25 canciones: Talking Heads

Supongo que me estoy metiendo en un buen fregao al hacer una recopilación con tan solo 25 canciones de Talking Heads. Está claro que el grupo de Nueva York tiene muchos temazos más, y que cada seguidor tendrá sus favoritos, pero cuando creé está sección del blog puse el límite en ese número. Sobre todo, porque se trata de repasar la carrera de una banda y mostrar una pequeña parte de su discografía. Porque, aunque no os lo creáis, hay mucha gente que no sabe quiénes son Talking Heads. Sin ir más lejos, hace unos meses, cuando salió la noticia de que habían rechazado una millonada por hacer una serie de conciertos, un compañero de trabajo me preguntó qué quiénes eran esos. Y eso que las nuevas generaciones los están reivindicando y haciendo versiones suyas. Así que parece que no está de más hacer un repaso de su carrera.

En realidad, Talking Heads duraron poco más de una década, pero en ese corto periodo de tiempo editaron ocho discos y un álbum en directo que pasaría a la historia. Además de convertirse en una de las bandas más influyentes del planeta. Y no es que lo diga yo, lo dicen grupos como Radiohead -le deben el nombre a una de sus canciones-, Vampire Weekend, Franz Ferdinand, o St. Vincent. Pero lo cierto es que no había muy buen rollo entre los miembros de la banda. De hecho, el resto de los miembros se enteraron de que David Byrne se había ido de la banda por un articulo en la prensa. Así que dijeron eso de que Talking Heads no se habían disuelto, que simplemente fue Byrne el que se fue. Es más, llegaron a girar sin él como Shrunken Heads. Y sacaron un disco como The Heads.

Es bastante alucinante que una banda como Talking Heads tuvieran éxito. Porque, a pesar de que estaban en Nueva York en el momento más indicado, cuando la escena punk empezó a florecer, no tenían nada que ver con eso. David Byrne y Chris Frantz venían de la escuela de arte de Rhode Island y sus influencias musicales eran de lo más variopintas. Le gustaba el rock, pero también artistas como Funkadelic y Fela Kuti. Aun así, su primera actuación fue en el CBGB como teloneros de los Ramones. Y sí se podría decir que ‘Talking Heads ‘77’, su álbum de debut, tenía bastante de new-wave. Aunque ahí ya se veían algunos ritmos y sonidos cercanos a la world music. Ahí tenemos “Love → Building on Fire” y su tono festivo. O la calidez que desprende “Uh-Oh, Love Comes to Town”. De hecho, si miramos “Psycho Killer”, el que es el mayor éxito de este disco, es una canción con una estructura de lo más extraña. Además de un estribillo que roza lo absurdo. Pero es un temazo como la copa de un pino.

Tras conseguir un pequeño éxito con “Psycho Killer” gracias a la psicosis que había ese año con el asesino en serie conocido como el hijo de Sam, Talking Heads logran que Brian Eno produzca sus tres siguientes discos. Aquí ya no se cortan un pelo y hacen lo que les da la gana. Así, en ‘More Songs About Buildings and Food’, llevan el “Take Me To River” de Al Green a su fusión de rock, sonidos africanos y funk. Además de al top 30 estadounidense. Y si nos vamos a ‘Fear of Music’, su siguiente álbum, nos encontramos con un disco de lo más variado. Tenemos la influencia más que evidente de la música africana en “I Zimbra”; un coqueteo con el post-punk en “Cities”; pop festivo y de muchos kilates en “Life During Wartime”, y una balada tan inmensa y emocionante como “Heaven”.

Con la llegada de los ochenta, Talking Heads dejan de lado buena parte de la escena new-wave para crear su propio sonido. Y ahí aparece ‘Remain The Light’, uno de sus discos más venerados. Estamos ante un trabajo en el que la banda neoyorquina necesita a más de una decena de músicos extras para que toquen todos los ritmos que tienen en su cabeza. Los sonidos y percusiones africanas están a la orden del día, y los fusionan con su pop y rock con una habilidad alucinante. Es el caso de ese pedazo de hit llamado “Once in a Lifetime” y su famoso vídeo. O de la psicotrópica y espídica “Crosseyed and Planes”. Dos canciones sin las que, probablemente, el catalogo de DFA no existiría. Además, aquí ya empezaron a preocuparse más por la estética y fabricar piezas audiovisuales chulísimas.

Speaking in Tongues’ llega tras un pequeño parón discográfico, solo roto por un disco en directo, y el éxito de Tom Tom Club, la banda que forman Chris Frantz y Tina Weymouth –“Genius of Love” se convierte en todo un hit en las pistas de baile-. Es un trabajo más pop y con él pegan un pequeño pelotazo comercial. Todo gracias a “Burning Down The House”, la cual viene acompañada de un vídeo que la MTV emite a todas horas. Pero el mejor tema de este trabajo es “This Must Be the Place (Naive Melody)”, una canción deliciosa que, a la postre, se ha convertido en una de las favoritas de sus fans. Además, este disco los llevó a la gira bautizada como ‘Stop Making Sense’, que, como todos sabréis, se convirtió en algo mítico gracias a la película del mismo nombre que filmó Jonathan Demme.

Talking Heads encaran la segunda mitad de los ochenta convertidos en una banda que, sin llegar a ser ultra comercial, sí funciona muy bien. En parte, porque el propio grupo responde a la demanda del público y entrega unos trabajos mucho más pop y llenos de hits. Y sí, puede que ya no suenen tan innovadores como al principio, pero discos como ‘Little Creatures’ y ‘True Stories’ también son muy interesantes. Además, es imposible no caer rendido ante trabajos donde aparecen temas como “And She Was”, “Creatures of Love”, “Road To Nowhere”, o “Wild Life”. De hecho, para los que crecimos en los ochenta, es aquí donde empezamos a saber de esta banda que hace canciones extrañas, pero muy atrayentes. Es más, en esta época empezaron a tener más éxito en Europa que en su propio país.

Para grabar ‘Naked’, el que terminaría siendo su último trabajo, Talking Heads se van hasta París. Inspirados por la política de mierda de Ronald Reagan, se hacen con una colección de canciones que, de alguna manera, vuelven a los sonidos más funk y afro. Y logran bastante éxito colocando el disco en el top 3 en UK. En parte, porque no se olvidan de entregar algún single redondo como el bailongo “Blind” o la estupenda y “(Nothing But) Flowers”. Pero esto no los anima a seguir, y tras publicar el disco anuncian un descanso que, al final, se convierte en definitivo. De hecho, es raro que no se hayan reunido en todos estos años más allá de cuando entraron en el Rock and Roll Hall of Fame, o del reestreno de ‘Stop Making Sense’. Y no será porque no les han llovido ofertas millonarias.

25 Canciones: Erasure

Esta es una de las secciones del blog que más me gusta hacer, y contaría con más entradas si no fuera tan difícil encontrar grupos que se adapten a ella. Y es que, el limite de 25 canciones que puse en su día, se me queda corto y deja muchas bandas fuera. Pero al final se trata un poco de resumir una discografía extensa y dejarla en lo mejor de lo mejor. Como hago hoy con Erasure. Evidentemente, con más de una docena de discos en su carrera, el dúo formado por Vince Clarke y Andy Bell cuenta con más de 25 temas notables. Además, en la actualidad, siguen sacando discos donde se pueden rascar tres o cuatro temas más que decentes. Pero creo que con esta selección uno se puede hacer una de idea de lo que es su discografía. 

El caso de Erasure me parece de lo más curioso. Sabía que habían tenido bastante éxito, y los recuerdo como una de esas bandas que estuvieron en mi radar durante mi infancia y parte de mi adolescencia. Pero me quedé bastante sorprendido cuando vi todo lo que vendían en Reino Unido. Allí, entre finales de los ochenta y los primeros noventa, colocaron cinco discos en el número uno. Y todo esto en una época en la que, si quitamos a Pet Shop Boys, el synth-pop estaba de capa caída. Grupos como The Human League o Soft Cell ya no existían; Depeche Mode estaban a otras cosas, y OMD tratando de conquistar las Américas. Así que lo suyo tiene incluso más mérito. Aunque claro, Clarke venia de hacer el primer disco de Depeche Mode y de tener un éxito enorme con Yazoo. Lo que facilitó bastante las cosas.

Curiosamente, ‘Wonderland’, el que fue su debut, no tuvo mucho éxito en su día. Es más, dada la fama de Clarke, se consideró un fracaso. Al parecer, la voz y la forma de interpretar de Bell no terminaba de encajar entre los fans que venia de Yazoo. Es más, en sus primeros conciertos la gente gritaba qué donde estaba Alison Moyet, la antigua compañera de Clarke. Pero lo que tiempo ha demostrado es que, precisamente, eso es lo que hizo de Erasure una propuesta diferente e interesante. Su rollo más pop y menos oscuro, resultó ser un soplo de aire fresco. Además del buen hacer, claro, de Vince Clarke, todo un experto en crear melodías sintéticas. Y en ese debut ya había unas cuantas maravillas, como “Reunión”, “Heavenly Action”, o esa “Oh L’Amour” que, a la postre, se ha convertido en uno de los mayores éxitos de su carrera.

Con ‘Circus’ las cosas ya empiezan a coger carrerilla y se planta en el número seis de las listas británicas. Pero esto no fue fruto de la casualidad. Previamente, habían hecho una gira bastante extensa con la que lograron cierta repercusión. En parte, también, por el comentado vestuario de Andy Bell -para que luego digan que antes había más libertad y que la gente vivía su sexualidad sin consecuencias-. Pero, lo cierto es que fueron los singles previos a la salida del disco los que hicieron más ruido. “Sometimes” fue número dos en UK unos meses antes, y en países como España o Sudáfrica se plantó en lo más alto de las listas. “Victim of Love” tuvo menos suerte, pero sí fue top 10 en media Europa. Y “It Doesn’t Have to Be”, con su rollo africano, confirmó que estábamos ante un grupo que iba a dar mucho que hablar.

The Innocents’ marca el inicio de la etapa dorada de Erasure. Fue el primero de los cinco números uno consecutivos en los charts británicos. Además, con él, entraron en el mercado norteamericano, donde llegaron a colocar un millón de discos. Y todo esto, con Andy Bell recién salido del armario. Algo que no era muy habitual en las estrellas del pop de aquella época. De hecho, ellos mismos comentan que es más melancólico porque lo hicieron cuando la cláusula 28 (legislación represiva hacia la comunidad gay) estaba todavía siendo discutida en el Parlamento y los diarios estaban llenos de detalles fascistas sobre el asunto. Pero vamos a su música, porque este disco es una joya llena de canciones redondas. Empezando por “A Little Respect”, su mayor éxito hasta la fecha, y uno de esos temas imprescindibles en cualquier recopilación de los ochenta que se precie. Pero también por la enérgica “Chains of Love” y por esa preciosa balada llamada “Ship of Fools”. Además de la popera “Heart of Stone”.

Aprovechando el éxito de ‘The Innocents’, en noviembre de 1988 publican ‘Crackers International’, un EP navideño con un tema principal que tiene cero relación con la Navidad -bueno, esas campanas que aparecen por ahí sí tiran hacia ese rollo-. “Stop!” es un trallazo de synth-pop con un ritmo machacón un teclado marca de la casa. De hecho, llevó el EP al número dos en UK, y al número en Argentina, un país en el que siempre han contado con bastante éxito. Algo que se corroboró con ‘Wild!’, su siguiente trabajo. Todo un éxito en el país sudamericano, y en toda Europa, que contenía “Blue Savannah”, la que, para mi gusto, es su mejor canción. Y es que, estamos ante un disco un tanto más serio. Solo hay que escuchar un temazo como “Drama!”, que habla de la tolerancia y el respeto. Por cierto, ese “Guilty!” que se escucha de fondo es obra de los hermanos Reid, sí los de The Jesus and Mary Chain. Y si nos vamos a “Star”, vemos que están menos efusivos que de costumbre.  

Tras ‘Wild!’ se toman un relativo descanso de un año. Y digo relativo porque en ese tiempo hicieron una versión de Cole Porter para el recopilatorio ‘Red Hot + Blue’, el cual recaudaba fondos para la lucha contra el SIDA. Una causa que la banda siempre ha apoyado. Además, metieron una canción en la banda sonora de Dick Tracy. Y poco tiempo después se metieron en el estudio para grabar ‘Chorus’, el que sería su primer disco de los noventa. Un trabajo en el que Vince Clarke vuelve a los sintetizadores analógicos que utilizaba con Yazoo. Solo que ahora tiene más experiencia con ellos y crea cosas bastante más complicadas. Aunque realmente comerciales, porque este trabajo fue todo un éxito. En parte, gracias al tema titular y a la coqueta “Breath of Life”, pero, sobre todo, a “Love To Hate You”. Una barbaridad de tema en el que fusilan la melodía del “I Will Survive” que acabó convirtiéndose en uno de los mayores éxitos de su carrera.

Erasure siempre han estado lejos de tomarse demasiado en serio. Como ya comentaba más arriba, parte de la gracia de su propuesta es ese punto petardo que explotan sin ningún tipo de pudor. Y para esto, nada como reivindicar a ABBA en pleno 1992. Una época en la que, os recuerdo, la industria estaba plagada de bandas deprimentes y mal vestidas salidas del grunge. Pues llegan ellos y editan ‘Abba-Esque’, un EP con cinco versiones de la banda sueca que, como no podía ser de otra manera, acaba en el número en Reino Unido. Además, sin cortarse un pelo, editan “Take A Chance On Me” como primer single, y con un vídeo en el que aparecen caracterizados de Agnetha y Anni-Frid.

Al igual que lo fueron para otros grupos que venían de los ochenta, los noventa podían haber sido una época terrible para Erasure. Pero lo cierto es que aguantaron muy bien la primera mitad de la década. En parte, por sus múltiples nominaciones a los premios Brit, pero también por unas giras en las que llenaban estadios. Y, sobre todo, por I Say I Say I Say, un disco compuesto en Mallorca que se publica en mayo de 1994, tan solo un mes después de la muerte de Kurt Cobain, y con la música alternativa más arriba que nunca. Bueno, pues no solo se convierte en otro éxito en UK, también logran su primer top 20 en USA en seis años. Y lo hacen con “Always”, una balada en la que Bell se deja llevar por un falsete que, incluso, se podría decir que es hasta cursi. Pero hay que reconocer que es un temazo.

Tras el éxito de ‘I Say I Say I Say’, Erasure sorprenden con un álbum homónimo en el que tiran hacia un rollo más experimental en el que hay un instrumental de más de diez minutos, y un buen motón de canciones que sobrepasan los seis y siete. Además, es bastante más relajado e introspectivo, e incluso se podría decir que es su disco de madurez. Lo que no significa que sea un mal trabajo. Tiene unos cuantos temas notables, como “Rescue Me”, “Angel” y “Fingers and Thumbs (Cold Summer’s Day)”, que, si no fuera por su duración, podrían haber sido singles de éxito. Pero el disco fue un pequeño fracaso -no logró pasar del 14 en las listas británicas- y para su siguiente trabajo volvieron al pop de siempre. Aunque con un poco menos de gracia, porque ‘Cowboy’ ya sonaba demasiado a la música electrónica de los noventa, y es algo que no les sentaba muy bien. Con todo, consiguen dar con un hit como “Don’t Say Your Love Is Killing Me”, que se bailó una barbaridad en las discos gais.

A partir de aquí, la carrera de Erasure está llena de lanzamientos un tanto más irregulares en los que siempre hay dos o tres temas interesantes. Yo, personalmente, me quedo con esa bonita “I Could Fall in Love With You” que aparecía en ‘Light at the End of the World’, su disco de 2007. O con la curiosa “Love You to the Sky”, la cual presentaba ‘World Be Gone’, el álbum que publicaron en 2017. Y tengo que reconocer que ese ‘The Neon’ que editaron hace tres años, sí me parece un álbum notable. Eso sí, no les perdono que apenas hayan pisado los escenarios españoles. De hecho, que alguien me corrija si me equivoco, pero veo que tan solo vinieron de gira en 1987. Lo que me parece muy raro.

25 Canciones: The Psychedelic Furs

Esta es una de las secciones del blog que más me gustan, pero, por desgracia, no lo actualizo mucho porque no encuentro bandas que encajen bien. El límite de 25 canciones que puse en su día ha terminado jugando en mi contra, y son muchos los grupos que podrían haber entrado aquí, pero siempre me paso, por mucho, ese límite. Pero The Psychedelic Furs me encajan perfectamente aquí, y no porque no tengan más de 25 canciones buenas, que algunas me he dejado fuera, pero sí es cierto que no tienen una discografía muy extensa. Además, desde que editaron su último trabajo el año pasado, los he vuelto a escuchar bastante. Así que era cuestión de tiempo que aparecieran por aquí.

Formados a finales de los setenta por los hermanos Butler, The Psychedelic Furs se han convertido por derecho propio en uno de los grandes emblemas del post-punk. Pero sí es cierto que sería un error encasillarles en ese mundo, porque, a lo largo de su carrera, han demostrado que son capaces de salir más que airosos de mundos más pop o más alt-rock. Lo que sí es cierto es que en su primer trabajo predominaba un sonido más oscuro y sucio, y temas como “India” o “Sister Europe”, los metían de lleno en mundos de lo más oscuros. Pero aquí ya dejaban ver un lado más pop en un corte como “Imitation of Christ”, un tema que contaba con uno de esos estribillos in crescendo que más tarde se convertirían en toda una seña de identidad de la banda. Además, ya aparecía por aquí el saxo, un instrumento muy importante en su discografía.

Con la crítica a sus pies, que aquella época los comparaba con Bowie, y con un éxito moderado, en 1981 editan ‘Talk Talk Talk’. Aquí ya hay un cambio considerable de sonido. Sobre todo, en la producción, que suena más limpia. Porque sí es cierto que en temas como “Dumb Waiters” o “I Wanna Sleep With You” siguen dentro del mundo post-punk. Además, en la segunda, de una forma un tanto más contundente. Pero también es verdad que el pop empieza a ganar algo de espacio. Ahí está la delicada “No Tears”, o la acelerada, pero muy melódica, “Into You Like a Train”. Aunque, sin duda alguna, la canción de este disco es “Pretty In Pink”. El tema que años más tarde inspiraría la famosa película de John Hughes es toda una joya del pop-rock de los ochenta. Y en ella ya demostraban que eran capaces de hacer todo un hit.

Tan solo un año después, editan ‘Forever Now’, el que, para muchos y muchas, entre los cuales me incluyo, es su mejor disco. Producido por Todd Rundgren, que venía de estar a los mandos del multimillonario ‘Bat Out Of Hell’ de Meat Loaf, aquí sí que se meten de lleno en mundos más pop. Los teclados cobran más protagonismo, y aparecen instrumentos como la marimba o el chelo. Solo hay que escuchar el efusivo tema que le da título, que es una autentica pasada. O la bailable “Goodbye”, que tanto ha influido en los grupos de dance-punk de los primeros dos mil. Incluso su lado más oscuro, que aparece representado en “President Gas”, tiene un pequeño toque más pop. Eso sí, el tema del disco es, por supuesto, “Love My Way”. Es su mayor hit hasta la fecha, y la fusión perfecta de ese mundo new-wave tan de moda en aquellos años, con su sonido más oscuro. Solo que gana la partida el lado más pop. Y todo por esa marimba que toca Rundgren a lo largo de la canción.

En 1984 publican ‘Mirror Moves’, un disco que el mismísimo Robert Smith dijo que había sido su gran inspiración a la hora de componer ‘The Head on the Door’. El caso es que es un trabajo continuista en el que siguen explorando su lado más pop y los teclados siguen teniendo bastante protagonismo. No obstante, “Heartbeat” se convertiría en un pequeño hit en las pistas de baile de aquellos años. Pero, a pesar de ser un disco con pocos cambios, también es una de sus mejores colecciones de canciones. Ahí está esa preciosidad llamada “The Ghost in You”, o “Heaven”, un tema que es puro ochentas, y que se convirtió en otro de sus grandes éxitos. En Europa, porque la discográfica norteamericana decidió que el single en USA tenia que ser “Here Come Cowboys”, que la verdad es que tiene un sonido más americano.

Animados por el éxito de la película ‘Pretty In Pink’, en 1987 hacen un esfuerzo por llevar su música a un terreno más comercial y publican “Midnight to Midnight”. Y sí es cierto que la producción suena mucho más limpia y se asemeja más al pop-rock de aquella época, pero no creo que sea una colección de canciones “hueca, insípida y débil”, como dijo más tarde Richard Butler. De hecho, comercialmente, les salió bien, ya que sigue siendo su disco más vendido. Además, qué demonios, temas como “Heartbreak Beat”, “Shadow In My Heart” y “One More Word” son fantásticos. Y sí, puede que el saxo suena más ochentero de lo habitual, pero tiene su punto. Y “All of the Law” es una puta pasada.

Tras publicar su primera recopilación en 1988, que contenía la inédita, y estupenda, “All The Money Wants”, un año después editan “Book of Days”. Es un disco en el que van con el piloto automático puesto, y en el que, de alguna manera, vuelven a los sonidos del principio. Aquí las guitarras suenan un poco más duras, y parece que dejan de lado los teclados. Para mi gusto, es un buen bajón en su carrera, y de él solo destaco temas como “House” y “Should God Forget”, que no funcionaban mal como single. Dos años más tarde, publicaron ‘World Outside’, el que durante mucho tiempo seria su último trabajo. Y si no encontráis ninguna canción de este disco en la recopilación de más abajo, es porque lo han retirado de Spotify. Pero vamos, que “Until She Comes” seguro que habría entrado. Porque, además, es una canción a la que le tengo mucho cariño.

En 1992 deciden separarse, pero no lo hacen por mucho tiempo, y en el año 2000 ya están haciendo giras de nuevo. Eso sí, hasta el año pasado no se decidieron a sacar un nuevo trabajo. Y la verdad es que hay que reconocerles el merito de no irse a lo fácil. Más cuando estaban en un pico de popularidad alto gracias a ‘Call Me By Your Name’ y su famosa escena al son de “Love My Way”. Pero en lugar de irse hacia su lado más pop, en ‘Made of Rain’ se meten de lleno en su sonido más oscuro. De hecho, creo que no me equivoco si digo que es el disco que más se asemeja a su debut. Solo hay que escuchar cortes como “Don’t Believe” o “Wrong Train”, que cuentan con ese sonido más crudo y menos pop. La lástima es que no lo hayan podido presentar en directo por la pandemia. Pero bueno, ya lo harán el año que viene.

25 Canciones: Talk Talk

Talk Talk

Ya tenía yo ganas de recuperar esta sección que empecé hace cuatro años, y que llevo un buen tiempo sin actualizar, pero no había encontrado un grupo que me cuadrase. Hasta ahora que, por desgracia, me ha dado por volver a escuchar a Talk Talk. Y digo por desgracia, porque parte de la culpa de esto la tiene la muerte de Mark Hollis, su cantante. Aunque sí es cierto que ya llevaba unos meses escuchándolos bastante. Así que esto es una entrada que sirve como homenaje una de las mejores voces de los ochenta, y a la vez como repaso a una carrera que ha sido mucho más importante para la música de lo que mucha gente piensa. No obstante, ha servido de influencia a bandas tan importantes como Pulp o Radiohead. Además de haber sido precursora de lo que en los noventa se bautizó como post-rock.

Nacidos en Londres a principio de los ochenta, Talk Talk son una banda marcada por esos años. “The Party’s is Over”, el que fue su álbum de debut, es un trabajo lleno de cortes de synth-pop y de new-wave. No obstante, su compañía de discos, les puso el mismo productor que a Duran Duran, a ver si había suerte y tenían el mismo éxito. Algo que no ocurrió, aunque hay que decir que no les fue mal y algunos de sus singles, como ‘Talk Talk’ y ‘Today’, entraron en las listas británicas y en las de otros países del mundo. Pero lo mejor es que, por aquí, ya se puede ver que no eran una banda al uso. Como muestra, el tema que daba título al álbum, o ‘Have You Heard The News’, más oscuros de lo que se escuchaba habitualmente en el pop de aquella época.

Tras lanzar ‘My Foolish Friend’, un estupendo single que no entró en ninguno de sus discos, la banda británica edita “It’s My Life”, el álbum que les haría mundialmente famosos. Aquí ya se empieza a ver un giro hacia sonidos más rock, y las guitarras tienen más presencia. Pero no se olvidan de lado más pop, como bien muestran ‘It’s My Life’ y ‘Such a Shame’, dos de los éxitos más grandes de su carrera. Son dos joyas del pop de los ochenta, y ojo, porque, aunque la primera sea su canción más reconocible, en su día, fue la segunda la que tuvo más éxito en las listas. Junto a ellas, podemos meter ‘Dum Dum Girl’ e ‘It’s You’, que también aciertan yéndose al pop. Aunque es en una balada como ‘Tomorrow Started’, donde más evolucionan, y se empiezan a ver parte de los sonidos que vendrían después.

Un disco como “The Colour of Spring”, demuestra que, además de tener talento, también eran bastante listos. En 1986, como una banda ya reconocida, y con bastante éxito, lanzan un álbum con los suficientes hits para seguir copando las listas (fue top 10 en muchos países y número uno en Alemania), como ‘Life’s What You Make It’ y ‘Living In Another World’. Pero no se quedan ahí, y en él, la experimentación deja de ser una anécdota. Empiezan a aparecer los cortes más largos y los ritmos más pausados, que más tarde les convertirían en una referencia clave en el mundo del post-rock. Eso sí, combinados con un lado más pop. Así, nos entregan joyas como ‘Happines Is Easy’, con ese estribillo lleno de coros infantiles, o esa maravilla de más de ocho minutos llamada, muy acertadamente, ‘Time It’s Time’.

A pesar del éxito de “The Colour of Spring”, los siguientes años no fueron muy felices para la banda, que deja de girar –como dato curioso, dieron su último concierto en Salamanca-, y se mete de lleno en terrenos musicales que no gustan a su discográfica. Cada vez más influenciados por el jazz, la banda edita en 1988 “Spirit of Eden”, un disco con tan solo seis canciones que se va más allá de los cuarenta minutos. Aquí ya no hay singles con los que vender el disco, y sin ningún tipo de promoción en directo, se convierte en un pequeño fracaso comercial. Pero una cosa no quita la otra, y a su vez, se convierte en el disco más importante de su carrera, y el que ha servido de mayor influencia a bandas posteriores. Y es que, se dice que, sin él, grupos como Mogwai, Low, Godspeed You! Black Emperor, Doves o Elbow, no serían los mismos. Solo hay que escuchar ‘The Rainbow’, ‘Eden’, o esa preciosidad llamada ‘I Belive In You’, para darse cuenta. Incluso su cara-b, llamada ‘John Cope’, que también he incluido en esta selección, es toda una premonición de lo que vendría después.

Poco, o nada, de la banda que empezó en 1981 queda diez años después, cuando editan “Laughing Stock”. Estamos ante otro disco de tan solo seis cortes, donde el post-rock y el jazz son los principales protagonistas. El propio Mark Hollis cita a Can o John Coltrane como principales influencias. Y es algo que resulta evidente en un tema tan crudo como ‘Ascension Day’, que fusiona de maravilla el rock y el jazz, y abre una puerta a muchos de los grupos que vinieron un poco más tarde (que se le pregunten a Radiohead). Más comedidos están en ‘After The Flood’ y ‘New Grass’, en las que siguen empleando esas influencias para hacer dos temas calmados en los que hay extensos paisajes sonoros. Evidentemente, fue éxito de crítica, pero no de público. De hecho, poco tiempo después, se separarían para siempre.

Talk Talk apenas duraron una década en activo, pero en esos años, no solo les dio tiempo a crear algunos de los mejores hits de los ochenta, también a crear un sonido propio que ha sido imitado hasta la saciedad. Además, la voz de Hollis, es una de esas que aparecen muy de vez en cuando. Lástima que ya no la podamos oír más.

25 Canciones: The Walkmen

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Los seguidores del blog recordaréis la sección “25 Canciones”, en la que recopilaba los temas favoritos de mis bandas favoritas. Por alguna razón (la pereza, supongo) dejé de hacerla, pero hoy la recupero con The Walkmen. Y es que, los de Nueva York, reúnen todas las condiciones para entrar en esta sección. Principalmente, porque tienen una cantidad tremenda de temazos (me ha costado una barbaridad resumirla en 25) y porque ya se han separado, así que ésta puede ser su lista definitiva.

Como mucha gente, descubrí a The Walkmen por ‘The Rat’, ese fantástico tema de su segundo disco, que no consiguieron superar en toda su carrera –aunque se quedaron cerca varias veces-. Pero hay un antes de esa canción, y se llama “Everyone Who Pretended Yo Like Me Is Gone”. El primer trabajo de los norteamericanos ya nos dejaba ver los ingredientes que hicieron de ellos una de las mejores bandas de los últimos años. La voz desgarrada de Hamilton Leithauser, la crudeza y suciedad de las guitarras, y ese sonido directo, en el que no hay ni trampa ni cartón. De él he escogido el tema que le da título, porque creo que representa a la perfección el sonido intenso que tenían en sus comienzos. Al igual que ‘Revenge Wears No Wristwatch’, donde ya cuentan con un punto más melódico. Pero lo mejor del disco es ‘We’ve Been Had’, donde están menos ásperos y cristalinos. Es más, la seguían tocando en sus últimos conciertos.

En 2004, con la ciudad de Nueva York en el punto de mira del mundo musical, editan “Bows + Arrows”. Muchos los comparan con Interpol por ‘The Rat’ pero no solo el resto del disco demuestra que no tienen nada que ver con ellos. Ésta misma canción refleja una intensidad (la batería es brutal) a la que jamás han llegado los de Paul Banks. A día de hoy, con toda su discografía más que escuchada, diría que es su mejor disco. Leithauser nunca ha estado tan desgarrador cantando como lo está aquí, y temas como la maravillosa ‘Little House Of Savages’ (todavía se me siguen poniendo los pelos de punta cuando entra el estribillo), la preciosa, pero sucia, ‘My Old Man’, la melancólica ‘The North Pole’, y la potente ‘Thinking Of A Dream I Had’, siguen sonando igual de bien que hace 13 años.

A Hundred Miles Off” me parece su disco más flojo. Esto no significa que sea un mal disco, pero sí es cierto que, en comparación con el resto de su discografía, se queda un peldaño por debajo. De él he escogido dos canciones –podría haber metido alguna más, pero en una lista de 25 hay que descartar temas-, y las dos son muy diferentes. Primero tenemos ‘Louisiana’, donde exploran nuevos caminos, quitándose de encima su sonido más lo-fi y dejando que las trompetas sean las protagonistas. Sin embargo, en ‘All Harms And The Cock’, recuperan su faceta más oscura, y entregan un tema intenso, que se endulza en su estribillo. Tras este trabajo publicaron “Pussy Cats”, en el que versionaban al completo el disco de Harry Nilsson. Particularmente, es un trabajo que no me dice nada, así que no he metido ninguna de sus canciones.

Me ha costado una barbaridad seleccionar tan solo cinco canciones de “You & Me”, que es su otra obra maestra. Es un trabajo sombrío, frío e ideal para una tarde de invierno. No obstante, ‘In The New Year’ es uno de sus himnos. También se podría decir que es su disco más épico, en el que, la gran mayoría de las canciones, van creciendo y creciendo, hasta terminar en una tormenta de guitarras, órganos y la desgarradora voz de Leithauser. Ahí está la impresionante ‘On the Water’, la contundente ‘Potscards from Tiny Islands’, el tono más reposado de ‘Four Provinces’, y ‘The Blue Route’, mi canción favorita del disco. Me parece impresionante como va subiendo poco a poco, y como van entrando los instrumentos, para acabar a lo grande y de la forma más épica. Como curiosidad, ‘Dónde Está La Playa’, el tema que abre el disco, fue la única frase en castellano que se aprendieron durante su estancia en Benicàssim dos años antes.

Tras el éxito de crítica de su anterior álbum, y con una popularidad cada vez mayor, en 2010 vuelven con “Lisbon”. Aquí se podría decir que su sonido cambia un poco, ya no hay tanta predilección por el lo-fi, y sus canciones suenan más limpias y claras. Además, vuelven a soltar himnos contundentes al más puro estilo ‘The Rat’. Ahí está ‘Angela Surf City’, que fue su carta de presentación, o ‘Woe Is Me’, que fue de sus primeras incursiones en el pop. Pero también tiene temas intensos marca de la casa. Es el caso ‘Blue As Your Blood’ y de la grandiosa ‘Victory’. Y para rematar, ‘Juveniles’, toda una preciosidad. Es otro disco sobresaliente, y les subió un peldaño más en su escala de popularidad.

El cambio hacia sonido más limpios se hace más presente en “Heaven”, el que a la postre iba a ser su último álbum. Es más, algún crítico le puso la etiqueta de “dad-rock”. El caso es que sigue siendo otro disco sobresaliente, y contiene alguna de sus mejores canciones. Aun así, resulta sorprendente verles tan cómodos acercándose al folk (con la ayuda del cantante de Fleet Foxes) en la inicial ‘We Can’t Be Beat’, o sonar tan radio-friendly en la preciosa ‘Song For Leigh’. Con todo, los The Walkmen de toda la vida, aparecen en ‘The Love You Love’, ‘Heartbreaker’ y ‘Heaven’. Por cierto, que estas dos últimas son lo más parecido que han hecho a un hit en su vida.

Tras la correspondiente gira de promoción de “Heaven”, anunciaron un descanso indefinido que, a día de hoy, y con varios de sus miembros inmersos en su carrera en solitario, tiene pinta de que va a ser para siempre. Una pena, porque, además, tenían un directo vibrante y espectacular.

25 Canciones: OMD

OMD

Hace poco tuve la oportunidad de ver Synth Britannia, un documental de la BBC sobre la escena de pop electrónico surgida en las islas a finales de los 70 y principio de los 80. En él cuentan con todo detalle como empezaron todos estos grupos que, un buen día, decidieron cambiar las guitarras por los sintetizadores. Por supuesto, uno de ellos, son OMD, que cuentan con varias apariciones en el documental. La banda de Liverpool, formada por Andy McCluskey y Paul Humphreys, fue uno de los grupos más importantes de este movimiento, tanto en el apartado comercial, como en el artístico. A lo largo de los primeros ochenta consiguieron una buena cantidad de éxitos en todo el mundo (en España tuvieron tres número uno), y lograron maravillar a la crítica con su Architecture & Morality, uno de los discos clave de aquella época. Eso sí, a lo largo de su carrera han tenido algún que otro altibajo, pero siempre han sabido remontar a tiempo.

Orchestral Manoeuvres in the Dark empezaron a funcionar como banda en 1979, que es cuando McCluskey y Humphreys se unen tras pasar por varias formaciones locales. Con la vista puesta en Kraftwerk, pero sin olvidarse de la parte pop del asunto, ese mismo año, sacan el single Electricity. Al igual que muchos de los singles de la época, esta canción se llegó a publicar hasta tres veces (una con Factory, y otra con una subsidiaria de Virgin), pero ninguna de ellas llego a ser un éxito comercial. Lo que sí fue un éxito de crítica, y la canción que hizo coger un sintetizador por primera vez a Vince Clarke (sí, el de Depeche Mode, Yazoo y Erasure). Fue incluida en su homónimo primer trabajo, en el que todavía hacían una electrónica minimalista con muy pocos hits. Aparte de Electricity, el único tema que ha sobrevivido bien el paso del tiempo, es la versión maxi de Messages, que fue su primer gran éxito en el Reino Unido. Ese mismo camino lo seguirían en Organisation, su siguiente trabajo, que era bastante oscuro y contenía temas más cercanos a Joy Division que al synth-pop. Es el caso de The Misunderstanding, una canción cruda y oscurísima que tiene muy poco que ver con sus gemas más pop. Y es que, este trabajo, siempre será recordado por tener la que es su canción más famosa, y uno de los grandes éxitos de los ochenta. Sí, estoy hablando de Enola Gay, uno de esos temas que definen el sonido de una época. Como dato curioso, en Estados Unidos, se editó un hibrido de estos dos discos un tiempo después.

A finales de 1981 publican Architecture & Morality, y se convierten en una de las bandas de más éxito en Europa. No solo en Reino Unido, donde el disco alcanzó el tercer puesto en la lista de ventas, también España, donde caímos rendidos a Souvenir y las dos Joan of Arc. Es un álbum mucho más accesible que sus dos primeros trabajos, con muchos más hits, pero en él no se olvidan de su faceta más industrial. Canciones como The New Stone Age o Georgia nos muestran a unos OMD capaces fusionar su lado más oscuro, con el lado más comercial, consiguiendo así, unos cortes de enorme influencia en muchos grupos posteriores. Pero claro, son los OMD de la épica y el estribillo redondo los que destacan en este trabajo. Con Souvenir y Joan of Arc se acercan a lo que fueron en gran parte de sus siguientes trabajos: un grupo de puro pop. Aunque si hay que destacar una canción de este trabajo, esa es la otra Joan of Arc, la que bautizaron como Maid of Orleans. Es un tema sublime, que contiene una de las melodías más reconocibles de los ochenta. La combinación de su ritmo en plan vals, el inconfundible mellotron, y sus tres violines, logran que a uno se le pongan los pelos de punta. Fue la canción más vendida en Alemania en 1982, y número uno en varios países. Además, muy merecidamente.

Tras el éxito de Architecture & Morality, el dúo prefiere no acomodarse, y para su siguiente álbum deciden volver al tono más experimental. Una vez más, en Dazzle Ships, cuesta encontrar un par de singles directos y puramente pop. Tan solo Telegraph, Genetic Engineering, y Radio Waves logran entrar en esta categoría, y aun así, están más cerca de su faceta industrial, que de su faceta más pop. La influencia de Kraftwerk vuelve a ser dominante, y su empeño por utilizar todo tipo de sintetizadores raros e irse por las ramas, hizo que de él un trabajo tremendamente influyente para unos cuantos grupos posteriores (en aquella época recibió críticas muy dispares). De hecho, hay muchos críticos que señalan a este disco como una de las influencias más grandes de OK Computer y Kid A, de Radiohead -no sé qué opinará de esto Thom Yorke -. Lo más curioso es que el disco fue un éxito comercial y en nuestro país de pandereta llegó a estar el número tres de la lista de ventas.

Sin apenas un respiro, en la primavera de 1984, aparece Junk Culture, y con él, el enésimo giro de su carrera. En este trabajo aparecen por primera vez los OMD más amables, y con un sonido mucho más sintético, muy de la época. Cambian los sonidos industriales por las palmas pregrabadas, los ritmos más bailables, e incluso una pequeña influencia de la música caribeña (All Wrapped Tour suena a un Paul Simon de segunda). Esto no convence mucho a los críticos que ven como una banda con personalidad como ellos, se empeña en meterse en un sonido que no les va nada bien. Aun así, y a pesar de su producción tan Stock, Aitken & Waterman, consiguen salir airosos en temas como Tesla Girls, Locomotion y Talking Loud And Clear.

A mediados de los ochenta, el grupo ya cuenta con una gran cantidad de seguidores en Estados Unidos, y se lanzan de lleno a este mercado. Su arma principal se hace llamar Crush, y con su portada, en la que el artista Paul Slater se fija en un pintor tan norteamericano como Hopper, lo dejan bien claro desde el principio. Su sonido se acerca al pop de sintetizadores que tan de moda estaba al otro lado del charco por aquella época, y gracias a canciones como So In Love y Secret (dos temazos como un piano), consiguen una enorme popularidad entre los adolescentes inadaptados norteamericanos. Gracias a este trabajo consiguieron que John Hughes les llamara para hacer el tema principal de Pretty In Pink, uno de los mayores clásicos del cine de instituto de los ochenta. Hughes no se equivoca, y McCluskey y Humphreys le entregan la enorme If You Leave, que entra directa al Top 5 norteamericano.

Lo más normal es que tras el éxito de If You Leave, OMD siguieran en la cresta de la ola, pero no. Sus dos siguientes trabajos pasan un tanto desapercibidos y solo consiguen un poco de éxito con (Forever) Leave and Die, que es una cursilada de canción, y Dreaming, un corte que metieron en su recopilación de singles de 1988. Tras estos fracasos, Paul Humphreys huye despavorido y deja solo a Andy McCluskey, que no da señales de vida hasta 1991, cuando aparece con un disco llamado Sugar Tax. Contra todo pronóstico, el disco contiene dos o tres temas notables, y se convierte en un éxito que despacha tres millones de copias. La culpa de esto la tienen Sailing On The Seven Seas y Pandora’s Box, los dos singles principales del álbum, y sus dos mejores canciones en mucho tiempo. Sobre todo la primera, que es inmensa. Lo malo es que el resto del disco no está a la altura, y McCluskey se sale del tiesto una buena cantidad de veces. Algo que, desgraciadamente, también hace en sus dos álbumes siguientes.

La aventura en solitario de McCluskey duró hasta 1996, que fue el año en el que decidido finiquitar la banda y dejar a OMD fuera de juego. Pero como vivimos en la época en la que todos los grupos vuelven, en 2010 dan la sorpresa y sacan un nuevo trabajo con la banda original. De History Of Modern no hay ninguna canción en esta lista, pero no porque no me guste, es porque no está en Spotify. De hecho, me parece un disco notable y una vuelta muy decente donde hay temas que están muy bien, como New Babies: New Toys o Sister Marie Says. Eso sí, me gusta mucho más Metroland, el disco que sacaron hace un par de años, donde veíamos a los mejores OMD en canciones como la propia Metroland (puro Kraftwerk), Night Café, Helen of Troy (tirando hacia Joan of Arc), y ese pedazo de hit llamado Dresden.

No sé si estarán preparando canciones nuevas, pero sí que están haciendo conciertos, y los tendremos en la próxima edición del Primavera Sound. Una gran noticia, ya que tuve la oportunidad de verlos hace unos años, y están en muy buena forma.

25 Canciones: Duran Duran

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Sí, ya sé que Duran Duran no es una banda que tenga mucho que ver con la línea del blog, pero es un grupo al que le tengo un enorme cariño. Fue la primera banda de la que me hice fan, allá por 1984, cuando tenía 7 años, y creo que tienen una enorme colección de canciones. Además, no soy el único que lo piensa, los organizadores del Sonar también son fans, y los han confirmado para la próxima edición de su festival. Así que, por un momento, no penséis en los pelos cardados, las hombreras, y el maquillaje, y atended a las canciones, que merecen mucho la pena.

Duran Duran fue una banda que se moldeó en los años 80, y sufrió los cambios de aquella década, tanto estilísticos como musicales. No fueron los únicos, y pesos pesados tan grandes como David Bowie (con el que Duran Duran tienen más de una conexión), o Stevie Wonder, también sucumbieron a los excesos de aquellos tiempos. También fueron una banda de lo más prolífica, como casi todas las de su época, y en apenas ocho años sacaron cinco discos de estudio y un directo, además de tres de singles sueltos (de hecho, los tres primeros salieron entre el 1981 y 1983). Este es un dato importante, ya que a partir de su tercer trabajo la calidad de sus canciones empezó a decaer y se dejaron llevar por unas producciones que no les iban nada bien.

En su primer trabajo, Duran Duran estaban más cerca del synth-pop y de la new-wave que del pop que les haría mundialmente famosos un par de años más tarde. En él ya mostraban un enorme talento para hacer temas redondos, y cómo promocionarlos. Y es que, con el vídeo de Girls On Film, su tercer single, ya tuvieron su buena dosis de polémica. La escasa ropa que llevaban las protagonistas del clip, que luchaban en un ring de boxeo mientras ellos tocaban la canción, hizo que censuraran el vídeo en varios países, y con la polémica creció su fama. Este no es el único tema redondo del álbum, ya que cuenta con otro clásico como Planet Earth, que fue su primer sencillo, y su primer top 10 británico. Es un corte muy synth-pop (en aquellos momentos era lo que estaba de moda), directo, que cuenta con un punteo de guitarra que se convirtió en un clásico instantáneo. En general, el álbum, tiene un tono muy oscuro, como bien lo certifica Careless Memories, otro de los singles, o Sound Of Thunder, un corte realmente dark. Un buen debut.

Con Rio llega la confirmación del estrellato, y el éxito al otro lado del charco. Es un disco mucho más pop, donde las melodías sintéticas ya no son las protagonistas, y donde aparecen  los saxos, como en todos los putos discos de los 80. Todos los críticos coinciden en que es su mejor trabajo, y es muy probable que tengan razón. Por lo menos es su mejor colección de canciones, y donde encontramos más de hits. Contiene Hungry Like A Wolf, que no solo es uno de los mejores temas de los 80, también es la canción que nunca han podido superar. Y también está el enorme corte que da título al disco, ese gran single llamado New Religion, o temas más desconocidos, pero igual de buenos, como Last Chance On The Starway o Hold Back The Rain. Por último aquí nos encontramos con la preciosa Save A Prayer, su primera gran balada.

Casi sin tiempo para descansar, y muy poco antes de sacar su tercer trabajo, editan Is There Something I Should Know?, su primer número uno en Reino Unido. Y es que, tras el éxito de Rio, había que aprovechar el tirón y sacar algo entre disco y disco. Además, se estaban empezando a convertir en todo un fenómeno de fans, tanto en Europa como en Estados Unidos. Dicho así, suena un poco mal, ya que lo que hoy entendemos por grupo para fans es otra cosa muy diferente, y un producto prefabricado. Duran Duran eran los ídolos de las jovencitas, eso es cierto, y eran portada de la Super Pop y la Vale casi todas las semanas, pero eran un grupo de verdad. De hecho, más de una vez se les ha reconocido como unos grandes instrumentistas. Incluso los heavies que se mueren por un punteo bien tocado, les tenían algo de cariño.

Con la llegada del éxito masivo surgen los primeros ataques de la prensa británica, que tacha Seven and the Ragged Tiger de disco aburrido, insípido, e incluso patético. Ellos permanecen ajenos a todo esto y se dedican a sacar hits para reventar pistas. Es es cierto que se han pasado al sonido totalmente ochentero, y que  la producción es mucho más sintética, pero con ella consiguen hacer un tema como The Reflex, el que es el mayor éxito de su carrera. Es una canción muy comercial, con unas guitarras cercanas al funk, y un estribillo que llega tras un puente magnifico. Fue el corte que eclipsó al resto del álbum, y, aunque New Moon On Monday y Union Of The Snake también fueron un éxito, siempre será recordado como el disco que contenía The Reflex.

Tras su tercer trabajo, una vez más, se preocupan de mantener la atención de sus fans entre disco y disco, y en 1984 editan Arena, su primer álbum en directo. Grabado en Oakland, el álbum cuenta con varios de sus hits en vivo, y un gancho que lo llevó a ocupar los primeros puestos de las listas de medio mundo. Se trata de Wild Boys, el tema inédito que venía en el disco, que fue un bombazo (en aquellos días era casi imposible no ver su vídeo en plan Mad Max a todas horas  en la tele), les mantuvo en candelero un tiempo más. Además, fue la primera canción que les produjo Nile Rodgers, que unos meses antes había hecho un remix de The Reflex, y más tarde estaría a los mandos de su siguiente trabajo. Arena es un disco de transición (como casi todos los trabajos en directo), que cumplió su cometido de mantenerles en lo alto mientras se tomaban un descanso, o hacían otras cosillas.

En 1985 el grupo empieza a tener las primeras diferencias, y se dividen en dos bandos que terminan en dos proyectos paralelos. Por un lado, los hermanos Taylor, más preocupados de hacer cosas un tanto más rock, se unen a Robert Palmer, y forman The Power Station, banda con la que obtienen un par de éxitos. Por el otro, Simon Le Bon y Nick Rhodes, forman Arcadia, un grupo más cercano al sonido de Duran Duran, que tan solo consiguió el éxito con su single Election Day. Eso sí, tuvieron tiempo para atender la llamada de los productores de Panorama para matar, la decimocuarta película de James Bond, y hacer el tema principal. A View To A Kill es una canción que funcionó muy bien (recuerdo que, con 9 años, me lo compré ahorrando parte de mi paga semanal), pero no es un tema excesivamente interesante.

El principio del declive, y el final de los temazos llega con Notorious. La producción tan funk que le dio Nile Rodgers a este álbum, no les sentó nada bien, y de él solo se puede rascar el tema principal, que fue un éxito, y Meet El President, que tiene su punto con esos coros femeninos. Pero es mucho peor lo que vendría a continuación con Big Thing, un trabajo en el que intentan meterse en sonidos más electrónicos, incluso acercándose un poco al house, y se la meten de pleno. Era malo con ganas, y de él solo se podría rescatar I Don’t Want Your Love. Lo mismo se puede decir de Liberty, su siguiente trabajo, que no fue mal comercialmente, pero artísticamente sí deja mucho que desear. Aun así, cuenta con Violence Of Summer, que no está nada mal. Tras él, tocaba un descanso, y un cambio de mentalidad.

Con el grunge y la música alternativa de pura actualidad, Duran Duran vuelven en 1993, y, contra todo pronóstico, consiguen triunfar a lo grande. La década de los ochenta ya les pilla muy lejos, y no es plan de recuperar el sonido de aquellos años. Mucho más serios, trajeados, y sin apenas sintetizadores, sorprendieron a medio mundo con Ordinary World, un pedazo de baladón que los volvió a meter en los primeros puestos de las listas. Estaba incluida en el que se conoce como The Wedding Album, ya que no tenía título y en su portada salían fotos de gente casándose. Pero no fue el único tema decente del álbum, también estaba por aquí Come Undonde, un elegante tema cercano a la pista de baile, que también fue un éxito. Lo malo es que tras este álbum volvieron a las andadas, y en sus siguientes años de carrera hay muy poco donde rascar. Un disco de versiones, que fue calificado injustamente como el peor trabajo de la historia – de él se puede coger la versión del Perfect Day que hicieron de Lou Reed, que era bien bonita y atmosférica, muy en la línea de lo que hacen ahora Beach House -, y unos cuantos discos que han pasado sin pena ni gloria. Eso sí, en uno de ellos estaba Electric Barbarella, que no estaba nada mal.

No sé qué estarán haciendo en la actualidad (creo que están grabando un nuevo trabajo), pero no son tontos, y en sus conciertos tocan casi todos los hits de los años ochenta, así que seguro que merece la pena verlos encima de un escenario. Ya sé que no será igual que hace treinta años, pero tiene el atractivo de la nostalgia de aquella época. 

25 Canciones: The Delgados

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Que The Delgados no tuvieran éxito fue una de las mayores injusticias musicales de la década pasada. De hecho, también fue el motivo de su separación. Y es que tiene que ser frustrante crear tantos temazos (algunos realmente comerciales), y vender tan poco. Pero bueno, al menos contaron con apoyo de la crítica, que elogió algunos de sus trabajos. Yo fui (y soy) muy fan, y durante los primeros años de los 00, los escuché sin cesar. Por eso hoy os dejo esta recopilación con 25 canciones que representan una de las carreras más bonitas de la escena de Glasgow.

Hace 15 años, cuando le comentabas a la gente que The Delgados se llamaban así por Perico Delgado, muchos se pensaban que les estabas vacilando. Tenías que explicar que, algunos de los miembros del grupo, eran aficionados al ciclismo, y que incluso tenían un disco que se llamaba Peloton (sin acentuar, que para eso son escoceses), para que empezaran a creérselo. La verdad es que nunca entendí dónde estaba la extrañeza del asunto. Los de Glasgow se pusieron este nombre en 1994, cuando tres de sus miembros fueron expulsados de una banda llamada Bubblegum. Junto a Emma Pollock, formaron el grupo, y fundaron el sello Chemikal Underground, casa de bandas tan conocidas como Mogwai, Bis o Arab Strap. Aunque, curiosamente, su primer single salió en otro sello, ya que se habían gastado todo el presupuesto de la discografía en el primer disco de Bis. Afortunadamente, no tardaron mucho en recuperar la inversión.

A pesar de ser muy fan de la banda, no lo soy tanto de sus dos primeros trabajos, en los que encuentro cosas interesantes, pero no creo que sean nada especial. De Domestiques, su primer álbum, he seleccionado Under Canvas Under Wraps, que representa muy bien lo que hacían por aquella época, que no es otra cosa que un indie-rock acelerado y ruidoso cercano a Pavement o Sonic Youth. También he metido Akumulator, más que nada porque es la única canción de ese álbum en la que se puede ver algo de lo que vendría después. Peloton no es un mal disco, pero tiene un fallo importante de producción, y a muchas de sus canciones les falta un poco de fuerza. En él sí que se puede apreciar un cambio importante, los instrumentos de cuerda están mucho más presentes, y el nivel de distorsión y aceleración ha bajado considerablemente. Además, están mucho más melódicos, y la prueba es un tema como The Arcarne Model, en la que fusionan muy buen la distorsión con la melodía y los instrumentos de cuerda. Junto a ella, destaco The Actress y Pull The Wires From The Wall, que también dejaban ver lo que iba a venir después.

Con el cambio de década, llega el cambio en The Delgados. En el año 2000 sorprenden a todos sus seguidores con The Great Eastern, un disco mucho más reposado, con una producción grandilocuente, y unas letras tremendamente tristes. Gran parte de la culpa de esto la tiene Dave Fridmann, el productor y miembro de Mercury Rev, que por aquella época estuvo a los mandos de algunos de los mejores discos de esos años – The Soft Bulletin de The Flaming Lips, Deserter’s Songs de Mercury Rev, o el Rock Action de Mogwai -. El norteamericano les dio ese sonido apabullante que necesitaban sus canciones, y consiguió convertir en auténticos himnos temas como American Trilogy o No Danger, que son de ese tipo de cortes que te ponen los pelos de punta. Pero el tercer disco de los escoceses no solo contenía himnos, en él también encontramos a unos Delgados más esquivos, capaces de soltar trallazos metaleros en Thirteen Gliding Principles, o de hacer una deliciosa canción pop en la que el estribillo es lo de menos (Acused Of Stealing). Fue nominado al Mercury Prize de ese año, algo que ahora no tiene importancia, ya que se ha convertido en un premio comercial y un tanto chungo, pero por aquel entonces fue todo un logro.

Se supone que Hate es la joya de la corona, pero a día de hoy yo no podría elegir entre este o el anterior. Si tengo claro que Fridmman estuvo más acertado en la producción, que es realmente impresionante, y en conjunto es mucho más coherente. También es un álbum mucho más oscuro, y más triste. Solo hay que ver la letra de All You Need is Hate, el primer el single (“You ask me what you need hate is all you need”), que es un trallazo de pop de lo más acido. Pero la línea general del disco no va por esos derroteros, tan solo en Coming In From The Cold, el otro single del álbum, podemos apreciar algo más de amabilidad. Y es que, es un gran tema de puro pop, con el que tenían que haber arrasado. El resto del disco está lleno de canciones que explotan en tormentas eléctricas donde las guitarras distorsionadas y los instrumentos de cuerda se dan la mano. Además, el piano está más que presente, ya que, con los años, Emma Pollock se aficionó mucho a este instrumento. Es un disco enorme, y uno de esos trabajos para escucharlos del tirón en una fría tarde de invierno.

Muchos críticos no encajaron muy bien el giro de Universal Audio, y los acusaron de cambiar su sonido para vender un poco más. Puede que tengan razón, pero no por eso nos encontramos ante un mal disco. El último trabajo de The Delgados contiene una buena colección de canciones pop, en la que los escoceses se animan soltando estribillos contagiosos, y dejando de lado la parte más oscura de su música. Además, también se olvidan de los instrumentos de cuerda, que aquí brillan por su ausencia. Buena prueba de ello son Everybody Come Down, Get Action! y Girls Of Valour, tres hits como la copa de un pino que, sin embargo, tampoco funcionaron comercialmente. Es un trabajo muy entretenido, de buen pop. Quizá no es tan sesudo como los anteriores, pero es igual de delicioso.

Tras el fiasco comercial de Universal Audio, Stewart Henderson, el bajista de la banda, deja el grupo alegando que “es demasiado trabajo para tan poca atención”. Pocos meses después, el resto de la banda anuncia su separación, y The Delgados se convierten en algo del pasado. Durante todos estos años han seguido llevando su sello, y casi todos sus miembros han seguido ligados al mundo de la música. Emma Pollock sacó dos discos en solitario que no estaban nada mal, Alun Woodward creo una banda llamada Lord Cut-Glass, y Paul Savage se ha convertido en uno de los productores más requeridos de Escocia, donde ha producido discos de Mogwai, Camera Obscura, The Twilight Sad o Franz Ferdinand. Aunque yo creo que deberían apuntarse a la moda de los retornos, y hacerse una girilla con unos cuantos conciertos, ya que en directo eran realmente buenos.

25 Canciones: The Strokes

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Como muchos sabréis, el Primavera Sound acaba de confirmar la presencia de The Strokes en el cartel de su próxima edición. Algunos han puesto el grito en cielo, y se han llevado las manos a la cabeza al ver su nombre junto al del festival barcelonés. Esto me parece un poco lógico, sus últimos trabajos han conseguido eclipsar lo buenos que eran los dos primeros y, aunque su Comedown Machine no estaba nada mal, ya no hay quien les quite la mala publicidad de encima. Es cierto que se la han ganado, tanto con el rock macarra que impregnaba su tercer trabajo, como con el rollo ochentero mal llevado que encontrábamos en el cuarto. Pero no está de más recordar que hubo una época en la que se convirtieron en el grupo que consiguió que el rock volviera a ser cool. Además, lo hicieron con una colección de canciones enorme. Por eso me he decidido a currarme esta lista de 25 de canciones que, sorprendentemente, se me ha quedado corta y he tenido que quitar unos cuantos temas.

Cuando The Strokes estallaron en el verano de 2001, el mundo del rock estaba de capa caída. Todavía se vivía la resaca de la escena big-beat y dance británica, esa que llevó a The Chemical Brothers o The Prodigy a lo más alto, y los grupos de guitarras no importaban demasiado. Para colmo, el mundo del pop se dejaba llevar por el rollo blandengue de Coldplay, Doves o Travis. Esto desde el Reino Unido, si nos vamos a Estados Unidos la cosa se pone mucho peor, ya que allí todavía seguían triunfando bandas cercanas al grunge como Live, o esperpentos como Nickelback o Staind. Por no hablar de la escena Nu-Metal, que estaba pegando muy fuerte. En medio de este panorama tan jodido, aparecieron unos niños pijos de Manhattan, vestidos con su ropa raída y sus all-star (Converse se lo va a tener que agradecer durante toda su vida), y reivindicando el rock que surgió de su ciudad a mediados de los setenta. Visto así, casi se podría decir que parece una buena jugada de marketing de cualquier casa discográfica, pero detrás de todo eso había algo que sobresalía: las canciones.

Is This It tuvo un lanzamiento extraño, propiciado por su “explicita” portada. El disco salió a la venta a finales de agosto en Europa, pero no lo pudo hacer hasta octubre en Estados Unidos, donde había que cambiar esa portada en la que salía un culo femenino en primer plano. Por si esto fuera poco, un par de semanas después de su lanzamiento en el viejo continente, tuvieron lugar los atentados del 11-S, lo que propició otro cambio en el disco. Y es que en aquellos meses no era muy políticamente correcto publicar una canción que decía algo así como “los policías de Nueva York no son muy listos”. Así que cuando el disco salió en su país (con When I Started a cambio de NYC Cops), los medios europeos ya se habían deshecho en elogios con él, y The Strokes se habían convertido en la banda de moda del momento. También hay que decir que esto se fue cocinando a fuego lento, y meses antes ya habían recibido la atención de los críticos con su The Modern Age Ep. Incluso la muy comercial MTV, que en aquellos días solo emitía videos de los pesados de Muse, empezó a pasar por su parrilla actuaciones de la banda (no tenían videos). En España, los primeros en apuntarse el tanto fueron los organizadores del festival mallorquín Isla de Encanta, que los trajo por primera vez a nuestro país en julio de 2001. Como podéis ver, no fueron un hype de la noche a la mañana como se piensan muchos.

The Velvet Underground, Television, The Modern Lovers, BlondieThe Strokes lo tenían claro desde el principio: la ciudad de Nueva York, y sus bandas más emblemáticas, serian su mayor influencia. En Is This It se podían escuchar todas esas referencias llevadas al 2001 con una frescura inaudita. Es uno de esos trabajos a los que no le sobra ninguna canción, y en el que todo encaja a la perfección. Desde el comienzo tranquilo que lo abre y da paso a la contundente batería de The Modern Age, hasta la traca final con Hard To Explain, NYC Cops, y Take It Or Leave It. Sin olvidarse de que en la parte central nos encontrábamos hits pop como Someday o Last Nite. Todo ello regado con cierto toque lo-fi y mucho pedal de voz (Julian Casablancas nunca ha sido el mejor cantante del mundo). Por eso no resulta extraño que todo lo que viniera después de este trabajo estuviera por debajo.

Room On Fire es el inevitable disco de continuación. Con él recibieron muy buenas críticas, pero algunos ya les acusaban de repetirse. Aparte de que esto me parece una chorrada (no creo que hacer un segundo trabajo siguiendo los buenos patrones del primero sea un error), sí que es un trabajo en el que se aprecian los cambios. Por ejemplo, es la primera vez que entran en juego The Cars y, además, lo hacen a lo grande, con 12:51, el estupendo primer single. También hay un cierto toque más pop en canciones como What Ever Happened?, Automatic Stop o Between Love & Hate. Sí es cierto que no se olvidan de los hits de rock contundente, pero es que Reptila, The Way It Is o The End Has No End, están a la altura de las mejores canciones de su debut.

El primer gran tortazo de los neoyorquinos fue First Impressions on Earth que, a día de hoy, casi me parece su trabajo menos apetecible. No sé si fue por esas voces que les acusaban de repetirse, pero el giro hacia el rock más chungo, con punteos dignos del peor Matt Bellamy, no les sentó nada bien. Se salvaban cuando se ponían un poco un poco más pop, como en la estupenda You Only Live Once, y en Electricityscape. Incluso esa balada llamada Ask Me Anything, en la que coqueteaban con la electrónica, no estaba mal. Pero el resto no había por dónde cogerlo. Además, para colmo, eligieron muy mal los dos primeros singles, y dejaron a la gente un poco descolada. Algo en lo que se volverían expertos un poco más adelante.

Sin duda alguna, Angles es su peor trabajo. Después de cinco años sin editar nada, en 2011 aparecieron con esto bajo el brazo, y la cosa no cuajó. Su cuarto disco era un popurrí sin pies ni cabeza de influencias ochenteras, del que apenas se podía salvar Under Cover Of Darness, la canción que eligieron como primer single. Se les agradecía que se volvieran a fijar en The Cars en parte de Two Kinds Of Happiness o Taken for a Fool, pero esta vez, la influencia de la banda de Ric Ocasek solo les funcionó a medias. Por no hablar de lo tremendamente aburrida que resultaba Call Me Back. De hecho, estaba bastante mejor el debut en solitario de Julian Casablancas, en el que también tiró de lo lindo de los 80.

Con el prestigio adquirido con sus dos primeros trabajos totalmente olvidado, el año pasado nos dejaron Comedown Machine, un trabajo que estaba bastante mejor de lo que muchos de sus detractores nos quisieron hacer creer. También es cierto que ellos mismo se lo ganaron publicando como primer single One Way Trigger, una canción con demasiado falsete, muy sintética, y que se parecía demasiado al Take On Me de A-HA. Tengo que decir que al principio la odié mucho, pero poco a poco le fui pillando el punto. Además, en el resto del álbum encontrábamos una vuelta a los primeros hits rockeros en All The Time, alguna balada deliciosa como 80’s Comedown Machine, y algún que otro hit pop digno de sus primeras grabaciones como Happy Ending. Yo volví a confiar en ellos con este trabajo, y me consta que no soy el único.

Se supone que el año que viene vuelven a sacar un nuevo trabajo y, viniendo de ellos, pueden aparecer con cualquier cosa. En ese caso, seguiremos viviendo de las rentas de sus primeros discos, y disfrutando con algunas canciones sueltas de los últimos.

25 Canciones: U2

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Si vives en este mundo te habrás enterado de que U2 han regalado su nuevo trabajo esta semana, y de que ese trabajo está teniendo unas críticas nefastas. Además, con razón, ya que ni los productores famosos a los que han recurrido, ni Lykke Li, que canta en el tema final, han logrado sacar jugo a unas canciones que estaban muertas desde que fueron concebidas. Es muy probable que estos os de igual a muchos de los lectores del blog, pero, aunque ahora no lo parezca, hubo un tiempo en que U2 eran un gran grupo, y no la banda aburrida en la que se han convertido desde hace más de una década.

He preparado una lista de Spotify con las 25 canciones de la banda irlandesa que más me gustan, y así de paso recupero esta sección, que la tenía muy olvidada. Como siempre pasa en estos casos, a muchos les faltarán unas cuantas, y a otros les sobrarán otras tantas, pero es lo que hay. Además, tengo que decir, que en esta ocasión no me ha costado mucho hacer la selección y no me ha sobrado ninguna canción. La única pega es que en Spotify no está la versión que hicieron del Night & Day de Cole Porter, que me parece chulísima – algún día tengo que recuperar aquél Red Hot + Blue de 1990-.

Una de las claves del éxito de U2, ha sido su capacidad para reciclarse y cambiar, tanto de imagen, como de estilo musical. De sus primeros trabajos a los últimos hay todo un mundo, y casi parecen otra banda. Poco queda de la urgencia y rapidez que tenían canciones como I Will Follow o Gloria, tal vez tan solo la guitarra tan característica de The Edge. No sé dónde leí que entre sus mayores influencias estaban Joy Division, algo que es un tanto evidente en Boy, en October y, en menor medida, en The War. Quizá, con el tiempo, esta primera trilogía se ha quedado un tanto desfasada, y del tirón puede resultar hasta aburrida. Esto, en parte, es culpa suya, que han intentado volver a ella en varias ocasiones, y lo único que han conseguido es mancillar sus propias canciones. Esto no quita que sí que haya unas cuantas canciones que han sobrevivido a todo esto, y a día de hoy, I Will Follow, Gloria, New Year’s Day y Two Hearts Beat As One, me siguen gustando y pareciendo grandes temas.

El primer cambio de chaqueta vino con The Unforgettable Fire, un disco influenciado por sus giras por Norteamérica, en el que encontramos títulos que reflejan su cultura (4th Of July, Indian Summer Sky o Elvis Presley & America), y en que se olvidan del “punk” de su anterior trabajo. Lo curioso es que un disco en el que abundan los sintetizadores (culpa de Brian Eno, uno de los productores del disco), y su sonido no llega a ser tan americano como se podría pensar en un principio. Ese cambio llegaría con The Joshua Tree, su siguiente trabajo, y su salto a las grandes ligas. El quinto álbum de U2 despachó 28 millones de copias, y los convirtió en la banda más famosa del planeta. La pegada que tenían sus tres singles, que además eran las tres canciones que abrían el álbum, era incuestionable, y el éxito fue más que merecido. Además, aquí fue donde se aficionaron a ese tipo de canción épica que tantos buenos resultados les ha dado (Where The Streets Have No Name y With Or Without You son el mejor ejemplo de esto), y tantos disgustos han proporcionado a sus detractores. Tras él, llegó el fallido Rattle And Hum, que con su mezcla de temas en directo, versiones, y cortes nuevos, no logró cautivar a los críticos, que lo recibieron sin mucho entusiasmo. Aun así, contaba con grandes canciones como Desire, Hawkmoon 269, Angel Of Harlem, y aquél baladón épico llamado All I Want Is You. Pero lo mejor estaba por llegar.

Adiós Estados Unidos, hola de nuevo Europa. Bueno, más bien Berlín. Tras la caída del muro, U2 se volvieron locos con la ciudad alemana, y trasportaron toda esa locura a Achtung Baby, el que con diferencia es su mejor trabajo. Sonidos electrónicos, ruidos extraños, guitarras que rujen, todo tipo de percusiones, cuero, gafas de mosca…U2 se volvieron los más modernos del barrio en apenas un par de años, y lograron poner de acuerdo a crítica y público, algo que no consiguen muchos. Tampoco resultaba tan extraño, para los primeros tenían canciones como Until The End Of The World, The Fly o la grandiosa Ultraviolet (Light My Way), y el seguimiento de los segundos se lo aseguraban con One, una balada a la que es imposible resistirse. Pero su mayor locura todavía estaba por llegar, y se llamaba Zooropa. Aquí hay que hacer un pequeño inciso, y hablar de lo bocazas que es Bono (una de las principales razones del odio que hay hacia U2). Y es que, tan solo un par de años antes de la publicación de Zooropa, tuvo los huevos de atacar a los Pet Shop Boys, y criticar aquél estupendo medley que hicieron con su Where The Streets Have No Name y el Can’t Take My Eyes Of You de Frankie Valli. En sus declaraciones, más o menos venía a decir que no consideraba a Pet Shop Boys como un grupo serio, porque hacían música con máquinas, y haciendo un guiño a un tema del dúo londinense, se preguntaba «What have I, what have I, what have I done to deserve this?». Esto no tendría mayor importancia si sus siguientes trabajos no estuvieran llenos de esas máquinas. Además, con grandes aciertos como Numb, Lemon, y la gran Stay (Farway, So Close!), que para mi gusto es su mejor canción.

Después de Zooropa, hay muy poco donde rascar, y, aunque muchos piensan que Pop no es un mal disco, yo no le termino de pillar el punto. Tan solo me gusta Staring At The Sun, que es bien bonita. Por no hablar de lo malos que son los discos posteriores, donde no hay una sola canción destacable. Eso sí, se les sigue tratando como la banda más grande del planeta, y por mucho que llenen sus conciertos en grandes estadios, sus nuevas composiciones no están a la altura de las circunstancias.