Avalon Emerson – & the Charm

No estoy muy puesto en la música electrónica y el mundo de los djs, así que, cuando el pasado viernes unos amigos me hablaron de Avalon Emerson, me quedé igual que estaba. Ellos habían intentado llegar a verla al Primavera Sound de Madrid, pero tocaba a horas muy tempranas, y dado que el recinto está donde Cristo perdió el mechero, apenas pudieron ver la última canción. Y es que, Emerson, ha cambiado la cabina del Berghain, y sus largas sesiones de techno -veo que ha llegado a pinchar hasta once horas seguidas-, por los escenarios de los festivales. Porque, ahora, la artista norteamericana, aunque afincada en Berlín, hace pop electrónico. Y ojo, que se le da bastante bien.

En realidad, estamos ante un proyecto de tres personas al que Emerson ha bautizado como The Charm. Junto a ella, tenemos a su esposa Hunter Lombard y su amigo Keivon Hobeheidar, pero sí es cierto que las canciones de este álbum nacen de la mente de Emerson durante los días de pandemia. Y es que, al no poder trabajar como dj, tenía que ocupar su tiempo en otra cosa, y qué mejor que irse hacia una zona de confort musical. Porque, aunque hasta ahora, lo suyo haya sido el techno, ha confesado que su idea de un disco perfecto es uno de Cocteau Twins. Además, su madre, escuchaba mucho synth-pop en casa cuando ella era pequeña. Así que se podría decir que lo lleva en el ADN.

No es difícil ver esa influencia de Cocteau Twins en el álbum. Además, nada más empezar, porque “Sandrail Silhoutte” está más cerca del dream-pop que de otra cosa. Pero eso sí, es un poco más animada y luminosa de lo habitual en este estilo. Y la verdad es que es una autentica delicia. Al igual que lo es “Astrology Poisoning”, otro tema en el que se aprecia esa influencia ensoñadora, y toda una maravilla de lo más melódica -ese sinte que aparece de vez en cuando me tiene loco-. Y ojo, porque tampoco tiene ningún problema en apagar las cajas de ritmos y entregar un tema tan etéreo y tranquilo como es “The Stone”.

Evidentemente, los sonidos más electrónicos también tienen bastante presencia en el álbum. Eso sí, ha tenido la acertada idea de tirar hacia muchos caminos diferentes. Así, en “Entombed In Ice”, se deja llevar por los sonidos más cálidos y se mete de lleno en el mundo del balearic. Incluso se atreve con un saxo. Un sonido al que también recurre en “Dreamliner”, que es el único tema del disco en el que apenas la escuchamos cantar. Sin embargo, en “A Vision”, acelera un poco más su propuesta y se mete de lleno en una pista de baile que todavía no ha llegado al desenfreno. De hecho, ese desenfreno nunca termina de llegar, porque en “Karaoke Song” prefiere irse hacia un synth-pop de lo más delicioso. Y para cerrar nos deja “A Dam Will Always Divide”, donde sorprende con un shoegaze lleno de cajas de ritmos que van a toda leche.

7,9