Walt Disco – The Warping

Siempre que nos fijamos en la new-wave y en los new-romantics de principio de los ochenta nos acordamos de bandas como Duran Duran o Spandau Ballet, las cuales nos mostraban la faceta más comercial de esa escena. Pero también había muchos grupos que se dejaban llevar por un sonido y por una estética más arty. Como The Associates, que nos mostraban un pop de lo más teatral marcado por la voz profunda de Billy MacKenzie, su cantante. Un sonido en el que se adentran sin complejos Walt Disco, una banda escocesa -como The Associates-, que obtuvo bastante reconocimiento con su debut. No obstante, estuvieron nominados a varios premios de la música escocesa y han girado con Simple Minds, OMD, o Primal Scream. Aunque lo más sorprendente es que Tilda Swinton dijo que era su grupo favorito.

Walt Disco se han tomado más molestias a la hora de componer y grabar este ‘The Warping’, ya que, debido a la pandemia, su álbum de debut lo grabaron en sus respectivas casas con los pocos medios que tenían. Aquí han podido grabar en diferentes estudios y de una forma más profesional. De hecho, uno de ellos fue el de Phil Manzanera, guitarrista de Roxy Music. Una banda que, evidentemente, también es una de sus grandes influencias. Y esto ha repercutido bastante en su sonido. Aquellas primeras canciones rebosaban electrónica porque era lo único con lo que contaban en ese momento, pero esto es otra cosa. Las baterías, las guitarras y los instrumentos analógicos en general, están a la orden del día. Además de una buena cantidad de cuerdas. Lo que sí que no ha cambiado son sus letras, que siguen explorando su identidad queer.

Entiendo que, de buenas a primeras, la música de Walt Disco resulte un tanto chocante. El punto tan teatral e intenso que tienen muchas de sus canciones chirria un poco al principio, pero lo cierto es que se le coge pronto el punto. En parte, porque saben lo que es hacer un hit. Ahí tenemos esa maravilla llamada “Come Undone”, donde se animan con un estribillo épico y un piano bailongo. O el tema principal, donde llevan su rollo arty a mundos muy melódicos y pop. Además de “You Make Me Feel So Dumb” y su acercamiento a los sonidos funk y disco. Y no me puedo dejar “The Captain”, donde se entregan por completo al pop celta para hablar de la masculinidad toxica. O la estupenda “Gnomes” y esa influencia tan evidente que tiene de Sparks.

Una de las cosas que me ha llevado a escuchar este trabajo de Walt Disco es que nombraban a The Blue Nile como influencia. Y ya sabéis que eso es un imán para un servidor. Además, no es una declaración gratuita, porque si nos vamos a “Black Chocolate”, nos encontramos con un estupendo tema sintético que no desentonaría en esa obra maestra llamada ‘Hats’. Incluso se puede ver algo de la banda de Paul Buchanan en “Jocelyn” o “Weeping Willow”, que sí es cierto que son más intensas y épicas, pero algo de su elegancia sí que tienen. O en la deliciosa y más pop “Pearl”, en la que aparece una contención que les sienta muy bien. Eso sí, para cerrar, no se cortan un pelo a la hora de tirar de épica y entregan una “Before The Walls” en la que se apuntan a la teoría de cuanto más, mucho mejor.

This Is Lorerei – Box For Buddy, Box For Star

No cabe duda de que el último trabajo de Water From Your Eyes fue una de las sorpresas más agradables de 2023. Un disco extraño, ruidoso, a veces sucio, y otras veces más electrónico, que dejó con la boca abierta a muchos. Además, metió en una liga superior al dúo neoyorquino formado por Rachel Brown y Nate Amos. Los cuales, como ya sabéis, tienen unos cuantos proyectos paralelos más. Y uno de ellos es This Is Lorelei, que no es otra cosa que el alias que utiliza Amos para su carrera en solitario. Un proyecto con el que lleva más de una década subiendo grabaciones a su bandcamp, pero con el que nunca había publicado un álbum. Hasta ahora, que entrega la que, oficialmente, es su primera colección de canciones.

Box For Buddy, Box For Star’ nace de una revelación que tuvo Amos en Stonehenge mientras estaba de gira con Water From Your Eyes. Una revelación que, básicamente, consistía en dejar de fumar marihuana tras quince años de habito diario. Y parece que le sentó bastante bien, porque estamos ante un trabajo en el que las canciones son directas, claras, y muy melódicas. De hecho, salvo unas pocas canciones que se centran más en sonidos más folk o bluegrass -el padre de Amos era musico de este palo-, el resto es de lo más pop. Es más, el propio Amos ha confesado que Blink 182 le salvaron la vida y le enseñaron a valorar las canciones rápidas, pegadizas y simples.

El primer disco oficial de This Is Lorelei empieza jugando al despiste. “Angel’s Eye” es una delicada balada bluegrass que echará para atrás a los que vienen buscando un álbum de pop. Un inicio arriesgado que, sin embargo, termina funcionando bien. Sobre todo, porque es la primera muestra de que la propuesta de Amos es bastante ecléctica. Algo que se va mostrando a lo largo de todo el disco. Solo hay que escuchar una delicada balada al piano como es “My Boy Limbo”. O el tema principal, donde se va a un folk-pop de lo más juguetón y entretenido. Además del pop algo psicodélico y con sabor a los sesenta que se deja ver en “Two Legs”.

Su faceta más pop y directa también es algo ecléctica. Amos ha compuesto y grabado todo lo que suena en este disco, lo que le ha llevado a utilizar todos los recursos que tenía. Y claro, en esta situación, una caja de ritmos es de lo más útil. Así, casi nada más empezar, nos encontramos con un tema sintético y delicioso llamado “Perfect Hand”. Un sonido que también se deja ver en “Dancing in the Club”, una canción bastante chula que, la verdad, es que suena como si Blink 182 se hubieran pasado al synth-pop. Lo bueno es que también sabe cuando dejar de lado la electrónica y entregar canciones de indie-rock de lo más contagiosas. Es el caso de la strokera “I’m All Fucked Up”, donde, por cierto, habla de desmayarse y sangrar por la nariz en Madrid. O de esa ultra pegadiza y luminosa “An Extra Beat for You and Me” que cierra el álbum a lo grande.

Strand Of Oaks – Miracle Focus

A pesar de que me gustó bastante ‘Eraserland’, el disco que editó Strand of Oaks en 2019, no me había enterado de que en 2021 publicó otro trabajo. Además, veo que no le fue nada mal. Pero uno no puede estar a todo lo que se edita a lo largo del año. El caso es que Tim Showalter, que es la persona que se esconde tras este proyecto, está de vuelta con un nuevo álbum que le ha llevado casi tres años componer. Y es que, en este periodo de tiempo, ha estado muy ocupado con otras historias. Como su papel de motero en ‘Mayans M.C.’, el spin off de ‘Sons of Anarchy’. Pero también con su nueva faceta de pintor, la cual podéis ver en el cuadro que aparece en la portada del disco. Así que ya es bastante que haya conseguido acabar el disco.

Miracle Focus’ es un trabajo en el que Showalter se ha dejado ayudar por muy poca gente. Tan solo el productor Kevin Ratterman y la cantante Lacey Guthrie, que hace unos pocos coros. Él mismo toca prácticamente todos los instrumentos que aparecen en el disco. Quizá, por eso, aquí aparece un cambio importante de sonido. Y es que estamos ante un disco puramente electrónico. Pero no esa electrónica tímida que siempre se ha dejado ver en los discos de Strand of Oaks. Aquí hay cajas de ritmos que se van a la pista de baile, teclados que lo envuelven todo, y muchas canciones en las que no hay ni rastro del folk que ha marcado su carrera hasta ahora. Incluso hay una pequeña sobredosis de vocoder en uno de sus cortes.

El nuevo álbum de Strand of Oaks nace con una premisa: hacer feliz a la gente. Y nada mejor para eso que irse hacia la pista de baile. Como a la que se acerca en la estupenda “Communication” y sus teclados histriónicos sacados de finales de los 80. Aunque el propio Showalter dice que quería que sonara como las canciones que ponían en las radios del 90. Algo que sí se aprecia bien en la popera y, también maravillosa, “Navigator”, con la que podría hacer uno de esos videos protagonizados por un grupo de bailarines. Pero si hablamos de baile hay que mencionar “Ascend You”. En este tema se mete de lleno en los sonidos más electrónicos y se hace con un ritmo cálido y frenético que te hace mover el pie al primer segundo. Además de un piano puramente house. Y hay que decir que mola bastante.

Aquí hay una influencia importante del hip-hop. De hecho, Showalter menciona a los Beastie Boys. Algo que se nota en algunos ritmos del disco. Como en el que aparece en “Ananda”, que no es otra cosa que una de esas canciones suyas bañadas en teclados ambientales y ensoñadores. Solo que esta vez cuenta con una base un tanto más animada. Un sonido que también se aprecia en la emocionante “Fantasy Wranglers”. Aunque sí es cierto que, en otras ocasiones, se mete de lleno en una electrónica más básica y minimalista. Eso sí, la adorna muy bien con su talento melódico. Ahí tenemos la vibrante “Future Temple”. O esa “Party At Monster Lake” que se acerca más a lo que hacia en el pasado. De hecho, es de las pocas canciones del disco en las que aparece una guitarra. Y lo cierto es que no se la echa de menos.

China Crisis – China Greatness

Resulta casi imposible acordarse de todas las bandas que tuvieron cierto éxito en los ochenta. Fueron tantas las que metieron singles y álbumes en los primeros puestos de las listas de ventas, que al final, a la hora de reivindicarlas, se nos pasan algunas. Y creo que China Crisis podría entrar en ese grupo. Aunque sí es cierto que, gracias a las tiendas de segunda mano, donde siempre puedes encontrar sus discos a precios bajos, yo la he tenido muy presente estos últimos años. Pero también es verdad que es una banda que, a pesar de que no funcionó mal, no cuenta con un megahit como otros grupos de aquellos primeros ochenta. Lo que no quita que tengan varios álbumes notables y una gran colección de canciones pop. Algo que se puede comprobar con su último lanzamiento.

China Greatness’ no es una recopilación al uso. Para empezar, tenemos la selección de canciones que han escogido, donde sí que aparecen sus mayores éxitos, pero también temas que no fueron singles. Aunque sí las favoritas de sus fans. Y luego tenemos el lavado de cara que les han hecho. El grupo británico ha llamado a Jack Hymers para arreglar, grabar, y mezclar estos temas junto al ingeniero de sonido Mark Phythian. Juntos le han dado lo que han llamado “un sonido cinematográfico”. Que no es otra cosa que una buena limpieza, mucha orquesta, y algo más de consistencia. Una jugada que les podría haber salido regular, porque las canciones originales ya eran estupendas, pero lo cierto es que han quedado muy bien.

La recopilación se abre con “Animals In Jungles”, una de esas canciones que no fueron singles. Aquí ya se aprecia que se han quitado un poco de en medio su sonido synth-pop y la han llevado a algo new-wave. Además de sonar mucho más potente. Un sonido más grandilocuente que también le han dado a “King In A Catholic Style”, uno de sus mayores éxitos. O a “Arizona Sky”, donde han eliminado por completo su sonido ochentero para irse a un pop de más de finales de los ochenta. Es más, incluso han cambiado por una orquesta el solo de saxo que tenía la versión original. Y si nos vamos a “You Did Cut Me”, un tema que no triunfó en UK, pero que fue top 10 en España, vemos que el lavado de cara mejora bastante la versión original.

Sí es cierto que hay temas que no han cambiado mucho. Ahí tenemos “Wishful Thinking”, su mayor éxito y una de las mejores canciones de los ochenta. Aquí se puede apreciar algo más de orquestación, pero poco más. Y menos mal, porque la original ya era perfecta. Tampoco ha cambiado mucho la preciosa “Black Man Ray”. Simplemente nos encontramos con unos China Crisis con un sonido más limpio y consistente. Algo que le viene muy bien. Lo que no me ha terminado de convencer son los remixes del final. No me llaman nada la atención estas versiones en las que eliminan la sección rítmica para dar protagonismo a una orquesta que, incluso, en algunos momentos, se pone hasta barroca. Me chirrían un poco, la verdad. Afortunadamente, deciden acabar la recopilación con una nueva versión, muy mejorada, por cierto, de “The Understudy

Bat From Lashes – The Dream of Delphi

Natasha Khan ha sido madre. Este dato, que en muchas ocasiones no sería relevante, sí que es importante en la carrera de Bat For Lashes. Y es que, tras tener a su criatura, pensaba que jamás volvería a grabar un disco. Pero al final fue todo lo contrario. Este acontecimiento sirvió de inspiración para crear las canciones del que es su primer trabajo en cinco años. Un álbum en el que la artista británica deja de lado ese mundo tan ochentero que tenía su estupendo ‘Lost Girls’ para meterse de lleno en un sonido de lo más etéreo y con retazos de new-age. Y no ha salido ganando con el cambio.

The Dream of Delphi’ es algo así como una carta de bienvenida a su hija. Sus letras están llenas de consejos para vivir en este mundo y de referencias a la tierra, los sueños y la naturaleza. Algo así como el disco Magufo de Bat For Lashes. De ahí que la música que lo acompaña sea tranquila y, como he dicho más arriba, casi new-age. Y de ahí que las comparaciones con Kate Bush estén a la orden del día. Pero claro, aunque de talento va sobrada, Khan no es Kate Bush, y hacer este tipo de música sin llevar al tedio no es nada fácil. De hecho, no lo consigue.

Lo nuevo de Bat For Lashes funciona cuando se va abiertamente a su faceta más pop. Ahí está el corte principal, el cual abre y cierra el disco. Primero, con su versión más pop, en la que entran en juego los sintetizadores y las cajas de ritmos. Lo que hace que nos acordemos un poco de su anterior trabajo. Sin embargo, en la versión que cierra el álbum, elimina todo eso y deja que las cuerdas sean las protagonistas. Además de un arpa que aparece en las dos versiones y que es obra de Mary Lattimore. El lado más pop del álbum también aparece en la más animada “Home” y en su tono positivo. Y luego tenemos pequeños retazos melódicos, como el que aparece en la emocionante “Letter To My Daughter”. O en esa sintética “Delphi Dancing”, que no está nada mal.

El resto del disco se va abiertamente a ese sonido new-age que, a mí, particularmente, me resulta un tanto aburrido. Y no creo que se le dé mal ponerse al piano y dejar temas como “Christmas Day” o “At Your Feet”, que tienen un puntillo melódico que no está mal. O agarrar el saxo y hacer una canción como “Breaking Up”, que con esas cajas de ritmos parece salida de la banda sonora de una mala película de los ochenta. Pero luego hay canciones como “The Midwives Have Left” y “Her Firts Morning”, las cuales se regodean en este mundo etéreo y resultan de lo más aburridas. Incluso “Waking Up”, que empieza bastante bien con unos sintetizadores muy animados, termina cayendo en ese sonido y te lleva al tedio más absoluto.

Billie Eilish – HIT ME HARD AND SOFT

No es que sea yo muy seguidor de Billie Eilish, pero sí que me alegro de que una artista así se haya convertido en una estrella tan grande de la música. Porque, entre una chapa sobre el racismo que viene de una persona privilegiada y millonaria, y discos de pop insulso que duran más de dos horas, se agradece que alguien de esta categoría haya optado por hacer un disco de que huye totalmente de esa megalomanía que tienen este tipo de estrellas. Es algo que también ha hecho Dua Lipa en su nuevo álbum, solo que, aunque tenia buenas intenciones, le ha salido un poco regular. Todo lo contrario que Billie Eilish, que ha publicado su mejor disco hasta la fecha. Y todo esto desde el estudio que tiene en su casa y sin mil productores detrás. Tan solo su hermano FINNEAS y algunos pequeños colaboradores.

HIT ME HARD AND SOFT’ es un disco en el que la joven artista de Los Ángeles prácticamente se desnuda emocional y sexualmente. Porque, tras un primer álbum oscuro y extraño que la llevó a convertirse en la heroína de la juventud deprimida, y un segundo trabajo en el que, más o menos huyó de todo eso para entrar una madurez demasiado temprana, aquí se ha dejado llevar. Y eso ha hecho que muchas de las canciones de este álbum hablen de su sexualidad, ya que acaba de declarar que le gustan las chicas. Es más, en “LUNCH”, el que es el single del disco, dice directamente que quiere una vagina en su cara. Y ojo, porque es un temazo de pop electrónico y un hit en toda regla.

Musicalmente, estamos ante un álbum disperso en el que no hay un hilo conductor. Billie Eilish pasa de las baladas más minimalistas al pop electrónico casi sin que te des cuenta. Es más, hay veces que incluso lo hace en la misma canción. Es el caso de ‘L’AMOUR DE MA VIE’, que empieza como una balada coqueta y afrancesada, y termina con un desfase synth-pop que es una pasada. De hecho, creo que aquí FINNEAS está más acertado que nunca. El uso que hace de las bases y de los sonidos electrónicos en este trabajo es estupendo. Ahí tenemos “CHIHIRO”, que cuenta con una sección rítmica tímida y delicada. Sin embargo, aparece por ahí un sintetizador estridente que se lo come todo. O como se mete de lleno en el pop ochentero para que su hermana entregue “BIRDS OF A FEATHER”, la que es la canción más luminosa de su carrera.

Sí reconozco que las baladas de Billie Eilish me cuestan un poco más. Me parece bien que en “SKINNY” se ponga intimista y se haga un Lana Del Rey para contarnos como se sentía cuando la gente le decía lo guapa que estaba porque había adelgazado. O que hable de un triangulo amoroso en la más intensa “WILDFLOWER”. Pero lo cierto es que son dos canciones que no terminan de entrar. Sin embargo, cuando se va al AOR más épico y entrega un baladón como “THE GREATEST” sí que consigue tocarme la patata. O cuando se pone juguetona y entrega una canción reposada, pero llena de calidez, como es “BITTERSUITE”. Y luego tenemos esa “BLUE” final, que quizá le ha quedado un poco larga, pero las partes en las que aparece la caja de ritmos son geniales.

Arab Strap – I’m totally fine with it 👍 don’t give a fuck anymore 👍

Arab Strap me sorprendieron (para bien) con ‘As Days Get Dark’, el disco con el que en 2021 rompían con un silencio discográfico de 16 años. Y no solo lo hicieron por su sonido, que nos mostraba al dúo escoces rebosando frescura y mirando al futuro en lugar de tirar de la dichosa nostalgia. También por los textos de Aidan Moffat, que reflejaban a un hombre de mediana edad que no se había acomodado y quedado anclado en una mentalidad del pasado. Así, nos encontrábamos con canciones que hablaban de la madurez, las adicciones, o la xenofobia. Y en estas siguen en su nuevo álbum, donde, además, nos encontramos con temas que exploran la masculinidad toxica o la alineación con las redes sociales.

Confieso que he tenido que repasar los primeros discos de Arab Strap para ver si en los noventa sonaban igual de contundentes que ahora. Porque, aunque tuve un par de años en los que los escuchaba bastante, nunca fueron una de mis bandas favoritas. Y sí recordaba que las cajas de ritmos tenían bastante protagonismo en sus canciones, pero la potencia con la que suenan ahora y la dureza que aparece en algunas de sus guitarras, no estaban ahí. Y la verdad es que, eso, es lo que más me ha impactado de este ‘I’m totally fine with it 👍 don’t give a fuck anymore 👍’. No sé si será porque graban para el sello de Mogwai, pero aquí hay guitarras que casi parecen sacadas de uno de sus discos. Y los beats de algunos temas te dejan del revés. Y todo esto regado con su talento para crear ganchos pop.

El disco se abre con “Allatonceness”, un tema de indie-rock contundente en el que Moffat ya suelta la primera perla – “Nazis and rapists sell[ing] merch”-. Y lo hace con una batería potente, unas guitarras cortantes, y esa forma de cantar/hablar, en la que casi parece escupir las palabras. Pero ojo, que cuenta con un pequeño estribillo algo más pop. Es una de las dos canciones que representan el lado más rock del disco. La otra se la han reservado para el final. “Turn Off The Light” es un tema que empieza sosegado y con una pequeña pátina electrónica que, sin embargo, termina en toda una tormenta épica y post-rock. Esto de fusionar electrónica y rock lo hacen de vez en cuando. Y muy bien, por cierto. Como en la hipnótica y acelerada “Sociometer Blues”. O en esa estupenda balada llamada “Molehills”, la cual liquidan con toda una catarsis electrónica.

La electrónica es la gran protagonista de este álbum, y muchas veces no tiene ningún problema en llevarla a la pista de baile. Es el caso de “Bliss”, que cuenta con un ritmo contundente y una melodía brutal. O de “Strawberry Moon”, que suena más sucia, pero que tiene un estribillo de lo más pop y un beat con cencerro incluido. Y si nos vamos a “Hide Your Fires” nos encontramos con lo más parecido al synth-pop que han hecho en su vida. Además, hay que decir que les sienta de maravilla. También utilizan la electrónica para hacer temas más reposados. Es el caso de el precioso “You’re Not There”. O de esa “Dreg Queen” en la que aparecen de nuevo las guitarras contundentes. Y lo hacen para hablar del alcoholismo. Un tema que también protagoniza la acústica “Safe & Well”, donde cuentan lo que era beber solo durante la pandemia.

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Bullion – Affection

Tengo que reconocer que, hasta hace unos meses, jamás había escuchado la música de Bullion. Y eso que el londinense Nathan Jenkins, que es quien se esconde detrás de este proyecto, lleva casi dos décadas de carrera. Aunque también es cierto que su último trabajo data de 2016. Desde entonces, sí que ha publicado unos cuantos singles y algún que otro EP. Se ha dedicado más a ejercer de productor, donde ha dejado su huella en algunos temas de Carly Rae Jepsen, Westerman, Nilüfer Yanya, o Avalon Emerson. Hasta que hace unos años se mudó a Lisboa y encontró la inspiración para crear un nuevo álbum. Aunque eso sí, ahora parece que se ha vuelto a Londres, ya que el disco se grabó en la capital británica.

Affection’ se mete de lleno en el sonido más sofisticado que ya presentaban sus últimos singles. La electrónica más enfocada hacia la pista de baile que marcó el principio de su carrera casi desaparece por completo y da paso a un pop sintético con una fuerte influencia de los ochenta. Aunque sí que hay veces que se sale un poco de ahí y se va a otros mundos. Como en esa “A City’s Never” que abre el álbum. Un tema más animado y juguetón en el que podemos escuchar la voz de Noah Lennox, más conocido como Panda Bear. De hecho, recuerda un poco a lo que hace el músico norteamericano en solitario. Y lo curioso es que, a pesar de que vivían en la misma ciudad, nunca llegaron a coincidir y grabaron la canción vía mensajes electrónicos.

Buena parte del álbum está protagonizado por un pop lleno de teclados delicados y cajas de ritmos sofisticadas que recuerda bastante a The Blue Nile y otras bandas de los ochenta. Algo que ha intentado hacer Taylor Swift en su último trabajo y ha obtenido un resultado irregular. Solo hay que escuchar “Rare”, un tema que creó junto a Carly Rae Jepsen cuando estaban grabando su último trabajo. Es autentica maravilla elegante y emocionante que merece ser un hit. O “Once, In a Borrowed Car”, que es un poco más sintética, pero que cuenta con esa melancolía propia de la banda escocesa. Incluso en el tema titular, que es algo más bailongo, se puede apreciar esa elegancia propia del soft-pop de la época. Además de con un teclado que es una delicia. Al igual que en la notable “Your Father” y su estupendo estribillo.

Como ya he dicho más arriba, de vez en cuando se sale un poco de ese sonido. Y nada mejor que llamar a Charlotte Adigéry para que le ayude en esto. La cantante del dúo belga dejó sorprendido al propio Bullion cuando la vio actuar en un festival. Lo que le llevó a ponerse en contacto con ella para que colaborara en este trabajo. Y de ahí sale “World_train”, el que es el tema más bailongo del disco. Y hay que decir que su ritmo juguetón, sus extraños violines que aparecen de fondo, y la voz de Adigéry enganchan. Al igual que el synth-pop más efusivo que se deja ver en la estupenda “Cavalier” -me encanta como suenan los teclados en su parada intermedia-. Eso sí, para cerrar el disco no puede evitar volver a sonidos más sofisticados en la también notable “Hard To Do”.

St. Vincent – All Born Screaming

Hay pocas artistas en la actualidad que hayan sabido reciclarse tanto, y tan bien, como St. Vincent. El proyecto musical de Annie Clark ha pasado por unos cuantos cambios sonoros, los cuales suelen venir acompañados de unos cambios de imagen, sin resentirse. Todo lo contrario, con cada nuevo disco que edita, su leyenda crece un poco más. Así, tras ese ‘Daddy’s Home’ de 2021 en el que se decantaba por el rock y el funk de los setenta, ahora vuelve más oscura que nunca. Tanto en lo musical como en lo visual. De hecho, según ella misma, su nuevo estilo musical atiende al nombre de “pop post plaga”.

All Born Screaming’ es el primer trabajo que produce íntegramente la propia Annie Clark. Y es que, al parecer, tras acabar la gira de su anterior trabajo, estuvo experimentando con cajas de ritmos y sonidos electrónicos. Ese fue el detonante para que lo produjera ella misma, porque había sonidos en su cabeza que solo ella podía reproducir. Y lo cierto es que lo ha hecho de maravilla, porque este disco suena como un tiro. Además, no lo tenia fácil, porque aquí hay un poco de todo. Tenemos rock más o menos agresivo, alguno de los momentos más electrónicos de su carrera, y hasta un pop que la acerca a los Talking Heads -no olvidemos que hizo un disco conjunto con David Byrne-. Eso sí, ha contado con la ayuda de algunos músicos, como Dave Grohl, que toca la batería en dos temas, y Cate Le Bon, que colabora en la canción principal.

Cuando empiezas un disco con una canción que se llama “Hell Is Near” ya estás dando una pista clara de por donde van a ir los tiros. Aquí se habla de la muerte -hay una canción dedicada a Sophie-, de la masculinidad toxica, y de muchas cosas de mierda con las que vivimos cada día. Lo curioso es que este primer tema en el que nos dice que el infierno está a la vuelta de la esquina, es un corte agradable, tranquilo y ensoñador. De hecho, me ha recordado bastante a los primeros Air. Pero poco a poco va llegando la oscuridad. La tenemos en el rock sintético de “Breathless”, que recuerda bastante a los Nine Inch Nails menos agresivos, o en esa “Broken Man” llena de riffs potentes que se dejan acompañar por la batería de Grohl. Una batería que también aparece en la áspera “Flea”.

Curiosamente, tras ese trío lleno de oscuridad, el disco se vuelve más luminoso y pop en su segunda parte. Ahí tenemos la bailonga “Big Time Nothing”, que según la propia St. Vincent está inspirada en el Londres de los 90 y en The Prodigy. O esa “Sweetest Fruit” marcada por un ritmo electrónico de lo más pegadizo y juguetón. Y eso que es la canción dedicada a Sophie. Además de “So Many Planets”, una maravilla de tema que podríamos meter dentro del reggae. Y si nos vamos al tema titular, nos encontramos con una primera parte luminosa y pop que es puro Talking Heads. Eso sí, en su segundo tramo entra un bombo acelerado y unos coros protagonizados por Cate Le Bon que son un tanto dark. Y eso sin contar el frenético ritmo dance que los acompaña.

Pet Shop Boys – Nonetheless

Ya tenía ganas de que Pet Shop Boys acabaran su trilogía berlinesa y dieran carpetazo a las producciones de Stuart Price. Creo que sus tres últimos trabajos eran un tanto irregulares y solo lucían en algunos momentos puntuales. Así que abrazo con toda la ilusión del mundo esta la nueva etapa de su carrera que empiezan con este trabajo. Y más sabiendo que en la producción está James Ford, mano derecha de Arctic Monkeys, y productor de los últimos trabajos de Depeche Mode, Blur, o Jessie Ware. Además de miembro de aquellos Simian Mobile Disco que tanto nos hicieron bailar la década pasada.

Nonetheless’ es el trabajo número quince de la carrera de Pet Shop Boys. Y se podría decir que es una especie de vuelta al pasado desde la mirada actual de sus dos componentes. Es decir, que aquí hay nostalgia para dar y tomar. Buena parte de las letras de este álbum nos llevan a la adolescencia, la juventud y la liberación de Neil Tennat. Lo que hace que también estemos ante el disco más queer de los Pet Shop Boys. Y si nos vamos al plano musical, no es muy difícil ver que han querido recuperar muchos sonidos del pasado. Pero lo han hecho de la mejor forma posible y con la elegancia que los caracteriza. No obstante, cada canción del disco está grabada con una orquesta completa. Y los sintetizadores suenan sin estridencias y sin demasiadas florituras. Una idea que, por cierto, viene del propio James Ford.

Solo hay que escuchar “Loneliness”, el tema que abre el disco, y el primer single, para ver que Pet Shop Boys están tirando del pasado. Es más, algunas personas han comentado que parece una canción suya hecha por la IA. Pero la verdad es que tiene todo lo que debe tener para convertirse en un clásico del dúo. Ahí está su ritmo bailongo y contagioso, pero nada chabacano, su orquesta vibrante, y su estribillo redondo. O “Why am I Dancing?”, que empieza directamente con unas trompetas que te conquistan a la primera. Un tema que te lleva a la pista de baile más melancólica. Y si nos vamos a “Dancing Star”, nos encontramos con unos Pet Shop Boys que vuelven a los primeros ochenta, con sus teclados luminosos, y sus palmas, para dedicarle una canción al bailarín Rudolf Nureyev.

El caso más evidente de esta mirada al pasado es “New London Boy”. Aquí se hacen con una preciosa canción en la que Neil Tennant recuerda su llegada a Londres y sus primeras visitas a las discotecas gais. Pero lo más increíble es que se marca una especie de rap al más puro estilo “West End Girls”. Y ojo con “The Schlager Hit Parade”, que no es otra cosa que uno De esos villancicos pop que tanto les gustan. Quizá, donde se ve menos nostalgia del pasado, es en “Feel”, que cuenta con una producción más actual. Además, llena de elegancia. Como en algunas de las baladas del disco, que hay unas cuantas. Y varias son estupendas, como la emocionante y épica “A New Bohemia”. O esa “The Secret of Happiness” tan sixties y tan Burt Bacharach. Además de la traca final llena de cuerdas que supone “Love is The Law”.