podría ser de otra manera, ha terminado influyendo en el resultado del disco. Porque sí, estamos ante el inevitable disco de madurez, y para reflejarlo se dejan llevar por la experimentación. De hecho, se fueron juntos a una cabaña durante un tiempo y de allí salieron con un montón de ideas, que no canciones. Eso vino después.

Tengo que decir que lo primero que me ha venido a la cabeza tras escuchar este disco son Deerhunter. Y no iba mal encaminado, porque luego he visto que los mencionan en la nota de prensa. El indie-rock expansivo y lleno de juegos de guitarras cristalinas que aparece en temas como “Phase IV”, “Moon Argent”, o “Chenil”, recuerda bastante a la banda de Bradford Cox. Y yo encantando, porque se les echa de menos. Además, para ser justos con Corridor, hay que decir que le ponen su propio enfoque. En parte, también porque al cantar en francés aparece un pequeño toque que incluso podría acercarse a la chanson. Ahí tenemos la luminosa y preciosa “Porte Ouverte”. O esa “Pellicule” que cierra el álbum dejándose llevar por un lado más psicodélico.

Corridor no se olvidan de ese lado más efusivo y acelerado que protagonizaba su anterior trabajo. Así, en “Jump Cut” fusionan el indie-rock con los ritmos kraut para dar con un tema que te levanta de la silla en el primer minuto. Y si nos vamos a “Mourir Demain”, el que es el single principal del disco, nos encontramos con unas guitarras más sucias de lo normal, las cuales, sin embargo, nunca pierden su toque melódico. Además, también derrochan una buena de dosis de épica que le sienta de maravilla a la canción.

A Certain Ratio – It All Comes Down To This

A Certain Ratio fueron una rara avis dentro de la escena post-punk británica de principio de los ochenta. La banda de Manchester siempre citó a grupos que tenían las guitarras como punto de partida de su propuesta, como Wire o The Velvet Underground, pero también citaban a Funkadelic o Earth, Wind & Fire. Y esto se reflejaba en sus canciones, que llevaban ese post-punk a terrenos más bailables y excéntricos. Lo que hizo que no tuvieran tanto éxito como algunos de sus compañeros de escena. Pero sí que fueron muy reivindicados en esa escena dance-punk que invadió la música a principio de los 2000. Quizá, por eso, tras más de una década sin editar disco, en 2008 volvieron con un nuevo álbum y desde entonces no han parado.

It All Comes Down to This’ refleja un cambio de sonido importante en la banda. Empezando por la producción de Dan Carey que suena más limpia que nunca. Además de esplendorosa y vibrante. Pero también por como atacan sus canciones. Aquí aparece un lado mucho más pop que costaba ver en sus anteriores trabajos. Solo hay que escuchar “All Comes Down to This”, que abre el disco con un ritmo frenético que te lleva directo a la pista de baile. Pero lo bueno es que no se olvidan de acompañarlo de una excelente melodía y de unas guitarras que rugen lo justo. O esa “Keep It Real” que también sigue por la senda del funk. Y si nos vamos a “God Knows”, nos encontramos con unos A Certain Ratio que se van al synth-pop. Además, uno estupendo, porque ese teclado que la protagoniza es una delicia.

Por aquí también nos encontramos con algunas muestras de esos A Certain Ratio que son reivindicados por la escena dance-rock. Ahí tenemos esa “Out From Under” que te gana del todo con su ritmo juguetón y sus guitarras funk. Además de un estribillo bastante pegadizo. O la estupenda “Where You Coming From”, donde se oscurecen un poco más, pero en la que no se olvidan de que ahora disfrutan de un buen estribillo pop. Porque esa es otra, incluso los momentos menos directos del álbum entran bastante bien. Es el caso de “We All Need”, que es oscura y algo densa, pero tiene una sección rítmica a medio camino entre el dub y el funk que es una maravilla. O esa “Bitten by a Lizard” algo tenebrosa en la que casi se dejan llevar por un ritmo calipso.

Se podría decir que la gran sorpresa del disco llega al final. Además, es una de lo más agradable. “Dorothy Says”, el tema que cierra el álbum, nos presenta a unos A Certain Ratio haciendo ese tipo de post-punk que tenían que haber hecho si hubieran querido triunfar en las listas de los ochenta. Es un corte de lo más melódico en el que las guitarras suenan algo oscuras, pero no mucho, y los teclados brillan más de lo esperado. Una pequeña joya que los emparenta con otras bandas de su época como The Psychedelic Furs o The The. Y yo me alegro un montón, porque las dos me gustan una barbaridad.

Bullion – Affection

Tengo que reconocer que, hasta hace unos meses, jamás había escuchado la música de Bullion. Y eso que el londinense Nathan Jenkins, que es quien se esconde detrás de este proyecto, lleva casi dos décadas de carrera. Aunque también es cierto que su último trabajo data de 2016. Desde entonces, sí que ha publicado unos cuantos singles y algún que otro EP. Se ha dedicado más a ejercer de productor, donde ha dejado su huella en algunos temas de Carly Rae Jepsen, Westerman, Nilüfer Yanya, o Avalon Emerson. Hasta que hace unos años se mudó a Lisboa y encontró la inspiración para crear un nuevo álbum. Aunque eso sí, ahora parece que se ha vuelto a Londres, ya que el disco se grabó en la capital británica.

Affection’ se mete de lleno en el sonido más sofisticado que ya presentaban sus últimos singles. La electrónica más enfocada hacia la pista de baile que marcó el principio de su carrera casi desaparece por completo y da paso a un pop sintético con una fuerte influencia de los ochenta. Aunque sí que hay veces que se sale un poco de ahí y se va a otros mundos. Como en esa “A City’s Never” que abre el álbum. Un tema más animado y juguetón en el que podemos escuchar la voz de Noah Lennox, más conocido como Panda Bear. De hecho, recuerda un poco a lo que hace el músico norteamericano en solitario. Y lo curioso es que, a pesar de que vivían en la misma ciudad, nunca llegaron a coincidir y grabaron la canción vía mensajes electrónicos.

Buena parte del álbum está protagonizado por un pop lleno de teclados delicados y cajas de ritmos sofisticadas que recuerda bastante a The Blue Nile y otras bandas de los ochenta. Algo que ha intentado hacer Taylor Swift en su último trabajo y ha obtenido un resultado irregular. Solo hay que escuchar “Rare”, un tema que creó junto a Carly Rae Jepsen cuando estaban grabando su último trabajo. Es autentica maravilla elegante y emocionante que merece ser un hit. O “Once, In a Borrowed Car”, que es un poco más sintética, pero que cuenta con esa melancolía propia de la banda escocesa. Incluso en el tema titular, que es algo más bailongo, se puede apreciar esa elegancia propia del soft-pop de la época. Además de con un teclado que es una delicia. Al igual que en la notable “Your Father” y su estupendo estribillo.

Como ya he dicho más arriba, de vez en cuando se sale un poco de ese sonido. Y nada mejor que llamar a Charlotte Adigéry para que le ayude en esto. La cantante del dúo belga dejó sorprendido al propio Bullion cuando la vio actuar en un festival. Lo que le llevó a ponerse en contacto con ella para que colaborara en este trabajo. Y de ahí sale “World_train”, el que es el tema más bailongo del disco. Y hay que decir que su ritmo juguetón, sus extraños violines que aparecen de fondo, y la voz de Adigéry enganchan. Al igual que el synth-pop más efusivo que se deja ver en la estupenda “Cavalier” -me encanta como suenan los teclados en su parada intermedia-. Eso sí, para cerrar el disco no puede evitar volver a sonidos más sofisticados en la también notable “Hard To Do”.

St. Vincent – All Born Screaming

Hay pocas artistas en la actualidad que hayan sabido reciclarse tanto, y tan bien, como St. Vincent. El proyecto musical de Annie Clark ha pasado por unos cuantos cambios sonoros, los cuales suelen venir acompañados de unos cambios de imagen, sin resentirse. Todo lo contrario, con cada nuevo disco que edita, su leyenda crece un poco más. Así, tras ese ‘Daddy’s Home’ de 2021 en el que se decantaba por el rock y el funk de los setenta, ahora vuelve más oscura que nunca. Tanto en lo musical como en lo visual. De hecho, según ella misma, su nuevo estilo musical atiende al nombre de “pop post plaga”.

All Born Screaming’ es el primer trabajo que produce íntegramente la propia Annie Clark. Y es que, al parecer, tras acabar la gira de su anterior trabajo, estuvo experimentando con cajas de ritmos y sonidos electrónicos. Ese fue el detonante para que lo produjera ella misma, porque había sonidos en su cabeza que solo ella podía reproducir. Y lo cierto es que lo ha hecho de maravilla, porque este disco suena como un tiro. Además, no lo tenia fácil, porque aquí hay un poco de todo. Tenemos rock más o menos agresivo, alguno de los momentos más electrónicos de su carrera, y hasta un pop que la acerca a los Talking Heads -no olvidemos que hizo un disco conjunto con David Byrne-. Eso sí, ha contado con la ayuda de algunos músicos, como Dave Grohl, que toca la batería en dos temas, y Cate Le Bon, que colabora en la canción principal.

Cuando empiezas un disco con una canción que se llama “Hell Is Near” ya estás dando una pista clara de por donde van a ir los tiros. Aquí se habla de la muerte -hay una canción dedicada a Sophie-, de la masculinidad toxica, y de muchas cosas de mierda con las que vivimos cada día. Lo curioso es que este primer tema en el que nos dice que el infierno está a la vuelta de la esquina, es un corte agradable, tranquilo y ensoñador. De hecho, me ha recordado bastante a los primeros Air. Pero poco a poco va llegando la oscuridad. La tenemos en el rock sintético de “Breathless”, que recuerda bastante a los Nine Inch Nails menos agresivos, o en esa “Broken Man” llena de riffs potentes que se dejan acompañar por la batería de Grohl. Una batería que también aparece en la áspera “Flea”.

Curiosamente, tras ese trío lleno de oscuridad, el disco se vuelve más luminoso y pop en su segunda parte. Ahí tenemos la bailonga “Big Time Nothing”, que según la propia St. Vincent está inspirada en el Londres de los 90 y en The Prodigy. O esa “Sweetest Fruit” marcada por un ritmo electrónico de lo más pegadizo y juguetón. Y eso que es la canción dedicada a Sophie. Además de “So Many Planets”, una maravilla de tema que podríamos meter dentro del reggae. Y si nos vamos al tema titular, nos encontramos con una primera parte luminosa y pop que es puro Talking Heads. Eso sí, en su segundo tramo entra un bombo acelerado y unos coros protagonizados por Cate Le Bon que son un tanto dark. Y eso sin contar el frenético ritmo dance que los acompaña.

Pet Shop Boys – Nonetheless

Ya tenía ganas de que Pet Shop Boys acabaran su trilogía berlinesa y dieran carpetazo a las producciones de Stuart Price. Creo que sus tres últimos trabajos eran un tanto irregulares y solo lucían en algunos momentos puntuales. Así que abrazo con toda la ilusión del mundo esta la nueva etapa de su carrera que empiezan con este trabajo. Y más sabiendo que en la producción está James Ford, mano derecha de Arctic Monkeys, y productor de los últimos trabajos de Depeche Mode, Blur, o Jessie Ware. Además de miembro de aquellos Simian Mobile Disco que tanto nos hicieron bailar la década pasada.

Nonetheless’ es el trabajo número quince de la carrera de Pet Shop Boys. Y se podría decir que es una especie de vuelta al pasado desde la mirada actual de sus dos componentes. Es decir, que aquí hay nostalgia para dar y tomar. Buena parte de las letras de este álbum nos llevan a la adolescencia, la juventud y la liberación de Neil Tennat. Lo que hace que también estemos ante el disco más queer de los Pet Shop Boys. Y si nos vamos al plano musical, no es muy difícil ver que han querido recuperar muchos sonidos del pasado. Pero lo han hecho de la mejor forma posible y con la elegancia que los caracteriza. No obstante, cada canción del disco está grabada con una orquesta completa. Y los sintetizadores suenan sin estridencias y sin demasiadas florituras. Una idea que, por cierto, viene del propio James Ford.

Solo hay que escuchar “Loneliness”, el tema que abre el disco, y el primer single, para ver que Pet Shop Boys están tirando del pasado. Es más, algunas personas han comentado que parece una canción suya hecha por la IA. Pero la verdad es que tiene todo lo que debe tener para convertirse en un clásico del dúo. Ahí está su ritmo bailongo y contagioso, pero nada chabacano, su orquesta vibrante, y su estribillo redondo. O “Why am I Dancing?”, que empieza directamente con unas trompetas que te conquistan a la primera. Un tema que te lleva a la pista de baile más melancólica. Y si nos vamos a “Dancing Star”, nos encontramos con unos Pet Shop Boys que vuelven a los primeros ochenta, con sus teclados luminosos, y sus palmas, para dedicarle una canción al bailarín Rudolf Nureyev.

El caso más evidente de esta mirada al pasado es “New London Boy”. Aquí se hacen con una preciosa canción en la que Neil Tennant recuerda su llegada a Londres y sus primeras visitas a las discotecas gais. Pero lo más increíble es que se marca una especie de rap al más puro estilo “West End Girls”. Y ojo con “The Schlager Hit Parade”, que no es otra cosa que uno De esos villancicos pop que tanto les gustan. Quizá, donde se ve menos nostalgia del pasado, es en “Feel”, que cuenta con una producción más actual. Además, llena de elegancia. Como en algunas de las baladas del disco, que hay unas cuantas. Y varias son estupendas, como la emocionante y épica “A New Bohemia”. O esa “The Secret of Happiness” tan sixties y tan Burt Bacharach. Además de la traca final llena de cuerdas que supone “Love is The Law”.

El Último Vecino -RIQUI

Me sorprende bastante la poca cancha que se le está dando a los últimos lanzamientos de El Último Vecino. Apenas veo artículos del proyecto de Gerard Alegre en medios que, supuestamente, se declaran independientes. Tampoco lo he visto en ningún cartel de los tropecientos festivales de verano que hay en este país. Y me sorprende porque estamos hablando de un grupo que causo bastante revuelo con sus dos primeros trabajos y que llenaba salas para mil personas en Madrid. Además de uno que ha conseguido cruzar fronteras y llegar a países como México o Chile. Supongo que es lo de siempre, que las cosas se pasan de moda y la gente se olvida de ese grupo que tantos buenos momentos te hizo vivir. Porque lo cierto es que Alegre sigue haciendo buenas canciones. Y la prueba la tenemos en su último trabajo, que vuelve a ser notable.

RIQUI’, que no es otra cosa que el dinosaurio que aparece en la portada, es el trabajo más directo de El Último Vecino. Ya no solo por su duración, que tan solo es de 27 minutos, también porque sus canciones no tienen ninguna paja. De hecho, ninguno de estos diez temas llega a los tres minutos. Y yo encantado, porque últimamente estoy muy favor de los discos, canciones, películas, o libros cortos. Musicalmente, su propuesta no ha cambiado, pero creo que estamos ante uno de esos casos en los que no hace mucha falta. Principalmente, porque le tiene muy pillado el punto a esa mezcla de synth-pop y post-punk con la que nos lleva deleitando más de una década. Además, la producción de InnerCut vuelve a ser estupenda.

El disco empieza yendo directamente al grano. “Era de esperar” es uno de esos cortes marca de la casa en los que El Último Vecino se deja llevar por un ritmo acelerado y un sintetizador de lo más melancólico. Además de uno de esos estribillos que se pegan como una lapa. Algo que también ocurre con “Mi chaqueta gris”, todo un hit a la altura de las mejores canciones de su carrera. Y en esas sigue en la también estupenda “El último día”, donde, además, nos deleita con un toque más jangle-pop de lo habitual. Porque, a pesar de que todo parece sonar igual, aquí hay pequeños detalles que llevan los temas hacia otro camino. Ahí tenemos “Metropolitano”, donde su synth-pop se vuelve más ibérico para dar con una maravilla de estribillo.

Creo que Gerard Alegre está sembrado en algunos de los temas y melodías de este disco. Además, en algunos casos, le veo un poco menos oscuro y más pop que nunca. Ahí tenemos uno corte como “Cinta”, en la que, a pesar de su letra triste y desamor, cuenta con un estribillo de lo más esperanzador. Y en parte es por ese teclado que lo envuelve. Un guion que también sigue en “Lo que quise saber”, en la que, además, cuenta con la frescura que le da la colaboración de Xenia. Y ojo con la vibrante “Lo que tuvo que aguantar”, que sigue en esa línea esperanzadora. Aunque esta vez sí que lo hace desde un lado más post-punk. Una oscuridad que también se deja ver en “Era de esperar II”, que cierra el disco bajando el ritmo y llevándolo a mundos más electrónicos.

Chanel Beads – Your Day Will Come

Dimes Square es una especie de micro barrio de Nueva York que se encuentra entre Canal Street y el Lower East Side. Tres calles alrededor de una pequeña plaza que desde hace un par de décadas han ido albergando un movimiento cultural de lo más variopinto. Los precios más baratos de la zona tras el 11S hicieron que unas cuantas galerías de arte se instalaran allí, y desde entonces son muchos los artistas, locutores de podcasts, o músicos los que le han dado vida a este miniespacio en el bajo Manhattan. Uno de ellos es Shane Lavers, que desde hace unos cuantos años lidera Chanel Beads, una de las bandas más populares entre la muchachada del barrio. Aunque viendo como se está gentrificando la cosa allí, es probable que ya ni siquiera puede seguir viviendo en el sitio que vio crecer su proyecto musical.

No tengo ni idea de cómo y cuándo aparecieron Chanel Beads en mi radar. Lo único que sé es que “Police Scanner”, el que fue el primer adelanto de este álbum de debut que ahora publican, se convirtió en una de mis canciones favoritas de 2023. Y es que es una canción alucinante en la que ya se puede apreciar una de las grandes cualidades de esta banda: su diversidad de influencias y la forma de emplearlas. Estamos hablando de chavales muy jóvenes que no tienen ningún reparo en mezclar todo lo que les gusta y hacer con ello un collage de lo más interesante. Así, nos encontramos con ritmos de hip-hop que se diluyen entre paisajes de teclados ensoñadores; voces etéreas que se dejan llevar por una melodía pop, y hasta algún pasaje instrumental y ambiental propio de la new age.

Your Day Will Come’ es un disco muy corto -tan solo dura 27 minutos- que se escucha con una facilidad pasmosa. Tan solo le veo un fallo: los casi seis minutos que emplean en “Coffee Culture”. No es que yo tenga nada en contra de los temas instrumentales que viran hacia un mundo ambiental, pero si creo que, en un disco que no llega a la media hora y que contiene nueve canciones, darle ese espacio de tiempo a este tema deja el disco un poco cojo. Sobre todo, porque en el resto de las canciones se pueden apreciar todas las posibilidades sonoras que tienen las canciones de Chanel Beads, y uno se queda con la sensación de que ese tema está quitando espacio a algo más interesante.

Chanel Beads te conquistan nada más empezar el disco. “Dedicated To The World” es una bonita canción en la que las cajas de ritmos se mezclan con una guitarra acústica y con las voces de Lavers y de Maya McGrory, su compañera de banda. Una faceta sonora que mejoran en la ya mencionada “Police Scanner”, o en esa “Embarrassed Dog” donde los ritmos se meten de lleno en el hip-hop. Aunque el resto no sale del tono ensoñador que tiene todo el disco. Y así siguen en la también estupenda “Unifying Thought”. La cosa empieza a cambiar en el tema principal. Aquí el ritmo es más convencional y hace que nos encontremos con un precioso instrumental difícil de ignorar. Como también los es “Urn” y esas guitarras shoegaze que aparecen al final. Y ojo con “I Think I Saw”, que cierra el álbum derrochando emoción.

7.7

Alcalá Norte – Alcalá Norte

Hacia mucho tiempo que un grupo nacional no me calaba tanto como Alcalá Norte. La banda madrileña lleva cuatro años editando singles que han culminado en un álbum de debut que tiene alma de clásico instantáneo. Es más, con darse una pequeña vuelta por las redes sociales, ya es posible darse cuenta del revuelo que ha causado. A mí, por lo menos, me salido una buena cantidad de gente compartiendo su vinilo. Y este fin de semana tendremos más de lo mismo, ya que presentan el disco en dos fechas en Madrid para las que está todo vendido. Así que está más que claro que, por ahora, Alcalá Norte son el grupo revelación nacional de 2024.

Muchos os preguntareis qué es lo que tienen Alcalá Norte para que sus canciones se queden en el oyente al instante. Lo primero, evidentemente, es su forma de reinterpretar unos sonidos de sobra conocidos. Aquí hay mucho post-punk, pero realmente no los puedes comparar con ninguna banda mítica del género. En parte, porque ese sonido lo fusionan con cosas más autóctonas, como el punk de algunos grupos de la movida, la electrónica bakalera, o incluso el heavy ochentero. No obstante, su batería tira hacia ese sonido. Luego tenemos esas letras que, muchas veces, no significan nada y casi parece un corta-pega, pero al final nos dejan algunas frases para la posteridad. Además de una locura referencias a personajes populares reales, como Georgina o su marido Cristiano Ronaldo -esto en realidad es una red flag monumental-, o de ficción, como Antonio Alcántara o el Power Ranger Verde.

Como chicos de barrio que son, concretamente de Ciudad Lineal, también tienen conciencia de clase. Ahí tenemos “La sangre del pobre”, que abre el disco con una frase como “la sangre del rico es pus”. Y ojo, que aquí aparece otra de sus cualidades, que no es otra que lo bien que se les da hacer temas mucho más pop. Ellos mismos han dicho en multitud de ocasiones que una de sus mayores influencias son los Stone Roses y muchas de las bandas británicas que vinieron después. Y se les da de maravilla irse hacia ese sonido lleno de guitarras limpias y teclados que las acompañan. Solo hay que escuchar esa joya llamada “La calle Elfo”, un tema que, sin ser single, ya se ha convertido en uno de sus hits. O esa delicada “No llores, Dr G”, que los lleva incluso más atrás y a grupos como Aztec Camera o los nacionales La Dama Se Esconde.

Me ha parecido leer que no les gusta mucho la etiqueta post-punk, pero, sinceramente, es lo que mejor se adapta a muchos de sus temas. Empezando por la oscura y multilingüe “Los chavales”. De hecho, en esa especie de reinterpretación de la Marsellesa que hacen al final, me han recordado bastante a Fontaines D.C. Pero ojo, que cuando estos sonidos oscuros los fusionan con teclados relucientes, es cuando aparecen los mejores Alcalá Norte. Ahí tenemos “420N” y “Supermán”, los dos temas en los que colabora Suneo. La primera es todo un hit espídico y sintético que nos lleva de nuevo a los ochenta. Y la segunda es una barbaridad llena de guitarras que arrasan con todo y una sección rítmica que va como un tiro. Aunque nada como “La vida cañón”, el gran hit del disco y una de mis canciones favoritas de 2024. Todo un pepinazo en el que, sin embargo, nunca pierden el punto melódico.

Lo que no me ha terminado de convencer mucho es su lado más electrónico. Me gusta como se fusiona lo sintético con eléctrico en “Westminster”, pero el resto de la canción me resulta demasiado intensa. Me parece más interesante lo que hacen en “El guerrero marroquí – Balaka Norte Mix”, que no es otra cosa que fusionar sonidos étnicos con una electrónica potente. Y todo esto con la ayuda de Adrián Bremner, de los también madrileños VVV [Trippin’you]. Eso sí, prefiero cuando agarran las guitarras de nuevo para hacer una versión muy libre de un tema de La Paloma. En parte, porque en “En el Rey de los judíos (Un cosquilleo)” nos muestran un sonido un poco diferente que casi podríamos meter dentro del shoegaze. Y ese teclado verbenero que lo acompaña me parece una pasada.

8.4

Novedades musicales: abril 2024

Vamos con la cuarta recopilación de novedades de 2024. 60 canciones en las que, como siempre, hay un poco de todo. Tenemos el pop vibrante de The Lemon Twigs, Belle and Sebastian, o Motorists; la vuelta de los siempre estupendos Beachwood Sparks, el nuevo himno de Los Punsetes, o ese cañonazo que han editado Fontaines D.C. Además de la electrónica escurridiza de Beth Gibbons, Broadcast y Arab Strap. O su lado más pop, que está muy bien representado con los Pet Shop Boys o Joe Goddard. Y no podía faltar ese “i like the way you kiss me” de Artemas, la canción más escuchada ahora mismo en todo el planeta, que me ha conquistado del todo.

Espero que os guste.

Fabiana Palladino – Fabiana Palladino

A finales de los ochenta el pop y el R&B más americano se hicieron bastante fuertes. Recuerdo perfectamente que, si ponías la MTV, era muy habitual ver esos videos en blanco y negro, y muy chulos, protagonizados por Janet Jackson. O a Paula Abdul dirigida por un joven David Fincher en el vídeo de “Straight Up”. Un sonido que, yo, que estaba a otras cosas, no disfrutaba nada. Pero ahora, con el paso del tiempo, me parece de lo más interesante. Porque, además, es innegable que ese sonido tan metálico que tenían los ritmos del ‘Rhythm Nation’, han servido de influencia para muchas artistas posteriores. Y una de ellas es Fabiana Palladino, que acaba de publicar un álbum de debut que bebe directamente de ese sonido y de otros de la misma época.

El primer disco de Fabiana Palladino llega tras años y años de preparación. La artista británica empezó a editar sus canciones de forma casera hace ya 13 años. De ahí, pasó a formar parte de Paul Institute, el sello del escurridizo Jai Paul, y de las bandas en directo de artistas como Sampha o Jessie Ware. Y es que, Palladino, que es hija del mítico músico de sesión Pino Palladino, es una perfeccionista de manual. Algo que se aprecia con tan solo una escucha de este álbum. En cuestión de producción es un disco de diez en el que no hay nada que no esté en su sitio. Además, también hay que decir que, a pesar de fijarse abiertamente en los ochenta, sus canciones cuentan con un toque actual.

Tengo que decir que lo que más me gusta de este disco son sus ritmos. Palladino ha conseguido dar con una sección rítmica de lo más variada y chula. Solo hay que escuchar esa “Closer” que lo abre, donde se va a un R&B elegantón y sintético muy 80s. Pero lo hace con un ritmo bastante más actual. O esa “Can You Look In The Mirror?” que viene a continuación y que la lleva a la pista de baile. Y si nos vamos a “Stay With Me Through The Night”, nos encontramos con que ensucia un poco esa producción sublime para dar con un tema maravilloso. Aunque para maravilla esa gema pop llamada “Shoulda”, con la que es imposible no acordarse del Prince más directo y popero. Desde luego, sería un grave error que no sacara este tema como single.

Evidentemente, en un disco como este, las baladas tienen bastante protagonismo. Y lo cierto es que se le dan bastante bien. Porque, una vez más, la producción tan perfecta hace mucho. Además, no se deja llevar por sonidos muy empalagosos. Y gracias a eso, consigue que un tema como “I Can’t Dream Anymore”, con sus guitarras funk y sus teclados luminosos, funcione muy bien. O que de repente nos acordemos la Martika producida por Prince en la estupenda “Give Me A Sing”. Curiosamente, la balada que menos me ha gustado es “I Care”, que no solo es el single principal, también es el tema en el que Jai Paul pone su voz. Me ha parecido un poco más evidente y aburrida. Me gusta más cuando se deja llevar por los ritmos metálicos de “In The Fire”, o cuando envuelve su emoción en cuerdas, como pasa en “Forever”, el estupendo tema que cierra el disco.