Sumos – Surfacing

Sumos empezó como un proyecto de bedroom-pop en solitario que, poco a poco, se convirtió en una banda de cuatro miembros. Una formación con la que, en pleno confinamiento, editaron ‘Weird Summer’, el que fue su EP de debut. Han pasado tres años desde entonces, un periodo de tiempo bastante largo para una banda que está empezando, pero lo cierto es que les ha venido bien esperar para sacar su álbum de debut. En parte, porque ya se han quitado la pandemia de encima, y en parte porque esto les ha dado la oportunidad de que sea Meritorio Records el que se lo publique. Y sabéis que el sello madrileño rara vez se equivoca.

Surfacing’ es una delicia lo mires por donde lo mires. En sus nueve canciones, y en apenas media hora, los de Manchester nos dan una pequeña lección de como hacer el mejor pop de guitarras. Además, se podría decir que, dentro de este sonido, su propuesta es un poco variada, porque van más allá de la típica canción de jangle-pop de tres minutos. Y la prueba la tenemos en un tema como “Mostly Harmless”, donde se meten de lleno en un sonido de lo más folk para entregarnos la única la balada de todo el disco. O en una canción como “The Other One”, que es justo todo lo contrario, ya que en ella endurecen y aceleran su propuesta para entregar todo un trallazo de indie-rock. Y las dos funcionan de maravilla.

Sí es cierto que la mayoría del disco está protagoniza por el indie-pop más melódico. Pero, incluso aquí, consiguen que no todo suene igual. Así, nada más empezar, nos dejan una “Finding A Way” que empieza con las clásicas guitarras limpias del jangle-pop, pero que, poco a poco, se van endureciendo. Y todo esto regado un talento melódico realmente brillante. Unas coordenadas que también siguen en “Enemies”, otra pequeña joya de pop guitarrero que no llega a los tres minutos. O en “Small Talk”, el que está llamado a ser el hit del disco. Y no es para menos, porque estamos ante una perfecta canción de indie-pop a la que no le falta ni le sobra nada.

Lo que no pueden negar Sumos es de donde vienen. Sus canciones no pueden sonar más british, y hay momentos en los que parece que estamos asistiendo a una masterclass de buen pop británico. Es el caso de “Blood Blisters”, un tema en el que pisan un poco el freno y se meten de lleno en esos primeros noventa en los que el britpop todavía no era un fenómeno social. O en “Quiet Place”, donde sus características guitarras cristalinas se alían con unas acústicas para crear toda una gema de puro pop. Incluso en “Come On Over”, que cuenta con bastante más potencia en su sección rítmica y sus guitarras, no puede sonar más británica. De hecho, me ha recordado un poco a los Ride de mediados de los noventa. Sí, los que se llevaban unas críticas negativas de lo más injustas.

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